Oye, Libra.
Libra escucha una conversación al fondo del pasillo, por lo que se asoma curiosa a ver que sucede. Tauro y Aries conversan frente a la habitación del primero. El peli-verde le mira con angustia y el más bajo parece mirarle con insistencia, sujetando sus propias manos con fuerza. La chica se les acerca y les mira con duda.
—Dile a Libra.—Habla el de tierra señalando a la chica.
—¿Decirme qué?
Aries suspira con derrota y molestia. Descubre su mano derecha, dejando ver una herida, no profunda, yendo en todo lo ancho de la palma.
—Libra, ¿dónde está el botiquín?
La rubia se lleva la mano a la frente en un gesto de decepción. Finalmente, se lleva a Aries con ella a su habitación y lo sienta en la cama. El taurino, seguro de dejar a su amigo con ella, se devuelve a su pieza.
Luego, Libra se sienta junto al de ojos negros, con la cajita blanca y metálica en su regazo.
—¿Qué tontería hiciste ahora?—Cuestiona la chica, limpiando con cuidado la herida sangrante.
—Me corte con una navaja.
—¿Haciendo?
—Estaba tratando de abrir una caja y el filo resbaló. —Aries le mira enfurruñado.—No es la gran cosa.
—Lo es. Tienes suerte que sea superficial.
Le pone una gasa y venda la mano con cuidado, después, le pellizca el brazo al chico en forma de reprimenda.
—¡Ten más cuidado!—Le reclama y el pelirrojo se soba la piel, mirándole con enojo.—Aries, el que seas inmortal no quita el hecho que aun sientes dolor y que sí te puedes matar.
—Niña.—Se queja él y le señala. — Eres un dolor de cabeza.
—Mira quién lo dice. —Sonríe coqueta guardando todo en el botiquín. —Si quieres, que Virgo te cheque.
—Nah, dejaré que se cure sola. Gracias.—Le despeina y sin más, se retira del cuarto.
Libra suspira resignada. Él siempre lastimándose.
***
—Libra.
La nombrada se gira a ver a un azabache que se acerca hasta el sofá donde ella se encuentra, trabajando en su laptop rosa.
—¿Has visto mi toalla?—Cuestiona el sagitariano.
—Aries lavó cosas, puede que esté colgada en el patio.
El chico sale y busca, poco después, vuelve a entrar.
—Libra.
—¿Ya viste si está en el cuarto de Leo o Aries?
Nuevamente, Sagitario se retira, subiendo las escaleras y dirigiéndose a la habitación de sus hermanos mayores, dejando sola y en paz a la rubia. Largos minutos pasan y el pelinegro regresa, con su mochila de viaje colgada de sus hombros.
—Libra.
—¿Mande?—Responde sin mirarle.
—¿Sabes dónde está mi celular?
—Encima del refrigerador.
Sagitario va y lo toma, guardándolo en uno de sus muchos bolsillos para luego caminar a la puerta principal y antes de salir, mira a la chica.
—Libra...
—Sí, yo les digo a Aries y a Leo. Solo no olvides mandar un mensaje cuando llegues allá.
—No problema, señorita.—Sonríe. —Gracias. Nos vemos en unos días.
—Bye. Bye.
***
Toc. Toc. Toc.
Algo golpea la puerta de la habitación. En medio de la oscuridad de la noche, Libra se ve obligada a despertar para ver que sucede y ya supone de que se trata ese ruido. Abre la puerta a la par que bosteza y ahí, en el pasillo, está Leo. Los ojos cerrados, la cabeza caída y su cuerpo meciéndose ligeramente. Libra suspira acostumbrada a tal aparición y sin darle muchas vueltas al asunto, lo adentra a la recámara, para después meterlo en su cama bajo las mantas. Se acomoda junto a él y regresa a su mundo de sueños.
A la mañana siguiente, se despierta y ve a Leo tan apacible a un lado suyo, aunque poco después, éste lentamente comienza a abrir sus ojos, clavandolos con los azules de la chica.
—¿Caminé sonámbulo?—Pregunta en un suspiro.
—Sip. No deberías sorprenderte.
—Lamento molestarte, Libra.
—No te preocupes. No es nada, Leo. Mientras no te lastimes, todo bien.
—Gracias.
***
La puerta de su habitación se abre y por ella entra Acuario, con una almohada en mano y vestido con su pijama.
—Libra, no puedo dormir.—Dice, cerrando la puerta y acercándose a la cama.
—¿Y Géminis?
—Está roncando ya.
Libra rueda los ojos con diversión y sin más, deja que el chico se recueste en su cama. Deja su celular de lado y va por su viejo cuadernito con múltiples cuentos, para luego acomodarse al lado del peli-plata. Él se acomoda como un niño expectante, mirando a la rubia buscar un cuento entre las hojas viejas y desgastadas.
—En una tierra lejana...
Comienza a relatar y en cuestión de minutos, el menor ya está dormitando sobre el colchón. Le acaricia suavemente el cabello y finalmente, retoma lo que hacia antes de que Acuario apareciese.
—Tu puta madre.—Masculla el menor entre sueños y Libra solo atina a soltar risillas.
***
—¡Libra!—Le llama Géminis a la lejanía.
La nombrada resopla y sin más, se dirige dónde el mayor, quien se encuentra en su habitación. Abre la puerta y ve como el rubio está frente a un muro del cuarto, con pincel en una mano y pintura en la otra.
—¿Qué?—Indaga curiosa y plantándose junto al chico.
—¿Tú que dices?—Cuestiona, señalando un dibujo a lápiz de un ave.—¿Azul o rojo?
—Uh...
Ambos inclinan la cabeza, inspeccionando seriamente el dibujo.
—¿Qué tal turquesa?—Habla la chica.
Géminis forma una mueca graciosa, haciendo una trompita con los labios y poniendo el pincel en su barbilla.
—Puede funcionar.—Dice él y luego, retira un par de cabellos de su cara con un soplido.
Libra mira su, relativamente largo cabello rubio y sin preguntar, usa una liga que descansa en su muñeca, para sujetar el cabello de Géminis y que este así, no le estorbe.
—Gracias.—Sonríe.
—Sin problema.
***
La única chica de la casa aire, baja las escaleras con intenciones de salir de su hogar. Al final de la escalera encuentra una araña y como es de esperarse, la chica no hace más que chillar con horror. En respuesta a ello, los tres chicos de fuego bajan corriendo hasta donde ella está, con angustia y un tanto alterados.
—¡¿Qué?!—Pregunta el mayor mirando en todas direcciones a la rubia, asegurándose que está bien.
—¡Una araña!—Chilla señalando al animalillo sobre el suelo, que a sus ojos luce enorme, repulsivo y horrible.
—¡Te voy a matar! Pensé que te pasó algo, idiota.
—Libra.—Suspira con alivio el azabache, bajando la escalinata y mirando a la araña negra.—Está más que muerta. Mira. Sus patas están enroscadas a su cuerpo.
Como para confirmar ese hecho, el chico le mueve ligeramente con la punta de su bota ocre de trabajo pesado. No pasa nada.
Leo se lleva estrepitosamente la mano al rostro en un gesto de decepción. Aries mira con ira a la chica y le propina un golpe en la cabeza.
—Odio que haga eso.—Dice el modelo con fastidio.
—Por cierto...
La intromisión de los chicos aire por la puerta principal interrumpe a Sagitario de formular su cuestión. Se acercan donde los demás y les miran curiosos.
—¿Qué sucede?—Pregunta el mayor.
—Ah nada, solo que hay una araña.—Comenta divertido el menor de fuego y ante ello, el rubio se trepa sobre él en busca de protección. —Jamás me cansare de esto.
—Está muerta.—Asegura Leo.
—Te odio.—Reclama Géminis mirando con molestia al de ojos purpuras. Sus ojos azules se cruzan con los eléctricos de su pareja.—¿A dónde vas?
—Iba al centro comercial a comprar unas cosas.
—¿Puedo ir?—Preguntan los cinco chicos al unísono.
Ella suspira entre divertida y resignada para asentir en afirmación. Con eso dicho, todos se montan en el auto de Leo, un tanto apretujados, pero les parece mucho mejor que ir en autobús. En cuestión de varios minutos, llegan al lugar de múltiples tiendas y abarrotado de personas.
—Muy bien.—Habla Libra.—Vayan a hacer lo que tengan que hacer, los veo en media hora en la fuente que hay al centro, ¿bien?
—Sin problema.
—No se metan en problemas.
—Ya oíste, Alex.—Le dice el peli-naranja al mayor.
—¡No soy tan problemático! Tú, por otra parte, no te tardes mucho en la sección de ropa y eso. ¡Además!, espero que tú, Scott, no trates nada con menores de edad, no de nuevo.
—¡No es mi culpa!—Se queja el azabache. —Ellas no se ven menores de edad, te lo juro por Zeus, se ven mayores.
—Oigan.—Interrumpe Acuario.—Luci ya se fue. Creo que lo mejor sera movernos de una vez.
—¡Ya estás!—Exclama Aries y lo ven correr lejos.—¡Iré a los videojuegos!
—Iré a la ropa.—Anuncia Leo.
Los tres últimos chicos se miran cómplices. Simplemente irán a perder el tiempo en cualquier parte del lugar.
Al concluir su tiempo, pasados los treinta minutos, cada uno se dirige al punto acordado. Los cinco encontrándose a unos cuantos metros de distancia lejos de la fuente con luces, saliendo desde el suelo. Se detienen un segundo al ver a Libra hablando con un sujeto. No parece que algo esté exactamente mal, pero tampoco luce como si todo esté yendo de maravilla. El chico parece tratar de convencerla de algo y ella, incomoda, se niega rotundamente un sin fin de veces.
—¡Ah!—Exclama Acuario apareciendo junto a ella, mientras Sagitario a abraza del cuello por el lado contrario.—¡Aquí estás!
—Te estábamos buscando.—Asegura el pelinegro, pellizcandole la nariz con suavidad.
—Sí, sí. Vamos.
E ignorando olímpicamente al pobre chico, Acuario sujeta de la mano a la rubia y se la lleva con él, mientras el pelinegro le sigue. Una vez se mezclan con los demás, actúan natural. Libra caminando entre los dos varones de aire; Aries y Sagitario yendo en detrás de ellos, lanzándole miradas sospechosas e intimidantes al muchacho, mientras Leo, de ultimo, les empuja para que avancen y no se golpeen con algo.
—Gracias.—Suspira Libra con alivio.
—No hay de que.—Le sonríe Acuario con alegría.—Es deber de un hermano cuidar de su hermanita.
—Pues sí güey, no mames.—Corrobora Sagitario. —Tenemos que velar por ti.
—Tampoco somos pésimos hermanos. —Habla Aries resolviéndole sus rizos.
—Yo no al menos.—Asegura orgulloso Leo. —Aunque Gill ya no cuenta como su hermano.
—¡Sh!—Le calla sonrojado el rubio.
Deciden regresar a casa.
Aunque los signos de fuego no fueron ni si quiera educados con los signos de aire, se veían bastante y terminaron cogiéndole un cariño a Libra como una hermana menor, pues era y es la única mujer que tuvo gran impacto en su vida de una forma fraternal. Es su única guía femenina. Acuario siempre la vio como su hermana mayor pues han estado juntos toda su existencia y se criaron juntos, al igual que Géminis, aunque este ultimo terminó desarrollando sentimientos aun más profundos por la chica. Ellos se aprecian como hermanos y aun así, a veces Libra quisiera un descanso de tantos hermanos problemáticos.
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