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Parece una montaña rusa mi vida, estos altibajos me confunden y lastiman. Estoy cansada de que un día amanezca feliz y al otro me sienta triste y desolada. Reconozco es mi culpa que esté de esta manera, todo el tiempo mis estados de ánimo han estado atados a otra persona. Me es tan difícil sentirme a gusto conmigo misma, quiero superarme y ser mejor cada día, pero necesito aprender a ser independiente.
Llevo varios días sin saber de Seth, una llamada ni un mensaje. Tantas veces que ha hecho esto que no debería sorprenderme, pero yo creí que estábamos bien ya. Incluso pensé tantas cosas en torno a nosotros, soy una tonta.
Camino de regreso a casa, todas las tardes luego del trabajo he estado yendo a las clases que imparte Giuseppe. Esto me ha llevado a distraerme, además de la satisfacción que me proporciona ayudar a otras personas. Él es un artista en todo el sentido de la palabra, fascinante y soñador. Es cascarrabias y estricto, pero entiendo que debe ser así por las cosas que hace. Me comentó que está enseñando de gratis, por ahora. Quiere tener un local decente más adelante, participar en varios concursos para así darse a conocer y lograr sus sueños.
Creo que cada quien busca lo mismo, por eso he decidido ayudarlo y me he aliado a él y a los demás que queremos triunfar en el arte. Por tal razón, no he regresado a mis clases de enfermería, quiero enfocarme en esto y no estar en varias cosas a la vez y dejarlo luego todo por mitad. He encontrado una nueva pasión al enseñarle a estas personas que no pensé la tenía.
Entro a la casa, siento el sudor recorrer mi frente y espalda. Voy directo al baño y me ducho con la mente en una sola cosa. No he dejado de pensarlo, trato de adivinar el porqué se comporta así conmigo. Me confunde, porque un día dice una cosa y luego sus actos otra. Debo dejar de insistir, es hora ya de que me resigne y trate de hacer mi vida sin Seth. Buscar donde vivir, seguir trabajando y haciendo las cosas que me gustan.
Me visto con algo cómodo y recorro el desorden de la habitación que dejó y que no me he animado a ordenar. Hay ropa de él por los rincones, zapatos y toallas. Odio que sea tan desorganizado.
Empiezo a recoger las prendas y las voy echando en el canasto de la ropa sucia. Un tintineo me hace mirar hacia abajo, tomo la llave con una cinta roja que nunca había visto antes. Mis ojos se posan en la mesa de noche de Seth, esta debe ser la que abra el cajón que tanto cuida.
Niego varias veces, no puedo hacerle esto, es su privacidad y debo respetarlo. Pero si tan solo fuera sincero conmigo las cosas serían distintas. Resoplo resignada y camino despacio hacia el mueble, sintiéndome una pésima persona. Qué más da. Ajusto la llave y, efectivamente, estaba en lo correcto.
Halo el cajón enorme lleno de muchas cosas.
Diferentes libretas y carpetas es lo que más predominan, me siento en el piso y tomo una de ellas. La abro y frunzo el ceño al darme cuenta que son análisis psicológicos. ¿Quién rayos es Thiago Bristol?
Sigo indagando y me encuentro con cosas que nunca iba a imaginar: cartas judiciales, recetas médicas, un anillo de matrimonio...
Tomo el aro dorado, temblando como una hoja, ¿Seth está casado? El pecho se me encoge al pensar en cuán graves son los secretos de él, no puede ser que me mantuvo al margen todo este tiempo con algo así.
Sigo rebuscando y encuentro varias fotos, él más joven y con una sonrisa genuina junto a una chica hermosa de ojos verdes y una cabellera larga negra. Otras de ellos besándose, en la playa, ella sobre él...
Lloro de la impotencia al caen en cuenta de que esta es la razón por la que él es así, ama a esta mujer que es una diosa comparada conmigo. En las fotografías se ve tan feliz, tan pleno y la mira de una manera única.
Mis ojos viajan a una imagen más pequeña de una niña, sus ojos verdes hermosos y el pelo lacio negro. Es la bebé más linda que he visto en mi vida y es lo que termina de destruirme al ser consciente de que es la hija de Seth. Su parecido con él es innegable. Sigo revisando, desesperada, y encuentro más fotos de él con la niña.
El dolor que siento es tan grande que se me hace imposible no llorar con desesperación. Me siento traicionada de alguna manera, ahora entiendo por qué su empeño de alejarme y sus advertencias de que no me enamore. Ama a otra mujer que es o era su esposa y no está con ella por una razón que desconozco.
Limpio mis lágrimas y tomo una de las libretas, dándome cuenta que las utilizaba como diario. La abro sintiéndome culpable por seguir invadiendo su privacidad, pero ya he llegado lejos, no hay vuelta atrás.
Cristina no me deja ver a Corina, fue inevitable, lo hice de nuevo. Ya el dolor no es suficiente, las heridas sanan y mi situación empeora.
Me cubro la boca con una mano al leer el párrafo, no puedo creer que él se lastimaba a propósito. Adelanto las páginas con temor de lo que pudiera encontrarme.
Las prostitutas ya no pueden saciarme, solo es un falso cariño, todo es por un interés.
Dejo de lado esa libreta y tomo otra que solo tiene pocas hojas usadas.
Debo dejar de pensar en ella, demasiado para mí, es un ángel.
Cierro la libreta de golpe, el dolor intenso me carcome por dentro. Escucho ruidos y trato de entrar todo en su lugar con rapidez. Abre la puerta, giro la cabeza horrorizada y sus ojos se cruzan con los míos. Al principio luce confundido, luego sus facciones cambian.
—¿¡Qué rayos haces con mis cosas!?
Se acerca en un santiamén y me arrebata los papeles que tenía en la mano. Los entra desordenados, su cuerpo tiembla y me alejo de él, temerosa.
—Necesitaba saber qué escondías.
Me encojo de hombros, dolida y sin importarme nada.
Se gira y su mirada me da escalofríos, su pecho sube y baja agitado y sus ojos se encuentran dilatados. Retrocedo con temor, él da unos pasos hacía mí, pero luego se detiene. Sus manos se cierran en puños, se balancea de un lado a otro y su rostro se contorsiona de una manera extraña.
Lo observo, espantada, sé que puede atacarme en cualquier momento, que su estado es inestable y que no es él quien quiere hacerme daño. Debo correr, alejarme lo más que pueda porque una persona con sus condiciones sin tratar es sumamente peligrosa.
En cambio, me quedo aquí e intento decirle tantas cosas con la mirada. Quiero que entienda que puedo ayudarlo, que no me importa su pasado, estoy dispuesta a correr el riesgo si eso hace que su vida mejore.
Estoy aquí para ti, cariño.
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