once: la familia Min da miedo.
Min Yoongi tiene una larga lista de temores.
Uno de ellos y de los cuales ya se ha hecho alusión, es vomitar. Al igual que la oscuridad. Entre los primeros cinco puestos se encuentra su muerte, una desastrosa en la que sufre en los últimos segundos de su vida. También, y un poco más banal, a las arañas, roedores y cualquier tipo de animal tan pequeño que sea fácil de perder de vista mientras se escabulle por el suelo.
Pero, definitivamente, sus padres están en primer lugar.
Porque, Dios, de sólo pensar que en unos escasos minutos atravesarán la puerta de la habitación donde está encerrado le aterra en demasía. Sus manos sudan dentro de la camisa de fuerza que le pusieron desde ayer y sus ojos se llenan de lágrimas que resbalan sin ningún tipo de pudor, mismas que son limpiadas por un paño de aquel hombre que ha logrado hacer su estadía un poco más amena allí.
—Enfermero Jung, cuando lleguen los tutores del paciente Min, debe retirarse. — especificó Namjoon por tercera vez en la interminable hora donde los tres se encuentran en la oficina de éste, un par de banditas blancas circulares adornan su rostro, donde las agujas fueron clavas.
—De acuerdo, Sunbae. — Hoseok siente cómo su corazón pronto saldrá disparado por su boca, los nervios no le dejan pensar con claridad y la impotencia de no poder hacer más por su pálido amigo le hacen querer llorar. Pero intenta mantenerse firme, al menos, en su presencia.
Su puesto había sido afectado, el mismo gerente del hospital le dio su nuevo horario. Desde el próximo lunes, empezará a trabajar en turnos nocturnos a excepción de los domingos, un fiasco para su bolsillo y su otro empleo en el bar, lo más probable es que deberá renunciar a ese.
Su paga fue reducida y, lamentablemente, si sigue así no tendrá más opción de dejar el lugar porque no cree llegar a fin de mes con la suficiente comida para estar saludable o no poder pagar la renta de su pequeño departamento. En el peor de los casos, volver a ser acompañante en asilos o algo por el estilo.
—T-Tengo sed — pidió el pelinegro con hilo de voz. La verdad es que tenía unas horribles náuseas, puede predecir que en cualquier momento escupirá bilis al no comer nada en el almuerzo —. ¿Puedo tomar agua?
—A este paso querrás ir al baño y tus padres están por venir. — le regañó Kim sin mirarlo, demasiado ocupado con lo que parecía ser su expediente al ver una foto suya por ahí.
—¿Puedo darle agua? — Nam suspiró antes de asentir, el enfermero sonrió temeroso antes de ir hasta el bidón de dicho líquido y servirlo en un vaso de plástico que le dio al pelinegro, con cuidado de no derramar ninguna gota por las comisuras de sus labios.
Yoongi bebía con calma, hasta parecía más sereno, pero sus dientes no dejaban de chocar entre sí por el temblor de su cuerpo y las uñas se enterraron, una vez más, en las palmas de sus manos, sintiendo de inmediato un ardor que le permite no desmayarse.
Un anuncio por el teléfono del moreno se dio a conocer y casi se ahoga.
—Doctor, Min Jaebum se encuentra junto a su esposa en recepción preguntando por usted, dicen que tienen una cita ahora — dijo una voz femenina en la línea, después de que el nombrado haya presionado un botón que permitió tener en altavoz el aparato —. Hágame saber si les hago pasar.
—Sí, que vengan a mi oficina, por favor — pidió, para dar terminada el corto aviso y regresó a ver a Hoseok, quien mantuvo la mirada gacha —. Ya vete.
—¿De verdad no puedo quedarme...? — Nam negó mientras se levanta de su asiento en dirección al enfermero, al cual quiso conducir a la salida — Por favor, Sunbae. Necesito quedarme con él.
—S-Sí, por favor. Déjelo quedarse. — pidió el paciente también, buscando que el tacto que el mayor tenía sobre su rostro no desapareciera, inclinando más su cabeza al cuerpo de éste.
—¿Tienes miedo a que te hagan algo? — preguntó Kim.
Yoongi asintió con pesar.
Volvía a sentirse y parecerse a un niño, como cuando tenía menos de diez años y terminaba escondido debajo de la cama junto a sus hermanos después de que alguno hiciera una travesura o haya sacado una mala calificación en la escuela, actividades extracurriculares o cualquier cosa que, a la vista de sus padres, sea erróneo y para nada digno en ellos.
Porque puede que él pertenezca y conforme a la familia Min, pero la familia Min le da... miedo.
Sus delgadas piernas sufrieron palizas con todo tipo de objeto, desde un cinturón de cuero hasta un cable de caucho a manos de su padre. Su piel siempre quedó de un tono morado y verde, mismas que se cubrían con su uniforme para que nadie sospeche del horror de hogar que tenía y sigue teniendo.
Su madre, en cambio, atacaba más con palabras y cachetadas sonoras que en más de una ocasión le partieron el labio. Tenía una lengua tan afilada y, al saber todos sus puntos débiles, atenta contra ellos sin piedad, como si estuviera tocando con la yema de sus dedos una herida sin cicatrizar.
Ambos buscaban una perfección irreal en cada uno de sus hijos, importándoles más verse como una familia ejemplar al bienestar del hogar que crearon.
Y el pelinegro sabe a ciencia cierta que, si sus progenitores quieren rectificar su actuar a su manera, lo harán cuantas veces sean necesarias. Mierda, de sólo recordar todos los castigos que le impusieron desde muy temprana edad le hacen vomitar.
Sus memorias amargas aún le persiguen como pesadillas en las noches, en las que busca desesperadamente una salida de su hogar, sin encontrarla. Por un momento, en su niñez, realmente creyó que toda su vida era un chiste mal contado, de aquellos dolorosos que la gente contaba con la excusa de ser un extraño humor negro que tienen.
Pero no, era de verdad, fue lo que le tocó sufrir.
La puerta intentó abrirse, pero el pestillo de ésta lo impidió. Yoongi sudó frío, Hoseok se mantuvo firme en su lugar – aunque sus piernas temblaban como gelatina – y Namjoon suspiró para después dirigirse a abrirle a la terriblemente ansiada visita.
Allí pudo ver a sus padres después de un par de meses, con la misma mirada cargada de odio hacia su cuerpo. Por unos segundos, el matrimonio vio el cabello de la persona que les recibió y el dueño maldijo en su interior al olvidarse su gorro quirúrgico para esconder el morado que resalta en el blanco hospital.
—Pasen, señor y señora Min.
Los nombrados avanzaron en silencio, sólo haciendo eco los zapatos de la mujer hasta dirigirse al par de sillas frente a su escritorio, donde el paciente se encontraba entre medio de estas en su silla de ruedas. Nam se dedicó a observarlos con detenimiento, el suficiente para notar que había otro par de personas queriendo entrar.
No encontró ningún parecido con el paciente, tal vez el hombre de mirada firme se veía igual de pálido que él, pero nada más. La mujer con un pequeño bolso negro no parecía ser su madre. Ni si quiera el rostro de éstos era de la misma forma, mientras los adultos lucían una cabeza más ovalada, el más joven, una redonda que podría notarse más si tuviera las mejillas abultadas.
Iba a cerrar la puerta para dar iniciada la corta reunión, pero dos jóvenes le miraron con rostros inexpresivos, a la espera que les dé permiso para pasar.
—¿Vienen juntos?
—Sí, son mis hijos. — respondió Jaebum.
Yoongi quiso desaparecer porque supo lo que se avecinaba.
Una nueva humillación.
Los adolescentes ingresaron a la oficina después de una seña del pelimorado y, aunque les indicaron que se sienten en un pequeño sillón, ellos se situaron atrás de sus padres sin decir ninguna palabra. El chico detrás de su primogénito vestía con un traje formal al igual que el mayor, mientras que su hermana, la menor de los tres, un sencillo vestido blanco con un lazo rojo en el cuello.
Hoseok se mantuvo detrás suyo todo el tiempo, sin deshacer su tacto en sus hombros detrás suyo.
» ¿Desde cuándo no los veo? «Pensó el pelinegro, mordiéndose el interior de su mejilla por la vergüenza que sentía en ese momento.
Él ama a sus hermanos y que lo vean de esa forma destruye su orgullo, aquel que debería mantenerse alto como un buen ejemplo a seguir, pero a ese paso, él ya era la personificación que no deben hacer.
Porque sus padres también se encargaron de distanciarlos, enviando a cada uno por un camino diferente a medida que crecían, sin darles la oportunidad de convivir con facilidad y dejándose influenciar por las decisiones de otros. Tampoco es como si supieran qué más hacer en la vida.
» Kwang se ve más alto, creo que ya somos del mismo tamaño. «
La diferencia de edad no era mucha, su hermano tenía diecisiete y su hermana, quince por lo que su rostro aún inocente y angelical le hicieron dar un vuelco en el estómago al verlo apagado, sin la singularidad que la apariencia de una niña debe de tener.
» Dae... lo siento tanto. «
De alguna manera, se siente responsable de haberlos dejado en aquel infierno llamado hogar.
—Señores Min, los cité hoy para mantenerlos al tanto sobre las decisiones que se tomaron con su hijo — habló Namjoon y, al ver que no recibía ninguna respuesta, siguió hablando —. Aquí tengo su expediente, pude notar que hay algunas irregularidades en cuanto a si necesita medicamentos o atención regular de un psicólogo, psiquiatra si así lo desean al ver su caso crítico. Creo que–
—Doctor Kim — le llamó el padre, Jung sintió cómo su paciente se estremeció por su voz grave —. Sólo díganos qué harán con él.
—Ya no haremos nada porque Min Yoongi queda expulsado del hospital Asan.
No hubo ninguna reacción. Namjoon empezaba a molestarse.
Porque, bien, él está familiarizado con la mayoría de casos donde, quienes internan a los pacientes en hospitales psiquiátricos, los ven como una carga en su espalda de la cual querrán deshacerse a toda costa. Lo conoció en el antiguo lugar donde trabajaba y hubo bastantes problemas por ese tipo de inconvenientes.
—¿Y eso quién lo decidió? — esta vez, preguntó la madre.
—Yo lo presenté a mis superiores esta mañana. El paciente Min ya es catalogado como una amenaza para el personal y el resto de quienes residen aquí. Ayer se resguardó detrás de su compañero de habitación y se aprovechó también del estado de vulnerabilidad del mismo para no recibir un calmante, sufría un ataque de ansiedad — la pareja siguió sin opinar —. Y me atacó con un par de inyecciones. — señaló su rostro, su hombro también tenía unas banditas.
La señora Min, de nombre YoungMi, giró levemente su cabeza hacia su hijo, sin verlo por completo y el mentón elevado. Su mano enroscada se dirigió hasta su cabeza, donde intentó golpearlo con mucha fuerza disimulada, pero el enfermero que, para ella sobra en el lugar, cubrió la zona que impactaría su puño.
—Queremos hablar con sus superiores y gerente del hospital — exigió Jae, como siempre lo ha hecho —. No lo pueden expulsar.
—Escuchen, lo mejor para él es–
—No estamos preguntando qué cree mejor, doctor — Nam se quedó callado, mordiendo su lengua con evidente ira hacia el matrimonio —. Él debe quedarse en aquí porque no quiere volver a casa, ¿verdad?
Yoongi negó rápidamente.
—Necesito que me hagan saber por qué el paciente Min no tienen ninguna especificación de tratamiento.
El pelimorado estaba sorprendido, también preocupado, tras leer el expediente del menor hace tan sólo un par de horas. Constaba de una sola hoja y con dos líneas de diagnóstico, limitándose a la ya notable anorexia, depresión y trastorno de ansiedad, pero más nada.
A su vez, vio el de su compañero de habitación, Park Jimin.
Su psicólogo a cargo se dedicó arduamente a relatar con detalle lo que pasa con el chico, se entretuvo leyendo la pasión que tenía – o puede seguir teniendo – a bailar, la raíz de su enfermedad o donde creen que se originó. También ha mostrado su avance con mucha precisión a través de los meses, leyó algunas muestras donde afirma que el tiempo máximo del rubio sin purgarse fue de dos meses, para luego hacerlo por una crisis nerviosa, las cuales es muy propenso a seguirlas.
Si bien tampoco tiene especificación de algún medicamento, no se ve que los necesitan con demasiada urgencia y que su estadía en el hospital era únicamente para probarse a sí mismo que puede seguir por su cuenta sin ningún tipo de supervisión mayor como la de sus padres.
Y muchas cosas más que el pelinegro no tenía, ni un poco de apoyo emocional o cuidado verdadero. Lo cual le hizo sentir culpable al sólo tratarlo como un adulto joven muy rebelde. Ahora se siente culpable por usar un duro trato con él, pero las normas de su trabajo no se podían violar.
—Venir fue una completa pérdida de tiempo — el matrimonio se levantó, haciendo que sus hijos menores se muevan para darles paso. El mayor, en cambio, se mantuvo allí con la mirada gacha con el enfermero cubriendo su espalda —. Yo mismo llamaré al director de este lugar, déjenlo encerrado en su habitación si les da tantos problemas.
—Señor Min, el paciente nunca se recuperará si sólo se dedica a estar aquí como un simple huésped.
Nam siguió hablando, intentando detener su paso, murmuró un par de cosas sobre un posible traslado a una sección interna del hospital la ya ser catalogado como peligroso. La camisa de fuerza no se irá de la noche a la mañana y la vigilancia sobre su persona será más exigente, y sabe que es su culpa. Todo lo que le sucedía eran las consecuencias de sus acciones.
En su defensa... lo que ha hecho y clasificado como malo, fueron acontecimientos esporádicos donde se dejó guiar por sus emociones en situaciones que, para él, significaban un gran riesgo.
—Deja que se marchen — la voz baja y ronca del pelinegro distrajo a los otros adultos que estuvieron a punto de iniciar una discusión entre el bienestar y la falta de preocupación sobre él —. Querrán arreglar todo con dinero, como siempre lo hacen.
—¿Disculpa?
—¿Acaso estoy mintiendo? — Yoongi giró un poco su cabeza para ver la sonrisa forzada de su progenitor, esa que dejaba ver sus encías a medias y la cual había heredado por genética, tal vez, no es un experto en biología.
Hoseok se colocó a su lado cuando vio a aquel hombre dirigirse con lentitud hacia él. El enfermero, más que asustado, estaba indignado por no poder creer que unas personas como el matrimonio Min existan y se hagan cargo de dos infantes más, tampoco quiere imaginar lo que a éstos les hacen.
Porque el paciente, en muy pocas ocasiones, le ha contado el maltrato que sufrió desde muy niño.
No era un tema que le guste hablar al mismo, sobre todo por las lagunas mentales que sufría debido – con base a su escasa experiencia en psicología – un recurso que su cerebro ha usado como protección para protegerse de esas espantosas vivencias. Y puede entenderlo, era común que las personas, en algunos casos, olviden experiencias traumáticas para sólo dejar las consecuencias de ellas.
—No gastaré mi garganta aquí — dijo Jaebum sin ninguna pizca de remordimiento, aguantándose todos los deseos de gritarle a su hijo mayor, quien sabe con certeza cierta que, si no se encontraran en el hospital ni en presencia de terceros, un par de gritos y golpes no se harían esperar —. Hemos gastado demasiado en él, no lo van a expulsar así sin más. — esta vez, le habló a Namjoon, quien se encuentra tenso y frustrado con la situación.
—¿Es acaso usted tan estúpido que no entiende lo que digo?
Una pequeña exclamación indignada se escuchó a su costado, proveniente de la menor de esa extraña familia. Su hermano rápidamente la tomó del brazo y le dio una mirada indicándole que se callara, lo cual Yoongi supo reconocer al instante por la familiaridad de dicha acción, él también solía hacérsela a ambos cuando convivían juntos.
—Le estoy diciendo que el paciente necesita atención, pero el hospital no podrá actuar sin ninguna orden de sus tutores legales. — obvió el término padres, sintiéndose sucio al usarlo con aquellas personas —. No pueden simplemente tenerlo aquí a la espera que la anorexia termino por devorarlo, peor cuando un carnet de discapacidad está ajuntado a su expediente con casi un cincuenta por ciento. Es negligencia por parte suya y una denuncia del estado puede caer a sus pies si llego a notificar esto a las autoridades.
El pelinegro abrió y cerró la boca, confundido y lleno de sorpresa. No por la amenaza legal, porque sabe que, para el espantoso apellido Min, el dinero no era problema y colocar un par de billetes a la mesa todo estaría resuelto. Sino por la gracia que le daba un poco ver al hombre que lo encerró en aislamiento lo estaba... ¿defendiendo? ¿O sólo hacía su trabajo?
Después de unos interminables segundos donde ninguno dijo una palabra y miradas cómplices, la mujer allí fue la que rompió el silencio:
—¿Dónde debemos firmar nuestro consentimiento?
Namjoon les indicó que se volvieran a sentar mientras él buscaba entre su desordenado escritorio. La pareja sólo se acercó a ellos, dejando a sus otros hijos inmóviles, sin ni si quiera darle una mirada a su hermano, lo cual hizo que tragara grueso para no dejar escapar sus lágrimas.
—No es un proceso sencillo, mucho menos rápido — el doctor les dio tan sólo una hoja, la cual los contrarios empezaron a leer con rapidez —. Sobre todo, la parte del diagnóstico completo del paciente, nos encargaremos de que sea tratado por los mejores especialistas y aquí seguirá su tratamiento al pie de la letra.
Siguieron revisando el documento en silencio, tal vez un par de veces y, sin disimulo alguno, también su parte trasera y esquinas, asegurándose que no se trate de ninguna falsedad.
—También necesito sus credenciales. A medida que el progreso del paciente Min vaya avanzando, se les será notificado.
—No es necesario que lo hagan — Jae sacó su billetera para darle lo pedido y su esposa de igual manera —. Evitemos las molestias.
Kim optó por no decir nada más para dejar que sus ojos se expresaran, viendo a los adultos y luego a Yoongi con un extraño mal sabor en la boca. Su boca se mantuvo cerrada en los minutos que les dio más protocolos de las terapias y cómo el hospital las regulaba, prometiendo también que su expulsión quedaría anulada si veían una verdadera fuerza voluntad de los involucrados, exasperándose al no encontrar ningún indicio de ésta en los familiares después de darles sus identificaciones de vuelta.
Con una corta despedida por parte del pelimorado hacia los supuestos Min, quienes no le dieron la misma a él ni a nadie presente en la sala, se fueron a sí mismo como vinieron, en completo silencio e ignorando todo lo que sucedía a su alrededor.
El pálido pudo respirar tranquilo.
—La... La verdad, p-pensé que me gritarían. — admitió en voz baja, sus mayores también soltaron un sonoro suspiro.
—Esa familia me da miedo.
—¿Has tratado con ella?
—Sólo dos veces — respondió Hoseok a la pregunta —. La primera cuando Yoongi le arrojó su propio vómito a una enfermera en aislamiento a propósito — sin evitarlo, Namjoon hizo una mueca de asco y el menor se avergonzó —. La segunda cuando también intenté hablar con ellos sobre la situación de su hijo, pero hablaron con el director del hospital para decirles que hago mal mi trabajo, allí empezaron a reducirme la paga hasta ahora, que ya es menos del salario mínimo.
—Oh, sí. Disculpa por eso... Trataré de quitar el reporte que te hice — murmuró el mayor, su mirada ahora fue al paciente —. Discúlpame por lo que te hice.
—Siento haberte atacado con las agujas — habló también en voz baja —. Pero realmente odio el aislamiento, lo odio, lo odio.
—Trata de comportarte y hablar — Kim resaltó la última palabra con su voz grave —. Hablando se entienden las personas, así todos podremos avanzar.
—Entonces, ¿puedes quitarme la camisa?
—No, lo siento — Yoon hizo un pequeño puchero, sin ánimos de insistir a que lo hicieran —. En el hospital quedaste como un peligro, tenerte suelto por allí alertaría a los demás enfermeros. Por ahora quédate en tu habitación, no te metas en peleas, no hagas escándalos y procura también no relacionarte con más pacientes.
—Sólo hablo con uno, pero de acuerdo. — dijo, pensando en Jimin y que le debería dar una explicación para que no le tema por el teatro que armó frente suyo.
Namjoon asintió con una sonrisa diminuta que parecía más un simple movimiento de la comisura de sus labios. Hoseok lo llevó fuera de su oficina, alegando que quería hablar con él después, no le dio mucha importancia a eso.
Cuando estuvo nuevamente en soledad, dejó caerse en el respaldo de su silla, viendo los papeles firmados con anterioridad cuando un murmullo salió de su boca en un suspiro.
—Así que él no es hijo de ellos.
Pues, acontece que , el apellido de Jaebum en su identificación, no se mostraba como Min. Sino como Kim.
¿Sus padres/algún adulto les pega/pegaba? A mí mi madre hasta que cumplí doce años, pero dejó de hacerlo porque dejé de vivir con ella. Cuando le conté a mi psicóloga todo lo que me hacía, la empezó a odiar jaajsksaja.
Gracias por seguir leyendo, recuerden que su existencia me enorgullece.
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