Cap. 1: Pesadillas.
(R'ellitie veni et iudex)
Solo podía oír ese vago cantico a lo lejos en esa profunda oscuridad.
(R'ellitie veni et libera nos)
Ese horrible cantico que era casi como una súplica.
(R'ellitie veni et iudex)
La creciente locura en mi me decía que corra en dirección al cantico ¿Es que acaso estába ya lo suficientemente loco para ir?
(Venite r'ellitie et purificate peccatores)
Caminé buscando la fuente de dichos cánticos, conforme me acercaba se volvían más fuerte.
(R'ellitie veni et iudex)
El lugar donde me encontraba era húmedo, oscuro y el aire contenía una peste asquerosa, como de algo muerto. Seguí caminando, llegué a un lugar que el suelo contenía una especie de jalea carmesí pegajosa ¿Sería sangre? O ¿Algo de peor índole?. Los cánticos seguían su curso monótono.
(Venite r'ellitie et purificate peccatores)
(R'ellitie veni et iudex)
(R'ellitie veni et libera nos)
(R'ellitie veni et iudex)
(Venite r'ellitie et purificate peccatores)
El creciente terror en mi provocaba unas náuseas terribles ¿Porque seguía acercándome? Solo Dios sabe que provocaba que no salga corriendo de ese enfermiso lugar. A mí lado se asomaron unas pequeñas ventanas con fuertes barrotes de hierro, afuera la luna llena se asomaba entre unas nubes oscuras. El aullido de un lobo se lograba oir a lo lejos. Las grandes y oscuras montañas de Winhmoort lograban captar un aire de terror y misterio.
Seguí mi camino, creo que estoy cerca de llegar al origen del cantico blasfemo. Casi es como un grito desgarrador de alguien a punto de ser asesinado.
(¡Venite r'ellitie et purificate peccatores!)
Oh Dios ayúdame.
¿Que hago aquí?.
Al fin llegué a ese lugar, no puedo creerlo. Dios... ¿Que es este infierno? Este lugar... Ellos... ¿Que es esto?.
El pasillo se alargó en una gran cripta circular, "ellos" tienen antorchas en siete pilares. Parece un rito.
(R'ellitie veni et libera nos)
Siete de "ellos" están aquí... Son criaturas grotescas, impuras y antinaturales. Pálidas como la luna llena, con brazos escuálidos con tentáculos pequeños en ves de dedos. Están algo encorvados y gotean una sustancia viscosa de sus cuerpos. Oh Dios, sus cabezas parecen el hocico de un oso hormiguero, pero manchado de sangre de los hombres puros. Ellos chillan y el octavo miembro en medio de ellos... El canta... Reza.
(R'ellitie veni et iudex)
(Venite r'ellitie et purificate peccatores)
En medio un altar alto de piedra negra dónde descansaba un pesado libro... Oh Dios dame fuerza...
Los chillidos comienzan a ser... ¿Palabras? Ellos hablan con el sacerdote. Un sacrificio deben dar esa noche o su ¿Dios? Se molestará...
El sacrificio ha llegado.
El sacerdote me miró... Todos me miraron ¿Yo el sacrificio? Intenté correr pero era inútil, el horror me paralizó. Me capturaron y me llevaron al altar. Mi camisa fue arrancada y después....
(Venite r'ellitie et purificate peccatores)
Matthew se levantó de un gran salto, estaba empapado en sudor.
-Solo un sueño...- Matthew se levantó con esfuerzo- Ese maldito sueño otra vez.
Desde que Matthew sufrió ese accidente hace dos meses, al menos una vez por semana tenía pesadillas extrañas y terroríficas, a veces tan reales que no distinguía el sueño de la realidad.
Un fatal accidente en la carretera hacia Artois que terminó con la muerte de todos los pasajeros menos la de Matthew, que por increíble que pareciera no recibió ningún rasguño. Fue encontrado a un costado de la carretera recostado.
El condado de Winhmoort se encontraba en la parte más norte de la zona, colindaba con las montañas del mismo nombre y el lago Nigrum, allí es donde el internado Heinserberg se erigía.
Matthew se puso en pie y se dispuso a asearse, miró por la ventana y se dió cuenta de que llovía de nuevo, allí siempre llovía.
Miró a una esquina para verificar si su compañero de cuarto aún seguía dormido, y así es, Mark se encontraba aún en su profundo sueño inquebrantable.
Eran alrededor de las 9am cuando bajo ya cambiado para dirigirse a la aula de clases. Solo llevaba dos meses allí y ya odiaba esas malditas clases monótonas y grises, sobretodo al profesor Øddegard, un hombre mezquino de mal carácter y un odio irracional hacia todo estudiante en general. Sus clases un asco. Daba casi todas las materias menos una.
Al salir de la tercera hora de clases, Matthew se dirigía al comedor, cuando algo le llamó la atención, una persona parada justo tres escalones abajo, a dónde daba el sótano. No veía su rostro, era una persona alta, con sombrero de ala larga y gabardina negra, pantalón de vestir oscuro y zapatos iguales.
-¿Puedo ayudarle?- dijo cortésmente- ¿Está perdido? Puedo ayudarlo.
El hombre escondía su rostro bajo una bufanda rojiza, hacia algo de frío. Miraba la puerta del sótano que se miraba distante y con un letrero de "no abrir bajo ninguna circunstancia".
Matthew juró que los ojos de señor eran rojos pero por el ángulo y la altura no miró bien. El hombre comenzó a bajar lentamente, Matthew no supo cómo detenerlo.
-Oiga señor, no puede pasar- Dijo con un leve aumento de voz- Está prohibido.
Matthew estiró su brazo para sostener al señor cuando un grito sacudió el corredor.
-¡Matttttttttttth!- Era una voz masculina- ¿Que haces? Sabes bien que está prohibido. Si se da cuenta el profesor Øddegard o peor el director te castigarán.
Era Mark, el único amigo y compañero de cuarto de Matthew.
-No me asustes Mark- decía mientras recobraba el aliento de ese susto- Solo ayudaba a ese señor que está allí- apunta hacia el vacío.
Mark caminó y se asomó hacia el solitario pasadizo del sótano.
-Pues...-Le siguió un largo silencio- No veo a nadie. ¿Seguro que había alguien?
El pasillo lucía desolado, y vacío. Matthew se desconcertó pues segundos antes el miró y hablo con el.
-Allí estába- dijo sorprendido ante la desaparición- ¡Yo le hablé!.
Mark estaba fuera de contexto y solo animo a su amigo.
-Tal vez solo lo imaginaste- dijo de manera amable- Vamos no pasa nada, vamos al comedor antes de que se acabe la comida buena y nos den avena y garnachas.
Mark a diferencia de Matthew era un chico positivo, amable y social. Matthew por otra parte era poco social, solitario y veía el peor desenlace en cualquier situación. El positivismo de Mark le daba algo de color a la vida de Matthew.
Caminaban hacia el comedor, el ambiente era gris, ya que afuera la lluvia asediaba el internado y viento frío hacia que las ramas de los árboles viejos azotarán las viejas ventanas.
Llegaron al comedor, allí tomaron unos platillos y se formaron en la fila. Al final solo alcanzaron avena y garnachas.
Nadie allí le tenía afecto a Matthew, lo veían como un bicho raro. Así que se sentaban en una mesa vieja en la esquina más lejana de todos.
Matthew se rindió ante la avena. Levantó la vista y lo vió, el hombre que vio en el pasillo del sótano parado en una esquina.
-Mark... Mark... ¡Mark!- Le gritó a su amigo- Allí mira, la esquina aquella.
Mark giró la cabeza para ver mejor.
-¿Dónde?- dijo confuso- No lo veo.
-Allá- apuntó con el dedo índice- míralo.
-Solo veo unas sillas viejas apiladas- decía sin preocupación- Solo es una ilusión óptica.
-¿Ilusión óptica?- dijo dudoso, se talló los ojos- puede ser eso, si.
Matthew sabía que no era una ilusión óptica, miró de nuevo pero en efecto, había una pila de sillas viejas. Siguieron comiéndo tranquilos. De la nada una chica se paró frente a ellos.
-Tu- dijo señalando a Matthew- Tu eres Mateo, el nuevo.
Matthew la miro atónito.
-Eh Matthew, me llamo Matthew- Dijo nervioso.
-Si lo que sea- dijo sin darle importancia- Te ví husmeando en el pasillo del sótano, solo quiero recordarte que está prohibido.
Mark y Matthew se quedaron callados.
-Es todo- la chica dió media vuelta y se dispuso a irse pero antes- Me llamo Allison Dispair, la presidenta estudiantil.
Matthew sabía perfectamente quien era, pues su cabellera lisa y de color rojiza, sus ojos verdes esmeralda y belleza se habían quedado grabado en su memoria el día que llegó a ese internado. Quedó flechado instantáneamente.
El día siguió su curso normal, más clases, tarea en biblioteca, la cena y un poco de tiempo libre. La noche cayó rápidamente, afuera la lluvia aún caía y el viento se intensificó aún más, aullaba como un lobo a la luna llena. En la mente de Matthew aún volaba la incógnita del hombre en el sótano. No quería darle muchas vueltas así que apagó su lámpara, se despidió de Mark y se aventuró en sus turbias pesadillas que tenía casi siempre.
(Mortem in nomine R'ellitie)
(Mortem in nomine R'ellitie)
(Mortem in nomine R'ellitie)
Cuando abrí los ojos me encontraba en medio del bosque de las montañas Winhmoort. El viento me pegaba frío como miles de diminutas navajas recién afiladas. <<¿Dónde estoy>>. Caminé en la negrura del bosque, solo lograba oir los ruidos nocturnos, tales como el ulular de un lejano búho o insectos. Caminé durante un buen rato hasta ver la luz lunar atravesar el grueso follaje de los árboles. Y si, llegué a un lugar donde los árboles no reinaban más. Cerca de mi una vieja y decrépita fortaleza se posaba ante mi, era sumamente vieja pero liberaba una aura tenebrosa.
De pronto, no me di cuenta cuando pero ya estaba con mi mano tomando las puertas altas de madera justo para abrirlas. <<Algo me atraía dentro>>. Una vez allí, lo ví. El hombre que ví en el internado, allí estaba parado dándome la espalda. Me miró con sus ojos escarlatas y supe que quería que lo siguiera.
Lo demás no se explicarlo, pero de algún modo llegué a esa maldita cripta, ahora vacía y en medio no estaba el libro.
El hombre, desapareció.
<<¿Adónde fue?>>
Todo se está tornando turbio. Oh Dios ese cantico de nuevo.
(Venite r'ellitie et purificate peccatores)
(R'ellitie veni et iudex)
(R'ellitie veni et libera nos)
(R'ellitie veni et iudex)
(Venite r'ellitie et purificate peccatores)
<<¿Cómo termine aquí?>> ¡Me tienen encadenado! ¿Mi cuerpo? ¿Que le pasa? No siento nada. Alguien viene. Trae una especie de botella cristalina tapada con un trapo rojo. ¿Que es eso? Dios ayúdame. Parece un gusano blanco con cientos de ojos alrededor. Dios, oh Dios. ¡Alguien ayuda! El hombre quiere introducirla en mi. ¡No puedo gritar!
(Mortem in nomine R'ellitie)
(Mortem in nomine R'ellitie)
(Mortem in nomine R'ellitie)
Matthew despertó lleno de sudor pero no estaba en su habitación. Su mano estaba en la perilla de una puerta, en ella un anuncio colgaba "no abrir bajo ninguna circunstancia". Estaba por abrir la puerta del sótano.
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