Capítulo 8.‒ El motivo que te impulsa a luchar
La chica permanecía inmóvil bajo la creencia de ser solo una coincidencia lo dicho por el chico, tal vez el Santo de Cisne estaba confundiendo su presencia con la de alguien más...pero ¿Quién más podría estar en este lugar? Y precisamente al mismo tiempo que ella. Por parte del pelirubio se encontraba observando a sus espaldas, las flores que en algún momento sostenían sus manos se encontraba en el firme hielo que le separaba de su madre.
Hyoga: ¿Y bien? ¿Vas a salir o tendré que ir por ti?...‒suspiro y volteo su rostro levemente hacia el cielo. La chica no tenía intenciones de salir, optando por acercándose a paso firme deteniendo su andar al instante al encontrarse con los ojos de la pelinegra por unos instantes mientras ella salía de su escondite con un notable nerviosismos ‒
Laila: lo siento no quería importunarle...‒le dijo haciendo una reverencia‒ yo volveré a casa y seguiré con mi entrenamiento, no se detenga por mí‒dándole la espalda mientras sostenía la bolsa con las compras‒
Hyoga: mi madre se encuentra aquí...desde que su barco se hundió en ese abismo...no he podido ir a verle, cada que vengo a visitarle me pregunto si se sentirá sola, si me extrañara...ahora yo tendría suficiente fuerza para penetrar hasta el más oscuro fondo en donde reposa...sin embargo juré ya nunca más volver a hacerlo...mi mamá, mi maestro y mi amigo...yo continuo orando por siempre porque sus almas descansen en paz mientras me encuentro con vida en esta Siberia Oriental desde ahora y siempre‒acercándose a la chica acunando su rostro entre sus manos, perdiéndose en la mirada de la ojiperla acariciando sus mejillas con delicadeza. Admirado cada facción de la frágil chica frente a él. Un ángel perdido en esta tierra‒
Laila: ‒aleja las manos del chico como si su simple tacto le quemara‒ ¿Por qué...? ¿Por qué me dices todo esto?...‒viéndole con tristeza reflejados en sus ojos perlas tan inusuales‒ no merezco tener tal honor...‒abrazando las bolsas entre su pecho mientras dirige su mirada al suelo, como si observar la suela de sus zapatos fuese lo más interesante en ese momento. Su indiferencia en cada uno de los entrenamientos así como su repentina calidez. Su atisbo de sonrisa al verle progresar en los últimos entrenamientos‒ sé que es difícil vivir sin el amor de un padre o madre...aquel que con solo permanecer en sus brazos y brindarte el más grande amor te hace sentir tan protegido...solo soy una intrusa en tú vida, alguien a quien estas obligado a entrenar por órdenes de...de la Diosa Athena‒sonrío con melancolía‒ yo no me quejo...he tenido unos padres adoptivos maravillosos...pero esto que me cuentas es muy personal, no entiendo porque le mencionas algo tan privado a una desconocida...tú constante apatía hacia mi persona... ¿Por qué abrirte a mi ahora?...Hyoga ¿A que le tienes tanto miedo?, dime si esto es un sueño y mañana me daré cuenta que seguirás huyendo de mi‒
Hyoga: ‒cada una de sus palabras era una herida al corazón. No la culpaba, la chica tenía toda la razón se mostraba inexpresivo ante su presencia, en un intento de entablar conversación era completamente cortante, en ocasiones se reprendía así mismo por ser así con ella, no lo merecía. Pero su miedo ese sentimiento que le privaba de abrir su corazón totalmente a la chica. Pero miedo ¿A qué? La chica era incapaz de lastimarle, la chica demostraba más preocupación por los demás que por sí misma. Siendo el un caballero al servicio de Athena se vida se encontraba en constante peligro nunca sabían cuando un nuevo enemigo se presentaría y la muerte era algo que no podrían evitar‒
Flash back
Observaba a la chica entrenar, cada día que pasaba la chica mejoraba, aprendía con facilidad era algo que a Hyoga le sorprendía bastante. La gracia con la que se movía era sin duda perfecta a sus ojos, era fácil confundir a la chica con un ángel con tan solo ver sus delicadas facciones, la suavidad de sus manos y esos hermosos ojos. En varias ocasiones el Santo se perdía entre sus pensamientos y solo la melodiosa voz de la chica le traía de vuelta al mundo, así como su sonrisa le provocaba más de un sonrojo, algo le decía que no estaba haciendo lo correcto, dejarse llevar por los sentimientos que en el nacían pronto le destruirían o eso creía últimamente.
Por otro lado la chica seguía practicando su control con el agua. Cada día que pasaba se alegraba al saber que el poder que se encontraba en sus manos sería menos dañino para las personas a su alrededor.
Laila: ¿Hyoga?...te pregunte si viste el alcance de mi poder, últimamente me has dicho que he mejorado bastante al sentir mi cosmos, tal vez si lo repito esta vez me digas si...‒interrumpida‒
Hyoga: aun no...‒menciona cortante‒ te falta mucho por recorrer, lo que has hecho hasta ahora no es la mínima parte de lo que te espera aun muestras descontrol no has hecho nada de lo que te he dicho, sigues dejándote guiar por las emociones, sigue así serás presa fácil para cualquiera...‒su voz no sonaba ni irónica ni amenazante, era simplemente plana, sin ningún matiz de por medio, la sonrisa que la chica mantenía desapareció al instante cosa que no pasó desapercibida para él culpándose por no tener el más mínimo tacto para decirle, algo que era totalmente mentira, había visto sus avances, era claro que la chica mejoraba su control de poderes ¿Qué razones tenía el para mentir? Ni siquiera él lo sabía o no quería admitir lo que le pasaba‒
Laila: lo siento, me esforzare más...no le decepcionare‒se aleja con un nudo en la garganta volviendo a su entrenamiento‒
Fin de Flash back
Hyoga: eres mi debilidad‒pronuncio para sí mismo‒ y la razón de mi fortaleza
Laila: ¿Qué?...‒Hyoga no reacciono ante aquello, con delicadeza tomo la muñeca de Laila, ambos se miraban en silencio, las manos de la chica temblaban ante las futuras acciones del Santo ¿Qué pretendía ahora? Unos días mostraba insensibilidad y ahora le entregaba todo el cariño que elimino sin aparente razón. Tenía que admitir que le dolía, dolía tanto amar. Al paso que iba terminaría con un vacío en el corazón‒
Hyoga tiro con fuerza de la muñeca de Laila permitiéndole recostarse en su pecho, la pelinegra se silenció, al escuchar los latidos acelerándose del chico.
Laila: ...lo que dijiste esa vez ¿Era totalmente cierta? ¿Soy un estorbo para ti? En verdad no ha habido avance en mis entrenamientos‒la menor se giró lentamente para observar el rostro de Hyoga atrapándolo mirándole. Ambas miradas se habían encontrado, el Santo del Cisne no podía dejar de mirarla aunque quisiera y Laila no podía articular alguna palabra. Hyoga fue el primero en moverse roso su mejilla con su mano temblorosa como si estuviese asustado de hacerle daño o quizás de verle desaparecer, se había dejado guiar por su pasado la pérdida de su madre que ni siquiera se detuvo a pensar en vivir el presente
Hyoga: cometí un error...cometí el error de mentirte a ti y mentirme a mí mismo al negarme a abrirme a este sentimiento, me negué a sentir y te hice daño, quería impedir a toda costa perderlo todo una vez más, acercarme a ti trajo consigo intrínsecamente el miedo a perderte, trate de alejarme, teniendo tú cariño incondicional y negarlo‒nuevamente el atisbo de sonrisa había aparecido como en otras ocasiones lo había visto en él‒ no lo logre...entre más te alejaba más crecía ese vacío en mi pecho...aquel que tu arrancaste de mí al llegar a mí vida...Laila te amo
Laila:...Hyoga‒baja su mirada sonrojada por la confesión del chico. Las tan esperadas palabras que anhelaba tanto escuchar de sus labios‒
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‒cerca del Santuario‒
Se encontraban dos chicas sentadas en las sillas de la casa que compartían mientras comían, una de ellas miraba a la otra con mucha curiosidad había algo que ella le estaba escondiendo lo sabía no era tan normal que estuviese en silencio durante todo el día.
Isabel: ¿A que se debe tu silencio?... seguramente he de morir hoy ¿A que le debo tu silencio?...‒al no obtener respuesta por parte de la chica frunce el ceño‒ acaso ¿no has logrado controlar tu poder?
Alice: no es eso...‒niega con la cabeza‒ últimamente solo solíamos pelear, yo era la alumna desobediente y ruidosa...ahora no sé qué pensar‒dirige su mirada a la peligris que le miraba desconcertada‒ le...le bese por accidente‒sonrojada‒
Isabel: oh...‒
Alice:... ¿Solo eso dirás?‒
Isabel: bueno...que te puedo decir...él y tú se odiaban a muerte y ahora me dices eso "del odio al amor hay un solo paso" te sienta bien‒ríe al ver el sonrojo de su amiga‒ no es tan malo, en realidad me lo esperaba
Alice: ¿De verdad?....y que hay de ti y Aioria...‒curiosa‒
Isabel:...ni una palabra de esto a nadie‒fulminándole con la mirada‒
No tardó mucho en escucharse un fuerte "lo sabía" por parte de la chica mientras la peligris tomaba una de las cercanas rebanadas de pan callándole al instante.
Isabel: se ve que tienes hambre, solo cuido la salud de mi mejor amiga‒ríe mientras la otra refunfuña‒
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Una niña caminaba entre las calles del pueblo cercano al Santuario buscando a la chica que presentaba las mismas facciones que conocía de su madre, sin embargo sus esfuerzos parecían en vano.
Makoto: ‒caminando‒ no está...no está por ningún lado, mamá...‒baja la mirada para después escuchar una voz familiar a lo lejos‒
Midori: es una lástima que tuvieran que irse‒suspira afligida‒ estuve preparando todo con la esperanza de que a Seiya le gustara
Ariza: te entiendo llevabas mucho tiempo preparando todo pero no te desanimes Midori ya verás que cuando regrese Seiya podrá probar lo que le preparaste‒sonríe‒ a mí también me preocupa que Shun se tuviese que ir repentinamente, pero tengo fe en que volverá a mi lado cuando esto termine...es un caballero de Athena y sé que le preocupa lo que sea que esté pasando en el Santuario‒observando en dirección al lugar antes mencionado‒ aunque esta vez hay algo que me preocupa...‒murmurando‒
Midori: tienes razón tenemos que tener fe en que volverán sanos y salvos como suele ser siempre que se enfrentan a un enemigo que intenta perturbar la paz en la tierra, siempre son ellos los que nos salvan...mí querido Seiya‒sonríe al recordar cuando le conoció siendo un chico que siempre arriesgaba su vida por el bien de los demás‒
Flash back
Se encontraba caminando por los pasillos del hospital, la pelicastaña acaba de terminar de atender a uno de sus pacientes, siempre saludándoles con la más radiante de sus sonrisas, siempre siendo amable. La chica amaba su trabajo en especial cuando se trataba de tratar a los niños de la Fundación. Al pasar por una habitación comenzaba a escuchar a dos personas en el interior de la habitación hablando con un tono de voz elevado, por la forma de hablar de uno de ellos pudo deducir que se trataba de una chica, decidió entrar mientras abría la puerta con cuidado.
Midori: esto...disculpe soy Midori Akashiya y soy una de las enfermeras de este lugar y les pediría de favor que no hablaran tan alto...hay algunos pacientes que necesitan descansar, les pediré de favor que utilicen un tono de voz más bajo‒observando a ambos jóvenes que aparentaban su edad‒
¿?: ‒sonrojado‒ lo siento, no era mi intención molestar, Miho puede ser muy ruidosa cuando se lo propone
Miho: ¡¡ ¿Ruidosa yo? El que no quiere hacer caso eres tú, te dije que te tomaras el medicamento de la manera más amable y no me hiciste caso!!‒
Midori: Esto...‒con una gota en la frente‒ por favor
La chica tan solo observaba la discusión que volvía a iniciar entre los que ella creía en ese momento eran pareja, dicha situación que fue aclarada después por el chico.
Fin de Flash back
Midori: bueno debo irme a casa la abuela me estará esperando nos vemos después Ariza‒se despedía la chica corriendo a toda prisa‒
Ariza: si claro nos vemos...‒observa a su amiga marchase mientras ella suspiraba‒ bien supongo que yo también tendré que irme...es algo tarde ya...Shun vuelve pronto por favor‒dicho esto comenzó a caminar entre las calles entre la noche saludando a algunos conocidos del pueblo, entre más caminaba la chica comenzaba a sentirse extraña, sentía leves mareos, no entendía porque hacía poco que se encontraba de maravilla, al ver que las cosas se le estaban dificultando decidió seguir caminando sosteniéndose de las paredes tenía que llegar a casa tal vez si Midori estuviera con ella sabría que hacer‒ ¿Qué me pasa?
Seguía caminando sin darse cuenta que alguien le seguía de cerca, al sentir que alguien le seguía comenzó a asustarse pensaba que alguien querría hacerle daño, pero ¿Cómo se defendería? En el estado en el que se encontraba no podría hacer absolutamente nada contra su agresor, giro sobre sí con temor pero este se fue al darse cuenta de quien se trataba.
Ariza: Makoto... ¿Qué haces aquí? No es hora para que una niña este a estas horas de la noche sola, ¿Dónde están tus padres? Dime están cerca puedo llevarte con ellos‒
Makoto: deja de fingir que no sabes quién soy ¿Por qué me lastimas mamá? Mi hermana no cree que te encontré, tú y papá deben venir conmigo así le demostrare que no estoy mintiendo...‒mencionaba con serenidad‒
Ariza:...‒la pelirosa no daba crédito a lo que escuchaba le había dicho ¿Mamá? ¿Cómo era eso posible? Nunca en su vida había tenido a alguien a su lado que no fuese el caballero de Andrómeda‒ Ma-Makoto cálmate por favor esto no...no soy‒
Makoto: ¡¡cállate!!‒cubriendo sus oídos‒ no quiero escucharte, no quiero ¡¡eres una mentirosa sabes bien quien soy!!‒liberando una cantidad de cosmos que empujo a la mayor contra la pared‒
Ariza: Ma-Makoto tú... ¿Por qué estás haciendo esto?‒
Makoto: ya lo decidí mamá vendrás conmigo y así atraeré a papá también‒sonríe‒
Ariza: Makoto...‒observa a la niña con tristeza mientras siente como si una corriente eléctrica recorriera su cuerpo‒ ¿Qué me está pasando? Makoto acaso ¿Tú estás causando esto?
Makoto: hare lo que haga falta para tenerte a ti y a papá junto a nosotras...dulces sueños querida mamá...‒extendiendo su mano hacia la pelirosa‒
Ariza: n-no...¡¡no!!...¡¡Shun!!‒grita a todo pulmón antes de quedar completamente inconsciente frente a la menor‒
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Shun: ‒deteniéndose por unos instantes observando en dirección al pueblo‒
Seiya: ‒percatándose de la acción del peliverde se detiene‒ ¿Qué sucede Shun? Estamos a poco de llegar
Shun: es...es Ariza‒pensando‒ me preocupa...es como si escuchase su voz gritando mi nombre‒angustiado‒
Seiya: no debe ser nada...seguro te preocupa el saber que encontraremos en el Santuario, tan solo verificaremos que todo esté en orden y saber sí Marín podría saber algo que me guíe a mi hermana, veras que muy pronto estarás con Ariza
Shun: Seiya...‒asiente no muy convencido‒ está bien sigamos
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Isabel: ¿sucede algo? Hesediel, Uri puedo ver la intranquilidad en sus caras‒viendo a ambos Guardianes‒
Hesediel: tenemos que sacarla lo más pronto posible, no hay tiempo para explicaciones‒dirige su mirada al gran Dai Tenshi qu asiente en afirmación‒
Isabel: ¿Qué? ¿Se han vuelto locos? No me iré de aquí hasta que me expliquen que sucede...‒sin poder decir algo más ambos guardianes toman a la chica alejándole del Santuario‒ ¿Por qué lo han hecho?
Uri: no tenemos otra opción si alguno de ellos se da cuenta de su presencia y del poder que poseen, como se le dijo con anterioridad no habrá quien les detenga, si extraen el Kalakaua de las tres...‒observa llegar a Labiel, Yofiel y Gabriel este último con Alice inconsciente en sus brazos siendo el gran Dai Tenshi el que le mire con el ceño fruncido‒
Gabriel: fue Kanon no yo...dijo que sería más fácil llevarla si estaba dormida, no quería venirse‒
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El chico había tomado la iniciativa sosteniendo entre sus manos el rostro de la chica con suma delicadeza como si temiese a lastimarle, encontrarse con sus ojos y maravillarse con tan inusual color de iris. Acercándose de a poco a los labios de la chica bajo su atenta mirada, mientras el sonrojo invadía sus mejillas conectándose con sus ojos obteniendo una respuesta afirmativa a lo siguiente que él haría.
Laila: Hyoga...‒pronuncio antes de sentir la unión de sus labios con los ajenos. Un beso lento en el cual podrían trasmitir lo que ambos sentían y habían ocultado por miedo. Con tan solo ese rose eran capaces de sentir el inmenso amor que con cada segundo que pasaba intentaban de decirse sin necesidad de pronunciar palabra alguna‒ te amo Hyoga...‒se parándose por unos instantes para volver a sentir como el Santo de Cisne unía sus labios una vez más en un beso profundo provocando la risa de la chica junto a él. Una risa que a sus oídos resultaba el mismo canto de los ángeles. Los labios de la chica son liberados pero no se podía decir lo mismo de su cintura que aún permanecía rodeada por los brazos de Hyoga, regalándole una de las tantas sonrisas de las que sería merecedor de ahora en adelante...pero dicha sonrisa se borró al percatarse que no estaban solos‒ Hyoga
¿?: Espero que no estemos interrumpiendo nada importante‒ríe con malicia uno de los hombres cubiertos por una capa‒
Hyoga: sabía que sentir un cosmos muy extraño en dirección al Santuario no era de tomarse a la ligera...‒
Laila: ¿Qué? ¿En el Santuario?...‒sorprendida‒ Isabel y Alice se encuentran allá...‒
¿?: Hyoga tanto tiempo, por lo que veo no has desperdiciado tú vida...una hermosa jovencita tienes junto a ti debo felicitarte por ello, lamento ser el mensajero de malas noticias en tú momento feliz...‒menciona mientras el Santo se limita a proteger a su ahora novia manteniéndola detrás de él‒
Hyoga: ¿Quiénes son ustedes?...‒
¿?: Hemos revivido desde el mundo de las tinieblas para acabar contigo, somos espectros. Una vez concluida nuestra misión, nos llevaremos a tú preciosa novia como trofeo‒dicho esto la chica se esconde sosteniéndose de la espalda del pelirubio mientras este les transmitía una mirada gélida, de ninguna manera iba a permitir que le pusieran una mano encima, mientras tanto el enemigo se deshacía de las prendas que portaba‒
Hyoga: ¡¡ ¿Qué demonios?!!‒era inevitable el sorprenderse ¿Cómo era posible que pudiesen estar a tan solo metros de él? Era irónico‒
Laila: ¿Espectros?...‒anonadada‒
Babel: Nos comprometimos ante el Rey Hades, que morirías aquí. No contábamos con la presencia de la chica pero eso puede arreglarse.‒
Moses: permitiremos que descanses junto a tu madre en la profundidad del océano.‒
Misty: Incluso, esperaremos a que te pongas tu armadura.‒
Babel: Aunque aun vistiéndola, sólo es de bronce. No tienes oportunidad contra nosotros. Le demostraremos a la chica lo débil que eres quizás así se dé cuenta del error que cometió al aceptar estar contigo.‒
Laila:...n-no, no lo hare, jamás me arrepentiré de estar a su lado. Incluso en estos momentos si el me necesita le ayudare a acabar con ustedes‒
Moses: ¿Acabar con nosotros?‒ríe‒ no juegues con eso mocosa
Hyoga: Ja, ¿Pero acaso no fueron ya derrotados por esos Caballeros de Bronce?‒
Moses: ¿Qué?...‒
Hyoga: Laila aléjate de aquí lo más que puedas...‒
Laila:...‒asiente al compartir miradas con él por unos instantes‒ de acuerdo‒alejándose del campo de batalla escondiéndose entre las rocas de hielo‒
Hyoga: Además, traicionaron a Athena y...se aliaron con Hades, ¡¡sus cosmos son impíos!! ¡¡Semejantes cosmos no son dignos oponentes del Cisne Hyoga!!
Moses: ¡¡Cállate!!‒los tres se dirigen a atacar al Santo de Bronce siendo esquivados y vencidos por el Rayo de Aurora dándole la espalda al enemigo que había derrotado‒
Laila: Hyoga...‒ corre hacia el abrazándole con fuerza‒
Hyoga: Estoy bien no ha pasado nada...‒acariciando los cabellos de la chica‒
Moses: Te has vuelto fuerte, Hyoga. Entonces protege a Athena.‒
Hyoga: ¡¡U-ustedes!!‒
Laila: ‒ Observando la situación. La pelinegra era capaz de suponer lo que sucedería. Hyoga tendría que irse y aunque se lo pidiera no le dejaría acompañarle‒
Hyoga: Laila...‒dirige su mirada a la chica‒
Laila: Sé que tienes que partir de inmediato. Tan solo te pido que vuelvas con bien. Rezare por ti y por los demás. Solo espero que mis oraciones puedan llegar hasta ti.‒limpiando las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas‒
La chica observaba a lo lejos partir a su ahora novio rumbo al Santuario, mientras innumerables ideas rondaban en su cabeza.
Michahel: Bajo ninguna circunstancia podemos dejarles ir. Su hermana y la Sra. Alice nos esperan junto con el resto de los guardianes.‒
Laila: no quiero abandonar este lugar...en otros momentos quizá habría corrido con mi hermana sin ninguna demora...pero, quiero estar con él, transmitirle su apoyo, sé que es peligroso pero yo...‒
Shamael: Quieres ser la fuerza de ambos si la situación lo amerita, sientes esa necesidad de estar a su lado y ayudarle sea la situación que sea.‒observando a la chica asentir‒ la misma decisión han tomado ellas...sabíamos que esto pasaría, solo necesitábamos comprobar si tenían el valor de hacerlo...nuestro deber es protegerles y ayudarles a alcanzar la felicidad que buscaron en algún momento de sus vidas...ese chico tiene un de los vínculos más grandes con usted‒dirige su mirada al guardián de Centurión que asiente aceptando la situación‒
Michahel: Una vez entrando al inframundo no habrá marcha atrás...está segura de su decisión‒
Laila: Nunca antes había estado más segura en mí vida‒asiente‒ estoy dispuesta a ayudar, de que serviría entrenar si no los uso cuando se es necesario, necesitan todo el apoyo posible
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