27

Toma mi brazo, lo que provoca que me detenga de golpe, me gira y choco contra su torso desnudo. Levanto mi rostro despacio y nuestras miradas se entrelazan, haciendo que me tiemblen las piernas. Sus ojos me observan con tanta intensidad que tengo que agachar la cabeza.

—Em, estás aquí —susurra ensimismado, como si no lo puede creer.

—L-Lo siento, Seth —balbuceo, incapaz de decir algo coherente.

—No, no hay nada que disculpar. —Asiento dudosa y me alejo, en un intento de recuperar la cordura.

—Yo vine por mis cosas, no sabía que estabas en casa ni ocupado. —Frunce el ceño, mostrando confusión.

—No estoy ocupado, Cristina está en casa desde anoche. Ella necesita un sitio donde quedarse por ahora, yo estoy durmiendo en el sofá. —Asiento sin entender el porqué me está diciendo todo esto.

—Puedo venir otro día, Seth. —Niega varias veces.

—No, ven conmigo.

Me agarra de la mano y caminamos hacia la casa. Lo miro de reojo y caigo en cuenta que está semidesnudo en medio de la calle. Una sonrisa se asoma en su cara cuando me observa y luego a él, entendiendo todo.

—Olvidé que estaba en toalla. —Asiento y me carcajeo, haciendo que él se ría también.

Entramos a la casa y mi risa cesa al ver a Cristina con los brazos cruzados. Mira de Seth hacia mí con evidente molestia.

—¿Qué significa esto, Thiago? —Tiemblo como una hoja y me alejo de él al notar la mirada de muerte que me da Cristina.

—No te entiendo. —Camina como si nada hacia su cuarto—. Em, voy a vestirme y a traer tus cosas. —Se pierde en su habitación, dejándome sola con esta mujer.

Desvío mis ojos y me encojo en mi lugar ante la fría y minuciosa mirada que me da Cristina.

—Supongo que tú eras el entretenimiento de Thiago. —Se acerca y se detiene frente a mí.

Es decepcionante notar que es más alta que yo, toda ella es hermosa y llamativa en comparación conmigo.

—No, estás muy equivocada —logro decir, trato de que no descubra lo nerviosa que estoy.

—Eso espero, Seth y yo vamos a intentar algo para ser una familia de nuevo y no quiero zorras entrometidas. —La ira me ciega y le pego una cachetada con todas mis fuerzas.

—No voy a permitir que me insultes, no me conoces. —Le apunto con el índice, furiosa. Me mira con odio y pasa una mano por su mejilla golpeada.

—Eres una desvergonzada y encima de eso una creída...

—¿Qué sucede aquí? —Seth la interrumpe observándome con cautela. Ella rompe a llorar como si de una loca se tratara.

—Thiago, esta tipa tuvo el atrevimiento de pegarme. —Se le acerca de manera dramática y lo abraza—. No tengo idea de dónde sacaste a esta salvaje. —Seth me mira confundido y niego con la cabeza.

—Quiero irme. Busca mis cosas, por favor —hablo en un hilo de voz, no soporto más un minuto en la presencia de esta mujer. Se suelta de su agarre y vuelve a su habitación sin decir nada.

Los ojos de Cristina no dejan de mirarme con desagrado, hace ademán de querer decir algo, pero no lo hace porque Seth vuelve a la sala con una bolsa grande.

—Yo la había ordenado hace días, Em, sabía que vendrías por ellas. —Asiento y me acerco para tomar mis cosas para largarme al fin.

—Muchas gracias. —Él se aleja y camina hacia la puerta.

—Ven, te voy a llevar, esto está pesado. —Me quedo paralizada al escucharlo.

—¿Cómo que vas a irte con ella? —Cristina se le acerca, visiblemente enojada—. No quiero quedarme sola en esta casa. —Se cruza de brazos y lo mira con desagrado.

—De todas formas me iba a ir, espero que estés cómoda. —Me mira y hace una seña para que lo siga. Camino hacia la salida, pero ella atrapa mi brazo antes que pueda avanzar más.

—Disfruta mientras puedas, perra. —Me suelta y salgo de ahí a toda prisa.

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Seth conduce camino hacia mi casa perdido en sus pensamientos, no hemos dicho nada desde que nos subimos a la camioneta. Me encojo en mi asiento y lo miro de reojo de vez en cuando. Es raro estar aquí de nuevo, aunque placentero.

—Cristina está metida en un gran lío, Em, vino a mí para que la ayude. En realidad no sé qué hacer. —Resopla y puedo notar lo cansado que se encuentra.

—¿Ya viste a tu hija? —Niega varias veces.

—Estoy esperando la aprobación de un juez, quiero hacer las cosas bien. —Me mira por unos segundos y luego a la carretera.

—Me alegro mucho por ti.

—Quiero que estés conmigo cuando la vaya a ver, ¿qué dices? —Abro la boca en sorpresa al escuchar su petición.

—Me encantaría —digo sincera y él asiente, satisfecho.

Aparca frente al condominio donde vivo y bajamos casi al mismo tiempo. Abro la puerta de la pieza donde me estoy quedando, avergonzada por lo pequeña que es. Sus ojos recorren el lugar con curiosidad.

—No está tan mal, Em, me alegro que estés haciendo tu vida. —Se sienta en una de las dos sillas que hay frente a la cama.

—Estoy buscando otro lugar más decente, espero que pueda encontrar uno que pueda pagar. —Asiente pensativo.

Tomo la bolsa y me percato que todo está doblado y limpio. Eso me sorprende muchísimo, Seth no es muy ordenado que digamos y que haya hecho esto por mí es lindo de su parte.

Siento su respiración en mi nuca y sus manos tocan mi cintura con suavidad. Cierro los ojos y me muerdo la lengua para evitar gemir ante las sensaciones que me hace sentir con un solo roce.

—Perdóname, Em, mentí cuando dije esas cosas hirientes la última vez que nos vimos. —El corazón me late frenético y mi respiración se torna irregular—. Soy un desastre en cuanto a relaciones se trata.

Me gira, sus ojos lucen brillosos. Pasa una mano por mi mejilla y la acaricia con suavidad. Roza sus labios con los míos de manera sutil. Soy un mar de sensaciones, estoy dividida sin saber qué hacer.

Esta es la razón por la que siempre termino llorando y decepcionada luego de que me ilusiono, él juega con mis sentimientos ya sea a propósito o no. Estoy cansada de sentirme en el limbo, de estar en el cielo un día y al otro caer de golpe.

—Creo que es mejor que te vayas, Seth, gracias por traerme, por todo. —Se aleja un poco para luego mirarme con intensidad.

—Sí, entiendo. —Luce decepcionado y suspira con resignación—. Lo iba a hacer de nuevo, soy un caso perdido. —Sus palabras me hieren por alguna razón, si tan solo fuera del todo sincero conmigo en cuanto a lo que siente...

Unos toques en la puerta me hacen volver a la realidad, miro de reojo a Seth que está de espaldas a mí y pasa su mano por el pelo.

Resoplo y abro encontrándome con Claudia.

Abro los ojos en sorpresa al igual que ella, nunca pensé que la volvería a ver y mucho menos en este lugar.

—Emma.

Las lágrimas salen de sus ojos sin control y se abalanza sobre mí. Le correspondo mientras lloro, desesperada. Es irreal que esté aquí.

Duramos un buen rato en esa posición, sentir sus brazos alrededor de mí me hace vulnerable. Los recuerdos de todo lo que viví haciéndose presentes y abriendo viejas heridas que creí había sanado.

Le presento a Seth cuando al fin podemos dejar de llorar, él la mira con desprecio porque sabe lo que su presencia hace en mí. Lo entiendo, pero Claudia no tiene la culpa de nada y le debo porque me ayudó o intentó hacerlo.

—No puedo creer que estés aquí. —Asiente y baja la cabeza con pesar.

—No fue fácil encontrarte, Emma, pero no me di por vencida. —Me acaricia una mejilla con dulzura—. Mira qué hermosa estás. —Desvío la mirada, sé que solo lo dice para hacerme sentir bien.

—Lo siento, yo no podía quedarme, no aguantaba más. —Posa un dedo sobre mis labios.

—Lo sé, no te juzgo. Yo me siento culpable porque debí ayudarte más. —Mi pecho se contrae al hablar de eso—. Vine por ti por una razón y entiendo si no quieres hacerlo. —Frunzo el ceño, confundida por el cambio de tema.

—¿Qué es? —Sus ojos lucen angustiados, como si le costara hablarme.

—Ernesto está muriendo, Emma, quiere verte para pedirte perdón por todo. —Mi visión se torna borrosa al escuchar el nombre de mi padre, me levanto de la silla y camino hacia la cama, mareada. Siento los brazos de Seth que me sostienen para que no caiga.

—Es mejor que se vaya, señora.

La escucho sollozar y pedirme perdón, le pasa una tarjeta a Seth y dice algo sobre que la llame si decido buscarla.

Siento que me acuesta sobre él y acaricia mi pelo mientras me deshago en lágrimas, las imágenes de él abusando de mí pasando por mi mente. Los golpes, las palabras hirientes, cómo destruyó mi vida por completo. Ahora está en una cama moribundo pidiendo piedad, me lo imagino y una satisfacción enferma me recorre.

Entonces siento temor, debo ser un monstruo por alegrarme del mal ajeno, soy una persona horrible.

—No voy a permitir que nadie te haga daño, Em. —Besa mi pelo y me sostiene con fuerza. No lo harán, nadie puede romper nuevamente lo que ya está hecho pedazos.

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🙋‍♀️¿Qué creen que deba hacer Emma? ¿Debe perdonar a su padre? ¿Ustedes qué harían en su lugar?

Muchas gracias por leer ❤

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