༺Primera Impresión༻

—Ella es muy difícil, sé que les causará unos problemas pero, —decía Kuri sacando el dinero.

—Si, como sea. —Interrumpió el cenizo quitándole los billetes de la mano con poca amabilidad. —Sólo debemos cuidar de que no se haga daño, ni que lastime a alguien ¿No?

El castaño asintió levemente con la cabeza, algo apenado.

—¡No se preocupe, señor Uraraka! Verá que su hija estará bien —le tendió la mano el pelirojo.

Por primera vez se sintió tranquilo, le dio la mano al agradable joven.

—Hey viejo, ¿Ella administra su dinero? —el padre lo miró apenado y le dió más dinero. Eijiro le dedicó una mirada desaprobatoria al cenizo.

—¡Ochako!

Se escuchó desde las escaleras.

La joven dió un salto desde el barandal, cayendo ágilmente al suelo como un gato, pasó corriendo al lado de los chicos y neutra continuó mirando al frente.

—¡Se escapa! —gritó Amai— ¡Joder, maldita sea!

—¡Ochako, mi cielo! ¿A dónde planeas ir? —preguntó Kuri acercándose a su hija que frenética se lanzaba contra la puerta una y otra vez.

—¡Están con ella! ¡Están con ella! ¡Horas me lo dijo! ¡Horas me lo dijo! ¡Ayúdame! ¿Por qué quieres matarme? —repetía Uraraka arremetiendo contra la puerta. —Por favor ¡No me mates! ¡No me mates! ¡No me mates!

Eijiro observó cómo la madre rompía en llanto y se largaba de ahí. Hizo una mueca –aveces siente cosas que no debería sentir– miró al padre, él se acercaba con cuidado.

—¡Ayudame! ¡Ayudame! ¡Por favor! —los alaridos de la castaña le helaron la columna a Kirishima. —¡Me está gritando! ¡Me está gritando! ¡Papá, ayudame!

Los golpes se volvían más crudos, el ambiente era despiadado. Eijiro nunca había visto algo así, miró a su amigo, él también estaba en blanco.

La estaban arrastrando de nuevo, las lágrimas se escaparon de su mirada café y apretó los dientes. Kuri la tomó del brazo y la jaló hacia él.

—¡No me toques! ¡Me quemas! ¡M-me quemas! ¡Vete! ¡Largo! ¡Me vas a matar! ¡Me vas a matar! —gruñía alejando a su padre para volver a la puerta, lo pateaba y rasguñaba con fuerza.

Eijiro entró a la escena y la tomó de los brazos para que dejara de rasguñar a su padre.

—Tranquila Ochako, tranquila mi cielo. Todo está bien, nada te hará daño —masculló Kuri acariciando su cabeza. Ochako estaba dejando de luchar, ahora simplemente gruñía consecutivamente. Kirishima notó que la castaña se estaba esforzando para no hacer lo que estaba haciendo.

—Papá, me va a matar. Me quieren matar. Me van a matar —susurraba mirando fijamente al pelirojo.

—No, mi niña, estarás bien. Estoy aquí —Kuri se estaba rompiendo.

—¿Y cuando me dejes? Todos querrán... —recargó su rostro en el hombro de Kuri. —Eres mi papá de caramelo.

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—Soy Eijiro Kirishima.

—Bakugou.

No les prestaba atención, ella miraba el techo y seguía con la mirada algo.

—¿Qué vez? —preguntó el pelirojo.

—Aquarius —contestó sin quitar la vista de donde la tenía.

—¿Cómo es?

—Hermosa, hay océanos en sus ojos, obscuridad en sus escamas y plata en su cabello. —Lo miró a los ojos. —¿Eres un planeta?

Eijiro no supo que responder, se veía fuera de ahí.

—No me gustan los meteoritos —dijo mirando a Bakugou.

Uraraka jugaba con un pequeño peluche, tamaño de la palma de su mano, un pequeño gatito de felpa negro con un collar morado.
—Hay galaxias hermosas, papá es un sol, mantiene vivo a los planetas dentro de mí.

Tenían que ir a clases y ella sólo estaba sentada con la mirada perdida en el peluche, diciendo cosas difíciles de entender.
—Mamá, ojalá Aquarius la arrastre al fondo del mar.

Bakugou suspiró —Oye, cara redonda, debemos ir a la escuela. Nos han pagado por llévarte. —Le extendió la mano— vamos, mueve rápido el culo.

No le hizo caso, y enojado tomó su mano por la fuerza, ganándose una mordida en la mano.

—¡No me toques! —chilló ella. —¡Nadie puede tocarme! Sólo las galaxias y los soles.

Eijiro suspiró profundamente ¿Qué mierda tenían que hacer? Recordó la solicitud que sus padres habían hecho;

—¿Te gustan los Mochis?

Ella lo miró.

—Después de la escuela podría comprarte unos.

Le extendió la mano, y ella la miró un rato muy largo.
—Tengo miedo de salir, papá se siente ansioso cuando lo hago, mamá estresa a papá. Mamá era un planeta, pero se fragmentó en meteoritos.

—No pasará nada —dijo Eijiro.

Ochako se levantó y caminó hacia la puerta. Los dos caminaron detrás de ella, salieron a la luz de la mañana.



—¿Estás seguro de que no será una mierda cargar con ella?

—No lo sé, hombre, nunca había visto un episodio así de psicosis.

—Nos pagan mucho, sólo cuidemos que no muera.

La miraron caminar al frente.
Los demás estudiantes se detenían a mirar la belleza de la chica. Si tan solo supieran que se está convirtiendo en un agujero negro.

—Cetus ¡Hola! Vamos a jugar.

Miraron al frente, Ochako estaba dirigiéndose a las gradas de la escuela, subió por ellas y caminó por la delgada vereda.

La castaña miró sonriente como Aquarius se arrastraba por la vereda y la llamaba con sus delicados dedos, sonrió y caminó hasta donde ella estaba. Acarició sus mejillas y miró emocionada el océano dentro de aquellos orbes.

Se dejó caer.

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