¿Hades?
Tauro estaba dándose una ducha tranquila, preparándose en la mañana para un nuevo día, aunque para su suerte, era domingo, así que tenía el día libre, o al menos eso pensaba. Cubriéndose con una toalla enrollada en su cintura, salió del cuarto de baño para ir a sus aposentos y vestirse, sin embargo, algo le detuvo. Miró extrañado al chico que se encontraba dormido profundamente sobre su cama.
—¿Pero qué...?
Olvidando por completo que no tenía vestimentas más que la toalla, salió de la recámara y fue donde su mejor amigo. En cuanto abrió la puerta, Aries le miró, dejando de lado su celular.
—¿Qué verga, Tauro?—Cuestionó el pelirrojo, barriendo con la mirada al contrario.— ¿Acuario te pego lo loco?
—Creo que lo estoy. —Musitó confundido. Aries arqueo una ceja con duda.—¿Podrías ayudarme?
—¿A vestirte?—Rió divertido, sin embargo, se regaño a sí mismo en cuanto vio al peli-verde sonrojarse.—Lo siento, olvídalo, olvidalo... Vamos.
Regresaron a la habitación del taurino, en donde este le mostró al extraño chico recostado en el colchón. El ariano se sorprendió. Sus ojos negros se clavaron en el desconocido y luego en su mejor amigo.
—¿Te fuiste de peda?—Cuestionó este y el contrario le miró con enfado.
—¿Qué clase de imagen tienes de mí?
—Es que... Nunca... Esto es extraño, ayer volviste temprano a casa y no saliste durante la noche, además, te conozco y no traerías a alguien a casa para hacer tus cosas cuando estás borracho o algo así.
—Sin mencionar que no quiero.
Ambos se quedaron meditando un momento, admirando al chico de piel nívea y cabello como la espuma, esponjoso, rizado y blancuzco.
—Ve a vestirte—Le ordenó Aries.—, yo iré por Capricornio para ver qué hacemos.
El más alto aceptó ante la idea antes de regresar al baño con ropa limpia, mientras que el más bajo se retiró en busca del otro varón de los tierra. Unos minutos, solo tardo un par de minutos en arreglarse, pero cuando salió, no había nadie en su habitación, ni si quiera aquel chico albino. De pronto, en medio de su búsqueda, escucho un gritito que provenía de abajo. Reaccionó y rápidamente bajo las escaleras junto a otros signos, viendo lo que se encontraba en la sala.
Virgo permanecía sentada sobre uno de los sofás, un libro yacía tirado en el suelo mientras que el chico desconocido estaba sentado en sus piernas, con total libertad. La chica le miraba extrañada, al igual que los demas.
—¿Qué está pasando? —Preguntó Piscis ante el sentimiento de sorpresa y duda que abundaba en la sala.
—Ah, Uh, no sé.—Aseguró Libra. —Al parecer hay un chico raro sentado sobre Virgo.
—¡Epale, epale! —Exclamó Sagitario irritado en dirección al chico, quien le miró; sus ojos eran grandes, brillantes y negros. —Esa es mi chica y me tarde mucho en conseguirla. Bájate de ella.
El chico hizo un gesto facial de tristeza, como cuando regañaban a un infante o a una mascota. Se encogió avergonzado en su lugar y sin más, hizo lo que el azabache le pidió, sentándose en el suelo.
Todos le miraron sin saber que estaba pasando, ni quién era él.
—No me mires así—Se quejó el signo fuego. —, me hace sentir mala persona.
Ante la voz de molestia de Sagitario, el chico albino seguía acongojado y tímido, se escondió detrás de un mueble, mirando temeroso a los signos.
—¿Quién es?—Murmuró Cáncer.—Me parece conocido.
—Vamos a calmarnos—Habló Tauro.—, es claro que estamos confundidos, pero tampoco debemos asustarlo.
El chico de tierra iba a girar su rostro para mirar al albino y, así, al menos lo conocería, pero este, se lanzó corriendo a los brazos del chico con emoción genuina.
—¡Tauro!—Exclamó.
Le abrazó por el abdomen pues era más bajo que él, incluso más que Géminis; tenía una cara redonda y facciones que le hacían lucir adorable e inocente, sus ojos lo hacían lucir joven como un chiquillo, pero por su tamaño y complexión, parecía más bien un adolescente aún en desarrollo. Se frotaba la cara y cabello con felicidad contra el taurino, quien aturdido, solo se dedicó a mirarlo.
—¿Lo conoces?— Vociferaron todos.
—No que yo sepa.— Dijo y se apartó al chico de él.— ¿Eh? Disculpa, ¿cómo te llamas?
—¿Qué dices?— Cuestionó con voz melodiosa, inclinando su cabeza y mirando a los signos. Su cabello daba la ilusión de que tenía un par de orejas.— Chicos, ustedes me adoptaron y me llamaron Hades, ¿lo han olvidado?
—¿Hades?— Cuestionó Leo incrédulo y el chico asintió.— ¿Te refieres a Hades, la bola de pelos que tiene tamaño de pulga?
—Soy pequeño, eso es todo.
—Ay no...—Masculló Tauro y todos le miraron espectantes.
—¿Qué hiciste?—Habló divertido Acuario.
—Yo...—Resopló y se pasó una mano por el cabello.— Ayer antes de dormir, Hades fue a mi habitación y se durmió en mi cama, como muchas veces. Pensé que sería bueno que él pudiera hablar y decirnos todo lo que piensa, pero solo fue una idea, nada más.
—Así que ahora, Hades es una persona. —Concluyó Capricornio y se tallo la cara con las manos.—Tauro y sus cosas locas con los animales. Espero que no sea para siempre.
—Quien sabe.
—Por un momento me altere.— Exhaló Virgo con una mano sobre el pecho. Hades se acercó donde ella y le abrazó, a lo que la peli-verde sonrió.— Un tanto extraño, pero no está mal.
—¿Se puede estar celoso de un perro que es un humano en estos momentos? —Farfulló Sagitario cruzándose de brazos.
—No seas infantil.— Le dijo Cáncer.— Yo tengo una duda. Hades, ¿cuántos años tienes?
—Bueno...—Pensó el nombrado sin dejar a la chica de tierra.— Si lo contamos en años de una persona normal, no como ustedes, tendría alrededor de unos 14 años.
—¿Sabes lo que somos?
—Uh, algo así, no sé qué es todo eso de los signos zodiacales, saben, los animales no creemos en...¿Dioses? Ni nada de eso, pero por las conversaciones que les he escuchado, sé que no son iguales a otros humanos, creo, disculpen si me equivoco, que son inmortales y han vivido mucho. Además, hay cosas polvorientas en el armario de cada uno, o eso creo, con solo ver el de mi padre...
—Wow, wow, wow—Intervino Acuario.—, ¿padre?
—Eh sí, Tauro es mi padre. —Aseguró Hades con una sonrisa encantadora. Todos miraron al mencionado, quien no podía evitar sonreír enternecido por la idea.—También, Piscis es como mi madre. Sinceramente, los adoro, pero preferiría que Aries fuera como mi...¿madre? O segundo padre.
—¿Me acaba de decir pasiva?
—¿Por qué?— Cuestionó la menor de los agua, ignorando al chico de fuego.
—¿Por qué preferiría eso? Bien, soy un animal, pero hasta yo me doy cuenta cuando hay un cierto... Afecto de parte de mi padre hacia Aries, quisiera verlo feliz con él. ¡Oh! Pero a ti te quiero mucho, madre—Dicho esto, fue con ella a abrazarla animosamente a lo que la chica comenzó a reír.—, mucho, mucho, muchísimo.
—Eres tan lindo.
Correspondió al gesto, dándole mimos cariñosos mientras Capricornio sólo miraba a la chica estar elegre. Escorpio le codeó las costillas y ambos encontraron su mirada.
—No me digas que te dieron ganas de darme sobrinos.—Bromeó con voz socarrona.
—Cierra la boca, punk.
—A mí sí me dieron ganas de tener chiquillos.— Comentó Cáncer junto a ellos.
Escorpio le golpeó la cabeza con fuerza, en un intento de quitarle esas ideas de la cabeza. Por otro lado, Aries casi se atraganta con su propia saliva, tosiendo y poniéndose rojo como tomate.
—Entonces, ¿los demás que somos?— Habló Géminis.
—Son como mis hermanos. —Respondió el albino.—Cada uno de ustedes, son mi manada.
—Y yo que pensé que solo tendría a Capricornio como un hermano menor.— Habló la chica de tierra, recogiendo su libro del suelo. Sonaba un tanto divertida gracias a la actitud alegre del "canino".
—Y ¿Qué haremos?— Pregunto el menor de los airé un tanto excitado por la situación inusual.— Aprovechando que Hades es un humano, ¡hay tantas cosas que hacer!
—Es una buena idea.—Concordó la rubia y miró al chico de ojos negros y cabello blanco.—¿Qué te gustaría hacer?
Como si hubiese cliqueado un interrumptor de energía, al chico se le iluminó la cara y comenzó a dar saltos de emoción por el lugar.
—¡Vamos al parque!— Exclamó efusivo. Se acercó al taurino, le tomó de las manos y continuó exaltado.—¡Vamos!
Repitiendo eso, jalaba al chico de tierra hacia la salida y este no oponía resistencia. El chico sacaba ese lado paternal que tenía.
—Está bien, está bien. —Aceptó.—Tranqulizate un poco, Hades.
Se liberó de su agarre y fue a buscar una chaqueta pues comenzaba a hacer viento en el exterior, los demás igualmente se arreglaron para salir. Hades esperó impaciente frente a la puerta de la casa, hasta que recordó la condición de Piscis. Ella se acercó a tientas y sintió una mano juntarse con la suya; era más pequeña que la de Capricornio, o la de Escorpio y no era delicada como la de Cáncer. Luego, sintió como colocaban su brazo alrededor de otro, sujetándola con seguridad.
—Yo te guío, madre.
Sonrío enternecida ante la voz de Hades; le gustaba cómo sonaba esa palabra. Fueron al lugar en donde persiguieron mariposas, él y los dos chicos de aire. Libra consiguió unas burbujas, así que se divirtieron con ellas, viendo como Hades las reventaba, haciendo una cara de asco por el sabor a jabón. Se revolcaba en la tierra y el pasto, ensuciándose por completo. Cuando al chico se le agotaron las enemigas después de una carrera contra Aries, se sentaron tranquilamente, los trece, a comer un frío helado.
—No está tan mal.—Hades tenía la cara llena de su barquillo de vainilla.
—Por alguna razón— Rió Libra.—, me recuerda a Alec de pequeño.
—Exagerada.—Se quejó el nombrado con tono diva.— Me haces quedar mal frente a Louis.
—Te he visto borracho, en tus peores momentos—Aseguró el león.—, no necesito que ella me diga que eres un desastre para saberlo.
Acuario asintió desganado pues tenía razón. A penas Hades terminó su helado, la energía se recargó y salió a explorar el lugar, mientras los demás solo lo miraban.
—No creo que deba ir tan lejos.—Habló Capricornio inseguro al verlo desaparecer entre unos matorrales de flores.
—Puede cuidarse solo.— Le defendió Escorpio, mordiendo su paleta de limón.
Poco rato después, regresó, con una mano doblada contra su pecho, con una mueca de dolor y lagrimas acumuladas en sus ojos. Agachando la cabeza, se acercó lloriqueando a los signos. Capricornio miró reprobatorio a su mejor amigo, quien lo ignoró por completo y finalmente devolvió su mirada al albino. Le hizo una seña con la mano para que se acercase, cosa que hizo con timidez.
—A ver.—Resopló el castaño, acostumbrado un poco a esas cosas. El chico le tendió la mano y pudo ver una espina de rosa en su palma. Le retiró aquello y encontró su mirada.— Deja de llorar, ya te lo he quitado, solo es la sensación, te pondré otra cosa llegando a casa. No juegues en los rosales, Hades.
—Lo siento.
Asintió en agradecimiento y se fue a acurrucar contra Piscis. Decidieron regresar a casa cuando la noche comenzó a caer y aparecieron algunos mosquitos. No debían estar tan tarde afuera, por lo menos no con un chiquillo de 14 años que no paraba de ir a un lado a otro, había probabilidades de que se perdiese. Cáncer llevaba de la mano a Hades y a su hermana, así ninguno desaparecería de su vista. Los chicos conversaban amenamente con el chico de cabello esponjoso.
Tauro le pidió prestado el baño a Piscis, así podría bañar a Hades pues estaba lleno de mugre. La chica aceptó. Mientras Hades se despojaba de sus ropas negras y blancas con las que había permanecido todo el día, el mayor de los tierra le pedía al menor que buscará el botiquín para esterilizar la pequeña herida que tenía el albino.
—Lo dejaré en la sala, también la secadora de Piscis, así lo secas ahí.— Dijo el castaño y bajo las escaleras.
Tauro entró al baño donde estaba el chico sentado en la bañera con agua caliente hasta sus hombros, quien temblaba y se quejaba. Odiaba los baños.
—Será rápido.— Le sonrió Tauro.
—Mientras no me bañe Sagitario, estoy bien con eso, tampoco Virgo.
El mayor le miró intrigado, colocando shampoo en el cabello de Hades.
—¿Por qué?— Cuestionó masajeando la cabellera de él.
—Sagitario es muy tosco y no me seca bien. Virgo trata de ser más delicada, pero como es muy perfeccionista, a veces me tiene mucho rato en el agua y se enfría. Prefiero cuando me baña Cáncer o Escorpio, también tú. Son delicados y calmados, lo hacen como si tuvieran miedo de romperme y a veces me da sueño cuando lo hacen ustedes, es muy relajante y no lo hace tan tortuoso.
—Les diré, no te preocupes.
—Gracias, padre.
Mientras Tauro se dedicaba a limpiar a Hades, este tarareaba, torpemente, la canción de cuna de los agua. Una vez limpio, le vistió con ropa de Géminis, pues era la que más o menos le quedaba bien. El chico era tan pequeño. Bajaron a la sala, donde se Hades se sentó junto a los demás en uno de los sofás, mientras Tauro le secaba con la maquina y Capricornio le curaba ligeramente la mano. Al terminar, todos le miraron en silencio.
—Es bueno que pueda hablar con ustedes.— Sonrío infantil el chico.
—Sí, será una lastima cuando ya no puedas hacerlo.—Concordó Virgo.— ¿Hay algo más que quieras decirnos?
Lo pensó un segundo y luego, dio rienda suelta a sus palabras, diciendo todo lo que pensaba.
—Odio cuando me dejan solo, chicos.—Hizo un ligero puchero con el labio inferior.— A veces me da miedo que no vuelvan, la casa se siente tan vacía que me entristece y no me gusta el silencio que hay.
—Hades, tenemos que salir a trabajar.— Dijo el castaño.— Pero, de todos modos, siempre vamos a volver, eso tenlo por seguro. No los he abandonado a ellos, menos a ti.
Hades soltó una risilla.
—También no me gusta cuando se ponen tristes. Prefiero dormir con ustedes, aunque Leo a veces no me deja subirme con él a la cama, en parte me asusta un poco durante la noche, me aterra que se pueda lastimar con algo cuando camina dormido. Me gustaría que dejaran más tiempo el patio abierto, así puedo salir de vez en cuando.
>> No lo saben, pero antes, cuando salían, me gustaba dormirme en sus zapatos, sí, me colaba en sus armarios y me dormía ahí, así no me sentía tan solo. Odio cuando me hablan como si fuese estupido, si les entiendo, chicos. Durante la discusión que tuvieron Sagitario y Virgo, me dieron ganas de morderlo, pero siempre fue muy gentil conmigo cuando lo molestaba, así que no podía enojarme mucho tiempo con él. Adoro escuchar a Escorpio tocar y cantar, siempre me ha gustado que lo haga cuando estoy inquieto y quiere que me duerma. Me entristece lo de la vista de mi madre, no sé que se siente no ver, pero entiendo un poco, yo no puedo ver los colores de las cosas...
El chico siguió y siguió, parecía que nunca se detendría. Los signos escucharon atentamente, algunas cosas les parecían divertidas y otras adorables, hacían de vez en cuando comentarios. Hades comenzó a quedarse dormido, recostado en el hombro de Géminis.
—Estoy feliz de que me hayan adoptado.
Terminó su frase y se quedó profundamente dormido, cerrando sus ojos negros enmarcados por uñas larguísimas pestañas blancas y negras. Tauro lo tomo en brazos y lo cargo hasta llevarlo a su habitación, donde lo recostó bajo las mantas y lo dejo descansar.
—Buenas noches, Hades.— Le desearon todos.
Bueh, espero les haya gustado, fue idea de una lector silla, eso es todo.
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