Capítulo IV: "Pesadillas"

Las pesadillas están destinadas a regresar, siempre.
Pueden ser vencidas, incluso aceptadas, pero lo que no está dentro de las capacidades del ser humano es poder destruirlas.
El miedo puede limitarse, pero nunca rechazarse por completo. Y Nostradamus lo había experimentado por su propia cuenta.

Nunca le había gustado estar solo; era un terror visceral y enfermizo que lo desgarraba y hacía que su alma se retorciera de dolor. Terror que, sin embargo, para bien o para mal, no se había materializado del todo.
Durante su vida había perdido a muchas personas por culpa de la peste, las calumnias, la envidia, pero al menos una persona siempre había estado a su lado en los momentos difíciles.

Pero ahora... ¿por qué sentía que todo era diferente? ¿Por qué sentía que perder a Odín sería su perdición?

-Estas malditas premoniciones ya no me dejan en paz...- miró inseguro hacia la puerta frente a él. Era gigante, inquietante y representaba figuras que no podía distinguir ni atribuir una identidad.
A diferencia de la última premonición que volvía constantemente para atormentarlo, - la ambición de Odín de matarlo era un sufrimiento atroz, el graznido de los cuervos a veces resonaba dentro de sus huesos - en ésta sintió que tenía mayor libertad y cierto control de su cuerpo.

Todo a su alrededor estaba sombrío. La tenue luz de un par de candelabros no le permitió examinar con más atención la puerta que estaba justo frente a él.

No había más caminos.
Y no había ningún guardia, ningún dios. No había ningún otro ser vivo además de él.

-¿Qué se supone que significa eso?-

Nostradamus deambulaba por allí, sin rumbo fijo. En parte quería esperar a que sucediera algo, pero su impaciencia y su instinto de conservación le decían que tal vez sería mejor actuar con rapidez si no quería recibir alguna sorpresa desagradable e inesperada.

Deambuló durante interminables minutos y luego interrumpió su breve e inconclusa búsqueda.

Alguien no quería sacarlo de allí, mantenerlo separado de Odín.

De sus labios salió una risa que él mismo calificó de inquietante.
Después de todo, estaba cansado de sentirse mal.
Destruir esa puerta y eliminar esas angustias de su camino de una vez por todas era la única alternativa posible que consideraba posible.

No tardó mucho.

Se rió y disfrutó de la destrucción que había creado; pequeños trozos de mármol precioso caían cerca de sus pies, y ver las figuras borrosas con los rostros deformes y arañados le causaba un placer enfermizo.

Ahora se sentía mucho mejor, su mente y su corazón ya no se sentían tan pesados.

Levantó la vista y cerró los ojos, dejando que su ansiedad reprimida flotara en ese lugar olvidado de Dios.
Aunque su risa no daba señales de detenerse, una pequeña lágrima intentó rodar por su mejilla y hacerle finalmente consciente del malestar que lo consumía.

Q̶u̶e̶r̶ía̶ v̶o̶l̶v̶e̶r̶ a̶ c̶a̶s̶a̶

Si Muninn y Huginn lo hubieran visto en esa condición, seguramente habrían gritado de miedo.

¿Y Odín? Qué se habría preguntado? Qué habría hecho? Sin mucho sarcasmo, el a menudo le recordaba que carecía de la capacidad de no hacer cosas estúpidas, pero en esa ocasión tal vez realmente le habría dicho eso-

Un fuerte ruido lo hizo saltar.
Nostradamus dejó de reír.

"¿Y ahora qué diablos se supone que va a pasar?"

Lo que quedaba de la puerta desapareció repentinamente, y el pequeño profeta tuvo que taparse los ojos con un brazo cuando una luz fuerte y oscura cayó sobre él.
Cegadora y sin piedad, la entrada a la puerta se había abierto. En el interior se podían ver pequeñas esferas danzantes, una extraña demostración de poder rúnico que se había puesto en acción. Se podían escuchar gritos horribles e inhumanos provenientes del interior, y Nostradamus creyó seriamente que acababa de destruir las puertas del Infierno.

-Tengo que salir de aquí.-

Por una vez, la curiosidad había dado paso a la vacilación, al miedo de tener que perder algo que creía demasiado valioso.

Sin embargo, sus piernas no tenían intención de cooperar adecuadamente.

Nostradamus apenas murmuró unas palabras cuando empezó a vislumbrar al dios que tanto amaba en medio de aquel halo de pura y maldita oscuridad.
No recibía su mirada, de hecho ni siquiera le molestaba en absoluto; estaba de espaldas y su brazo derecho ligeramente adelantado, como si estuviera a punto de agarrar algo.

-¿Odín?- Nostradamus dio un paso adelante, su corazón latía con fuerza.

-¿Tu sed de curiosidad te lleva a este punto?- su voz era extraña, sonaba ronca y enfermiza. Sólo más tarde Nostradamus, asombrado, se dio cuenta de que Odín agarraba con fuerza el cuello frío y pálido de Brunhilde, privada de su último aliento vital.

-No quería destruir nada.- se justificó inmediatamente, sintiendo que el otro lo acusaba de haber cometido un error irremediablemente estúpido: -Pero no pude soportarlo más. Tenía miedo de volverme loco.-

-¿Has dejado que tus miedos se apoderen de ti? Tú que con tus poderes te enorgulleces tanto de ser diferente a los demás humanos?-

-Ay, perdóname si no soy perfecto como tú.- decidió responder, siguiendo sólo su evidente nerviosismo. Incluso en momentos de peligro o perplejidad Nostradamus era incapaz de mantener la boca cerrada.

Su comentario pero no provocó ninguna reacción por parte del dios nórdico, que prefirió quedarse quieto donde estaba.

-¿¡Puedo saber qué te pasa!?- Nostradamus fue quien intentó acercarse, dispuesto a dejar a un lado su orgullo para hacerse notar.

O̶d̶i̶a̶b̶a̶ s̶e̶r̶ i̶g̶n̶o̶r̶a̶d̶o̶

-El Ragnarok, el Renacimiento. ¿Sabes el verdadero significado, Michel?-

Nostradamus lo miró fijamente durante un rato.

-¿No es el fin del mundo?- no quería ser visto en ese estado, pero era imposible no estar nervioso. Odín actuaba de forma extraña y los gritos de los condenados se hacían más fuertes cada vez que decidía dar un paso adelante.

-Es mucho más que eso. Es el origen de un Nuevo Mundo, de una Nueva Era. Esta es su verdadera definición.-

Odín ahora había comenzado a moverse.
Había arrojado el cuerpo de Brunhilde detrás de él como si fuera una insignificante muñeca de porcelana y se había dado la vuelta.
Su rostro estaba cubierto por largos mechones de cabello oscuro y un aura imponente y contundente lo envolvía.

En otra ocasión Nostradamus habría estado encantado, pero ésta no era otra ocasión.
Todos sus instintos le decían que huyera lo más lejos posible y no mirara atrás por nada del mundo.

-Nunca me habías contado sobre eso.- y quizás este conocimiento le dolió aún más.

Sintió los dedos fríos de Odín acariciando insistentemente su mejilla derecha, donde estaba el paso de la pequeña lágrima que había prevalecido y escapado del control de su párpado.
La mano se movió hasta llegar a su cabello, el cual el dios comenzó a acariciar. El movimiento de los dedos era lento y calculador, era imposible no darse cuenta.

-El Arché pronto regresará.-

Los gritos de los condenados se volvieron casi insoportables. Escuchó una voz que intentaba surgir de esos siniestros gritos, pero las palabras pronunciadas eran difíciles de entender.

El rostro de Odín se torció en una expresión delirante, llena de locura y maldad. Su sonrisa cruel era mucho peor que los incesantes gritos que, paradójicamente, entretanto se desvanecieron en un segundo plano. Su aura se extendía a su alrededor como una manta asfixiante, emitiendo demasiado calor y sin permitirle respirar con regularidad.
También se sintió envuelto en ese invisible y despiadado abrazo.

Odín lo abrazó con fuerza y ​​lo miró directamente a los ojos, con la intención de darle una orden inexorable.
Su verdadero carácter había surgido.

-Y tú te quedarás a mi lado, ¿verdad Michel?-

El mayor profeta de todos los siglos no supo qué decir. No tenía fuerzas para mover los labios, para expresar toda su perplejidad.

S̶ól̶o̶ s̶a̶b̶ía̶ q̶u̶e̶ n̶o̶ q̶u̶e̶r̶ía̶ s̶e̶r̶ a̶b̶a̶n̶d̶o̶n̶a̶d̶o̶.

-...oso.- pudo oír a lo lejos que alguien lo llamaba asiduamente. El rostro retorcido de Odín, junto con el oscuro pasaje circundante, se disipó en la nada.
Una luz comenzaba a aparecer pero era difícil determinar de dónde venía.

-...mocoso...-

"Ah, estoy volviendo a la realidad." Nostradamus se sintió más ligero: "Qué alivio."

-¡Oye mocoso, despierta!-

Pero no se sintió tan alegre cuando recibió algunos picotazos certeros en la cabeza.

-¡Ay! Mi pobre calavera!- se despertó sobresaltado, con todo el pelo despeinado.

Su cuerpo desnudo estaba envuelto en suaves mantas y su piel era impura, ya no de un blanco lechoso sino llena de signos de posesión que sugerían la noche de pasión que había tenido antes de quedarse dormido.
Nostradamus se sentó, apenas frotando el lugar donde había recibido los picotazos justo cuando Muninn tuvo la brillante idea de seguir picoteándolo si volvía a mostrar signos de cansancio.

-¡Para! Me darás dolor de cabeza!-

-¡Así que al menos decides levantarte a una hora decente, por una vez! Tienes idea de qué hora es? El sol salió hace más de cinco horas!-

-Agradeces a tu amo y su poco autocontrol.- replicó el francés, luchando por moverse libremente: -¡Durante el sexo su compostura flaquea drásticamente! Debiste haber visto como me...-

-¡No, no quiero saber los detalles!- Muninn se tapó los ojos con sus alas, profundamente avergonzado al imaginar lo que Nostradamus estaba a punto de decir: -¡Guárdalos para ti y levántate, por todos los dioses nórdicos!-

Una risa divertida se extendió por toda la habitación.
Nostradamus tardó un rato en levantarse y darse un baño rápido, todavía aturdido por la premonición -  ¿o la pesadilla? - que tuvo.
No quería decirle nada a nadie; guardarse todo para él parecía la decisión más adecuada. Tuvo que concentrarse y reflexionar sobre los diversos significados que podría tener esta revelación del futuro, pero no tenía fuerzas.
Entrar en la gigantesca bañera llena de agua caliente fue para él la prueba clara de que sí, lo que había visto no pertenecía al mundo real, pero a ello no se le podía atribuir un resultado positivo.
La pesadilla representaba una realidad inminente e incuestionable. En comparación, habría sido preferible un enemigo de carne y hueso.

-Si no te apuras Odin vendrá a buscarte.- evidentemente para Muninn decir "Odin se preocupará" era un hábito que aún debía consolidarse.

-Él me conoce, sabe que actúo como una princesa pretenciosa sólo porque disfruto haciéndolo esperar. No hay necesidad de apresurarse.-

Muninn se sentó en el borde de la bañera, examinando a Nostradamus inquisitivamente.

-¿Te sientes bien? Eres más extraño que ayer, y esto no es buena señal.-

-¿Te preocupas por mí, amiguito de mi corazón?~- intencionado a mojar su cabello como estaba, no notó el asentimiento instintivo que le dio Muninn.

-...justo estaba pensando en cómo han cambiado tantas cosas en mi vida.-

-En la práctica te has vuelto melancólico.-

-Soy un ser humano, ¡es normal que sea tan sentimental en ciertas épocas del año!-

-Tal vez entendí qué te pasa.- Muninn, que no había dado importancia al sentimentalismo proveniente de seres insignificantes como los humanos, en compañía de Nostradamus en cambio demostró ser bastante indulgente y dispuesto a brindarle opiniones. El agradecimiento hacia el pequeño profeta no podía ser quebrantado: -Estás enojado porque el Supremo Odín no esperó tu despertar.-

Nostradamus se encerró en un silencio protector, consolándose con el calor del agua que lo protegía del frío.
No es que Muninn estuviera completamente equivocado en su teoría, pero ciertamente no podía imaginar con qué emociones turbulentas estaba lidiando, qué había visto y qué catástrofes podrían suceder.
Las premoniciones a veces resultaban condenaciones indiscretas que debían permanecer lejos de los ojos inescrutables del mundo.

-Tendrá cosas más importantes que hacer, no puedo culparlo. Posponer compromisos para quedarse conmigo es una tarea ardua.- con un puchero que contradice completamente sus dichos, Nostradamus se giró lentamente hacia Muninn: -Por cierto, hay una cosa que también admito que no he hecho.-

-¿Ah sí? Y lo creo, con toda esta incesante procrastinación tuya sabía que tarde o temprano sucedería.- lo amonestó el cuervo, hinchando de orgullo su pecho emplumado: -¿Y? Qué querías hacer primero con tus molestas ideas?-

-¡Simplemente esto!-

Salpicaduras de agua lo mojaron a traición y Muninn soltó un grito estridente, amenazando con caer a la tina si no hubiera sido por la oportuna intervención del francés que, con las manos entrelazadas, evitó que se convirtiera en una variante de pollo asado.
Después de todo, le resultaría difícil tolerar el agua caliente.

Nostradamus se rió sin parar y con recién descubierto agradecimiento, señalándolo: -Deberías verte la cara, ¡es un verdadero puntazo!-

-T-Tú... ¡Te odio!- le graznó el cuervo, dispuesto a morir antes que admitir que sus bromas infantiles eran ciertamente más llevaderas que las crueldades creativas de Loki.

-¡Yo también te quiero!-

Y en medio de los gritos desesperados de Muninn, Nostradamus decidió afrontar el día sin arrepentimientos.
Durante el final de su baño y durante las continuas discusiones con Muninn, en más de una ocasión se había repetido a sí mismo que todo estaría bien, que cualquier cosa que pasara en el futuro no podría afectar esa nueva vida que había acogido con los brazos abiertos. Estaba decidido a no engañar al destino, sino a darle la bienvenida y afrontar sus consecuencias de frente, con un atisbo de arrogancia.
Nadie le impediría ser feliz.

-Loki no ha aparecido mucho últimamente. No te parece este comportamiento más extraño que el mío?- haciendo esa pregunta con recién encontrada serenidad, Nostradamus caminó por los vastos jardines en busca de Odín. Muninn, sentado sobre su hombro derecho, sólo pudo estar de acuerdo.

-Habrá encontrado alguna otra nueva víctima a la que atormentar. Siempre lo hace, el loco.-

-¡Mira, si se entera de que lo estás insultando en mi presencia nos matará!~- tarareando esa frase y siguiendo su camino inconsciente, no notó de inmediato la llegada de una tercera persona.
Los pasos eran tan precisos y silenciosos que era imposible notarlos de inmediato; Muninn sin embargo, exactamente como ya había sucedido una vez, posó sus ojillos rojos con enojo en la persona que se estaba tomando múltiples e intolerables libertades.

-¡Michel, camina y no mires hacia otro lado!-

-¿Y por qué?-

-¡No seas entrometido y escúchame!-

Fue pura casualidad que notara a Brunhilde quien, aunque se ganaba las miradas de odio de Muninn, nunca perdía la oportunidad de concentrarse en él.
Ya se habían visto una vez, pero la oportunidad de conversar con la valquiria se había desmoronado en sus manos. Y, sinceramente, Nostradamus no quería desperdiciar ese nuevo intento.
Odín no estaba allí y las furiosas advertencias de Muninn podrían haberse evitado fácilmente. Tenía que ser rápido y directo.

-¿Quieres contarme algo pero no encuentras el valor para hacerlo? Te entiendo.- Nostradamus adoptó una expresión seria, indescifrable: -Un futuro brutal caerá sobre ti, y no podrás hacer más que presenciar tu sufrimiento que se prepara para convertirse en polvo que caerá sobre todos tus seres queridos.-

Brunhilde alzó ligeramente una ceja, manteniendo un exterior frío que haría que cualquiera se sintiera incómodo y fuera de lugar.
Muninn, asombrado por las palabras que acababa de escuchar y olvidando el enfado que sentía, movió su ala derecha con incredulidad y sin entender.

-¿Qué estás inventando ahora? No es esta también una de tus bromas habituales?-

Muninn quería saber más, saber qué terrible final encontraría esa molesta valquiria. Su muerte le habría convenido a él, a Odín y al resto del panteón nórdico; Brunhilde era una calamidad que necesitaba ser pulverizada, deformada.
Esa posible profecía de Nostradamus no podía ignorarse ni desperdiciarse.

-He oído que la seriedad no es una cualidad que pertenezca al Joker de la humanidad.- sabiamente, Brunhilde consideró la pseudo profecía como una patética burla: -Es una pena ver cómo el talento que posees se desperdicia constantemente.-

-Eres realmente fría y desconfiada, estas no son las creencias adecuadas para dirigirle a un chico de corazón débil y sensible. Si sigues comportándote así me pondré a llorar!-

-No me interesa saber lo que sientes, Michel Nostradamus. Pero de una cosa estoy segura sobre ti.- Brunhilde pasó junto a él, formando en sus labios una sonrisa triunfante: -Tu franqueza me será de gran ayuda.-

Nostradamus se quedó inexpresivo.

-¿¡Ah!? Vuelve aquí! Qué querías realmente que entendiéramos, eh!? Si Odín se entera de toda esta insolencia tuya te dejará un mal recuerdo! No se puede hablar con su pareja con tanta desvergüenza! Quién crees que eres!?-

-Ignórala, Muninn. No tiene sentido insultarla o darle importancia si eso es lo que ella quiere. ¿Nunca has pensado que para ella el odio acumulado es fuente de inmenso triunfo?-

-Pero tú... ¿realmente predijiste su futuro?- Muninn estaba confundido y perdido. Por unos segundos había pensado que Nostradamus estaba aprovechando la situación para inventar algún juego de palabras estúpido o broma insignificante, pero en lugar de eso se le había ocurrido algo más jugoso.
Nostradamus predijo con frecuencia el futuro y no dijo una palabra al respecto, no como debería haberlo hecho.

Y Muninn no fue el único en darse cuenta.

-Responde a la pregunta, Michel.- Odín, que lo sabía todo y a quien nada se le podía negar, claramente exigía explicaciones: -¿Qué has ocultado a mi conocimiento intocable?-

"¿Por qué llegas a los momentos más difíciles? Se está convirtiendo en una persecución." el ojo dorado de Odín se encontró con los suyos, que reflejaban las intrigas del Universo: "Te amo pero no me mires así, viejo sabroso, me pones ansioso."

-Oscuridad de mis ojos y poco luminosa de mis días, noche clara que calienta mi-!-

-Michel.- un tono que no permitía réplicas y que quería ir directo al grano.

-Respóndeme.-

Una orden.

Esta vez Nostradamus tuvo cuidado de no exagerar con sus payasadas.

-Hace unos días tuve una pequeña premonición.- admitió, aunque no tenía intención de revelar que lo que había visto era parte del mal augurio que vivió esa misma noche: -No me sentí en el humor para investigar más a fondo.-

El francés notó que Odín no estaba enojado, al menos no directamente con él. Estaba esperando explicaciones, pero detrás de esa exigencia no estaba la molestia de no ser consciente de algo, la frustración de tener que filtrar el conocimiento a otra persona... ¿me equivoco o incluso Odín parecía satisfecho?

No había escuchado una respuesta, todavía no. Nostradamus había aprendido a escudriñar y aprender cada movimiento imperceptible de ese rostro pálido y estático, sabía reconocer la desaprobación del orgullo.
Y Odín, frente a él, estaba seguro. ¿Pero sobre qué exactamente?

-La matarás, Odín. Así me pareció a mí. La agarraste por el cuello y acabaste con su vida con un solo y fuerte movimiento de tu mano. No tenía escapatoria y no había nadie allí para salvarla.-

Recuerdos apresurados de la premonición viajaron por su mente y, para ahorrarse la tortura de volver a sentir emociones fuertes y negativas, prefirió recurrir a una estrategia, siempre que fuera efímera: anunciar una verdad a medias.

-Ella no dijo nada, sólo enfrentó su inexorable sentencia de muerte. Quería acercarme, pero pensé que no era una gran idea. Sabes, si me vuelvo demasiado consciente durante mis premoniciones, entonces se disuelven o se convierten en un conjunto de ideas confusas.-

-Tú que anhelas cada aspecto del futuro, espontáneamente te has negado a entrometerte.- Odín bajó y acercó su rostro, sus labios ya a unos centímetros de los de el: -Es un milagro.-

-¡No es un milagro, me veo obligado a simplemente observar! Y crees que esta malicia hacia mí es correcta?-

-Sí, si tu instinto de causar daños y catástrofes se extingue.-

Odín era hermoso - un ser místico y antiguo que le permitía encajar en su existencia milenaria. ¿Qué más podía pedir?
Tener a alguien tan prohibido cerca de él le hizo perder la cabeza y le recordó lo esencial que había resultado ser su deseo constante de alimentar sus curiosidades.

-Justo conmigo puedes permitirte aprovechar tu sarcasmo.- para suavizarlo y al no poder soportarlo más, Nostradamus rápidamente presionó sus labios contra los de el.
Sentir un brazo fuerte abrazándolo fue un gran consuelo.

Nostradamus no quería separarse de él, simplemente quería quedarse a su lado para siempre.
Aunque nunca había creído en los finales felices ni en los "para siempre", Nostradamus había cambiado su manera de ver las cosas.
Egoístamente crearía su propio futuro, un futuro ideal en el que podría aspirar a quedarse para siempre con Odín.

¿Habría desobedecido las leyes impuestas por el Universo? Probablemente. Pero por primera vez sintió que le estaba dando total importancia a su único presente.

-Quería decírtelo ahora mismo...- susurró entre sus labios, dándole otro beso más necesitado. Apenas tuvo que contenerse cuando se alejó de él, exigiendo más: -Pero odias a esa valquiria. Pensé que te gustaría el efecto sorpresa.-

-El deseo desesperado y pretencioso de sus besos fue bienvenido; Nostradamus gimió cuando su dios lo acercó a su boca por tercera vez con el objetivo de sentirlo aún más como de su propiedad.

-Tendrás que contarme todo lo que sabes. Más tarde.-

Odín quería ponerlo a él primero.
Nostradamus sintió mariposas en el estómago, y la necesidad de besarlo asiduamente y tener sexo con él hasta que sus cuerpos se cansaran.

Muninn, despertado de un pequeño momento de trance, emitió un graznido de sorpresa: -Supremo Odín, no quiero interrumpir vuestras... eh, prioridades, pero escuchar la versión completa de la profecía nos será útil!-

Y tenía razón, pero aún así lo ignoraron.
Porque los humanos son egoístas y se dejan llevar por impulsos pasionales, pero los dioses saben ser más exigentes. El deseo de Odín era significativamente mayor.

-Me hiciste esperar.- el iris dorado de Odín brilló intensamente. La alegría de tener a Nostradamus en sus brazos y saber de la derrota total de la Mayor de las Valquirias fue inexplicablemente transparente: -Tendrás que pagar por tu insolencia.-

-Si quieres castigarme, muy bien, puedes hacerlo.- Nostradamus inclinó intencionadamente su cabeza hacia un lado, para dejar al descubierto su ya reclamado cuello: -No tengo intención de dar marcha atrás.-

-No me estan escuchando!-

-Olvídalo, Muninn. Y vámonos de aquí.- Huginn voló junto al otro cuervo, quien estaba perplejo por el poder que Nostradamus tenía sobre Odín. Un poder poderoso y peligroso como la pasión que era imposible de contrarrestar, especialmente para una deidad.

-Estarán... ocupados por un tiempo.-

E incluso Huginn no pudo disimular cierta incomodidad.





Los crujidos de la cama se volvieron más fuertes, más insistentes y resonaban con la creciente lujuria que el humano y el dios disfrutaban con ferviente necesidad.

Tener la cara pegada a la almohada le hacía aún menos capaz de aferrarse al efímero fragmento de racionalidad que le quedaba. Michel quería que lo follaran, no necesitaba nada más.
Odín ni siquiera se escatimó en el sexo; sus movimientos eran rápidos, voraces y lo follaba con fuerza, concentrándose en el punto que más estimulaba los gritos del otro. Agarró sus caderas con necesidad y movió su miembro hacia adelante y hacia atrás, disfrutando del placer que aumentaba constantemente.

-¿Te gusta lo que sientes, Michel?-

Y aumentó la dosis, consciente del enorme poder que ejercía.

-Eres divino en todos los sentidos...- con los ojos líquidos de lujuria, aunque su posición no le permitía mirarlo, Michel sonrió mientras las embestidas aumentaban, apenas conteniendo sus gemidos. Unas gotas de sudor hicieron que su piel se nacarara: -¿Pero qué pasa si la próxima vez te digo que no...?~-

Normalmente, desafiar a un dios significaba afrontar el sufrimiento más inhumano. Los dioses tenían un orgullo que respetar y mantener, un orgullo visceral que aumentaba durante las noches de sexo salvaje como la que estaban viviendo en primera persona.
Y si ese orgullo fuera desafiado en momentos tan delicados, las consecuencias para alguien valiente sólo podrían ser una ambición enfermiza.

Odín se detuvo, y Nostradamus gimió al sentirlo alejarse de él, privándolo de su calor y haciéndole sentir un frío repentino e insoportable.

-Un "no" no sería una respuesta que me dejara satisfecho.- estaba claro que Odín apenas se contenía para volver a follarlo, pero prefirió primero burlarse de él y reiterarle cuál era el orden de las cosas.

-¿Ya no te diviertes?-

-Eres... verdaderamente un imbécil cuando quieres serlo.- vulgar e instintivo; Michel no era tan diferente. El orgullo guió sus palabras, la lujuria los gestos repentinos de su cuerpo. Se giró lentamente hacia él y sus ojos brillaron como un mar de estrellas incesantes.
Unos segundos más, y Odín se habría ahogado en la mística y poderosa luminosidad de esos ojos demasiado claros para ser humanos.

Odín dejó escapar una risita inesperada que hizo que el corazón perdidamente enamorado del humano debajo de él saltara.

Michel lo amaba demasiado, lo deseaba con cada fibra de su ser.
Odín era su hogar, el único que podía permitirse el lujo de anticipar sus movimientos y analizar su compleja y esquiva personalidad. El único que se había molestado en considerarlo.

-Y te amo.-

El ojo dorado del dios nórdico brilló intensamente ante tan sincera e incuestionable declaración.
Le dedicó una caricia al hermoso rostro juvenil y luego le dio un beso en sus labios rosados. Un beso que empezó inocente, que acogió a los dos amantes en una burbuja de confortables efusiones, y que rápidamente se convirtió en una batalla de deseos indescriptibles y febriles.

Odín acercó con fuerza el cuerpo de Michel a él, teniendo un claro dominio sobre una larga y húmeda danza de lenguas que estaba a punto de tener un ganador definitivo.
Aprovechando la falta de concentración de Michel, totalmente abrumado por esa nueva concesión de atención, Odín volvió a entrar en él con una estocada seca y dirigida que lo hizo gemir fuertemente dentro de sus bocas.
Empezó a empujar, encontrando el ritmo despiadado y perdido.

Lleno de éxtasis, el profeta rodeó su vientre con sus piernas, invitándolo y animándolo a no tener piedad de su cuerpo.

-Eres mío. Sólo mío.-

Una ráfaga de embestidas hizo llorar de placer a Michel. Poco a poco estaba alcanzando su punto máximo.

-¡Sí!- no tuvo ganas de contradecirlo, porque era la verdad. Él era y sería siempre sólo suyo: -¡Soy tuyo!-

Michel gimió de placer, arqueó la espalda y clavó sus uñas en la espalda de Odín, incapaz de no pensar en otra cosa que el perverso y sincero bienestar que el sexo era capaz de otorgarle.

-Odín...- murmuró su nombre con devota evocación, dejándose follar y sintiendo escalofríos de placer recorrer su cuerpo. Acercó su mano a su miembro y comenzó a masturbarse, perdiendo el control por completo.

Aquella visión pareció aumentar el deseo de Odín y él a su vez aumentó aún más sus embestidas, soltando algunos gruñidos y perdiendo su característica compostura.

-A-Ah... no pensé que te gustara tanto verme a-así...- un fuerte empujón le hizo girar los ojos hacia arriba de placer: -¡Sí! Así! No te contengas-!~-

El placer era demasiado y quería más.
Sintió que estaba a punto de correrse, pero era obvio que Odín no lo permitiría tan fácilmente, y su típica y morbosa curiosidad le sugirió que su dios seguramente encontraría una manera egoísta de no interrumpir su pecaminosa relación.
El le tomó la mano y le impidió terminar su masturbación, besándolo inmediatamente después para evitar escuchar quejas a cambio.

Para Michel ahora el futuro, Brunhilde, la profecía, la puerta... nada de esto tenía ningún valor. Su mente ya no estaba pesada y volvió a seguir sus instintos.

Su fragilidad como ser humano no le permitía mostrarse indiferente o impasible, pero sí podía permitirle exigir, una y otra vez, sin parar. Exigir que las manos que tocaron su cuerpo nunca dejaran de hacerlo, que los besos ardientes que recibió se multiplicaran y que esa noche de sexo se hiciera más larga o directamente interminable.
Deseaba - no, quería - que Odín le dijera constantemente que lo amaba, que no impediría que nada ni nadie los separara.
Quería que lo tranquilizara indirectamente.

Pero no era cierto que Odín no supiera amar; se lo había demostrado a menudo, en privado y en público, y Michel desafiaba a cualquiera a negar la evidencia.
El siempre le decía "te amo", respetando su propia naturaleza divina y profundamente perfecta; se lo demostró con un atisbo de sonrisa, con sus dedos acariciando su cabello, con aguantando sus bromas exageradas y sus abrazos repentinos. Y se lo demostró manteniéndolo constantemente cerca de él, reiterándole que era exclusivamente suyo y de nadie más.

Comparado con un niño que debe aprender a gestionar sus emociones, no era tan diferente, y esa certeza despertó cierta ternura en Nostradamus.
Si Odín se había enamorado y tenía que entender cómo vivir con ese fuerte sentimiento, Michel se sentía como un mar tormentoso.
Se sintió profundamente vivo.

-¡Odín!- repitió su nombre, exhausto. Ya había llegado al límite: -¡Yo...-!-

Se le cortó la respiración cuando sintió que el semen de Odin lo llenaba. Él se corrió a su vez, apenas reprimiendo un gran gemido mientras su pecho subía y bajaba frenéticamente, recuperando el aliento.
Su visión se volvió borrosa, las fuertes emociones que sentía debieron ser la causa principal, pero no duró mucho. Se acurrucó en el pecho de Odin después de verlo colapsar en la cama.
Permanecieron así durante vagos minutos, con las piernas entrelazadas.

A diferencia de él, que parecía como si un tren acabara de atropellarlo varias veces, Odin estaba anormalmente inmaculado; su vientre estaba manchado de semen, pero nada más estaba fuera de lugar. Su largo cabello negro estaba ordenado y muy pocas gotas de sudor aparecían en su piel.
Deidad o no, tenía una resistencia absurda.

-Tuvimos sexo durante más de dos horas sin interrupciones... podemos considerarlo una gran victoria.- Michel se rió entre dientes, aunque todas las otras veces que habían sido interrumpidos se había mostrado particularmente impaciente y molesto.

-¿Quién dijo alguna vez que habíamos terminado?-

Michel se levantó y se alejó un poco de su pecho para mirarlo a la cara, quedando encantado con esa sonrisa que sólo a él se le podía conceder.

-Oooh, eres ambicioso, me gustas!- tarareó, tomando un largo mechón de su cabello y comenzando a jugar con él con su dedo índice: -Pero tú eres el dios más importante del panteón nórdico. ¿No deberías tener deberes que respetar?- le preguntó con falsa ingenuidad, esperando recibir una respuesta interesante y amable.

-Esto también es parte de mis deberes.- Odín pasó sus dedos por su espalda, sintiendo al otro temblar de placer ante su toque.

-¿Follarme y recordarme cada vez que soy tuyo es parte de tus deberes?-

Odín dejó escapar una risa baja y espontánea.

-Pensé que era obvio, Michel.-

-Lo siento mucho si no lo entendí de inmediato. Prometo que la próxima vez no me permitiré hacerle preguntas tan obvias al Supremo Odin, por-.-

Interrumpirlo se había convertido en un mal hábito. O un hábito agradable.
No fue un beso en los labios y apasionado, sino un beso en la frente tan inesperado que impidió al francés volver a hablar.

-¿Qué estás haciendo?- los ojos de Michel brillaban más que naturales y sus mejillas se habían puesto rojas al sentir que su corazón comenzaba a latir nuevamente.

-Debes haberme tomado en gran consideración si desencadeno en ti estas emociones con un simple beso.-

-¿Aún lo dudas?- se sintió casi vulnerable, pillado con las manos en la masa. Sabía que Odín sentía los furiosos latidos de su corazón, era imposible no sentirlo.
Y si ese detalle no podía quedar disimulado, ¿por qué no dejarlo más claro?

Con la audacia que lo diferenciaba de la multitud, se separó de su abrazo y se sentó encima de su vientre.
Suspiró cuando su desnudez entró en contacto directo con la piel de Odín, que se puso rígida debajo de él.

-Me obligas a tener que aclarar tus ideas a fondo.-

Los iris azules y estrellados volvieron a ser lujuriosos sin vergüenza alguna.
Y en cuanto empezó a frotarse contra él, fue consciente de que sus gemidos y los crujidos de la cama volverían a invadir la habitación durante al menos un par de horas más.

Michel se sentía agotado después de haber consumido esa pasión sin parar y sin ponerse límites, pero había valido la pena.
Sentirse abrazado por esos fuertes brazos lo hacía sentir tranquilo, admirar cómo esos largos cabellos negros se hacían uno con las mantas que cubrían sus cuerpos le hacían sonreír espontáneamente, y ver cómo ese ojo dorado lo contemplaba como si se aferrara con fuerza el más maravilloso de todos los diamantes lo hacía sentir especial, lleno de amor e importancia.

-Mi cuerpo entero duele. Debes asumir tus responsabilidades.-

-Eso no fue lo que dijiste cuando te sometiste a mi voluntad.-

-¡Deja de fingir que soy el único pervertido aquí, y deja de reírte en mi cara!-

Odín sonrió, espontáneamente, y aunque Michel se enfurruñó para parecer indignado y ofendido, se sintió feliz al darse cuenta definitivamente de que nadie más que él podría haber recibido esas sonrisas tan genuinas.
Loki y Thor no habían obtenido ese privilegio durante sus largas existencias, privilegio que había estado destinado al niño más caótico de toda la raza humana.

-Lo digo en serio. Ya es mucho si tengo que pensar en esos idiotas que me miran con desprecio.-

-¿A quién te refieres?-

El control se hizo más férreo, las sonrisas y las actitudes bromistas quedaron olvidadas.

Michel se dio cuenta de que había sido demasiado sincero.

No era un dios y no llegaría a serlo. Pero estaba claro que cualquiera que lo negara o se volviera contra él tendría un final malo y lamentable.
Una muerte violenta habría sido poco consuelo en comparación con la muestra de crueldad que Odín podía otorgar.

-No pongas esa cara, no me refería a nadie en particular.-

-¿Hay múltiples deidades perturbando tu paz? Di sus nombres.-

Todos sus esfuerzos habían sido prácticamente inútiles.
Michel definitivamente no quería estar en el lugar de aquellos pobres que podrían haber corrido el riesgo de subir un sufrimiento despiadado.

-No los recuerdo. Pero...- quiso terminar ahí la conversación, pero la mirada penetrante de Odín se lo puso difícil: -Durante las ceremonias están en grupo. ¿Sabes lo que yo llamo "El trío cursi"? Son ellos. A Loki tampoco le gustan mucho. Increíble pero es la verdad.-

-Debiste habérmelo dicho antes.- no fue un reproche. Era una caricia cruel, un mensaje de muerte anunciado, en contraste con la mano que había empezado a acariciarle el cabello como era de costumbre.

-No trames planes de venganza, no lo necesito.- sabía que los tres dioses mencionados no ocupaban roles importantes e irremplazables, y sabía que pagar por los pecados cometidos era la voluntad de hierro del karma que no podía ser discutido, sin embargo, ver a Odín tomando medidas solo para él, para protegerlo, lo hizo sentir... ¿culpable también?

-No debes ocultarme ciertos hechos. Debes hablarme con la misma vivacidad frecuente con que me cuentas tus chistes o cómo pasas tus días.-

-¿Por qué tengo la sensación de que esto no es un pedido cualquiera?- se quejó el, para luego acercarse a su rostro para besarle la mejilla. Primero una vez, luego dos y tres veces seguidas: -Cuando esos tres me vuelvan a molestar te lo haré saber. Pero yo también les hice pasar un mal rato. Durante la ceremonia de Thor hace unas lunas escondí el picante más intolerable que existe dentro de sus rebanadas de carne. ¡Deberías haber visto sus caras! Eran tan divertidos!-

Odín se suavizó y Michel pudo sentirlo en su aflojamiento y en su aura furiosa que había dejado de envolverlos.
La presión que emanaba de esa fuerza monstruosa se había vuelto tan habitual para Michel que ni siquiera lo había notado.

-Te divertiste mucho.-

-¡Sí! Y deberías haber visto las caras de los demás invitados. Todos se llenaron de orgullo cuando sin previo aviso...-

Y habló durante incontables minutos de sus travesuras y de sus breves, no muy heroicas, hazañas.
Él permaneció abrazado con fuerza en sus brazos en la oscuridad de la noche, la única luz tenue de la luna iluminaba sus rostros.
Se sintió libre de expresar todas sus emociones, de hacerlo partícipe de sus interminables discursos.

Michel era la estrella del firmamento, la esperanza de obtener un conocimiento infinito sin estar incompleto. Estaba destinado a brillar más que los demás, y Odín quería que ese brillo le perteneciera para siempre.
Estaba dispuesto a aniquilar toda la Creación, pero esa luz nunca debería haber dejado de brillar.
Era sólo suyo. Era legítimamente suyo.

-Te amo.- repitió el profeta cuando sus párpados se volvieron pesados ​​después de una charla agotadora.

Y Odín, moviendo sus labios en un débil susurro, se dio cuenta de que él también había expresado el fuerte sentimiento que los unía.

Sólo la luna fue testigo de ello.



-Tú y el viejo os estáis divirtiendo más de lo normal en estos días. ¿No crees que estás exagerando un poco?~-

Nostradamus se sentó y, mientras tanto, los sirvientes sirvieron una gran variedad de platos.

...aperitivo, embutidos y quesos curados, pollo, cordero, ensalada, postre de chocolate y fresas...

Los sirvientes intentaron reventarlos como globos desde el principio, no había otras explicaciones plausibles.

-¿Qué se esconde detrás de esta elaborada pregunta?- pronunció sin corazón, comenzando a llenar su plato con las primeras delicias que había visto.

-¡El comienzo de una gran tortura!~-

Nostradamus mordió una pequeña rebanada de queso, intentando digerir lo que había oído.
No debería haberse sorprendido por las tonterías que Loki le estaba metiendo en la cabeza, todavía sentía que esa exclamación no era una coincidencia.

-¿Has torturado a alguien hasta la muerte?- no se molestó en parecer desinteresado. No quería hablar de tortura justo cuando empezaba a llenarse el estómago, esperando ansiosamente la llegada de Odín.
Él y Thor estaban desaparecidos, y la perspectiva de permanecer en compañía de Loki no era atractiva.

-¡Yo no, pero nuestro más querido Odín sí!~-

Totalmente desconcertado, Nostradamus concedió a Loki un asombro particular.

Odín era un dios frío y calculador que, si te interponías en su camino, no dudaría en eliminarte con un golpe de su lanza, Gungnir. Y en algunos casos la lanza ni siquiera le habría servido, su monstruosa fuerza era suficiente para matar a alguien, pero ese no era el punto.
Si tenía que eliminarte, Odín lo hacía inmediatamente, sin perder tiempo, y si era realmente necesario dejaba los trabajos más bajos e inmorales a Loki o alguna otra deidad loca a su servicio.

Por esta razón era impensable que hubiera-

-¿Ahora lo entiendes?- Loki sonrió divertido, tomando una pierna de pollo con profunda diversión y dándole un gran mordisco. Hablar de tortura había aumentado su apetito.

-¿A quién torturó?- a él también le pareció una pregunta tonta, y se maldijo cuando escuchó un atisbo de arrepentimiento en su voz. No quería mostrarse vulnerable, no delante a ese idiota de Loki que anticipaba sus intrigantes cambios de humor.

--¡Los tres idiotas, y uno por uno!- el dios del engaño confirmó sus sospechas con transparente sadismo: -Juro solemnemente que, por una vez, no solté nada. Lo pillé limpiando la lanza manchada de sangre y deberías haberlo visto. Exudaba maldad de todos los puros. Realmente dio lo mejor de sí!-

Nostradamus actuó como si nunca hubiera escuchado esas palabras. Volvió a comer con menos ganas que antes, pero estaba bien si eso le daba el placer de no mirar a los ojos de aquella viscosa serpiente con rasgos de dios.

-Me pregunto a qué se debe.-

-Debieron haberlo hecho enojar.- pero él sabía cómo estaban realmente las cosas.

-No nos engañemos. Estamos entre nosotros, ¿no? Es tan obvio que nuestro viejo reaccionó despiadadamente porque te molestaban. ¿Qué le dijiste para desencadenar su ira? No omitiste el más mínimo detalle o preferiste exagerar con tus mentiras?~-

-Le dije que "El trío cursi" me miró con desprecio. Y es la verdad.-

El dios se rió alegremente, colocando una mano sobre su corazón y balanceando su silla hacia adelante y hacia atrás.
Nostradamus esperaba que Loki cayera y se golpeara la cabeza contra el suelo.

-Simplemente no quieres entender la gran cantidad de poder que tienes sobre él.-

Y había acertado en el meollo de sus preocupaciones, sus debilidades habían quedado expuestas a la fuerza y ​​sin su consentimiento.
Loki, que ciertamente era más débil que él, había ganado ese desafío silencioso hecho de secretos y decisiones no deseadas.

-No es que no quiera entenderlo, no me interesa.-

"Ya no me importa."

Había habido intenciones de engañarlo en los primeros días.
Inmediatamente se interesó por él, sabía cómo irían las cosas entre ellos, pero su ambicioso objetivo, aunque no el principal, había sido aprovechar de sus inmensos poderes, empujarlo a utilizarlos para sacar una considerable cantidad de conclusiones y ventajas.
Quería satisfacer su curiosidad, obtener nociones alejadas de su percepción humana.

Qué estúpido y superficial había sido.

Lo amaba con todo su ser, más de lo que sus premoniciones habían predicho.
Quería quedarse con él, luchar a su lado, hablar con él durante horas después de una noche de pasión, u observar el cielo estrellado al aire libre y sumergirlo en preguntas que sólo él podía llenar con su infinita sabiduría.

-Su seriedad antinatural se te está contagiando. Deberías salir más y tomar un poco de aire fresco.-

Otros podrían pensar que era un charlatán, un idiota, un mentiroso arrogante o un pobre adivino. Estaba acostumbrado a los comentarios críticos de la gente.
Por el contrario, no debería haber habido ningún juicio negativo por parte de Odín.
Encontrar la fuerza para gestionarlos y afrontarlos habría sido una batalla perdida.

Si el dios que amaba llegaría a despreciarlo... no quería pensar en eso.

-Gracias por el consejo, pero creo que me las arreglaré brillantemente sin él.-

-¿Habéis empezado a comer? Ustedes dos son realmente vergonzosos!-

Los graznidos exagerados de Huginn los distrajeron de mantener una conversación que estaba destinada a permanecer en suspenso sin fin.

Nostradamus quedó atónito al observar a Odín, cada pensamiento negativo abandonaba su cuerpo y daba paso a sonrisas contagiosas y alegres.

-¡Has vuelto!- inmediatamente se levantó de su silla para correr hacia él y abrazarlo.
Habían pasado horas desde que no lo había visto, y Loki ciertamente no lo había ayudado a distraerse con buenas intenciones.

-Actúas como si no lo hubieras visto desde setecientos años. Bleah.-

-¡No seas tonto! Nostradamus es el compañero del Supremo Odín, deberías mostrar más respeto!-

Muninn había defendido a su amigo humano sin dudarlo, sin esperar a que se lo pidieran.
Loki encontró esto irritantemente inapropiado.

-Pero por favor, debieron haber estado separados quizás por tres horas!- la mirada intimidante que Thor le dio fue suficiente para hacerlo bufar y de mala gana hacerlo volver a mirar su plato.

-No pensé que podrías extrañarme tan rápido.- Odín no expresaba sus raras emociones en público, por lo que sentir un brazo apretado contra él podría ser la mayor superación de sus expectativas.
Sin embargo Odín, mostrando indiferencia ante el caos que Loki estaba creando con sus repentinas quejas, aprovechó la distracción de su familia para dejarle un beso en los labios; un beso que chocaba con su personalidad siempre fría y despiadada y que transmitía los impulsos más sinceros que un dios podía sentir.

Nostradamus le devolvió el beso, protestando inmediatamente por la separación de sus labios.

-Todo es tan aburrido sin ti. Me moría de aburrimiento.- encontró las fuerzas para hablar, aturdido y sintiendo sus labios calentarse: -Y Loki no paraba de balbucear, se estaba volviendo verdaderamente ingobernable.-

-Aquellos que tienen un carácter similar están destinados a chocar. La buena charla es una cualidad que caracteriza ambos.-

-¡No me compares con él, no lo acepto!-

Pero al final todo quedó bien así. Porque como siempre, las raras sonrisas de Odín eran esenciales para el incesante paso del tiempo. Imprescindible para que el profeta pudiera perdonarse a sí mismo por los pecados que había cometido.
Y que seguiría cometiendo.

...

-¿Puedes oírlo, Michel Nostradamus? ¿El último tictac de un reloj que cae?-

...

Nostradamus de repente abrió los ojos y se dio cuenta de que no, no estaba soñando.
Su plato estaba blanco y vacío, las migas de una rebanada de pan eran lo que indicaba la continuación de una escasa comida.
Thor, Loki y Odín estaban a su lado comiendo lo que el majestuoso banquete tenía para ofrecerles, llenos de superioridad incluso en situaciones socialmente normales como un almuerzo familiar.

Familia.
¿Realmente podría considerarlos su familia?

-Michel, ¿está todo bien?-

Prácticamente no había comido nada y estaba absorto en su silencio personal, era natural que Odín estuviera preocupado por él.

Quería decirle que no, que los recuerdos de la última premonición que había tenido le recordaban un detalle fundamental, pero no podía decirle que sí, se sentía mal y solo quería hundirse.
Ya no era capaz de mentirle. Y ya no podía aceptar que tarde o temprano su futuro volvería a ser infeliz y desastroso.

-Me sentí un poco mareado pero pasará.- no lo miró cuando tomó el pastel de chocolate para comérselo.
Le encantaban los dulces y creía que comer un trozo del manjar le ayudaría a recuperar el apetito. La estrategia fue un fracaso total porque se encontró comiendo con los ojos pesados ​​y sintiendo una fiebre repentina que aumentaba rápidamente.

"No... por favor, no delante de ellos."

Mantener todo dentro no era parte de sus hábitos, no lo animaba a cuidarse. Y estas fueron las consecuencias.

-¿Podemos realmente creer a lo que dices o estás mintiendo como siempre?- Loki sonrió alegremente mientras llegaba más comida, tanto que agarró un poco de pescado ahumado incluso antes de que la bandeja fuera colocada sobre la mesa: -No es que tengas secretos. ¿Que persistes en no revelarnos? No serías el único aquí que actuaría así y no me sorprendería. No lo crees tú también, tío?~-

-¿Qué estás insinuando, Loki?-

Odín mantuvo la calma, pero estaba claro que se avecinaba una violenta tormenta.

Thor no interfirió. Prefería mantenerse al margen y escuchar su conversación.
En el fondo él también tenía dudas, y el comportamiento de Nostradamus fue la prueba que necesitaba para comprender que algo estaba por suceder.

-Últimamente he notado que la preciosa Brunhilde deambula como una maldita cerca de nuestras habitaciones y en los jardines.- Loki se llevó un trozo de pescado a la boca. Empezó a masticar, actuando de forma vaga: -Me preguntaba... ¿no estás conspirando en algo con ella?-

Una insinuación.
Una insinuación desagradable que no debería haber salido a la luz.

-Loki. Si tienes dudas lo mejor es expresarlas abiertamente.-

El dios de las travesuras sonrió nerviosamente ante la palpable furia de Odín.
Había exagerado y hacía mucho tiempo que esto no sucedía.
¿Cuál fue la causa de ese enojo? ¿Había realmente captado la verdad con ambas manos o la había tocado trivialmente con hipótesis incómodas?

Muninn y Huginn gritaron de miedo.
La mesa tembló, al igual que los cubiertos y platos que amenazaban con acercarse a los bordes de la mesa y caer.
Como el último tic de un reloj que se desmorona.

-¡C-Cálmate viejo! Lo mío era una broma! No hay necesidad de enojarse tanto por algo tan estúpido...!-

El ruido sordo de un cuerpo golpeando algo interrumpió su constante balbuceo.
Fue la oportuna intervención de Thor la que evitó que cayera contra el frío suelo de mármol.

Todos miraron la silla que había ocupado Nostradamus, ahora vacía.

-¿Michel?-

La furia de Odín dio paso a la preocupación.

Nostradamus, en brazos de Thor, estaba pálido como un cadáver.





...


-El Ragnarok es sólo un medio para lograr un objetivo mayor y más devastador.-

Era la voz que había oído entre los gritos de los condenados y que había olvidado.
Un hombre de pelo largo y encadenado de pies a cabeza le dedicó una sonrisa amplia, amarga y cómplice.

-Por mucho que ames a Odin, por mucho que te gustaría quedarte con él... estos planes suyos decretarán la destrucción de tu felicidad. No dejes que nadie más decida el final de tu Destino.-

-¿Quién eres?-

Serio y desconfiado, Michel Nostradamus estaba cansado de no disponer de información clara y concisa.

-Odín no me está usando. Él nunca lo haría.-

Inmediatamente lo dejó claro; sintió la creciente necesidad de hacerlo.

-No, a ti no. Ni siquiera te rascaría con un dedo.-

El Cazador de Dragones tenía ojos penetrantes que perforaban el alma.
Fueron desagradables.

-Pero los demás no correrán la misma suerte y el orden del Universo será roto, sus Leyes violadas.-

-¡Sea más claro!-

Michel gritó enojado.
En parte aterrorizado, en parte desconsolado y al borde de la histeria.

-Será el anhelo por el desconocimiento lo que decretará la Aniquilación.-

Y el héroe Siegfried pronunció abruptamente una condena inminente.


...




-Aah, ¿entonces murió al final?-

-¡No seas tonto! El Supremo Odín ya se ha enfurecido una vez, no provoques más su paciencia!-

-Que aburrido eres, realmente no se puede jugar contigo. Debería freírte en una sartén y comerte, así serías útil.-

-¡Si no te vas, Nostradamus despertará por tu culpa!-

Las disputas se hicieron más intensas y menos discordantes, pero eran tolerables y no tan difíciles de entender.
Las dos voces continuaron discutiéndose durante mucho tiempo, luego se escucharon pasos alejándose y todo quedó en silencio.

-Michel.-

La pronunciación de su nombre fue delicada y reflexiva.

Nostradamus no sabía cuántas horas más habían pasado, pero pronto encontró consuelo en recibir caricias, en sentir una mano grande y fría apretando la suya más pequeña y cálida.
Las ganas de llorar y sollozar eran inmensas.

-Michel, despierta.-

Los dedos movieron rebeldes mechones de cabello que habían caído sobre sus párpados cerrados.
Su agarre se volvió firme.

-Te necesito.-

Odiaba sentirse impotente, sentir su espalda presionada contra el colchón de su cama, sin poder levantarse. Su cuerpo estaba entumecido y los síntomas de cansancio que sentía no ayudaban mucho.
Aún encontró fuerzas para devolverle el apretón de manos, para hacerle comprender que lo había oído; fue un movimiento imperceptible, pero suficiente para dejar claro que se encontraba bien y que se había recuperado.

-¡Miren, se está despertando!-

-¡Shh, no grites!-

Nostradamus abrió los ojos, luchando por identificar dónde estaba.
No estaba acostado en la cama con dosel de la habitación que compartía con Odín, sino en una pequeña cama en una habitación dedicada al tratamiento y ayuda médica. Rara vez se usaba, reservada para las principales deidades nórdicas que sufrían daños en la batalla.
Y si terminaba en esa habitación, significaba que su condición era grave y lamentable.

-Realmente estoy en mal estado... ¿pero te importo lo suficiente como para seguir aguantándome?- intentó reír, pero su garganta increíblemente seca le impidió decir algo más y le hizo toser.

-No es nada que no puedas afrontar.- respondió Odín con una mirada suave, demostrando que poseía una inmensa confianza en el.

-Tres días, privados de tu ruido constante... los días fueron particularmente vacíos.-

-Pero ahora estoy aquí... listo para hacer algo de ruido. Sólo para mi dios favorito.- lo tranquilizó obligándose a aparecer en mejor estado.

-No finjas conmigo. No lo toleraría.-

-...mi dios favorito que no pierde el tiempo amenazándome, pero está bien, debí haberlo imaginado.- meneó dramáticamente la cabeza con resignación, provocando que una pequeña sonrisa condescendiente apareciera en los labios de Odín.

Verlo sonreír lo hizo sentir bien, tanto que el color de sus mejillas recuperó un poco el color.
Nostradamus se inclinó hacia adelante para unir sus labios a los suyos, sintiendo un escalofrío involuntario al sentir una vez más el calor que el otro le transmitía.
La piel de Odín ya no era fría, como ya había notado por el entrelazamiento de sus manos, y su piel ya no era cálida y luminosa.

Los papeles se habían invertido.

-Diría que te has recuperado.- murmuró Odin cerca de sus labios, sin romper inmediatamente la distancia.

-¿Realmente? Así que puedo-?-

-No, tendrás que quedarte aquí toda la tarde para visitas y valoraciones médicas.-

-¿Eeeh? ¿Pero cómo? ¡No puedo quedarme acostado todo el día... así que me arriesgo a volverme loco!- aclarándose la garganta y tratando de mantener a raya la tos, suspiró resignado al ver que Odín voluntariamente lo ignoraba y se volvía hacia un pequeño grupo de deidades menores de la medicina, firme en su posición.

-Muévanse y cuiden de él. No se permiten errores.- dio esa orden como si hubiera decretado una sentencia de muerte. Se levantó del sillón al lado de la cama para dirigirse hacia la puerta con Huginn en su hombro izquierdo: -Y asegúrate de no levantarte.-

-¿Adónde vas?-

-A tomar un ungüento que te hará sentir mejor.-

Odín salió de la habitación y la puerta corredera se cerró de un solo portazo.
Muninn, a diferencia de Huginn, había permanecido con él en la habitación, probablemente orden dada previamente por Odín y que el cuervo blanco había aceptado.
Las deidades junto con ellos estaban aterrorizadas. No deberían haber dicho nada aunque quisieran.

-No prestes atención a su repentino desapego emocional. Estaba muy preocupado por ti, ¿sabes? Y esta vez Loki tomó un riesgo realmente grande. ¡Ya no se reía ante la ira del Supremo Odin!-

-Muninn.-

El profeta ya no sonrió.

-¿Qué pasa?-

La voz seria y decidida de Nostradamus le hizo desistir de preguntarle específicamente por qué había cambiado así, de la nada, retractándose en el último momento de una afirmación sobre cómo parecía padecer una doble personalidad.

-Necesito que me hagas un favor.- apretó con fuerza el borde de la manta que sostenía cerca de él, para mantenerse caliente.

Recibir explicaciones era su derecho inalienable.

-Tienes que decirme dónde puedo encontrar a Brunhilde.-



-Este edificio es bastante grande...- Michel, con las manos a la espalda y confiado en que su investigación tendría un resultado positivo, no se detuvo ni mucho menos a admirar el contenido de las diferentes salas que daban al pasillo.

No vio a nadie y, sinceramente, no entendía por qué el pasillo estaba vacío - no había trece valquirias? ¿Por qué no se escucha ni siquiera el susurro del viento?

Encerrar a Muninn en el armario ya había sido una hazaña que nunca volvería a suceder, tenía que seguir adelante y encontrar a Brunhilde antes de que Odín descubriera lo que estaba planeando.
No importaba si conocía a otra valquiria. De hecho, hubiera sido incluso mejor; fácilmente podría haber obtenido información adicional sobre Brunhilde y comprender lo inteligente y audaz que era la valquiria al ir contra Odín.

Porque la mirada vidriosa que Michel había encontrado un par de veces no podía haber sido natural. La había reconocido, la chispa.
La chispa intrépida de una guerrera dispuesta a sacrificar su vida para obtener venganza.

Y no quería criticarla duramente y jurar vengarse de ella a su vez, no hubiera sido coherente.
Pero tampoco quería perder a nadie importante. Esto fue lo que lo empujó a buscarla de todos modos.

"No se encuentra por ningún lado. Mmh...~ ¿qué pasa si exploto algo? Diría que eso atraería el interés de alguien!"

Dio un paso, luego dos pasos más.
Michel, sin embargo, tuvo que detenerse tan pronto como notó el fuerte temblor que surgía bajo sus pies.

-¿¡No te dije que no te movieras, Michel!?-

No quería volverse hacia él.
Quería seguir caminando y encontrar persistentemente a Brunhilde, diezmando todas sus preocupaciones y volviendo a vivir en paz con Odín a su lado.

Eso fue todo lo que pidió.

-No...- negó con la cabeza, impulsándose a actuar: -¡No tengo intención de volver!- le advirtió, luchando por ignorarlo y comenzando a correr con todo el aliento que le quedaba.

No quiero perderte, no lo permitiré!"

Sintió que su respiración se aceleraba cada vez más, así como los pasos de Odín se volvían rápidos y decisivos. Y no pasó mucho tiempo antes de que el dios lo agarrara del brazo derecho con tanta fuerza que el profeta gimió de dolor.
Se encontró en un fuerte agarre, tan fuerte que durante unos segundos Michel pensó en contraatacar.

¿Pero realmente podría hacerlo? ¿Luchar contra Odín, a quien quería proteger?

...

¿Tenía sentido?

-No quiero pelear contigo. ¡Déjame!-

Y Odín, que estaba tan enojado y asombrado como él, soltó su agarre para dejar que el lo mirara.

Enojo. Dolor. Arrogancia.
La decisión de buscar a Brunhilde había desencadenado esos sentimientos negativos hacia el dios que amaba y al que había jurado lealtad.
Ya no sabía qué pensar. Estaba lo suficientemente consciente como para sentirse disgustado.

-¿Quieres traicionarme?-

Y fue allí donde Michel explotó.
Él también de la ira, del dolor, de la soberbia. Porque su talento no era predecir el futuro y curar a la gente, sino llevar discordia y desgracia dondequiera que se encontrara.

-Piénsalo como quieras, ¡no necesito que me creas o no!- se llevó una mano al pecho, totalmente desconsolado, destruido. No detuvo las lágrimas de ira que nublaban su visión, simplemente no quería: -¿¡Qué tiene de malo querer protegerte!? ¡Dime!-

No importaba si sonaba patético o sentimental.

Él̶ e̶s̶t̶a̶b̶a̶ c̶a̶n̶s̶a̶d̶o̶. U̶n̶a̶ y̶ o̶t̶r̶a̶ v̶e̶z̶.

-No necesito protección.-

Una sola frase, llena de insensibilidad e inconsciencia ajena, lo desmenuzó en un sinfín de migajas.
Lo destruyó.

-Si no necesitas mi ayuda, entonces por qué no quieres que destruya el Bifrost!?- el temblor de la tierra volvió con más fuerza que antes: -¡¿Qué quieres de mí!?-

Con lágrimas inundándolo de miedo y desesperación, los ojos de Michel se abrieron encantados al darse cuenta de lo que habían gritado sus cuerdas vocales.

...El Bifrost...

Y entonces ya se quedó sin aliento cuando vio el iris dorado de Odín derramar una lágrima siniestra y sintió el suelo derrumbarse a sus pies y tragarlo hasta las entrañas de la tierra.


N̶o̶ p̶o̶d̶r̶ía̶ h̶a̶b̶e̶r̶ e̶s̶c̶a̶p̶a̶t̶o̶r̶i̶a̶ d̶e̶ l̶a̶ d̶e̶s̶t̶r̶u̶c̶c̶i̶ón̶.


-Odín...- no quería estar sin él.

Porque sí, Odín era suyo y de nadie más. Y tal egoísmo no debía ser visto con un juicio escéptico inminente.
Ser egoísta era humano y estaba bien.
No fue ni debe considerarse un error fatal.

Michel movió su mano asiduamente y se sintió tranquilo cuando tocó con sus dedos el pecho de Odin mientras lo abrazaba con fuerza y ​​descansaba en su cama.
Su pecho bajó y volvió a subir, y el francés contuvo un murmullo conmovido mientras escuchaba de cerca los latidos del corazón de alguien que nunca le dejaría hundirse del todo en la más negra soledad.

¿Fue una pesadilla o una premonición? A estas alturas ya había dejado de distinguirlos.

Se alegró de saber que no, que no había ido a buscar a Brunhilde, y que se había dejado convencer por Muninn de que su imprudente decisión se debía sólo a un ataque de fiebre alta.
Estaba feliz de no haberlo encerrado en un armario y de no haber recibido esa sensación de traición por parte de Odín.
Estaba... agradecido consigo mismo por no haber tomado ninguna medida precipitada.

Simplemente estaba agradecido.

Lo contempló, Michel, y quiso besarlo sin cesar, pasar sus labios por su rostro y mostrarle cuánto amor y cariño tenía para ofrecerle.
Pero prefirió no hacerlo para no interrumpir también su sueño.
Sólo se ocupó de susurrarle un deseo de buenas noches, esperando que su dios obtuviera glorias y victorias incluso en sus sueños.

Contuvo un bostezo y lo abrazó lo mejor que pudo; se acomodó torpemente contra él y apoyó su cabeza contra su pecho, arrullado por un rítmico latido que lo acompañaría hasta el final de sus días.

Porque Michel había comprendido que para él nunca habría un para siempre con Odín.




...

-¿No aspirabas a esto, Brunhilde?
¿No querías que la esperanza del humano más fuerte se desintegrara en el vacío de la inconsciencia?
Ahora puedes conseguir lo que quieres.-

...




-¿Nunca se cansan de tener todas estas reuniones?-

Loki, profundamente aburrido y con una copa de vino a su lado, comenzó a tamborilear nerviosamente con los dedos contra la superficie de la mesa.

-Pero no deberías estar aquí, ¿o me equivoco?- señaló Zeus suspirando antes de seguir hablando, como si se quedara sin aliento: -Esta es una reunión reservada para deidades específicas.-

Odín. Shiva. Hades. Poseidón.
Sólo ellos habían sido convocados urgentemente por voluntad del Padre de todos los Dioses.

-Si, seguro. Simplemente haces preferencias. Y si realmente fuera como dices,- Loki señaló a Hermes y Ares en cuanto tuvo oportunidad: -¿por qué están ellos aquí también? ¿Qué pasa, tienes miedo de quedar muerto en esta reunión?-

-¡Basta Loki, este no es el momento adecuado para tus rabietas!- por mucho que no quisiera admitirlo, ni siquiera Shiva estaba de humor para soportar interminables horas de charlas y conjeturas: -Y hablas, viejo! Debes saber que todos tenemos compromisos que respetar, no podemos acomodarnos a tu conveniencia!-

-Si tenéis tanta prisa por saber lo que tengo que decir, iré directo al grano.-

Hades y Poseidón volvieron a permanecer en silencio, ya conscientes de lo que estaba sucediendo.

-Se ha descubierto una calamidad: una de las cadenas de hierro que mantienen firmemente inmovilizado al Cazador de Dragones, Siegfried, casi se ha roto.-

-¿¡Qué!?- gritaron Ares, Loki, Muninn y Huginn al unísono. Con la diferencia de que el dios del engaño se dejaba invadir por una curiosa diversión.

-¿Y aprendieron algo más? No nos mantengas prisioneros de este fantástico suspenso!~-

-¡Pero espera-!- Ares estaba más confundido que antes: -¿Quién diablos es Siegfried?-

-Ah, ¿no lo conoces? Te lo explicaré, querido hermano Ares.- Hermes con una sonrisa cortés se habría preparado para darle un amplio espacio a la inmensa sed de información que poseía, si el sonido de un cristal rompiéndose no se lo hubiera impedido.

-¿Qué certezas hay de que fue él quien destruyó esa cadena?- tal como había aparecido, la ira de Odín había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos.

Ares tragó lentamente, aturdido por el miedo.

-Quería investigar personalmente el asunto y sí, puedo decir que era él.- Hades, examinando el vino que manaba furiosamente del vaso roto, hizo palpable su perplejidad: -Y a la vez, no.-

-¿Y cómo podría ser posible algo así?- Shiva se llevó una mano a la sien, en lugar de abrir los otros tres brazos hacia arriba: -¿El Tártaro no es la prisión de máxima seguridad más vigilada que existe? Pensé que habrías tomado precauciones hace mucho tiempo! Y ahora me estás diciendo que alguien intentó liberar a este Cazador de Dragones desde afuera?-

-Sí. Mi hipótesis es que el héroe Siegfried ha estado en contacto con alguien del exterior en estos últimos días.-

-No... tiene ningún sentido...- Ares dio un paso atrás sin saber qué creer: -¿Quién estaría tan loco como para ir al Tártaro a liberar a alguien?-

-Aquí surge otro dilema.- Hades bajó todos los dedos de su mano derecha, excepto el índice: -Los guardias no vieron a nadie salir ni entrar. Me enteré de las acciones de Siegfried, y muchas veces intentó conversar con ellos, pero eso fue todo.-

-Habrá encontrado la estrategia más eficaz para distraer a esos incompetentes, no me sorprendería. Por algo es el novio de Brunhilde.-

"Y no me sorprendería que tú estuvieras involucrada tampoco, mi amada y fría valquiria."

Profundo en sus pensamientos como estaba, Loki perdió interés en el mundo que lo rodeaba.
¿Brunhilde realmente estaba planeando algo para liberar a Siegfried? No abandonó la idea de poder tener un final feliz con él?

"Eres tan injusta y tan estúpidamente leal... siempre lo has sido."

Después de todo, el amor no puede desaparecer en unos segundos. Y mucho menos después de siglos, milenios y miles de años.
Para Brunhilde hubiera sido imposible llegar tan lejos.

-Debemos tomar medidas serias.- Zeus escrutó a Odín, su orgullo herido creció y se tornó en una postura seria: -Fuiste tú quien encerró a Siegfried en el Tártaro, y Brunhilde cae dentro de tu competencia. Me imagino que no te quedarás quieto esperando la liberación del semidiós.-

-No toleraré semejante afrenta. Brunhilde morirá, si se ve involucrada.- Odín, orgulloso de su naturaleza divina, mantuvo el control: -Es mi deber, y no aceptaré interferencias.-

Pero Loki, que ya no había prestado atención a ninguno de los presentes, quedó paralizado al ver la sombra de una espantosa y desgarrada sonrisa romper la compostura de su apático viejo.

No... debe haberlo imaginado.

-Oye, Hermes... ¿no puedes sentirlo tú también?- Ares se estremeció al percibir una fuerte amenaza acercándose, a la que, sin embargo, no pudo dar ningún razonamiento lógico.

-¿Como? ¿Debería sentir algo?-

Las manos de Ares no dejaban de temblar: -¡No seas idiota...! ¡Es absurdo que tú-!-

-¡SUPREMO HADES!-

Un fuerte grito fue acompañado por la violenta apertura de la puerta y una respiración agitada.

-¡E-Estamos... en peligro! Y... no, ¡ya es demasiado tarde! Ya no hay esperanza!-

Poseidón, que había mantenido los ojos cerrados durante toda la conversación, los volvió a abrir.

-¿Qué pasó?- Hades se acercó cautelosamente.

Y el siervo del dios del Inframundo, de rodillas y chorreando sangre y sudor, lloró derrotado.

-¡El Bifrost... ha sido destruido!-








Sé que dije que este sería el último capítulo, pero debido a los spoilers publicados el 25 de diciembre, la inspiración se apoderó de mí y aquí estoy, publicando el penúltimo (esta vez de verdad) capítulo!

¡Es más largo que los demás pero estoy muy satisfecha con el resultado!💕

A diferencia de las otras veces no especificaré ni diré casi nada, porque este capítulo está escrito específicamente para dejar el suspenso y por lo tanto no habría ningún placer en especificar ciertas escenas o explicar por qué sucedieron ciertas cosas.

Obviamente espero que hayan disfrutado el cap, mis queridos lectores❣️

Hasta la proxima,


- LadyFraise💜

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