Capítulo 7. Ofrenda de paz
El sábado siguiente, me levanté temprano, tenía muchos planes para ese día. Tomé mi bicicleta y fui a comprar una docena de crisantemos amarillos porque iría al cementerio a visitar algunas de las tumbas para dejarles flores.
Me paré frente a la tumba de Charlie e intenté rezar.
Dios, quisiera ser más fiel a tus preceptos, pero... ¿Cómo perdonar a quien me hizo daño? Lo he intentado, pero no puedo borrar de mi mente y mi corazón lo que me pasó. A pesar de todo, yo no quería que muriera. He visto como su familia sufre, lo mucho que lo extrañan.
—Ruth, ¿qué haces aquí? —Oí una voz que preguntaba a mi espalda.
—L-Lukas —musité—. Sólo vine a dejar esto —Le mostré las flores que había comprado.
—Son lindas —Me sonrió con timidez—. Yo soy su hermano y no le he traído nada —admitió encogiéndose de hombros.
—¿Crees que le habrían gustado? —titubeé nerviosa.
—La verdad no —dijo y mordió levemente su labio—. Pero no te sientas mal, él no sabía apreciar la belleza —Posó su mano sobre una de las flores y acarició suavemente sus pétalos.
—Sé que tu conociste lo peor de él, pero antes no era así...
—Lamento que haya muerto —Se me escapó un suspiro y continué hablando dejando mi nerviosismo de lado—. Ya no tuvo la oportunidad de cambiar, de ser mejor persona.
—Ruth, me parece muy considerado de tu parte que después de como Charlie te trató, tú le traigas flores. —Noté que tenía la intención de posar su mano sobre mi hombro, pero al sentir mi mirada se apartó y se rascó la cabeza.
—Quiero perdonarlo —dije y coloqué las flores en uno de los jarrones—. Es mi ofrenda de paz.
Lukas no sabe la verdadera razón por la cual detestaba a Charlie, seguramente piensa que fue porque copiaba mis tareas o porque me hostigaba con sus insinuaciones sexuales, tampoco fue por la vez que él metió su mano bajo mi falda.
⚠️⚠️⚠️
Era un día aburrido, Elton había faltado, así que estaba sola. Yo estaba sentada en una banquita de detrás del salón de teatro, leyendo la obra que representaríamos el mes siguiente. Tenía la vista fija en lo que leía, pero me percate de que dos figuras se acercaban hacia mí. No le di importancia y seguí concentrada en mi lectura.
—Hola —Era la voz de Derek.
—¡Qué bueno que te veo Ruth! —exclamó Charlie. Se paró frente a mí y Derek estaba a su lado.
—Me tapas la luz —le reproché con fastidio.
Charlie me arrebató el texto de las manos y lo arrojó a la tierra.
—¿Qué te pasa Charlie? —exclamé molesta—. ¿Amaneciste más idiota? —Me puse de pie para recoger el libreto.
—No, ¿qué te pasa a ti? Maldita chismosa —dijo furioso y me sujetó con brusquedad de los hombros —. Ayer hablaste de más y me metiste en problemas con Nicole.
—No mentí —Aseguré yo valentonada y mientras forcejaba con él—.Yo solo dije lo que había visto.
—¿Por qué te metes en lo que no te importa?
—Si no querías problemas con Nicole, la habrías respetado para empezar...
—Escuchame Ruth, te he tenido mucha paciencia —Noté que me agarraba de la blusa y me arrinconaba contra la pared—. He soportado tus comentarios sarcásticos y tus rechazos, pero ya me cansé.
—¿Qué quieres? —le dije cansada de sus abusos y su maltrato—. ¿Una disculpa? —Me zafé de su agarre y lo aventé.
—Sí, eso estaría bien... —Me cogió del cuello, apretándome con ambas manos.
—B-basta —hablé con la voz entre cortada. Me costaba respirar.
—No te he oído pedir perdón —susurró él y en su rostro se dibujó una sonrisa perversa.
—Lo si-siento —dije arrastrando las palabras. Sentía que se me acababa el aire.
Quitó las menos de mi cuello y tosí.
—No fue tan convincente —masculló en tono burlón—. Ahora de rodillas.
Charlie me asió del pelo y tiró de mi cabeza hacia abajo con brusquedad, obligándome a arrodillarme.
—Derek, ve a vigilar —le ordenó. Había olvidado que estaba ahí.
¿Estuvo todo este tiempo solo observando?
Charlie me miraba desde arriba y parecía que disfrutaba mi sufrimiento. Era cruel.
—Charlie. Dejame ir, por favor —le pedí.
Ni siquiera podía gritar. Aun no me dolía la garganta.
—Te vas a arrepentir por meterte conmigo.
Me soltó y pensé que ya me dejaría en paz. Que equivocada estaba. Se bajó los pantalones, entonces me percaté de lo que pretendía hacer, y el pánico y la repulsión se apoderaron de mí.
—Ya que te gusta tanto abrir la boca.
—No por favor —Supliqué y una lagrima corrió por mis mejillas.
—Pero no llores, estoy seguro de que hasta te va a gustar...
—No lo hagas —balbucí entre sollozos.
—¿Estas siendo sarcástica? —preguntó con fingida ingenuidad.
—No —Forcejeé, pero me tenía bien sometida—. Charlie, no...
—Chúpame la verg*. Me tomó del cabello y empujó mi cabeza hacia su entrepierna. Me encontré con su miembro delante de los ojos, nunca había visto uno. Apreté los dientes. Charlie me presionó los labios contra la punta del miembro. Apreté las mandíbulas con más fuerza.
Las lágrimas brotaban solas de mis ojos. —Chupa —ordenó con voz ronca. Solté un alarido. Charlie me metió su pene en la boca de golpe; me atraganté. Creí que iba a vomitar.
Y entonces, a lo lejos, oí la voz de un hombre gritar: CHARLIE
Derek se asomó a donde estábamos. —Es Lukas —anunció nervioso—. Viene para acá.
—Mierda —exclamó y Charlie sacó su miembro de mi boca—. Corre, distráelo —le ordenó a Derek.
—Escuchame bien —Se agachó para quedar a mi altura y tomó mi cara entre sus manos obligándome a verlo—. Si alguien se entera de esto te mato —dijo amenazante.
Sin saberlo Lukas me había salvado, gracias a él mi sufrimiento y mi castigo habían terminado.
Recogí mis cosas y corrí al baño a vomitar, me sentía tan sucia, tan asqueada, tan mal. Bebí toda el agua directo de la llave y me enjuagué la boca varias veces. Lloré. Pedaleé lo más rápido que pude. Cuando llegué a casa, traté de contener las lágrimas, pero en cuanto vi a mis padres rompí en llanto y ellos corrieron a abrazarme. Mis padres me preguntaron que había ocurrido, solo se me ocurrió decirles que había tenido un mal día, no tuve el valor de contarles la verdad ni tampoco tenía ganas de hablar de eso.
Guardé mi dolor solo para mí, no iba a contarles a mis padres lo que sucedió, a nadie. Me prometí que sería mi secreto, no lo diría a menos que Charlie muriera. Además, no sabía si Charlie era capaz de cumplir con su amenaza, pero no lo dudaría, yo le tenía miedo. Charlie era un monstruo.
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