Capítulo 2. O negativo

Mi madre no apartaba la vista del televisor desde el incidente. Estaba tan conmocionada, porque le parecía inverosímil que algo como eso ocurriera en nuestro vecindario, y precisamente en la escuela a la que yo asistía. Ella estaba tan interesada por el tema, quería saber cada nuevo detalle, yo en cambio, quería olvidarlo todo.

Sin duda había una gran agitación, en el ambiente reinaban los gritos, el llanto y el dolor. Cada vez que entraba una cuadrilla de policías, salía otro grupo de oficiales que resguardaban a los estudiantes hasta la salida. Afuera, los servicios médicos atienden a los estudiantes que presentan crisis nerviosas. También, vi a varios padres que se arribaban al campus para saber cuál es la situación de sus hijos.

La cabeza me comenzó a dar vueltas, me sentía rebasada por la situación. Fui a buscar mi bicicleta, para regresar a casa. Pedaleé lo más rápido que pude.

Cuando llegué a casa, abrí la puerta principal de golpe, y desde el pasillo pude oír la voz de mi madre Contesta, Ruth llamaba insistentemente por la bocina del teléfono—. Por favor, Ruth. Su voz parecía casi una súplica.

Al verme, suspiró con alivio como si le hubiera vuelto el alma al cuerpo. ¡Ruth! —gritó con efusividad y me dio un cálido abrazo—. Gracias al cielo estás bien.

¿Por qué no me contestabas? preguntó, aunque me parecía más un reproche. Estaba preocupada.

Los policías me sacaron tan rápido que no pude tomar mi mochila ni mi celular le expliqué.

Qué bueno que estás a salvo exclamó con alivio y volvió abrazarme.

—Ruth, baja para cenar. —La voz de mi madre me sacó de mi trance.

Mi mamá preparó su especialidad: comida congelada. Todo se mantuvo en silencio hasta que ella rompió el silencio: —Pase a la escuela por tus cosas. Aquí está tu celular.

—Gracias —le dije. Pude notar que mi celular estaba apagado, seguramente se había quedado sin batería.

—Ruth, todo esto debe ser terrible para ti —comentó mi madre acercando su silla a la mía—. Si quieres un hombro para llorar o simplemente alguien que te escuche, sabes que cuentas conmigo para lo que necesites.

—Gracias —Separaba los chícharos del resto de la comida. Nunca me gustaron.

Después volvimos al silencio, hasta que el sonido de la televisión captó la atención de mi madre —Mira están diciendo algo —dijo señalando al televisor. —Sube el volumen —me pidió.

AYER LE INFORMAMOS DEL TRÁGICO TIROTEO OCURRIDO EN EL INSTITUTO COLUMBUS. LAS AUTORIDADES HAN DADO A CONOCER MÁS DETALLES. SE SABE QUE AL MOMENTO HAN FALLECIDO CUATRO PERSONAS, DOS ESTUDIANTES Y DOS PROFESORES; UNA PERSONA MÁS SE ENCUENTRA HERIDA DE GRAVEDAD. EL JOVEN QUIEN COMETIÓ ESTOS TERRIBLES ACTOS, SE QUITÓ LA VIDA.

—Elton —Un nudo se formó en mi garganta al enterarme que mi amigo se había suicidado.

—¿En serio conocías al chico que lo hizo? —preguntó, tomándome de imprevisto.

—Sí —contesté, mientras mantenía la vista sobre mi plato—. Una vez vino aquí.

Mi madre se quedó mirando a la nada haciendo memoria —Claro, ya lo recuerdo —exclamó al tiempo que chasqueaba los dedos—. Se veía buen chico —dijo con un dejo de desilusión.

Asentí.

—Ay, linda que todo esto haya ocurrido en tu escuela y que haya sido precisamente tu amigo el perpetrador, debe ser muy agobiante —exhaló con pesadez—. ¿No quieres que llame a tu psicóloga?

—No, puedo sobrellevarlo —la interrumpí—. De todas maneras, no es la primera vez.

—Ruth...

—Ya no tengo apetito —musité por lo bajo moviendo el plato a un costado.

—Pero apenas tocaste tu comida.

—Lo siento —Me levanté de la silla—. Iré a darme un baño.

—Espera Ruth —me detuvo mi madre y corrió a abrazarme. Me encantaba su olor a perfume y la calidez de sus brazos—. Te quiero, hija.

Mientras llenaba la tina del baño pensaba en las cinco personas que murieron, un sentimiento de angustia me invadía, después de todo eran personas que conocía, aunque no sabía quienes habían muerto con exactitud, por lo que, se me ocurrió revisar las redes sociales para averiguarlo. En la página web de la escuela, habían publicado una postal de condolencias con los nombres de los fallecidos, decía algo así:

EL INSTITUTO COLUMBUS LAMENTA EL FALLECIMIENTO DE:

Charlie Woodham,

Miranda Butler,

Elton Ramsey,

El profesor Jacob Miller, y

El profesor Bill Graham

NUESTRO MÁS SENTIDO PÉSAME PARA SUS FAMILIARES Y AMIGOS.

EN PAZ DESCANSEN

Cuando encendí mi teléfono, descubrí que tenía muchas llamadas perdidas de mi madre y de mi padre, también recibí muchas notificaciones de mis redes sociales, pero solo revisé las más recientes. La última fue una publicación de Lisa Lane, quien solicitaba donadores de sangre tipo O negativo para su novio, Derek. Derek era el mejor amigo de Charlie, su mano derecha y su cómplice, y al igual que Charlie, me detestaba. Yo era O negativo, y sabía que ese tipo de sangre era poco común. No me importaba donarle un poco de sangre a Derek, aunque estoy segura de que él la rechazaría solo por ser mía, a veces era muy orgulloso. Aun así, iría al hospital.

También ví que Lukas había posteado un bello mensaje dedicado a Charlie acompañado de una foto de cuando eran niños. Además, publicó un mensaje para invitar a quienes quisieran asistir al funeral de su hermano para despedirlo, la información decía que la ceremonia sería mañana al mediodía, en el templo de Los Últimos Santos. Pese a que Charlie no me agradaba, y que nunca había cruzado más de dos palabras con Lukas, decidí que mañana iría a su funeral.

Me sumergí en la tina hasta que mis dedos se arrugaron, quería diluirme, fluir...

Si lloraba nadie se daría cuenta.

──❀•❀──

 Después de bañarme, bajé a la cocina por un vaso de leche, no podía dormir, así que pensé que eso me ayudaría.

Apenas me dirigía a la cocina, cuando vislumbré la sombra de una figura alta y esbelta en la sala, me asomé y vi que era mi padre. Él es un hombre serio e inteligente, alto con su rostro enmarcado de arrugas y su cabello era una mezcla de cañas grises y blancas, evidenciando que pasaba de los cincuenta. Era más viejo que mi madre, casi diez años mayor. Él tenía un prestigioso bufete de abogados, y solía viajar con frecuencia, por esa razón, mi padre no estaba en la ciudad cuando ocurrió todo.

—Llegaste antes —le dije extrañada.

—Sí, quería ver cómo estaba todo —dijo soltando un suspiro —Ruth, ¿Cómo te sientes? —preguntó un tanto intranquilo.

—No lo sé, estoy procesándolo —admití.

—Debe ser muy abrumador —habló como si hubiera leído mi mente. Abrumada, así me sentía.

—Dejame abrazarte —extendió sus brazos hacia a mí y yo hundí mi cabeza en su pecho, él me abrazó dándome palmaditas en la espalda.

—Geoffrey, llegaste —exclamó mi madre, y al oírla mi padre rompió el abrazo.

Una sonrisa se dibujó en su rostro al verla, mi madre le respondió con una enorme sonrisa. Me encanta como se miran mis padres, como se sonríen, como se dicen tanto sin hablar, como se aman.

—Jackie —profirió mi padre y ella corrió a abrazarlo.

—Pensé que volverías hasta mañana —habló con cierta extrañeza.

—Sí, pero después de lo que me contaste por teléfono, quería estar con ustedes lo más pronto posible —mencionó. Mi padre es un hombre ocupado, su buffet representa a una compañías mas importantes de cosméticos del país, viaja mucho a New York donde se encuentra la matriz.  

—Fue terrible, no me imagino lo que deben estar sufriendo sus familias —expresó mi madre.

—La manera en que fueron asesinados fue terrible —comentó mi padre.

En ese momento dejé de prestar atención a la conversación y me abstraje en mis pensamientos. Ellos no murieron; no murieron a causa de una enfermedad mortal, no fue en un incendio ni en un accidente de auto. Fue en ese momento en que verdaderamente fui consciente de lo que había pasado, ellos no murieron, Elton los mató. A ellos los asesinaron.

—¿Ruth? —Escuché que decían mi nombre— ¡Ruth!

Eran mis padres, sus voces me sacaron de mis pensamientos.

—Mañana iré a un funeral —solté sin más.

—¿Qué?, ¿de quién? —preguntaron los dos al mismo tiempo.

—Charlie, el hijo mayor de los Woodham —Hice énfasis al mencionar su apellido porque mi madre conocía a la madre de Charlie. Ellas asistían al mismo club, no eran amigas, pero se trataban con cordialidad.

—¿De Lucy Woodham? —Asentí, después de que mi madre lo recalcara, y ella se llevó las manos a la boca con asombró.

—¿Era tu amigo? —preguntó mi padre alzando una ceja.

—No, pero me gustaría ir a despedirlo —dije no muy convencida de mis palabras porque ni siquiera yo estaba del todo segura de las razones por las que quería ir al funeral, Charlie y yo no nos llevábamos bien, nada.

—Podríamos acompañarte para darle nuestras condolencias a su familia —Sugirió mi padre.

—Sí —afirmó mi madre—, no puedo dimensionar la tristeza que ha de estar viviendo la familia de ese chico, sus padres, no es natural que los padres entierren a sus hijos...

Mi padre abrazó a mi madre, quien estaba al borde de las lágrimas.

—Pero antes de ir al funeral, me gustaría ir al hospital.

—¿Te sientes mal? —me preguntó mi madre y pasó su mano por mi frente para revisar mi temperatura. 

—No, es un compañero que está hospitalizado —aclaré—. El chico que sobrevivió.

—¿Cómo se encuentra? —Inquirió mi madre.

—Grave, y necesita donadores de sangre —expliqué—. Yo estaba pensando en ir a donarle.

Mi padre negó con la cabeza —Será mejor que lo hagamos nosotros —señaló.

—Pero ustedes no son compatibles, debe ser sangre O negativo —Argumenté. 

—Tú no puedes donar, eres menor de edad —explicó mi padre con seriedad. 

—No lo sabía —Admití con cierta vergüenza.

—Necesitas nuestro consentimiento para donar.

—¿Entonces? ¿Sí puedo? —pregunté.

­­­­Mi padre volvió a ver a mi madre como buscando una respuesta, soltó un suspiro de resignación y dijo: —Mañana, por la mañana yo te acompañaré al hospital —Mi padre volteó a ver a mi madre buscando su aprobación y continuó —Después todos nos vamos al funeral.

—Ahora ve a dormir —me indicó mi madre y me dio un beso en la frente—. Mañana será un largo día.

—Buenas noches —les dije haciendo un ademán con la mano.

—Anda ve a descansar. 

Subí a mi recamara, apagué la luz y me dispuse a dormir.

Supongo que esta es la despedida dijo Elton mientras soltaba su abrazo.

Puse mi mano en su mejilla, para acariciarla y me despedí Adiós, Elton Le di la espalda y comencé a caminar alejándome de él.

Detuve mi caminar y giré para observarlo una última vez más, para guardar su imagen. Pero lo ví, sosteniendo su arma con ambas manos, apuntándome con su arma como si quisiera dispararme directo en la cabeza. Me quedé inmóvil.

Cuando me miró, soltó una carcajada. No entendía porque Elton se reía como si fuera una broma muy graciosa, reía casi hasta quedar sin aire, pero no dejaba de apuntarme.

Parecía Elton, pero en su rostro se veía la marca de la muerte, sabía que quería matarme. En ese momento, mis piernas respondieron, me di la vuelta y corrí a prisa.

Escuché un disparo a mis espaldas y caí al suelo.

Abrí mis ojos de golpe, e inexplicablemente ya no estaba en el instituto, sino en mi recamara. Me llevé las manos al pecho y sentí mi corazón acelerado, pero estaba bien, solo tenía la respiración un poco agitada. Suspiré y me sentí aliviada de que solo fue una pesadilla.

La recamara estaba levemente iluminada por la luz de la calle y no podía ver con claridad, pero entonces, la luz de un coche que pasaba iluminó un rincón, en donde estaba el cuerpo de inerte de Elton sobre un charco de sangre, con la marca de un disparo en la frente.

Desperté, tomé mi celular para encender la linterna y revisar si todo estaba en orden, quería comprobar si había visto bien, pero ya no estaba la mancha de sangre ni el cuerpo de Elton. Todo había sido producto de mi imaginación.

Traté de dormir, pero no podía dejar de pensar en lo que había soñado, y en lo mucho que los sueños pueden parecerse a la realidad.

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