54


La expresión del CEO Kang no cambió demasiado cuando Seokjin le dijo, dos semanas después de regresar de su viaje, que aceptaba el ascenso y traslado hacia Washington.

—No es ninguna sorpresa —dijo Kang—, considerando que tu esposo y cachorros están allí... De cualquier forma —añadió ante el silencio de Jin—, el traslado se hará de manera definitiva durante febrero o marzo del próximo año. Harás una visita a las instalaciones en diciembre y...

Seokjin sólo asintió a todo lo que le estaba diciendo su superior y, a los pocos minutos, fue despedido por el hombre. Jin se inclinó antes de marcharse, saliendo de la oficina para ir hacia su piso, donde todo el mundo trabajaba como locos ante los nuevos lanzamientos de productos. Las campañas publicitarias estaban en su tope y, desde que había vuelto Seokjin estaba estresado con todas las cosas pendientes y por hacer.

Por lo mismo, había hablado poco con los cachorros en videollamadas. Mensajes siempre había, les preguntaba todos los días como les estaba yendo, pero no los vio demasiado a través de las llamadas por la diferencia horaria y todo el estrés que tenía encima. Y lo mismo ocurría con Tae, así que no estaba de buen humor por lo mismo.

—¿Kim-nim?

Levantó la vista de todo el papeleo que estaba haciendo, mirando a Wheein de pie bajo el umbral de la puerta. Tenía esa expresión tímida que siempre llevaba encima.

—¿Sí, señorita Jung? —preguntó, haciéndole un gesto de que entrara.

—Vengo a entregarle los informes que me pidió, Kim-nim.

Seokjin le indicó que se sentara frente a él y, la siguiente hora estuvieron discutiendo largamente sobre estos. Para cuando iban acabando, ya era el momento de ir a almorzar.

—Continuemos esto después —le dijo Jin con aspecto agotado—, necesito un descanso, señorita Jung.

—Está bien... —una expresión titubeante—, yo, um... quería también preguntarle si querría ir a almorzar conmigo. Yo invito.

Levantó la mirada de los papeles que estaba ordenando, sorprendido al escucharla decir eso. Wheein tenía el rostro avergonzado, mirando el suelo y jugueteando con sus manos, y de manera inevitable, Seokjin miró hacia las fotos en su escritorio, sus ojos posándose en la del día de su boda con Taehyung. Su primera sensación fue la culpabilidad, el pensar que estaba traicionando a Tae... A pesar de que ellos, en realidad, no estaban juntos como tal.

Sí, vale, que él seguía enamorado de Tae y era evidente para todo el mundo, hasta para el mismo Taehyung. No era ningún secreto. Y, a pesar de todo lo que había ocurrido el último tiempo, que su omega le estuviera permitiendo el cortejarlo, que incluso le hubiera regalado una prenda para que se la llevara a Corea, eso no significaba que ellos tuvieran un futuro como tal. Después de todo, Seokjin recordaba muy bien lo que había pasado la noche de la cita que tuvieron, como el omega se había tensado bajo él entre esos besos que compartieron. Los últimos días había pensado mucho en dicha situación, en... en la posibilidad de que Tae jamás pudiera volver a entregarse a él de esa forma. Si Seokjin le provocó tanto daño que, para su completa angustia, lo rompió de manera irreparable. Taehyung se daría cuenta, por supuesto, y lo más probable es que en aquel instante sería el fin de todo.

—¿Kim-nim?

Parpadeó y salió de sus pensamientos. Wheein, frente a él, ahora le miraba directamente con claro gesto de preocupación, así que no le quedó más remedio que aclarar su garganta.

—Bien —terminó aceptando—, vamos a almorzar ya, de todas formas.

Una sonrisa pintó el rostro de la mujer por sus palabras y Jin trató de no darle muchas vueltas al asunto. Al fin y al cabo, podía ser simplemente una salida de amigos, ¿no es así? Wheein sabía que él estaba casado... Aunque también sabía que su esposo no se encontraba allí y que estaban en una especie de crisis.

De todas formas, ¿podía considerarse una traición? Después de todo, Taehyung también tuvo citas con otro alfa. Y no era un reproche, no lo pensaba como una forma de vengarse o pagarle con la misma moneda, sólo era un hecho. Tae salió con alguien más e incluso le admitió que se besaron, y el omega también le había dicho que si quería salir con otras personas, Jin podía hacerlo. En ese instante él lo había pensado como inconcebible, como algo que no pasaría jamás, y ahora... Ahora, ¿no sería bueno que él también intentara tener una cita con alguien?

Por supuesto, tenía la responsabilidad de decírselo a Taehyung, así como él hizo contándole sobre esa cita. Seokjin no quería tener ningún secreto con el omega, bajo ningún motivo.

La comida fue agradable y divertida. Wheein fue perdiendo la vergüenza poco a poco y Seokjin, educado y amable, le dio su espacio para expresarse. Él había notado que le costaba agarrar confianza y era algo recelosa en el trabajo, probablemente porque quería que la tomaran en serio y no la miraran en menos. Ella también le preguntó algunas cosas, aunque pareció evitar el tema de su esposo e hijos, y Seokjin tampoco los sacó a colación.

En general fue... una buena comida. Volvió al trabajo de mejor humor y se sumergió en sus asuntos una vez se sentó detrás de su escritorio. Fue bueno tener ese momento de despeje y, por encima de todo, tener a alguien con quien hablar, alguien que no fuera su padre o su psicóloga. Si bien tenía una buena relación con sus compañeros de trabajo y conversaba con ellos, no eran amigos como tal ya que él se encontraba en una posición superior, de jefe, además de que Jin siempre fue el bicho raro a donde quiera que fuera: primero por su actitud de defensa a los omegas, y luego porque él, simplemente, no se sentía cómodo con nadie. Él jamás sintió que encajó, excepto cuando conoció a Tae.

Ese día decidió terminar su jornada laboral a la hora y, mientras esperaba el ascensor, Wheein apareció con su abrigo y gorro encima de sus cabellos.

—La voy a dejar a su casa, señorita Jung —le ofreció Seokjin cuando subieron al elevador, y ella lo miró de reojo.

—Está bien, Kim-nim —agradeció ella con esa sonrisa dulce.

Qué extraño se sentía eso, pensó, el compartir tanto con un omega que no era Taehyung. No pudo evitar compararlos, y es que Wheein era... totalmente distinta: se notaba, a primera vista, cálida, amorosa y llena de energía; Taehyung, por el contrario, cuando lo vio... Apagado, avergonzado y con esa actitud ligeramente agresiva. No era un reproche, ni tampoco lo decía de manera despectiva, pues eso le había llamado la atención del omega en primer lugar. Sin embargo, le sorprendía las diferencias, y el como su alfa no había pasado por alto el aroma de Wheein.

Ella comenzó a platicarle enseguida y Seokjin sólo la escuchó atentamente, oyendo acerca de sus estudios en la universidad. Jin no habló demasiado, apenas intervino, pero Wheein no parecía acomplejada por eso, mucho más encantada de tener a alguien que la escuchara. Había notado que ella tampoco tenía demasiadas amistades y de que, además, tenía una relación tensa con sus padres.

—Me han estado preguntando las últimas semanas si ya algún alfa en el trabajo se ha interesado en mí —contó ella con aspecto triste—, dicen que ya quieren nietos, a pesar de que tienen dos gracias a mi hermana mayor.

—Los padres suelen ser duros —apoyó Seokjin al oírla decir eso—, suelen poner expectativas en nosotros... Sin darse cuenta de que nosotros tenemos nuestros propios sueños.

—¿Le ocurrió a usted también, Kim-nim? —preguntó ella.

—No, a mi esposo —dijo con calma—, su madre trató por todos los medios de inculcarle tradiciones con las que él no se sentía cómodo. Ahora ellos ya no se hablan.

Pensar en esa mujer le hizo sentir enojado y molesto, recordando todas las cosas horribles que le hizo Gahee a su hijo. Cosas que él, en su desesperado intento de que no le abandonara, avaló.

—Su esposo —murmuró Wheein—, ¿cómo... cómo le fue en su visita?

Le costó mucho hacer esa pregunta, Seokjin se dio cuenta. Desde que regresó que se había dado cuenta de la situación de Wheein respecto a dicho tema: ella no preguntó sobre su viaje, como si quisiera ignorar que él estuvo fuera poco más de dos semanas.

—Celebramos el cumpleaños de mis cachorros mayores —dijo con orgullo—, mis mellizos. Fue una fiesta bonita y ellos estaban felices. Es su último año antes de ir a la universidad.

—Oh... —una pequeña pausa—, ¿son sólo ellos dos o...?

—No, son cuatro cachorros que tengo —le respondió el alfa—. Jimin y Yoongi, los mellizos. Luego les sigue Jeongguk, el consentido de la familia. La última es Yeji, la única niña y la princesa.

—Cuatro —Wheein se veía francamente sorprendida por sus palabras—. ¿Tendría... tendría otro?

—No —Seokjin negó con la cabeza—, cuatro son suficientes para mí. No más hijos.

Él había pensado antes en cinco, en ese desesperado intento de que Taehyung se quedara con él. Impulsado por Gahee y sin razonar nada, le dijo a Tae sobre tener dos niños más, tratando de no sentirse culpable al notar la expresión de repudio y horror en el omega. Se había autoconvencido de que eso salvaría su matrimonio, que el omega no se atrevería a dejarlo si tenían dos niños más. Ahora, de sólo pensarlo, su estómago daba vueltas por el asco hacia sí mismo por el horrible hombre que fue, por lo que le hizo a Taehyung.

Sí, porque él tenía más que claro que, a pesar de que ellos amaran a Yeji, ella no tuvo que haber nacido. Taehyung no quería más cachorros después de Jeongguk, se lo dijo millones de veces de forma indirecta y directa, no obstante, él no lo había escuchado. Y, a pesar de eso, la tuvo cuando tuvo la opción de abortarla, la crio lo mejor que pudo y le daba todo el amor del mundo. Seokjin no podía más que admirar a Taehyung por su valentía, era lo menos que podía hacer luego de haberlo orillado a dicha situación.

—Oh —desilusión pintó el rostro de Wheein y Seokjin fingió no verla—, a mí... a mí me gustaría tener dos niños, más adelante, si es que conozco a alguien.

—Lo conocerás —le dijo Seokjin con voz suave—, sólo debes asegurarte de que sea un buen alfa y te respete por encima de todo.

Un asentimiento y Seokjin pensó en sus posibilidades. Se daba cuenta de que Wheein y él estaban en sintonías distintas, después de todo, no sólo por la edad (treinta años ella, treinta y ocho él), sino también por lo que buscaban. Sabía que, en caso de que las cosas con Taehyung no llegaran a funcionar, él seguía siendo joven para conocer a alguien más, formar otra familia... Pero se preguntaba si es que eso era lo que quería también. Incluso si Wheein llegara a ser esa opción, ¿era lo que él buscaba? Había pasado toda una vida amando a Tae, prácticamente más de veinte años, ¿esos sentimientos se iban a ir así como si nada?

No podía evitarlo y se sentía un poco desolado por ese pensamiento. Por lo mismo, cuando se detuvo fuera del hogar de Wheein, las palabras brotaron de su boca antes de pensarlo bien.

—¿Quieres ir a cenar este viernes?

Wheein lo miró con gesto de sorpresa, como si no se hubiera esperado dicha invitación. El alfa le devolvió la mirada, tratando de no verse ansioso o incluso de retroceder de sus palabras, aunque estuvo a punto de hacerlo cuando, pasados diez segundos, no obtuvo respuesta alguna.

—Sí, está bien —barboteó ella antes de que él pudiera arrepentirse—, me... me encantaría, Kim-nim.

Seokjin ya no podía echarse hacía atrás, se dio cuenta, y sólo asintió con la cabeza.

—Veamos la hora mañana —le dijo, porque en ese preciso instante necesitaba pensar. La omega se dio cuenta, así que se despidió y cerró la puerta, y Seokjin quedó solo.

¿Una cita? ¿Acababa de pedirle una cita a otra omega?

Una ola de culpabilidad lo sacudió, sin poder evitarlo, sólo pensando en Taehyung. Casi tuvo la tentación de volver donde Wheein y decirle que cancelaba todo, que lo pidió en un momento de debilidad, pero trató de razonarlo bien: Tae le había dicho... le dijo que podía tener citas con otros omegas. Que aceptaba su cortejo, sin embargo, también debía darse la oportunidad de enamorarse de alguien más.

La culpabilidad no disminuyó con ese pensamiento. Por lo mismo, una vez llegó a casa y mientras cenaba, le envió un mensaje a Taehyung.

Seokjin

¿Estás durmiendo?

Tae

No, ¿por qué?

Seokjin

¿Puedo hacerte una videollamada?

Taehyung contestó unos minutos después afirmativamente, así que le marcó casi de inmediato, tomando una respiración profunda. En la pantalla no tardó en aparecer Tae; no estaba en su casa, sino en el hogar de los Liu, en la cocina, tomando desayuno.

—Hey —saludó, sonriendo casi de inmediato al ver su expresión de sueño—, ¿recién despertando?

—Algo así —dijo Tae—, los niños se fueron hace poco al colegio y me vine a preparar un café antes de comenzar a trabajar. ¿Y tú? ¿Cenando todavía?

—Acabo de terminar —dijo Jin—, ya me voy a la cama.

—Que envidia —murmuró el omega.

Hablaron un poco de temas superficiales: cómo estaban los niños, si ya estaban en exámenes, si estaba empezando a hacer frío en cada país, cómo les iba en el trabajo...

Hasta que Seokjin ya no pudo ignorarlo más.

—Quería contarte algo —le dijo luego de agarrar valor.

—¿Sí?

Tomándose una pequeña pausa, Jin inhaló para no echarse hacia atrás. Taehyung fue sincero con él, así que él también tenía que serlo.

—Tendré una cita —habló pausadamente—, con Wheein, la omega de mi trabajo.

—Oh.

Si no lo conociera tan bien, Seokjin habría dicho que la noticia no afectó a Taehyung. Apenas hubo cambio en su rostro, con su expresión tranquila y poco alterada. Pero hubo señales, claro: los ojos estrechándose un poco, su labio superior levantándose apenas en un mohín, sus cejas arrugándose ligeramente.

—¿Te gusta mucho? —preguntó Tae, y su voz salió extraña.

—Es una omega bonita —aceptó, pero añadió casi de inmediato—, aunque tú siempre serás más bonito.

El rostro de Taehyung no se relajó, lo que no fue una sorpresa para Seokjin.

—Si tú lo dices... —murmuró Tae—, gracias por decirme, Seokjin. Si ella te gusta mucho...

—Taehyung.

—Es una gran oportunidad para ti —siguió hablando, como si él no hubiera dicho nada—, no deberías desperdiciarla.

—Bebé.

—Ya debo irme, tengo mucho trabajo —Taehyung ya no le estaba mirando directamente, sino a un punto detrás de él, como si así pudiera sostenerle la mirada—. Hablamos en otro momento, ¿bueno? Nos vemos.

Ni siquiera le dio el tiempo para responder, pues le cortó de golpe y sin esperar a que siquiera se despidiera. Seokjin se quedó contemplando el celular con gesto sorpresivo, demasiado atónito por la reacción. No pudo sentir alegría por los evidentes celos (sí, eran celos, obviamente), sino preocupación de que Tae hubiera malinterpretado todo. Él había querido contarle para hacérselo saber, sin embargo, ahora pensaba si fue lo mejor.

Por dios, qué complicado era todo. Seokjin ya ni siquiera sabía qué hacer.

Taehyung había estado los siguientes dos días durmiendo demasiado, demasiado mal. Si los cachorros lo notaron, no hicieron mención de ellos y Tae se los agradecía en el fondo, porque no tenía cabeza para lidiar con preguntas.

Para su fortuna, pudo ver a Suran el jueves. Su amiga estaría en Estados Unidos por dos días gracias a su trabajo, así que decidieron ir por un café para ponerse al día. Taehyung no tenía planeado contarle lo que le estaba pasando, sin embargo, Suran lo notó casi de inmediato.

—Te ves muy cansado —le dijo ella con amabilidad—. ¿Ha pasado algo, Taehyung?

—Sí —resopló Tae, tratando de no bostezar por el sueño que llevaba encima—, Seokjin...

—¿Problemas en el paraíso?

Él le había estado contando sobre lo ocurrido con Seokjin prácticamente desde el inicio. Taehyung le reprochó el que no le hubiera contado sobre la policía y la persecución que estaba haciendo con el alfa y ella, pero Suran sólo se encogió de hombros con gesto tranquilo.

—No quería torturarte con eso —le explicó ella con cariño—, ¿para qué contarte toda la situación? No te habría hecho bien pensar en lo que ocurría en Corea, no cuando estabas lidiando con la separación, tus cachorros, el embarazo...

Sí, claro. Era lo mejor si lo razonaba de esa manera, sin embargo, Taehyung igual sentía que era algo que merecía saber.

Como fuera. Tae le empezó a contar de la situación, queriendo saber su opinión. En especial su opinión respecto a lo que él estaba sintiendo.

En la última sesión con su psicólogo, luego de una larga charla e intercambio de ideas, pudo... pudo concluir una verdad que venía pensando desde hacía mucho, pero que había querido pasar por alto. Incluso darle vueltas ahora se le hacía extraño, como si estuviera mal, como si no tuviera que ser así. Él, a pesar de todo, seguía amando a Seokjin.

Sí, lo había dicho antes (Creo que también te amo, había susurrado Tae esa noche, mientras Seokjin lo abrazaba), pero era distinto pensarlo, decirlo en la oscuridad, a contárselo a alguien más. Decírselo a Charles se sintió... como si sus palabras fueran mucho más reales de lo que ya eran.

No era ese amor adolescente que sintió en primer lugar, aquel que le ponía las piernas temblorosas y su corazón se volvía loco en su pecho. Tampoco ese tipo de amor que era más costumbre y tranquilidad, el que muchas veces se mezclaba con la rutina. Era... era un nuevo tipo de amor, que él no terminaba de definir o entender, porque le era extraño, ajeno, raro. Se preguntó en mil ocasiones si así debía sentirse, incluso pensaba que todo era un error y esas emociones no eran... amor.

Lo había conversado con Charles largamente. El psicólogo lo escuchó divagar en silencio, tratando de razonar consigo mismo, de encontrarle sentido a todas sus emociones. Prácticamente, la sesión la habló Taehyung solo casi por completo.

—El amor es extraño —dijo Charles en medio de sus divagaciones—, y se siento distinto en las diversas etapas de nuestras vidas. A veces, el amor puede ser un huracán de emociones, y otras veces, puede ser... Sólo calma.

Calma. Quizás esa era la palabra que estaba buscando Taehyung. Amar a Seokjin, en ese preciso instante, era calma. Pero, ¿podía serlo cuando todavía no perdonaba? ¿El amor podía perdonarlo todo?

Si el amor es extraño —contestó Charles ante esa pregunta—, el perdón lo es aun más. Es un proceso personal que cada persona lleva a su propio ritmo, sin presiones... —una pausa pequeña—. ¿Si el amor perdona todo? Yo creo... Que puede hacerlo. Pero —añadió casi de inmediato—, eso no significa que el amor debe evitar las consecuencias de los actos.

Taehyung reflexionó aquella frase con profundidad. Las consecuencias de los actos: Tae conocía muy bien cuáles fueron dichas consecuencias ante todo lo que ocurrió. El matrimonio roto, el lazo destrozado, él huyendo con los cachorros... La espiral de depresión en la que se sumió Seokjin, el no conocer a su hija, la relación desgarrada con sus hijos.

Seokjin pudo haber evitado esas consecuencias. Pudo, simplemente, ir a la policía, denunciarlo, obligarlo a regresar. Por amor, habría dicho, justificando sus horribles actos en base al retorcido amor que sentía por él en esos años. Sí, pudo haberlo hecho... Sin embargo, por el contrario, asumió las consecuencias de sus actos en silencio, reconociendo sus errores y pecados, pidiéndole perdón cuando pudo hacerlo.

Había querido hablar de eso con Seokjin, pensaba hacerlo cuando lo viera otra vez, probablemente en enero, ya que coincidiría con su celo. No obstante, las noticias que él le dio unos días atrás, provocó un golpe en su omega: Seokjin tendría una cita con una omega.

Se preguntó si así se habría sentido el alfa el día que le habló de su cita, lo que sólo le hizo darse cuenta de que estaba siendo un hipócrita al sentirse celoso. Si Seokjin aceptó su cita con Jongin (a quien incluso besó), Taehyung tenía que actuar igual y no intervenir en los sentimientos del alfa. Seokjin también tenía derecho a rehacer su vida con quien quisiera, incluso si no era Taehyung quien estaba a su lado.

Sin poder aguantarlo más, le contó a grandes rasgos lo que estaba ocurriendo a Suran. Su amiga lo escuchó en silencio, atenta y sin intervenir demasiado, y una vez acabó, bebió de su té.

Qué difícil —comentó Suran con calma—, pero tienes razón en que Seokjin puede salir con otro omega, así como hiciste tú.

Claro —Taehyung hizo un mohín con su boca—, aunque, ¿puedo decirlo?

—Por supuesto.

No sabes las ganas que tengo de viajar a Corea y agarrar a esa omega de las greñas para arrastrarla por el suelo.

Suran se carcajeó con ganas y Taehyung, contra su voluntad, sonrió sin poder evitarlo. Decirlo en voz alta le sirvió para relajarse, a pesar de que había mucha verdad en sus palabras.

No te conocía como un omega celoso —dijo Suran entre risas.

Lo soy —aceptó Taehyung—, antes detestaba que miraran mucho a Seokjin. Como sabía que algunos omegas le miraban, siempre iba de la mano con él y emitía esas feromonas posesivas...

El recuerdo hizo que su sonrisa se agrandara. No podía evitarlo y es que pensar en su juventud, cuando recién estaba saliendo con el alfa, provocaba que su corazón se apretara en melancolía y cariño.

De cualquier forma —logró hablar Suran una vez se calmó—, está bien si te sientes así, Tae. No puedes evitar los celos, pero como tú has dicho... Jin está en su derecho. En especial cuando tú también tuviste citas.

—Lo sé —aceptó Taehyung—, supongo que fue un golpe de realidad para mí también. Con la situación este último año, me acostumbré a que las atenciones, el amor de Seokjin, fueran sólo para mí. Lo di por hecho y no asumí que, quizás, también quiera rehacer su vida no conmigo.

—¿Puedes imaginarlo? —Suran hizo un gesto sorprendido—. Que, al final, él sea quien decida cortar ese lazo contigo.

Su primera reacción habría sido reírse por esas palabras, no obstante, lo pensó dos veces de forma inmediata, y no le encontró nada de gracioso a lo que dijo. Por el contrario: hubo preocupación que trató de no demostrar, porque, otra vez, él había dado por hecho...

Qué estúpido, se dio cuenta, dar por hecho sentimientos y emociones. Taehyung no quería ser ese tipo de persona, que asumía el actuar del resto para su propio beneficio, y aquella nueva perspectiva le hizo suspirar con algo de pena. De pronto, sus celos se desinflaron y la resignación le inundó, tratándose como un imbécil por su reacción. Había actuado realmente muy mal.

Suran pareció notar su expresión, por lo que decidió cambiar de tema y Tae se lo agradeció en silencio. Estuvieron juntos el resto de la tarde y, para el anochecer, estaba volviendo a casa con sus manos metidas en los bolsillos de su abrigo. El otoño había llegado con un frío calador y Taehyung realmente no soportaba la sensación de temblor en su cuerpo, por lo que suspiró con alivio una vez entró a su hogar y vio que tenían la calefacción encendida. Yeji se encontraba jugando con Hope en la alfombra, con el gatito ya de un porte mediano, aunque no quitaba que siguiera siendo un bebé. Siempre estaba detrás de Yeji.

—¡Hola, mamá! —gritó Jeongguk—. ¿Cómo te fue con Suran? ¿Me trajiste algo?

Taehyung rodó los ojos, pasando a la cocina sólo para ver a Yoongi cocinando la cena. Le dio un beso en la mejilla y fue a ver a Jimin, que hacía su tarea.

—Papá llamó recién —dijo Jim, un comentario al aire que no pretendía ser malicioso, pero provocó un vuelco en el estómago de Taehyung—, se notaba un poco triste y me ha dicho que es porque el abuelo está enfermo.

—Mmm —Taehyung se hizo el desentendido—, ¿por qué no hablas con el abuelo? Estoy seguro de que se mejorará sólo con verte.

Jimin asintió, no del todo convencido, pero para su fortuna no dijo nada más, volviendo a sus tareas. Taehyung no quería pensar en lo que le dijo su hijo, pues trataría de encontrarle alguna explicación y él no quería lidiar con nuevas ilusiones. No todavía. O, peor, lidiar con la desilusión. Si era sincero, se sentía un poco irritado de que las emociones de amor volvieran a inundarle, como si lo estuviera recién experimentando.

Aunque era más frustrante sentir ganas de llamar a Seokjin, como si así pudiera remarcar un territorio que, quizás, ya no le pertenecía. Santo dios, realmente estaba actuando como un idiota. Taehyung sólo quería morirse en ese preciso instante.

Tal vez lo haría. Se acostaría, haría bolita en su cama y lloraría por sentirse así, como si fuera un idiota. Maldito fuera Kim Seokjin y lo que le estaba provocando.

*************************

El viernes, a las siete de la tarde, Seokjin se preguntaba si es que había perdido la cabeza. Mientras miraba su reflejo en el espejo, vistiendo una camisa con unos pantalones oscuros, no pudo evitar pensar en el sentido de lo que estaba haciendo.

Mil veces había pensado en cancelar esa cita, aludiendo a que no se sentía del todo correcto y le provocaba gran culpabilidad, pero ¿era así en el fondo? se preguntaba... ¿No sería bueno darse esa oportunidad, a ver todo desde otra perspectiva? Es decir, claro, él amaba a Taehyung. Él nunca dejó de amarlo. Sin embargo, si es que al final... Si Taehyung decidía que no quería estar más con él, Seokjin pensaba si es que él le daría una oportunidad más al amor, incluso si ese amor no era Tae. No de forma inmediata, claro, pero sí en un tiempo.

Bueno, era lo que pensaba y servía para aplacar sus sentimientos revoltosos, no obstante, no dejó de preguntarse mil veces si hacía bien, incluso cuando se detuvo fuera del hogar de Wheein, avisándole que ya la estaba esperando.

Ella le envió un mensaje diciéndole que iba enseguida y Seokjin tomó aire profundamente. Se dijo que, quizás, sólo estaba exagerando sus pensamientos, que era una simple salida y nada más. Vio a Wheein aparecer y se bajó para abrirle la puerta del auto, y de pronto, vio a través del movimiento de la cortina, que alguien le estaba mirando por la ventana del hogar de los Jung. No le costó demasiado imaginar que debía ser su madre.

Fingió no darse cuenta, a pesar de que sintió sus mejillas calientes. Lo peor fue que, cuando Wheein se le acercó, su rostro estaba mortificado.

—Kim-nim —murmuró, avergonzada—, por favor, vayámonos pronto, mi mamá casi quiere invitarlo a beber algo...

No fue necesario que se lo dijera dos veces, así que Seokjin cerró una vez ella se sentó en el asiento del copiloto y se apresuró en subir. No quería imaginarlo así, no obstante, mientras se alejaban, casi podía sentir los ojos de la omega en ellos.

—Hice una reserva —comenzó a platicar Seokjin con tono pausado—, en un restaurante de comida japonesa, ¿te gusta?

—Oh, sí —dijo Wheein, ahora más relajada—, muchas gracias, Kim-nim...

—Seokjin —corrigió el alfa, mirando al frente—, puedes llamarme por mi nombre ahora, Wheein. No me siento cómodo que me trates con tanta formalidad ahora.

No vio la expresión de Wheein, no obstante, a sus palabras le siguió un silencio ensordecedor, como si hubiera hecho una peligrosa declaración, algo que ella trataba de procesar bien. Y, de pronto, sintió el aroma a feromonas inundándolo: Wheein tenía un aroma frutal, como uvas y duraznos, que podía considerarse un poco embriagador.

—Seokjin —repitió Wheein, como si saboreara la palabra, y Jin sintió un escalofrío extraño—. Es extraño.

—Me imagino que sí —Seokjin bajó un poco la ventana, como si así pudiera despejarse—, ¿tus padres te han pedido llegar temprano?

Ella negó antes de ponerse a platicar de otras cosas, preguntándole sobre su infancia y el trabajo en general, con Seokjin también consultándole sobre su vida privada. No tardaron en llegar al restaurante, entrando al lugar y yendo a la mesa reservada, y Seokjin trató de no mirar a la omega cuando se quitó el abrigo y se dio cuenta del vestido que llevaba. Era un poco escotado, mostrando su cuello sin marca alguna, y llegaba hasta más debajo de los muslos, de un bonito color rosado.

—Te ves muy guapa —le dijo con una sonrisa educada.

Wheein llevó sus cabellos detrás de su oreja, sonriendo de lado.

Ella fue la que habló mayormente en lo que pidieron y esperaban la comida. Fue ameno y tranquilo, y Seokjin llegó incluso a olvidarse de la pelea interna que tuvo los últimos días, sorprendiéndose a mí mismo cuando, por momento, se reía de las historias que Wheein le contaba. Al menos, hasta que más tarde estaban tomando un café y comiendo postre.

—¿Puedo hacerte una pregunta indiscreta? —preguntó Wheein, con las mejillas ligeramente coloradas gracias al alcohol.

—Supongo —dijo Seokjin con tranquilidad.

—¿Usted... Tú... Sigues en una crisis matrimonial con tu omega?

Seokjin bajó su té, mirando a los ojos a Wheein, que le devolvía la mirada con gesto intranquilo y dudoso.

—Las crisis matrimoniales no son fáciles de resolver —dijo Seokjin a modo de respuesta.

—Sí, pero... —más duda, hasta que la vio tomar aire, como si así agarrara valor—, yo he... he preguntado en el trabajo, Kim... Seokjin —corrigió—, y su omega se fue hace ya tres años, entonces...

Se fue. Que extraña elección de palabras, y también que acierto, a pesar de que ella no supiera toda la historia real.

—¿Entonces...? —preguntó Seokjin con calma.

—Yo sólo... Pienso... ¿No sería mejor divorciarse, Seokjin? ¿Buscar otro omega que cumpla sus necesidades?

Si antes acertó con sus palabras, Seokjin pensó que ahora falló catastróficamente, pero ¿podía culparla? Al fin y al cabo, allí siempre enseñaban que el omega debía suplir todo lo que su alfa requiriera: apoyo infinito, sexo satisfactorio, cachorros que fueran alfas... Incluso Taehyung, cuando estaban juntos, cedía la mayoría de las veces con facilidad, sin protestar, sin juzgarlo. Era lo que se esperaba de ellos. Y puede que Seokjin, si hubiera sido el alfa de años atrás, habría aceptado dichas palabras sin culpa alguna, con una sensación de satisfacción por la posición de poder en la que se encontraba.

Pero ahora, las palabras sólo le provocaron una sensación de disgusto y angustia. No sólo por el mensaje implícito en sus palabras, sino por el uso de la palabra divorcio. Él todavía recordaba muy bien el dolor que le provocó haberle dicho a Tae que podían divorciarse, que él le concedería eso si el omega así lo quería.

Claro, Wheein puede que no supiera lo que implicaba esa palabra, además de que Seokjin también no estaba actuando del todo bien porque, de alguna forma, también le estaba enviando señales que no correspondían.

—Wheein —habló, dejando su taza de té con más tranquilidad ahora—, no estuvo bien invitarte a cenar, no fue del todo correcto.

—¿Kim-nim? —sus palabras parecieron descolocarla tanto que perdió enseguida la confianza de llamarlo por su nombre.

—Sí, Taehyung y yo estuvimos en una gran crisis —admitió, y decidió llamar al omega por su nombre, para así recalcar su importancia—, también estuvimos a punto de divorciarnos. Pero de a poco nos hemos reencontrado y estamos en un punto extraño en el que el divorcio ya no se encuentra en nuestros planes —una pausa pequeña—. Por encima de todo... Yo amo mucho a Taehyung y no pretendo reemplazarlo o cambiarlo por nadie más.

Silencio. Los ojos de Wheein se volvieron desoladores, con aquella expresión como si le estuvieran rompiendo el corazón, y Seokjin se sintió ligeramente culpable, a sabiendas de que, de alguna forma, era su culpa. Pero ahora, luego de haberlo pensado tanto en la semana, de todas las vueltas que le dio al asunto... Fue como tener una epifanía, con un rayo de luz iluminando su cabeza.

—Pero... Seokjin...

—Además —añadió con más firmeza—, tú no debes satisfacer nunca las necesidades de otro alfa, Wheein. Debes encontrar una pareja que te ame por quien eres, y no alguien con quien debes cumplir un tonto estándar que la sociedad impuso.

Más dolor en los ojos de Wheein, con su labio temblando, como si estuviera a punto de llorar. Discretamente Seokjin le pasó un pañuelo que llevaba en su bolsillo, y por un momento breve creyó que ella se lo rechazaría, aunque luego de un momento de duda, lo aceptó.

—Su omega es muy afortunado —susurró ella con la voz rota.

—No —Seokjin negó con la cabeza—, yo lo soy.

Sí, porque él nunca iba a merecerse a Taehyung, no luego de todo lo que le hizo. Sin embargo, daría sus últimas fuerzas en hacerlo feliz, aunque sea un poco feliz, siempre y cuando él lo aceptara de vuelta.

Seokjin pidió la cuenta y se ofreció a llevar a Wheein a casa, no obstante, ella se negó. Mientras esperaban el taxi, Seokjin la miró de reojo.

—Pronto van a trasladarme —le dijo, y ella no lo observó—, me mudaré a Washington, así que no tendrás que preocuparte por seguir viéndome, Wheein.

—Habría deseado que me dieras al menos una oportunidad —dijo ella.

Podría haberlo intentado, claro. Estaba seguro de que, en el hipotético caso de haber aceptado sus intenciones, Wheein habría dado todo de sí por hacerlo feliz. Sólo había un problema: él no sabía si sería feliz con ella, no cuando no la quería de esa forma.

—No habría sido justo para ti —le dijo Seokjin con una sonrisa triste—, te mereces algo mejor que migajas, Wheein.

Ella no respondió y Seokjin sólo la vio partir una vez subió al taxi, sin despedirse de él.

El regreso a casa se sintió agotador, con un silencio algo pesado y triste. Estaba pensando en ir directo a la cama, pero mientras se ponía el pijama, tuvo una idea y decidió arriesgarse.

Seokjin

Hola, ¿cómo estás?

¿Puedo llamarte?

Tae

Estoy trabajando.

Te marco.

Él sólo pensaba llamarlo, por lo que se sorprendió cuando recibió una videollamada como tal. Contestó, viendo el rostro de Taehyung con aspecto pálido y ojeras en el rostro. Pensó enseguida que estaba enfermo.

—¿Te ha pegado duro el otoño? —dijo a modo de saludo.

—¿Qué tontería dices? —bufó Tae, rodando los ojos—. No dormí bien anoche, es sólo eso.

Seokjin soltó una carcajada sin poder evitarlo, con sus hombros destensándose y su alfa revolviéndose en felicidad.

—¿Quieres hablar con Yeji? —preguntó Tae con cuidado.

—Después —le dijo Seokjin—, ahora sólo quería hablar contigo.

—¿Conmigo? —Taehyung enarcó una ceja—. ¿Y qué quieres hablar conmigo?

—Nada —admitió, y Tae frunció el ceño en confusión—, la verdad... Lo único que quiero es verte, Taehyung.

Más confusión en la mirada del omega, aunque Seokjin apreció el ligero rubor en sus mejillas. Sí, él no se sentía para nada merecedor de Taehyung, pero... ¿podía, en ese momento, no importarle? No lo merecía y, sin embargo, lo quería también.

—Qué extraño estás —dijo Taehyung—, diciendo tonterías... A tu cita deberías decírselas.

—Taehyung...

—Seokjin —Tae le interrumpió, y el alfa calló—, perdón. Es que no puedo evitarlo, he pensado... —Taehyung desvió los ojos antes de volver a ponerlos en él—. Tú sabes que soy celoso contigo, pero he tratado de controlarlo, porque tú también tienes derecho a salir con alguien más. Si te gusta alguien más...

—No me gusta nadie más que tú —exclamó Seokjin, y ahora Tae cerró la boca—. Hoy tuve la cita que te dije, pero bebé, no ha pasado nadie más porque sólo te amo a ti. Tú eres mi omega, mi esposo, y no quiero a nadie más. Incluso si tú no me quieres, yo no dejaré de amarte, Taehyung.

La expresión de Taehyung era desprevenida, como si no hubiera esperado esas palabras. Seokjin tenía una sonrisa ligera en la cara, y es que podía evitar que apareciera cada vez que le decía a Tae lo que le decía.

—Eres un idiota —dijo Tae finalmente, y Seokjin se rió.

—Puede ser, pero...

—Y yo también debo serlo —dijo Taehyung—, porque todavía te amo, Seokjin.

Ahora el que quedó sorprendido fue el alfa, tan fuera de sí por lo que acababa de escuchar. Su corazón comenzó a latir de manera acelerada, el calor golpeó su rostro y abrió su boca, como si quisiera decir algo, pero al final nada salió de su boca.

—¿Taehyung...? —barboteó, y es qué lo había escuchado murmurar algo parecido cuando lo fue a ver la última vez, esa noche en que se besaron con tanta pasión y luego durmieron abrazados. Pero Seokjin creyó... No había estado seguro...

—Todavía te amo —repitió Taehyung, como si saboreara la palabra—, y acepto tu cortejo, Jinnie. Y quiero que sigamos yendo lento, pero tampoco quiero negar mis sentimientos —a pesar de que estuviera a través de una pantalla, Jin sentía como si lo estuviera mirando directamente—. Aun no... no he logrado perdonarte, Seokjin. Es extraño y me cuesta comprenderlo todo lo que me está pasando, y si tú quieres intentarlo aún... aún con lo que te estoy diciendo...

—Taehyung —Seokjin jadeó, como si soltara el aire de golpe—, Taehyung, todo lo que tú quieras darme, yo lo aceptaré. Todos tus deseos los seguiré al pie de la letra.

—¿Por qué dices tantas... tantas cosas así? —la voz de Tae tembló—. Darme este poder... Ni siquiera cuando nos casamos...

—Ya no soy ese alfa, Tae —dijo Seokjin con tono suave—, y no quiero serlo nunca más. Quiero ser el alfa que necesites, amor.

Entonces, Taehyung, ya sin poder evitarlo, sonrió. Esa adorable, hermosa y tierna sonrisa de gomita, mostrando sus encías, sus ojos curvándose. Seokjin sólo pensaba...

—Eres hermoso —dijo sin poder evitarlo—, el omega más hermoso del mundo, mi amor.

—Seokjin —Taehyung cubrió su rostro con su mano libre—, basta...

—¿No quieres que te lo diga?

Silencio. Taehyung tomó aire.

—Idiota.

—Por ti, siempre.

Una risa ahogada. Seokjin sólo lo miraba, admirándolo, embobado, absolutamente enamorado.

—¿Quieres pasar navidad y año nuevo con nosotros? —ofreció Tae, y Seokjin sólo lo amaba más y más, con el corazón henchido de tanto amor por Taehyung que, sabía, jamás iba a acabarse. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top