Kien io?
—¡Aries!— Exclamó alegre la chica yendo a la habitación de él.
Abrió la puerta con energía y saltaba emocionada hasta donde el pelirrojo se encontraba, sentado en su puff rojo, mirando la televisión. Le puso mute y le miró extrañado.
—¿Qué mosca te picó? —Cuestionó. Su sonrisa era casi irreal.
—Te compre algo.—Dijo y se sentó frente a él.
—¿Un regalo?— Tomó la caja envuelta y con moño, de colores infantiles y suaves. —Aun no es mi mes.
—Lo sé.
—¿Qué hiciste?— Preguntó con sospechas, mirándola con ojos entrecerrados.
—Nada. Lo juro por Matt. ¡Abrelo!
Desconfiado, eso hizo. Retiró el moño y rompió el papel de decoración. Titubeante, pensó si no habría algo raro ahí dentro. Se encogió de hombros y quitó la tapa. Dentro había un control de GameCube.
—¿Recuerdas que solo tienes dos? —Cuestionó Cáncer inclinándose al frente.
—Sí, ahora podremos jugar tres personas. Muchas gracias.
—No hay problema.—Su sonrisa era un tanto maliciosa.—Aun hay más.
El chico estaba sintiendo un aviso, algo se avecinaba, pero no sabía qué. Jamás había visto a su chica tan emocionada, por lo menos no como ese día.
Rebuscó entre los trozos de papel china y encontró una tarjeta. La sacó y giró para poder leerla. Tenia una imagen de Yoshi con un Mario bebé en su espalda, yendo por el típico escenario de un Mario Bros.
"¿Y si unimos a otro jugador?"
Más abajo de las letras, había un huevo de motas verdes, podía abrirse y escribir en su interior. Leyó lo que ahí ponía.
—¿Seras papá?— Repitió confundido el chico de fuego. Miró a la chica, mostrando la tarjeta.—¿Qué significa esto?
—No juegues, Aries.
—Es que no entiendo.
—Nosotros tendremos un hijo.— Señaló a ambos.
—¿Qué?—Inclinó su cabeza con duda.
—Vas a ser papá. —Le sujetó la cara con ambas manos y se acercó peligrosamente a él. Sus ojos fijos en los negros del contrario.
—¿Kien io?— Se apuntó y la chica asintió efusivamente.
—No, el lechero. —Aries fruncio el ceño. No le pareció un buen chiste.— Sí, Aries, tú.
—¿Segura que no es hambre?
Cáncer le dedicó una mirada molesta y le golpeó el brazo con fuerza. Se alejó de él.
—Hablo en serio.—Su voz ya no sonaba tan alegre. Se cruzó de brazos un tanto decepcionada.
Pensaba que sólo ella estaba feliz. Aries suspiró ante la cara de pocos amigos de la chica.
—Cáncer.—Trató de tomar su mano, pero ella se apartó un par de centímetros. —Ven, llorona.
—No.
—Cáncer.—Gruñó Aries y le tomó de un brazo. La chica trató de ponerse pesada, todo en vano, pues el chico fácilmente la movió hasta sentarla en su regazo.—Mira...
—No, nada.— Resoplo tristona.—Si no te alegra solo dilo.
—Yo no dije eso.
—¿Entonces?— Se dignó a mirarle a los ojos de nuevo y finalmente, notó un brillo distinto en esos abismos.
—Tengo un poco de miedo. —Aseguró dando rienda suelta a su lengua.— No es que no quiera hacerlo. Me cuesta creerlo, ¿sí?
—¿Por qué? ¿Te molesta?
—¿Cómo me va a molestar saber que seremos padres? Es solo que nunca se me cruzó la idea por la cabeza, de que pudieras si quiera mirarme como yo te miro, ahora menos me creo que tendrás un hijo mío. No es que me moleste. No lo odio, estoy feliz, realmente. Pero ¿yo siendo papá?
Hacia rato que había dejado de mirarle a los ojos, avergonzado miraba las manos de ella acomodadas sobre sus rodillas y lamia nervioso su labio.
—Yo no puedo ni encargarme de Hades. Tampoco de los idiotas de mis hermanos. Ahora ¿de un bebé?, terminaré matándolo. Cáncer, ¿y si no puedo cuidarlo bien?, ¿qué tal si lo olvido en algún lado?, ¿cómo se cuida de un bebé?, ¿qué haré si se me cae?...
Cáncer lo calló con un beso entre divertido y entrañable. Luego, se miraron, él olvidando sus palabras y embelesado por la chica, y ella roja y sonriente.
—Aries.—Soltó una risita.— Yo te ayudaré y estoy segura que te ira bien con él, o ella. Seras un gran padre, teñido, pero padre a fin de cuentas.
—No me tiño.— Refutó un tanto torpe.—Ojala herede mi cabello, para que se te quite.
—Ojala herede mi hueva.
—Ojala y no. —Sonrió.— Que sea el ultimo.
—¡Aries!
—No, con una sola versión miniatura de ti, me basta. No más.
—Oh, vamos.
—M-No. —Su mirada se volvió un tanto deseosa.— Pero si me besas de nuevo, quizás lo reconsidere.
—Eso es trampa.
—Lo sé.
Y no pudiendo negarse, le besó de nueva cuenta.
—Ahora, si me disculpas—Dijo Cáncer levantándose.—, iré a decirles al quejica y a Piscis.
—No creo que debas decírselo tan pronto a Escorpio.
La chica se encogió de hombros sin darle muchas vueltas a la idea y se marchó. Aries también se retiró, buscando a su mejor amigo.
—¿Ahora qué hiciste, Aries?— Cuestionó divertido el taurino cuando el contrario entró a su habitación.
—Uh...Nada.—Aseguró avergonzado.—¿Qué tal si salimos?
El peli-verde aceptó y ambos bajaron las escaleras.
—Ya dilo, Aries.
—Solo necesito calmar mi cabeza, primero lo de Sagitario y ahora esto.
—Espera, o sea que serás padre.
Aries asintió y Tauro comenzó a reír sin parar.
—¿Qué es tan gracioso, puto?
—¿Tú? ¿Papá?—Carcajeó y su cara estaba roja por la enorme sonrisa.—Oh, no. Pobre niño.
—Te odio.
—Claro que no. —Llegaron a la planta baja y vieron a Cáncer hablando con el varón de agua.— Supongo que le esta diciendo.
—Yo creo.—Comenzó a avanzar sigilosamente a la puerta, con su amigo detrás, imitándolo.—No tengo ganas de discutir ahorita, así que...
Por otro lado.
—Vamos, Escorpio—Decia la chica, picándole la mejilla a su hermano, quien sentado frente a la barra, bebía de una lata de cerveza.—, se que te gustan los niños.
—No quiero oír de niños por un buen rato. —Bufó.— Ya tengo suficiente sabiendo que el virgen y Piscis van a tener gemelos.
El castaño limpiaba la barra con un trapo húmedo. Alzó la vista y sonrió socarrón.
—Serias tío por dos.—Bromeó. Sonrió ampliamente mostrando dos dedos y finalmente añadió otro.— O, quizás por tres.
Escorpio le miró sorprendido y Capricornio se detuvo de seguir. Su gesto se transformó en uno irritado y se paso la mano por el cabello.
—No jodas, Cáncer.
—¡Tada!
Sin querer, rompió la lata entre sus dedos y el contenido se vacío sobre la mesa. Aun con el envase en mano, se levantó de golpe, dispuesto a ir ronde el pelirrojo. A penas se giró, lo vio a él y al taurino escabulléndose hasta la puerta. Los dos se pararon en seco cuando el varón les lanzó la lata, golpeando la pared y manchandola.
—¡Tú!—Señaló molesto al de fuego. Se acercó amenazante a hasta que estuvo cara a cara, pero antes de que pudiese hacer algo más, Tauro se puso en medio, cubriendo al más bajo con su cuerpo.—Qui-ta-te.
—Tauro.—Le llamó Aries.— No te metas.
El chico se apartó. Escorpio tomó al ariano por la camisa. Se dijeron mierdas el uno al otro. Aries recibió un puñetazo en el estómago y el de agua un cabezazo en la cara que le sacó sangre de la nariz. El peli-verde los separo con dificultad y la chica se acercó donde ellos.
—¡No tienen seis años!—Reclamó, pero ellos se quemaban con la mirada.
—¡Mira quien lo dice!—Espetó Escorpio, comenzando una discusión.
En ese momento, Capricornio fue quien se interpuso entre los agua, con una mano sobre el hombro de ella y su brazo sobre el pecho de él. Se gritaban cosas, sin piedad.
—¡Entiendo tu reacción, Escorpio! Seria lo mismo si me dijeras que embarazaste a alguien.
—¡¿Entonces?! Piensa un poco, idiota.
—¡Pero si me dices que es lo que quieres, entonces no me puedo molestar!
—¡¿Es lo que quieres!?
—¡Sí! Yo quiero esto. Si no puedes aceptarlo, es entendible porque se lo protector que eres. —Y sin querer, la chica comenzó a llorar.— ¿No puedes ni estar un poco feliz por mí? Es triste que como mi hermano no puedas apoyarme.
Ya no queriendo estar ahí, se marcho escaleras arriba, directo a su habitación, dejando una conmoción en el chico de tatuajes. Tauro la siguió para consolarla, mientras Aries no sabia que hacer, demasiado drama por un día. Escorpio fue por otra lata al refrigerador, la abrió, sin embargo, antes de beberla, su mejor amigo hizo aparición para quitárselo de la mano y ponerle una taza de té. No quería que se emborrachase, así que la bebió él.
—Pensé que estabas embarazado.—Se burló el más alto, resignándose a beber el té.
—No te desquites conmigo, Escorpio. Yo no tengo la culpa de tu idiotez.
—Agh, lo sé.
Odiaba ver llorar a sus hermanas, más cuando él era la causa. Ya lo arreglaría después, cuando las aguas se calmasen.
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