Capítulo II: "Perdido"

La existencia de Nostradamus había corrido el riesgo de volverse aburrida, pero un encuentro con un dios había podido cambiar su propio futuro.

Rara vez los acontecimientos le habían afectado personalmente, y ese era, con mucho, el más interesante y sereno de todos. Porque no sufrió, no estuvo rodeado de gente muriendo de la peste, y no fue perseguido por charlatanes y fanáticos que pretendían recibir su ayuda o condenarlo a muerte porque se había arcercado a la "magia negra".

Lejos quedaban todas aquellas máscaras de cortesía y fingida disponibilidad, y afortunadamente lo habían dejado solo en la más simple y apreciada verdad. Porque por muy egoístas y crueles que fueran los dioses, una de sus cualidades era expresar sus emociones con la mayor sinceridad.

Odín fue incluso demasiado honesto: le ordenó que se fuera, que regresara a la Tierra y que no lo molestara más, y Nostradamus lo adoró por eso.
Por supuesto, hubiera preferido una bienvenida muy diferente, pero nunca le había mentido a diferencia de muchos otros, y eso era suficiente para él.

Le bastaba con estar cerca de él, no le importaba entrar en sus buenos modales o comprometerse inmediatamente con él. Podía ser metódico cuando lo consideraba oportuno, y esta era una oportunidad que no podía dejar pasar.
Odín debió sentirlo, así que lo evitó y trató de ignorar su insistente presencia.

Nostradamus no podía negar que sintió un ligero enojo por su comportamiento: odiaba que lo dejaran de lado, que no le prestaran la misma cantidad de interés.

Pero tuvo que resistir, y no podía dejar que algún capricho lo abrumara justo cuando volvía a divertirse.
Finalmente había entendido cómo acercar a Odín a sí mismo. Le había llevado bastante tiempo darse cuenta, y con la cabeza despejada fue la decisión más estimulante.

Además, no era el único que se divertía.

-¿Que vamos a hacer hoy? ¿Por qué no vamos a ver las estrellas o hacemos algo divertido?-

-¿Por qué, no te estás divirtiendo?- luego de pronunciar esas palabras con evidente sarcasmo, Odín aceleró el paso, tanto que Nostradamus se vio obligado a correr delante de él para evitar que lo dejara atrás sin ni siquiera mirarlo.

-No ignores a las personas cuando hablan.- no quería hacer una escena, porque en realidad no era necesario, pero no llamar su atención comenzaba a ser desconcertante.

-No te obligué a venir aquí.- Odín le dirigió una mirada, aunque con una frialdad que podría intimidar a seres monstruosos como Tifón: -Vete a casa y desaparece de mi vista.-

-Sabes muy bien que no puedo hacerlo.- Nostradamus sonrió, cierto orgullo hinchándose en su pecho, muy consciente de la oportunidad que tenía en sus manos: -El otro anciano me dio permiso para estar acerca de ti, después reconociendo mi valor. Ciertamente no puedo decepcionarlo.-

-No sucedió así.- al ver que Odín se detenía, el joven profeta contuvo una pequeña risa victoriosa. Reírse en su cara le habría garantizado un final atroz, y la racionalidad aún no lo había abandonado por completo. No quería que su adorable carita tuviera malos recuerdos impresos en su piel.

-¿No? Me parece que estas fueron precisamente las palabras que me fueron referidas.-

-Zeus te permitió quedarte en el Valhalla, no deambular dentro de mi morada. Realmente no sabes lo que significa encontrarse con una muerte segura, ¿verdad humano?-

-¿Y no sabes lo que significa no escuchar a un pequeño y miserable humano, verdad, mi hosca deidad?- Nostradamus se acercó unos pasos, nada intimidado por las vanas amenazas que amenazaban con aburrirlo: -Y sin embargo, también tenía esto claro: nosotros estamos inextricablemente unidos. Nos pertenecemos, no podemos separarnos. Estamos destinados a estar juntos.-

-Te atreves a decir que no podemos separarnos. ¿Qué es, otro de tus planes cuestionables?-

No, Odín definitivamente no confiaba en él. Y probablemente tenía razón.

Solo habían pasado cinco días desde que Nostradamus había decidido vagar sin permiso dentro de su enorme palacio, sin dudar en hacer inquieta la vida de los sirvientes y dioses menores. Una broma, un comentario inapropiado: el niño estaba constantemente creando problemas y ciertamente sabía cuándo y cómo tenía que dejar su huella.

Y otro defecto, con el que todos los que estaban allí tendrían que lidiar, eran sus constantes mentiras: estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para divertirse, y la ira de los dioses no lo asustaba en absoluto.
Quién sabe, tal vez solo era un estúpido. O tal vez sus presentimientos se extendieron más allá, atravesando un limbo invisible en el que no había límites que impidieran descubrir el futuro en cada detalle.

-No me trates como si fuera un mentiroso empedernido, ¡solo he mentido un par de veces!-

-Nueve, si contamos también esta mentira tuya muy reciente. Y diecisiete, si te dignas recordar mi estancia en tu casita desordenada y tus vanos intentos de embaucarme.-

-Dudo que realmente sepas lo que significa engañar a alguien a estas alturas...- murmuró Nostradamus, en un tono de voz que no era necesariamente triste: -¡Solo quería que te quedaras conmigo! Pero seguiste haciendo esos estúpidos discursos sobre humanos y dioses, e ignoraste mi sincera opinión.-

Fueron muy pocas las veces en que Nostradamus se sintió incómodo, pero volver a sentirse encadenado por esa mirada glacial y severa además de hacer que su corazón latiera más rápido, lo hizo sentir... eternamente perdido.

Realmente no le gustaba ese hormigueo en movimiento en su estómago. Corría el riesgo de ser bastante desagradable y no le permitía pensar con claridad.

-Lo que afirmas es una relación que va mucho más allá de la comprensión de un dios. Bajo o alto rango de un dios, no hay diferencia. Todos los dioses son iguales.-

Y lo que Odín estaba a punto de decirle habría sido aún más desagradable.

-Criaturas tan diferentes no pueden enamorarse. Y es ridículo hablar de amor si se trata de una deidad. Para la mayoría no se contempla una relación duradera, y las relaciones carnales son las únicas que se aceptan.-

-Si quieres algo de sexo, podemos hacerlo fácilmente. No creas que no soy un experto.-

-No seas superficial.- Odín lo miró de nuevo, advirtiéndole que no cometiera ningún tipo de descaro. Sabía que ese mocoso sería capaz de desvestirse allí frente a él con la esperanza de ser llevado a la cama.

-No soy como los que me rodean.-

-Entonces significa que-...-

-No tengo la intención de tener relaciones. Lo que me interesa ya me pertenece desde hace milenios.-

-¿Ah, sí?- Ya sea por curiosidad o por enfado, Nostradamus no pudo evitar indagar más: -¿Y qué habrías conseguido, exactamente? ¿Tu conocimiento infinito sin el cual te sentirías perdido?-

Con las manos a la espalda, Odín levantó una ceja, sin esperar tanta iniciativa. Nostradamus seguía atreviéndose y, a diferencia de muchos humanos, obstinadamente no quería darse por vencido.

Era un idiota y un imprudente. Y Odín todavía se preguntaba por qué esperó tanto para deshacerse de él de una vez por todas.

-Si eres consciente de esto, renuncia a tus pretensiones egoístas.-

-¡Solo me rendiré cuando dejes de huir de mí como un pequeño conejo asustado!-

Insolencia.

Un comportamiento que Odín no pudo soportar.
Nunca había dudado en lastimar a alguien cuando su honor se veía socavado, y un humano se había permitido escupir una acusación tan ridícula que lo enfureció.
El miedo no podía ser aceptable para un ser superior, así que ¿cómo pretendía ese mocoso disparar frases tan absurdas?

-Maldito, no te atrevas...- la amenaza cayó en saco roto, porque Nostradamus se había ido. El sonido de pasos que se alejaban era una prueba concreta de que sí, de hecho, Nostradamus había tenido un plan.

Y había ganado.

Lo había provocado con una sola frase y lo había dejado solo e inmóvil en el corredor, a merced de su propia ira, manifestada por un aura oscura que lo rodeaba y amenazaba con destruir todo lo que encontrara a su paso.

Odin estaba enfocando todas sus emociones en él, jugando su juego. El le estaba dando importancia.

Y durante unos míseros segundos - aunque la acusación de Nostradamus era infundada para él - había vacilado.
Y esa grave realización lo enfureció mucho.

-Asegúrense de que no pueda salir de su habitación.- ordenó a unos guardias que estaban adelante, quienes difícilmente podían soportar la magnitud del poder de su gobernante.

E imaginar la risa divertida de Loki en la distancia era evidencia de una derrota devastadora para Odín.








-¿Qué estás planeando, algún extraño plan para tratar de conquistar el mundo?-

Debería haberlo esperado, pero Michel de Nostredame logró superar todas las expectativas y alcanzarlo con gran sencillez, sin importar dónde estuviera.

Era evidente que se había deshecho de los dos guardias que debían vigilarlo con inmensa facilidad, sin importar las consecuencias que pudiera haber sufrido. Apenas habían pasado dos días y ya había vuelto para atormentarlo.

-Trabajas mucho. ¡Eres tan rígido! Deberías tomar un descanso. ¿Qué dices?- sintió las manos del insolente humano tocar sus hombros un par de veces, luego se movió hacia el lado derecho del trono para tratar de hojear el contenido de un libro que Odin sostenía en su mano y leyó sin darle peso a la expresión de sus emociones .

-Eres una persecucion.-

-¿Cómo?- Michel lo escudriñó por unos segundos, fingiendo no entender. Una sonrisa traviesa apareció en los suaves labios: -¡Aaaah, por qué salí de esa habitación, quieres saber! Bueno, estaba aburrido. Me parece obvio como respuesta.-

-No debiste salir.-

-Y tu no debiste ordenar a tus muy lindos y muy simpáticos secuaces que me encerraran en un cuarto lúgubre y de mal gusto.-

Odín cerró el inmenso libro que estaba consultando, y Michel creyó que su tan amable dios no habría dudado en utilizarlo como supuesta arma homicida, para ahuyentarlo.
Tuvo la respuesta de que no, Odin no tenía intención de matarlo - al menos no todavía - tan pronto como lo vio levantarse del trono para ir quién sabe a dónde.

-Se está alejando, otra vez...- se quejó, frunciendo el ceño y dirigiéndose también hacia la salida.
Todo estaba demasiado tranquilo a su alrededor, pero Michel no estaba de humor para prestar atención a nada ni a nadie que no fuera de su interés genuino.

"¿Y puedo averiguar por qué ya no hay nadie aquí? ¡Casi todos se han ido!"

Huginn y Muninn no se encontraban por ninguna parte, y tampoco Loki.
¿Loki estaba atormentando a los dos cuervos como de costumbre?
Y Odín era exageradamente tranquilo y taciturno. Mas que necesario.

-¿Tu pequeña mente no puede llegar a una conclusión?-

Michel parpadeó un par de veces, sin simular su asombro que se hacía cada vez más evidente en sus iris claros que brillaban con incredulidad.

-¿Leíste mi mente o qué? No lo niegues, ya lo hiciste. Aunque no debería sorprenderme considerando quién y qué eres.-

Odin no le dio ninguna consideración a su observación, decidido a continuar hacia un corredor bastante largo lleno de estatuas y pinturas.

-Pensé que estabas acostumbrado a los cambios, por triviales o incomprensibles que sean.-

-No pensé que fueras un entrometido. Eres descarado.-

-"Descarado"... una observación digna de mención.- un dejo de risa, y Michel se detuvo sobresaltado, desconcertado.

"¿Me equivoco o... Odín se acaba de reír?"

Sabía cómo se manifestaban los cambios: venían en un proceso paulatino y con escollos, o de manera precipitada y no acompañada de una lógica apreciada.
Y ese cambio, sinceramente, no sabía cómo considerarlo.

Aunque había tratado de evitarlo y alejarse, Odín se había reído. Por muy poco, pero había pasado.
No había testigos alrededor que pudieran atestiguarlo, y la imaginación podría haberle jugado alguna broma, pero no, había sido extremadamente real: Odín había mostrado una emoción que no estaba relacionada con el orgullo o la naturaleza fría de su temperamento.

-¿Eres bipolar y preferiste no decírmelo? Nunca me permitiría juzgarte, pero esto es una completa inconsistencia.-

Y luego él era el que era considerado raro.

-No eres tan impredecible, mocoso. Esperaba una declaración similar.- pero Michel sabía que esa respuesta no solo no era completa, sino que podía esconder un significado más profundo de lo que uno podría suponer.

Porque al final, no estaba entendiendo nada.

-Tu mejilla es el reflejo mismo de una alegría que sirve como punto de apoyo de tu misma existencia. Pero, ¿cuánta honestidad posee, exactamente?-

Odín no esperaba recibir alguna frase sensata a cambio. ¿Había aprovechado la primera oportunidad que se le presentó para silenciarlo y molestarlo?

-Tus mentiras pueden condenar tu propio futuro algún día.-

Nostradamus ni siquiera sabía si elrealmente podía leer su mente o si estaba diciendo esas cosas con la intención de que dejara de parlotear.

-¿Qué estás insinuando, viejo sabroso?-

Michel realmente no entendió.

El significado de ese discurso era incomprensible para él, y si algún día lo entendía, dudaba que fuera de inmediato.
Pero por otro lado, tenía que esperarlo: Odin era un dios particular en cada característica, era complicado de descifrar.
Y esta vez había ganado.

El le había demostrado que podía leer cada uno de sus movimientos y sentimientos en su interior y que podía silenciarlo con observaciones efectivas.

-¿Te dio algún problema lo que te dije?-

Odín había vuelto a asumir una máscara de total indiferencia.

-Maldito viejo...-

Volviendo a escudriñar ese rostro impasible, ahora desprovisto de cualquier sombra de sonrisa, Michel sintió un puñetazo en el estómago. Luego se echó a reír a carcajadas.

-No creas que es tan fácil molestarme. Ten cuidado, o me enamoraré aún más de ti.-






-No puedes ir por aquí.-

No tenía idea de quién era o qué quería de él, pero definitivamente lo estaba poniendo nervioso. Se estaba dando cuenta de que, en realidad, toda esa libertad a la que se había acostumbrado tanto no le habría sido concedida en muchas ocasiones.

Y eso no era bueno, no para su cordura.

Agarrando un libro con fuerza, Nostradamus no hizo ningún esfuerzo por fruncir el ceño.
Por una vez había obtenido un consenso - de ese anciano obstinado que tanto amaba - y aquí encontró su camino bloqueado por un dios agitado con gafas.

El dios que le impidió entrar a esa espléndida e infinita biblioteca se acomodó nerviosamente las gafas, pensando apresuradamente en algo que decir, pero por alguna extraña razón no estaba dispuesto a dejar al menos una sola razón que lo empujara a impedir que cruzara esa puerta.

-Vete, malvado ser humano. No puedo permitir que cumplas tus ridículas resoluciones. Tengo ordenes y una etiqueta que respetar.-

"Si tu intención era insultarme, podrías haberlo hecho muy bien sin causarte ningún problema."

Nostradamus sonrió. Si no pudo conseguir lo que quería con buenos modales, ¿por qué persistir en hacer el papel del profeta cortés e inocente que no quiere nada más que adquirir el contenido de escritos invaluables?

-¿Por qué tanta insistencia? Vamos, solo quiero tomar prestados algunos libros y subir de nivel mis conocimientos. Soy una persona muy ocupada, aunque las apariencias engañen.-

-¡No, no tengo intención! ¡No pasarás por aquí, te lo impediré!-

-Me hablas como si fuera una especie de criminal. No es muy educado de tu parte.- divertido al verlo bajo presión, Michel comenzó a rodearlo, como un depredador preparándose para saborear su sabrosa comida.

-¿Te asusto?~-

-¡N-No seas ridículo!-

-Y sin embargo estás temblando. Me pregunto si no me estás tomando demasiado a la ligera, uhm...- Nostradamus se tocó la barbilla con el dedo índice, fingiendo perplejidad: -¿Debo actuar de otra manera, cuando se presenten ciertos casos de falta de cortesía?-

-¿Tienes idea de quién soy?- la voz estridente del cuatro ojos hizo resoplar a Nostradamus, que no había dejado de mirarlo de arriba abajo.

-¿Tengo que tener alguna premonición para saber cómo deshacerme de ti? Me estás haciendo morir de aburrimiento. Y odio aburrirme. ¿Entiendes lo que quiero decir?-

Él había respondido a su velada y dolorosa amenaza con una amenaza real. Un contraataque en toda regla.
Tan emocionante como era jugar con su paranoia, Nostradamus también se estaba aburriendo.
Ya habían hablado suficiente.

-Ahora, si no te importa...- Nostradamus sonrió, las estrellas presentes en su mirada: -Tengo muchas cosas que hacer. Espero que entiendas.-

Algo extraño estaba a punto de suceder, y esto podría haberlo entendido hasta el más tonto de los desprevenidos.
Pero algo específico no sucedió, porque el lento reposo de una mano sobre el hombro izquierdo del pequeño profeta había impedido la llegada de una catástrofe.

-Forseti.- Odín se volvió completamente hacia el dios más joven, sinceramente aterrorizado por el devenir de los acontecimientos: -Desaparece.-

Y Forseti ejecutó aquella orden que más que nada reflejaba la llegada de un castigo ejemplar.
No había echado a Nostradamus y le estaba dando permiso para mostrar sus poderes. Y también podía estar equivocado, pero quizás sabías muy bien que los errores de un ser superior, a diferencia de los de un ser humano, no se podían aceptar.
Y esos errores ante el rey de los dioses nórdicos fueron intolerables e indignantes.

-¿No crees que fuiste un poco injusto con él?-

Feliz de ver que tenía el camino despejado, Nostradamus sonrió alegremente. El buen humor había regresado por completo para hacerle compañía, y la presencia de Odín, por inesperada que fuera, era decididamente placentera.

-Tienes mucho coraje. Hablar de justicia de tu parte es hipócrita.-

Recibiendo una risa divertida a cambio, Odín se comprometió a abrir la puerta de la biblioteca con un movimiento fluido, luego llevó sus manos a la espalda y comenzó a caminar con calma.
Nostradamus lo siguió de buena gana, particularmente sorprendido y sin esforzarse mucho en ocultarlo.

-¡Oooh, de verdad me estás dando permiso para consultar estas maravillas!-

-Tendrás que hacerte útil si es tu deseo consultar cada página de esta gran cantidad de libros.-

Nostradamus se detuvo en seco, sinceramente consternado por la cordial concesión que se le ofrecía.
Era feliz, inmensamente, pero había llegado a conocer al dios que lo había conquistado, y sabía muy bien que nunca podría ofrecer a alguien lo que creía que era de evidente relevancia.

-Déjame entender; quiero entrar en su biblioteca y recibo tu consentimiento tan fácilmente. ¿No es extraño?-

-Hoy estás de humor para hacer preguntas y obtener respuestas.- Odín se volvió completamente hacia él, entregándole un libro de tapa dura azulada, que Nostradamus tomó con cierta avidez, colocando lo que había traído consigo en una mesa cercana.

-Lee este libro, y tendrás tus preciadas respuestas.-

No entendía exactamente lo que estaba pasando, por lo que Nostradamus tomó la decisión de dejar de ser atormentado por todos esos pensamientos y comprometerse por una vez a comprender las cosas con sus propias fuerzas.
Estaba acostumbrado a esforzarse hasta el agotamiento para comprender sus presentimientos, y un libro de ochocientas páginas y las frases ambiguas del dios que tanto lo aguantaba no habrían hecho la diferencia.

-Pero a que te refieres con...-

Él se había ido.
Se distrajo hojeando el libro y Odín se había ido.

Nostradamus hizo un puchero, comenzando a creer que Odín no se lo estaba tomando en serio. No como él deseaba, al menos.

-¡No hacía falta que fueras tan grosero, viejo!- la tapa del libro era agradable al tacto, le gustaba acariciarla hasta tocar el título.

-"Las fuentes rúnicas y sus significados."- sentándose y apoyando los codos en la superficie oscura y de madera de la mesa, observó primero su libro, luego el que le había dado Odín.
No pudo evitar suspirar amargamente.

-Eso lo explica todo. No soy el único con planes específicos en mente, ¿eh?-






-Y así mi viejo te está tomando muy en serio.-

Loki caminó hacia Nostradamus, sus ojos violetas brillaban con una luz mucho más consciente de sus propias insinuaciones. Pero cualquiera que fuera la información que poseía o lo que estaba dispuesto a hacer para divertirse, a este Michel no le importaba.

Hojeando cuidadosamente las páginas amarillentas de ese libro que para él valía como una reliquia de valor inestimable, Michel se dispuso a escribir algo dentro de un pequeño cuaderno de tapas aterciopeladas. Ser taciturno no debía considerarse extraño, era un comportamiento que cualquiera podría haber asumido fácilmente, pero las palabras "Michel" y "taciturno" juntas no forman una combinación hermosa.

Y a Loki no le gustaba que lo ignoraran.

-En definitiva, ¿le estás dando todo este valor a una estúpida acumulación de páginas que contienen escritos sin sentido? ¿Eres Michel el humano o alguien más que ha tomado posesión de su cuerpo?- el dios de los engaños escudriñó el dibujo que Michel estaba trazando en una página llena de escritos, probablemente todas observaciones científicas de las cuales el propio Loki nunca se habría tomado la molestia de escribir y entender.

-No eres muy diferente de esa momia andante. Su influencia tal vez te está haciendo más daño de lo que pensabas, y sería satisfactorio que no fueras tan irritante.-

-Definir irritante a una persona porque no te contesta no me parece muy sensato.- Michel se dignó mirarlo fijamente, sin distraerse de contemplar aquel rostro astuto y delicado con vago asombro.

-Dependes mucho de las reacciones de los demás, en base a las acciones que realizas.-

Loki sintió un hormigueo en los brazos, capaz de comprender que quien estaba frente a él era muy diferente al Michel de Nostredame con el que había conversado - y atormentado - durante meses enteros.

-Debería decir esto sobre ti. Odín te regala un libro y te asombras leyéndolo y escribiendo conceptos extraños y aburridos que luego utilizarás para tu placer. Una de las pocas decisiones que tomas para satisfacer tus propias necesidades. Es desconcertante.-

Loki no lo conocía, o no le hubiera hablado tan superficialmente, solo le hubiera molestado: ni siquiera lo habría señalado, si hubiera entendido lo que se esconde detrás de la verdadera personalidad del mayor profeta que alguna vez existió.

Insinuaba que no hacía nada realmente seguro para satisfacer sus deseos, su asombroso egoísmo, pero ¿podría estar seguro de eso? ¿Estaba asumiendo que estaba usando a Odín para sus propios fines?

-Si tienes algo que decirme, puedes hacerlo.- su naturaleza bromista casi había desaparecido, o tal vez nunca había estado realmente presente cuando Loki estaba cerca.
Loki se esforzó por no darle la satisfacción de sentirse decepcionado por aquellas respuestas que eran lo contrario de lo que esperaba obtener.

Totalmente mentiroso o totalmente sincero. Esta era la verdadera esencia de Michel de Nostredame, no era difícil de adivinar.

-Me pregunto qué estás tramando.- Loki llevó una sonrisa maliciosa a sus labios, acercándose rápidamente a Michel con una mano, con un gesto que en otro contexto hubiera parecido amistoso: -Esperaba grandes cosas, gran caos, y ahora descubro que te preocupas sinceramente por el anciano y quieres impresionarlo acumulando la mayor cultura posible. Me gustaría preguntar qué te impulsa a llegar tan lejos, pero me doy cuenta de una cosa...-

Michel no se movió, y menos cuando Loki acercó su rostro al suyo para descifrar cada secreto de su alma, como si ver su reflejo en los ojos pudiera hacer que de alguna manera obtuviera lo que decía tener.

-Tú eres raro. El más podrido de todos los seres humanos.-

Sin prestar atención a ese tipo de monólogo largo que había presenciado, Michel se echó a reír.
Era una risa vidriosa, poco sincera. Se podía detectar un atisbo de molestia en su propia risa, simulada por la actitud inocente y despreocupada que su dueño había vuelto a mantener.

-Me había perdido estos cumplidos. ¡No sabía que era tan interesante! Debo tenerlo en cuenta para el futuro.- esta vez fue él quien se acercó, correspondiendo con una sonrisa engañosa: -Pero también me gustaría que tuvieras algo en cuenta, podría serte útil.-

Sus ojos brillaban, pero por razones diferentes y desconocidas.

-Si algo o alguien resulta ser de mi interés, tarde o temprano será mío. Puedo ser muy decidido, cuando quiero, superando todos los obstaculos que se interponen en mi camino.-

Notar la vacilación de la sonrisa traviesa y convencida de Loki fue un momento de gran victoria. Un ser humano le estaba demostrando a un dios que creía que era omnipotente, cómo el pecado podía abrumar tu propia existencia con intenciones simples.

-Si no te importa, volveré a estudiar. Hay demasiadas cosas que debo aprender.- y como si nada hubiera pasado, Michel volvió a sumergirse en la lectura de aquellas runas que atraían obsesivamente su curiosidad.
Loki, demasiado insatisfecho con el resultado obtenido, no se percató de los labios del profeta plegados en una sonrisa sardónica y pícara.

-Eres interesante, y muy molesto.-

-Muchas gracias, creo que lo tendré en cuenta, dios de los engaños.-






-Dudo que te detenga de investigar, pero no entiendo por qué insistes tanto.- Muninn movió sus alas levemente, acomodándose mejor en el hombro de Nostradamus.

El profeta encontró a esa criatura particularmente extraña y bipolar, pues si por momentos se limitaba a regañarlo sobre lo que podía y no podía hacer, luego había otras ocasiones en las que en cambio se mostraba dispuesto a entablar un diálogo preciso respecto a su estancia en el Valhalla y en el panteón nórdico - aún era más agradable estar en su compañía que con la de Huginn, quien solo lo insultaba.

Más que un amigo, Nostradamus estaba seguro de que Muninn lo consideraba una especie de confidente alborotador.

-Ya no estás en el mundo humano, y es poco probable que alguien decida enviarte de vuelta al lugar de donde viniste. No tiene sentido preocuparse por hacer profecías para ayudar a esos estúpidos, si tantos de ellos ya están muertos hace mucho tiempo.-

-Sé que mi discurso puede no tener toda esta gran lógica, pero también es una cuestión de costumbre. ¡Es como si te prohibieran volar!- Nostradamus cerró los ojos por unos segundos, aunque caminaba: -Realmente no puedo dejar de difundir mis conocimientos, así como no puedo dejar de entender a muchos otros. No tendría sentido, me aburriría y terminaría teniendo dudas sobre ciertos temas. Dudas de que si permanecieran ocultas, me volverían paranoico. Y luego nunca dije que quería prestar mi ayuda a otros seres humanos.-

-Sisi, lo entiendo, pero ahora, ¿podrías caminar mirando al frente, como lo haría cualquier otra criatura con un coeficiente intelectual adecuado?-

Nostradamus rió divertido, manteniendo los ojos cerrados y fingiendo que iba contra una pared, volviéndose en el último momento para cabrear al pobre Muninn: tuvo el efecto deseado, porque cuando volvió a abrir los ojos, Muninn ya no estaba sobre su hombro, volaba a su lado.

-¿¡Qué tienes en mente!? ¡Odín debería haberte matado hace meses!-

-Vamos, con ganas de divertirnos un poco, no hace falta que seas tan cruel. Eres exactamente como tu amo!~-

Muninn había batido sus alas con exagerado frenesí, colocándose frente a él con la intención de colmarlo de insultos como solía hacer, pero algo se lo impidió, pues su atención estaba dirigida a otra parte, al igual que sus insultos.

-¿¡Y tu qué haces aquí, traidora!? ¿¡No fue suficiente para ti ser una puta con ese estúpido semidiós, hace mucho tiempo!?-

-¿Uh?- Nostradamus se giró tras él, curioso. Nunca la había visto antes, pero una mujer de cabello largo y oscuro y vestida de blanco, con una expresión impasible en su rostro, caminaba elegantemente en su dirección.

Nostradamus distraídamente notó que Muninn se inquietaba más al darse cuenta de que había sido ignorado, por lo que decidió tomarlo y volver a ponérselo sobre el hombro, en el momento exacto en que la mujer pasó junto a él.

-¡Esa maldita... Brunhilde nunca aprende de sus errores!-

-Brunhilde, ¿eh? ¿Así se llama?-

Muninn siguió observándola con resentimiento, pero todo su enfado alimentó la curiosidad de Nostradamus quien, con una gran sonrisa, echó a andar de nuevo.

-Interesante... ¡Me pregunto si podríamos llevarnos bien!~-

-¿Qué vas a hacer? ¡Tú-... no, no puedes ir con ella!- Nostradamus comenzó a tararear, con la intención de ignorar aquellas insistentes protestas: -¡No puedes ir con esa sucia traidora! ¡Al Gran Odín no le gustaría!-

Si quería obtener una reacción diferente, Muninn no obtuvo el efecto deseado. Los ojos de Nostradamus brillaron con entusiasmo.

-¿Y por qué? ¿No quiere que no hago ninguna estupidez, o le gustaría asegurarse de que no me pase nada malo?- Nostradamus una vez más sintió que su corazón daba un vuelco al imaginar a Odín preocupado por él y por su bien. El sabía lo mal que él era expresando sus sentimientos, era obvio, pero aun así habría sido una escena memorable. Incluso adorable, desde cierto punto de vista.

-¡Definitivamente porque eres un terrorista viviente!-

-Me estás insultando otra vez, eres muy malo cuando quiereeees!~.- Nostradamus asumió otra expresión de fastidio y decepción: -¡Los amigos tienen la obligación de apoyarse, sobre todo si son asuntos del corazón!-

-¡No digas tonterías, alguien podría escucharte!-

Y de hecho, alguien los había oído.
Porque Nostradamus sintió posarse sobre su pequeña figura la penetrante y enigmática mirada de la valquiria llamada Brunhilde. Lo había sido por un tiempo, pero Nostradamus había sentido cierta inquietud.

Interesante y ambigua.

Esa valquiria era el tipo de mujer que haría cualquier cosa para lograr sus objetivos.
Fue bastante espeluznante.

-Pero si no me dices nada de ella, es normal que quiera seguirla. ¿No piensas?-

-No seguirás a nadie.-

Muninn dejó de moverse, aunque su pico estaba completamente abierto y sus ojos negros estaban muy abiertos.
Nostradamus se dio la vuelta sonriendo, con toda naturalidad.

-No es muy educado escuchar conversaciones ajenas, son cosas privadas, viejo.-

Odin hizo una mueca, pero por una vez no se molestó en comentar sobre esta insolencia.

Miró el lugar donde justo antes estaba Brunhilde, con una sonrisa inusual presente en sus labios.

-Algo pas-...-

-Síguela y pagarás las consecuencias de tus actos.-

Las pocas plantas en macetas del pasillo se habían marchitado a un ritmo impresionante y un par de cuadros habían caído al suelo con fuerza. Todo se sentía como si fuera a romperse en mil pedazos.

¿Brunhilde había ofendido o provocado a Odín de alguna manera?

No tenía idea de lo que estaba pasando, y en otra ocasión habría sonreído felizmente al presenciar una demostración de poder tan inmensa de parte de su dios, pero Nostradamus no hizo nada.
Esperó a que terminara ese momento interminable de pura destrucción, su corazón ya no latía con una alegría frenética.

"¿Y ahora qué me pasa? ¿Por qué siento... mi pecho opresivo?"

Fue increíble cómo un día normal podía convertirse en algo más complejo y lleno de acontecimientos.

Nostradamus odiaba la monotonía y la previsibilidad, pero ver a Odín tan furioso...

No, no fue divertido.






-No predecir el futuro ni siquiera para asuntos del corazón a veces es realmente aburrido.- Michel observó las estrellas, recostado sobre la hierba. No había perdido la costumbre de perderse en la belleza del universo.

Habían pasado otros meses y se preguntaba cuánto tiempo más tendría que esperar para poder ganarse el corazón de ese dios que era tan gruñón que no quería saber nada de iniciar una relación con él.

Lo atormentaba, se burlaba de él, se pegaba a él, pero Odín era inflexible.
Últimamente se había mostrado más severo que de costumbre, y la presencia de Brunhilde en su palacio había sido un acontecimiento que no se obstinaba en olvidar.

Nadie se había atrevido a mencionar a la valquiria; Michel pensó que si alguien lo intentaba, se habría arriesgado seriamente a convertirse en cenizas o en alimento para sus cuervos.

Loki dijo que Odín estaba exagerado, Muninn dijo que su ira definitivamente estaba justificada. Pero nadie se dignó decirle qué había pasado ni por qué esa valquiria era tan odiada como para ser repudiada por nadie.

Había tratado de averiguarlo, al menos lo había intentado, porque cada vez que había tratado de investigar quién era la valquiria y qué había hecho, Thor lo descubrió.

No sabía cómo podía ser posible: el taciturno y solitario hijo de Odín, que debería haberse ocupado de pelear o dedicar su tiempo a cumplir con sus deberes de dios, se había convertido en su persecución.
Era obvio que su padre le había dado una orden, muy probablemente para vigilarlo, pero todavía había demasiadas dudas para Michel que tenía que responder.

Y saberlo todo y nada gracias a sus presentimientos y al silencio de quienes lo rodeaban se estaba volviendo exhaustivo.

-Ver que te sigues metiendo en líos es frustrante.-

Michel resopló, sentándose: -¡Algo está pasando y no me lo vas a decir!-

-Si lo supieras, ¿cambiaría algo?-

Odín podía ser lo suficientemente irritante y encantador como para volverlo loco. Si bien había decidido no quejarse más, eso no significaba que se había dado por vencido en descubrir la verdad.

Más que curiosidad, ahora era una cuestión de principios.

-No, no lo creo. ¡Pero tengo mucha curiosidad!- si tuviera que hacer enojar a Odín, al menos habría tratado de ser rápido en hacer esta locura: -¿Qué se dijeron tú y esa valquiria? Nunca te he visto tan furioso.-

-Entrometerte en lo que te rodea es una de tus mejores cualidades.- dijo Odín con cierto sarcasmo. Sin embargo, Michel notó que no estaba enojado o molesto por esa pregunta.

-Gracias.- el profeta se cruzó de brazos, fingiendo ofenderse: -Ahora debo perseguiros con mayor empeño. Y no, antes de que lo digas, el tormento que trato de darte todos los días no es suficiente.-

-No dejarías de atormentarme a pesar de todo.-

Los ojos de Michel se abrieron un poco.

-¡Sonreíste! ¡Ya es la segunda vez que sucede!- tras esa exclamación, Michel sonríe radiante, sin dudar en abrazar a Odín que se tensó ante este contacto. Sin embargo, a diferencia de cómo siempre lo hacía, no se molestó en alejarlo.

Y esto para Michel fue tanto una gran sorpresa como una gran satisfacción.

-¡No hay necesidad de ser tímido, puedes admitir fácilmente que tú también me amas!-

-No te extiendas con tus ridículas fantasías.-

-Si me mantuviera al margen de mis fantasías, seguro que no estaríamos aquí hablando sino haciendo otra cosa!~-

Ver la cara de escandalo de Odín fue lo más gracioso del mundo, por eso Michel no ocultó su felicidad y se echó a reír a carcajadas.
Sintió que Odín lo agarraba por el cuello y lo obligaba a alejarse, pero Michel no dejó de reír hasta que sus pies tocaron el suelo.

-Trabaja en aumentar tu conocimiento en lugar de pasar tus días molestándome.-

-Ya te lo señalé una vez: si realmente no me soportaras, te habrías deshecho de mí desde el primer día.-

Quería que el siguiera con sus estudios y que se mantuviera alejado de Brunhilde, actitud que estaba bien desligada de las constantes amenazas que el le dirigía.
Algo estaba cambiando en esos últimos meses, y ni Odín ni el mismo Michel se estaban dando cuenta realmente.

-¡Y no estás respondiendo a mi pregunta! ¿Entonces por qué estás aquí? ¿Me extrañaste?~-

-Quería asegurarme de que no estabas haciendo algo precipitado.- la respuesta llegó tarde a sus oídos, y no fue satisfactoria para Michel de Nostredame, quien comenzó a resignarse a la idea de conquistarlo.

-También puedes decir unas cuantas mentiras de vez en cuando, viejo sabroso.-

-No me llames así.-

-¿Prefieres "papi" o quieres que use algún apodo más vergonzoso?-

El amor podía manifestarse muy lentamente o con tormento rápido, no había tiempos preestablecidos.
Nostradamus quería demostrar lo inmenso que era ese sentimiento que lo volvía tan despreocupado, y Odín no estaba dispuesto a escucharlo.

Pero ya no estaba huyendo.

Siguió probándose a sí mismo, queriendo silenciar a ese pequeño profeta descarado que una vez había insinuado que estaba huyendo de sus sentimientos. De él.

Una insinuación que todavía lo enfurecía, una insolencia que en otras ocasiones no hubiera sido tolerada.
Pero, ¿qué diferenciaba a Michel de Nostredame de todos los demás? ¿Fueron solo sus habilidades como profeta y médico lo que lo hizo tan especial?

No, tenía que haber más.

Pero por primera vez en siglos y milenios de existencia, bajo un mar de curiosas y brillantes estrellas, el corazón de Odín había comenzado a latir.
Y llenarse de un sentimiento que nunca había tenido el coraje de enfrentar.



...


Geir se había sentido herida y perdida en el pasado cuando una de sus hermanas expresaba abiertamente los sentimientos negativos que la acosaban. No es que no sucediera a menudo - Hlökk y Alvitr, por ejemplo, nunca habían tenido problemas para ocultar lo que sentían -, pero tales eventos naturales despertaron la impotencia en ella.

La impotencia de no ayudar a las personas que amaba, a las que le hubiera gustado ayudar aun a costa de su vida.
La impotencia que sintió durante el Ragnarok al ver a sus hermanas arriesgar sus vidas - algunas de ellas se perdieron para siempre, pero ¿realmente podría odiar a los dioses, Zeus o Brunhilde por eso?

Quedaban pocos, tanto valkirias como einherjar, y había que hacer algo. O los sacrificios de su amada hermana Brunhilde habrían sido en vano.
Para ello quiso hacer todo lo posible por ayudar a todos, en la medida de sus posibilidades.

Y esto también se aplicaba al pestífero profeta que la había enojado muchas veces: cuanto más se acercaba su turno, más sombrío y distante se volvía.
Permanecería inmóvil, sentado en la hierba admirando la puesta de sol o las estrellas.

Estaba irreconocible.

-¿Estás bien?- Geir se acercó, inseguro: -Es tarde y hace frío. No es bueno quedarse aquí a la intemperie.-

-Estoy muerto, ciertamente no me arriesgo a enfermarme.- Nostradamus mantuvo su mirada fija en la luna: -No hay de qué preocuparse.-

Pero no obtuvo el efecto deseado: paradójicamente, Geir se preocupó aún más cuando no escuchó ninguna línea pronunciada por ese ser humano tan fuerte y tan solitario.

Porque esta era la verdad: Nostradamus se sentía solo e infeliz, y Geir comprendía cómo se sentía. Era un dolor que la había perseguido desde que la humanidad había sufrido su primera derrota y había visto morir a la dulce Randgriz con Lü bu Fengxian, ante sus ojos.

-¿Echas de menos a alguien?- vio a Nostradamus tensarse: -Puedes hablar de ello si te apetece, mi hermana Randgriz solía decir que guardar toda la tristeza dentro no es sano.-

-Es una larga historia.- la voz de Nostradamus era extraña, sin sonar como de costumbre: -Lo engañé y él me odia. ¿A quién le importa?-

Geir se mordió el labio. No sabía de qué estaba hablando, pero tenía que ayudarlo. Quería hacerse útil a alguien, sólo una vez.

-Hablar con una persona y aclarar puede ser la mejor opción.-

-La aclaración no es una opción viable. No esta vez.-

Geir solo se dio cuenta después de unos segundos de que Nostradamus la estaba mirando. La oscuridad los envolvió, como fuente de luz solo tenían la luna y las estrellas, y Geir vio los ojos de Nostradamus irreconocibles, tristes y sombríos.

No sabía si había estado llorando, pero no tenía ganas de preguntar.

-Continuó su camino y antepuso su honor. Me equivoqué y por eso cerramos, pero al final está bien.-

-¡No, eso no está bien!- Geir apretó los puños, ahora era su voz la que temblaba: -¡Nada de esto es! Amas mucho a esta persona, ¿no? ¡Todavía hay tiempo para arreglar las cosas!-

A pesar de lo fundamental que era el Ragnarok para la salvación de la humanidad, Geir no podía verlo como algo justo.
Había causado demasiadas muertes, creado demasiado sufrimiento. ¿Cómo podrían considerarse justas esas peleas mortales?

Nadie merecía sufrir.
Todos estaban cansados.
Pero estuvo cerca. Dos victorias más y la humanidad se habría salvado.

Y tal vez-

-Es extraño verte llorar.- bromeó Nostradamus, poniendo una mano en su hombro, consolando a quienes deberían haberlo consolado. Geir se sintió culpable por esto: -Ya estoy bien.-

"¿U-Uh...? ¿Estoy llorando?" Geir acercó una mano a su mejilla, los dedos se tocaron con lágrimas incesantes: "¿Por qué no puedo ser tan fuerte como tú... Hilde? ¿Por qué ni siquiera puedo consolar a alguien?"

-¿No me crees? ¡Mira, hasta estoy sonriendo!-

"Mentiroso."

Nostradamus era muy bueno fingiendo, pero no expresando sus sentimientos.
Geir era muy buena expresando sus sentimientos, pero era incapaz de mentir y mucho menos a sí misma.

Esperaba que todos fueran felices de nuevo. Esperaba que el Ragnarok terminara pronto.

Porque todo ese dolor no podía estar bien.
Simplemente no estaba bien.

Y las estrellas, conocidas por su brillo y calor, estaban impacientes con todo ese dolor.






Estoy muy satisfecha con la forma en que estoy escribiendo esta historia: estoy tratando de escribir lo mejor posible.
Es como un desafío en el que tengo que dar lo mejor de mí, ¡por eso estoy muy orgullosa! - principalmente porque aunque estoy ocupada con la universidad, estoy publicando muchas historias y capítulos según mis estándares.

Precisamente porque quiero hacer las cosas bien, esta historia tendrá cuatro capítulos en lugar de tres. Los otros dos también serán muy largos, ¡así que prepárense, mis queridos lectores!

¡Espero que hayan disfrutado este capítulo!

Hasta la proxima vez,

- LadyFraise💜

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