Fuego-Aire.

La puerta de entrada se abrió sonoramente, espantando ligeramente a Acuario, quien permanecía sentado en el sofá de la sala, mirando una comedia.

Los recién llegados se acercaron con rapidez a él, interponiéndose entre el aparato y su vista.

—¡Regaña a tu hija!—Chilló Leo señalando efusivamente a la chica de cabello naranja que entraba pacíficamente, a diferencia de su padre y hermano.

—¿Por qué?—Cuestionó incrédulo mientras ella se sentaba a su lado.

—¡Se puso a ligar con un amigo mío!—Explicó el hijo mayor.

—¿Y?—Sonó despreocupada.

—¡¿Y?!

—¡Te lleva cinco años!, y es bien puto.

—A ver—Interrumpio Acuario y miró a los ojos turquesa de ella.—, Ally...¿Estaba guapo?

—Mucho.

—¿Alto?

—Bastante.

—¿De buen cuerpo?— Él parecía emocionado mientras que los otros dos varones lo miraban indignados.

—Sí y tenía...

—¡Alto ahí!—Ordenó Leo sabiendo lo que seguía. —Aun eres pequeña, nada de novios. Ya lo dijo tu hermano además. Es un mujeriego, como tu tío Sagitario.

—¡Te escuche, animal!

—¡Estoy ocupado aquí!, no me importa. —Señaló al de aire y luego a su hija.—¡Apoyame!

—Bien.—Con seriedad le tomo de los hombros.— Usa condón, Ally.

—¡Acuario!

—¡Papá!

—¿Qué?—Se encogió asustado.—Si lo va a hacer, al menos que se cuide ¿no?

—¡Mejor que no lo haga!

—Ajá, ¿qué hay de Lance?

—¿Qué hay con él?—Preguntó totalmente confundido el signo de fuego, mientras detrás de él, el mencionado hacia un gesto de mano contra sus labios, pidiéndole que no hablase.

—Oh, ¿no te dijo?

—Acuario, ¿qué cosa?

—Nuestro querido niño ya no es exactamente virgen. —Sonrió con inocencia en cuanto lo dijo y el peli-plateado menor se pegó en la frente con decepción.

—¡Lance!—Leo gruñó, girandose de manera amenazante hacia el chico, quien aterrado se pegó a la pared más cercana, sabiendo que lo mejor no es darle la espalda. —¡Explicate!

—Ah... Uh... ¿Patata?—Se encogió con temor.

—Patata, patata, ¡patada es la que te voy a dar si no te explicas!

—Pues ya sabes ¿no?

—Lance.

—Bueno, sí ya. No soy virgen.

—Ay, Zeus. ¡Son niños!

—Ehm... Yo ya tengo dieciocho, soy un adulto.

—Adulto, por favor, ayer le pediste a Acuario que te leyera un cuento.

—Rayos, tiene razón. Pero ya soy mayor.

—Estos jóvenes. A su edad yo...

—Papá.—Interrumpio Ally.—A nuestra edad vivías en un bosque con nuestros tíos y tu tutor. A nuestra edad, tío Sagi tenia varias novias y tú también, papi igual ya andaba saliendo con chicos.

—Pero...

—Niegame que a nuestra edad ya no eras virgen.

Leo rugió como un animal iracundo, pero acorralado. Acuario se limitó a reír por lo bajo viendo el fastidio del otro, luego palmeo el cojín a su lado y este se sentó enfurruñado.

—Las ideas que les metes en la cabeza.—Se cruzó de brazos.

—Leo, ellos no vivirán miles de años como nosotros, está bien que experimenten, pero con cuidado.

—Aun no sabemos si son como nosotros, Acuario.

—Sabes a lo que me refiero. No los asfixies.

Sus miradas se encontraron; unos orbes turquesa mirando brillantes y divertidos a unos orbes amarillos intensos y enfadados. Acuario le codeo, tratando de quitarle su cara larga y solo logró que resoplara.

—Vamos.

De pronto sintió otras dos miradas unirse a su pareja. Otros ojos turquesas y amarillos le miraban con suplica y ansias de comprensión. No podía con la petición de sus hijos, quizás de su pareja sí, pero de ellos no.

—¡Bien!—Exclamó derrotado, alzando los brazos al aire.—Se los permito, pero que quede claro, con cuidado.

—¡Yey!—Celebraron los tres. 

—¡Eh!—Se quejó Lance.— Pero mi hermana aun es una niña, no puedes dejarla.

—Lance, si te dejo a ti, la dejo a ella. O son todos o ninguno.

—Ugh, bien.—Miró a su hermana con seriedad.—Te estoy vigilando, niña.

—Ya valió.

***

La chica era alguien que, al igual que su hermano, llamaba mucho la atención por su atractivo físico. Quizás era su brillante cabello naranja, o sus serios ojos turquesas, filosos e intensos. El punto era, que muchos chicos se interesaban por ella, y aunque a ella no le molestaba la atención, era muy especial a la hora de decidir con quien intentarlo.

Algunos eran amables, otros parecían no tener limites.

Su hermano también estaba acostumbrado a la atención, pero a él le encantaba eso, cuando era dirigida a su persona, y no a la chica. Y eso que nadie sabía quien era su padre.

Estaba yendo al instituto de la leona menor, dispuesto a recogerla del lugar y regresar a casa, después de que ambos terminaron su jornada escolar pues sus padres estaban ocupados con sus trabajos y no querían molestar a los demás.

Dobló la esquina y siguió derecho hasta toparse con la entrada. Las chicas de preparatoria lucían extasiadas al verlo, y como no, era un universitario guapo entrando a su terreno. Buscaba a su hermana con la mirada, sabiendo donde era su salón, pues ellos hablaban de todo entre si. Sus padres los educaron en una familia donde podías confiar y decir lo que quisieses, eso hacían. Adoraban su enorme familia.

La encontró hablando con un chico, quien indudablemente le coqueteaba y hasta se insinuaba, cosa que incomodaba a la chica, se notaba por como movía el pie.

—Hola.—Saludó sonriente, recargándose contra la chica y mirando al muchacho y esta de manera consecutiva. —¿Lista, hermanita?

—Ah, sí. Sera mejor irnos.

—Camina, entonces.—La soltó y le dio un empujoncito para que lo hiciera.

Aprovechando que ella no le miraba, clavó su atención en el chico con una seriedad aterradora. Sus ojos amarillos podían ser muy intensos y amenazantes si así lo quería, a eso le sumaba su estatura alta y su complexión grande, musculosa. Sí, podía ser aterrador. Al contrario su hermana sí era alta, pero era delgada y un tanto voluptuosa.

Sonrió cínico y egocéntrico antes de marcharse tras Ally.

—¿Le dijiste algo?—Cuestionó ella caminando hacia la salida.

—Ño.—Sonrió encantador y paso sus brazos por los hombros de la menor.—No le hice nada, niña.

—Gracias por ayudarme, pero no seas cruel con ellos.

—Ya sabes que siempre te ayudo. ¡Seria más fácil si no tuvieras tantos pretendientes locos!

—Uhum, porque tu eres un santo y nadie te hace caso.

—Oye, oye, yo soy otro tema, tu eres aun pequeña, no puedo dejarte a manos de cualquiera.

—Que hermano problemático. —Soltó una risita.

Lo era, pero era suyo. 

***

Acuario entró a la habitación de Géminis, en donde se encontraba este y el azabache de los fuego. Buscó con su mirada algo hasta que se detuvo en sus amigos.

—¿Qué se le ofrece? —Preguntó Sagitario.

—¿Y los niños?—Cuestionó curioso mientras se sentaba con ellos en la cama.

—Creo que en el patio.

—Ah bueno, menos mal.

—Ya estoy viejo.—Se quejó Géminis tirándose sobre el colchón de espaldas.

—Viejo Acuario, ¿no ves su cabello de anciano?

—Yo soy más joven que tú, pinshi negro.

—Ah no ma si cierto.—Hizo lo mismo que el rubio y Acuario le siguió.—Aprovechemos que ellos están jugando y relajemonos.

—Sí...

—...

—...

—Demasiado silencioso. —Decía Sagitario mientras se retorcía al igual que los otros dos.—Hay que hacer algo.

—Pues di.—Habló Géminis.—Lo que sea está bien.

—Podemos ir al patio.

Y con eso dicho, se escuchó el rítmico golpeteo de la lluvia caer en el exterior. Los tres bufaron irritados. Así ya no podían salir y sus planes se fueron al caño, tendrían que esperar a que cesara y quizás podrían jugar luego con el lodo que se formaba. Se quedaron en silencio, mirando aburridos el techo de la habitación.

—Oigan.—Musito Géminis con desgano.

—¿Qué?—Respondieron los dos al unísono.

—Los niños están fuera...

—Estarán bien...creo... Mientras Virgo no sepa que Viridi está en la lluvia, no hay pedo.

—Pensé que ella se enferma con facilidad.

—Mierda...Nah, está con Lance y Gema, ahí se cuidan.

—Hablando de Lance, el es un friolento...

—Meh...—Los tres le restaron importancia y permanecieron ahí.

Cuando la lluvia se calmó un poco, los tres se vieron obligados a bajar e ir por los menores. Apenas llegaron a la sala, vieron a los niños entrar por la puerta corrediza de vidrio; el mayor de pelo plata cargaba a la hija del azabache, mientras la del rubio estaba a su lado. Cada rincón de su pequeño cuerpo estaba lleno de lodo. Los mayores rieron ligeramente, se parecían en algo a ellos.

—Virgo me va a matar.—Afirmó Sagitario viendo a su niña de tres años cubierta en mugre.

—Y a mi Libra.

—Leo me la pela.

—¿Ah sí?—Hablaron sus parejas detrás de ellos.

—Verga.

—Sagitario—Géminis dijo. Los dos de aire miraron aterrados al azabache, quien estaba en las mismas.—, aquí es donde usas tus poderes ninjas y nos llevas a otro país.

—Acabo de regresar de Tokyo, animal, ni si quiera he limpiado mi mochila.

—¿Pero qué...? —Virgo miró asombrada a los infantes, luego sus ojos se clavaron en el trio mayor, los cuales trataban de pasar desapercibidos. —Están hechos un asco.

—Nah, un poco de lodo aquí y allá, pero nada serio. —Sagitario agitó la mano frente a él, restándole importancia.

—Llevenlos al baño, ahora.

—Sí, Virgo. —Aceptaron los tres.

Tomaron a los niños y los llevaron a sus respectivos cuartos de baño; los cargaron para así no ensuciar el suelo. Leo, Libra y Virgo tuvieron que asearlos, mientras los otros tres desaparecieron. Cuando por fin los encontraron, ellos también estaban llenos de lodo, pues al terminar la lluvia se fueron a jugar ahí.

—Debe ser una broma.—Bufó Leo.

Libra solo reía divertida ante la imagen de los tres chicos sucios, iguales que los menores.

—Ustedes solos se bañan.—Declaró Virgo.

—Sí, pero primero, un abrazo.—Acuario subía y bajaba sus cejas con los brazos abiertos.

—Ah no.—Negó la rubia repetidas veces con la cabeza.—Ni loca. Acuario alejate de mí.

—¡Vamos, Libra!

La pobre era perseguida por los chicos. No quería ensuciarse, odiaba llenarse de mugre, más si era lodo.

Así como ellos, sus hijos, por lo menos Lance, Gema y Viridi, eran un trio inseparable de locuras, bromas y diversión.

***

En la secundaria era normal que le pidieran a  uno a superarse personalmente, o cosas así. Por lo menos así era en la escuela de Lance, quien llevaba clases para conocerse a si mismo, hablar de su vida personal y es tipo de cosas.

La maestra le pidió a todos sus alumnos, que presentarán como era el ambiente en su hogar y su familia. Algunos llevaron fotos y cosas así, pero él no quería mostrar quien era su padre, no porque le incomodase ser su hijo, pero no quería causar escándalo al ser descendiente de Louis, un gran modelo masculino.

Por lo menos así era conocido por los mortales.

Como Leo, él no era exactamente bueno dando detalles de su vida, aunque le gustaba la atención, no le gustaba explicarse.

Su turno llegó y pasó al frente y al centro de la habitación, con loa ojos de sus múltiples compañeros sobre él.

—Pues...—Comenzó a decir mientras se pasaba la mano por el cabello.—Mi casa es muy animada, casi nunca hay silencios y ahí vivimos mucha gente, varios tíos, primos y mi familia.

—¿Cuantas personas son?—Cuestionó la maestra de unos treinta y tantos.

—Uh...—Repasó mentalmente.—Veinticinco.

—¿Donde caben tantos?

—¡Es enorme! Una casa grande, casi como una mansión, pero sin muebles lujosos y eso.

—Bueno... ¿Qué hay de tus padres?

—Oh, son cariñosos y divertidos. A veces discuten como cualquier pareja, pero sé que se quieren. —Vio que la mujer le hizo una seña para que continuará y eso hizo.—Papá es muy genial. Es elegante y encantador, además de que es un poco gruñón, pero nada del otro mundo. Y mi papi, es un bromista demente y un tanto misterioso.

—Oh entonces supongo que...

—También tengo una hermana.—Prosiguió no dando tiempo de preguntar, pues sabia lo que podría decir y no sabia que excusa dar.—Es cuatro años más chica y un tanto dramática, supongo que por culpa de mis padres y tíos.  Pues mi casa es un lugar donde pueden ser aceptados sin importar sus gustos o ideales, son de mente abierta y alocada, la mayoría al menos. Es todo.

Después del aplauso desganado, el día continuó. A la hora de salida, el chico esperaba que alguien de su familia pasase por él y luego irían por su hermana. Hablaba con un chico con fluidez y amistosidad, hasta que escuchó a alguien llamarle.

—¡Pst!—Se oyó entre unos arbustos y cuando se giró, encontró unos ojos similares a los de su hermana.—¿Quieres drogas?

Soltó una risa ante el comentario de su padre y sin más asintió, para luego decidir acercarse donde el mayor, mas una mano le tomó del hombro, evitando que se moviese. Sonrió acomplejado por la mirada de reproche que tenia una maestra en el rostro. Y así, ambos terminaron en la oficina de la directora. Lograron muy apenas convencer a la maestra que no llamará a la policía.

Ambos miraban apenados a la mujer detrás del escritorio de caoba oscura, con unos lentes gruesos de marco negro y el cabello corto.

—Le juro—Hablaba el menor.—, directora, que él es mi papá.

No muy convencida de ello, se dignó a buscar en la computadora los registros de los alumnos y ver los tutores o progenitores del chico. La puerta se abrió y cerro, por ella entró un peli-naranja con lentes de sol, llamando como siempre la atención.

—Ya nos cargo el payaso, Lance.—Habló Acuario y el mencionado asintió.

—¿Disculpe?—Preguntó la mujer mirando al recién llegado.

—Mucho gusto.—Dijo, se quito los lentes y acomodo su cabellera, para luego plantarse junto al chico. —Soy el padre de Lance...

—Louis Trainor.—Musitó la directora y el mencionado asintió afirmativo. Carraspeó y señalo al signo de aire. —Entonces este hombre de aquí no es su padre.

—Sí lo soy.—Reclamo Acuario de manera infantil. Luego miró a Leo.—¿Qué haces aquí? Se supone que yo los recogería.

—Sabia que harías algo bobo, así que vine por si acaso. —Gruñó y dirigió su atención a la mujer por segunda vez.—Alec sí es el padre de Lance.

—¿Es así?—La señora repasó a los tres.

Tenia que admitir, que era una clara mezcla de características que ambos poseían. Pero eran dos hombres, entonces, ¿cómo?

—Disculpe los inconvenientes. —Habló Leo.—Ellos pueden ser...ellos.

Los peli-plateados sonrieron inocentes, tratando de lucir santos y nada problemáticos.

La mujer les dejó ir, con la advertencia de no volver a hacer algo similar. Sin más, salieron de la oficina y comenzaron a andar por el pasillo, los mayores por delante del menor. Pronto uno de sus amigos apareció y comenzó a hacer preguntas.

—Tienes suerte.—Habló Leo, colocándose los lentes sobre el puente de la nariz.

—Pensé que estarías molesto.— Aseguró viendo de reojo al modelo, quien negó con la cabeza y sonrió coqueto.

—Ya no me sorprende nada de ti. Siempre haces cosas locas.

—¿Me estás diciendo predecible?

—No, estoy diciendo que es predecible tu impredecibilidad. Parece trabalenguas. No seas dramático.

—¿Yo?—Cuestionó y soltó una risa indignada llena de falsedad. —Ya nada.

—Callate.—Le tomó la mano y siguieron caminando por unos metros más, hasta que se detuvieron y miraron al menor.—Lance, muevete.

Se despidió de su amigo y corrió hasta estar a la par con los dos hombres. Luego fueron a recoger a su hermana.

—¡Kiss, kiss!—Gritó Acuario al frente de la escuela primaria, con las manos en torno a su boca.

—¡Fall in love!—Respondió la niña levantándose de un salto entre los demás infantes, para luego correr donde su familia.

Así era como se encontraban si estaban separados en algún lugar grande.

Eran una familia peculiar.

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