CAPÍTULO 4: LO QUE DA DE SI UNA SIMPLE NOTA.
Capítulo dedicado a HectorPalavecino28, para mi un gran poeta del S.XXI.
Bueno, aquí estamos, a mediados de mi segundo año de instituto. Otro año más consumida en la soledad, la tristeza y el aislamiento. Otro año, en donde mi autoestima y autoimagen bajan otro escalón de una escalera imaginaria.
Después de saber que mi beso con Pablo había sido por una apuesta, me hice a mi misma la promesa de no volver a confiar en alguien a la primera. Por lo que Pablo, no solo robaste mi primer beso, sino también mi confianza en las personas. Y si, lo has adivinado, vuelves a ser un protagonista de mi historia; pero uno secundario. En cambio tú Mike, eres el verdadero protagonista de la cuarta historia.
Esta historia tiene como detonante mi beso con Pablo, que derivó en una nota propuesta como una especie de juego, por vosotros los chicos. En dicha nota, añadisteis varias categorías: mejor cuerpo, mejor culo, mejores piernas, mejores tetas, mejores labios...; con el simple objetivo de divertiros. Ninguna de las chicas de 2º A fuimos conscientes de la nota; por lo que eso os daba como más poder para actuar y probar vuestras hipótesis, palabras, sugerencias.
Esta cuarta historia, como ya comenté con anterioridad surge a partir de una nota. Una nota en la que me votasteis como la chica con los mejores labios y pechos. Seguramente pensasteis que me hacíais un favor, o que yo me pondría a dar saltos de alegría si me llegase a enterar. Os diré que no fue para nada así; además deberíais valorar/apreciar a una persona por como es interiormente y no externamente. No somos objetos, sino seres humanos, por lo que en ocasiones vuestros comentarios, opiniones pueden dañarnos y en mi caso también perjudicarnos.
Era un día lluvioso del mes de enero, cuando decidisteis hacer esa nota, por puro aburrimiento, dado que recién habíamos regresado de las vacaciones de Navidad. Tu Pablo, por lo visto fuiste quien me votó por la de los mejores labios. Seguramente pensaste que eso arreglaría lo de que me besaras por una simple apuesta; mientras que el resto en gran grupo me votasteis como la chica con las mejores tetas. ¿Qué como me enteré de esto? Muy fácil, ser la marginada tiene sus ventajas y estas son que pasas desapercibida; lo cual te permite escuchar conversaciones ajenas, aunque no quieras. No os podéis ni imaginar la de secretos que he escuchado a lo largo de estos cuatro años. Secretos que en ocasiones me encantarían haber desvelado; pero que no lo hice por el simple hecho de que esperaba que vosotros mismos lo contaseis.
Enero llegó a su fin y pronto comenzó febrero, el mes del amor. Todos sabéis que el 14 de febrero es el día de los enamorados. En nuestro instituto existe la tradición de recaudar dinero para donar a la beneficencia. Cada clase realiza una serie de actividades con el propósito de recaudar la mayor cantidad de dinero. Ese año, por mayoría absoluta, decidisteis hacer un sorteo de citas. Los chicos pagaban por tener una cita con las chicas y viceversa.
Tú Mike, pagaste por mi una considerable suma de dinero; aunque para ti tal cantidad sería calderilla. Tan pronto vi tu mirada clavada en mi supe que no tramabas nada bueno; pero no podía negarme, porque de hacerlo cancelarías tu donación.
Esa misma noche de San Valentín me invitaste a cenar a tu lujosa casa, advirtiéndome de que llevase un traje de baño para así probar el jacuzzi nuevo. Decidí no llevarlo porque obviamente aquello me resultaba sospechoso. Cuando llegué a tu casa me abriste la puerta en albornoz y con tu bañador ya puesto. Tu idea era que no renunciara al jacuzzi de ninguna manera.
- Has llegado ¿Has traído el bañador?-me preguntaste nada más llegar. Yo negué con la cabeza,con la esperanza de que cambiaras de idea y te cambiaras-Bueno, no pasa nada, mi hermana tiene muchos, por lo que no creo que le importe que le robemos uno. Voy un momento a buscar algunos. Aguardame en el salón mientras.
-Mike, la verdad es que no me apetece lo del jacuzzi.
-Acaso ¿Tienes miedo? no te voy ha decir nada por lo de la cicatriz.
-Lo de la cicatriz es mentira. Nunca me operé.
-Entonces no tienes porque avergonzarte de nada.
Esas palabras se clavaron en mi interior dado que si fuese el caso de tener una cicatriz ¿Debería sentirme avergonzada? En este mundo no hay nadie perfecto, todos tenemos nuestras inperfecciones ; que en ocasiones nos hacen bellos/as.
Te esperé en el salón sentada en un sofá de cuero negro, y cuando regresaste venías cargado con varios trajes de baño.
-Elige el que prefieras. El baño está al final del pasillo a tu derecha. Te aguardo ya fuera. No tardes mucho.
Cuando entré en el baño y vi los bañadores que habías escogido, no sabía en donde meterme dado que todos se veían demasiado atrevidos para mi gusto. Se notaba que los habías escogido adrede, como una venganza ante el hecho de que en principio me había negado a lo del jacuzzi. Al final me decidí por un bañador blanco, con cordones adaptables en el pecho; dado que de todos era el que más tapaba.
Salí al exterior, y tú ya te encontrabas dentro del jacuzzi con una copa en tu mano. Entré finalmente en el jacuzzi por que el frío del mes de febrero estaba empezando a colarse por mi cuerpo calandome los huesos. Me senté lo más alejada de ti posible; pues me sentía incómoda, y el bañador que me habías dejado no ayudaba en nada.
-¿Por qué no te acercas?-me dijiste-No muerdo-comentaste al tiempo que te fuiste acercando a mi.
Me acabaste acorralando en una cárcel elaborada por tus brazos extendidos a ambos lados de mi cuerpo. Justo en ese instante sentí miedo, y tu lo sabías, dado que me pediste que me tranquilizara. A continuación me besaste y a pesar de que yo trataba de alejarte seguiste con el beso y para empeorar la situación empezaste a manosear mis pechos con ansias.
La adrenalina causada por el pánico del momento consiguieron que me zafara de tu agarre. Salí del jacuzzi corriendo, oyendo tus palabras. Unas palabras que me hundieron completamente.
-¿Pero de que vas tía? Eres una maldita zorra. Sino quisieras nada, jamás te habrías puesto ese bañador y nunca te habrías metido en el jacuzzi. Eres una maldita provocadora. Provocadora y estrecha. Por cierto, si llego a saber que tus pechos son de vieja, caídos, jamás te habría votado coma la chica con las mejores tetas.
Después de eso salí de tu casa y me dirigí a la mía; en donde me refugié en mi baño para que mis padres no se enterasen de nada. Pasé toda la noche allí, llorando en solitario por tu culpa y sintiéndome culpable por lo sucedido; pues en el fondo quería que alguien me encontrase bella y por eso me puse ese bañador. ¿ Pero eso justifica tu comportamiento?, la respuesta es no Mike.
A lo largo de toda la noche te lancé varias señales indicativas de que me sentía incomoda, y a pesar de eso te dejaste llevar movido por los votos de una estúpida nota, queriendo comprobar vuestras teorías.
¿Y es así como acaba la cuarta historia? No, no acaba así. La cuarta historia acaba conmigo mirándome en el espejo del baño; en donde contemplo mis labios hinchados como fruto de un beso no deseado y observo las pequeñas marcas que dejaste con tus dedos en mi cintura y brazos, como fruto de la fuerza que hiciste para retenerme. Marcas que duraron algunos días, marcas que me avergonzaban y que me recordaban cada segundo lo sucedido.
Al final, como fruto del dolor que me causaste, volví a refugiarme en la comida; que terminaba expulsando de mi cuerpo cuando me sentía culpable. Todo por lo que había luchado por varios meses, lo deshiciste en una sola noche. La bulimia volvió a ser una parte de mi. Lo bueno de esta historia es que sino fuese por ti, Mike, jamás habría llegado a conocer a Daniel o a Lorena. No obstante, no te sientas aliviado; pues causaste una gran ruptura en mi alma, una de las más grandes.
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