26

Trato de ponerle atención a lo que me explica Adam, un psicólogo amigo de Giuseppe, que me habla sobre la dependencia emocional. Al principio no estaba de acuerdo en venir, porque me da vergüenza y temor hablarle a un extraño de mi vida.

Me sorprendí mucho la primera vez que lo vi, cuando mi amigo me habló de él pensaba que se trataba de un señor mayor.

Adam es un hombre joven, tez morena, ojos claros y su pelo castaño siempre peinado hacia atrás. Es un chico muy formal, respetuoso y fácil de entablar cualquier conversación. Desde el primer segundo que lo conocí, me sentí cómoda ante su presencia calmada y profesional.

—Las personas con dependencia emocional tienden a creer que la felicidad que puedan sentir depende de otra persona y, asimismo, permiten malos tratos para persistir en relaciones e intercambios asimétricos. —Asiento y agacho la mirada, sopesando si ese era mi caso con Seth.

—Él no me trataba mal, no porque quería. —Me veo en la necesidad de defenderlo mientras me encojo en el asiento de cuero—. Está enfermo y eso influía mucho en sus estados de ánimo. —Asiente dudoso.

—Relájate, Emma. —Guarda unos papeles en un cajón del escritorio—. Vamos a hacer algo, podemos hablar como dos amigos. No me veas como un psicólogo ni sientas que estás tomando terapia, más bien como alguien al que puedes contarle tus miedos e inquietudes. —Dejo caer mis hombros, sintiéndome aliviada.

—Muchas gracias, ¿cómo será el pago? —Niega divertido y hace un ademán con la mano, restándole importancia.

—No será necesario, no te preocupes, yo no tengo tantas personas que tratar. Eso sí, te avisaré los días que vas a venir porque dependerá de cuán desocupado esté. —Asiento, satisfecha por lo que ofrece.

—¿Crees que tenga problemas de dependencia? —pregunto tímida mientras juego con mis dedos.

—¿Qué opinas de ti, Emma? —responde con otra pregunta.

—Que no soy bonita, mi pelo no es tan suave y mis ojos son corrientes. —Suspiro avergonzada—. Soy muy flaca y bajita, no he podido avanzar en mis estudios... —Mis ojos se nublan por las lágrimas contenidas. Carraspea y observo cómo me sonríe.

—Eres una chica hermosa, fuerte y noble. —Limpio rápidamente una lágrima, sintiéndome estúpida—. Ser dependiente significa llenar tus vacíos afectivos y carencias emocionales con otra persona que pasa a ocupar un lugar central en la satisfacción de tus necesidades y, por lo tanto, se convierte en un elemento necesario para ser feliz. —Mis ojos se abren en sorpresa al escucharlo.

—Yo, es decir, me identifico, Adam. —Asiente comprensivo.

—Te han golpeado tanto que te entregas por completo a alguien que te muestra afecto, pensando que será la fuente de tu felicidad. —Siento frío de repente, yo en realidad amo a Seth.

—No sabes nuestra historia, puede que lo que dices sea cierto, pero estoy segura de lo que siento por él. —Mi molestia es evidente, no me conoce y no sabe por las cosas que hemos pasado juntos.

—Lo sé, Emma, solo te estoy aclarando los síntomas de un dependiente emocional. Discúlpame si te hice sentir mal. —Niego, apenada por mi arrebato.

—Muchas gracias. —Me levanto y él hace lo mismo—. Nos vemos luego cuando tengas tiempo. —Camino de prisa hacia la puerta, sintiéndome atacada y, de alguna manera, descubierta.

══ ✧ ❀ ✧ ══

Mi cuerpo sudoroso se mueve al compás de la melodía, los pasos fluyen y me siento liberada. Es tan beneficioso para mí estas sesiones de bailes, olvido cada uno de mis problemas y vuelvo a ser esa niña soñadora que imaginaba que un príncipe venía por mí en un poni blanco.

Las palabras de Adam no me han dejado tranquila, he pensado mucho en todo lo que he pasado desde que era una niña hasta que terminé viviendo con Seth. Puede que sí tenga dependencia emocional y eso me asusta, pero todos los síntomas concuerdan con lo que he vivido y sentido a su lado. Es doloroso para mí reconocer que solo quiero llenar con él esos vacíos que tengo en el alma.

—¡Arriba, Chicos! —vocifera Giuseppe por medio de un megáfono—. La presentación será en tres días y tenemos que impresionar a todo el mundo. —Mis compañeros gritan eufóricos y aplauden entusiasmados.

Camino hacia una silla donde está mi bolso y saco una pequeña toalla para secar mi cara. Observo cómo Giuseppe se acerca a mí, una sonrisa pícara adorna su rostro.

—¿Qué te pasa? —Me abraza por los hombros y se carcajea—. Pareces un loco.

—No me has contado cómo te fue con Adam, pequeña suertuda. —Lo miro como si estuviera loco y me alejo para poder cruzar mis brazos, molesta.

—Hablamos algo, pero no creo que vuelva a verlo.

—¿Qué? —Se alarma de forma exagerada—. Dale una oportunidad, Emma, solo quiero que te sientas mejor. —Agacho la cabeza apenada, él está haciendo demasiado por mí.

—Voy a pensarlo. —Camino hacia la salida.

—¿A dónde vas? —Detengo mi andar y suspiro derrotada.

—A la casa de Seth por algunas cosas que dejé allí. —Salgo corriendo del lugar para no escuchar las quejas que estoy segura me gritará.

══ ✧ ❀ ✧ ══

Observo la puerta de la casa Seth, temblando de arriba abajo. Ha pasado un tiempo ya desde que me fui de aquí y me siento rara. No sé si deba tocar o entrar con la llave que aún conservo. Quizás él no está, así que voy llamar primero y si no abre, pues entro por mí misma.

Levanto la mano derecha y la dejo en el aire, incapaz de completar la acción. El corazón me late desbocado al saber que hay mucha probabilidad de que lo vuelva a ver. Suspiro, paso mis sudorosas manos por la camiseta y me decido a tocar la puerta.

Se abre y mi pecho se contrae al ver a Cristina mirarme de arriba abajo con desagrado. Su pelo está recogido en un moño desordenado, está vestida con una vieja camiseta de Seth y está descalza. Sus ojos no dejan de escanearme como si fuera un bicho raro.

—¿Tú quién eres? —pregunta con desdén y puedo percibir algo de reproche en su voz.

—Y-Yo, es decir —balbuceo sin sentido, nerviosa. Quiero llorar porque estoy segura que luzco como una estúpida. Coloca sus manos en la cintura y me mira de manera despectiva.

—¿Qué quieres? Habla que no tengo tiempo. —Sus ojos muestran tanta seguridad y altivez que hacen me intimide.

—¿Está Seth? —Me arrepiento al segundo de preguntar por él porque ella abre mucho los ojos y su rostro se distorsiona en desagrado.

—Sí, ¿por qué lo buscas?

Se coloca en medio de la puerta, evitando que pueda pasar. Niego varias veces, esto fue un error después de todo. Reconozco que solo estoy tomando la excusa de buscar mis cosas con la esperanza de poder verlo.

—No es nada, disculpa la molestia. —Asiente dudosa y me giro, dispuesta a irme.

—Emma, ¿qué haces aquí? —Me paralizo al escuchar su voz. Me doy la vuelta despacio y mi alma decae al ver cómo me observa. Me recorre entera con la mirada, sus manos se cierran en puños y camina hacia mí.

Entonces lo noto: su pelo mojado, el torso desnudo y una pequeña toalla alrededor de su cintura. Por mi mente pasan tantas cosas que explican el porqué él está así con ella y cada una me lastiman. Un nudo se instala en mi garganta y salgo corriendo de ahí hecha un mar de lágrimas.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top