Pedir
Sagitario ya había ido a preguntarle a la chica si lo aceptaba y por suerte, eso hizo. Dejó el anillo con ella y se retiró del lugar para ir donde los hermanos de ella.
Frente a la puerta de la habitación de Tauro, respiro un tanto temeroso y acomodo su traje viejo, así no se veía tan despreocupado como siempre.
Golpeteo la madera con los nudillos y recibió un "pase" de alguien en el interior. Lentamente abrió la puerta y se asomó, encontrándose con la mirada chocolate del más grande.
—¿Puedo hablar contigo y Capricornio?
Tauro parecía extrañado por la timidez del azabache, pero asintió. Le dejó pasar y llamó con un grito a su hermano, quien segundos después arribó al lugar. El castaño miraba confundido a su hermano y al chico de fuego, a este último, ambos lo escanearon con la mirada.
—¿Qué pasa?—El mayor estaba ligeramente preocupado.
Sagitario inhaló con decisión.
—Quería pedirles la mano de Virgo.— Espetó.
Los varones de tierra pestañearon sorprendidos.
—Te refieres a ¿casarse?—Indagó Capricornio. —¿A matrimonio?
El azabache asintió. Hubo un eterno momento de silencio en la habitación. Los tierra estaban aturdidos, no le daban crédito a lo que escuchaban y tardaron en procesarlo.
—¿Qué?—Preguntaron ambos.
—Dije...
—No, no— Interrumpió el castaño y se sujeto el puente de la nariz.—, sí escuchamos.
—Estamos sorprendidos. —Confeso Tauro, poniendo una mano sobre el hombro de Capricornio. Sonrió. —¿Qué te dijo ella?
—Que sí.
—Bien, es lo que Virgo decida, Sagitario.
—Supongo, pero ya ven que le gusta las cosas a la vieja manera y no esta demás decirles. —Seguía angustiado por la reacción de ellos.— ¿Están bien con eso?
—Sí es lo que quiere, estamos bien.—El taurino le miró compasivo, tranquilizándole un segundo, antes de ponerse serio y aterrador.—Pero no te atrevas a hacerla llorar de nuevo.
—Sí.—Afirmó casi de manera militar antes de retirarse de la habitación.
Los varones se quedaron solos ahí, en silencio. Capricornio lucia aun en estado de shock, parecía que rompería en llanto en cualquier momento. Alzó la vista encontrándose con la de su hermano, quien por un instante lucia tranquilo, sereno, hasta que lágrimas comenzaron a derramarse de sus ojos.
—Tauro...—Musitó el más bajo, viendo empatico a su hermano, quien tenía una mirada melancolía y nostálgica. —No llores.
—Lo siento, lo siento.—Jadeaba tembloroso el peli-verde, limpiándose las lágrimas con el dorso de sus manos, todo en vano, pues no se detenían.
Capricornio resoplo inquieto y abrió los brazos para que el contrario se acercara. Cosa que hizo y rápidamente lo abrazó, dándole palmadas en la espalda.
—Vamos, Tauro.
—Es que...—Gimoteaba.— Es mi hermanita...
—Lo sé, también es mi hermana, pero ya es una adulta.
—Uh...Siempre sera pequeña para mí.— Capricornio suspiró y el contrario seguía.— Ella y tú, son mis hermanitos, no importa que digan.
—Ya no somos niños.
—Dije que no me importa. —Le pellizcó las mejillas. —Capri, son niños para mí.
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