trece: frágil ramé.

Hoseok está seguro que pronto lo despedirían.

—Si alguien viene, sólo simula seguir inmovilizado. Que no se te acerque o se darán cuenta.

—Gracias, Hyung.

Yoongi le miraba con total agradecimiento puesto a que le había quitado esa fastidiosa camisa de fuerza después de un par de ruegos, aunque el mayor aún se veía indeciso por su decisión, decidió confiar en que los pacientes no harían nada para llamar la atención de algún otro enfermero mientras se sirven la cena.

Jung les llevó la comida esa noche a la habitación, pero ninguno tenía un atisbo de querer comer.

Min, por su parte, ya había vaciado un pequeño cuenco donde anteriormente había arroz para empezar a lo que usualmente hace, escupir lo que mastica. Sin embargo, algo se le fue servido que le llamó mucho la atención y que hace mucho no veía, tampoco saboreaba y estuvo en un debate mental entre si la saliva en su boca era por el pedazo de carne – que parecía ser cordero – o si era algún indicio que, en cualquier momento, vomitaría.

Era sospechoso que el hospital le sirviera dichos platos, lo común era tener pollo, pocas veces res y muchos vegetales, de postre era una gelatina sin sabor o yogurt natural, de los cuales no era muy fan.

Tomó entre sus palillos lo que sus ojos han estado observando con paciencia y lo llevó hasta su nariz, olía a... nada. No era apetecible, por lo que hizo una mueca. Suspiró y dio un salto en su puesto cuando alzó la mirada, encontrándose con los ojos de su compañero encima de él e, inevitablemente, se sintió cohibido y nervioso, recordando que debe de disculparse por su comportamiento al atacar a Namjoon.

Quiere decir algo, pero ve que ni siquiera ha agarrado sus cubiertos y su boca sólo logra abrir y cerrarse como pez fuera del agua.

El rubio le sigue mirando expectante hasta que logra hastiarse, así que deja la charola donde yace su cena en el piso y se envuelve entre las sábanas, dándole la espalda para hacerle entender que no quería conversar.

Se sintió como un niño y, contrario a lo que se podría imaginar, Min Yoongi realmente anhelaba volver a ser uno.

Aborrece tanto su vida actual que su yo de siete años se decepcionaría al saber que ahora se encontraba en un hospital psiquiátrico, con una camisa de fuerza y varios intentos de suicidio. Aquel infante se asustaría al ver su cuerpo totalmente demacrado y sin ningún atisbo de paz, serenidad o calma. Todo él gritaba angustia.

Algún día realmente creyó crecer y florecer con la luz del sol, a pesar de la espantosa vida que afrontaba desde esa edad, él siempre se imaginó acabando el instituto, yendo a la universidad y trabajando en algo que le apasionara, ganando dinero para poder sobrevivir por su cuenta y no depender más de su padre, también pensó en seguir con el baloncesto, tal vez no de forma profesional, pero aún se veía hasta altas horas rebotando una pelota naranja mientras su mente lograba despejarse.

Extrañaba tener sueños, aspiraciones y deseos de levantarse en las mañanas. Fantaseaba con la idea de volver a hacer diversas actividades sólo por su propia satisfacción como cuando empezó a tejer varias prendas para él mismo un invierno cualquiera o como aquellas clases de ajedrez en las que su madre le inscribió después de tantas insistencias.

Aunque cualquiera podría pensar que era un caso perdido, ha aprendido muchas cosas con el afán de distraerse de sus pensamientos. No tuvo las mejores calificaciones en su adolescencia, pero jamás se dio a conocer por ser uno de los peores, estaba un poco más arriba que el promedio sin poder alcanzar a los sobresalientes.

Muchas de sus notas en proyectos y tareas – mayormente las que se trabajaban en grupo o se presentaban frente al alumnado – se vieron afectadas por su evidente nerviosismo y pánico al tener muchas miradas frente a él. Sus compañeros lo habían catalogado de mudo y arisco al no querer relacionarse con ellos, cuando era todo lo contrario. El pequeño Yoongi realmente quería tener amigos, poder conversar de sus cosas favoritas y compartir pasatiempos, pero nunca supo cómo.

Pensó que entrar al equipo del deporte que tanto amaba le iba a ayudar a relacionarse con los demás, de lo cual sólo llevó una gran decepción al ver que ahora nadie quería hablarle más de la cuenta por estúpidas habladurías de su persona al tacharlo como un adolescente que le molestaba la presencia de alguien más, quien disfrutaba de su soledad.

Pero él no quería estar solo, nunca quiso estar solo.

Desde hace mucho que se sentía así y ya estaba acostumbrado hasta el punto de rechazar a las pocas personas que intentaban entrar a su círculo social conformado por él mismo.

Sin embargo, no entiendo el por qué le disgusta tanto verse ajeno a la compañía del rubio. Tan distante cuando él quería disculparse por su comportamiento caótico, aunque está consciente que debe de sentirse apenado ante el suceso que tuvo en la tarde, por lo que no dice nada y le da su espacio.

Jimin, en cambio, sólo buscaba desaparecer en el colchón.

No podía ver al mayor, aunque lo intentara, porque aún no puede creer que haya tenido – según él – un patético atracón. No quiere, pero se ve a sí mismo devorar la comida como un completo cerdo, uno asqueroso y patético que ahora quiere morir. La vergüenza le consume hasta comerle la lengua.

También estaba triste por la ausencia de sus padres, anhela hablar con ellos para pedirles una explicación. Necesita un celular para llamarlos y escuchar su voz para relajarse, pero ahí dentro no sabe a quién acudir. Él realmente no tenía un móvil propio, no después de todo el acoso cibernético que obtuvo, pero se sabía sus números por alguna emergencia y cree que la situación lo amerita enormemente.

Así pasó lo que puede llamarse cena, Hoseok no le dijo nada al menor de los tres y se dispuso a retirar las charolas, dejando a Yoongi con su camisa de fuerza nuevamente puesta y dándoles paso a que se queden en la habitación hasta la mañana siguiente, terminando su turno en el hospital.

Ninguno habló hasta que la puerta fue cerrada y todas las luces hayan sido apagadas, el pelinegro lo intentó varias veces antes de recostarse en su cama para intentar dormir, pero el contrario le ignoraba y mucho no podía hacer. Y pensó que se debía a lo que le hizo a Namjoon, que muy probablemente le habría decepcionado.

—Jimin — le llamó, temiendo a que estuviera dormido —. Jimin...

El rubio seguía dándole la espalda, por lo que la idea de que ya estuviera por completo en los brazos de Morfeo, pero el miedo empezó a llegar a su cuerpo por la oscuridad. Quería su linterna y no podía ir a por ella, la desesperación de no poder moverse iba a terminar por desquiciarlo.

—Jimin — vuelve a pronunciar su nombre, quiere gritar, pero sabe que no puede o llamaría la atención de un enfermero —. Jimin, por favor. D-Despierta.

Su voz salía aguda por un posible llanto y maldice por eso, no ayudaba en nada.

—Ji-Jimin, despierta. T-Te necesito, por favor.

—Uhm. — escuchó en un murmullo después de unas cuantas insistencias más, sin embargo, no hubo ningún atisbo del contrario en levantarse.

—Mierda, me odio. — ese comentario en un susurro fue más para sí mismo en lo que intenta sentarse, lo cual es completamente inútil al no tener sus brazos.

Sus movimientos hacen que la cama suelte algunos ruidos que contribuyen en su misión de despertar a su compañero, así que Min sigue llamándole en voz baja hasta que logra ver que se da la vuelta hacia su dirección.

—¿Jimin?

—¿Qué pasó? ¿Qué tienes? — preguntó atropelladamente con su voz aún adormilada. No podía verle con claridad, pero estaba seguro que incluso se había sentado por los sonidos que escuchó — ¿Yoongi? ¿Estás bien?

—S-Sí — murmura antes de tener unas pequeñas manos tocando su cuerpo y rostro, lo cual le hace explotar en nervios y se plantea cuán infantil está siendo al pedirle ayuda para no combatir con la oscuridad —. Perdón por despertarte.

—Me asustaste. — el toque se aleja y escucha al rubio suspirar, haciéndole sentir culpable.

—Es que–. Es que necesito l-la... — su voz fue perdiendo la fuerza en lo que iba pensando si su angustia al no poder ver era tan importante como para molestar al menor. Su paladar empezó a sentirse agrio mientras sus pensamientos se volvían más pesados, sin saber qué hacer — Perdón.

—Hey, Yoongi. — llamó esta vez Jimin, quien estaba aún un poco desorientado al recién despertarse.

Toca con la punta de sus dedos el rostro del mayor hasta llegar a sus mejillas húmedas por un par de silenciosas lágrimas que ninguno esperó. Si bien también se encontraba inquieto por el extraño actuar del contrario, eso no evitó que su preocupación por él salga a flote.

—Todo está bien, Yoongi. Dime qué necesitas, te ayudaré.

—La linterna — logra finalmente decir —. ¿Dónde está mi linterna?

Entonces, Park logra recordar su miedo a la oscuridad.

Con movimientos rápidos, e igualmente silenciosos, se aleja del pelinegro y va hasta la estantería en busca del objeto. Tiene cuidado de no tirar ningún libro en el proceso, puesto a que la preciada pertenencia se escondía detrás de estos. Una vez la obtiene entre sus manos, regresa hasta Min y la enciende, dirigiendo su luz hacia el techo.

—¡Apágala! — gritó en un susurro Yoon, el menor acata la orden con torpeza y susto. Por un segundo, pudieron ver sus rostros demacrados y llenos de ojeras — Por debajo de la puerta pueden ver algo extraño viniendo de aquí y nos sorprenderían.

Jimin se cohíbe por su error y ya no sabe qué hacer, su corazón late con rapidez y termina sentándose en una cama que no es suya. Escucha la respiración lenta del otro, por lo que se planteó nuevamente su impulso, pero un leve murmullo detiene sus movimientos.

—Espera, quédate a mi lado — el pelinegro logra apegarse a la pared para dar espacio al contrario para que pueda acostarse a su lado y también una parte de su almohada, lo cual hizo con el corazón en la boca por la repentina invitación —. No quiero estar solo.

—Está bien, estoy aquí.

Si no estuvieran sumergidos en la oscuridad, pudieron haberse dado cuenta que se regalaban una hermosa sonrisa mutuamente.

Y puede que esto suceda muchas veces en la vida diaria de algunas personas. Las emociones ciegan hasta el punto de no permitirles ver oportunidades o experiencias. Es común que la tristeza les impida salir de la cama o de casa, en aceptar una invitación para ir a divertirse o disfrutar de lo que les rodea, es difícil y hoy en día hay tantos que lamentan no haber hecho algo por estar deprimidos.

Ambos pacientes quisieran retroceder en el tiempo para arreglar errores que cometieron, aunque eso signifique volver a pasar por todo ese sufrimiento que les llevó a estar juntos. En sus pensamientos, constantemente, se cruza la idea de no hacer aquello o sí hacer lo otro con el fin de saber qué hubiera pasado después.

¿Estarían sanos? ¿Ninguna enfermedad estaría albergando su cuerpo? ¿Cumplirían sus sueños? ¿Hace mucho que habrían muerto?

—Enciende la linterna y apúntala hacia la pared, no la alces mucho. — ordenó Yoongi.

Una vez con la pequeña iluminación, evitaron ver sus rostros. Sus ojos no se despagaron del techo en ningún momento e ignoraron el leve roce de sus hombros a la par, inesperadamente, el silencio que les abrazó dejó de ser incómodo, sólo disfrutaban de sus compañías. Min siente su pecho cálido junto a su calmada respiración, le agradan las sensaciones que lo envuelven. La cama ya no es tan grande a como la imaginaba, era lo suficiente para que dos personas estuvieran allí.

—¿Sabes? Yo también le tenía miedo a la oscuridad — vuelve a hablar el menor después de unos cuantos minutos —. Pero, a medida que crecí, ese temor se reemplazó por otro, después por otro y así sucesivamente.

—¿Crees que la vida se trate de sólo tener miedo? — Park niega, ese no era el significado que le quería dar a sus palabras — Jimin, ¿qué te da tanta determinación para seguir adelante? ¿No sería mejor morir de una vez por todas?

—Honestamente, una parte de mí aún sigue convencido de que la muerte es una solución rápida a todos mis problemas y sé que, si sigo con ese tipo de pensamientos, mis esfuerzos en estar bien no servirán de nada — estaba consciente de ello. Su psicólogo se lo había dicho, no con malas intenciones, al contrario, le hizo poner los pies en la tierra — Pero también pienso que, no sé, quiero seguir viviendo para ser yo. Ver una película, caminar por el parque, pintar o bailar, ¿algo nunca te ha apasionado tanto como para querer hacerlo todos los días?

—Me gusta el baloncesto — el mayor dijo lo primero que se le vino a la cabeza —. Realmente me encanta, pero no creo que sea suficiente para que me ate a la vida. No tengo a nadie, soy un nadie.

El rubio se quedó callado, no podía hacer nada para cambiar eso.

Es triste la manera en la que el contrario le habla y logra percibir que estaban en el mismo hueco, en el mismo océano del cual esperan ahogarse. Se da cuenta que es igual de frágil que él, puede que incluso más.

—Las personas somos crueles. Si no es con otras, es con nosotros mismos y no logro entender el por qué, quisiera saber cómo nuestro cerebro llega a la conclusión y única respuesta de ya seguir viviendo para esperar con paciencia una dulce muerte.

—Pero vendrá al final del día. Hagas lo que hagas, piense lo que pienses, intentes lo que intentes. Nadie va a tomar en cuenta si pediste perdón o no, si hiciste daño o no. No va a importar si hoy estás luchando por comer todo lo que hay en tu plato o si quieres evitar atracones, Jimin. Morirás al igual que Hoseok, hasta el estúpido doctor Kim y yo.

—Yo si quisiera que, quienes me lastimaron, me pidan perdón — murmura el menor —. También llegar a pedirme perdón a mí mismo, por todo lo que me he hecho, ¿tú no?

—Tal vez — susurró Yoongi de igual manera y se impulsó a girar su cabeza para ver el perfil del contrario, uno muy lindo, a decir verdad —. Pero nadie podría olvidar ni perdonar lo que me he hecho. Dime, ¿tú lo harías si hubiera privado de comer a otra persona? ¿De arrebatarle los pocos sueños que tenía? ¿De denigrarlo constantemente hasta hacerle creer que no vale nada?

—No merecías pasar por eso — por primera vez en la noche, sus ojos se conectan, ambos con lágrimas escurriendo de ellos para mojar la almohada —. Y realmente lo lamento.

—Ese no es tu deber.

—No, no lo es — el pelinegro pestañeaba cada tanto para poder observar al otro, su llanto le hacía ver borroso —. Pero quería decirlo, por si sirve de algo.

—Entonces también lamento por lo que has pasado — Jimin sonríe sin poder contagiar al contrario, quien no tiene ánimos ni para fingir y agradecer —. Por mi comportamiento y lo que has tenido que presenciar desde que llegaste aquí. Por haberme visto a punto de morir, apuñalar al doctor Kim y todo lo que puedas considerar problemático por parte mía.

—No te preocupes, Yoongi. Volveré a pedirte perdón que hayas ido a aislamiento por mi culpa, que hayas visto mi atracón y que tengas que compartir habitación conmigo, creo que no te agrado y te molesto.

—¡No! — exclamó un poco más fuerte el mayor, alertándose de inmediato y juntos vieron hacia la puerta, pero al no notar nada extraño, siguieron su conversación —. N-No es que no me agrades, sólo me disgusta y resulta asqueroso el vómito. Entiéndeme, tengo emetofobia y tú eres bulímico, somos una muy mala y caótica combinación.

—Podríamos ser un ramé, ¿no cree? — preguntó inocentemente y, gracias al rostro confuso de Min, pudo deducir que no sabía el significado de aquella palabra — Lo que es caótico y hermoso al mismo tiempo.

—Yo no soy hermoso.

—Yo tampoco, pero dicen por ahí que del desastre nace la belleza.

» Caótico y hermoso. «repitió Yoongi en su cabeza, sin dejar de ver al rubio.

Sus facciones eran delicadas y está muy seguro que antes esas mejillas eran más voluminosas, aun así, encuentra razón lo que ha dicho. Jimin podría no estar tan saludable, pero su voz y semblante – en esos momentos donde hablaba con tanta determinación – le hacían ver sumamente espléndido, podría aspirar algún día a verse como él todo el tiempo.

—Pero somos frágiles, el caos terminará por destruirnos. — Park sólo se encoge de hombros.

—Podemos ser un frágil ramé.

Sólo habría que esperar que su delicadeza se vuelva su fortaleza para así poder crear una espléndida unión. Porque, de lo contrario, lo único que se llevarán será agonía junta.

Publiqué el código qr de mis lectores junto a la advertencia por si quieren entrar. Gracias por leer y seguir aquí.

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