Capítulo 34. El elefante en la habitación
El juicio se aproxima y los pensamientos respecto a ese tema inundaban mi mente.
Lancé una moneda al aire y la atrapé entre las manos, luego volví a lanzarla sin siquiera mirarla, una y otra vez.
—¿Por qué juegas con esa moneda? —preguntó Morgan.
—Estoy en un dilema —confesé dejándome caer en la banca a su lado—. Y no sé qué hacer.
Me debatía internamente sobre qué debía hacer. No me sentía capaz de tomar una decisión que me satisficiera por completo, por lo que había dejado mi elección al destino...
—Algunas cosas no deben dejarse al azar —señaló ella mientras se acomodaba las gafas. Morgan tenía razón. Tal vez sea verdad que las personas con lentes son más inteligentes.
Lo cierto es que, yo tenía una idea en mente, una que no me gustaba, pero sentía que era lo que debía hacer.
¿Qué pasa cuando lo que quieres y lo que es correcto, no es lo mismo?
—Todos amaban a Charlie —exclamé en un quejido—. Él murió como mártir, yo en cambio, debo vivir como si fuera una escoria.
—¿Por qué dices eso Ruth? —preguntó con un tono fraternal la Doctora Sullivan. Su voz era dulce y su trato hacia mí era amistoso, me hacía sentir en confianza.
—Muchos en el instituto creen que yo lo asesiné —declaré con pesadez y ella me miró con el rabillo del ojo de manera inquisidora.
—Ya veo —masculló por lo bajo. Su rostro era indescifrable, no sabía si me creía o no—. ¿Existe algún motivo que los lleve a pensar que tú hiciste eso?
—Un chico que estaba en el lugar de los hechos escuchó como Elton me pedía que disparara —La mujer arqueó una ceja y escribió algo en una libreta sin quitarme los ojos de encima—. Pero no lo hice, yo no disparé el arma que mató a Charlie y tampoco sé dónde está—chillé exasperada; las lágrimas se agrupaban en mis ojos, nublando mi visión. De nuevo me sentía en un interrogatorio.
—Tranquila Ruth —La mujer me arrimó una caja de pañuelos, anticipando mi llanto. Yo tomé uno y me restregué los ojos—. Cuéntame, ¿qué piensan los demás sobre las acusaciones de ese chico?
—Según la ley, eres inocente hasta que se demuestre lo contrario, pero para las personas funciona al revés, eres culpable hasta que demuestres tu inocencia —Me quejé haciendo un puchero—. La mayoría le cree a él solo porque es popular, y para algunos en la escuela, mi existencia era anteriormente desconocida.
—¿Y las personas de tu círculo cercano?
—Mis padres, mis amigos y mi novio confían en mí —aseguré con certeza—. Aunque, también lo fastidian a él.
—¿A qué te refieres con que lo fastidian? —Soltó con curiosidad.
—Le dicen: "Eres un traidor", "como puedes salir con la chica que mató a tu hermano", y otras cosas por el estilo.
—¿Tu novio es el hermano del chico que supuestamente asesinaste? —Me interrumpió sin poder ocultar su asombro. Yo afirmé con un movimiento de cabeza—. ¿Y cómo reacciona él a todo esto?
—Lukas me dio su voto de confianza, incluso me defiende de quienes arremeten en mi contra, pero por apoyarme los demás le han dado la espalda —expliqué entre sollozos—. Esta situación también está afectando su relación con su madre.
—¿Y han hablado sobre cómo se sienten al respecto?
Negué con la cabeza. —Todo esto, se ha convertido en el elefante en la habitación en mi relación con Lukas —Ella asintió prestándome completa atención. Esto era lo mejor de la doctora Sullivan, parecía interesarse genuinamente por mis asuntos—. Siempre evitamos mencionar lo del tiroteo y hablar sobre la muerte de Charlie.
—¿Usted también piensa que soy una asesina? —la increpé y ella permaneció en silencio unos segundos.
—No Ruth —Finalmente respondió y algo en mi interior me dijo que era honesta, yo sentí aliviada al contar con su apoyo—. Pero de algún modo, percibo que tú te sientes responsable —añadió mirándome por encima de las gafas, ese acto me puso de nervios.
—Me atormenta la idea de que tuve el arma en mis manos y no hice nada—confesé en un grito sofocado y me removí en mi asiento, para quedar de frente a ella—. Pude evitar que Elton matara a Charlie, o que Elton se quitara la vida.
—Nadie está preparado para afrontar una situación así —declaró la psicóloga—. No seas tan dura contigo...
—Debí suplicarle a Elton que no lo hiciera, quizá lo hubiera convencido, y tal vez ahora Lukas no estaría llorando a su hermano —Las lágrimas corrieron por mis mejillas y comencé a tirar de mi cabello desesperada—. Pero de nuevo, deje morir a alguien.
—Ruth, ¿hola? —Morgan chasqueó los dedos trayéndome de vuelta al presente.
—L-lo siento —balbucí aturdida—. ¿Qué me decías?
—Te estaba contando que Twenty me pidió ser su novia —exclamó emocionada con una enorme sonrisa en el rostro—, y le dije que sí.
—Me alegro por ti—mascullé intentando sonar animada—, por los dos. En verdad me sentía feliz por ellos, pero yo tenía muchas cosas en la cabeza.
—¿Y tú? —preguntó tomándome por sorpresa—, ¿cómo vas con Lukas?
Sacó una manzana de su lonchera, la frotó contra su suéter para limpiarla y luego le dio una mordida.
—Seguimos juntos todavía, a pesar de lo que dijo su madre.
—Contexto —pronunció con un bocado en la boca, apenas logré entenderle—. ¿Qué dijo su madre?
—Ella le prohibió a Lukas que saliera conmigo. —Morgan abrió los ojos y se cubrió la boca con una de sus manos—. Y quizá tiene razón. Yo no le hago bien a Lukas, estaría mejor sin mí.
—Ruth, no digas eso —reprendió con sutileza al tiempo que me reconfortaba con un cálido abrazo—. Te aseguro que él no piensa eso de ti, se ve que te quiere mucho.
—Lo sé, yo también lo quiero —siseé por lo bajo e hice una pausa para tomar aire—. Pero en estos momentos, me he convertido en un lastre en su vida.
—No, Ruth —frunció el ceño y me sacudió de los hombros—. No renuncies a él.
—Hola chicas.
—¡Hola, Lukas! —Morgan lo saludó con singular entusiasmo. Yo me limité a agitar mi mano.
—Hey, te estuve buscando —dijo refiriéndose a mi—. ¿Acaso te escondías de mí? —añadió con sátira.
Negué con la cabeza, pero mentía. Lo cierto es que había pasado toda la mañana rehuyendo de él.
Los tres nos quedamos en silencio, yo tenía la vista clavada en el piso. La atmósfera se tornaba extraña, hasta que Morgan se atrevió a romper el silencio.
—Lukas, ¿has visto a Twenty?
—Estaba en la cafetería con Nick —respondió con un titubeo, la pregunta lo tomó desprevenido.
Morgan se puso de pie y dijo: —Bueno, luego nos vemos chicos. Ruth te dejo en buenas manos —comentó dándole una palmada en la espalda a Lukas y se acercó a mi para darme un beso en la mejilla—. No hagas nada bobo —me susurró al oído, me tensé al escucharla.
—¡Adiós, Morgan! —musitó Lukas. Ella le sonrió de vuelta, y se alejó dando saltitos—. ¿Notaste diferente a Morgan? Más desenvuelta, menos cohibida.
—Supongo que se debe a que está saliendo con Twenty, me acaba de contar que ya son novios.
—Ya se estaban tardando —expresó con una sonrisa socarrona—. Hacen bonita pareja. Bueno, no tanto como nosotros.
—¿Nosotros?
—Te has puesto seria de repente... ¿ocurre algo?
—Te quiero —mascullé en tono casi inaudible.
—¿Por qué lo dices en ese tono tan triste? —preguntó apartándome uno de los mechones de la cara con gentileza.
Aspiré profundamente, armándome de valor para responderle.
—E-estuve pensando sobre lo nuestro —carraspeé tratando de aclararme la garganta, él se acercó para escucharme mejor—. Y quizá deberíamos darnos un tiempo.
Me había costado un mundo decir aquello.
—¿Tiempo? —Me miró con los ojos entrecerrados y ladeo la cabeza confundido.
—M-me refiero a que nos separemos por un tiempo —intenté explicar.
—¿Quieres que terminemos? —preguntó con recelo.
Me encogí de hombros y me quedé muda. No estaba segura, la palabra "terminar" parecía muy dramática...
—Ruth, ¿quieres que terminemos?
—No, no, no —Con cada negación mi voz se iba apagando.
—¿Entonces? —Noté como su semblante se descomponía, manifestando un cúmulo de sentimientos entre la incertidumbre y angustia.
—Bueno, pienso que es lo que debemos hacer —farfullé tratando de apaciguar a Lukas y a mí misma. Tomé sus manos y las cubrí con las mías—, al menos hasta que las cosas se calmen.
—Yo estoy dispuesto a apoyarte todo el tiempo que sea necesario —expresó con una sonrisa en los labios, esa que tanto me gustaba—. Y confío en que esto se resolverá a tu favor.
—¿Y si no puedo demostrar mi inocencia?
—Pase lo que pase, es mejor permanecer juntos —declaró—. Pase lo que pase, te quiero Ruth —Lukas delineó mis labios con sus dedos y me besó con ternura.
—No tienes que estar a mi lado —Una lágrima se escapó de mis ojos y la limpié con la manga de mi suéter—, y menos si eso te acarrea tantos problemas.
—Te equivocas —Lukas sostuvo mi rostro entre sus manos y frotó su nariz contra la mía—. Eres lo mejor que me ha pasado, eres la clara muestra de que los sueños se hacen realidad.
No soy un sueño, más bien, una ilusión que se desvanece...
—No te pido que nos distanciemos porque no te quiera, sino todo lo contrario —Mis palabras salían de mi boca cual vomito—. Lukas, date cuenta de todo lo que está pasando... Toda la mierda que me lanzan te está salpicando.
—Todo estará bien.
—Ahora no lo está —gruñí interrumpiéndolo—, y lo más difícil está por venir. Mañana inicia el juicio.
—Con que tú y yo sepamos la verdad basta.
—¿A quién carajos le importa la verdad si nadie la cree? —vociferé cubriéndome la cara con las manos, conteniendo las ganas de llorar.
— No me importa lo que digan los demás —espetó con la voz entrecortada y me sujetó del mentón obligándome a verlo a los ojos—. No me importan ellos.
—¿Ni tu madre?
—¿Así que todo esto es por lo que dijo mi madre? — Lukas resopló molesto y se alborotó el cabello pensativo. No respondí, él interpretó mi silencio como una afirmación.
—Eres inocente, ¿no?
—Esto ya no solo se trata de si maté a Charlie o no —bramé irritada apartando su mano de mi cara con brusquedad—. Se trata de lo que los demás piensan que hice, porque no se ha probado nada en mi contra, y todos me consideran una criminal —Sentía una fuerte opresión en el pecho que me impedía continuar hablando.
—Ruth, solo dime —exhaló para tranquilizarse—, ¿estás segura de que esta es la solución?
—No sé —admití encogiéndome de hombros—, espero que sí.
—Si ya lo decidiste, qué puedo hacer —masculló sobándose la nariz—. Si eso es lo que quieres, está bien.
—No me duele menos que a ti —Le pedí mientras acariciaba su mejilla—. Lukas, por favor, no me odies por esto.
—No te odio —Lukas sonrió de lado, al tiempo que entrelazaba sus dedos con los míos—. Jamás podría.
—Ojalá algún día logres comprender los motivos que me orillan a esto, y espero que te vaya bonito.
Lukas entreabrió los labios, como si estuviera apuntó de hablar, pero no dijo nada. Me dí la media vuelta, cada pasó que daba lejos de él, se sentía como si caminara sobre brasas ardientes de carbón. Al instante me arrepentí de cada cosa que le había dicho... Aun así, confió en que todo mejorará, al menos para Lukas, y quizá en un futuro podamos estar juntos de nuevo, sin tantos problemas de por medio.
Apenas me había alejado un par de pasos cuando Lukas me tomó de la muñeca y me jaló hacia él. Me rodeó con sus brazos apretándome con fuerza contra su cuerpo, recargué mi cabeza en su pecho, aspirando su perfume. Me encantaba su olor.
—Maldición Ruth —habla con suavidad a escasos centímetros de mi boca, provocando que me sonroje—. No te vayas sin darme un beso, simplemente no te vayas —Suena como una súplica. Nuestros labios se rozaron, fundiéndose en un dulce beso. Hundí mis manos en su cabellera y él me apresa por la cintura, acortando la distancia entre los dos. El beso se intensifica, mi corazón late apresurado y una corriente eléctrica recorré mi cuerpo.
Este beso era muy distinto a todos los que me había dado; englobaba tantos sentimientos, era como todo lo que no dijimos, lo que no nos diremos. Era un beso cálido por el cariño que nos teníamos, mojado por nuestras lágrimas, amargo por la despedida.
—No lo haces sencillo.
—No estoy listo para dejarte ir —farfulló intentando recobrar el aliento—. Ruth, no es correcto que dos personas que se quieren se separen. —Apoyó su frente en la mía, cerré los ojos al sentir su respiración chocar con la mía y las lágrimas no dejaban de salir, no distinguía si eran las mías o las suyas.
—Te quiero Lukas —Se escapó por mis labios y salió del corazón—. Y voy a extrañarte.
Hablé con Lukas como la psicóloga me sugirió; el elefante ya no está y Lukas tampoco.
Morgan dijo que no hiciera nada bobo, y cometí una tremenda estupidez. Elegí lo que creía correcto, en lugar de lo que me hacía feliz.
──❀•❀──
Hola lectores,
Antes que nada, una disculpa por la tardanza y espero que dentro de todo les haya gustado el capítulo.
He estado meditando y seguramente de ahora en adelante me demoraré un poco más en publicar, ya que los próximos capítulos serán más intensos.
Ahora que Lukas y Ruth terminaron pasaran muchas cosas...
En fin, coméntenme que les pareció la determinación de Ruth. ¿Que habrían hecho ustedes?
Gracias por leer, por votar y comentar. Eso me ayuda muchísimo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top