14

Lo tengo frente a mí en un santiamén, su respiración choca con mi rostro. Mi pecho sube y baja al compás del suyo, quiero salir corriendo, pero me quedo firme en el mismo lugar. Sus ojos airados me miran con desprecio, como si me odiara o quisiera que desaparezca. No aguanto la presión y lloro, está claro que me va a hacer daño y yo de ingenua creyendo cosas que no son. Mis ojos se cierran con fuerza al escuchar el golpe, me encojo y un grito ahogado escapa de mi garganta. Silencio. No hay dolor.

Siento su frente pegada a la mía, abro los ojos con temor y observo su puño contra la pared cerca de mi cara. Sus manos lastimadas destilan sangre, sus lágrimas me mojan el rostro.

—No quiero hacerte daño.

Sus palabras casi no se entienden por el llanto, lo tomo de los hombros y lo aprieto contra mi pecho, sintiendo cómo tiembla. Sus sollozos aumentan y no se sabe quién de los dos llora más fuerte ahora. Percibo su dolor, cuán vulnerable está y me vuelve loca el hecho de que no puedo hacer algo para que esté bien.

Me alejo un poco, lo agarro del brazo y lo siento en la cama. Se deja llevar y se acomoda con la cabeza agachada. Camino hacia al baño y saco el pequeño botiquín que tiene guardado en una estantería. Regreso a él y empiezo a curar sus manos, están muy lastimadas.

—Mira cómo te hacen daño en esas peleas, Seth —lo regaño, molesta, no me gusta que participe en esas luchas.

—N-No fue peleando —balbucea y dejo lo que estaba haciendo por la sorpresa.

Me cubro la boca con la mano al ser consciente de que él mismo se provocó esto.

—Seth... —Es lo único que sale de mi garganta por la conmoción que me provocan sus palabras, está mucho más roto y herido de lo que pensaba.

—Estoy enfermo, Emma, desde que era un adolescente. La muerte brutal de mis padres me hicieron más daño de lo que creían. Cuando me encontraron en la casa, fueron varios días después de que los asesinaron. Para serte sincero, no los recuerdo con claridad, a veces tengo pesadillas, pero son borrosas. Duré mucho tiempo sin hablar ni comer, no mostraba emociones y la psicóloga que me trataba sugirió que debían aislarme. —Limpio mis mejillas e intento calmarme. Me duele tanto lo que dice, ¿cómo alguien puede soportar tanto?

—Creo que debes parar, Seth. —Niega y levanta la cabeza para mirarme a los ojos.

—Estuve mucho tiempo hospitalizado hasta que les dio la gana, odio cómo me trataban, no les importaba ayudarme, Em, solo querían salir de mí —escupe con rabia—. Cuando me hice mayor de edad, me fui del orfanato, fue duro porque no tenía idea de qué hacer con mi vida. Conocí a Delia un día en un mercado que trabajaba, ella vio algo en mí porque me habló de un cuarto de su casa que alquilaba. Al principio ni siquiera le pagaba, hasta que me fui desenvolviendo con más normalidad y pude conseguir un trabajo más decente.

—Seth —lo interrumpo—, ¿quién es Thiago Bristol?

Hace una mueca de desagrado y me muerdo el labio inferior al ser consciente de que puede que se sienta presionado por mi pregunta. Suspira varias veces.

—Es mi nombre de pila, Seth es un apodo. —Asiento, comprensiva—. Pero lo odio, no me gusta que me llamen así. Thiago es mi yo del pasado, alguien que no quiero ser nunca más. —Se retira de mí de manera brusca y se levanta de la cama.

—No te vayas, por favor —le ruego al ver cómo se aproxima hacia la puerta. El corazón me late con violencia a la expectativa de lo que hará ahora—. Déjame ayudarte, Seth, puedes confiar en mí.

—¿Confiar en ti? —Ríe como loco, pareciendo un psicópata. Se encorva y posa una mano en su pecho de manera dramática—. No puedo, Emma. —Su postura cambia a una seria en cuestión de segundos—. Eso mismo dijo Cristina, hizo que cayera a sus pies para luego desecharme como si de una basura se tratara.

—Tu esposa —susurro dolida.

—Sí, la que era mi esposa y la madre de mi hija. Ella me alejó de Corina —solloza y se encoge contra la pared—. Se fue con un hombre con dinero porque estaba cansada de mí. ¡Yo hacía lo que podía! —grita y golpea la pared de nuevo. Me muevo rápido y tiro de su brazo tratando de que no se lastime más—. No quiero dañarte, aléjate de mí. —Niego, decidida.

—Puedes confiar en mí, Seth, déjame ayudarte, vamos a idear un plan en el que puedas recuperar a tu hija.

Sus ojos me miran con esperanzas, limpia su rostro y se me acerca despacio. Toma mi cara entre sus manos con suavidad, haciendo que cierre los ojos ante su toque.

—¿Estás segura de lo que dices? —Asiento mientras sonrío y junto mi frente con la de él.

—Nunca te haré daño, Seth, te voy a ayudar. Vamos a buscar información y a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que puedas volver a verla.

—Gracias por esto.

Mis ojos no dejan los suyos y me muerdo la lengua para evitar decirle todo lo que siento por él. No es el momento, por ahora voy a estar a su lado dándole apoyo y a ayudarlo a salir adelante.

—No es nada, ahora más que nunca debemos estar unidos. Has hecho mucho por mí, te agradezco que me hayas salvado ese día.

Me besa de repente, dejándome sorprendida. Es salvaje, ansioso. Le correspondo y ruego porque algún día pueda gritarle todo lo que siento.

══ ✧ ❀ ✧ ══

Golpeo el saco de boxeo una y otra vez. Axel me observa, satisfecho, mientras chequea su reloj de vez en cuando. En unos días tendré un pelea y debo estar en forma. Mis hábitos alimenticios han mejorado un poco, solo que no aumento la masa muscular como quiere Lino, pero que se joda.

—Suficiente. —Mi amigo se acerca y dejo de golpear el saco. Me pasa la botellita de agua y bebo desesperado su contenido—. Linda ha estado insoportable desde que le dije que tú y Emma están bien de nuevo. —Ríe como loco y frunzo el ceño.

—La verdad no tenía idea de que le gustaba, Axel, creo que ustedes exageran.

—Aparte de loco estás ciego. —Su semblante cambia en un segundo—. Lo siento, no lo dije de mala manera. —Ruedo los ojos al notar los suyos temerosos.

—Tranquilo, lo sé, no me ofendes. He estado llevando mi tratamiento, Emma se encarga de eso y de que no falte a ninguna terapia. —Me asfixia lo molesta que se ha convertido, pero se lo agradezco.

—Los tortolitos están en amor —se burla y lo miro de mala manera—. No te pongas así, se nota el cambio, Seth, me alegro por ustedes.

—Deja de decir tonterías, no es que somos una pareja y esas mierdas. —Me siento airado de repente por la conversación.

—Tranquilo, solo digo que estás muy cómodo con lo que tienen ahora y tus depresiones han menguado.

Niego y camino hacia donde se encuentra mi mochila. Es cierto que Emma y yo estamos bien, pero los términos de nuestra convivencia no han cambiado, solo está al tanto de mi pasado y poniendo de su parte para ayudarme a recuperar a Corina. He vuelto a las clases de yoga también y algunas veces ella me acompaña.

—Chicos, vengan aquí. —Lino entra al gimnasio, sonriendo de oreja a oreja—. Quiero presentarles a alguien. —El rubio que se llama Mitch se acerca a nosotros.

—Seth, nos encontramos de nuevo. —Me sorprende que este tipo sea socio de Lino.

—Así es —digo entre dientes, incómodo por la manera en que me mira.

—Me alegra que se conozcan porque Mitch es mi socio y patrocinador de tus próximas peleas, así que a echarle ganas. —Su entusiasmo me fastidia—. Él es Axel, ayudante de Seth. —Mi amigo y el rubio se dan la mano en forma de saludo.

—Seth —se dirige hacia mí y me aparta de los demás—. No te he llevado la moto porque he estado muy ocupado, pero no lo olvidé. —Asiento desinteresado, me vale si lo hace o no.

—Bien, como quieras. —Camino hacia las duchas a darme un baño para irme.

—Espera. —Me detengo, esperando a que hable—. Ya que vamos a trabajar juntos, ¿qué te parece si salimos a algún bar para conocernos mejor? —Me giro para encararlo, confundido por su interés en mí.

—No puedo, tengo cosas qué hacer. —Carraspea y niega con la cabeza.

—Una mujer debe ser. —Ríe como idiota, se acerca y pone una mano en mi hombro—. Estoy detrás de una chica hermosa, la he ayudado mucho y creo que está interesada en mí.

—¿Por qué me dices esto? —Frunzo el ceño con fastidio, ¿qué me importa su vida?

—Te lo digo porque solo salió conmigo cuando la ayudé, Seth. No creas en las mujeres, solo se mueven por interés.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top