catorce: llanto y mimos.

A la mañana siguiente, y por alguna razón, Jimin no quería levantarse de la cama.

Tenía la leve sensación en el pecho que esa mañana sería espectacular, digna de enmarcar y conmemorar por lo bien que se sentía entre esas sábanas. Por un segundo, olvidó que no estaba en su habitación, rodeado de póster de diferentes bailarines de ballet como Isaac Hernández o de danza contemporánea como Paul Taylor.

Tampoco que su madre definitivamente no lo esperaba en la cocina con el desayuno listo y a su padre apresurado de buscar una camisa pulcra para ir al trabajo, así como no pudo reconocer que ese día no se mantendría ocupado viendo el televisor en la sala o regando las pequeñas plantas en macetas que cubrían el pórtico de su casa.

Un leve movimiento y calidez extraña se asomaron por su hombro izquierdo, se quejó en voz baja, aún aturdido por haber salido de su reciente sueño. Su cuerpo se sentía un poco incómodo y acalorado, sus manos dolían y no supo por qué hasta que abrió sus pequeños ojitos para darse cuenta que seguía sosteniendo la linterna, sin embargo, la añoranza de un hogar – por alguna razón – estaba presente.

—Jimin, despierta — la ronca voz de Yoongi le hizo sentarse de golpe, chocando con la cabeza de éste por accidente, por lo cual se disculpó rápidamente —. Ve a tu cama, si alguien nos ve juntos, estaremos en problemas.

La poca luz que entraba por la ventana le permitió ver y recordar dónde estaba. En la cama del mayor, a su lado y la conversación que tuvieron, misma que abrigó a su corazón con extrañeza. El rostro contrario mostraba paz y las ojeras habían disminuido considerablemente, se notaba que descansó muy bien o eso quiere creer, porque él siente que tuvo la mejor noche desde que llegó a ese hospital.

—Gracias por quedarte aquí — susurraron en su oído, pues Min se había acercado tan sólo un poco con la intención de dar un abrazo, lo supo por la manera en la que también inclinaba su cuerpo, pero por alguna razón, aquellos delgados y pálidos brazos no llegaron a rodearlo —. Y disculpa si llegué a incomodarte.

—No me incomodaste, tranquilo. — susurró al tener la cabeza del otro sobre su hombro, supuso que esa era su manera de demostrar cariño físico. En parte lo agradecía, a él tampoco se le hacía fácil tocar alguien más que no sea él mismo o sus padres.

La leve unión de sus pieles por encima de sus arrugados pijamas duró unos minutos, sumergidos en un cómodo silencio. Yoongi se sentía demasiado tranquilo en esa posición y casi pudo gemir de felicidad al sentir unos cortos dedos enredarse en sus mechones, podría volver a dormirse en cualquier momento, pero sabía que debían separarse cuanto antes, lo cual pasó a regañadientes.

El rubio dio cortos pasos hasta caer con delicadeza en su colchón, sintiendo pasos apresurados por el pasillo y muchos murmullos, dando por iniciado un ajetreado día. Vio al contrario guardar la linterna debajo del colchón y contra la pared, asegurándose de que no se vea nada extraño y se den cuenta de aquel objeto.

La puerta fue tocada un par de veces y de ella entró Hoseok con un rostro cansado, sin la intención de hacer ruido.

—Oh, ya están despiertos — cuando entró su cuerpo por completo, ambos jóvenes pudieron ver los artefactos que traía a la mano, además de portar un gorro quirúrgico —. Park, el desayuno será servido pronto, será mejor que nos dejes solos. El jardín no estará abierto a los pacientes hoy, pero todo el fin de semana sí.

—¿Qué es eso? — preguntó sin prestar mucha atención a las indicaciones. El enfermero vio el suero que llevó consigo.

—Comida — los pacientes fruncieron el ceño —. Bueno, no como tal. Son nutrientes que se administran por vía intravenosa para Yoongi.

—¿Para mí? — el mayor asintió, preparando las cosas encima de la cama y desinfectando todo lo que necesitaría — No quiero.

—Namjoon – Sunbae lo mandó, este el comienzo de tu tratamiento — Jimin mentiría si dijese que esas palabras no lo emocionaron, sin embargo, no dijo nada al ver el puchero del pelinegro —. Sólo será unos minutos y ya luego podrás salir de la habitación.

—Pero no me gustan las agujas. — murmuró, apretujando el corazón del rubio.

—Vamos, Hyung. Si el enfermero Jung dice que sólo serán unos minutos, sólo serán unos minutos — se levantó para ir con el contrario, no sin antes ponerse sus zapatillas, el piso estaba muy frío para su gusto —. Capaz y ni siente el pinchazo.

—N-No.

—Hyung...

—Quédate a mi lado — repitió las mismas palabras que ayer, provocando un revoltijo en el estómago del menor, quien le miró estupefacto al igual que el otro hombre en la habitación. De cierta manera, se veía alarmantemente tierno al pedir eso con sus labios abultados —. No quiero estar solo.

—No, él debe de ir al comedor — Hoseok aclaró con rapidez, extrañado y un poco acostumbrado a los escasos momentos en los que su paciente entraba en una especie de trance donde lo único que quiere es mimos —. Park, vete ahora.

Son contadas las veces en las que eso sucedía, con el tiempo el mismo chico admitió estar consciente de esos episodios donde lo único que quería era quedarse en cama – ya no de una manera deprimente, sino más bien para descansar a gusto – y recibir caricias en su cabello o abdomen, mientras le dicen que ha sido una buena persona y felicitarlo por lo que ha hecho o intentado.

Eso le avergonzaba, pero que dejaba ser si estaba con él porque algunas tardes fueron las que se las pasó dando palmaditas en su cabeza como se le haría a un niño pequeño para premiarlo. Siempre de una manera distante y sin involucrarse mucho, después de unos cuantos minutos, ambos actuaban como si nada.

Sabía que era una clase de mecanismo de defensa para saciar aquella falta de cariño que ha tenido en toda su vida. Era triste y la impotencia no dejaba de cegarlo al saber que no había mucho que hacer por él.

Sin embargo, y de lo que está muy seguro, es que dicho estado de ensoñación – por llamarlo así – era muy íntimo y personal. Yoongi lograba llorar por unas cuantas horas al sentirse vulnerable. Lo había visto en otros pacientes y estos tendían a desarrollar cierta dependencia emocional a quienes se les acercaran en esos momentos, tal cachorro sediento en busca de agua.

Por eso no entendía por qué se mostraba de esa manera ante Park Jimin. También peligroso.

Min se quejó más y sollozó, asustando a su compañero de habitación, quien tomó la mano que se le estaba siendo extendida. A los ojos del rubio, se veía como un niño y, tal vez, lo que sucedía en la cabeza del mayor, la cual parecía ser un gran laberinto con diversos caminos que abrían nuevos con el pasar de los minutos, sin dejar o mostrar una salida.

—Por favor, vete — pidió Hoseok nuevamente, ahora ya más preocupado al escuchar un inesperado llanto —. Yoongi, debes de permanecer tranquilo para que pueda hacer esto solo. Ninguno de los dos quiere que alguien más venga a ayudarme.

Él no entendía nada, no sabía la razón de las lágrimas que caían por sus mejillas. En realidad, desconocía el por qué tuvo esa necesidad tan repentina de ser abrazado.

Lo odiaba, se odiaba.

Quiere culpar el miedo a que lo inyectaran de nuevo, pero también quería hacerlo con la sensación de vacío que sintió cuando el menor dejó su cama. Esa noche se había sentido tan cálido durmiendo abrazado a ese delgado cuerpo que, si bien era casi como el suyo, le dio un deje de protección cuando apagó la linterna por precaución al presentir que el sueño lo vencería pronto.

Jamás diría en voz alta lo que pasó o cómo se sintió. Aunque quisiera volver a repetirlo, se sentía como un fenómeno.

Los brazos de aquel rubio no lo envolvieron de vuelta al estar durmiendo boca arriba, pero él sí lo hizo y no sólo eso, también su mejilla fue a dar al pecho contrario por el mero afán de escuchar los latidos débiles de su corazón.

Y, nuevamente, esa mañana no quiso despertar ante el miedo que se apoderó de él al no creer que nunca más tendrá otra noche placentera para morir a gusto, yéndose con una linda sensación de comodidad.

Era extraño.

—Park, realmente necesito que te vayas — el nombrado miró con ojos llorosos al enfermero que trataba mantener las piernas del otro tranquilas, ya había empezado a patalear —. Yoongi no está bien, tú tampoco lo estás como para que puedas hacer algo. Mejor ve a comer, Taehyung debe estar por allí para que te haga compañía.

—¡No le haga nada! — él tampoco era de mucha ayuda — ¿Qué pasa? ¿Por qué está llorando?

—Es normal, creo. Ahora quiere ser mimado como un niño, es todo — el cómo lo dijo ofendieron a Jimin, pues percibió las palabras como si fueran tomadas a la ligera cuando no era así, simplemente el enfermero ya estaba acostumbrado a eso. Pero no fue que frunció su ceño con enojo después de recibir un grito y hacer que la unión de sus manos se separara —. ¡Aléjate!

—¡Usted dijo que quiere mimos! ¡Déjame socorrerlo!

—Pero no tuyos, Dios — si bien parecía que se estaban gritando o a punto de y las intenciones no les faltaron, habían estado murmurando todo. Sin querer llamar la atención —. Escúchame bien porque seré directo y disculpa de antemano si te ofendo, pero Yoongi me importa en demasía, lo veo como un hermano y tú sólo eres un paciente más con complejo de salvador que nadie de aquí necesita, ni siquiera tú mismo.

Sabía que esa conversación era de todo, menos profesional. Pero la actitud de aquel chico le empezaba a exasperar desde que al contrario se lo llevaron a aislamiento, pudo deducir con facilidad lo que surgía entre los dos, una mala combinación entre alguien que se aferraba a cualquier atisbo o ilusión de salvación junto a otro que creía tener el poder de sanar a los demás.

—Estás enfermo, por algo estás en este hospital— el rubio asintió, dándole la razón aún con unos sollozos de fondo —. Él también lo está. Puedo entender que tus intenciones sean buenas, pero tus acciones sólo terminarán de perjudicarlos a ambos.

Y era verdad, los tres de alguna manera lo sabían, sólo que no querían aceptarlo. Porque ese ridículo sentir humano y social les pedía a gritos auxiliar a quienes lo necesitan, aun si la vida fue una completa mierda para ellos, aun si nunca hubo alguien que hagan lo que ellos para sí mismos, simplemente no querían que nadie más vuelva a pasar dificultades sin el apoyo que no tuvieron.

—S-Sólo quería a-ayudarlo.

—No lo hagas — su voz fue firme, yendo de nuevo con su paciente que había disminuido la intensidad de sus movimientos —. Aquí nadie recibe ayuda de nadie y mucho menos la espera. Tal vez, Yoongi esté dispuesto a darte una mano en algún momento, pero ninguno es lo suficientemente estable para hacerlo. Lo máximo que podría hacer es escuchar tus problemas o inseguridades, es peligroso si uno de ustedes tiene el síndrome de esponja en su personalidad, les afectará en demasía cualquier estímulo y, si tienen una fuerte relación, lo hará aún más hasta conocer el sufrimiento ajeno como propio.

—Es q-que me duele verlo así. — Jimin escuchó todo con atención, sintiéndose culpable. No quería que sus complejos sean pasados a otra persona y, aunque para él suene un poco egoísta cuando no es así, tampoco deseaba tener más en la espalda.

—Ya se le pasará — aseguró el enfermero, acariciando con desdén la cabellera negra sin verle a los ojos a ninguno —. Mantengan su distancia, en este lugar no puedes tener amigos, no debes. En cualquier momento se irán, ya sea saliendo por sus propios pies o en una camilla directo a la morgue.

—¿Y por qué usted lo ve como un hermano? ¿Por qué no mantiene distancia también? — esas preguntas fueron como un balde de agua fría en su espalda, el pequeño llanto se había disipado dando, seguramente, a un dolor de cabeza.

—No te incumbe — soltó bruscamente, tomando lo que necesitaría para el suero otra vez —. Vete ya.

Al rubio no le quedó más que irse, tirando a la borda lo que parecía ser una linda mañana.

Un capítulo corto, pero importante. Recuerden que su existencia me enorgullece al igual que sus esfuerzos de seguir aquí, sé que es difícil y por eso lo valoro, no se apresuren si creen que no están teniendo avances, sus acciones que parecen ser pequeñas, en realidad, son gigantescas. Gracias por seguir leyendo.

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