quince: duele, pero me hace saber que aún estoy vivo.
Puede que Park sí tenga un problema con querer arreglar lo que está roto.
Tal vez, era una especie de acción que le hacía permitir sentirse satisfecho cuando ayudaba a quien lo necesitara. Siempre era el primero en ofrecerse al hacer cargos en el instituto, si veía a un desconocido que requería una mano, él se la daba sin rechistar.
Él sabe qué es sentirse solo, no tener a nadie quien pueda apoyarse, aunque sus padres hayan estado cerca. Era difícil de explicar cómo es percibirte tan lejano a los demás, incluso si estás rodeado de una multitud de personas. Tan complicado que parece ser un abismo sin fondo, del cual no hay manera de salir.
Lo peor es que miente.
Miente mucho.
—Sólo estoy pidiendo otra botella con agua, señora Kim. Ayer lloré mucho y necesito hidratarme de nuevo, por favor.
—Ya te di una, Taehyung.
Aquellas frases fueron lo primero que escuchó en murmullos una vez se acercó a la barra del comedor para llenar su charola, la conocida cabellera castaña hablaba con una mujer de avanzada edad, misma que le sirvió avena y un batido rápidamente, ignorando al otro chico.
—¡Me voy a morir! — dramatizó, llevando sus manos hacia su pecho como si le fuera a dar un ataque cardíaco — No la invitaré a mi funeral. — pero ella sólo volteó los ojos, hastiada y acostumbrada a tal comportamiento.
—¿Qué sucede, Tae? — preguntó hasta llegar a su lado, la mayoría de pacientes ya tenían su comida en la mesa, por lo que no había nadie a sus costados.
—Jimin, ¿tú sabes lo que pasa con una persona después de pasar toda la noche llorando? — asintió, un poco preocupado por las suposiciones que su pequeña cabeza sacaba. Pudo darse cuenta con más detalle las grandes ojeras que descansaban bajo los ojos rojizos de su amigo, quien veía a la señora con recelo — Te duele mucho la cabeza y debes tomar mucha agua para que se te pase.
—Oh — atinó a decir, también viendo a la mujer —. Sí, la jaqueca es insoportable. En ese caso, ¿yo también podría tener una botella con agua?
Taehyung se indignó y fue a sentarse a una mesa cualquiera al ver que al rubio sí le daban lo pedido. Porque, bien, es cierto que a él ya le hicieron el favor de darle dos botellas, pero eso no alcanzaba, ¡su cabeza parecía querer partirse!
Park se le acercó con cautela, aún impacto por las palabras de Hoseok y el estado de Yoongi. Cuando ambos adolescentes estuvieron frente a frente, el agua fue extendida hacia uno.
—Ya no la quiero. — espetó el menor, queriendo ignorar lo que sucedía a su alrededor sin mucho éxito.
—No lloré en la noche, pero por lo visto, tú sí.
El mayor se dispuso a alimentarse con esfuerzo, su mente estaba más allá de lo que podría alcanzar y eso le molestaba. Su pequeño sentimiento de empatía le reclama el por qué no le pregunta al castaño la razón de su llanto, pero no debe abrumarse por eso, no ahora.
—¿Problemas en el paraíso? — al parecer, Kim sí estaba interesado en lo que pasaba por su pequeña cabeza, a lo que ignora la pregunta para meter una cucharada de avena a su boca.
—Estoy preocupado por Yoongi. — atina a decir con simpleza, mordiéndose la lengua de inmediato.
—Oh, él suele ser reacio al contacto humano y social, me dio un golpe con poca fuerza cuando le dije que parece a un gato antes de morir y otro cuando quise abrazarlo. No le prestes tanta atención.
—¿Qué? ¿Antes de morir?
—Sí, él me llamó tigre y yo a él así porque hace lo mismo que los gatos antes de fallecer — explicó —. Duermen mucho, no quieren comer, buscan calor y dejan de jugar. También, estos animalitos suelen elegir con quiénes se juntan. Tal para cual.
—Ya veo — murmuró por lo bajo, sin dejar de remover su plato —. Y Hyung no es así, es... cálido. Me agrada y no se parece a un gato.
—Creo que no estamos hablando del mismo Yoongi — Jimin bufó, dispuesto a comer de su plato, su estómago rugía al no haber cenado ayer —. Sólo digo, aunque sigo con mi postura de su similitud con esos felinos.
La presencia del mayor era... extraña. Si bien ya admitió que le agrada, eso no quita el hecho que, en algunas ocasiones, se siente distante y altanera, se atrevería a decir que hasta su comportamiento es inmaduro como cuando le ignora al preguntarle dónde están las toallas o si dónde puede conseguir más jabón para lavar su cuerpo. Pero también su porte es frágil, le daban ganas de cuidarlo. Y eso es lo que quiere hacer.
Con el ceño fruncido, le contó lo que acaba de pasar con Hoseok y cómo el pelinegro le llamaba, apretujando su débil corazón. Sólo para que el castaño no le diera la razón a él.
—No confío tanto en el enfermero Jung.... Pero es cierto lo que dice. ¿Por qué quieres cargar con los problemas de otros? ¿No tienes suficientes con los tuyos propios? — negó con su cabeza, no ante las preguntas, sino a la situación como tal —. Es decir, sé que puedes preocuparte por él y creo que eso está bien. Yo también quise saber si está bien cuando fue a aislamiento, pero no es mi asunto y no le di tanta importancia. Deberías hacer lo mismo.
—Como quieras, olvídalo.
El desayuno pasó tranquilo, o algo así. Su rostro aún denotaba la preocupación que tenía por su mayor y el aspecto de Taehyung tampoco ayuda, quien mantenía una sonrisa débil y ojos llorosos, al igual que su nariz roja.
Mentiría si dijera que no quiere ayudar o servirle de apoyo.
A veces, solía verse al espejo con el único fin de encontrar qué diablos era o qué intenciones tenía. Se hacía daño a sí mismo y trataba de arreglar los problemas de otros para no enfrentar los propios, su psicólogo le ha llamado la atención por lo mismo, más por el hecho de estar consciente en lo que hace.
Las horas pasaban sin algo en qué pensar, realmente, veía el aire pasar y el aburrimiento le hace compañía nuevamente. Kim parece absorto a lo que sea que lo esté atormentando, por lo que tampoco pudo disfrutar de su compañía. El almuerzo fue tan insípido como el arroz que le sirvieron, su amigo aún mantenía un semblante decaído.
—De acuerdo, habla — le encaró después de comer, ambos se encontraban sentados en un sillón mientras una pequeña televisión transmitía un programa infantil —. ¿Estás bien?
—Nadie está bien a tu alrededor, Park. Por algo estamos encerrados aquí.
—Ugh, te escuchaste como el enfermero Jung — hicieron una mueca de desagrado —. Pero has estado... triste. Y sé que pasaste mala noche, tu rostro lo delata.
—Bueno, ¿y qué? ¿Qué te importa?
—Tranquilo, sólo trato de ayudar.
—Ve a ayudar a otro lado y no me jodas, si no quieres un ojo morado.
El castaño quiso dar por terminada la conversación cuando pensó que el rubio se iría de su lado, pero éste sólo le miraba con un poco de sorpresa. Se arrepintió de sus palabras al instante.
—Lo siento, lo siento. Soy propenso a tener ataques de ira, lo mejor será que me aleje por unas horas.
—¿Estás bien? — volvió a preguntar, recibiendo una negativa — Taehyung, puedes hablar conmigo. No sé qué decir ante muchas cosas, pero puedo escuchar. Podemos ser amigos.
—Es broma, ¿verdad? — Jimin no respondió — Créeme, no quieres ser mi amigo.
—¿Por qué?
—Porque el único que tengo volvió a decir cuánto le avergüenza tener que entrar a este maldito hospital para verme — exclamó, sin poder evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas, como de seguro hizo en toda la noche —. Por favor, he conocido a muchos como tú. No eres especial por querer ser el soporte emocional de los demás, es lindo que tengas esa iniciativa, pero no puedes hacerlo si tú mismo estás próximo a romperte.
Bien, Tae no era un estúpido y es cierto lo que dijo. Personas como Park Jimin se podían encontrar en todos lados y, de cierta manera, le recordaba al chico que decía ser su amigo, quien también le quiso brindar apoyo.
La primera vez que intentó suicidarse, fue por una opción sencilla, sobredosis de pastilla. No fue difícil conseguirlas, pues le pertenecían a su abuelo y se sintió mal una vez las robó. Ni siquiera recuerda el nombre, sólo que las tomó con rapidez una noche cualquiera para sentarse en el pórtico de su casa, esperando a que la muerte llegase para llevárselo.
Pero no pasó, claramente.
Bastaron unos minutos para que el arrepentimiento llegara a su cuerpo, al igual que la desesperación. Corrió hasta el baño de su habitación e intentó vomitar todo lo que había ingerido, pero no pudo provocarse más que arcadas dolorosas.
Sin saber qué hacer y a quién a acudir, pues no quería alterar a sus abuelos que yacían dormidos en su habitación. Por lo que tomó su celular y marcó a aquel chico pelinegro que conoció cuando le ayudó a ordenar unos libros en la biblioteca.
—J-Jungkook... — le llamó, intentando que su llanto no sea tan fuerte — ¿P-Puedes ayudarme? Hice a-algo malo.
—Mierda, Kim. ¿Qué quieres? — sollozó bajito — Es más de media noche y mañana tengo un examen importante.
—Hice algo malo. — volvió a repetir.
—Eso ya me dijiste, ¿qué hiciste? — su voz, en ese entonces, era más aguda, digna de un adolescente de quince años y se sintió culpable por molestar a su menor a esas horas. Pero cuando estuvo a punto de colgarle diciendo que ya no era de importancia, volvió a hablar — Me estás asustando, ¿qué pasó? ¿Dónde estás? ¿Qué ayuda necesitas?
—Estoy en mi casa... Perdón, e-es que hice algo muy malo — Kook suspiró, moviéndose en su cama por la exasperación —. Y-Y lo siento, no sabía a quién más llamar.
—¿Y tus padres?
—No vivo con ellos.
Un silencio reinó en la línea, preocupando a ambos —. Tae, está bien. De acuerdo, dime qué sucede, por favor — habló con voz más calmada, aunque con una desesperación palpable en su tono al no saber que ocurría —. ¿Para qué me necesitas?
—Creo que debo ir a un hospital — el menor se quedó callado por otro rato, para finalmente preguntar el por qué o qué le dolía, quiso decir que su corazón —. Uhm... Me t-tomé unas pastillas para dormir, muchas, en realidad. ¿D-Debería ir?
—¿Estás intentando suicidarte? — preguntó en un susurro, por lo que respondió en otro que sí — ¡Tú, Kim Taehyung! ¡Claro que debes ir a un hospital, estúpido! ¡¿Qué está pasando por tu cabeza?! — y, nuevamente, la culpabilidad lo abrazó hasta el punto de pensar que no merece a nadie en su vida — ¡Llama a una ambulancia! ¡¿Dónde estás?!
—¡No puedo llamar a una ambulancia! — exclamó, también alterado — Mis abuelos s-se despertarán y no les puedo hacer eso, e-estaban tan c-cansados y... Mierda, perdón. Sólo pienso en mí mismo.
—¡¿Hace cuánto las tomaste?!
—Veinte m-minutos o media hora, creo...
—¡Pásame tu dirección! ¡Ahora! — acató la orden con dolor en sus ojos, de pronto empezaba a sentirse cansado y con deseos de ir a su cómoda cama para dormir, pero el miedo seguía vigente y luchaba para mantenerse despierto — ¡Papá, necesito tu ayuda! — le escuchó llamar mientras corría, alertándolo al instante.
Y colgó.
La muerte, para Taehyung, sigue sin ser tan importante. Puede que sea por el hecho de no sentirse plenamente vivo, de no tener ninguna emoción en su día a día, por más pequeña que sea.
No sabe cuándo empezó a tener aquel tipo de sensación, de no saber cuál fue el día en el que hacía sus actividades cotidianas como si estuviera programado, como si hacerles la comida a sus abuelos, ir a clases, preguntarse por qué sus padres le abandonaron, cuestionarse si parecía tan mala persona para que nadie se le acerque... fuesen cosas tan normales y que a todo el mundo le pasa.
Después de esa corta llamada, vio a Jungkook junto a su familia fuera de donde vivía, con rostros llenos de angustia y desesperación. Se preguntó, ¿por qué tanto alboroto si, ni siquiera, le conocían tanto?
Quiere convencerse que, aquella preocupación en sus múltiples intentos de suicidio, son por un mero instinto humano, uno que las personas llegan a sentir con un mínimo de empatía dentro de una sociedad.
No se cree merecedor que unos brazos le hayan cargado hasta el hospital esa noche, tampoco cuando unas pequeñas manos intentaron detener la sangre que salía de sus muñecas, mucho menos esa vez en la que un cuerpo impactó con el suyo para evitar lanzarse de la azotea de su instituto.
No merecía a Jeon Jungkook.
Y él mismo se lo hacía conocer, diciéndole cuán cansado estaba de pensar en él y su riesgo a poner su vida en peligro, llamándole egoísta, estúpido y muchos más insultos al sólo pensar en acabar con su sufrimiento, sin ver a quiénes lastimaría por su culpa.
Sus palabras duelen, pero el dolor le hacía sentir vivo.
Por eso su piel está tan manchada, las cicatrices en sus brazos son hermosas ante sus ojos – aunque, en algunas ocasiones, las aborrece tanto como su reflejo – porque, cada una de ellas, le hizo soltar lágrimas, maldiciones y quejidos para hacerle saber que aún la muerte no ha llegado para llevárselo.
En vez de ver a Jimin, el único que considera su amigo está allí, mirándole con preocupación, una que no podría diferenciar si es falsa o verdadera como ayer, en el que se presentó el día de visitas para quejarse de sus estudias y de tener que hacer un espacio para poder ir a verle hasta allí.
Pero lo aceptaba, después de todo, sigue creyendo que es su culpa.
—Quiero ayudarte — le dice, pero las voces se mezclan en su cabeza y le provoca un leve mareo que disimula bien —. T-Taehyung, puedes confiar en mí.
—Eres frágil, Park.
Y todo el mundo lo sabe.
—Y-Yo te puedo escuchar y-y...
—Estás roto, no puedes hacer nada por mí, así como yo no puedo hacer nada por ti — murmuró, tragándose la necesidad de aceptar aquella ayuda tan débil que el contrario le puede proporcionar —. Sé que necesitas ser el soporte emocional de otros para dejar de sentirte tan inútil.
Porque él también es así.
Escuchar los problemas de Jungkook se convirtió en una rutina, a medida que pasaba el tiempo, él sólo se dedicaba a observar, analizar y dar posibles soluciones a cualquier cosa que necesitara. Todo eso al sentir que está en deuda con él por haberle salvado la vida y, puede que esa sea la balanza para su amistad tóxica, arrastrar al otro, para después consolarse mutuamente a la par que se hacían más daño.
Jimin calló, dándole la razón.
Pero no puede evitarlo, cree que su cabeza saldrá de su cuerpo un día de estos, estar encerrado en ese maldito hospital le daba la sensación de estar más enfermo a como estaba, más perdido que nunca.
Su fuerza de voluntad se deterioraba con el pasar de los segundos, como la arena en un reloj, tan rápida y silenciosa.
—Pero no lo intentes conmigo — sigue hablando el menor —. Estamos jodidos, no sé quién lo esté más, pero así es la historia. Evita preocuparte por mis problemas porque a mí no me interesan los tuyos, sólo eres un paciente más que saldrás por la puerta vivo o muerto, en cualquiera de los casos, no volveré a verte.
Taehyung dio media vuelta para marcharse rápidamente, decidiendo ignorar al rubio por unos cuantos días o hasta que uno de los dos salga de ese espantoso lugar, no quería verse involucrado con nadie.
Mientras, los pensamientos de Jimin empezaron a dispersarse sin poder soltar lágrimas. La tristeza y esas palabras fueron como agua fría en su espalda, las había escuchado de doctores, enfermeros y su psicólogo, pero nunca de una persona como él.
Se llamó a sí mismo idiota al pensar que podría arreglar lo roto, cuando su alma aún sigue esparcida por el suelo en pedazos punzantes, sin dar ningún atisbo tan grande de repararla.
Quisiera dar una disculpa por actualizar casi dos meses después del último capítulo, pero la historia está catalogada como una lectura pesada, por ende, escribirlo también es complicado para mí. Las actualizaciones serán lentas (intentaré que no tanto como para dejar pasar más de un mes de nuevo), es su decisión seguir leyendo y esperarme, con esto, agradezco que sigan al tanto de la historia, espero estén bien.
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