twenty-two


Maddie's POV

¿Sería posible huir? Y si lo era, en el remoto caso que lo fuera, ¿A dónde me iría? ¿En qué lugar sería imposible encontrarme? ¿En qué sitio no habían personas a las que lastimar?

Preguntas como estas me invadían durante las noches. No sabía si era la culpa, o simplemente era que no estaba curada, aún no estaba sana mentalmente. ¿Por qué a mí? ¿Por qué tenía insomnio? ¿Por qué no podía deshacerme de aquel maldito desorden alimenticio?

— Aun soy demasiado joven para perder — Le mencioné un día a Hunter luego de una pequeña y estúpida pelea que tuvimos debido a que yo no tenía tiempo para él.

Mi vida había vuelto a estar igual de ocupada que antes de ser diagnosticada con anorexia y apenas habían transcurrido dos meses y medio desde que salí de rehabilitación. El público parecía haberse olvidado de "mi momento de locura", incluso me habían llamado para ser jurado de So You Think You Can Dance.

— No me vas a perder. — Contestó luego de unos aterradores minutos de silencio. — Sabes que jamás te dejaría.

— No me refiero a ti. — Dije seria y él me observó confundido. — Tengo demasiado miedo como para marcharme, pero si pudiera lo haría.

— ¿De qué estás hablando? — Preguntó algo preocupado. — Maddie, necesito que me digas que te pasa; me tienes vuelto loco.

— Lo sé, pero tranquilo. — Me levanté de mi asiento en el piso de la vacía sala de baile. — Uno de estos días maduraré, me haré valiente y me iré.

No vi a Hunter en días luego de eso, pues tuve que ir a Nueva York a un trabajo de modelaje.

Ni siquiera yo me entendía. Solo sé que me sentía pesimista y harta de todo, incluso de Hunter de vez en cuando. No soportaba que me dijeran cuando y que debía comer, o que me preguntaran si me encontraba bien cada quince minutos. No me dejaban recuperarme, me hacían pensar que aun estaba enferma cuando yo solo quería alejarme de mi enfermedad.

Sin embargo, no dejaba de pensar en el pobre Hunter. En lo insoportable que era yo con él, en como me comportaba y él seguía allí. Eso me demostraba que de verdad me quería.

— Lo siento. — Le dije apenas le vi devuelta en California. — No debí marcharme sin decirte nada. Es solo que... hay un montón de cosas sucediendo en mi vida y...

— Está bien, lo entiendo. — Me interrumpió sin dejarme terminar mi discurso de disculpas. — No sé si pueda seguir soportando esto, Maddie. — Dijo seriamente.

— ¿Qué? ¿De que hablas? — Pregunté confundida. — Te he cansado, ¿verdad?

Él suspiró con dificultad. — No, al contrario, estoy jodidamente enamorado de ti. — Tomó mi fría mano entre la suya. — Pero no me gustan los secretos, desearía poder entenderte a veces pero no lo hago, y es que no me dejas entrar, no confías en mí.

Con mi otra mano lo tome de la nuca y lo acerque a mi rostro. — Claro que lo hago, confió mucho en ti. — Dije rozando mis labios con los suyos.

— No. — Negó sin separarse un centímetro de mí. — No lo haces, Mad, nunca lo haz hecho completamente. Me alejas cuando tienes algún problema.

Y Hunter nuevamente tenía la razón, siempre lo hacia. No era posible que le dijera todo lo que pasaba por mi cabeza, pero algunas veces necesitaba desahogarme y no lo hacía con él, me guardaba mis sentimientos para mí misma y eso me hacía empeorar.

— Hunter... escúchame

— No, tú escúchame a mí Maddie. No tienes dos años, tienes quince, y supongo que tienes bastante claro lo que hacen las anfetaminas. — Soltó de la nada, ahora parecía sumamente enfadado, como jamás lo había visto antes, a excepción de aquella vez cuando me internaron en el hospital.

— Es un tipo de droga. — Hablé lento intentando entender. — Espera, ¿Crees que yo consumo Fentermina para perder peso?

— Lo vi, en tu computadora. — Me explicó. — Y quizás que otras cosas haz estado haciendo. ¡Maldición! — Exclamó.

Me sentí ofendida. Pues yo no estaba haciendo nada para recaer en mi desorden alimenticio. Al contrario, intentaba alejarme de aquello pero no podía hacer nada contra las crisis de las que no le había contado.

— Piensa lo que quieras. — Caminé hacia la puerta para terminar algo que sería otra pelea. — Pensé que tenías un poco más de confianza en mí y en mi recuperación, pero estaba equivocada.



Hunter's POV

Las discusiones con Maddie eran cada vez más habituales. Todo había ido excelente cuando recién llego pero no todo dura para siempre.

No la comprendía, odiaba el hecho de que se guardara las cosas que le hacían daño. Pero al mismo tiempo me preocupaba tanto, no quería verla herida otra vez.

Me daba miedo volver a verla frágil.

— ¿Te encuentras bien? — Preguntó mi madre cuando me vio entrar a la cocina apenas llegue a casa luego de la discusión con Maddie.

— Todo bien. — Mentí y me serví un vaso de leche.

— Pareces molesto, hijo. —Acarició mi mejilla. — Te haz peleado con Maddie, ¿Quieres hablar de eso?

— Estoy harto. — Suspiré cansado.

— Debes darle tiempo, eso es lo que creo. Piensa en todo lo que a tenido que atravesar. — Estableció.

— Siento... Siento que ella no me quiere tanto como yo a ella. — Le confesé de manera triste. — Yo soy totalmente dependiente de ella, mamá.

— Estas enamorado. — Asumió mi madre.

— Sí, lo estoy. — Admití. — Pero no se que demonios hacer al respecto, no puedo dejar de preocuparme por ella.

— Las chicas necesitamos nuestro espacio, Maddie está harta de que la vigilen y la cuiden, ella quiere demostrar que puede contra esto sola, sin que nadie la supervise. — Dijo ella y me hizo entrar en razón.

Desde aquel momento decidí darle su propio tiempo. Obviamente, ¿Cómo no me di cuenta antes?

Maddie estaba harta de que la cuidaran, de que la trataran como a una bebé. Es por eso que estaba de mal humor, es por eso que no se podía recuperar más rápido y es que con toda esa ayuda la hacían pensar que seguía estancada en su enfermedad, en ese maldito desorden alimenticio que controlaba su vida.

A la noche siguiente me presenté en su habitación con un ramo de flores y un globo que decía "lo siento"

— ¿Qué significa esto? — Preguntó ella confundida.

— Significa que me he dado cuenta de lo que anda mal. — Le respondí y ella me observó detenidamente. — Quieres salir adelante tú sola, crees que eres lo suficientemente fuerte lara hacerlo y quienes te rodean, incluyéndome, no te lo permitimos. Pero si tú crees que puedes hacerlo sola, yo confío en ti, de verdad lo hago. — Hablé honestamente.

Ella me rodeó de pronto en un cariñoso abrazo. — Gracias, no sabes cuánto necesitaba de algo así, de alguien que confiara en que puedo.

— Lo siento. — Besé su frente dulcemente. — No volveré a dudar de ti, nunca más.

Es gracioso como un par de palabras pueden mejorar todo, así como arruinarlo para siempre. O incluso pueden recuperar cosas que extrañábamos.

Sentí los labios de Maddie chocar con los míos, para luego comenzar con un expresivo beso, un beso que me llevo a la luna.

Terminamos luego ambos acurrucados en la cama, debajo de las sábanas, finalmente cómodos el uno con el otro.

Maddie dejó su cabeza descansar en mi cuello, y depositó un suave beso. — No quiero perderte.

— Jamás lo harás, princesa. — Le dije dando suaves caricias en su espalda.

— No habrá más secretos entre nosotros. — Susurró ella en mi oído.

— Te quiero. — Besé sus labios nuevamente. Ella esta vez decidió darle forma al beso, pasando por primera vez en la noche de algo inocente hacia algo más adolescente y alocado.

Mis manos luego de un rato de constante besuqueo, decidieron bajar por instinto a la espalda baja de Maddie y debido a que ella no me detuvo, mis manos permanecen allí.

En eso la puerta de su habitación se abre de golpe y ambos nos alejamos de inmediato. Nos encontramos con su madre de brazos cruzados observándonos. — Creo que ya es hora de establecer un par de reglas en esta casa.

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