Extra 14
Adivinen el tema.
♓♑
Capricornio estaba lista para marchar a trabajo. Estaba vestida, llevaba su bolso con todo lo necesario, solo faltaba su termo con té o café, dependiendo de que tenía ganas.
Bajó las escaleras, no tenia tiempo para tomar el desayuno, así que sólo alistaría su bebida.
—Tienes que ir temprano ¿no, Capri? —Cuestionó el menor de los agua, llamando su atención. Sonrió cuando ella se giro a verle, teniéndole el cilindro cromado y una caja pequeña de tono marfil. —Todo listo.
—¿Y esto?
Hizo una seña en dirección al objeto y en respuesta, él se sonroso.
—Un regalo.
Pensó que no era la gran cosa, pues Piscis siempre reaccionaba así a cualquier tipo de detalle, ya fuese hecho por él o por ella. Agradeció el gesto, guardando con cuidado el objeto en su bolso y con una sonrisa de soslayo, se marchó.
Cuando regresaba a casa, no podía evitar pensar en que el té sabia diferente cuando era preparado por el signo del pez. Estaba a un par de casas de su hogar y recordó la caja que aun permanecía en su bolso. Sin detenerse, rebuscó en el interior y en cuestión de segundos, la encontró. Admiró la caja de bordes curvos, de bello tono marfil, de un tamaño pequeño por lo que era fácil sostenerla con una mano. Arqueó la ceja con duda y sin darle más vueltas a la idea, la abrió. Dentro había un cojín diminuto de color rojizo, en este descansaba una sortija de tono bronce, simulando una rosa pequeña en relieve, pero lo que le sacó el aire fue la nota que ahí había.
Se detuvo de golpe y después de digerirlo, salio corriendo a la casa.
La puerta de entrada se abrió de manera abrupta, causando que los signos ya presentes se giraran a ver, encontrando a Capricornio con la cara roja como una cereza y un objeto en la mano. Miró a su pareja en la sala y mostró la caja abierta con el anillo dentro.
—¿En serio?— Cuestionó sin aliento.
—Eh, sí. —La cara de él enrojeció.—¿No te gustó?
—Tú... Ugh... Yo... ¿en serio?
—Sí, Capri. ¿Y bien?
Le vio acercarse a ella, por lo que desvío la mirada avergonzada.
—¿Capri?
No sabia cómo responder y pronto el malestar de los nervios hizo presencia. Tomó la sortija, cerro la caja y la guardo de nuevo. Miró la joyería antes de ponérsela en el dedo anular de su mano izquierda.
—¿Eso responde a tu pregunta?
Piscis sonrió con genuina felicidad y asintió. Pronto sintió preocupación por la chica. Su cara ardía como el infierno, su vista le hacia creer que giraba y tenía nauseas. Todo gracia a la vergüenza que le invadía. No sentía eso desde la primera vez que beso al chico.
—¿Estas bien?
—Siento que vomitare.—Admitió con la mano cubriendo su boca.
—Lo cursi no es lo tuyo.—Rió él.— Es obvio.
—Lo siento.
—Está bien.
♋♈
Estaban sobre la cama, jugando algún videojuego de dos jugadores. Empezaron a darse varios empujones leves entre sí para distraer al otro. La pelirroja exclamó de alegría en cuanto ganó, mientras el peli-azul soltaba el control con aire de berrinche.
—¡Ja!—Le señaló, regodeándose por su victoria, hasta que algo llamo su atención sobre la cama.—¿Y esto?
Cáncer le miró con los ojos bien abiertos, antes de obligarse a relajar el semblante. Le quitó el objeto y sonrió.
—Es mío.—Afirmó y ella le miró incrédula. Se acomodaron uno frente a otro.— Más bien, es tuyo.
—¿Mío?
Asintió. Sus ojos grises viajando hasta detenerse en la madera negra de la caja, con un leve sonrojo en los pómulos. No esperaba dárselo aun, no estaba del todo preparado. ¿Por qué tenía que salirse del bolsillo en ese momento?
—Aries ¿Te...?—Abrió la caja en dirección a ella y no pudo terminar su cuestión.
—¡Si! —Exclamó en cuanto vio la sortija de un tono dorado, con una pequeña imitación de diamante de tono azul incrustado en la banda metálica.
—¡Dejame terminar al menos!
—Perdón—Se acomodó ansiosa—, continúa.
Se miraron un largo segundo y rieron. Cáncer exhaló notoriamente nervioso, con los pómulos rojos.
—¿Te casarías conmigo?— Sus ojos clavados en los orbes negros de la chica, mientras hablaba en su lengua madre.—, te amo tanto que los sentimientos de Link a Zelda se ven insignificantes. Te amo como él lo hace, eternamente.
—Creo que me acabo de venir.
Cáncer rió ante la estupefacción de Aries, con su rostro del mismo tono que su cabello, con una mirada soñadora y una enorme sonrisa.
—¿Y luego yo soy el pervertido?
—Acabas de utilizar un videojuego clásico para proponerme matrimonio, no sé tú, pero eso es genial. No esperes otra cosa de mí.
—Por eso lo dije.
Sacó el anillo de su caja, tomó la mano de la chica y lo deslizó por el dedo anular. Suspiró aliviado.
—Por un segundo pensé que dirías que no. —Admitió.
—Que inseguro eres.
—Pero así es cómo me complementas.
Ella sonrió con diversión, sabia que era cierto.
♌♒
Acuario estaba en la barra de la cocina, comiendo sabra-Dios-qué. Estaba sólo y eso llegaba a hastiarlo. Pronto, unos pasos acercándose llamaron su atención, dejo sus alimentos y se giró a encarar a la persona, encontrándose con lo ojos amarillos de Leo.
—¿Sí?—Cuestionó el signo de aire.
El modelo se puso una mano en el pecho y luego señaló al otro chico.
—¿Quieres que hablemos?—Leo asintió.— ¿De qué? Después de todo, no puedes hablar.
Leo le dedico una mirada de enfado. Le fastidiaba el hecho de que su garganta estuviera lastimada al punto en que el médico le pidió guardar silencio por unos días, de todos modos, si algo salía de sus labios, se escucharía ronco y con desniveles, como si se tragara las palabras.
—Sólo es juego.—Rió el peli-plateado. —¿Entonces?
Le vio buscar algo en su chaqueta y luego, le mostró una caja cromada. Le miró un eterno segundo hasta que entendió que se la estaba entregando. La tomó y observó lo que había dentro.
—¿Un anillo?
Admiraba la placa metálica plateada, era simple, pero brillaba con esplendor. Alzó ambas cejas con confusión, clavando sus ojos turquesas en el león.
El modelo asintió. Se señaló con un ademán de mano y luego a él, finalmente, apuntó la caja con el dedo.
—Sí, es para mí. —Acuario afirmó y Leo asintió. — ¿Por qué?
Rodó los ojos con enojo. Volvió a hacer las mismas señas, pero parecía que él no entendía. Se paso la mano por el cabello al tiempo que suspiraba. Se hincó en una rodilla y volvió a hacer lo mismo. Acuario parecía más confundido. Intento otra cosa. Le señaló a él, luego el anillo, se señaló a sí mismo y unió sus manos. Nada.
—¿Tú te casarías conmigo?— Intentó con los gestos de nuevo, hablando con voz ronca, con algunos gallos y sin poder proferir del todo bien cada palabra.
Acuario le dio un manotazo en la boca.
—Que no hables, te joderás más la garganta.—Le ordenó. El modelo se toco los labios con una mueca de enfado y dolor. —Fue la única forma que se me ocurrió para callarte, bueno, no, pero besarte no es una opción.
Leo hizo un gesto de intriga para saber su respuesta.
—¿Estas seguro?—El contrario asintió. Le vio colocarse de nuevo la mano en el pecho, señaló en su dirección y luego formó un corazón con los dedos.—Aunque fuéramos católicos no podríamos casarnos por la iglesia.
Hizo un gesto de no importarle. Movió las manos como si escribiera en un papel.
—¿Con solo por el civil te vasta? —Leo afirmó con la cabeza. Miró de nuevo el anillo. —¿Y me lo pongo solo o que chingados?
Le pareció escuchar una risa provenir del modelo, quien tomó la sortija y se la colocó a Acuario en la mano izquierda. Menos mal que sabia que talla era el chico. Se miraron, Leo le guiño y Acuario río.
♐♍
Habían hablado del tema antes, no era su preferido, pero cuando menos se dio cuenta, ya estaba escogiendo una sortija. En un parpadeo, él ya tenia la joyería en su bolsillo y estaba frente a la entrada de la habitación de ella.
¿Debería hacerlo?
Inhaló con pesadez. No es que no la amara, ni que no quisiera eso, pero le aterraban los compromisos, demasiado. Jugó con la caja café durante un rato, hasta que por fin se decidió. No se molestó en llamar a la puerta y entró. Virgo le miro irritada por su intromisión, pero no le reclamo nada, eso era gracias a que se notaba nervioso y más inquieto de lo normal.
Se giró con la silla de escritorio, encarando completamente al chico.
—¿Estás bien? Pensé que estabas fuera.
—Lo estaba, pero volví antes.
—¿Ocurrió algo?
—No... En realidad, no.
—Sagitario, luces nervioso y eso es extraño viniendo de ti. —Le miró de pies a cabeza, percatándose de que vestía con traje formal. —¿Sagitario?
El azabache se acercó con pasos presurosos, aspiró profundamente antes de dejar salir el aire de golpe. Su traje lucia bastante viejo pero cuidado, estaba segura de haberlo visto antes. Claro, era su antigua ropa, cuando eran los 20's si mal no recordaba.
Sus manos detrás de la espalda, mientras se hincaba en una rodilla. La chica casi se ahogaba con su propia saliva.
—Virgo, se que te gustan las cosas a la vieja escuela—Comenzó y se lo había tomado literal.—, así qué —Mostró la caja y la abrió, enseñando el anillo delgado de oro con pedrería verde. —, ¿Me harías el honor de casarte conmigo?
La chica palideció y pronto su cara enrojeció como una fresa. El signo de fuego pensó que se desmayaría ya que no reaccionaba.
—¿Virgo?
—No puedo... Respirar.
Espantado, vio cómo la chica trataba de recuperar el aliento, comenzando a hiperventilarse. Se recargo con las manos en las rodillas de ella, tratando de concentrar su mirada verde en él.
—Oye, oye—Le decía. —, tranquila. Respira. Inhala, exhala, inhala, exhala...
La chica siguió las ordenes y en unos minutos, ella ya estaba relajada. Se sostuvieron la mirada durante un tiempo, hasta que ella volvió a mirar la caja que él sostenía, con el anillo brillando.
—¿Hablas en serio?
El azabache asintió. Permanecieron en silencio y en respuesta a la proposición, Virgo asintió con lentitud. Sagitario exhalo con alivio exagerado.
—Bien—Le entregó la caja. —, ahora iré a decirle a Tauro y Capri.
—¿Qué?
—Sí, así eran las cosas ¿recuerdas? Tenías que pedir la mano de la chica a sus padres, pero como no tenemos, supongo que con tus hermanos vasta.
—¿Estas seguro? ¿Harías eso?
—Virgo, fui a una joyería donde las mujeres me quemaban con la mirada, llegué de un viaje antes y te estoy proponiendo matrimonio cuando me aterran los compromisos. —Se encogió de hombros con desgano. —Puedo hacer eso.
—Tienes miedo de decirles.
—Sin duda alguna. ¿Crees que me rompan muy feo la cara?
—No creo. —Sonrió divertida.— Se pondrán melancólicos nada más.
—Bien, deja voy.
Se puso en pie y salió de la habitación en dirección a la de los varones. Por otro lado, Virgo miró la sortija y resoplo antes de colocársela en la mano.
♎♊
No sabía a donde le arrastraba el rubio, pero por alguna extraña razón, no quería preguntar, no aun. Se limitó a seguirle por las calles de la ciudad, con sus manos entrelazadas. Él incluso tenia el cabello bien sujeto en una coleta y eso solo lo hacia cuando el clima era caliente, o para un evento importante.
—Llegamos.— Indicó Géminis frente a una tienda de joyería.
—¿Que hacemos aquí?
—Venimos a comer, Lucy, por supuesto.
—Gill...
No dijo nada más. Entraron por las puertas de cristal y comenzaron a admirar los accesorios colocados en vitrinas limpias y brillantes. Una señorita del lugar les dio la bienvenida y ofreció su ayuda para lo que estaban buscando, a lo que solo agradecieron.
—Escoge.— Dijo él mirándola.
— Escoger...—Le miró extrañada. —¿Qué, exactamente?
Una sonrisa ancha e inocente se abrió paso en los labios del más grande. ¿Qué sucedía?
—Un anillo.
—¿Anillo?
—Mhm, el que tu quieras.
—Gill...
—No te preocupes, traigo dinero suficiente.
—Pero ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Volviste a apostar con Scott?
—No, en un segundo te diré.
—¿A quien le hiciste perder su anillo?
—Lucy—Le miró cansado y con ojos de suplica.—, no es nada malo, sólo escoge un anillo.
—Ah... Bien.
Se resignó a mirar por todo lugar y encontrar una sortija de su agrado. Minutos eternos después, escogió una. Géminis se le acercó y después de mirarle, le pidió a la señorita que le mostrara ese en la talla de Libra. Se lo probó, tiempo después, le parecía muy lindo, de un bello color plata, de adornos como vectores en relieve.
—¿Te gusta?—Le preguntó a la chica.
—Es bonito. —Sonrió con un brillo en los ojos. —Me gusta.
Con eso dicho, compraron el anillo. El rubio le pagó a la señorita, luego, esta colocó la sortija en una caja de terciopelo rojo. Mientras la señorita aun buscaba darle el cambio al chico, este saco la joya, se giró a Libra y extendió su mano para que ella le diera la suya. Dudosa, eso hizo.
—¿Te casarías conmigo? —Preguntaba él, deslizando el anillo por el anular de ella.
Todas las mujeres que presenciaban la escena, dejaron salir una exclamación de ternura, mientras Libra miraba aun aturdida su mano. Soltó algunas risas pequeñas.
—¿No podías escogerlo tú? —Le miro con una ceja en alto y el rubio se encogió de hombros.
—Quería que te gustará.
—¿Qué haré contigo?
—¿Responderme?
—Pensé que ya quedó claro.—Sonrió coqueta. —Claro que sí.
Géminis casi irradiaba felicidad. Le tomó las manos y comenzó a mecerse cono un niño pequeño. Fueron interrumpidos por la trabajadora, quien apenada, les entregó lo que les faltaba.
Tengan, sus anillos :v
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top