Madrugada
Se removió en la cama, claramente inquieto. Podía percibir el respirar tranquilo de su acompañante y el calor que éste desprendía a sus espaldas. Se dió la media vuelta y miró la figura del otro signo siendo bordeada por la luz de la Luna que se colaba a través de la ventana.
—Acuario— musitó, con voz pastosa y susurrante—. Acuario.
El otro signo aire se quejó balbuceando y se encogió ligeramente sobre la cama, claramente despertando.
—¿Qué pasó?— preguntó el menor, suspirando.
—¿Me amas?
—Por Zeus, Géminis...
—¿No?
El peliplateado se giró sobre sí mismo y observó con ojos entrecerrados al rubio que parecía estar por completo despierto, con sus orbes zafiros examinandolo severamente y lleno de interés.
—Estamos casados— dijo con obviedad Acuario, acurrucandose contra la almohada y frunciendo las cejas.
—Sí, pero, ¿te casaste conmigo como amigos o como esposos?
—Géminis, son las cuatro de la mañana.
—Respondeme, por favor.
El menor cerró los ojos y soltó una larga bocanada de aire, cansado. Luego miró directo a los ojos del rubio, acercándose un poco a él para depositarle un cariñoso beso a su frente y nariz.
—Por supuesto que te amo— declaró el de ojos turquesa—. No me iba a comprometer con cualquiera.
—¿De verdad?
—Sí. Ahora duerme, Zeus.
El rubio asintió sin más, abrazando por la cintura al contrario, dejando un suave beso en sus labios y cerrando los ojos para dormir al fin. El peliplateado acarició un segundo el cabello lacio y largo del contrario, aguantando un bostezo antes de dejarse llevar por el sueño.
...
Bajó las escaleras hasta llegar a la sala donde estaba la mayoría del zodiaco, además de que algunos se hallaban en la cocina.
—Oye, bro— habló el rubio, acercándose al sofá donde yacía el de ojos turquesas en compañía del azabache y el peliverde.
—Hace cinco minutos tenías tu lengua en mi garganta, así que no me digas bro— comentó el menor sin mirarle, pero con tono de voz serio y acusatorio.
Y todo pareció detenerse; Géminis paró abruptamente su caminata y sus mejillas se sonrojaron como una luz navideña, Sagitario comenzó a reírse como idiota, a Tauro se le cayó el control de las manos, Cáncer escupió toda el agua que había estado tomando y mojó la barra junto al signo de la cabra que estaba frente suyo. Y es que nadie sabía que eran pareja.
—¡Acuario!
—Sorry— dijo, divertido, lanzando un beso en la dirección de Géminis de manera coqueta—. Love you.
—Ya no quiero nada.
Se dió media vuelta y se marchó escaleras arriba, por dónde había aparecido.
—¡No! — chilló el peliplateado, levantándose de su sitio y corriendo tras el otro—. ¡Te la mamo para recompensar!
—¡Cállate ya!
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