Capítulo 32. No soy ese tipo de psicópata

Desde que inició el proceso judicial en mi contra, Lukas y yo no pasábamos tanto tiempo juntos; solo nos veíamos a la hora del almuerzo, y a veces a la salida de la escuela. Justo estaba esperando a que Lukas terminara su práctica, sentada en una banca a las afueras del instituto, como de costumbre. El tiempo pasaba y Lukas no aparecía. Me impacienté, estaba demorando más de lo usual en salir, pensé que lo habían castigado entrenando más tiempo, por lo que, decidí ir a buscarlo. En el corredor me encontré con Jason, así que me acerqué a preguntarle por el paradero de Lukas.

—Jason, ¿y Lukas? —lo cuestioné y él alzó los hombros con desinterés—. ¿Qué no se supone que es tu amigo? —solté indignada.

—¿Y qué no tú eres su novia? —replicó. Lo miré mal—. O quizá ya encontró a otra mejor —añadió con cizaña. Fingí que no escuché eso último y lo dejé hablando solo.

Este chico es agrio como un limón, no comprendo cómo puede ser amigo de Lukas. Aunque Jason no me agradaba, ni yo a él, lo cierto es que, Jason era el único de los jugadores de americano que no lo miraba con desprecio.

Era como un secreto a voces que Lukas había logrado entrar al equipo gracias a Charlie, y ahora que había muerto, Lukas estaba "desprotegido". Desde que Charlie no está, los demás jugadores excluyen a Lukas. Se llaman equipo, pero no hay compañerismo. Apenas alguien se da la vuelta, empiezan a escupir su veneno, cuál víboras. Sus egos son más grandes que sus músculos, y por supuesto eso incluye al cerebro.

Fui a buscar a Lukas a las canchas, pero no lo vi, me di la vuelta con resignación esperando encontrarlo en otro lugar. Cuando de pronto, el ruido de un quejido llamó mi atención.

La quietud fue perturbada por un golpe seco y un clamor de dolor.

—Eres peor que escoria —alcancé a escuchar una voz proveniente de la parte de atrás de las gradas—. No queremos traidores en el equipo.

—No llegarás a ser ni la sombra de lo que tu hermano fue —gritó una voz distinta con desdén. Esta era más grave que la primera.

No pude reconocer a quienes pertenecían esas voces. Conforme me aproximaba, el sonido se volvía más nítido, caminaba con sigilo sin saber que podría encontrar.

—¡Era tu hermano! —exclamó con rabia una de las voces—, ¿y tú lo cambias por un par de piernas?

—¿Cómo puedes salir con la chica que lo mató? —reprochó la otra voz.

—Ella no lo hizo.

¿Lukas?

—¡Él era nuestro quaterback, algo que tú nunca serás!

—¡Dejalo en paz! —intervine. Tres sujetos del equipo de americano tenían acorralado a Lukas, el más alto y musculoso lo sujetaba de la camisa, apretando con sus puños la solapa del cuello del jersey, casi ahorcándolo.

—¿Ru-Ruth? —balbució adolorido. Tenía la marca de un golpe debajo del ojo izquierdo y el labio partido.

—Ahora ha venido tu noviecita a salvarte —dijo soltando una escandalosa carcajada uno de los sujetos, los otros secundaron su risa—. No puedes ser más patético.

—Vete —masculló con tono gutural Lukas. Yo negué con un leve movimiento de cabeza.

—¡Quita tus asquerosas manos de mi novio! —bramé iracunda. En ese momento no podía pensar con claridad, estaba cegada por la rabia.

Me miró con una media sonrisa en los labios y lo soltó con brusquedad, Lukas se desmoronó sobre el suelo, carraspeaba y tosía intentando recobrar el aliento.

—Mejor las pongo sobre ti —gruñó acercándose a mí.

El pánico se hizo presente, me paralicé. El eco de la voz de Charlie resonó en mi mente.

«La historia se repite»

—¡Suéltala, imbécil! —vociferó Lukas, irguiéndose con dificultad. De inmediato, uno de los sujetos se abalanzó sobre él, para que no interviniera, y entre los otros dos lograron someterlo.

Me agarró de la muñeca jalándome hacia él, sentí que mi corazón se detuvo. Mi cuerpo comenzó a trepidar y mi vista se nubló, su rostro parecía distorsionado, sus facciones se desdibujaban, poco a poco se transformaba en Charlie. Parpadee lento un par de veces, mis sentidos me traicionan, revive el recuerdo...

—¡Ruth! —El grito desgarrado de Lukas me sacó del trance. Lo busqué con la mirada, él estaba inmovilizado, con el pecho pegado a la tierra, sus brazos hacia atrás y una rodilla sobre la espalda—. ¡Ruth!

Esta vez Lukas no puede salvarme, nadie lo hará...

—Veamos qué es lo que tienes que le gusta tanto a él —susurró cerca de mi oído.

Esta vez no permitiré que me hagan daño.

Con su otra mano me sujetó de la mandíbula apretando mis cachetes con fuerza. Acumulé saliva en la boca y se la escupí de lleno en la cara. Él hizo un mohín de asco, me soltó y se limpió la cara con la parte interna de la playera. Succioné un hilo de baba que colgaba de mi labio inferior, luego una sonrisa socarrona se dibujó en mi boca.

—Maldita perra —resopló molesto, las venas de las sienes se sobresaltaron por el enojo.

No sabía qué hacer ahora, ya había logrado que me liberara, pero aún tenían a Lukas. No podía irme sin él.

De pronto, oí una mala imitación del sonido que emiten las ardillas. Nunca antes me había alegrado tanto de escuchar ese chillido irritante.

—Esa no es forma de hablarle a una chica —espetó Nick.

—Nick, solo llévate a Ruth de aquí —le pidió Lukas, y uno de los chicos lo pateó en las costillas para callarlo.

—¡No, Lukas! —Nick me agarró del brazo, pero me zafé—. Tenemos que sacarlo de aquí —susurré sin ocultar mi congoja, y Nick asintió levemente.

—Michael, ¿por qué no dejas ir al chico en paz? —habló en tono pausado y gentil—. Lo que sea que haya hecho, estoy seguro de que lo podemos solucionar conversando —Nick intentaba utilizar la diplomacia para conciliar con los chicos de americano, ellos parecían no prestar atención a las palabras del pelinegro.

—¡Cierra la boca Butler! —bufó molesto—. Tú no me das órdenes.

—No pretendo hacerlo, puedes partirle la cara si quieres —comentó con indiferencia. Yo lo miré confundida y él me guiñó un ojo discretamente—. Pero viejo, son tres a uno. ¿No te parece un poco injusto?

—Entonces, ¿quieres que te la partamos a ti también?

Es imposible razonar con estos neandertales.

Nick resopló impaciente y masculló por lo bajo: —¿Acaso los esteroides te afectaron el cerebro?

—Esfúmate, antes que me desquite contigo —Michael alzó el pecho desafiante, y empujó a Nick provocando que retrocediera un paso—. Este no es su problema.

El semblante de Nick cambió, frunció el ceño visiblemente enfadado.

—Ruth es mi problema —dijo en tono amenazante—, y si te metes con ella, te las verás conmigo —lo empujó levemente.

—Y conmigo—añadió Twenty, quien recién llegaba. Morgan estaba escondida detrás de su espalda, asomándose por el costado de su cuerpo.

—Regresa por donde viniste, estúpido drogadicto. —Los ojos de Twenty se incendiaron de ira.

—No caigas en su provocación —musitó Morgan aferrándose de su brazo temerosa y observándolo con sus ojos suplicantes. Twenty suspiró con resignación.

—Bah, no vales la pena.

—Eso es lo que piensan todas las chicas con las que has salido, espero que esta si te dure —farfulló con malicia—. Cuando te aburras de él, puedes venir conmigo —dijo refiriéndose a Morgan.

Morgan liberó su brazo y Twenty se le fue encima, derribándolo. Ya en el suelo, comenzó a golpearlo. Nick intervino para separarlos y sus secuaces intentaron quitarle de encima a Twenty para evitar que siguiera pegándole. Yo aproveché el caos para ir con Lukas.

—Lu, ¿estas bien?

—S-sí —Lukas se puso de pie con dificultad y se sacudió la tierra de la ropa.

—Será mejor que se larguen —indicó Nick en tono grave, sujetando de los brazos a su amigo.

—Esto no se quedará así —Michael se sostenía de los hombros de sus colegas, tenía un puñetazo en el ojo y su ceja sangraba.

—¿Cuántos golpes más necesitas? —mencionó Twenty divertido lanzando puñetazos al aire. Él aparentemente salió ileso de la pelea.

—Y tú, ya estas advertido —murmuró apuntando con el dedo a Lukas—. Esta vez corriste con suerte, pero no siempre van a estar tus amiguitos para defenderte...

—Lo mismo digo —Carraspeó y escupió la saliva con rastros de sangre en el pasto bajo sus pies, se limpió las comisuras de los labios con los dedos—. Y más te vale que no vuelvas tocar a mi Ruth.

«¿Su Ruth? Dios, me encanta este chico» 

Abracé a Lukas del cuello y lo besé suavemente en los labios, y sin que se diera cuenta, les pinté el dedo medio a los tres monigotes que se alejaban del campo.

—Gracias chicos —comentó Lukas dirigiéndose a Nick y Twenty. Yo lo abrazaba de la cintura con delicadeza y él apoyó uno de sus brazos sobre mis hombros—. Estoy en deuda con ustedes.

—No fue nada.

—Ya me tenía harto —exclamó Twenty—. Su cara pedía a gritos un golpe de mi mano.

──❀•❀──

Acompañé a Lukas a su casa para ayudarlo a curar sus heridas. Tomé una bolita de algodón y lo impregné con alcohol, presionando suavemente la herida en su labio.

—Esos salvajes —mascullé molesta—. ¿Has considerado dejar el fútbol americano? —me atreví a preguntar.

—Sí, pero no lo dejo por Charlie —admitió con pena y luego suspiró con pesadez—. Es una forma de mantener vivo su recuerdo.

—Entiendo —dije comprensiva y ambos nos quedamos en silencio unos segundos.

—Oye, ¿se ve muy mal?

—No, te sigues viendo guapo —Le guiñé el ojo y él sonrió levemente sonrojado.

—¡Diablos! —Lukas se quejó adolorido cuando le toqué accidentalmente el pómulo, estaba levemente inflamado y enrojecido.

—Lo siento —me disculpé—. Uhm, ¿tienes algo congelado ahí? —pregunté señalando el refrigerador.

—No, pero en la cocina debe haber —habló intentando levantarse de la cama.

—No, yo lo traigo. —Él se inclinó nuevamente apoyando su espalda en la cabecera.

—Siempre me ha intrigado saber qué hay en ese refrigerador —cuestioné curiosa—. No eres una especie de psicópata que guarda cadáveres ¿verdad?

—No, no soy ese tipo de psicópata —comentó divertido.

—Que alivio —cuchicheé, y después me levanté de la cama—. Vuelvo en un momento.

Apenas había avanzado unos cuantos pasos cuando me llamó, yo me giré sobre los talones y lo miré esperando que me dijera algo.

—Ruth, gracias.

Fui hasta la cocina y saqué una bolsa de guisantes del congelador. Regresé casi corriendo y le coloqué el paquete en su rostro para bajar la hinchazón. Lukas gimió cuando la fría bolsa hizo contacto con su lastimadura.

—¿Y tú?, ¿no te hiciste daño?

—No, ni un ras... ¡Oh! Mis medias están rotas —exclamé sorprendida y le señalé el pequeño orificio en mi media a la altura de la rodilla, apenas del tamaño de un botón.

—¿No te lastimaste? —soltó con un deje preocupado. Se acomodó en la cama para quedar casi frente a mí.

—No, no me duele.

Lukas introdujo uno de sus dedos en la abertura y acarició mi piel dibujando círculos con la punta de sus dedos. Poco a poco el orificio iba expandiéndose, dejando más piel al descubierto. Lukas se acercó, examinando la zona expuesta a través del orificio, y depositó un suave y tibio beso. El calor subía por mi cuerpo al sentir el roce de sus labios húmedos en mi piel.

—Tu piel es tan suave.

Tomó uno de los hilos sueltos y comenzó a tirar de él, provocando que mis medias se deshilacharan lentamente, enredando el hilo sobrante alrededor de su dedo índice. Con su otra manó siguió el recorrido del hilo, trazando un camino con su dedo que subía desde mi rodilla hasta el comienzo de mi falda, y ahí se detuvo.

—¿Lu?

Lukas se inclinó sobre mí, con su pulgar delineó mis labios, me sujetó del mentón y sus labios aprisionaron los míos en un beso apasionado. La intensidad de sus movimientos iba en aumento, al igual que mi ritmo cardíaco. Hundí mis dedos entre su cabellera, acortando la distancia, deseando que no se separara de mí, pero la falta de aire nos obligó a terminar el beso. Nuestras respiraciones jadeantes se entremezclaban en el aire, aún estaba recobrando el aliento cuando volvió a besarme y su boca fue bajando lentamente, marcando un rastro de besos desde mi boca hasta la clavícula.

—Ruth —ronroneó y sentí mis mejillas arder.

Introdujo muy tímidamente sus dedos por la apertura, hasta que su mano entró por completo, él comenzó a masajear mis piernas debajo de la tela. Me estremecí. Presa de una sensación embargante y maravillosa, hasta ese momento desconocida para mí.

—¿Escuchaste eso?

──❀•❀──

Hola

Hasta aquí el capítulo de hoy. ¿Qué les pareció?

Espero que les haya gustado 💕

Pronto vienen más problemas, dejemos que Lukas y Ruth disfruten un poco. Y luego veremos como los afrontan o los esquivan...

Gracias por cada lectura, voto y comentarios.

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