༺Hilo༻


La estaban consumiendo. Si, ella sólo es una estrella fragmentada en el espacio, vagando sin un rumbo fijo y un agujero negro la estaba engullendo lentamente.

Empujó a la mujer que estaba frente a ella. —¡¡Todo es tu culpa!!

La mujer miró extrañada el comportamiento de la pequeña castaña que siguió de largo hasta topar con el vidrio donde mostraban maniquíes. Se detuvo y la analizó un leve instante, se veía desorbitada.

La tarde estaba bañando el asfalto.

Se sorprendió cuando la niña levantó los puños y con fuerza golpeó el vidrio de la Boutique con sumo coraje.

—¡Es tu culpa! ¡Tú culpa! ¡Tú culpa! —el cristal se rompió levemente y los encargados salieron de inmediato. —¡Por tu culpa él se irá!

La mujer decidió seguir de largo, ignorando a la niña que ya estaba siendo cruelmente regañada por los dueños del establecimiento. Se detuvo en la parada y desde ahí podía aún visualizar a la pequeña, sin importancia chasqueó la lengua mirando a la dirección en la que debería llegar su transporte.
Subió al auto y las cosas en su cerebro hicieron click, no era como si sólo quisiera romper el cristal, la pequeña atacaba a su reflejo.

━━━━━━━༺༻━━━━━━━

—¡Maldita mocosa, lárgate de aquí! —dijo enojada la chica empujando a la niña.

—Es tú culpa —masculló Uraraka.

—¡Largo, maldita pendeja! ¿¡De dónde mierda crees que sacaré para pagar ésto!? —el hombre la empujó con fuerza tirándola al suelo.

Ochako apretó los dientes —¡No me llamo pendeja! Soy Tauros —chilló levantándose.

Se volteó con el ceño fruncido cuando sintió que la tomaron de los hombros. Era Kuri.

—¿¡Es su hija!? —preguntaron al unísono los empleados.

El castaño se inclinó —Si, pido perdón por to--

—¡Ni puta madre! Tu y tú maldita mocosa tendrán que pagarme el puto vidrio.

Ochako miró a su padre, se veía cansado. Miró al cielo casi obscuro y se dió cuenta de toda la gente que se acomulaba a su alrededor, la brisa la hizo mirar al frente y su padre ahora daba dinero a los encargados.

—Viejo estúpido —gruñeron entrando de nuevo al establecimiento.

La gente suele ser cruel.

Kuri cargó a Ochako entre sus brazos —Ocha-chan, me alegro tanto de que estés bien mi niña.

Papá siempre es amable, siempre sonríe suave a pesar de que la gente mala le grite; apretó la camisa de su padre y rompió a llorar.

—Papá, papá. Soy yo, Ochako —chilló escondiéndose en su cuello— por mi culpa Shinso se irá, se va para siempre.

Kuri se tragó sus sentires, no quería alterar más a su pequeña. Se limitó a acariciar su melena.

—No es tu culpa, mi niña, nunca ha sido tú culpa —dijo débil.



Amai corrió con lágrimas en los ojos a abrazar a su hija.

Ochako la empujó —No me toques, me quemas —bufó.

La mujer se quedó algo desconcertada y después pasó su mirada sobre su esposo, quién con una mirada rendida movió muy suavemente la cabeza, negando saber la respuesta a ese comportamiento.

Los días pasaron, y ahora su pequeña estrella pendía de un hilo con su relación entre madre-hija.

—Me quemas.

—¿Por qué?

La niña miraba neutra su rostro, sus ojos color de la cafeína perdían brillo y se veían tan huecos como el mismo espacio incineral;
—Yo soy una estrella fugaz, tu eres un planeta.

Esa era la respuesta que siempre obtenía. Ochako no accedía a convivir con ella a flor de piel;

La pequeña gritaba cuando intentaba tocarla, la empujaba cuando interfería en su camino, la rasguñaba cuando le daba un beso de buenos días, le gritaba que se callara cuando intentaba levantarla en las mañanas. Se había vuelto un gato arisco y sumamente mal educado con Amai, pero en cuanto Kuri aparecía ella corría a él.
Ir por ella a la escuela se había vuelto imposible, y ahora Kuri era quien mayormente lo hacía.

La presión la mataba, su propia hija la rechazaba:

El plato se rompió contra el suelo y Ochako corrió de la cocina. Era demasiado.
Todo se estaba saliendo de control.
Demasiado. Amai lanzó los guantes a la mesa, esquivó la sopa y verduras regadas en el suelo al igual que los vidrios. Logró atrapar por el brazo a Ochako.

La bofetada resonó y la pequeña de un tirón se alejó.

—¡¡Te odio!! ¡Te odio! —boziferó corriendo de nuevo y cerrando su cuarto.

El corazón se le estrujó y corrió detrás de ella intentando abrir la puerta.

—Ochako, por favor.

—¡No soy Ochako! ¡No soy Ochako!

Su cabeza era un caos.

—¡Maldita sea, tú te llamas Ochako! ¡Tu jodido nombre es Ochako! —azotó con el puño la puerta esperando a que la niña abriera.

—¡Mientes! ¡Yo no soy Ochako! ¡No soy Ochako!

Estaba frustrada. Su vida había sido tan difícil y justo cuando la vida le estaba comenzando a sonreír, Ochako llegó.

—¡Abre la maldita puerta!

No se escuchó nada.

—No te quiero, él no te quiere. Ellos no te quieren —habló sería. Y Amai recordó que lidiaba con una niña super dotada. —No abriré la puerta, largo de aquí, Amai.

Y el hilo fue cortado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top