veintiuno: nadie.
Veintiuno.
Nuevo día, nueva tortura.
Min Yoongi estaba caminando.
HoSeok le había revocado la silla de ruedas esa mañana, a lo cual le observó con el ceño fruncido y profundo desacuerdo.
—Devuélvemela.
—No, ya puedes caminar. A este paso, te saldrán úlceras de decúbito en los glúteos y no creo que quieras que yo trate eso.
Con una mueca, desistió y aceptó su destino. Caminar.
Min Yoongi odia caminar.
Aunque parezca raro por su historial manchado con una vieja – y aún un poco presente – obsesión por hacer ejercicio para bajar de peso, nunca le gustó caminar. No sabe a ciencia cierta por qué lo aborrece tanto, pero lo ha hecho desde que tiene memoria. Prefiere matarse haciendo ejercicio tres horas que caminar veinte minutos, esa actividad no es algo que esté en sus preferencias y desconoce la raíz de este rechazo.
Pero es lo que hay, así que debe resignarse.
Debe acatar todo lo que le dicen mordiéndose la lengua si quiere salir de ahí pronto. Necesita salir de ahí lo más rápido posible.
—¿Hoy tengo hora de estudio?
—Sí, después del almuerzo — el pelinegro se quejó en voz alta —. ¿Quieres que te acompañe a una sala recreativa?
—¿Dónde está Jimin?
—¿Por qué tendría que saberlo? — Yoongi no tuvo cómo responder a eso —. Ven, mejor quédate en la sala de este piso.
—No quiero estar ahí.
—Tienes que quedarte donde te pueda ver.
El pelinegro bufó, pero no le quedó más de otra que acatar las órdenes, pues HoSeok iba a estar rotando en ese piso porque hay algunas pacientes que necesitan asistencia. Decidió no darle muchas vueltas al asunto, pasará el día coloreando mandalas o jugando un juego de mesa solo hasta que sea su hora de clases.
Cuando llegó a la sala, el enfermero se despidió de él con un leve apretón en su brazo derecho. De inmediato buscó una mesa vacía, pero no había ninguna, al parecer a todos se les había ocurrido estar ahí y él, honestamente, no quería tratar con nadie.
Iba a sentarse en el suelo hasta que vio un rostro conocido en una esquina del lugar.
Kim Taehyung había alzado la mirada por un segundo para observar a su alrededor de manera fugaz y seguir en su distracción.
Está asustado, Yoongi lo reconoció, sus manos temblaban mientras sostenía el hilo y las cuencas que le dieron con anterioridad para hacer pulseras. Sus movimientos eran erráticos y sus ojos enrojecidos le indicaron que no estaba pasando por un buen momento.
Sobre todo, por las marcas de uñas que nacían desde su nuca y se escondían en su pijama.
Sin pensarlo dos veces, sus pasos se dirigieron hacia él y se sentó frente suyo.
El castaño ni siquiera alzó la mirada, quería tener su máxima concentración en su labor, pero su falsa paz fue destruida cuando el mayor también tomó de sus materiales para empezar a hacer pulseras.
Por un instante tuvo el impulso de arrojar todo de la mesa y abalanzarse hacia el contrario, pero se mordió la lengua. No quería más problemas.
—Te ves fatal — murmuró Min, solo pasando las cuencas por el hilo sin planificar un diseño para la pulsera, a pesar de saber hacer varios estilos que le llaman la atención —. ¿Qué te pasó?
Taehyung se tomó un par de segundos para responder y, después de un par de suspiros, susurró: —Aislamiento.
Yoongi intuyó que se debió a las marcas en su piel.
Aunque, tampoco lo entendía.
Los dos sufrían autolesiones, y por nombre y concepto podrían considerarse iguales, pero ninguno veía la semejanza entre sus heridas.
Taehyung estaba marcado, había pocos lugares en su piel que no tenían una cicatriz de una cuchilla, uñas o algún artefacto adicional para provocar daño en lugares en los que sus manos no eran suficiente para alcanzar, como cuando estaba fuera del hospital, usaba el cinturón de su abuelo para azotar su espalda de rodillas. Al castaño no le molestaba ver su piel herida, le molestaba más cuando veía que las cicatrices quedaron marcadas porque ya estaban sanas, por lo que volvía a marcarse y así era un ciclo sin fin.
Ya lo hacía hasta inconscientemente, de pronto estaba sacándose sangre de la punta de sus dedos o sus labios terminaban maltratados por seguir saboreando el sabor metálico de la sangre en su paladar. Golpeaba su cuerpo en cualquier superficie dura ante la ausencia de cuchillas y sabía que varios enfermeros revoloteaban a su alrededor para que no tenga ningún objeto cortopunzante, pero su propia cabeza se las ingeniaba para saciar su sed de dolor que aminoraba el pesas inminente que ha acarreado casi toda su vida.
Y Yoongi no lo entendía, aunque intentara. A simple vista, Taehyung solo era un niño que se maltrataba por sí solo para recibir un poco de atención que nunca obtenía.
Y que, tal vez, nunca obtendrá.
Pero a su vez, Taehyung tampoco entendía a Yoongi.
Veía su cuerpo marcado de otra manera, su piel se mantenía intacta y un poco reseca, lo blanca de su tez se veía opacado por el vello presente. No había ninguna cicatriz, ni siquiera de forcejeo.
Lo que más llamaba la atención de él, era la manera en la que sus huesos parecían escapar por su piel.
Frágil. No había otra palabra para describirlo.
Min Yoongi es frágil.
Sus manos se veían tétricas, a su vista asquerosas y tenebrosas. Aunque sea de tez blanca, se notaba en demasía su aspecto pálido e incluso amarillento en algunas ocasiones. Sus mejillas se adherían a la estructura de su cabeza, sus labios finos estaban resecos y, aun así, no están partidos y no hay ningún indicio de sangre en él. El pijama le quedaba grande y ha notado cómo no le gusta que la tela se adhiera a su piel, así como su piel lo hacía con sus huesos.
Ni siquiera tenía fuerza, aún cuando compartían habitación, lo veía en cama durante días y, a veces, se movilizaba en silla de ruedas.
No era grato de ver, era grotesco. Aun así, Taehyung no sabe cuál de los dos es más asqueroso de ver.
Si él por su aspecto grotesco o Min Yoongi por tener apariencia de que en cualquier momento se rompería frente a tus ojos.
—¿Crees que puedas hacerme un favor?
El pelinegro le miró sin expresión y preguntó, de vuelta: —¿Por qué tendría que hacerte un favor?
—De mediocre a mediocre.
—No es suficiente.
—Bien, qué mierda quieres a cambio de que me consigas el celular del enfermero Jung.
—¿Para qué lo quieres?
—Qué te importa — Min, ante tal contestación estoica, volvió a ver su trabajo de cuencas y Taehyung suspiró —. Quiero llamar a mi mamá.
—¿El hijo bastardo volverá a casa?
Pasar tanto tiempo allí, empiezas a conocer la vida de las otras personas de alguna u otra manera, incluso si no te interesan.
Y para Min Yoongi, le ayudó haber sido compañero de cuarto de Kim Taehyung. Conocía casi todo de él.
Sabe de aquel adolescente que lo visita de vez en cuando, Jeon Jungkook, quien el castaño defiende a capa y espada de que son amigos, cuando sus visitas solo logran que su cuerpo tenga una marca nueva y esté más irritable que de costumbre; que sus abuelos están delicados de salud, pero no qué padecen. Y, por último y menos importante, conoce que es hijo de un hombre al cual desconoce el mismo Taehyung y su madre, quien se casó después de haberlo tenido, reside en Japón y no lo ha visto desde hace años, a pesar de que el menor insiste en seguir manteniendo el contacto.
Todo dicho por el mismo Kim Taehyung, pues lo leyó en su diario.
—¿Me conseguirás el celular o no?
—No sé qué podría obtener o querer de ti, ni siquiera tu madre te quiere, ¿por qué yo sí te querría?
—Tus padres tampoco, estamos en las mismas. Por lo menos, no tiemblo de miedo cuando aparecen por aquí.
—No lo haces porque tu madre te olvidó, bastardo. ¿Por qué quieres llamarla si sabes que no te contestará?
El castaño suspiró y trató de respirar con tranquilidad antes de que sus pensamientos violentos se adueñen por completo de él. Porque Kim Taehyung, desde que conoció al mayor, está seguro de tres cosas en aquel hospital que tiende a distorsionarse como un hogar para ambos.
La primera es una que siempre está presente y es sobre su madre, ella no podría olvidarlo, nunca. Ahora, solo está en otro país intentado tener una vida mejor junto a un hombre que la ama a diferencia de la basura que debió haber sido su padre. No, él no cree que ella ya lo olvidó. Suelen hablar de vez en cuando, es cierto que a veces pueden pasar meses sin escuchar su dulce voz, pero él lo entiende, entiende que su trabajo el cual desconoce demanda mucho de su tiempo al igual que su esposo. Su corazón debe de dividirse en varias secciones y Taehyung está seguro que un pedazo de él le pertenece.
Además, siempre es puntual con sus pagos en lo que respecta su manutención, facturas del hospital y los medicamentos de sus abuelos. Suele dejarle mensajes en las transferencias, como el mes pasado que le mandó un poco más de lo usual y dejó un solitario y casi cálido «Compren frutas».
Lo segundo es que Min Yoongi es un idiota con el cual tuvo la desdicha de coincidir y cree que muchos están de acuerdocon eso.
Lo tercero es que, en cualquier momento, lo golpearía.
—Por la misma razón del por qué estamos aquí, ambos tenemos la cabeza jodida.
—Sigue sin ser suficiente.
—Voy a golpearte, te lo juro.
—Hazlo, te vendría bien otros días más en aisla...
Primera regla del hospital, no provocar a otros pacientes. Sobre todo, si sabes que tienen problemas de ira y tendencias violentas.
Porque Min Yoongi fue arrojado al suelo con un cuerpo encima de él, importándole poco su frágil existir.
A nadie le importa, en realidad.
Park Jimin dio una honda respiración hasta abrir la puerta frente a él.
Escrito en palabras negras, Psiq. Kim NamJoon, se alzaba de manera imponente ante su cuerpo y el frío de esa parte del hospital hacía que se sintiera más pequeño que de costumbre.
Cerró sus ojos cuando tomó la manilla de la puerta, la giró y abrió a la oficina de aquel hombre que le da escalofríos.
—Doctor Kim — murmuró con una reverencia al encontrar la habitación pulcra y blanca, siendo así la piel del psiquiatra lo que más llamaba la atención al no ser blanca en su totalidad como lo eran su bata o las paredes a su alrededor —. El enfermero Jung dijo que me mandó a llamar...
—Sí, adelante — contestó el contrario —. Siéntete cómodo, ¿prefieres sentarte en la silla o en el diván?
—En la silla estaré bien — cerró la puerta detrás de su espalda y, con pasos lentos, se acercó hasta el escritorio para quedar frente a él —. ¿Para qué me llamó?
—Tranquilo, todo está bien — le intentó tranquilizar, aunque no sirvió de mucho —. Primero quisiera que hablemos, ¿te parece?
—¿Hablar de qué?
—De ti. Dime, ¿estás cómodo en tu habitación? ¿Cómo es la convivencia con el paciente Min?
El rubio se encogió de hombros.
—La verdad, todavía tengo miedo cuando entra al baño.
—Entiendo, me comentaron que cuando recién llegaste, él tuvo un intento de suicidio en el baño.
—Las noches han sido un poco difíciles, me contó que le tiene miedo a la oscuridad, pero es normal, supongo... La habitación es muy oscura — NamJoon asintió y lo anotó en una libreta a la mano —. Y con respecto a eso... Sigo pensando en por qué la puerta del baño tenía pestillo, no he visto ninguna otra puerta así en el hospital.
—Hay algunas más, que no estoy autorizado a compartir. Lo que sucedió con el paciente Min... a mí también me pareció extraño. El día que tú llegaste a Asan, yo me incorporé al hospital en esta oficina — Jimin le miró con intriga, eso no lo sabía —. También se me hizo incoherente que un paciente tenga una puerta con pestillo por más que lo hayan pedido por escrito. Yo fui quien ordenó cambiar eso.
—Fue por sus padres, ¿verdad? — entonces, preguntó —. Escuché que son dueños del hospital...
—Eh, no. No son los dueños y esa es toda la información que te puedo dar.
—Yoongi a veces me cuenta sobre ellos...
—¿Sí? — él cuestionó, listo para anotar en su libreta —. ¿Qué te ha dicho?
—La familia Min es de terror, algunos pacientes hablan de eso también. Que Yoongi puede hacer lo que quiera porque su familia pagará como si estuviese en un hotel y el favoritismo del enfermero Jung con él no ayuda mucho. También sé de las denuncias al hospital...
No había pasado mucho desde que el nombre del hospital estuvo casi envuelto en un caso mediático, pues un par de denuncias salieron a la luz hechas incluso hace algunos años atrás, mismas en las que Asan quedaba como una institución corrupta y las iniciales de varios enfermeros y doctores acusados de malos tratos y abusos físicos.
Después de un par de audiencias silenciosas a puertas cerradas, desestimaron todo caso judicial. Y el tema quedó enterrado para mucho allí.
—Bien, eso no te lo puedo negar, en su momento hubo muchos artículos sobre la denuncias. Sin embargo, ahora te prometo que con lo que respecta a mi trabajo será honesto, ¿de acuerdo?
Jimin asintió, pero aún dudaba.
—Si no te sientes seguro, si crees que hay algo mal o alguien hace algo indebido... Ven conmigo, ¿sí?
No.
—Sé que en el informe entregado por tu psicólogo y tu ficha de ingreso, no sugiere ningún tipo de terapia ni medicación por el mes que estarás acá y entiendo un poco el por qué decidiste internarse de forma voluntaria, pero de todas maneras, el hospital no es algo a lo que estés familiarizado y puede que necesites algún tipo de conversación con alguien más que no sean otros pacientes. O puedo llamar a tus representantes o el psicólogo que te trata para dialogar el asunto, hice lo mismo con el paciente Min y ahora tiene un plan de terapia que recién está comenzando.
—Estoy bien.
Y puede que no haya sido mentira.
—Lo único que me preocupa es que mis padres no han venido a visitarme... Espero salir pronto, quiero comer helado.
—En dos semanas saldrás, el tiempo pasa volando.
Pero ninguno estuvo de acuerdo con eso, ahí, el tiempo era eterno.
—Han pasado muchas cosas desde que llegué — susurró, con la mirada en sus manos —. No sé cuántas más pasarán hasta que salga.
—Puedes salir cuando quieras.
—No soy mayor de edad...
—No, aunque tampoco eres considerado una persona mentalmente inestable, ni siquiera tienes un carnet de discapacidad. Es cierto que tus padres deberán hacer el trámite correspondiente para tu alta, pero con una llamada y que tú se los pidas, lo podrán hacer. Si entraste de manera voluntaria, puedes salir de manera voluntaria.
¿De verdad? ¿Así tan fácil?
Si bien Park Jimin no ve al hospital como un infierno, aún no quiere escapar de allí. Es extraño, es como si algo lo impulsara a seguir buscando su habitación, con qué entretenerse.
—Quiero mejorar, por eso entré aquí. Para demostrar que estoy bien, si salgo antes de lo previsto... no lo habré logrado.
—Internarse no significa una mejora, en casos específicos, podría ser un retroceso en la rehabilitación de un paciente — Kim explicó con las manos en la mesa —. No solemos tener personas que entren por voluntad propia, la mayoría las internan en contra de su voluntad, como puedes ver. ¿De dónde nace la idea de internarte? ¿Cómo siquiera escuchaste sobre este hospital? ¿Tu psicólogo te lo recomendó?
—No... El doctor Kim no mencionó nada de eso.
—Y no has tomado ningún tipo de pastilla con prescripción, el doctor Kim mencionó que algunas veces tomaste pastillas para dormir de productos naturales — el rubio asintió —. ¿A quién le quieres demostrar que estás bien?
Jimin no supo qué responder.
¿A quíen...? ¿A qué?
La verdad, antes de entrar al hospital, el círculo de apoyo que le rodeaba era muy sano.
Sus padres han sido las personas más comprensibles del mundo cuando le dieron su diagnóstico, sus amigos no tratan de ser intrusivos en lo que respecta su recuperación, aunque han estado muy presentes y el doctor Kim realmente se siente como el acompañamiento perfecto a su debida distancia para una mejoría, quien no se siente demasiado cercano ante su relación profesional y paciente, ni tampoco tan lejano para no involucrarse en su círculo.
¿A ellos se los quería demostrar? Si ellos nunca se los pidieron.
—Jimin, parte de una recuperación es saber identificar cuándo estás en una posición cómoda para ti y cuándo no. Desde que tu proceso de terapia y rehabilitación empezó, ¿qué has hecho para no recaer?
—Eliminé mis perfiles en redes sociales — respondió de manera instantánea —. Solía recibir mucho acoso por ahí... Ahora solo tengo perfiles privados.
Y Kim NamJoon lo sabía.
Puede que él no conozca al chico, pero estudió su informe psicológico. De verdad, Park Jimin tiene tanta suerte que ni siquiera él es consciente de ello.
Ninguno sabe por qué está allí.
—Imagina que una persona fumadora quiere dejar de fumar. Si tiene fuerza de voluntad, lo más recomendable es que se aleje a todo lo relacionado con su adicción y eso incluye personas. Es difícil, nadie lo niega, pero si esta persona se sigue exponiendo a otras que solo alientan o tientan su adicción, no podrá seguir adelante.
—Yo aquí...
—Creo que tú aquí estás poniendo en riesgo tu recuperación — finalmente dijo —. Mi recomendación como psiquiatra es que vuelvas a tu casa, no tienes nada que hacer aquí.
—¿Por qué hace esto?
—Estudié tu informe psicológico y te he tenido en observación con varios enfermeros, una iniciativa de mi parte que mi superior aprobó al no ser tan invasiva. Empecé con Min Yoongi, tú y algunos otros pacientes que estarán bajo mi cargo; los escogí con la similitud que ninguno tiene un tratamiento escrito puntual, pero te diferencias de los demás porque no los necesitas. Debido a esto, tengo conocimiento de los incidentes que han ocurrido a tu alrededor, así mismo como yo fui partícipe de uno y del cual... pido disculpas.
¿Ah?
—No creo que un ambiente como este hospital sea idóneo para una persona como tú.
Jimin le miró sin pestañear, ¿qué estaba pasando?
—¿Me puedo ir ya? — susurró.
Kim miró el teléfono encima de su escritorio, el cual solo lo volteó en su dirección y le entregó una hoja con sus datos personales y el de sus representantes.
—Si tus padres están de acuerdo, les puedo dar asesoramiento sobre tu alta.
No supo cuánto tiempo pasó cuando sus temblorosas manos tomaron el teléfono y presionaron los números del contacto de su madre. No se atrevió a mirar al mayor en lo que el pitido constante de la línea empezó.
—¿Bueno?
La eternidad en ese hospital se sintió tan pesada que pudo suspirar solo cuando escuchó la voz de su madre.
—Mamá... — sollozó —. Mamá...
—¡Oh! ¡¿Jimin?! ¡JiWon ven acá, es Jimin! ¡Hijo...!
Hay momentos en los que debes aprender que importas solo tú, nadie más.
Solo importa que tú estés bien.
Tengo mucho que decir, si tienen preguntas, estaré en instagram con una cajita de preguntas (ig: panmyg)
Espero sigan recordando que su existencia es algo que me enorgullece.
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