Capítulo 40. Mentirosa (I)

─A mí despacho todos ─ordenó la jueza, y mi padre, mi abogado y el fiscal salieron tras ella.

Volteé a ver a mi madre confundida y le pregunté: ─¿Para qué crees que los haya llamado?

─No lo sé, pero ya nos contará tu padre después ─siseó y me dio una palmada en la espalda─. Ruth, no pienses más en eso.

─Lo intentaré ─suspiré echando la cabeza para atrás.

─Uhm, ¿quieres que te traiga un café?

─No, gracias ─respondí mientras a lo lejos divisaba a Lukas, él y su madre se dirigían a la salida.

─De acuerdo ─me susurró mi madre al oído y me palmeó suavemente la cabeza antes de irse─. No tardo, espera aquí.

─Ajá.

Aproveché que mi madre me dejó sola para ir donde Lukas.

Tengo que explicarle, no me importa si no me cree.

Lukas y su madre estaban del otro lado de la calle parando un taxi, debía darme prisa si quería hablar con él. En un arranque de impaciencia, crucé la calle esquivando los coches sin esperar a que el semáforo se pusiera en rojo. Lukas estaba a punto de subirse al auto, así que le grité por su nombre, al escucharme se detuvo y cerró la puerta del auto.

─¿Ruth?

Cuando mis ojos se cruzaron con los suyos, me quedé pasmada.

─L-Lukas ─pronuncié tartamudeado, había olvidado todo lo que quería decirle.

─Ruth, ¿eso que dijo Morgan... ─resopló con nerviosismo, le costaba hablar, y carraspeó intentando terminar la pregunta─, ¿lo que dijo de Charlie...?

─Es verdad.

Me miró confundido y se llevó las manos a la cabeza sin dar crédito a lo que le decía.

─No, no, no ─repetía mientras sacudía la cabeza de un lado a otro negando.

─Lukas, no quería que te enteraras de esta manera ─balbuceé compungida─. Lo lamento.

Abrió la boca parecía que quería decirme algo, pero sólo se mordió los labios y se cubrió el rostro avergonzado.

Me preocupé al verlo tan conmocionado por lo que me acerqué a él para tratar de consolarlo, pero cuando intenté tocarle el hombro, Lukas se volteó dándome la espalda.

Aunque, en parte podía entenderlo, no pude evitar sentirme incómoda y triste por la manera que rehuyó de mí, pensé que quizá ahora le daba asco.

─LUKAS, SUBE AL TAXI ─Comenzó a gritarle su madre asomando su cabeza por la ventanilla─. ¡LUKAS! ─gritaba al tiempo que sonaba el claxon. Como él no le hacía caso, la mujer se bajó del auto echa una furia, y todo empeoró cuando se dio cuenta de que estaba conmigo.

─Aléjate de mi hijo, no necesita escuchar más de tus calumnias ─arremetió con brusquedad y jaló a Lukas del brazo interponiéndose entre los dos.

─No he dicho ninguna calumnia.

─Mi Charlie sería incapaz de algo así, ¿verdad? ─le preguntó a su hijo buscando su confirmación, pero él no le respondió─. ¿Lukas?

─N-no sé ─respondió con aparente indiferencia, con la vista clavada en el piso.

─N-no puedes creerle a ella, seguramente se trata de algo que inventó para evitar pisar la cárcel ─farfulló la mujer con tono acusatorio.

─Por ningún motivo me atrevería a inventar algo así ─aseveré, ya estaba un poco fastidiada de sus ofensas.

─No te creo y será mejor que nos dejes en paz —chistó enfadada—, ¿cuánto más daño quieres hacerle a mi familia?

─No le quiero hacer daño a su familia, el daño me lo hizo su hijo a mí ─me defendí y noté como su enojo aumentaba.

Lukas volteó a verme fugazmente y noté sus ojos vidriosos.

─¡Cállate mentirosa! ─vociferó con la voz desgarrada─, ¡solo buscas ensuciar la memoria de mi hijo!

─Señora, yo no... ─intenté defenderme, pero antes de que pudiera terminar de hablar, la madre de Lukas alzó su brazo en alto y me soltó una cachetada.

─¡Madre, basta! ─ Lukas la increpó y la sujetó de las muñecas para impedir que me golpeara otra vez.

─Perdónala, Ruth ─siseó apenado.

"Mentirosa", repetía incesantemente la mujer mientras forcejeaba con Lukas. Ella estaba tan alterada que él tuvo que cargarla para subirla al taxi.

Volví a la corte cabizbaja y desanimada, en mi intento por apaciguar las cosas lo había arruinado todo. Seguí sobándome el cachete, me ardía la mejilla, aun podía sentir la marca de su palma en mi piel.

Me senté en la escalinata a las afueras de la corte, y segundos después apareció mi madre. Afortunadamente no se había enterado del espectáculo que acababa de suceder.

─¿Qué haces aquí afuera? ─preguntó mi madre un poco desconcertada.

─Nada, solo quería tomar aire.

─Bien ─dijo no muy convencida y me entregó un vaso de cartón─. Te traje un té.

─Gracias.

Tomé con ambas manos el humeante té y lo soplé, me di cuenta de que estaba temblando por el movimiento del líquido.

─Bebe con cuidado, está caliente ─me advirtió con gentileza, pero ya me había quemado la lengua.

Nos quedamos quietas un instante sin decirnos nada.

─Ruth, ahora que tu padre y yo estamos al tanto de esa situación, estaremos a tu lado para ayudarte a superarlo.

Estaré bien.

—Lo sé, sé que eres fuerte... ─siseó mi madre después de darle un sorbo a su café─, pero no tienes que lidiar con todo tu sola. Soy tu madre, estoy para apoyarte... estaré siempre para ti —declaró con una sonrisa optimista. Me recargué en su regazo y me besó en la coronilla.

—Ruth, prométeme que no me volverás a ocultar nada importante —me pidió mientras me hacía piojito.

Lo prometo.

────

Cuando llegué a casa, mi madre me estaba esperando recargada en el umbral de la entrada, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Dejé caer la bicicleta sobre el césped y me acerqué a ella arrastrando los pies, mi mente estaba en blanco pensando que decir.

Me sentía tan humillada, como si no valiera nada.

─Ruth, ¿qué horas son estas de llegar? ─me reprochó mi madre apenas me vio─. Te estuve llamando y no contestabas.

─Lo siento ─me disculpé sin dar explicaciones.

─Me tenías tan preocupada ─Suspiró y me envolvió entre sus brazos─. Si te vas a quedar más tiempo en la escuela, avísame ─advirtió en un susurro.

─Lo siento ─mascullé y le di una palmada en el hombro intentando apaciguar su enojo.

Me observó con detenimiento, y repentinamente su expresión cambió de molestia a preocupación.

─ ¡Mírate, tus rodillas están llenas de barro! ─exclamó escandalizada señalándome─. ¿Qué te pasó?

─N-nada ─musité al tiempo que me sacudía la tierra de las medias.

─¿Nada? ─soltó incrédula. Mi madre sostuvo mi rostro entre sus manos para inspeccionarme con sus ojos entrecerrados─. ¿Estuviste llorando? ─me preguntó con un deje de angustia.

Negué sacudiendo la cabeza.

─ Ruth, ¿hay algo que quieras contarme? ─inquirió en tono dulce y compasivo.

Quería desahogarme con ella y decirle lo que el maldito de Charlie me había hecho, pero cuando intentaba hablar, el eco de su voz resonaba en mi mente.

"Si alguien se entera de esto, te mato"

De solo recordarlo, volvieron las ganas de llorar, giré mi rostro evadiendo su mirada, no quería que mi madre se diera cuenta.

─¿Por qué lloras? ─masculló un tanto confundida y preocupada─. Me estás asustando.

─Yo, yo... ─balbuceé sorbiendo los mocos─. M-me caí de la bicicleta ─expliqué sin poder ocultar un ligero temblor en mi voz.

─Oh, linda ─musitó intranquila llevándose las manos a la cabeza─. ¿Te lastimaste?

─No, solo me ensucié un poco ─respondí cortante.

─Ven, déjame revisarte ─mencionó gentil y se agachó sobre el suelo para comprobar que no estaba herida.

─No es necesario, ya te dije que estoy bien ─respingué de mala gana.

Mi madre me observó con resignación y bajó la cabeza sin decir nada más.

Subí a mi habitación corriendo y cerré la puerta con seguro.

Cuando estaba frente al espejo, me prometí que no hablaría de esto con nadie...

Me desvestí y me zambullí en la tina de baño, me froté bruscamente con la esponja; sentía mi piel impregnada de un tipo de suciedad que no podía quitarse con agua, que corroía hasta los huesos...

Nadie puede saberlo.

────

Hola de nuevo.

Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que subí una actualización, lamento haberme tardado tanto, me da mucha vergüenza y pena con todos lo que leen esta historia, mil disculpas.

Han pasado varias cosas en mi vida; del trabajo, del estudio y otras cosas personales. Lo peor de todo fue que dejé de sentir el gusto por leer y escribir, lo que antes era liberador y divertido, se sentía como una obligación, ya no tenía ganas de nada. 

Me disculpo otra vez por mi ausencia. Después de todo lo que pasó, me costaba mucho salir y dar la cara, pero aquí estoy de regreso,  poco a poco voy retomando mis hábitos y trabajando para reconciliarme con aquello que tanto me gusta. Gracias por leer. Decidí dividir este capítulo en dos porque me quedó algo largo y también era un poco confuso, espero pronto subir la segunda parte.

PD. No se preocupen si voy a terminar esta historia, ya solo faltan como 5 capítulos para terminar. Si puedo.

Saludos y abrazos pachones.

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