あなたは私の月です
La mañana comenzaba y solo se despertó al escuchar la alarma que brotaba de su reloj analógico de Hello Kitty que descansaba en la mesita de noche. Rodó sobre la cama y tanteó con la mano hasta encontrar el aparato y detenerlo. Cansada, se quedó tirada en el colchón, boca arriba y aún con los ojos cerrados.
Escuchó la puerta de su habitación siendo abierta y sus párpados subieron, pero la oscuridad era absoluta. Pasos se acercaron hasta donde ella estaba y, aún adormilada, se incorporó en el colchón.
—Buenos días— escuchó la dura y frívola voz de la signo tierra, y una sonrisa diminuta y cansada se dibujo en su rostro.
—Buenos días, Virgo. ¿Has dormido bien?
—Más o menos— la chica de ojos verdes ayudó a la menor a levantarse de la cama y la llevó con cuidado hasta el cuarto de baño—. ¿Y tú?
—Sí. Soñé con un campo hecho de dulces. Todo era algún bocadillo. Había chocolate, paletas, ¡muchas cosas! ¿No sería genial que algo así existiera?
—Sí, pero consumir muchos dulces es malo para la salud, Piscis— comentó la más alta, soltando a la aludida para abrir el grifo de la bañera, llenándola de agua fresca.
—Lo sé— le respondió la signo agua, haciendo un puchero con los labios y cruzándose de brazos—. No arruines mis fantasías.
—Perdón.
Piscis negó con la cabeza y dejó de hacer su mueca de insatisfacción.
—¿Puedes poner una bomba de baño? — preguntó la de cabellos azules, escuchando el agua correr y llenar la bañera.
—Está bien. ¿Cuál quieres?
—¡La intergaláctica!
—De acuerdo.
La muchacha de ojos esmeraldas buscó en el mueble de baño donde estaban guardadas todos los productos de higiene de la menor, y tomó la bomba de baño de colores azul, rosa y morado, con purpurina. Dejó caer el esférico en el interior de la bañera que ya tenía agua hasta el borde y ésta comenzó a brotar brubujas y a deshacerse. Virgo cerró el grifo y se giró a mirar a Piscis.
—Estaré afuera si necesitas algo.
—Gracias.
Los minutos pasaron y la signo tierra comenzó a preocuparse, así que, luego de llamar y no recibir respuesta, ingresó al cuarto de baño, encontrándose que la menor estaba demasiado interesada en disfrutar del relajante baño y el delicioso aroma a menta que emanaba del agua gracias a la bomba.
—Piscis, ya tienes que salir— le comentó la morena y la aludida se enderezó para clavar sus ojos aquas en ella.
—Pero no quiero.
—Llevas una hora en la bañera. Tienes trabajo y no puedes quedarte todo el tiempo ahí.
—Está bien— dijo, resignada.
Sosteniéndose de las baldosas de la pared, la menor se puso en pie con mucho cuidado y a tientas salió de la bañera mientras Virgo se le acercaba con toalla en mano. La tela suave y absorbente de color rosa cubrió el cuerpo de Piscis y ésta fue guiada a la pieza con lentitud, procurando evitar que se resbalara con el piso húmedo.
La menor fue sentada en la cama y ella abrió uno de los cajones del buró para tomar de éste su ropa interior en lo que la peliverde inspeccionaba el interior de su armario.
—¿Qué quieres usar hoy?
—Uhm... ¡Ah! Mi vestido blanco con flores de sakura, con mis zapatos de tacón rosas, por favor.
—Entendido.
Colocándose su ropa interior, escuchaba los ganchos de ropa chocar entre sí, así que supuso que Virgo estaba tomando la prenda de ropa que le había pedido, junto a los zapatos. Semidesnuda, esperó a que la contraria se acercara con sus cosas, meciendo sus piernas hacia adelante y hacia atrás de manera infantil; la mayor ni siquiera se inmutaba por la desnudez de Piscis, pues el cuerpo humano le parecía completamente normal, sobre todo por su vocación que le llevaba a ver a cientos de personas en paños menores para tener un diagnóstico de los padecimientos que les aquejaban. Además, no era ni remotamente la primera vez que veía a la muchacha de ojos aquamarina en ese estado.
Luego de que Virgo le entregara la ropa y dejara los zapatos frente a sus pies, terminó de vestirse y, mientras ella se colocaba el calzado, la mayor le secaba y peinaba el cabello.
—¿Quieres que te ayude a maquillarte?— preguntó la morena en cuanto acabó de ordenar el cabello azul de la contraria.
—Sí, por favor. Quiero algo bonito, de color naranja, pero que se vea suave, natural.
Virgo, atendiendo las peticiones de su pareja, se dirigió al tocador y tomó todos los utensilios de belleza para luego regresar a la cama y sentarse junto a Piscis. En total silencio, empezó a pintar el rosado rostro de la menor. La peliverde de momentos se detenía, no solo para estar consciente de cómo avanzaba su trabajo, sino que también para admirar la cara de la peliazul; la signo agua tenía un rostro redondo y facciones delicadas que le hacían ver adorable. Sus labios eran rosados, sus pestañas eran largas y demasiado rizadas, del color de su cabello al igual que sus cejas que eran muy delgadas y apenas notorias. Sus mejillas y nariz siempre solían lucir un color rosa pastel que la hacían ver alegre y amigable. Sí, ella era muy bonita, sobre todo por sus grandes y gentiles ojos, tranquilos y de color brillante como el agua del mar.
Ya llevaba hecho la mayor parte del trabajo, solo le quedaba concluir con los labios de la menor y ella sabía eso, así que antes de que Virgo tomase el lápiz labial en manos y le pintase la boca, frunció ésta y aleteó las pestañas de manera inocente.
—¿Qué pasa?— preguntó la mayor, aún siendo muy torpe para entender lo que la menor quería.
—Beso— contestó, de manera infantil y alzó el rostro a sabiendas que Virgo era más alta y su rostro estaba por encima del suyo—. Por favor. ¿Sí?
La signo tierra parpadeó un par de veces, comprendiendo la exigencia de la contraria. Se pasó la mano por el cabello y, dudosa, se acercó hasta el rostro de la chica pez para dejar un corto y suave beso en sus labios. Al separarse, notó que el rubor en las mejillas de la signo agua era más fuerte que instantes anteriores y supuso que se había sonrojado, lo que le parecía gracioso teniendo en cuenta que ella había pedido que hiciera eso.
Piscis bajó la mirada con algo de vergüenza y Virgo colocó el lápiz labial en la boca de ella.
Su relación era tan sutil que nadie en la casa lo sabía, sobre todo porque a la signo agua le daba vergüenza afirmar aquello frente a todos y prefería que se dieran cuenta por sí mismos. Por otro lado, Virgo tampoco se molestaba en anunciar su noviazgo, porque realmente no le importaba si los demás sabían o no, pues no era asunto de ellos de cualquier forma, aunque sí había estado pensando en decirle a sus hermanos desde hace unos días, pero jamás había sido buena revelando sus sentimientos ni sus secretos, así que no sabía cómo hacerlo.
Pero eso era lo de menos, porque tenía a alguien tan linda y encantadora, tan gentil de corazón como Piscis junto a ella.
Peticiones? Sugerencias? No? :v Bueno. Los y las quiero. Lindo día, bye.
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