7
La relación con sus hijos no mejoró con el paso de los días. Lo más doloroso para Taehyung fue no verles más como sus cachorros, diciéndose a sí mismo que ya crecieron, y de ser "la dulce mamá", ahora solo era "un omega que no les quiso cuando nacieron". O al menos así lo veían Jimin y Yoongi. Jeongguk era distinto, siendo el único que podía llegar a sentir el dolor en los ojos de su mamá.
Taehyung agradecía que su pequeño no le tratara de forma esquiva o le dirigiera miradas acusadoras. Aun así, no podía pretender ignorar que Jeongguk fue quien llamó a seokjin, contándole todo, como si realmente Tae hubiera engañado a su alfa. Seokjin, por otra parte, aceptó que Suran fuera su amiga, pero en el fondo sabía que le hería en su orgullo. Intentaba ser más flexible, permitirle que ciertos días llegara media hora tarde si estaba con buenos ánimos, pero casi siempre debía contarle a dónde estuvo con Suran, como si quisiera asegurarse de que no hacía nada "incorrecto".
Le entristeció pensar que una omega como Suran, libre e independiente, fuera vista con malos ojos solo porque no estuviera casada con un alfa. ¿Qué había de malo en eso? ¿Cuántos malos comentarios y desprecios tuvo que sufrir por ello? Suran se mostraba siempre tan segura y tenaz, pero en su intimidad, estaba seguro de que recubió el rechazo de muchos por las decisiones que tomó.
Él lo estaba viviendo en sus propias carnes y no era nada agradable, pues parecía que los omegas siempre eran los que se equivocaban y los alfas los que llevaban razón en todo, teniendo que pedir disculpas por cada cosa que hacían.
Por otra parte, el resto notó que el ambiente en casa estaba cada vez más cargado y tenso. Las cenas se desarrollaban casi en completo silencio, ya no había más peleas ni discusiones. Taehyung le dejó bien claro a Seokjin que no quería volver a gritarse con él con los cachorros escuchando todo. Sin embargo, a la hora de dormir, seokjin podía notar perfectamente las feromonas de tristeza que rodeaban a Taehyung, provocando que su relación sexual se resintiera. El omega supo controlarse para no echarse a llorar mientras preparaba la cena o limpiaba la casa, su estado de ánimo lo percibían todos, y llegó un punto en que Seokjin tuvo que tomar cartas en el asunto.
Una tarde en la que Tae quedó con Suran, el alfa lo aprovechó para tener una charla con sus cachorros.
Pasó por el cuarto de Jeongguk, quien tenía la puerta entreabierta, viendo que estaba en el escritorio, haciendo deberes o estudiando, muy concentrado. No quiso interrumpirle, y se dirigió a la otra habitación, entrando sin llamar y encontrando a Jimin jugando con la consola y a Yoongi leyendo sus mangas en la litera de arriba.
Nunca se le dio muy bien tratar con sus hijos, eso siempre fue tarea de Taehyung, pero dadas las circunstancias, no le quedaba más remedio.
-Chicos... Tengo que hablar con ustedes -dijo, consiguiendo que ambos le miraran, interrogantes.
Jimin pausó el juego y Yoongi levantó la cabeza, extrañados de que su papá quisiera hablar con ellos.
-Escuchen, su mamá ha estado triste desde que peleamos el otro día - empezó, sintiéndose torpe con sus propias palabras -. Estamos intentando tener otro hijo, pero es imposible si se la pasa deprimido todo el tiempo. Hagan un esfuerzo y trátenlo con cariño.
-¿Por qué? -exigió saber Jimin, enfurruñado.
-Porque es su madre-contestó Seokjin, sin poder creer que Jimin le estuviera preguntando eso.
-Tú mismo dijiste que no nos quiso cuando nacimos -reprochó Yoongi, dolido.
-Eso fue... vaciló unos segundos, arrepintiéndose por haber hablado de más y buscando una justificación para ello—. Muchas mamás sufren depresión cuando nacen sus primeros cachorros. Fue difícil, pero buscamos soluciones. Taehyung los ama, y será así siempre. No pongan nunca en duda eso.
Los mellizos se miraron por largos segundos, el primero en agachar el rostro fue Jimin. Yoongi, en cambio, miró a su papá.
-¿No te importa que salga con esa omega?
Seokjin percibió cierto desagrado en el tono que empleó Yoongi cuando mencionó a Suran.
-Tú tienes tus amigos, ¿cierto? Pues mamá también.
Este buscó algo con lo que replicarle, pero como no encontró nada, se quedó callado, aunque no parecía del todo convencido. Seokjin dio por terminada la conversación, saliendo de la habitación con la esperanza de que los mellizos recapacitaran. Sin duda no era un buen ambiente para Taehyung y eso le perjudicaba también a él.
Era imposible preñarlo en esas condiciones.
*******
Desde la pelea que tuvieron sus papás, Jeongguk se la pasó decaído y triste, porque todavía podía oír los sollozos de su mamá, su mirada decepcionante sobre él y la frialdad con que sus hermanos le trataron. Era en momentos como ese cuando odiaba ser omega. La noche de la pelea lloró en silencio, cubierto con las sábanas hasta quedarse sin lágrimas. Al día siguiente amaneció con los ojos hinchados y tuvo que aplicarse un corrector a escondidas en el baño, para que nadie de su familia supiera eso.
Esa mañana le dio un beso a su mamá antes de bajarse del auto, pero Taehyung no se lo devolvió. Jeongguk pasó las siguientes horas de clase diciéndose que era un mal hijo porque en ningún momento pensó en su felicidad.
Durante los entrenamientos de judo también estuvo distraído, y como consecuencia, permitió que Lee casi le torciera el brazo, ejecutando una llave en mitad de un combate.
Afortunadamente, el profesor intervino a tiempo, comprobando que no hubiera lesiones. Sin embargo, el alfa se estuvo burlando de él cuando hubo terminado la hora. Jeongguk quería llorar porque todo estaba mal con él, pero no quiso darle esa satisfacción.
Fue un alivio para él que Lee solo se limitara a burlarse de su persona, pues ahora Jimin y Hoseok siempre le esperaban en la entrada, y Lee no era tan estúpido como para encararse con otro alfa mayor que él. Después de soportar sus risas y la de sus compañeros idiotas, salió del gimnasio, caminando apresuradamente hacia las dos siluetas que aguardaban por él. Sin embargo, cuando estuvo lo suficientemente cerca, vio que había alguien más esperándolo y su corazón dio un salto; era Namjoon.
Su primer pensamiento fue preguntarse si se veía bien para el alfa. Hacía días que no coincidían, y la perspectiva de tener algo parecido a una cita con él, hizo que lo de Lee quedara un poco aparcado.
-¡Hyung! ¿¡Esperaste por mí!?
Namjoon lo recibió con un abrazo, besándole la frente con cariño.
-¿Cómo estuvo el entrenamiento? preguntó.
Jeongguk vaciló unos segundos antes de contestar.
-Estuvo bien.
Jimin conocía muy bien a su hermano como para saber que no fue del todo sincero. Namjoon también pareció notarlo, pero no le presionó delante de ellos. No quería ponerle en un aprieto.
-Hoseok y yo tenemos que hacer un trabajo en casa, ¿quieres venirte con nosotros? -propuso, pasando el brazo por sus hombros. Jimin también irá.
Jeongguk miró fugazmente a su hermano antes de responder:
-¡Sí, claro!
Namjoon sonrió ante su respuesta y los cuatro se dirigieron a casa de los Kim. Jeongguk apenas habló por el camino, pero el alfa no pareció darle importancia. Las feromonas que soltaba el menor hablaban por él. Ambos iban un poco rezagados, dándose espacio entre pareja y pareja.
Jeongguk humedeció sus labios, mirando a Namjoon con las mejillas coloradas.
-Hoy te ves muy guapo, Hyung.
El alfa le miró, encarando una ceja. -¿Solo hoy? Vaya, me dueles, Gukkie.
-¿¡Eh!? ¡No! -se apresuró a decir, apabullado. ¡Siempre! Quiero decir... Todos los días te ves muy guapo. No quise decir... Lo siento si te ofendí.
El alfa se rió por lo tierno que se veía el omega, acercándolo a su pecho y besando su mejilla. Jeongguk sintió su rostro calentarse.
-No me ofendiste-aclaró, percibiendo sus feromonas mucho más intensas. Tú, en cambio, eres el omega más lindo de todos.
Jeongguk agachó la mirada, avergonzado. El alfa le hacía sentir como un tonto porque nunca sabía qué responder a esos halagos. Sonrió con timidez, y se dejó abrazar por el alfa, quien parecía querer marcarlo con su olor.
Unos metros por delante, Hoseok y Jimin no actuaban tan empalagosos, pues esa primera etapa ellos ya la pasaron. Hablaban de su día mientras iban cogidos de la mano, regalándose sonrisas, el menor riéndose con los chistes del alfa, cuya risa era contagiosa.
Hoseok y Namjoon venían de una familia adinerada, de buena posición social y económica. Su mamá alfa era CEO en una importante cadena de hoteles, herencia de sus abuelos. Recibieron la mejor educación, pero el que se convertiría en el próximo heredero del negocio familiar iba a ser el hijo mayor: Hoseok. Cuando estos anunciaron que estaban cortejando a dos omegas, sus mamás lo aprobaron. No le tomaban la misma importancia, puesto que de omegas había muchos y sus hijos siempre podía conseguir al que quisieran. Sin embargo, un negocio como el suyo, que movía millones, no podía desperdiciarse.
La familia Kim vivía dos calles más abajo de dónde vivían Jeongguk y Jimin, en un edificio de ocho plantas. Cuando llegaron Jeongguk y Jimin, el primero quedó boquiabierto ante las dimensiones de la casa, cuya ubicación estaba en la última planta.
-Pónganse cómodos-dijo Hoseok, quitándose los zapatos y ofreciendo unas zapatillas para cada uno de ellos.
Una mujer joven y bella apareció en el vestíbulo, sonriéndoles y dándoles la bienvenida.
-¡Hola, chicos! ¿Cómo están?-preguntó en tono dulce. La madre omega de los Kim se llamaba Somin.
-Bien, señora Kim, muchas gracias - dijo Jimin, sonriendo con encanto. Jeongguk permaneció en silencio, pues era la primera vez que visitaba la nueva casa de Namjoon. Cuando eran más pequeños, eran vecinos, pero luego se mudaron al conseguir algo mejor.
-Mamá, estudiaremos en el salón - anunció Hoseok.
-Muy bien, cielo. Yo estaré en el estudio por si me necesitan.
Y dicho eso Somin desapareció en cuanto cruzó el comedor y se metió por el pasillo. Jeongguk sintió curiosidad por ver cómo era el resto de la casa, pero los alfas les condujeron directamente hacia el salón. Allí se acomodaron después de que Hoseok les trajera un par de bebidas, y Jimin le echó el ojo a una de las estanterías dónde había colocados docenas de videojuegos. Tras pedirle si podía jugar alguno con un tierno puchero, Hoseok se vio incapaz de negárselo.
Namjoon también quiso jugar y en vez de estudiar, se la pasaron jugando por turnos, olvidando el trabajo y los estudios. Jeongguk no recordó pasárselo tan bien desde hacía tiempo, sin embargo, el ambiente cambió sutilmente cuando Hoseok y Jimin empezaron a tener más contacto, más roces y acercamientos.
Hoseok recostó la cabeza sobre el regazo del omega, y este le acariciaba el flequillo mientras jugaba al mismo tiempo. Al cabo de un rato empezaron a darse besos en la boca, haciendo que Jeongguk no supiera dónde mirar. Namjoon no parecía incómodo en absoluto, pero el omega no sabía cómo actuar. ¿Debía besar también a Namjoon? La sola idea le puso aún más
más nervioso. Solamente se besaron una vez y, por supuesto, sin estar su hermano y el alfa de este a pocos metros de distancia.
-Chicos, déjense de besos. Están incomodando a Jeongguk-dijo Namjoon, después de que esos dos empezaran a toquetearse.
-Oh, lo siento, Jeonggukie- -se disculpó Hoseok con torpeza.
Jimin no se disculpó, rompieron su
momento romántico con el alfa.
-Tú puedes besarte con mi hermano contestó, encogiéndose de hombros.
Jeongguk sintió que su rostro volvía a calentarse, incapaz de mirar a Namjoon. El alfa, por su parte, se sorprendió, pues no esperaba recibir esa invitación por parte de jimin. Sin embargo, no hizo nada, consciente de que el omega estaría cohibido en esos momentos.
-Jeonggukie solo tiene doce años, aún es un niño -replicó Hoseok.
El omega se sintió ofendido, haciendo un leve puchero. No le gustaba que le trataran como a un niño inocente, como si realmente no supiera nada.
-Para que lo sepas, Nam y yo ya nos besamos.
Hoseok soltó un grito exagerado de sorpresa, tapándose la boca con las dos manos como si hubiera dicho algo escandaloso, ganándose una risotada por parte de jimin. Jeongguk podía sentir que se le calentaban incluso las orejas, enojado porque no le tomaban en serio.
-Hoseok, ya basta-intervino Namjoon, serio.
Jeongguk quiso demostrarle al alfa que no era ningún niño inocente, de modo que se acercó decidido hasta Namjoon y le besó en los labios, suave. No fue un beso apasionado, ni hubo contacto con sus lenguas, pero de alguna forma quiso hacerle callar. Aun así, Namjoon supo que para Jeongguk fue un acto de valentía.
Lo atrajo por la nuca, correspondiéndole el beso, pero sin presionarle. Movió sus labios lentamente, disfrutándolo mientras sentía al omega estremecerse entre sus brazos. Jimin, boquiabierto, contempló la escena sin poder creerse que su inocente hermano pequeño estuviera besando a Namjoon delante de ellos. Sin embargo, su cadena de pensamientos se vio interrumpida cuando los labios de Hoseok chocaron con los suyos.
Durante unos minutos solo se escuchó el besuqueo de ambas parejas, el videojuego quedó olvidado y los alfas solo tenían ojos para sus omegas. Jimin intentaba controlar su feromonas, pero Jeongguk no tenía ningún control sobre estas, llenando el aire e incitando a los dos alfas.
Hoseok fue el primero en reaccionar y no ir más allá, pese a que Jimin pareciera más que dispuesto a hacerlo. Separándose de sus labios, le acarició la mejilla, poniendo su dedo índice sobre los labios del omega. Jimin frunció el ceño, pero entendió el gesto, consciente de que no era el momento apropiado.
Jeongguk, en cambio, se sentía eufórico. Se besó otra vez con Namjoon, ¡y con su hermano al lado! Después de eso ya no pensarían que era tan inocente, finalmente estaba haciendo lo que las parejas hacían en sus momentos íntimos. ¡Estaba muy emocionado!
Sin darse cuenta, el tiempo se les echó encima y los dos omegas tuvieron que volver a casa antes de que Taehyung pusiera el grito al cielo. Tras abrir las ventanas del salón y dejar que el olor a feromonas desapareciera, se despidieron en la puerta, Jeongguk dando saltitos y susurrándole a Namjoon que debían verse a solas para continuar lo que dejaron a medias. El alfa simplemente le sonrió, enternecido porque Jeongguk estuviera tan entusiasmado por un par de besos.
-Gracias por este rato contigo, Jeonggukie.
El omega se sonrojó, compartiendo un último beso con Namjoon.
Jimin y Hoseok no se dijeron nada, pero su beso duró más.
Tras decirse adiós, la puerta se cerró, y tanto Jeongguk como jimin tomaron el camino de vuelta con idénticas sonrisas en sus rostros.
*********
Jeongguk contaba los días que faltaban para volver a tener una cita con Namjoon. Ocupado con el consejo estudiantil y en mantener la nota más alta, apenas tenían tiempo para su relación. Si acaso se veían dos veces por semana, pero para Jeongguk no era suficiente. Distraído con sus pensamientos, esos días no prestó mucha atención a las lecciones que impartían en clase, ni siquiera reparó en las risas burlonas o las miradas maliciosas de Lee y su pandilla.
Solamente cuando terminaron las clases y le tocó entrenamiento de taekwondo, fue que su mente se centró. En los vestuarios, tuvo el primer indicio de que algo andaba raro. Sacándose el uniforme para ponerse el kimono, notó que alguien le estaba mirando junto con un repentino escalofrío en su nuca. Se volteó, tocándose la nuca, confundido. Lee, quién tenía más cerca, le dedicó una siniestra sonrisa que le estremeció de pies a cabeza. Aun así, fingió lo mejor que supo, ignorando al alfa como llevaba haciendo desde hacía semanas.
La clase empezó diez minutos después con un saludo grupal y escuchando las lecciones del profesor. En una demostración por parte de este de una técnica especialmente compleja, Lee se acercó a Jeongguk silenciosamente por detrás.
-Bonita piel.
El mismo escalofrío recorrió su columna, retrocediendo un paso, asustado. Sus labios se deformaron en una mueca, pero no le respondió a esa provocación. De nuevo, fingió que no le afectó su súbita presencia, alejándose de él.
"Ignóralo. Solo ignóralo", se decía a sí mismo, cruzándose de brazos mientras hundía las uñas en su piel. Sin necesidad de voltear el rostro, sabía que Lee le estaba mirando.
"Ya se cansará. Sólo quiere fastidiarte".
Sus demás compañeros no lo notaron, pero Lee a lo largo de todo el entrenamiento estuvo especialmente atento a todo lo que Jeongguk hacía. Por culpa de eso, se equivocó varias veces, no pudiendo realizar la técnica que les enseñó el profesor. Frustrado, tuvo que soportar que su profesor le diera la charla enfrente de todos.
En ningún momento quiso verle la sonrisa de satisfacción de Lee, pues finalmente consiguió su propósito: humillarle sin que nadie se diera cuenta. Sus compañeros jamás entenderían lo importante que era para él tener su respeto, ganarse el mismo trato que el resto, pero desafortunadamente, Lee parecía dispuesto a arruinarle con tal de que no fuera así.
Aun así, necesitaría mucho más que aquello para pisotearle.
Lee no ganaría.
Para el final de la clase, Jeongguk se retrasó y habló con su profesor, asegurándole que mejoraría y que tomaría en serio cada lección que diera. Éste asintió, esperando un mejor rendimiento de su parte. Tras una breve inclinación, el omega partió a los vestuarios, avergonzado.
La mayoría de sus compañeros ya salían de las duchas, mientras que él con toda la lentitud, deshizo el nudo de su cinturón blanco entre suspiros. Ya en ropa interior, dobló el kimono, cogió la toalla, y con timidez, se desnudó para irse a las duchas.
Poco a poco sus compañeros fueron saliendo de los vestuarios, hasta que prácticamente quedó solamente él. Después de lavarse el cuerpo y mojarse la cabeza, regresó de la ducha con la toalla envuelta en su cintura. Guardó el champú en su mochila, sacando su uniforme mientras las gotas resbalaban por su cuerpo...
Un golpe brusco le hizo sobresaltarse.
Se volteó con rapidez, notando un vuelco en su corazón.
De pie y frente a la puerta, estaba Lee, mirándole fijamente sin rastro de burla en su expresión. La respiración del omega empezó a agitarse.
"Ignóralo. Ignóralo".
Con un leve temblor en sus manos, Jeongguk guardó sus cosas, pero cuando fue el momento de quitarse la toalla, no lo hizo. La perspectiva de hablarle era tan aterradora como la de desnudarse frente a él.
-Eres muy bonito, Jeongguk.
Se mordió tan fuerte el labio que pronto notó el sabor de la sangre en su lengua. Su lobo estaba encogido en un rincón, temblando al igual que él. Lee siguió, imperturbable, sereno.
-Siempre te observo durante los entrenamientos, en las duchas, en clase... decía, entrecerrando los ojos, escrutando cada detalle de su cuerpo. Conozco cada uno de tus gestos; cuando algo te molesta o te enoja, frunces el ceño y pretendes parecer intimidante, pero no lo logras. Cuando te asustas, tu expresión se vuelve de piedra, manteniéndote inerte cuando realmente tiemblas como un cachorro por dentro... como ahora.
Jeongguk sentía que iba perdiendo el color en su cara, sus manos empezaron a sudar, su instinto le gritaba que huyera, pero, ¿a dónde? Lee estaba bloqueando la puerta, y en su estado, no conseguiría ni dar un paso al frente.
-¿Quieres saber una cosa? -prosiguió el alfa, sin moverse tampoco-. Nunca he entendido por qué los omegas se esfuerzan tanto en ser como nosotros. No tiene nada de malo ser un omega, ¿por qué insistes en ser diferente? Con esa actitud, solo menosprecias a los demás omegas. Eso no está bien, Jeonggukie.
Jeongguk quería replicarle. Hacerle saber que no se trataba de ser diferente, sino de aceptar que un omega no era inferior a un alfa. Sin embargo, las palabras murieron en su garganta.
-Siento lástima por ti, pero me gustas -declaró, separándose finalmente de la puerta y avanzando hasta él. Mi lobo se vuelve un desastre cuando estás tú cerca, ¿lo sabías? Cuando oí que entraste en el club de judo, supe que no fue casualidad. Verte intentando tan desesperadamente ser como un alfa hizo que me excitaras murmuró, acortando la distancia entre ellos. ¿Sabes por qué? -preguntó, parándose frente a él-. Porque pienso en lo excitante que será demostrarte lo contrario.
Su voz ronca y ojos llenos de lujuria hicieron retroceder a Jeongguk, quien soltó algo parecido a un quejido lastimero.
-L-Lee...
-No me mires así, Jeonggukie-dijo este, alzando una mano y acariciándole la mejilla. No tienes que tenerme miedo. Soy un buen alfa.
Jeongguk quería llorar. Sus caricias le producían arcadas, pero su temblor era tal que era incapaz de reaccionar.
-Solo quiero que veas lo equivocado que estabas. Entiéndelo, un omega siempre estará atado a un alfa, lo necesita. Y un alfa... debe buscar un buen omega, uno que cumpla sus deseos.
Deslizó su dedo índice hasta el cuello de Jeongguk, todavía húmedo por la reciente ducha.
-P-Por favor, Lee... -suplicó, con los ojos anegados en lágrimas.
-No llores, te dije que soy un buen alfa-le recordó, atrayéndolo con brusquedad con una mano, pegando sus cuerpos. Acarició una zona de su cuello suavemente, inclinándose y depositando un beso.
Jeongguk sollozó, lágrimas cayendo de sus párpados.
¿Por qué? ¿Por qué no era capaz de enfrentarlo?
¿De qué sirvieron todas esas clases de taekwondo, si cuando debía mostrar su fuerza lo único de lo que era capaz era de quedarse quieto y llorar? ¿Eso era todo lo que valía como omega?
-Por favor... No lo hagas...
-Pero me gustas, Jeongguk.
La visión del omega se volvió borrosa, distorsionada por todas las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos. En brazos de Lee se sintió como un muñequito, uno que no podía moverse por su cuenta, totalmente indefenso.
-Hueles tan bien.
Sus palabras fueron como una sentencia, dejándolo sin aliento. Dientes hundiéndose en su piel, arrancándole un grito de dolor seguido de un quebrado llanto. Lee le sujetó en lo que duró su mordida, marcándolo posesivamente y disfrutando plenamente de ejercer su poder y doblegar a Jeongguk.
Una vez terminó, lo soltó.
Y Jeongguk cayó como una marioneta a la que le cortaron los hilos.
Lee se relamió los labios, mirándolo desde arriba con frialdad.
-Duele, pero una vez te acostumbres, verás que seré un buen alfa para ti.
Poco después se escuchó otro golpe; la puerta de los vestuarios fue cerrada.
Jeongguk se encogió en el suelo, llorando sobre el frío y húmedo suelo. Su marca ardía, quemaba como el infierno. Perdió la noción del tiempo, deseando desaparecer, perder el conocimiento para luego despertar y ver que todo aquello había sido una pesadilla.
Solo eso.
Una horrible pesadilla.
Pero el dolor era tan real e intenso que solo pensó en arrancarse el corazón y dejar de sentir. No hubiera dolido más que pertenecerle a un alfa y estar atado a él de por vida.
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