Confesiones importantes

Tauro acomodaba algunas de sus pertenencias en el tocador cuando la puerta de su cuarto fue abierta cuidadosamente. Al girarse en aquella dirección, se topó con la cabeza de Vincent emergiendo de la abertura de manera tímida.

—¿Está ocupada, tía?

—No, pasa. ¿Necesitas algo?

En silencio, el muchacho ingresó al cuarto y se aseguró de cerrar la puerta tras de sí. Tauro le invitó a sentarse sobre la cama, cosa que hizo sin pensarlo mucho; parecía nervioso, al menos un poco. La signo tierra se acomodó junto a él y esperó pacientemente a que le dijera qué era lo que le pasaba.

—Lamento molestar— decía seriamente el peliverde de ojos púrpuras—. Verá, me preguntaba cómo fue que se dio cuenta de que le gustaban las chicas.

La mayor hizo un sonido de estar pensando su respuesta mientras miraba al frente y descansaba sus manos sobre su regazo.

—Bueno— empezó a explicar de manera tranquila—. Me di cuenta porque era diferente la manera en que pensaba de un chico que de una chica. Cuando veía a un hombre atractivo solo creía que era algo refrescante de ver, nada más. En cambio, cuando era una chica, pues... No era exactamente qué pensara que deseaba que mi cuerpo o mi cara fuera así, ya sabes, no quería ser como ella, la quería a ella. Nunca me interesó besar o tocar a algún chico, siempre sentía eso con personas de mi mismo sexo. ¿Me estoy dando a entender? Espero no estarte confundiendo aun más.

—No, comprendo lo que me dice.

—Ya veo. Menos mal— la mayor le sonrió de manera dulce—. ¿Te estás cuestionando tu sexualidad?

—Sí. Creo que soy gay— Vincent se encogió de hombros suavemente—. Últimamente me siento raro con respecto a un chico. Como que me gusta.

—Oh, ¿es así?

—Mh. Estando con él me siento más ligero e incluso parece que hay mariposas en mi estómago. Bastante cursi, sinceramente.

Tauro rió, enternecida.

—Así es el amor—aseveró, dándole palmaditas en su rodilla—. Y, ¿cómo te sientes por esto? Me refiero, por lo que ahora sabes de ti.

—Estoy asombrado.

—Bueno, eso es de esperar. Pero, Vincent, está bien que seas así, ¿de acuerdo? No es raro ni está mal. Eres una persona y tienes derecho a amar a un hombre, a una mujer, o ambos, da igual. Mientras seas una buena persona y no dañes a nadie, con quién estés es lo de menos. No te avergüences ni tengas miedo de ser quien quieras ser.

El menor asintió en comprensión, apretando los labios y tomando la manos morena de la signo tierra que le obsequiaba una sonrisa amorosa.

—¿Ya les has dicho a tus padres?

—No.

—¿No quieres decirles? Si tienes miedo no deberías porque ellos te adoran. No te dirán nada malo.

—Se pueden enterar eventualmente.

—Eso es verdad. Está bien. Haz lo que te resulte mejor, ¿bien? Si necesitas algo puedes decirme, no te angusties.

—Muchas gracias.

—No es nada.

Tauro acarició los cabellos verdes del contrario que le sonrió genuinamente agradecido incluso si la conversación no había sido tan larga como uno hubiese esperado. Sinceramente, era lo que necesitaba oír. Seguro no parecía la gran cosa, pero para él era más que suficiente. Había querido que alguien con más experiencia en el tema le dijera si es que estaba confundido, si solo era una fase de adolescente curioso o verdaderamente era esa su sexualidad, así que oír a su tía le había calmado esas pequeñas inseguridades. Él tenía muchas amigas y amigos, pues el carisma que había heredado de Sagitario le propiciaba tener una vida social bastante buena. Conocía a chicas bastante guapas y simpáticas, pero nunca sintió atracción hacia ellas; pensó que simplemente no le interesaba salir con alguien. Sin embargo, era un poco más coqueto con sus amigos, no como su madre, claro, solo lo suficiente para pensar que eso sobrepasaba el límite de un bromance normal. A veces realmente sentía lo que decía hacia sus compañeros del mismo sexo, por lo que poco a poco fue indagando en sí mismo hasta que el detonante fue que, realmente, se estaba enamorando de un amigo.

...

Se frotó las sienes a la par que exhalaba de manera cansada y miraba la pantalla del computador frente sí. No se movió un ápice ni abandonó su trabajo cuando la puerta se abrió y cerró, seguido de pasos y la voz de su hijo que habló:

—¿Puedo hablar contigo?

—Seguro— respondió Virgo, girando sobre la silla de escritorio y pidiéndole a los Dioses que Vincent no se haya metido en problemas de nuevo—. ¿Qué sucede?

—Soy gay.

El menor se rascó una de las cejas con claro nerviosismo, guardando silencio y mirando que su padre se acomodaba el cabello detrás de la oreja. Posteriormente, Virgo se levantó de su asiento y se acercó al muchacho que solo era más bajo por un par de centímetros.

—No estés asustado— dijo el signo tierra, con aire calmado—. Siempre lo he sabido, Vincent, y eso no cambia que te quiero.

—¿Lo sabías?— parpadeó el aludido con sorpresa.

—Por supuesto. Soy tu padre. Te conozco bastante bien. No a la perfección, pero sí mucho.

—Esto no es como lo esperaba.

—Espero que eso sea bueno— Virgo le vio destensar los hombros con varios movimientos circulares, por lo que posó sus manos sobre ellos para masajear—. No es algo por lo que te tengas que preocupar así. Me estás diciendo que eres gay, no que hiciste algo ilegal y muy serio.

—De todas formas.

Es así como el más alto opta por abrazar al contrario, haciendo el mayor esfuerzo posible para transmitir el cariño que siente por él y lograr tranquilizarlo un poco. Sintió la manos del menor que se posaron en su espalda donde arrugaba la tela de su ropa que sujetaba con fuerza.

En ese momento, Sagitario entró al cuarto abruptamente y tan enérgica como suele ser, sin embargo, se detuvo de golpe al ver la escena, deduciendo que algo malo ocurría.

—¿A quien vamos a golpear o qué?— dijo ella, cambiando a un aura amenazante.

—A nadie— los ojos verdes le miraron con seriedad—. Nadie le ha hecho nada a Vincent.

—¿Entonces?

—Ya le dije— contestó el menor, mirando a los ojos púrpuras de su madre.

—¡Ah! Es eso, es eso— Sagitario sonrió ampliamente para luego abrazar desde la espalda a Vincent—. Ay, chaparro, me asustas.

—Asustado yo.

—¿De qué? Virgo y yo te amamos incondicionalmente, ¿verdad? — el aludido asintió de acuerdo—. Incondicionalmente significa que no vamos a dejar de amarte pase lo que pase. Está bien si eres gay, bi o hetero.

Permanecieron en completo silencio un largo rato a la vez que seguían abrazados entre los tres. Luego, Vincent se alejó de Virgo, aunque Sagitario seguía aferrada a su espalda cual garrapata. El signo tierra sonrió casi de manera imperceptible hacia su hijo antes de volver a su asiento. La pelinegra entonces cargó al muchacho desde la cintura, arrastrándolo con ella hacia la cama donde se sentó, acomodando a éste sobre su regazo cual niño pequeño.

—Vamos a darte la plática— sentenció Sagitario para luego tararear un tema de suspenso—. Vas, Virgo.

—La protección es importante— dijo él, cruzándose de piernas—. Incluso entre dos hombres. Las enfermedades de transmisión sexual son cosa sería.

—Sí. Sobre todo si vas a tener más de una pareja sexual. No sabes qué cosas pueda tener la otra persona. ¿Sí sabes usar un condón?

—Sí— respondió el menor, sin inmutarse.

—A ver. Dime.

—Primero se debe ver que no haya caducado.

—Muy bien. ¿Luego?

—Que aún tenga lubricante. No esté abierto y se sienta la burbuja de sellado.

—Para eso debes tener cuidado donde lo guardas. Hay cajitas especiales para eso.

—No lo pongas en tus bolsillos del pantalón— le sugirió Virgo.

—Está bien. Mh. Se tiene que abrir con cuidado y con las yemas de los dedos para no romperlo.

—No te quieras hacer el chulo y lo abras con los dientes. Se ve bien, pero luego lo rompes y valió.

—Capaz luego se me mete lubricante a la boca— Vincent hizo una ligera mueca de disgusto—. Ya después tienes que ver cuál es el derecho y el revés. Presionas la punta con una mano y con la otra desenrollas.

—Estupendo. Estás listo. Si tienes dudas puedes hablar con nosotros.

—Mh. Prefiero que me hagas preguntas incómodas a que te mal informes por tus amigos o internet— Sagitario rió en cuando Virgo dijo.

—Como la vez que le dije a una amiga que evitaba embarazarse poniéndose vic vaporub. Era broma y ella tonta me hizo caso. Y así fue como me dejó de hablar.

El menor soltó un quejido de solo imaginarse el dolor e irritación que eso podría causar.

—¿Sí sabes que tú no te puedes embarazar?— Sagitario suspiró aliviada cuando él asintió—. Bien. Menos mal.

—Creo que es lo básico que debes conocer— el signo tierra musitó—. ¿Algo más que agregar?

El par con los ojos púrpuras negó.

—Bien, volveré a mi trabajo.

Así, Virgo giró junto a su silla y continuó tecleando aquí y allá en el computador mientras Sagitario jugueteaba con Vincent como cuando era un bebé, arrullando a éste en sus piernas y dándole golpecitos suaves en su abdomen.

Vaya, estaba muy agradecido por los padres que tenía.

...

—Mamá— le llamó el de cabellos naranjas y ojos turquesas, así que alzó la mirada amarilla hasta él que yacía sentado al otro lado de la mesa—. Estoy saliendo con Vincent.

La lata de Leo había explotado, literalmente, cuando apretó la mano ante la noticia pues el aluminio se deformó tanto y tan bruscamente que el líquido salió casi disparado de su interior, ensuciando la mesa y su ropa, incluso mojando a Libra que estaba sentado junto suyo; suerte que no tenía las uñas largas o habría perforado la pobre lata. Lana se estaba ahogando por la sorpresa con su comida, logrando que Gerard, a su lado, le golpeara la espalda y le extendiera un vaso lleno de agua. Sagitario miró a su hijo, preguntandole en silencio si aquello era verdad y recibiendo un movimiento de cabeza como afirmación.

¿Qué has dicho?— inquirió Leo, gruñendo.

—Estoy saliendo con Vincent.

Se frotó fuertemente la frente con la mano libre mientras la otra seguía aplastando la lata que tronaba y chirriaba ante la presión que ejercía. Giró hacia Sagitario, con los ojos refulgiendo de manera fastidiada.

—Yo me estoy enterando ahora— soltó la pelinegra.

Gruñendo, la signo fuego se levantó, logrando que la silla hiciera un ruido estruendoso por lo abrupto, y se dirigió hacia el cesto de basura donde tiró, bruscamente, la lata.

—No pensé que sería tan malo que fuera bisexual— dijo Altaír.

—Oh, no, no— Acuario se apresuró a decir, acercándose al muchacho que abrazó maternalmente —. No es eso, mi príncipe. Leo, estás haciendo sentir mal al niño. Ven y sé clara.

La aludida se lavó las manos para después tomar un trapo que, al regresar a la mesa, lanzó al charquito de refresco que se había formado junto al plato; estaba realmente indignada.

Mi problema no es tu orientación sexual— explicó la pelinaranja, tratando de mantener su temperamento bajo control—. Hombre, mujer o lo que sea. Nadie es digno de mi bebé. Es eso.

No es que esté molesta porque seas bisexual, Altaír, está molesta porque siente que le están quitando a su niño precioso— la peliplateada mayor se rió, depositando un besito en la coronilla del mencionado—. Ya ves que tu Santa madre es un poco... Celosa.

No soy celosa. Me preocupan mis crías.

—Estás celosa, Leo.

—No juegues con mi paciencia, Acuario.

La aludida se carcajeó, aún abrazada a su hijo que se dejaba mimar. Lana, por otro lado, ya había descongestionado su garganta y podía respirar bien, pero la sorpresa seguía.

—Tu mamá te ama muchísimo, seas lo que seas. Estés con quién estés. Ella solo no quiere que te roben de su lado. ¿No recuerdas cómo reaccionó cuando Lana empezó a salir con Gerard?

—Casi me mata— acotó el hijo mayor de Géminis y Libra.

—Sí, así fue. Así que no pienses que estás mal por algo como tu orientación. Así como eres, así debes ser. Y así te adoramos.

Como Leo seguía gruñendo y quejándose sin pena por la situación, Acuario le llamó la atención.

—Ya, aplacate, mujer. Altaír ya no es un pequeño de tres años. Eventualmente iba a tener una relación con alguien.

Frunciendo las cejas, la signo fuego miró a su hijo y a su pareja que permanecían abrazados, para luego fijarse en Vincent que no había dicho nada en ningún momento.

Lo haces llorar y verás— amenazó, consiguiendo que el chico afirmara seriamente. Procedió a dirigirse a Altaír—. Y tú no dudes que te adoro. ¿De acuerdo? Cambiemos de tema que se me está subiendo la bilis.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top