eleven
Hunter's POV
Los días pasaron y Maddie me sorprendía cada vez más. A veces su humor era el mejor, y otras parecía que fuera una estatua, no hablaba, no mostraba expresiones, no sonreía. Intentaba convencerme a mi mismo de que se estaba recuperando, pero no podía seguir así.
La prensa y los fans ya se habían dado cuenta de que algo estaba mal con Maddie, luego de que en su cumpleaños número quince, se mostrara más delgada que nunca. Rumores de anorexia, bulimia, depresión, e incluso consumo de drogas salieron al aire.
Esto le hacía muy mal a ella, a veces intentaba desahogarse conmigo, pero no lo lograba del todo, sus miedos le ganaban y la hacían permanecer lejos de mí. Melissa no ayudaba para nada, al contrario, la ponía mucho peor. Solía obligarla a comer, sin embargo era obvio que vomitaba todo.
Un día la invité a salir, sería nuestra primera cita. Bueno, así lo calificó ella. Decidí llevarla a una playa escondida, en donde podríamos charlar y simplemente ser nosotros mismos, además organicé un picnic esperando que ella accediera a comer algo.
—¿Una fresa con chocolate? — Le ofrecí luego de charlar por una hora completa en la que ella ni siquiera había tocado la comida.
— Estoy bien. — Respondió algo avergonzada, mirando el océano.
— Por favor, solo come una. — Se la acerqué y ella la tomó con inseguridad. — Solo una.
De un momento a otro ella dio un pequeño morisco. — Estoy mejor ¿Sabes?
— Lo he notado. — Mentí. Yo honestamente la veía peor que nunca.
— Abby está convenciendo a mi madre de que me lleve al médico. — Confesó mientras luchaba por terminar su fresa. — Dice que si no gano al menos cinco kilos no me dejara seguir bailando con el equipo, y que mi salud es más importante.
— Es cierto. — Dije.
— Pero el baile es lo único que quiero, no me lo pueden arrebatar. — Dejó la mitad de la fresa devuelta en el recipiente de plástico. No me sorprendió que era la mitad cubierta de chocolate.
— Maddie. — Comencé. — ¿No haz pensado que quizás sería bueno buscar ayuda? — Le pregunté con inseguridad en la voz, temía a como reaccionaría.
— No necesito ayuda. — Negó rápido. — ¿Por qué todos insisten con que hay algo mal conmigo? ¡No estoy enferma! — Exclamó enfadada.
Ni ella misma lo podía admitir. Ella no solo estaba enferma. Estaba perdida, había perdido por completo la dirección de su vida. Maddie sin duda necesitaba ayuda profesional, un doctor que le afirmara a Melissa de su estado y así que alguien pudiera traer devuelta la felicidad en su vida.
Al día siguiente, todo empeoró aún más. Fue en el estudio de baile, eran al rededor de las seis de la tarde y yo había salido de una agotadora clase. Como siempre, me compré una botella de agua y me dirigí hasta el estudio C, en donde siempre filmaban Dance Moms y por supuesto, Maddie y las chicas bailaban y practicaban sus rutinas con Abby.
Muchas veces iba allí en mi tiempo libre para ver bailar a las chicas, y asegurarme de que Maddie se encontraba bien. Además, las madres me adoraban y me dejaban sentarme con ellas, era gracioso y extraño al mismo tiempo.
Obviamente no entraba directamente al salón, pero si me quedaba fuera. No habían paredes, sino ventanas, por lo que podía ver todo.
Al llegar ahí, me topé con que nadie bailaba. Estaban descansando y Abby parecía algo enfadada, al igual las chicas. Pero lo que más me preocupo, fue la ausencia de Maddie.
— ¿Qué pasó allí? — Le pregunté a Nia, que se encontraba fuera.
— Maddie se marchó al baño algo enfadada con Abby hace un rato, y no ha vuelto. — Respondió cansada.
— ¿No la fueron a buscar?
— Necesita su tiempo, Hunter. — Me dijo Nia. — Estaba agotada y la pelea solo la hizo sentirse peor.
— Demonios. — Maldije y corrí hasta el baño.
Maddie siempre trataba de cubrir su cansancio, y no solía ir al baño cuando se sentía exhausta. Por lo que su ausencia solo significaba una cosa, ella sintió que se iba a desmayar si no dejaba de bailar. No era primera vez que le pasaba, a veces Abby era muy dura con las chicas y Maddie no estaba en condiciones de gastar demasiada energía.
Corrí lo más rápido que pude al baño, y la puerta estaba abierta por lo que noté que no había ninguna chica dentro, así que simplemente me escabullí hasta el baño de mujeres. Todos los baños estaban desocupados, a excepción de el último, el de discapacitados tenía la puerta cerrada.
Toqué inmediatamente, pero no recibí respuestas. Seguí golpeando la puerta varias veces, hasta que se me ocurrió llamarla a su teléfono celular, apenas lo hice, escuché el sonido de su celular dentro del baño que se encontraba con llave. Me alarmé, si estaba allí dentro y no respondía era por algo grave. Saqué todas mis fuerzas hasta que pude romper la cerradura y manilla de la puerta, así pude abrirla finalmente.
Entonces la encontré allí. Tumbada en el suelo, más pálida que nunca, fría e inmóvil. La sostuve en mis brazos e intenté hacerla despertar, pero no hubo caso. Comprobé que siguiera respirando y mi corazón volvió a latir cuando me di cuenta que efectivamente respiraba débilmente, mientras su pulso era preocupantemente bajo.
— ¡Ayuda! ¡Necesito ayuda! — Grité lo más fuerte que pude. Sentí que mi ojos se aguaban, pues sentí mucho miedo de perderla, pero intenté ser fuerte y contenerme.
Lo siguiente que vi fue gente asustada entrar al baño, luego entró Melissa y comenzó a llorar, esta me hizo soltar a Maddie para sostenerla ella misma. Kendall, Kalani, Nia, Brynn y Jojo entraron corriendo y se toparon con la horrible escena. Mackenzie sollozaba en silencio, y Jill llamó a una ambulancia. Abby parecía descontrolada, y comenzó a sacar a todo el mundo del baño, incluyéndome a mí.
Intenté resistirme pero luego me di cuenta de que aquello solo empeoraba la situación. Sentía mucho más terror que aquella vez que se desmayó en el auditorio de la escuela, no solo porque esta vez la había encontrado yo, sino porque lucía incluso peor.
— No quiero que le pase nada. — Escuché una voz entrecortada detrás de mí, era Kenzie con los ojos llenos de lágrimas. — Tengo miedo.
La envolví en un abrazo. — Estará bien, tu hermana es muy fuerte. — Intenté consolarla.
— ¡Tú sabías que ella no estaba bien! — Kendall se acercó a mí gritando. — ¡¿Qué demonios le está pasando a Maddie?! ¡Dinos!
— No estoy seguro... —Mentí rascandome la nuca.
— Kendall, relajate. — Kalani la calmó. — No es culpa de Hunter.
Los minutos de espera hasta que llegara la ambulancia fueron horribles, pero cuando vimos como se la llevaban inconsciente en una camilla, con una mascarilla de oxígeno, fue aún peor. En ese momento, me marché corriendo a mi casa.
Maddie's POV
Abrí mis ojos para encontrarme con un techo de color blanco impecable, sin manchas. No era como el techo de mi habitación, el cual era color crema.
Escuché algunas voces, pero algo lejanas. Mi mirada se dirigió hasta la puerta entreabiertadel cuarto, de donde provenía el ruido. Allí me encontré a mi madre, Abby y un hombre que parecía ser un doctor. Entonces todo tuvo sentido ahora, me encontraba en un hospital.
Volví a cerrar los ojos, pues me dolía la cabeza, pero intenté escuchar la conversación que tenían fuera de la habitación de hospital.
— Su ritmo cardíaco está mucho más bajo de lo que debería, además le hemos diagnosticado anemia. El golpe en la cabeza que se dio con el desmayo no le hizo mayores daños. — Habló la voz ronca de aquel doctor.
— ¿Y por qué ha sucedido todo esto? — Abby preguntó, ya que mi madre se había roto en llanto.
— ¿En serio no se han dado cuenta? — El doctor preguntó asombrado. — Esta niña a simple vista tiene anorexia nerviosa. Su peso está casi doce kilos por debajo de lo normal. Me sorprende que no haya tenido un colapso antes.
— ¿Ya lo ves Melissa? — Abby exclamó enfadada. — ¡Te dije que algo no andaba bien con Maddie! ¡Tenías que llegar hasta este punto!
— ¡Dios mío Abby! — Mi madre respondió. — Si sabías que algo extraño le sucedía ¿Por que no hiciste nada al respecto?
Entre toda la pelea, y luego el doctor intentando callar a las dos mujeres. Una voz familiar retumbó en el pasillo. Sin duda era una voz que me tranquilizaba.
— ¿No te han dicho que no ha despertado? No puede recibir visitas. — Escuché una voz algo aguda pero totalmente desconocida.
— ¡Necesito verla! — Exclamó la voz familiar.
Sin duda era Hunter.
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