diez: quiero vivir.
Yoongi volvería a su habitación ese día.
Decir que no estaba ansioso, sería mentir. El movimiento constante de su pierna hacía temblar la mesa en la que espera sin paciencia la llegada del pelinegro, Taehyung – quien no se ha despegado de él como si fuera una garrapata – le mira con poca importancia, está centrado el juego de ajedrez que yace entre ellos.
—Jaque mate.
Jimin se encoge de hombros con desinterés, tras ver a su rey tirado en el tablero junto al caballo blanco del castaño y vuelve a recoger las piezas, sin darse la tarea de verificar que sea una derrota justa a comparación de varias otras partidas en las que el contrario hace trampa para salir victorioso.
—¿Quieres jugar de nuevo? — pregunta Kim — Porque amo ganar, pero si me lo dejas así de sencillo pierde la emoción.
—Sólo estoy distraído — intentó excusarse, el menor optó por voltear los ojos a la espera que sus piezas blancas estén posicionadas correctamente en el tablero —. ¿Los caballos iban en las esquinas o esas eran las torres?
—Las torres — no era misterio que Park no supiese mucho acerca del juego, hasta donde tenía entendido gracias a la corta y escasa explicación del contrario, debe de asegurarse de proteger a su pieza más grande e importante, el rey —. Después el caballo, alfil y así mismo con el otro lado.
—¿Y estas cosas pequeñas? — alzó entre sus pequeñas manos una figura de madera con la cabeza redonda, más corta a comparación de las demás — Se mueve de uno a dos espacios, ¿verdad?
—Sí, esos son los peones. Van ordenados en la segunda fila como protección de todo el escuadrón real. — si bien Tae era el que insistió en usar ese viejo ajedrez guardado en una estantería, hacía el mínimo esfuerzo para darle entender mejor al rubio la dinámica. Porque, en primera, le da un poco de flojera y, segunda, así es más fácil ganarle, aunque no se lo dijera en voz alta.
—No le encuentro mucho sentido a esto.
Movía sus piezas en ataques al reino blanco que quedaban en vano y sin éxitos, casi siempre perdiendo más de su batallón a como le gustaría o a como supone no debe suceder. Su vista estaba clavada en el tablero y en la puerta de la sala donde yacían, sin ni si quiera saber qué esperar, sin llegar a convencerse de buscar al enfermero Jung para pedirle que le avise cuando el pelinegro haya llegado a su habitación.
Así pasó la tarde como las anteriores a esas. Kim Taehyung es una máquina de hablar que no tiene botón de detener, por lo que no era preocupación no tener un tema de conversación gracias a él, podían estar hablando de su pésimo rendimiento en juegos de mesa o en anécdotas divertidas donde muchas travesuras lo llevaron a múltiples casi expulsiones del instituto, con la defensa que ahora sirven para hacer reír a otros.
El reloj marca las cinco de la tarde y el segundero tiene el mismo ritmo que la punta de sus dedos al tocar la mesa, el castaño le ignora con tal de salir victorioso en apuestas donde sólo él es partícipe. Debate si ya dejar al menor y esperar con paciencia – algo que, realmente, carece – en la habitación hasta ver a Min.
Aún no sabe qué decirle una vez le tenga en frente o cómo el mayor reaccionará a su presencia, pero de lo que está seguro es que le pedirá perdón hasta que sus cuerdas vocales se desgasten, de no ser así, la maldita culpa le asfixiará hasta matarlo.
Sin embargo, Park no supo qué hacer cuando lo vi postrado en su cama.
Sucedió después de la cena, donde Kim le acompañó. Ingirió únicamente diez cucharadas de un arroz con vegetales que sirvieron en su charola, mismas que cuenta en un manipulativo – aunque efectivo – juego que sus padres le mostraron, donde debe comer en nombre de una persona u objeto que tuviera el suficiente aprecio para tenerlo en su cabeza.
—P-Por Yoongi... — murmuró al final de la media hora que les daban en el comedor, dando por terminada su merienda.
Taehyung le vio extraño, pero se limitó a esperar para poder salir de allí. Él había terminado hace algunos minutos. No le dio mucha importancia al rubio, después de todo, cada uno de los que estaban encerrados en el hospital tenían sus cosas raras, incluido él. Por lo que optó por sólo juzgar en silencio sin ánimos de abrir su boca.
Se despidieron sin ni si quiera mirarse mutuamente, tomando caminos diferentes. La pieza del castaño se encuentra en uno de los primeros pisos, por lo que quiso tomar las escalares en un intento de alejarse de las demás personas que le abruman con su sola presencia. En cambio, Park subió al ascensor marcando el último piso mientras rezaba para que el pelinegro se encuentre ya en su habitación.
Y lo estaba, pero no en las mejores condiciones.
El lugar se sentía frío, a su lado, la silla de ruedas color plateado descansa. Un bulto entre las sábanas es visible y Jimin se queda estático en la puerta tras cerrarla despacio.
Su garganta se siente seca y cree que el contrario ya se dio cuenta de su presencia al ver cómo se hacía más pequeño en su lugar. Nota que sus brazos, al igual que sus piernas, están flexionadas como si eso fuera a protegerlo de cualquier mal del mundo y no puede sentirse peor después de notar que cubría sus orejas, mientras parece arrullarse a sí mismo de un lado a otro para que el metal de la cama haga ruido por los movimientos un poco bruscos.
Traga grueso antes de acercarse, Yoongi cierra con más fuerza sus ojos y aprieta sus labios al sentir un peso extra al lado suyo, no puede evitar estar aterrado.
La sección de aislamiento es conocida por ser un espacio donde no quieres estar. Min no sabe qué día es porque su habitación provisional allí siempre estuvo oscura, sólo recuerda haber gastado sus cuerdas vocales para pedir a gritos que lo saquen de allí. Junto a las súplicas de los demás pacientes que nunca cesaron, tal vez en el mismo estado de desesperación que él, crearon así un terrible y caótico coro, lleno de dolor y angustia.
Sólo quería escapar.
—¿Hyung? — la voz del menor retumba por las paredes o sólo era él que sentía que ahora todo hacía eco. Escondió más su rostro en la almohada sin detener un par de lágrimas que resbalan por sus mejillas — Hyung...
—A-Aléjate, Park.
—H-Hyung, perdóneme — Jimin también llora en silencio mientras siente su pecho arde, sus delgados dedos tocan el hombro del contrario por encima de las telas, recibiendo un sollozo más fuerte que los anteriores —. No quería que l-le mandara a e-ese lugar.
—N-no me toques.
—Perdón. — repite nuevamente, pero Yoongi sólo niega.
¿Por qué aquella palabra sabe tan amarga en sus paladares?
Min la conoce muy bien y la ha dicho tantas veces que ya no le encuentra sentido alguno. No era hasta esa misma mañana en la que pedía disculpas al cielo por ser un ser humano caótico que merecía ser castigado, también, suplicó perdón a sus padres la última vez que los vio por nacer y a sus hermanos, los cuales no ha visto en mucho más tiempo, por ser una pésima influencia y un muy mal ejemplo a seguir.
Aunque no la ha escuchado seguido, esa maldita palabra ya no causa ningún efecto en él. Jimin tampoco lo hacía, incluso si su corazón siente destruirse cada vez más con cada lamento que éste suelta mientras reparte caricias en su piel escondida, incentivando a un llanto más fuerte donde tiene que cubrir su boca para no gritar de dolor.
El menor, en cambio, siente su pecho arder por la fuerza que ha ejercido para pedir perdón.
No es una persona que lo diga a menudo, aunque en algunas ocasiones fuese necesario, prefiere quemar sus labios a decirlo. Sin embargo, allí se encontraba, acompañando el llanto del contrario con el suyo y la necesidad de ser perdonado, pensando que es lo mínimo que puede hacer en tal situación.
—Y-Yoongi Hyung... — murmura nuevamente, la respiración del nombrado se vuelve errática y, por un segundo, teme por su estado — L-Lo siento tanto.
El pelinegro no lo escucha, se dedica a amainar y callar sus gemidos lastimeros o hace el intento de, porque no sólo siguen, sino que se intensifican y lo sofocan hasta que tuvo que sentarse en la cama para no ahogarse con su propio sufrir ahí mismo.
—Prometo q-que nadie más volverá a hacerle da-daño mientras yo esté a-aquí — Jimin no detiene sus caricias, tomándose más libertad de abrazar la cintura contraria y entregar su hombro como apoyo gracias a la nueva posición en la que se encontraban —. También, ser m-mejor. De verdad, lo h-haré.
Si las disculpas ya no valían nada, ¿qué eran un par de promesas banales más?
Su pijama fue mojado por muchas lágrimas agrias, más de las que podría contar. Los bordes de la tela que protegían sus clavículas fueron arrugados con fuerza por los delgados y largos dedos de Yoongi sin decir alguna palabra o respuesta, limitándose sólo a soltar todo aquello que le atormentó por esos días que parecieron años.
Todo parecía ir normal, o lo que parecía ser en ese lugar. Un par de compañeros de habitación compartiendo un momento de apoyo, quienes tal vez puedan llegar a ser amigos o algo así.
Hasta que el mayor empezó a gritar.
No eran gritos agudos, ni chirriantes.
Eran gritos llenos de dolor y angustia, de desesperación y desconsuelo.
Porque sintió, nuevamente, cómo su corta vida se le iba de las manos en aquella habitación sin luz, donde alimenta su miedo a la oscuridad y no puede evitar lamentarse mil veces sobre las decisiones que ha tomado hasta ahora.
Puede que múltiples veces haya expresado su anhelo a la muerte, a aquel descanso eterno que parece seducirle cada vez que un problema nuevo aparecía por delante. Pero la verdad era una muy diferente a la que mostraba.
Las lágrimas no dejaron caer en sus mejillas en ningún momento al igual que su fuerte y demandante voz para salir de allí, pero parecía que le grita a la nada misma al no recibir una respuesta, como siempre. Odiaba tanto el aislamiento, aunque pueda contar con una sola mano las veces que lo han encerrado allí.
Jimin no supo qué hacer con el manojo de nervios que tenía entre sus brazos, optando por apresarlo mucho más fuerte en estos sin saber que eso sólo empeoraba las cosas. Min empezó a mover sus pies intentando escapar del menor, aunque éste seguía sin saber qué hacer, sus uñas fueron directamente a su rostro, del cual su blanca piel salió roja después de un par de arañazos.
Una enfermera rubia no tardó en abrir con brusquedad la puerta, sin entender mucho la situación. Park la pudo reconocer sin saber su nombre, varias veces la ha visto en el comedor o rondar por el pasillo en compañía del enfermero Jung.
Por lo que una actitud posesiva con el contrario no dudó en aparecer, al igual que ese maldito hombre que inyectó a Yoongi en el comedor.
—Enfermera Suran, necesito diez gramos de prospecto Valium para el paciente Min — pidió Namjoon sin despegar la vista de la pareja de jóvenes —. Y otros diez para el paciente Park.
La mujer, sin rechistar, salió lo más rápido que pudo de la habitación, dejando ver a un par de personas pudo verse por el pasillo, veían con curiosidad e interés.
—N-No te acerques. — advirtió sin ningún tipo de defensa. El pelinegro seguía temblando, sin mirarle y sin callarse, haciéndole preocupar en demasía.
Kim sonrió sin gracia.
—Yoongi, Jimin — fue lo primero que salió de la boca de Hoseok ni bien apareció en escena como un llamado, frunciendo sus cejas cuando se dio cuenta de quién eran los gritos, totalmente preocupado y, también, intimidado por la presencia de su superior —. S-Sunbae, yo me encargaré de ellos.
—Paciente Park, suelte al paciente Min — pidió el más alto de todos, ignorando a su Hubae que le vio mucho más confundido —. Es un ataque de ansiedad, no se calma con besos y abrazos.
—No hables así, el paciente Park también puede estar pasando por una crisis — Hoseok se acercó más a los menores, encarando al contrario mientras ve su compañera llegar con dos inyecciones —. Debe ser prioridad de igual manera.
—Le recuerdo, enfermero Jung, no puede opinar en estos casos — Nam habló bajo, los gritos del pelinegro fueron disminuyendo al sentir cómo su voz parecía querer irse por completo —. Enfermera, suministre primero la dosis de Valium al paciente Park mientras yo lo sostengo. — remangó las mangas de su bata, dispuesto a entrar en acción.
—Entendido. — dijo ella, pero antes de que pudiera si quiera avanzar, el par de jeringas fueron arrebatadas por su compañero, el cual ha estado también ignorando.
—¡No puede darle diez gramos a cada uno, apenas están entrando a la adultez! — reclamó Hoseok sin ningún atisbo de miedo por su puesto de trabajo. Sabe y así mismo los otros que aquel prospecto era peligroso, más cuando quienes lo recibían eran menores a veintiún años y, en el caso del rubio, que muy probablemente era la primera vez que lo recibía.
Jimin miraba aterrado todo, aun sujetando con fuerza a Yoongi.
—¡Le notificaré a sus superiores lo que está intentando hacer, doctor Kim! — volvió a gritar — No puede ir durmiendo a cada paciente que le dé un mínimo de problemas.
Aquellas palabras hicieron que el llanto del pelinegro se intensificara de nuevo, con miedo de volver a dormir. El rubio sintió cómo el cuerpo de su compañero se removió con mucha más fuerza mientras el llanto de ambos no se apaciguaba, se sentían tan pequeños en ese momento, donde tres personas decidían sobre ellos.
—P-Por favor, ya n-no quiero esto — murmuró Min con su rostro lleno de sangre al igual que sus uñas, llevó su mano hasta su pecho al sentir que ya le falla la respiración —. Quiero, quiero... Q-Quiero cualquier cosa, menos estar aquí.
» Quiero vivir, esto no es vida. «
Ambos hombres enfermeros siguieron discutiendo mientras la muchacha intentaba separarlos, puesto a que empezaron a acercarse hasta chocar sus torsos con el fin de parecer más intimidantes que el otro bajo amenazas por cada parte.
—¡Cállense, cállense todos! — gritó Park, también hastiado y abrumado de la situación. Pateó con fuerza el suelo y cerró sus ojos, sin despegarse del mayor en ningún momento — ¡Y aléjense! ¡No queremos ningún maldito calmante!
—Jung, dame de una vez las jodidas jeringas antes de que tenga que suministrarte una a ti.
—No lo haré, Kim. Primero muerto antes de poner en riesgo a mis pacientes.
Hoseok colocó ambos brazos a la altura de su cabeza mientras vio a los más jóvenes, quienes ya no sabían si temblar por miedo o la crisis nerviosa que muy probablemente estaban sufriendo. Las inyecciones descansan en su mano zurda, la cual esconde en su espalda a medias.
—Jimin, necesitamos que te tranquilices — el nombrado negó para después escuchar un suspiro por parte de su Sunbae —. Entiende que yo no quiero hacerte daño.
—¡Lo harás! — volvió a alzar la voz — ¡Eres uno de ellos! ¡Lo terminarás haciendo de todas maneras!
—E-Escucha — con pasos lentos, el hombre avanzó hacia él —. Sé que quieres proteger a Yoongi y a ti mismo ahora, pero es necesario que reciban la debida atención que necesitan. Míralo, hay que curar sus heridas, darle un medicamento para que pueda tener calma y no volver a lastimarse.
—P-Pero con a-agujas no...
—¡Está bien! Sí, esa no es la única manera — guarda el prospecto en el bolsillo izquierdo de su uniforme, importándole poco si las jeringas tenían su seguro para que no pinchen su piel —. Enfermera Suran, necesito el Valium en pastillas, pequeñas dosis. Por favor.
—En seguida. — dijo para después salir corriendo y cerró la puerta tras eso, viendo que un par de guardias ya resguardan la entrada de la habitación y disipaban al inesperado público que se generó en el pasillo.
—Ahora necesito que te alejes de Yoongi.
—¿P-Prometes que nada malo n-nos va a pasar?
Hoseok tragó grueso, pero asintió con pesar.
También sonrió al ver que los músculos del rubio se destensaron y sus brazos fueron al costado de su cuerpo, mismo que seguía cubriendo casi en su totalidad al pelinegro. Bajo la atenta mirada de su superior, dio cortos pasos hasta el borde de la cama, donde estiró su mano para que el menor la tomara.
Sin embargo, Namjoon tenía otros planes.
Aprovechando la vulnerabilidad que su menor le dio a los pacientes, arrebató rápidamente las jeringas y sacó su seguro, dispuesto a atacar a Park, quien por una fracción de segundo le miró con dolor y decepción, pero este último sentimiento no iba dirigido precisamente a él.
Pero la aguja nunca llegó a tocar su piel.
Un grito adolorido retumbó por toda la habitación, atrayendo la mirada asustadiza de quienes estuvieron a punto de confiar el uno a otro, dándose cuenta que el llanto de Yoongi ha cesado. En su lugar, un par de gritos totalmente diferentes a los anteriores hizo eco en sus oídos.
—¡Muere, maldito bastardo!
Min se había abalanzado sobre Kim, el cual también se benefició de su atención en los que sobran en el lugar. Mordió su muñeca, lo que hizo soltar el prospecto con total confusión y sorpresa, sus dedos con un poco de sangre fueron directo a los ojos del contrario, donde fueron pinchados, lo que le hizo incapaz de ver por unos segundos.
Ambas vacunas fueron tomadas entre cada mano, pateó al enfermero en su pecho, provocándole una caída. No fue hasta que estuvo a horcajadas de él cuando un extraño sentimiento de venganza amarga se instaló en su pecho, para después buscar convertir el medicamento en un arma, misma que impactó en su pómulo derecho y hombro, sacándolas de inmediato para hacer un nuevo ataque.
Si él no puede disfrutar de su vida, ¿por qué quienes le lastiman pueden hacerlo?
Hoseok actuó rápido o lo más que pudo y tumbó a Yoongi hasta el piso, donde lo inmovilizó sentándose en su estómago para apresar ambas muñecas, las agujas – ahora con gotas de sangre – fueron dejadas en el suelo, volviéndolas inútiles de utilizar al ser contaminadas.
—¡Suéltame! ¡Lo mataré! ¡Quiero matarlo! — gritaba sin cesar el menor — ¡Él me envió a ese espantoso lugar! ¡Yo también lo mandaré al infierno!
Jimin no pudo salir de su estado de shock cuando más hombres uniformados de negro entraron con fuerte pisadas y se llevaron a Namjoon, quien sufría más por las pinchadas que recibió en su rostro y, al parecer, lengua al tenerla fuera de su boca.
Apartaron con brusquedad a Jung y tomaron al pelinegro entre varios, el cual no dejó de declarar abiertamente sus deseos de asesinar a aquel enfermero de tez morena. Sus gritos siguieron hasta el pasillo para después escucharse lejanos o bajos, tal vez le suministraron un calmante y por eso el volumen de su voz fue disminuyendo.
Pero Park no estaba pensando precisamente en lo que acaba de ocurrir, sino en las repercusiones que sus acciones, y las del mayor, tendrían.
Capítulo largo por haber estado desaparecida unos días. Al final de mi bio está un enlace de un grupo de mis lectores por si les interesa entrar, si no les aparece, pueden pedírmelo por privado que gustosa se los enviaré.
Gracias por seguir leyendo y estar aquí, me llenan de orgullo.
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