Capítulo 39. Bajo juramento

(Continuación)

—Es una terrible coincidencia que mis mejores amigos se hayan suicidado —clamé dejando escapar un suspiro.

—Y más terrible es saber que ambos lo hicieron para "liberarse" del maltrato que sufrían.

—Tienes razón —asentí meditando sus palabras—. Aunque cuando me despedí de Elton, no me pareció que tenía intenciones de quitarse la vida. La mirada de Elton era distinta a la de Ali—confesé reflexiva.

Nick clavó su vista en el piso meditativo y la expresión de su rostro se endureció.

—Ruth, hay algo que... —pronunció titubeante, se puso frente a mí para mirarme directo a los ojos. Me dio la impresión de que se trataba de algo importante—. H-hay algo que no te he dicho —balbució tomándome de las manos, y antes de que pudiera terminar la frase, mi celular comenzó a vibrar interrumpiéndolo.

—Lo siento, es mi padre —anuncié al reconocer su número en la pantalla del teléfono. Salí del cuarto para contestar la llamada.

Mis padres no estaban nada contentos por no encontrarme en casa, pero estaban más preocupados porque estuviera bien.

En cuanto terminé la llamada regresé con Nick, él estaba sentado sobre la lavadora, y yo me senté a su lado, sobre la secadora.

—¿Todo bien? —preguntó mirándome por el rabillo del ojo.

—Están un poco molestos, pero ya vienen por mí.

—Bien, parece que está dejando de llover —comentó observando el cielo a través de una pequeña ventana.

—Querías decirme algo, ¿no? —le recordé.

—Ah, no era nada —farfulló restándole importancia—. Olvídalo

Para no ser nada, se comportó bastante raro pensé. Estaba convencida de que Nick me ocultaba algo.

—Ruth, ¿cuándo volverás a la escuela? —preguntó cambiando el tema.

—No lo sé, quizá cuando termine lo del juicio.

—¿Y eso cómo cuándo será?

—No sé, los juicios llevan su tiempo —me quejé haciendo una mueca de exasperación.

De repente, la secadora comenzó a tambalearse, como si se tratara de un juego mecánico.

—¡Ay, tu secadora está cobrando vida! —chillé y me agarré del brazo de Nick. Él soltó una carcajada y no pude evitar reírme también.

Cuando la secadora dejó de sacudirse, me percaté de lo cerca que estábamos el uno del otro.

—Entre más te veo, más bonita me pareces —musitó en un hilo de voz mientras me escaneaba con sus ojos.

—Basta Nick, para con el coqueteo —Me quejé rehuyendo de su mirada.

—¿Te parece que eso hago? —Arqueó una ceja y sonrió con picardía.

—S-sí —solté con un ligero temblor en la voz, estaba un tanto intimidada por su actitud.

—¿Y funciona? —me cuestionó en tono sugerente. Tragué saliva e incliné mi cuerpo hacia atrás chocando con la pared.

Nick se me acercó, estaba tan cerca que la punta de su nariz rozaba con la mía. Él entreabrió los labios, y yo cerré los ojos sin saber qué esperar. Me extrañé al escuchar a Nick reír, yo abrí los ojos lentamente y lo miré desconcertada.

—No cierres los ojos, no voy a besarte —soltó divertido—. A menos que tú quieras... —añadió guiñando un ojo.

—N-no quiero nada, y no los cerré por eso, bobo —balbuceé cruzando los brazos abochornada y encrespada.

—¿Entonces?, ¿por qué cerraste los ojos? —preguntó con astucia.

Mi cerebro trabajaba a mil por hora intentando formular una respuesta, cuando se escuchó el sonido del timbre de la puerta.

—¡Deben ser mis padres! —exclamé y me bajé de un salto de la secadora. Corrí a la puerta. De nuevo, había sido salvada por la campana.

──❀•❀──

Al día siguiente, me desperté con un fuerte resfriado y estuve en cama todo el fin de semana. Mis padres me prohibieron salir, me tenía que quedar en casa y Dolores se encargaba de vigilar para que no me escapara. Mi único contacto con el exterior era Morgan, ella pasaba por las tardes después de la escuela para ayudarme con la tarea.

—Cuéntame, ¿alguna novedad en el instituto?

—Todo el mundo está ansioso por lo del baile —mencionó entusiasmada—. Ay, tú también deberías ir —añadió haciendo un puchero.

—Con todo lo que está pasando, no tengo cabeza para un baile.

—Pero el baile será después del veredicto —objetó, agotando mis excusas. Además, te puede servir de distracción —argumentó en un tono más empático.

—Lo sé y sí me gustaría ir, pero...

—No sabes bailar, ¿es eso?

—No, no es por eso. Yo quisiera ir con Lukas —admití encogiéndome de hombros—. Por cierto, ¿has hablado con él?

—Casi no lo he visto, Samantha se la pasa encima de él.

Cuando Morgan dijo eso, casi me da un tic en el ojo.

—¿Cómo que encima de él?

—No literalmente, quise decir que aprovecha cualquier oportunidad para estar con él —explicó Morgan.

—No me sorprende viniendo de ella —Rodeé los ojos con fastidio.

—Lukas no le hace caso, no te preocupes —dijo dándome una palmada suave en el hombro.

—¿Crees que después de todo este tiempo, las cosas podrán volver a ser iguales entre los dos? —mascullé apoyando mi mejilla sobre mi cuaderno.

—Él te sigue queriendo, no me cabe la menor duda —aseguró mientras acomodaba mi pelo detrás de la oreja—. ¿Y tú?, ¿aún lo quieres?

—Sí —respondí en automático.

—Mientras sus sentimientos no cambien, todo estará bien —aseveró Morgan con una amplia sonrisa—. Una vez que termine lo del juicio, podrán estar juntos de nuevo.

Asentí en silencio, cavilando en las palabras de Morgan.

—Es tarde, mejor démonos prisa —profirió al ver la hora en su teléfono celular. Tomó su lápiz y volvió su atención a la tarea, yo me propuse a hacer lo mismo, pero no podía concentrarme.

¿Quién puede pensar en números cuando está en un dilema amoroso?

No había visto a Nick desde ese día y no dejaba de estar presente en mis pensamientos. Yo estaba segura de mis sentimientos por Lukas, pero después de lo que pasó, me sentía extraña.

Me recriminaba a mí misma: "No puedes perder la cabeza por un beso".

—Uhmm, ¿qué te dio en la tercera ecuación? —musitó mientras se golpeaba con el lápiz la frente.

—Me besé con Nick —solté sin más. Morgan me volteó a ver con los ojos bien abiertos y el lápiz cayó de su mano.

—¿QUÉ? —Me gritó a la cara—. ¿QUÉ? —Se abalanzó sobre mí, me tomó de los hombros y me sacudió.

—Shh, calla —Le cubrí la boca con la mano—. Dolly nos va a escuchar.

—¿Eso cuándo fue? —preguntó en voz baja—. Tú ni siquiera has ido a la escuela.

—El sábado pasado me encontré con él, como estaba lloviendo, fuimos a su casa —Mientras le contaba, ella movía la cabeza indicándome que continuara con mi relato—. Platicamos un rato, y de la nada, me besó.

—¡Dios mío! —soltó asombrada—, ¿y qué pasó después?

—Nick me confesó que está enamorado de mí. —dije en un hilo de voz y me ruboricé de tan solo recordarlo.

—¿Y tú qué le dijiste?

—Que no puedo corresponderle.

—Ouch, pobre Nick —gimió bajando la comisura de sus labios—. Oye, y eso que te dijo... ¿Cambia lo que sientes por Lukas?

—No, para nada —negué sin un atisbo de duda—. Solo fue un beso.

—¿Y te gustó? —cuestionó curiosa.

Me toqué los labios como si aún tuviera rastros del beso que me dio, el sabor de los labios de Nick era ligeramente similar al lichi.

—Emm, no estuvo mal —respondí con fingida indiferencia.

—Tu cara dice otra cosa —masculló entre dientes—. Ruth, te va a crecer la nariz si no dices la verdad —advirtió con tono burlón.

—De acuerdo, estuvo bastante bien —acepté y me cubrí el rostro con las manos apenada.

—Yo ya sospechaba que tú le gustabas, no dije nada porque estabas con Lukas —declaró.

No me sorprendí al escucharla, yo también lo sospechaba, pero me negaba a aceptarlo. Es decir, Nick podría salir con cualquier chica, no tenía sentido que se fijara en mí.

—¡Qué suerte la tuya!, dos chicos lindos están interesados en ti.

—No me siento afortunada, todo lo contrario —gimotee agobiada—. Nada bueno sale de los triángulos amorosos, siempre alguien termina con el corazón roto.

—Por eso es importante que tengas tus sentimientos claros —Morgan sacó dos frutas de una canasta y las puso frente a mí, una manzana y una naranja—. ¿A quién elegirás?, Lukas es a quien siempre has querido y Nick es el que siempre ha estado para ti.

Yo puse cara de que no entendía.

—La manzana es Lukas y Nick es la naranja —musitó haciendo malabares con las frutas.

—Estás complicando todo, yo al que quiero es a Lukas —Le arrebaté la manzana y le di un mordisco—. Nick es genial, pero solo puedo ofrecerle mi amistad.

—Uy, tampoco me gustan las naranjas.

──❀•❀──

Llegó el día de la audiencia y pensé que sería un día tranquilo, pero fue todo lo contrario.

—Ruth, estoy nerviosa —confesó Morgan—. No quiero subir al estrado.

—Descuida, lo harás bien —Le di una palmadita en la espalda, tratando de reconfortarla—. Solo di la verdad, mentir no se te da.

Morgan asintió con un semblante más tranquilo. Vimos a la jueza entrar y tomamos nuestro lugar.

Primero llamaron a declarar a Twenty, le preguntaron sobre las drogas y si Elton le había contado algo de lo que planeaba hacer. Luego, fue turno de Morgan, el fiscal comenzó preguntándole sobre lo que había presenciado el día del tiroteo. Y todo marchaba relativamente bien hasta que él le preguntó: —¿Cómo era la relación de Ruth con Charlie?

—Al principio no se llevaban del todo mal, pero después de lo que Charlie le hizo a Ruth, ella cortó todo tipo de relación... —Meditó un segundo y se cubrió la boca con las manos, cayendo en cuenta de lo que había dicho.

—¿Qué fue lo que Charlie le hizo a Ruth? —inquirió el Fiscal.

—N-no puedo decirlo —Morgan comenzó a negar con la cabeza.

—Le recuerdo que usted está bajo juramento —indicó señalando la biblia frente a ella.

—No lo hagas Morgan —farfullé desde mi asiento.

—Silencio —chistó la jueza.

Morgan se rehusaba a hablar, pero podía darme cuenta de la presión que sentía.

—¿Qué fue lo que Charlie le hizo a Ruth? —insistió el Fiscal clavando sus ojos en Morgan de manera intimidante. Morgan me buscaba con la mirada, y luego fijaba su vista en la biblia.

—Responda la pregunta —le ordenó la jueza.

Tenía que hacer algo para que Morgan no abriera la boca, me puse de pie y le grité: —No digas nada, ¡lo prometiste!

—Orden por favor —La jueza golpeó su mazo y me reprendió con la mirada—. Abogado, controle a su representada —le pidió a mi padre y él me jaló del saco hacia abajo para que volviera a sentarme.

—Ruth, no interrumpas —me amonestó mi padre en voz baja. Me agazapé en mi asiento con la horrible sensación de tener las manos atadas.

Morgan me observaba acongojada, parecía que estaba a punto de explotar. Yo la miraba con mis ojos suplicantes al tiempo que negaba con la cabeza. El fiscal con su cuerpo bloqueó su visión, impidiendo que hiciera contacto visual conmigo.

—Lo que pasó fue que, que... —Morgan arrastraba las palabras nerviosa, se quitaba y ponía las gafas repetidamente—. C-Charlie, él abusó de Ruth —dijo con una voz casi inaudible.

A mi mente llegaron una serie de flashbacks de lo que había pasado con Charlie, lo que me provocó arcadas.

Los murmullos de la sala inundaron mis oídos, me cubrí las orejas con las manos. La jueza golpeaba insistentemente su martillo tratando de controlar el alboroto.

—Está corte tomará un receso —sentenció la jueza.

Poco a poco, los presentes fueron abandonando el recinto. Morgan bajó del estrado, apenas la vi acercarse, me di la media vuelta.

—Yo no quería, tuve que hacerlo —siseó tomándome del hombro.

—No me interesa oírte Morgan —Aparté su mano con desdén y me giré dándole la espalda—. Ya dijiste demasiado, ¿no te parece?

—Ruth, perdoname —masculló visiblemente arrepentida, pero yo estaba demasiado molesta para notarlo.

Twenty apareció y se llevó a Morgan con él. Nick pasó a un costado de mí sin decir nada, sin siquiera mirarme.

—Ruth, lo que dice esa chica... ¿Es verdad? —me preguntó mi madre con la voz entrecortada.

—S-sí.

No podía ver a mis padres a los ojos, a nadie. Me sentía avergonzada y agaché la cabeza. Mi madre me abrazó muy fuerte y rompió a llorar.

—No, no puede ser verdad —repetía mi padre incesantemente y se tumbó en la silla.

—Linda, ¿por qué callaste algo así? —me inquirió mi madre, su pregunta sonaba más a reproche.

—Me daba vergüenza, y no quería traerles más problemas.

—No hay problema que sea más importante que tú —replicó mi madre mientras se frotaba los ojos. Su maquillaje corría por las mejillas, pero no le importaba—. Eres nuestra hija.

—No llores mamá —le decía para que se tranquilizara, aunque yo estuviera llorando también.

—No puedo evitarlo, me parte el corazón enterarme de esto—balbuceaba sin poder contener el llanto.

Mi padre sacó un pañuelo de tela de su bolsillo y se lo entregó a mamá. Nos rodeó a mamá y a mí con sus brazos y me besó en la coronilla.

Cuando la sala estaba casi vacía, noté la presencia de alguien que a la distancia parecía ser Lukas. Incrédula, me aproximé a esa persona y parpadeé un par de veces para enfocar mejor mi vista, y me sorprendí al constatar que efectivamente se trataba de él.

¡¿Qué hacía Lukas aquí?!

No se había presentado antes al juicio, y justo ese día se le ocurrió aparecer.

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