¿En serio?

Acuario estaba un poco molesto por la indiferencia de su pareja; Leo estaba bastante distraído y desentendido con su vida social y personal.

Enfurruñado, Acuario miró al signo fuego que se hallaba sentado a su lado en el largo sofá de la sala, sin prestarle atención pues estaba viendo la televisión. El menor entonces se rascó la nariz y, posteriormente, tomó la mano de Leo, llamando, finalmente, su atención. Colocó la cálida palma de Leo sobre su abdomen y, con rostro serio, le observó.

—Estoy embarazado. 

Y el peliplateado agradeció que era bueno aguantando la risa en momentos cruciales, como ese, porque de lo contrario no hubiera podido apreciar la cara de horror y palidez que Leo le mostraba por la revelación.

Observó cómo las pestañas del mayor subían y bajaban un par de veces conforme él parpadeaba con incredulidad, digeriendo la noticia.

—Leo, somos hombres—dijo el signo aire, con una risita suave y acariciando una de las mejillas del aludido para intentar evitar el regaño que le tocaría—. No me puedes dejar en cinta.

La verdad entonces hizo que el mayor retomara el color de su piel y su semblante se relajó un segundo antes de mostrar una mueca de enfado total.

—Maldita sea, Acuario. No juegues con esas cosas. Casi me da un ataque al corazón, coño.

—Es que no me haces caso. Solo quiero que me apapaches.

—Pues ahora menos lo haré, Zeus...

—¡Leo, no te enojes!— chilló el peliplateado, viendo como el contrario se levantaba de su asiento y se marchaba hacia su pieza; el menor rápidamente se puso de pie para seguirlo—. ¡Si lo que quieres son hijos podemos adoptar!

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