Rotos

Era uno de esos días en los que se sentía muy mal consigo mismo y las redes sociales no ayudaban mucho.

Mentiría si dijera que no usaba constantemente las redes sociales, porque lo hacía, sobre todo Instagram donde subía fotos de él en su mayoría, aunque esto solo ocurría cuando se sentía lo suficientemente atractivo como para compartir imágenes en internet. Hasta era popular, con muchos seguidores y demás. Los comentarios de las fotos y los seguidores que tenía eran alentadores y halagos casi por completo, aunque también había aquellos seres envidiosos y sin corazón que le destrozaban la pequeña y frágil autoestima que poseía, como si lo tirarán de una sola patada en los genitales. Doloroso.

Era uno de esos días en los que las opiniones de los demás le importaban en demasía, tanto que terminaba creyéndoles.

Era horrible, feo, sin encanto. ¿Cómo osaba subir aquellas atrocidades?

Llegó a la casa con poco ánimo, cansado del trabajo y con un sentimiento de derrota. Subió las escaleras y se encerró en su habitación sin llamar demasiado la atención. Se tumbó en la cama y cubrió su cara con una de las esponjosas almohadas, conteniendo miles de emociones en su cuerpo; quería gritar de rabia, llorar inconsolable por sentirse una basura, quería hacer cientos de cosas para mejorar su imagen física, pero al mismo tiempo no deseaba moverse. Para quitar el jocoso nudo en su garganta, emergió de su cuarto y bajó las escaleras hasta llegar al primer piso donde una de las puertas fue abierta. El rubio observó que el signo del cangrejo salía de su pieza, con un pantalón de pijama color púrpura y una playera desaliñada blanca con un Charizard en el pecho, tenía el cabello alborotado y los ojos entrecerrados con cansancio absoluto, como si acabase de despertar, pero el signo aire pensaba que se veía estúpidamente bien. ¿Cómo era eso posible? Su autoestima cayó aún más.

Cáncer se acercó lentamente, bostezando y rascándose la cabeza de manera desganada, mas se mostró preocupado en el momento en que se dió cuenta de la mama cara de Libra que aún yacía plantado en el último escalón.

—¿Qué pasa? —preguntó el mayor, recibiendo la mirada azul del contrario.

Libra no dijo nada y empezó a rascarse los antebrazos de manera mecánica, como si fuese un tic. Al notar esto, el signo agua le tomó las manos y observó con angustia el rostro pálido del otro muchacho.

—¿Libra? ¿Es uno de esos días? — el rubio asintió, obteniendo un suspiro del adverso—. Muy bien. Ya me tienen harto. Dame tu celular.

—Cáncer...

—Callate y dame el celular.

El menor sacó el aparato de uno de los bolsillos en su pantalón y se lo entregó al contrario quién lo arrastró hasta su cuarto. Cáncer sentó al rubio en su cama y, mientras se paseaba por el cuarto, revisó todo lo que los suripantos estaban diciendo de él. El cangrejo no demoró ni un segundo en grabar un vídeo en el perfil de Libra, realmente molesto aún si en el fondo sabía que aquello no serviría del todo para evitar los comentarios de odio que el menor recibía. Además, sentenció que el signo aire se tomaría un tiempo lejos de las redes porque el signo agua ya estaba cansado de que su novio tuviese sus crisis por culpa de unos ineptos que sabían absolutamente nada de él. Por supuesto que omitió el hecho de que no quería que Libra tuviese de nuevo algún problema con la comida pues ya llevaba mes y medio sin saltarse sus alimentos, sin vomitar o sin hacer algo de esa índole. Y por supuesto que esclareció los comentarios que sugerían que Libra era un "marica", diciendo en tono severo que sí, era gay y él era su novio, pero que eso no lo hacía menos masculino que el resto de la población; que virilidad tan frágil tenían los idiotas al otro lado de la pantalla como para insinuar aquello. Así de sencillo.

Sin decir nada y luego de terminar de subir el vídeo, apagó el aparato para que no molestase y se dispuso a cambiar su ropa de cama por algo más casual y adecuado para salir a la calle. Se vistió con unos pantalones rasgados en las rodillas, una playera negra con un pingüino y unas zapatillas deportivas color verde militar.

Volvió a tomar al rubio de la mano y se lo llevó fuera de la casa, montándose en un autobús y yendo a un destino desconocido para el menor que se limitaba a mirar sus zapatos negros como si fuesen algo traído de otro universo mientras que la áspera mano del cangrejo se aferraba a la suya, acariciando su dorso con el pulgar.

Luego de aproximadamente 30 minutos de viaje, llegaron al restaurante favorito de Libra en donde se sentaron y fueron atendidos por una muchacha dulce y novata.

El signo aire estaba dispuesto a decir algo al respecto, pero Cáncer rápidamente le calló, diciéndole a la señorita mesera que trajera ciertos platillos que eran los preferidos del menor. Quería recordarle lo maravillosa que era la comida antes de que se dispusiera a matarse de hambre.

Luego de que los platillos llegaran a la mesa, comieron sumidos en silencio, y Cáncer se alivió de ver que el rubio disfrutaba de sus alimentos, saboreandolos con lentitud y relajando el semblante apesumbrado, casi olvidando todo el acoso virtual. Finalmente, una vez pagada la comida y terminada, salieron del local y caminaron por las calles hasta llegar a una heladería que al signo aire le fascinaba, y con el calor que hacía le sentaría muy bien. Para ese entonces Libra ya no se veía tan triste y el cangrejo casi pudo sonreír con satisfacción, casi.

Mientras comían sus helados se paseaban por ahí, sin decir nada, hasta que llegar a una plaza en donde se sentaron al borde de una fuente y miraron la gente que iba y venía.

Cáncer saboreaba su helado de fresa con tranquilidad, mirando a ningún punto en particular con desinterés y solo centrando su atención en el otro signo en cuanto escuchó que éste suspiraba.

—No tenías que hacer todo esto— dijo Libra, moviendo un poco del helado de choco chispas con la cucharilla plástica—. No valgo la pena.

—Tonterias. Sí lo vales. ¿Creías que me iba a quedar de brazos cruzados al ver a mi novio así?

—Pero...

—Lucas, mírame— los ojos azules se alzaron tímidamente hasta encontrarse con los plata del mayor, que le miraban decididos y con amor—. Entiendo ese sentimiento inevitable de menosprecio constante, créeme que lo entiendo. Pero no viene al caso que te denigres de tal forma porque eres mejor que cualquier otra persona que haya conocido.

—Ellos decían...

—No hagas caso a lo que esos idiotas digan. No te conocen. Yo sí. Ellos ven únicamente tu faceta de chico bonito con buen sentido de la moda, pero yo veo eso y más. Veo tu inseguridad, tus problemas alimenticios, tus sonrisas y tus llantos, tus anhelos y tus miedos. Y yo amo todo de ti, Lucas— el mayor sonrió y el aludido le imitó—. Así que si vuelves a hacer caso a lo que digan todos esos babosos, vas a conocerme enojado.

Una risita emergió del rubio antes de mirar nuevamente su helado.

—Eres super cursi— aseguró el signo aire, llevándose un poco del dulce frío a su boca.

— Tú también eres súper cursi— codeó Cáncer.

—Pero tú me ganas.

—Eso es verdad.

Se sonrieron de manera cómplice durante unos segundos antes de que el mayor besara castamente los labios del rubio.

—Gracias.

Un corto de mala calidad. Sorry por la demora :'v los amo, bye.

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