twelve
Maddie's POV
No quería verlo, me avergonzaba.
Cuantas veces le mentí, le dije que estaba mejorando, que estaba bien cuando estaba en mi peor momento. Y después de todo, el aún sabía que yo no decía la verdad, pero ninguno era capaz de admitirlo.
Y ahora, me encontraba tumbada en una camilla de hospital con una decena de cosas conectadas a mí, que me mantenían con vida, sin exagerar.
Luego de luchar un rato, Hunter accedió y se marcho del lugar, volviendo así a la sala de espera. Yo permanecí con los ojos cerrados, fingiendo estar dormida, pues no quería hablar con nadie, ni afrontar las consecuencias de mis actos.
No me encontraba así de débil por culpa de alguien más, era todo mi culpa.
De tanto fingir, me quedé dormida nuevamente. Me sentía muy cansada aún, y mi cuerpo no tenía energía como para seguir despierto.
— Estuve investigando. Hay un centro llamado "Canopy Cove" en Florida. Creo que es el lugar perfecto para que se recupere. — Escuché a Abby decir.
— ¿Qué? ¿Tan lejos? — Mi madre preguntó.
— ¿D... De que están hablando? — Abrí los ojos rápidamente y pregunté.
— Que bueno que despertaste cariño, ¿Cómo te sientes? — Mi madre se acercó a mí y acarició mi cabeza delicadamente.
— Mamá... ¿Me van a enviar a otro lugar? — Mi voz se cortó un poco al final. — No pueden hacerme esto, ¡n...no pueden!
— Tú te haz hecho esto por ti misma. —Abby se incorporó a la conversación. — ¿Por que no le dijiste a nadie? Pudimos haber evitado todo esto Maddie. — Los ojos de Abby se llenaron de lágrimas, al igual que los míos.
— Lo siento. — Logré decir entre sollozos.
— Abby, déjala descansar. — Mi madre le dijo y esta accedió, dejándonos a solas a mi madre y a mí.
— Mamá, todo sucedió tan rápido. — Ella se recostó junto a mí y mi cabeza descanso en su pecho, haciéndome sentir protegida. — De un momento a otro ya no tenía salida.
— Shhh, tranquila. — Acarició mi espalda. — Todo va a mejorar pronto.
— Me odio tanto. — Más lágrimas amenazaban con caer. — Y estas malditas voces en mi cabeza no me dejan sola, nunca lo hacen.
— Cielo... — Me apretó aún más, intentando alejar a mis miedos como hacía cuando yo era pequeña. Pero ahora mis miedos no eran como los que tenía a los cinco años, eran mucho peores. — Desearía que te amaras tanto como yo lo hago. Te amo mucho, Maddie. — La voz de mi madre se quebró. — ¿Por que no viniste a mí cuando las cosas comenzaron a ir mal?
No le respondí. Sin embargo, lloré. Lloré como no había hecho antes, lo hice en los brazos de mi madre como hice alguna vez de pequeña.
Hunter's POV
Estuve en la sala de espera por un par de horas luego de que no me dejaran ver a Maddie. Allí estaban sentadas un montón de personas, todos preocupados por Maddie.
Ella jamás se hubiera esperado a tanta gente que la quería y apreciaba, todos ellos querían saber con desesperación que andaba mal con ella.
Abby apareció de pronto por el pasillo al cual no nos dejaban entrar. Todos nos levantamos inmediatamente, esperando alguna respuesta.
— ¿Qué tiene Maddie? — Preguntó Kendall. Ella tenía todo el maquillaje corrido, pues había llorado mucho, no tenía ni la menor idea de que ocurría con su mejor amiga y se imaginaba lo peor.
— No sé si ella se sienta cómoda. — Una enfermera le susurró al oído a Abby. — Es un tema complicado y delicado.
— Oh, no importa. — Abby dijo. — Todos se enteraran tarde o temprano, incluso la prensa.
La enfermera asintió algo incomoda y se marchó. Todos miramos expectantes a Abby para que esta dijera que andaba mal con Maddie, y aunque yo ya tenía más o menos claro su diagnostico, aún así quería escucharlo con palabras más claras y precisas.
— Es anorexia, sin duda. — Soltó con frialdad y las chicas soltaron un grito ahogado. Yo lo sabía, y jamás lo quise admitir. — Esto le ha provocado anemia, fallas cardíacas y un montón de otros problemas. El doctor está sorprendido de que ella este... viva.
— No lo puedo creer. — Kalani se cubrió el rostro con las manos.
Jill abrazó a Kendall y esta lloró en su hombro. Brynn intentaba contener a Kenzie, pues no estaba su madre presente para hacerlo.
Nadie en aquel lugar se hubiera esperado aquello de una niña tan afortunada y saludable como Maddie. La chica que en algún momento se mostraba feliz y parecía que nada podía detenerla. Todos allí pensaron que Maddie estaba derrotada, que desde ese momento necesitaría de mucha ayuda para poder salir adelante.
Pero yo pensaba que Maddie era un guerrera, y que ahora que conseguiría ayuda profesional, no sería difícil para ella volver a ser la estrella que era antes.
Luego de un largo rato, casi todos se marcharon a casa, pues no podían hacer nada allí. Solo permanecían en la sala de espera Jill, Kendall, Abby, Mackenzie y yo. Melissa seguía dentro con Maddie, y no había noticias de ella. Mi madre me recogió del hospital a medianoche y me tuve que marchar sin poder ver a Maddie. Apenas pude dormir esa noche.
Los días siguientes estuvieron marcados por mis visitas al hospital. Maddie ahora podía recibir visitas, pero ella no quería verme. No entendía porque, me sentía lo suficientemente culpable como para que ella me hiciera algo así. ¿Qué acaso todo era mi culpa?
Un día, luego de ver a Melissa ir a la cafetería, me escabullí por el pasillo hasta la habitación de Maddie. Gracias al cielo todas las puertas de las habitaciones de hospital tenían colgado el nombre de los pacientes internos. Cuando finalmente leí el nombre de Maddie casi salté de alegría.
La puerta estaba entreabierta y pude escuchar voces dentro.
— Maddie, ¿otra vez no tocaras la comida?— Una enfermera habló.
— Solo déjenme sola. — Se escuchó la voz de Maddie. Llevaba días sin escuchar su dulce voz, y sentí una enorme satisfacción de escucharla otra vez.
— Las voces en tu cabeza no se irán hasta que comas. — Insistió la enfermera, siendo muy directa.
— ¡No hables de lo que sucede en mi cabeza! ¡No tienes idea! — Exclamó Maddie furiosa.
La enfermera salió del cuarto con una bandeja llena de comida, la cual no había sido siquiera tocada. Esperé a que esta estuviera lo suficientemente lejos para entrar a la habitación sin tocar.
Me encontré a Maddie tumbada en una camilla de hospital mucho más grande que ella. Esta no hubiera lucido tan inmensa si una persona normal se hubiera recostado en ella, pero ella estaba demasiado delgada. Había un par de cables conectados a ella, incluyendo una cánula nasal y un extraño tubo intravenoso conectado al dorso de su pequeña mano.
Su rostro se tornó pálido al verme, pero luego se relajó. Tomó el tubo intravenoso que se encontraba en su mano y tiró de él hasta sacarlo, eso debió doler, pero ella parecía no sentir nada.
— ¿Por qué has sacado eso? — Le pregunté.
— Me hace daño. — Respondió fríamente. — ¿Por qué haz venido?
— Necesitaba asegurarme de que estabas bien. — Confesé. — ¿Por qué me haz estado evitando? ¿Qué es lo que te hice?
Ella guardó silencio, evitando las respuestas. No la entendía, pero quería hacerlo, quería saber que le pasaba. Probablemente había sufrido mucho en los últimos días, había sido diagnosticada con anorexia, y esto estaba siendo divulgado por todas las redes sociales. Y si eso no era suficiente, estaba encerrada en un hospital con un montón de gente que la obligaba a enfrentar uno de sus peores miedos; comer.
Pero Maddie no hablaría conmigo. No quería decirme nada y parecíamos más lejos que nunca.
Luego de un par de minutos de silencio, en los que ella ni siquiera me dirigió la mirada, entró una nueva enfermera a la habitación. Esta venía con mucha energía y alegría, pero su rostro cambió por completo al ver que Maddie se había arrancado del tubo intravenoso de su mano.
— Es la quinta vez que te lo sacas en estos días. — Bufó cansada la enfermera. — Necesitas de esto, Maddie, por favor entiéndelo.
— ¿Qué es eso? — Le pregunté a la enfermera mientras esta volvía a poner el intravenoso en su lugar.
— Esto lleva nutrientes y vitaminas directo a la sangre de ella, si no se lo quitara ayudaría a que ganara energía y se sintiera menos débil. Además, podría ganar algo de peso. — Me explicó. — ¿Te quedaras aquí con ella por otro rato? — Me preguntó y yo asentí rápidamente. — Excelente, entonces vigila que no se lo quite de nuevo, ¿Harías eso por mí?
— Sí, seguro. — Le respondí y ella salió de la habitación luego de agradecerme. Observé a Maddie, quien lucía algo avergonzaba. — Me mentiste, esto no te hace daño.— Apunté al tubo IV.
— ¿Y qué con eso? Siempre estoy mintiendo. — Murmuró.
Luego me di cuenta de que ella no me había mentido esta vez, ella de verdad pensaba que todos esos nutrientes le hacían daño, que la engordarían. Sentí tanta lastima por ella, necesitaba ayudarla, pero ella parecía más perdida que nunca.
Parecía que Maddie se había rendido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top