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En el momento en que sintió los primeros rastros de celo aparecer en su cuerpo, se preguntó si es que su omega había decidido joderlo desde el regreso de Seokjin.

Taehyung suspiró, encogiéndose en la cama y acurrucándose con las mantas, cerrando sus ojos y apretándolos con fuerza ante el nuevo calambre en su vientre. Horas atrás Jin le había avisado que ya iba a tomar el avión para viajar y, al despertar de su siesta, sintió el inicio del celo.

Había planificado ir a buscarlo al aeropuerto con los cachorros ya que, según lo conversado, iba a llegar a las nueve y media de la noche. Sin embargo, considerando cómo estaba la situación, al parecer, iban a tener que ir los niños solos.

Yeji estaba a un lado de la cama, en el suelo, jugando con su set de salón de té que seokjin le regaló en su cumpleaños. Estaba rodeada de sus peluches favoritos y del gatito Hope, que los últimos meses había crecido a un tamaño más mediano. Yeji fingía que Hope podía beber té también, a pesar de que el gatito parecía realmente desconcertado.

-¿Quieres quedarte con papá unos días? -le murmuró Tae en un suspiro algo adolorido.

-¡Sí! afirmó la pequeña con entusiasmo-. ¿Nanos igual? -preguntó con curiosidad.

-Mmm... Quizás Jimin y Jeongguk van a querer- Tae estiró su mano para acariciarle los cabellos a la niña, que se rió-, Yoongi de seguro no.

-Uuuum-no parecía satisfecha con la última parte, pero al final, sólo asintió con la cabeza.

Sus hijos no tardaron el aparecer media hora después ya que habían terminado la jornada escolar del día. Yoongi fue el primero en aparecer en el cuarto, yendo a sentarse al borde de la cama y soltando, de inmediato, sus feromonas alfas.

-¿Celo, mamá? -preguntó el alfa.

-Sí-volvió a suspirar Taehyung al sentir el aroma cítrico de su hijo mayor,- ¿cómo estuvo hoy el colegio?

Yoongi comenzó a platicarle lo que habían hecho y poco después aparecieron Jimin y Jeongguk, que se echaron a un lado suyo para conversarle como estaba haciendo el alfa. Incluso subieron a Yeji a la cama, que se acurrucó en los brazos de Tae.

-Así que Jackson quiere conocer mejor a papá -terminó diciendo Jeongguk con entusiasmo-. ¿Crees que pedirá mi mano en matrimonio?

Mientras Jimin rodaba los ojos ante la pregunta, Yoongi se atragantó con su saliva y Taehyung soltó una risa ronca.

-¡Claro que no! -dijo Yoongi con enojo-. Además, ¡todavía no acepto yo a Jackson! Si quiere algo serio contigo, debe pedir permiso a mí, ¡a nadie más! -Tae se aclaró la garganta -. ¡A mí y a mamá, a nadie más! -corrigió.

Imitando a su hermano mayor, Jeongguk también rodó los ojos en lo que soltaba un bufido. Eso, por supuesto, indignó más a Yoongi, que comenzó a rabiar como si fuera un niño pequeño.

-No puedo acompañarlos a buscar a su padre -les dijo una hora más tarde, mientras cenaban en su cama-, sí quieren, pueden ir solos.

Yoongi no dijo nada y sólo puso una cara de hastío, sin hacer comentario alguno. Taehyung, como ya se había acostumbrado, no le llamó la atención ni trató de hacerlo cambiar de opinión, pues al fin y al cabo, las emociones de su hijo mayor eran válidas y estaba aprendiendo a gestionarlas. En las últimas sesiones con el psicólogo, Tae se encontraba soltando de a poco esa constante necesidad de estar sobre sus hijos en todo momento, de culparse por lo que hacían o no hacían, de creer que sus hijos eran así por cómo los crio él. Evidentemente, aquello influenciaba en ellos, pero al final Charles tenía razón con lo que le había dicho en la última sesión: sus cachorros eran personas apartes a él, con sus propias ideas, sueños y características, y por lo mismo, sus propias personalidades.

Así que él había visto grandes avances no sólo consigo mismo, sino también con Yoongi. Los últimos meses ya no estaba tan cargado con aquella ira y rabia que tanto miedo le daba; es decir, seguía sin estar muy de acuerdo con la presencia constante de Seokjin, pero no se la pasaba enojado con sus hermanos ni lanzando sus comentarios ácidos. Ya se comportaba más como un hermano con ellos, y no como su padre. El más grande avance fue el haber no dicho nada cuando, un mes atrás, Jeongguk le pidió permiso a Tae si podía salir con Jackson al cine... Sólo ellos dos. Taehyung dijo que sí, y Yoongi parecía a punto de saltar y negarse a eso, pero al final, se quedó en silencio. Tae decidió ayudarlo un poco a calmar su ansiedad.

-Debes estar aquí a las nueve de la noche a más tardar- le dijo a Jeongguk-, y Yoon te irá a dejar y a buscar al paradero de autobús, así que debes estarte comunicando con él, ¿bueno?

Jeongguk aceptó y Yoongi ya se veía más tranquilo con las reglas puestas.

De aquella cita Jeongguk volvió con una gran sonrisa en su rostro, diciendo que Jackson le había pedido ser novios de manera oficial y él había aceptado. Yoongi comenzó a reclamar enseguida sobre que nadie le había pedido permiso, pero fue ignorado por su hermanito menor.

-Yo iré con Jeongguk- dijo Jimin y Jeongguk asintió en señal de apoyo.

-Bien -Tae cerró sus ojos-, si quieren pasar el fin de semana con él, pueden ir. Yeji les acompañará.

-¡Sip, sip! - dijo la niña en sus brazos-. I miss papá!

Una pequeña pausa en la que las feromonas de Yoongi lo envolvieron para hacerlo dormir. Cada celo es más y más soporífero, pensó Tae.

-¿Ya han pensado que harán para su cumpleaños?-preguntó Taehyung al final, sabiendo que ya estaban en la fecha límite y era algo que estaba sacando un roce en los mellizos.

Jimin y Yoongi compartieron una mirada tensa.

-No-dijeron al mismo tiempo.

El cumpleaños de ambos caía el miércoles trece de octubre, en dos semanas más, y para celebrarlo harían una pequeña fiesta el sábado nueve. Sin embargo, los problemas habían comenzado cuando Taehyung preguntó sobre los invitados.

-Yo quiero invitar a papá- dijo Jimin luego de unos minutos en que habían dicho algunos nombres de compañeros y amigos.

-No-replicó Yoongi-, yo no lo quiero.

-Pero...

-Que te lleve a cenar y listo, ¿para qué lo quieres en la fiesta?

-¡Porque es mi fiesta también y lo quiero ahí!

Se pusieron a discutir y Tae no sabía cómo intervenir en esa situación. Él había tenido la esperanza de que el cumpleaños de ambos no fuera un punto de conflicto, aunque si era sincero consigo mismo, tenía claro que había una gran posibilidad de que los dos tuvieran algún conflicto. Incluso Jeongguk no dijo algo mientras ambos discutían y era una fortuna que ahora sus habitaciones estuvieran separadas, pues los dos se enfadaron y fueron a dormirse rabiando.

Lo peor es que Tae los entendía a los dos, ¿cómo no hacerlo? Taehyung respetaba sus procesos personales, sus emociones, sus sentimientos hacia su padre, y no quería forzarlos a sentir otra cosa. Cada uno debía encontrarle sentido a lo que ellos pasaban y debían aprender a gestionarlo por sí mismos. No obstante, si no intervenía, la situación podía escalar a mayores: ¿por quién debía inclinarse? ¿Con cuál de ellos debía conversar para que cediera? ¿Cómo hablar el tema sin parecer que estaba haciendo menos los sentimientos de uno?

-Necesito que lo conversen bien- dijo Tae al ver que seguían mirándose con tensión-, y que lo conversen, ¿está claro? No que se griten y se digan cosas hirientes. Ya casi tienen diecinueve años.

-Sí, mamá... dijeron los dos en un murmullo bajo.

-Ahora, ¿quién preparará la cena?

Le tocaba a Yoongi, así que luego de soltar nuevas feromonas alrededor de Tae, se puso de pie para ir a la cocina y ponerse a cocinar con ayuda de Jeongguk. El omega mayor lo aprovechó para hacerle un gesto a Jimin y abrazarlo.

-No le busques la pelea a Yoongi-le dijo en voz baja para que los otros cachorros no escucharan -, sabes que él ya está haciendo un gran esfuerzo en tolerar más la presencia de su padre.

-Lo sé, mamá- aceptó Jimin, y se veía muy triste-, pero es que... es que han sido tres cumpleaños sin papá, entonces...

Le acarició los cabellos en un gesto dulce, tratando de no recordar ese primer cumpleaños que pasaron allá en Estados Unidos, un mes y medio desde que llegaron. Sus cachorros se esforzaron en aparentar que todo estaba bien, no querían estresarlo más de la cuenta, pero Taehyung los conocía demasiado bien como saber qué la estaban pasando muy mal. Como no tenía demasiado dinero compró un pastel pequeño en el supermercado y, cuando los mellizos soplaron la vela, Jimin se puso a llorar. Yoongi tenía una expresión de piedra, demasiado dura para su edad, y dijo que iba al baño mientras Taehyung abrazaba a Jimin para consolarlo. Jeongguk también tenía los ojos llorosos, aunque parecía estarse conteniendo para no derramar lágrima alguna.

El segundo y tercer cumpleaños fue mejor, mucho mejor, en todos los sentidos, pero eso no quitaba que Jimin seguía pareciendo afligido. Tae sabía que Jimin trataba de no demostrarlo, de fingir que no era así, no obstante, de los tres, era el que más echaba de menos a su papá. Taehyung realmente estuvo muy feliz y aliviado de que su hijo hubiera aceptado irse con él, aunque eso no quitaba la realidad: Jimin era el que tenía una mejor relación con su padre y a quién más le costó asumir la separación.

-Podríamos ir a cenar juntos -sugirió Tae finalmente-, con Jeongguk y Yeji, al lugar que tú quieras.

Jimin no dijo algo enseguida, dejando que le siguiera acariciando los cabellos. Taehyung temía que esas palabras se las tomara a mal, que hubiera decidido él estaba privilegiando los sentimientos de Yoongi en lugar de los suyos.

-Podría ser... concedió al final. Se oía deprimido, pero al menos, aceptó sus palabras sin enfadarse.

-Sólo no quiero que tú y Yoongi discutan y el cumpleaños la pasen mal-añadió, dándole un beso en la nuca.

-No te preocupes -Jimin suspiró-, no lo arruinaremos, mamá.

Taehyung realmente esperaba que no fuera así. Lo que menos quería era que una fecha tan importante se viera empañada por una pelea entre sus hijos.

La comida estuvo lista una hora después y cenaron juntos. Alrededor de las ocho y media, Jeongguk y Jimin salieron para tomar el metro que les llevara al aeropuerto, diciendo que volverían a buscar sus cosas y las de Yeji luego, con papá. Yoongi encendió la televisión una vez sus hermanos se marcharon, acostado en la cama junto a Tae, que se había puesto a dormitar gracias a las feromonas a su alrededor.

Se despertó dos horas después, cuando sus hijos regresaron a buscar sus cosas y a hacer la mochilita de Yeji.

-¿Cómo está papá? -preguntó medio dormido.

-Bien, mamá, sólo cansado por el viaje -dijo Jimin, guardando ropa en la mochila de Yeji.

Tae se hizo más bolita en la cama ante el nuevo calambre. Su omega se revolvió al notar la cercanía. su lazo latiendo y llamando por por el alfa; incluso su marca ardió en clara señal de reclamo. Se había percatado de eso en sus últimos celos: lo difícil que se estaba volviendo el no ir en busca de Seokjin para abrazarlo, inundarlo en su aroma, besarlo, pedirle que lo dejara marcado en sus feromonas. Él no sentía ese deseo desesperado por tener sexo con Jin, lo único que quería era ser consentido, mimado y atendido por el alfa, dormir abrazado a él, dejarse arrastrar por el alfa.

Apretó sus dientes y mandíbula hasta el punto de que dolió hacerlo, pero era mejor que sentirse desesperado por el alfa. Yoongi pareció darse cuenta de algo, pues le miró con gesto confundido, probablemente sin entenderlo bien.

De pronto, sintió una corriente de calma y supo enseguida qué había pasado: era Seokjin enviando tranquilidad a través del lazo. Se acurrucó un poco más, sintiendo sus mejillas repentinamente calientes.

Para su fortuna, los niños no tardaron en marcharse luego de darle un beso de despedida, y poco a poco, la sensación fue disminuyendo un poco. No desapareció por completo, pero aminoró lo suficiente para no volverlo loco.

-Yoongi -murmuró al rato, que le miró con inquisición-, sobre el cumpleaños...

-Oh, no, mamá- barboteó el alfa con gesto sufrido-, no hablemos sobre eso, no quiero enfadarme.

-Vamos a hablarlo- le miró con advertencia-, lo hablé también con tu hermano, así que te toca a ti también.

Yoongi puso mala cara y gesto de disgusto, como si no estuviera de acuerdo con sus palabras, aunque para su fortuna, decidió no seguir negándose.

-Sé que no has perdonado a tu padre y puede que nunca lo perdones- le dijo, tratando de hilar las ideas bien a pesar del celo-, y eso está bien, lo acepto. No voy a obligarte a que incluso le hables, Yoon, porque eso debe nacer de ti, de nadie más.

-Entonces también debe nacer de mí si lo quiero o no en mi cumpleaños -replicó con dureza en su voz-, y no lo quiero, es así de sencillo.

-Sabes que no es así de sencillo - Tae entornó los ojos-, no cuando, lo quieras o no, es una fiesta que compartes con tu hermano.

-Sí, pero ya he cedido muchas cosas por él y ustedes- insistió-, sabes que lo he hecho, mamá, ¿por qué ustedes no pueden ceder por mí esta vez?

Taehyung le iba a decir que no era así, sin embargo, luego de pensarlo bien, decidió no hacerlo. En parte, Yoongi tenía razón: el viaje a Los Ángeles, por ejemplo, el hecho de que Seokjin fuera con ellos a la playa, a Disney y a otros lugares. Casi fueron unas vacaciones familiares, y Yoongi lo aceptó sin protestar demasiado.

-Sólo quiero que lo pienses bien y lo hables sin pelear con Jimin-dijo en cambio, tratando de no verse severo-, ¿puedes hacerlo?

Alivio se vio reflejado en el rostro de Yoon, de seguro sintiéndose así por no estar siendo presionado por su mamá. Tae sabía que, si presionaba lo suficiente, al final Yoongi iba a ceder y a aceptarlo, y aquella idea no le hizo sentir muy bien.

-Claro, mamá -dijo.

-Bien-se arrebujó más en las mantas. Perdón, Yoongi, no quiero que parezca que tus sentimientos no me importan añadió con algo de pena.

Ahora el alivio se transformó en sorpresa.

-Oh, mamá, no te preocupes- se apresuró en decir su hijo mayor-, no es así, de verdad. Sé que no quieres hacernos daño o hacernos sentir mal.

-Bien... una pequeña pausa-, ven aquí, dame un abrazo, cachorrito.

Yoongi sonrió ahora por sus palabras, obedeciendo y abrazándolo con fuerza. Tae cerró sus ojos, deseando que sus hijos fueran felices, realmente felices, con cada decisión que ellos tomaran.

*********

-¿Cuál es mi regalo? ¿Cuál es mi regalo?
-preguntó Jeongguk una vez llegaron al departamento donde Seokjin iba a quedarse, entusiasta y feliz.

-¡Oye, deja a papá en paz! -reclamó Jimin-. Recién llegó y tú molestándolo con tus tonterías.

Jeongguk puso mala cara mientras Jin negaba con la cabeza por el comportamiento de los cachorros. Al parecer, no importaba cuánto tiempo pasara, ellos siempre iban a buscar algún motivo tonto por el que discutir.

-¿Cómo les fue en el colegio? -preguntó, dejando a Yeji en el suelo para que explorara el lugar.

-Bien, igual que siempre -Jeongguk se encogió de hombros-. ¿Qué vamos a comer, papá?

Seokjin suspiró ante las preguntas y le dijo que hablara a alguna pizzería para ordenar comida, ya que era muy tarde como para cocinar algo. Yeji parecía muy cansada, así que el alfa la llevó a la habitación y procedió a ponerle el pijama, escuchando a sus hijos ponerse a discutir (otra vez) por lo que llevaría la pizza. Aprovechando que no había nadie mirando, olisqueó a Yeji con gesto encantado.

Olía mucho a Taehyung, a sus feromonas de celo. Su cachorrita se rió porque le hizo cosquillas y Seokjin sacudió la cabeza, tratando de despejarse y no pensar demasiado en el hecho de que Tae estaba en un nuevo celo. Era un poco difícil, considerando que Yeji apestaba al omega, pero se concentró en su tarea.

Había percibido los tirones cuando fueron a buscar las cosas de los niños. Le costó mucho no moverse de su lugar (si era sincero, si se movió y dio unos pasos, antes de retroceder nerviosamente) y decidió enviar calma a través del lazo al sentir un nuevo tirón de ansiedad.

Tranquilo, estoy aquí, pareció decirle, y llevó su mano a su cuello, a la zona donde estaba la marca de Taehyung.

Sus hijos no tardaron en aparecer y Yeji se le arrebujó de inmediato, riendo y besándole la mejilla mientras Seokjin la abrazaba con fuerza. El celo de Tae pasó a un segundo plano cuando le acarició la mejilla a su cachorrita, que se veía muy feliz con él.

Ahora, Seokjin trató de pensar bien en lo que iba a pasar los siguientes días. No vería a Tae, calculaba, al menos hasta el martes, lo que le daba suficiente tiempo para despejarse, ordenar sus ideas y planificar bien lo que haría. Sandara le había dicho, en la última sesión que tuvieron, que no debería apresurarse con su actuar, que
debía ser paciente y, por encima de todo, tener los pies en la tierra. Tae había sido claro con él y, si bien le dejó una puerta abierta a algo, eso no significaba que, de pronto, tenía derecho a hacer lo que quisiera y a tomarse atribuciones que no correspondían.

-A dormir ahora- le dijo con cariño a Yeji.

-Yap-el alfa la arropó en la cama, acariciándole la naricita con cariño-. ¡Te amo, papá!

-Yo también te amo, preciosa.

Yeji no tardó en quedarse dormida y Jin fue al comedor, donde los cachorros estaban viendo televisión. Se pusieron a platicar mientras Seokjin abría la maleta, y Jeongguk tuvo que aguantar el grito de emoción al recibir su regalo: el skate era negro, con un diseño de llamas rojas, amarillas y naranjas. Jeongguk estaba tan entusiasmado que casi se puso a probarlo ahí, pero Jin le dijo que no, pues iba a romper algo.

-Pero papá... -lloriqueó el omega.

-He dicho que no -Seokjin negó con la cabeza -, no me hagas arrepentirme de habértelo dado, Jeongguk. Tu mamá no estuvo de acuerdo y ha dicho que te convertirás en un delincuente si te lo daba.

-Acabas de crear un monstruo -dijo jimin, mirando skate con una sonrisa juguetona-. Más te vale cuidarlo o te lo esconderé, como al Señor Bobby.

-¡Papá, me está molestando! -reclamó Jeongguk.

Para su fortuna, en eso llegó la pizza y se apresuraron en comer, poniéndose a conversar de otras cosas. De manera inevitable, el tema del cumpleaños llegó en un momento.

-No será un gran regalo- se disculpó con Jimin, que escuchaba en silencio-, pero cuando se gradúen, les daré algo mejor.

-No te preocupes por eso, papá -dijo jimin -, cualquier regalo estará bien. Yo no soy un interesado como Gguk.

Jeongguk lo miró con mala cara, con la boca llena de pizza, lo que le impidio contestar en ese momento.

-Papá -prosiguió Jimin-, sobre el cumpleaños... -Seokjin lo miró-, pues... pues no creo que sea bueno que vayas a la fiesta.

Escuchar eso no fue una sorpresa para Jin porque, de alguna forma, él tenía muy claro que el cumpleaños era de sus dos cachorros mellizos. Y, uno de ellos, todavía no lo aceptaba por completo de regreso en su vida y, por lo mismo, eran altas las probabilidades de que no estuviera de acuerdo con que él estuviera a su lado en un momento tan importante como lo era un cumpleaños.

Sin embargo, eso no quitó que doliera. Claro que dolió, no obstante, trató de no demostrarlo.

-Yoonhi no me quiere allí, ¿cierto?- -preguntó con tono suave y amable.

Jimin tenía los ojos llorosos y gesto angustiado, como si le estuviera costando mucho no ponerse a llorar. Jeongguk ahora miraba el suelo, sin querer intervenir en esa conversación.

-No, papá- dijo Jimin, y su voz tembló.

Hoseok le agarró la mano con cariño.

-Está bien, chimchim-le mintió, tratando de sonreír para que su hijo no rompiera en llanto -, entiendo a Yoongi y lo aceptaré. No quiero arruinar el cumpleaños de los dos.

-Pero yo sí te quiero conmigo -habló Jimin, y eso pareció ser suficiente para que su cachorro se pusiera a llorar.

Seokjin se movió enseguida, abrazándolo y consolándolo. Jimin se arrebujó en sus brazos, presionando su rostro contra el hombro de papá, y Jin le hizo un gesto a Jeongguk para que fuera a prepararle un té a su hermano, quién no tardó en obedecer.

Acarició en círculos la espalda de Jimin para consolarlo, liberando sus feromonas paternas y de protección. Una de las cosas que más le dolía al alfa era escuchar a sus cachorros llorar y, por encima de todo, que lloraran por algo que él provocó (directa o indirectamente). A fin de cuentas, que Jimin decidiera privilegiar el sentir de su hermano mayor era culpa de Seokjin por todo lo que había hecho.

Pasaron unos minutos para que Jimin lograra calmarse un poco. Al alejarse, tenía los ojos hinchados, rojos y todavía húmedos, pero Seokjin le limpió las mejillas con las yemas de sus dedos y se inclinó a besarle la frente.

-A mí también me habría encantado estar contigo y con Yoongi -le aseguró-, pero no quiero que una fecha tan importante se celebre con él enojado y apartado de ti porque yo estoy ahí. Me consuela saber que amas a tu hermano lo suficiente para tomar esta decisión por encima de lo que tú quieres- otro beso en la frente.

-El próximo sí, te lo prometo- le dijo Jimin, sonando un poco desesperado.

-Está bien, el próximo sí -Jin le dio un abrazo nuevo-. No te preocupes, ¿qué tal si vamos a comer el día anterior a esa fiesta? Al lugar que tú quieras, y vamos con mamá y, si quieres, Jeongguk y Yeji.

-¿Cómo que si él quiere? -barboteó Jeongguk, indignado.

Jimin soltó ahora una risa ahogada y Jin le acarició la mejilla, haciéndole saber con ese gesto que, no importaba que pasara, él nunca dejaría de amarlo. Y tampoco de amar a Yoongi.

******

Yoongi había pensado que el lunes no iría al colegio considerando el celo de mamá, sin embargo, al encontrarse mucho mejor, Taehyung le dijo que no iba a faltar. Así que, a regañadientes, partió a clases con un poco de mal humor.

Él no había querido demostrarlo, su orgullo era mucho más grande, pero había tenido unas ganas de ir con sus hermanos ese fin de semana a estar con papá. Aquella sensación le molestaba y enojaba, sentía que no estaba bien y era traicionarse a sí mismo, ¿no? A sus principios, a la realidad.

Conversó mucho de eso con su psicólogo, en especial desde el regreso del viaje a California. Si bien se sintió un poco enfadado de ver a mamá interactuar con papá, en general el viaje fue... agradable. Papá había respetado su espacio y no lo presionaba a conversar, y a veces, Yoongi se sorprendía a sí mismo hablando de algunas cosas con él. Se dijo que lo hacía por mamá y sus hermanos, porque no quería convertir esas pequeñas vacaciones en algo incómodo y lleno de discusiones, sin embargo... ¿había sido efectivamente así?

Yoongi le dijo Charles cuando lo conversaron -, tienes que entender que, incluso cuando somos ancianos, las figuras paternas y maternas siguen presentes en nuestras vidas. Y tú eres, en la práctica, un adolescente todavía, por lo que necesitas más de esas figuras todavía. Es normal querer que tu padre, a pesar de sus acciones y lo que provocó, siga presente en tu vida.

Él, en ese momento, dijo que no era así, que él no quería que su papá volviera a su vida, y Charles tenía una clara expresión de que no le creía mucho, a pesar de que no insistió con ese tema. No obstante, las semanas fueron pasando, papá llamaba mucho a sus hermanos y él poco participaba en las conversaciones, y ahí fue apareciendo ese sentimiento, ese deseo, de estar incluido con ellos. Es decir, papá no lo apartaba. Papá siempre preguntaba cómo estaba él, y a veces, él contestaba y luego se forzaba a desaparecer de la escena, yendo a otra habitación (y dejando la puerta abierta, para saber de qué hablaban). Otras veces, alguno de sus hermanos se adelantaba en responder y, bueno, eso le enojaba más a pesar de que no lo demostraba.

Así que, en la siguiente sesión con Charles, le dio la razón respecto a sus palabras. El psicólogo no se veía sorprendido de que lo terminara aceptando, y Yoongi pensó, lejanamente, lo extraño que era estar tan cómodo con el hombre cuando en un inicio no había querido ir. Charles era paciente con él, le daba su espacio para hablar y no presionaba con algunos temas; incluso, en ocasiones, llevaba juegos de mesa para aligerar el ambiente y, mientras jugaban, Yoongi le iba contando cosas.

-Si no lo quieres en tu vida, pues está bien, Yoongi -le dijo Charles, y quizás era eso lo que más le gustaba de conversar con él: que no sentía que lo estuviera juzgando por cualquier cosa que dijera -, y si lo quieres otra vez, pues también está bien.

-Pero no lo sé... No sé qué es lo que quiero.

-Lo que es normal -razonó Charles-, eres todavía joven y no pierdes nada con ir probando de a poco. Quizás podrías conversar un poco más con él y ver cómo te sientes. Es, claro -se apresuró en añadir-, una sugerencia, Yoongi, no una imposición.

Asintió ante esas palabras y todo el fin de semana había estado pensado, repensando y volviendo a pensar, en especial ante lo que iba a pasar pronto: su cumpleaños y el que papá viajó para pasar esa fecha con ellos.

Si él era sincero...

Claro, había algo en él que lo quería allí (e, incluso, iba más allá: quería un abrazo), y estaba a punto de ceder para que fuera. Sin embargo, también tenía esa parte... vengativa, rencorosa, que quería negárselo como una forma de castigo, incluso si era negárselo a él también. Así que no sabía qué hacer.

Al llegar al salón, vio que Jimin ya estaba allí.

-Hola- saludó su mellizo-, ¿cómo está mamá?

-Bien-yoongi se encogió de hombros-, durmiendo, ya sabes... Duerme mucho en el celo.

-Duerme mucho siempre, Yoongi -se rió Jimin.

Aquello le sacó una sonrisa, sentándose en el asiento, aunque la sonrisa se le congeló al olisquear el aroma alfa que rodeaba a Jimin. Apestaba... a vainilla, el aroma suave de su padre.

Yoongi siempre había considerado el olor de su papá como particular. Era un aroma que, mayoritariamente, poseían omegas por lo dulce y tierno que se sentía. Yoongi recordaba que, cuando era más pequeño, le gustaba que papá lo tomara en brazos y él presionaba su nariz contra el cuello de papá, allí donde el aroma era más fuerte. Le hacía sentir seguro, así que cerraba sus ojitos y suspiraba por el gusto.

Eso fue cambiando, evidentemente. Él creció, pasó por la etapa de ya soy grande y no quiero que me demuestren amor de manera pública, que su papá respetó y a mamá tuvo que decirle, porque mamá tendía mucho a acariciarle las mejillas. Y después...

En esos meses en que todo estalló, en que todo se fue a la mierda, no sólo el aroma de mamá de mamá cambió (como el de Jeongguk, ambos olores se volvieron agrios, a tristeza, a dolor), sino que el de papá también lo hizo. La vainilla se volvió demasiado fuerte, saturada, se impregnaba en ellos como si fuera un veneno, un recordatorio duro: yo soy quién manda aquí. Yoongi comenzó a repudiar el ahogante aroma.

Ahora volvía a esa suavidad, a ese sutil y cálido toque que amaba cuando era niño. Yoongi se sentía como el niño alfa que era el máximo orgullo de papá.

-¿Yoonnie?

La voz de Jimin lo sacó de sus pensamientos. Parpadeó, obligándose a volver a la realidad, para encontrarse con el preocupado rostro de su mellizo.

-Perdón -dijo, desviando la vista-, me puse a pensar en la tarea...

-¿Había tarea? -Jimin soltó un quejido-. No puede ser...

La profesora llegó en dicho momento y Yoongi se forzó a no perder la cabeza por los pensamientos ansiosos que le atacaron.

Las clases pasaron con normalidad. Para el almuerzo, Jeongguk no se sentó con ellos, pues iba de la mano con Jackson y el pequeño grupo de amigos que poseían. Al inicio, a Yoongi no le agradaba que Gguk no se sentara más con ellos, su alfa lo sentía como una traición a la pequeña manada y era más hosco con el novio (tenía que asumirlo, eran novios a pesar de que él no lo quisiera) de su hermanito. Luego, empezó a comprender que Jeongguk merecía rehacer su vida luego del enorme trauma que pasó: tenía derecho a tener un novio (que Yoongi no quería), a tener amigos y empezar a soltar, de a poco, el miedo. Eso no quitaba que Yoongi le siguiera cuidando, pero el alfa tenía que darle su espacio y dejarlo crecer.

-Has estado muy callado- comentó jimin- -, ¿ha ocurrido algo, Yoon?

-Sí-dijo enseguida, lo que llamó la atención de su mellizo. Por lo normal, Yoongi evadía contestar directamente ese tipo de preguntas-, pues... pues he pensado lo del cumpleaños, lo de papá.

-Ah-Jimin asintió con la cabeza-, no debes preopreocuparte yoonnie.

-¿Eh?

-Ya hablé con papá -Jimin bebió de su agua mientras Yoongi le escuchaba-, ya le dije que, bueno, es mejor que no vaya a la fiesta. Él lo ha entendido.

Eso no era lo que él le iba a decir. Yoongi tenía preparado su enorme discurso de:  "papá puede ir, pero que no me mire", fingiendo que lo hacía a regañadientes a pesar de que la idea ya no le parecía tan mala. Quizás era el aroma de papá lo que lo hizo ceder ahora.

Se quedó callado, de todas formas. Jimin se notaba apenado.

-¿Se lo dijiste? -preguntó Yoongi finalmente, como si no hubiera entendido.

-Sí-afirmó Jimin-, es que, bueno... No quiero que estés enojado en nuestra fiesta, Yoongi, y tampoco quiero que sigamos peleando por eso. Ya vamos a cumplir diecinueve, ¿no? Y... Y está bien si no lo quieres allí, te lo voy a respetar este cumpleaños- levantó la voz, fingiendo que así no estaba temblando-, pero el siguiente año, no, ¿entendido? El siguiente año, papá está invitado.

Otro silencio; Yoongi trataba de comprender las palabras de su mellizo.

-Vale.... habló cuando se hizo insoportable seguir callado-, pero, ¿estás seguro? No quiero que tú tampoco me estés mirando mal o... barboteó, en un desesperado intento de que Jimin insistiera en hacerlo cambiar de opinión. Si Jimin insistía, entonces él fingiría enfadarse un poco y luego aceptaría.

-No va a ocurrir -Jimib se encogió de hombros-. Papá ha dicho que lo acepta y me invitará a cenar- le dirigió una indiscreta mirada a Jeongguk-. Voy a ser egoísta esta vez y le diré a mamá que quiero ir sólo con ellos dos, con nadie más.

-¿Egoísta?-parpadeó, tratando de que su expresión y voz no delatara todo lo que estaba sintiendo.

-Claro- Jimin ahora lo miró-, o sea, si quieres, puedes ir a cenar con nosotros, pero si no quieres, pues vale, no importa-, Jimin le apoyó la mano en el hombro-. Respeto tu postura y no quiero presionarte a algo que no deseas hacer.

-Ajá...

Jimin se puso a conversar de otra cosa (sobre la nueva chica que llegó al curso, Hikaru, que fue integrada pronto por Paolo y Alicia, y ahora estaban hablándole sobre un beso de a cuatro), pero Yoongi dejó de escucharlo, más confundido en ese instante y, sin saber, en definitiva, qué hacer.

*******

A las cuatro de la tarde del martes, el timbre de la casa de los Liu fue tocado y Taehyung abrió la puerta.

-¡Mamá!- gritó yeji abrazándolo,  y el omega sonrió tomándola entre sus brazos.

-Hola, Taehyung.

La voz de seokjin provocó un escalofrío por su espina dorsal y Tae levantó la.mirada viéndolo sonreír ampliamente. Seokjin estaba... muy fuapp, aprecio. Se habían formado unas arrugitas en el borde de sus ojos por la sonrisa y el cabello me había crecido un poco, curvandose en las puntas. Le costó mucho no entender su mano, acariciarle la nuca, enredar sus dedos en sus cabellos y tirarlo para darle un beso.

En lugar de eso, se hizo a un lado para darle pasada.

-Entra, la señora Liu no está y estoy solo -le dijo-, puedes esperarme en la cocina, con Yeji, o pasar a la casa y prepararla para el paseo en lo que terminó de limpiar. Los cachorros hoy salen tarde por sus talleres.

-Voy a esperarte en la cocina.

Asintió y Seokjin recibió a Yeji de vuelta, yendo hacia el lugar que Tae le indicó. Mientras terminaba de limpiar la cocina se puso a platicar con el alfa, que le contó como le estaba yendo en el trabajo esos últimos meses. Una vez acabó, diez minutos después, fueron a la casa del omega para cambiarle ropa a Yeji y que saliera con su bicicleta de madera a andar por el parque, con ellos vigilándola muy de cerca.

-Le regalaste al final el skate a Jeongguk-  dijo Taehyung con reprobación-. Ayer llegó con eso y quiso mostrarme lo que aprendió, ¿sabes qué pasó?

-Ooooh...

-De los veinte intentos, se cayó en diecinueve y terminó con las rodillas sangrando- el omega seguía con su gesto indignado y Jin miraba al suelo, avergonzado-, aunque no dejaba de reírse con cada nueva caída.

-También se cayó varias veces cuando lo probó conmigo- dijo Jin-, le servirá, Taetae...

-Mmmmmhn.

Taehyung fingió estar molesto, a pesar de que el regalo realmente no le molestaba. Si era lo que Jeongguk quería, pues estaba bien. Pero le gustaba mucho ver la expresión de cachorro apaleado de Seokjin.

Cruzaron la calle con cuidado, Yeji en medio de los dos. Una vez entraron al parque, la niña anduvo con un poco más de libertad.

-El próximo fin de semana invité a los cachorros a pasear por Central Park en bicicleta -dijo Jin-, si quieres ir...

No pudo evitarlo, pero recordó una de las muchas citas que tuvieron: salir en bicicleta a recorrer la ciudad. Era algo que hacían una vez al mes, recorriendo parques, puentes o playas; a ambos les gustaban esas citas poco convencionales.

-¿El sábado? -consultó Taehyung.

-No, el domingo -Jin aclaró su garganta-. El sábado tengo... um... Quería preguntarte algo, Taehyung

El omega se detuvo para mirar mejor las mejillas arreboladas de Seokjin, la sonrisa tímida, la forma en que dos mechones de sus cabellos, caídos en su frente, parecían formar un extraño corazón.

-Sí?

-Pues... -Jin ya no parecía el alfa de treinta y siete años que era, el alfa padre de cuatro niños, con un importante puesto en una compañía. Se veía como ese alfa adolescente que le habló por primera vez, enrojecido y tartamudeando sin control-, pues la otra vez, en California, dijiste que podía... podía cortejarte...

-Sí, lo dije-contestó tae, echándole un vistazo a Yeji, que dejó su bicicleta para ir al cajón de arena que había en el parque.

-Entonces, yo quería, um, como que se me ocurrió... Claro, si tú quieres...

Una serie de barboteos sin control que Taehyung, honestamente, no entendió. Jin parecía estarse ahogando con sus propias palabras y Tae tuvo que rascar su nariz para ocultar la sonrisa que bailó en sus labios.

-Queríapreguntartesiqueríastenerunacitaconmigoelsábadoenlanoche -farfulló al final, tan apresurado que juntó todas las palabras y, por lo mismo, Taehyung no logró comprender.

-¿Qué? -preguntó, desconcertado.

Seokjin tomó una respiración profunda, tan avergonzado de sí mismo.

-Quería preguntarte si te gustaría tener una cita conmigo el sábado en la noche.

Acercándose y dándole un beso en la mejilla izquierda, Tae se preguntó si había sido una maldad dejar que Jin siguiera hablando, cuando él ya sabía qué le iba a preguntar. Pero no había podido evitar el quedarse callado, viendo al alfa colapsar como cuando tenía dieciséis años.

-Debería ver en mi agenda -bromeó Tae, y los ojos de Seokjin brillaron-, siempre estoy tan ocupado...

-Bueno, es sólo si quieres...

No pudo evitarlo y ahora sonrió con fuerza, mostrando sus encías en lo que se acercaba a darle otro beso. Sentía a su omega muy empalagoso, quizás por los restos de celo que quedaba en su cuerpo, aunque, ¿qué importaba? Era lo de menos, se dio cuenta, con el suave aroma a vainilla provocando que su interior se retorciera.

-Me debes llevar a un lugar bonito- le dijo al alejarse, provocando que seokjin volviera a sonreír con alivio.

-Vamos al cine- contestó Jin-, y luego a cenar, por favor...

-Está bien- Tae le agarró la mano, entrelazando sus dedos y dándole un apretón-, pero Jinnie, lento y sin ilusionarse.

-Claro, claro... -Seokjin le devolvió el apretón antes de seguir caminando, yendo a ver a Yeji, que tenía el cabello ahora lleno de arena.

Taehyung no le dijo a los niños de esa cita enseguida. Dejó que los días siguieran pasando, con los cachorros viendo a papá, saliendo con él a comer y regresaran un poco más tarde de lo normal. Además, tuvo una pequeña preocupación al ver que Yoongi lucía... un poco deprimido. Estaba más callado de lo normal y al inicio lo atribuyó al regreso de su padre, no obstante, notó que su cara se veía triste.

-¿Ocurre algo, Yoonnie? -le preguntó el viernes en la tarde, cuando quedaron solos porque Jin invitó a los niños, luego del colegio, a visitar la Estatua de la Libertad.

-¿Ah? No, mamá... -murmuró Yoongi, pero tenía sus labios formando un puchero y los ojos caídos, la nariz un poco arrugada en un signo de estar pensando demasiado-, sólo... ¿cuándo regresarán los chicos?

-Tarde, probablemente -Tae fue a sentarse a su lado-, me dijo que cenaría con ellos.

-Aaaah-repitió, y ahora se veía más triste-. Es sólo que, bueno, ellos no me invitaron...

Frunció el ceño ligeramente ante sus palabras. Yoongi observaba la televisión, aunque no parecía que estuviera prestando atención.

-¿Querías ir con ellos? -preguntó Tae con delicadeza.

-No, ¿con papá? Claro que no soltó una risa forzada-, pero, no sé, habría sido lindo...

-Quizás no te preguntaron porque sabían que ibas a decir que no y no querían enfadarte- razonó Taehyung.

-Aaaah-volvió a decir Yoongi, y no parecía dispuesto a añadir otra palabra.

Taehyung decidió que no le iba a presionar, pero estaba sospechando que, quizás, Yoongi estaba pasando una crisis emocional respecto a sus hermanos y padre.

-El domingo papá nos ha invitado a todos a ir a andar en bicicleta en Central Park -le dijo entonces, y Yoongi lo miró-. Tus hermanos van a ir y yo también, y me gustaría que tú también fueras, cachorrito.

Yoongi desvió la vista ante la petición y Tae lo supo: Yoongi no sabía qué hacer respecto a su padre. Tae sabía, por experiencia propia, que el odio muchas veces no era eterno, y pronto se transformaba en otra cosa, como desprecio... o tristeza.

-Lo voy a pensar, mamá- murmuró Yoongi.

Decidió no seguir presionando, así que le revolvió el cabello para seguir con lo suyo.

El sábado en la mañana, aprovechando que todos estaban desayunando, fue cuando tomó valor para contarles el tema de la cita. Ya estaba preparado para lo que podía encontrarse.

-Su padre y yo vamos a salir esta noche -les dijo, bebiendo de su café.

Yoongi se atoró con su té, Jeongguk abrió los ojos con fuerza y Jimin separó sus labios. Yeji se metió una cucharada de yogurt a la boca.

-¿Cómo?-gorgoteó Yoongi, tosiendo.

Que voy a salir esta noche con papá les dijo -, iremos a ver una película y luego a cenar.

-¿Cómo una cita? -preguntó jimin.

-Ay no, mamá... -gimoteó Yoongi.

-¿Me van a traer un dulce? -consultó Jeongguk.

-¡Dulce! -repitió Yeji.

-No es una cita- mintió, porque no quería escuchar preguntas o reclamos-, y no comiences, Yoongi. No, no les voy a traer un dulce. Y, Yeji, ¿qué estás haciendo?

Yeji había agarrado otra cucharada de yogurt, sin embargo, se distrajo con un trozo de plátano y derramó el líquido en su babero.

Yoongi comenzó a farfullar, sólo para que Jimin le hiciera un gesto de silencio.

-Está bien, pero no puedes llegar tarde. A las once en casa, jovencito- dijo Jimin, y se ganó una mirada asesina por parte de Taehyung.

El resto del día Yoongi estuvo de mal humor. No enfadado e iracundo, no obstante, se notaba enseguida que no estaba de acuerdo con que sus padres salieran en la noche. Al menos, no tomó la decisión de conversarlo con él, quizás sabiendo que no iba a lograr nada, pero sí estaba refunfuñando.

-¿Una cita? Perdiste la cabeza, mamá...

Aquel comentario terminó por hacer que Tae se girara y le agarrara la mejilla, estirándosela.

-Basta- le dijo, ignorando los quejidos de su cachorro-, como sigas así, voy a castigarte sin cumpleaños.

-Pero mamá... -lloriqueó Yoongi, como si fuera un cachorro de ocho años.

-Pero nada -Tae le soltó sólo para apretarle la mejilla enrojecida-, es una salida inocente con tu padre.

Por la cara que Yoongi puso, supo que no le creía nada. Sin embargo, y para su fortuna, decidió dejar de insistir y reclamar, aunque estuvo con una mirada de indignación el resto de la tarde.

Al menos, pareció apaciguarse cuando vio la ropa con la que iba a ir: unos jeans claros con un suéter grande y largo, de un café oscuro con manchas blancas y rojizas. Yoongi no quiso arreglarse mucho, pues sabía que si iba demasiado producido Yoongi iba a farfullar con más indignación y Jimin empezaría a molestarlo.

A las seis, Seokjin pasó por él. Tae les dio un beso sonoro a cada uno de sus cachorros.

-¡Pásalo bien, mamá! dijo Jimin.

-¡Tráeme algo, por favor! -pidió Jeongguk.

-Bye, bye!-gritó Yeji.

-Iré a dejarte... empezó a decir Yoongi, y Taehyung hizo el amago de agarrarle la mejilla-. ¡Yah, mamá! No vuelvas tarde...

-¡Yoongi, ya deja a mamá en paz! -gritó Jimin, exasperado-. ¡Si no quiere regresar en toda la noche, déjalo!

Yoongi enrojeció, pero fue la última visión que tuvo Taehyung antes de salir de manera apresurada.

Seokjin estaba en la acera, vistiendo unos pantalones oscuros, una camisa blanca y un abrigo largo, de color café claro. En sus manos, llevaba un ramo de tulipanes rojos.

-Taehyung -Jin lo miró con una gran sonrisa -, estás hermoso.

El omega creía que esa clase de palabras ya no tenían efecto en él, sin embargo, se equivocó cuando sintió sus mejillas enrojecer.

-Los compré para ti- le dijo, entregándole el ramo de tulipanes-, espero que te gusten.

Taehyung los recibió con una sonrisa ligera, sintiéndose tan encantado con las atenciones y las palabras dichas. Se dijo que debía mantener la mente aterrizada, no actuar como un adolescente, aunque se dio cuenta de que era algo difícil con las feromonas vainilla a su alrededor.

-Están muy bonitas le dijo, y Seokjin sonrió con más fuerza. ¿Vamos...?

-Oh, sí. Arrendé un auto para movernos más fácil, así que... se hizo a un lado para llevarlo al vehículo, abriéndole la puerta-. ¿Qué película quieres ver?-preguntó una vez se sentó a su lado.

-Alguna de terror-dijo Tae.

-Taee... -suspiró jin, poniendo cara de sufrido.

-Es broma-Taehyung sonrió con inocencia ahora.

Al final escogieron una película histórica y salieron del cine comentándola.

-¿Dónde vas a llevarme a comer? -preguntó tae cuando volvieron a subir al auto.

-Sé que te gusta la carne, así que busqué un sitio de barbacoas.

-Oh- Tae enarcó una ceja-, ¿es una forma de seducirme, Jinnie?

-¿Seducirte...? -farfulló Seokjin, enrojeciendo con fuerza-. ¿Qué tonterías hablas, Taehyung?

Tae soltó una risa por el evidente nerviosismo de Seokjin, algo en él enterneciéndose ante el hecho de que el alfa se lo estuviera tomando tan en serio. Era... era entrañable eso, que no diera las cosas por hecho, que estuviera dando su mejor esfuerzo y actuara como un primerizo en las citas. No se parecía en nada al alfa luego de los diez años de matrimonio al que ya estaba acostumbrado.

El lugar se llamaba Dinosaur Bar-B-Que y quedaba cerca del río Hudson. No era un lugar en extremo elegante, sino más bien familiar y acogedor, con un estilo inclinado al rock y motoquero. Pidieron una parrillada y, al ver el enorme plato, empezaron a bromear sobre no ser capaces de comérselo todo.

Fue... Fue muy agradable y cómodo. Conversaron mucho sobre lo que había pasado con ellos en esos tres años, no en una forma de recordar el dolor y la lejanía, sino sólo para hablarlo, comentarlo entre sí. Taehyung le habló mucho sobre los niños, el nacimiento de Yeji, los meses en los que vivieron en el departamento de Suran, ese horrible trabajo en el que estuvo. Jin le habló sobre el hecho de que estuvieron a punto de despedirlo, los encontrones que tuvo con la policía, el comienzo de su terapia y la depresión que tuvo. Sirvió como una especie de catarsis para ambos el hablarlo, conversarlo, intercambiar sus ideas.

También hablaron de cosas buenas, claro, sobre todo el recordar algunas historias del matrimonio con los cachorros. La carne de la parrillada fue bajando poco a poco y, cuando acabaron, pidieron un postre. En ese instante, ocurrió algo extraño: el celular de Seokjin sonó.

El alfa miró el número antes de observar a Tae con disculpa.

-Perdón, es del trabajo, debo contestar- Taehyung le hizo un gesto de que no se preocupara-. Hola, Wheein...

Tae no le habría tomado importancia. Era normal que Jin tuviera sus deberes con el trabajo, no le era nuevo. Pero la llamada se fue... alargando. Demasiado.

-Sí, estoy cenando... No, claro que no molestas, Wheein... ¿Ya vas a ir a comer...? Si te llegó el correo a ti, de seguro se confundieron porque tenemos los mismos apellidos...

El omega se sirvió un poco más de vino y, por debajo de la mesa, le dio un empujón a la pierna de Jin. Él lo miró con algo de sorpresa y Tae enarcó una ceja.

-Sí, sí... Los apellidos... Jung, Jung... Eres nueva, pero te lo encargué porque confío en ti...

Otro empujón. Taehyung, con parsimonia, sacó la crema del pastel y se la llevó a la boca en un gesto bastante... sugerente. Seokjin abrió la boca con incredulidad.

-Eeeeh, sí, perdón, no escuché lo último...

Un tercer empujón. Pareció ser suficiente para Seokjin.

-Disculpa, Wheein, ¿es todo? Estoy un poco ocupado, así que... Sí, adiós, nos vemos...

Cortó la llamada. Seokjin ahora le miraba con gesto exasperado, como si no pudiera creer lo que acababa de hacer. El mismo Taehyung no sabía por qué había actuado así, pero, ¿importaba ya? Sólo se le ocurrió porque Jin no le estaba prestando atención.

-Taehyung -dijo, tratando de verse serio.

-¿Qué? -el omega se encogió de hombros-. Tardabas mucho y me estaba aburriendo Jinnie.

-Sí, pero era del trabajo.

-¿Una llamada del trabajo es más importante que una cita conmigo? -Tae qlzó su barbilla y Jin negó con la cabeza-. ¿Quién es ella?

-Una nueva trabajadora... dijo-, llegó hace poco, la empresa ha contratado a una omega...

¿Una omega? ¿Y por qué estaba llamando a Jin?

Tuvo que haberse reflejado algo en su cara (un gesto con su ceja, un mohín en su boca, la nariz arrugada), pues Seokjin se apresuró en añadir:

-No es nadie, Taehyung.

-Mmm- el omega bebió del vino, tengo que ser sincero contigo, Seokjin.

Que le llamara por su nombre hizo que se enderezara. Tae revolvió el vino dentro de la copa.

-Tuve una cita con otro alfa.

Un parpadeo. Otro. Y otro.

-Oh-dijo Jin, y parecía un poco abatido -, ¿con... con ese alfa del que me hablaste? ¿Tu vecino?

-Sí- Tae sabía que no era obligatorio contarle todo eso, al fin y al cabo, no le debía eso. No obstante, él quería hacerlo, quería ser honesto con él-, pero no fue... Nos dimos cuenta de que no era lo que esperábamos. Nos dimos un par de besos y pensé... una pausa-. Pensé que tus besos son mejores.

Seokjin ya no se veía abatido. En realidad, se atoró con su propio vino, como hizo Yoongi más temprano, y se notaba que eran padre e hijo porque hicieron el mismo gesto.

-Dios, Taehyung...

-¿Mucha información? -Tae trató de no sonreír. -Jinnie, sólo te lo estoy diciendo por si tú quieres, no sé, quizás salir con alguien más...

-Es una amiga, Taehyung - Jin se sirvió un poco más de vino-, no debes ponerte celoso, ¿lo sabes?

Dichas palabras provocaron que el omega le mirara con gesto desconcertado.

-No estoy celoso-dijo, enrojeciendo.

-Claro que sí -Jin negó con la cabeza-, patearme bajo la mesa... por dios...

-No me prestabas atención- reclamó Taehyung.

-Te ponía celoso que mi atención estuviera en alguien más.

Taehyung estaba a punto de tirarle el vino, pero no iba a desperdiciar el líquido, así que al final, se lo bebió para pasar la indignación. En el fondo, no obstante, sabía que las palabras de Jin eran algo ciertas, y eso, el alfa no lo sabría jamás.

-De cualquier forma- siguió hablando Seokjin -, me acordé también de que debo contarte algo importante.

Oh, no. Seokjin le diría que ya había conocido a una omega y que también la besó. Tae debería hacer lo posible para tragarse los agrios celos.

-La empresa va a expandirse- dijo el alfa-, y me han preguntado si me gustaría trasladarme aquí, a Estados Unidos.

Hubo alivio de que no hubiera dicho lo que apareció en su cabeza, a pesar de que era una estupidez. Le daría vueltas a ese asunto en otro momento, decidió.

-¿De verdad? -preguntó, un poco sorprendido-. ¿Sería como un ascenso? ¡Felicitaciones, Jin!

-Todavía no lo acepto- le confesó Seokjin, y Tae se calló-. Quería conversarlo contigo.

-¿Conmigo? - volvía a verse desconcertado-. ¿Por qué?

-Me gustaría aceptarlo- dijo, y su voz tembló un poco-, pero... pero no quiero incomodarte, Taehyung.

La expresión en el rostro del omega se suavizó ante lo que oía.

-Me verías más seguido -prosiguió Jin -, vería a los niños más seguido. Me mudaría a Washington D.C., allá está la sede, y sería una presencia más... más constante, es por eso. Si tú no estás cómodo con eso...

-Jin - le agarró la mano-, no debes preguntarme, ¿lo sabes? Es una gran oportunidad para ti.

-Quiero preguntarte insistió Jin-. Antes no lo hacía mucho y no estaba bien. Eres mi... -se interrumpió de golpe, avergonzado-. No quiero arruinarlo, Taehyung.

-No lo vas a arruinar, Jinnie- dijo Tae con tono bajo-, no ahora. Yo...

El postre se había acabado. Taehyung observó ambas manos juntas y, de pronto, una idea iluminó su cabeza.

-Paguemos- le dijo con gesto sugerente-, si quieres, podemos seguir esta conversación donde te estás quedando.

Una pausa. Seokjin pestañeó, como tratando de encontrarle sentido a sus palabras, y una vez logró comprenderlas, se apresuró en pedir la cuenta. No tardó más de diez minutos en pagar y fueron al auto, con Jin abrazando a Tae por los hombros, pues el aire era más frío allí al estar tan cerca del río.

Una vez dentro del auto, Taehyung ya no lo pudo contener más: se estiró, agarrando a Jin de la nuca y tiró de él para besarlo.

Sí, era diferente. Completamente diferente a los besos con Jongin: Seokjin fue tímido al inicio, como si estuviera avergonzado, pero cuando la lengua de Tae delineó su labio inferior, agarró un poco más de valor. Se besaron hasta que el aire entre ellos se acababa, separándose unos centímetros y se miraban a los ojos. Sonrisas torpes afloraban y volvían a besarse. Las ventanas no tardaron en empañarse.

Besar a Seokjin era... era como el sol de verano, el que calentaba tu rostro, te entregaba energía y vida. A Taehyung le gustaba mucho el verano.

-¿Quieres tomar un café? -susurró Jin luego de varios minutos besándose.

-Claro, claro...

El viaje al departamento donde Jin se estaba quedando fue un abrir y cerrar de ojos, algo que Taehyung podía decir que no recordaba. Sólo recordaba el momento en que entraron, tropezándose gracias a algo que no le tomaron importancia, pues estaban más preocupados de besarse. Jin ni siquiera prendió la luz y Tae no se fijó en cómo era el lugar, no mientras era empujado hacia la habitación, cayendo en la cama. Las feromonas de Seokjin eran embriagadoras y sabía, por los jadeos del alfa, que era lo mismo para él. El aire estaba cargado del aroma a ambos.

Seokjin se subió sobre él y, con algo de torpeza, las manos del alfa se colaron bajo el chaleco de Tae. Los besos siguieron en su cuello, en su marca, que ardió mientras los labios se presionaban allí.

Yo quiero ahora, Taehyung. ¿Y eso qué significa?

El recuerdo pasó por su cabeza como un flashback, fuerte y repentino, salido de la nada. Tae se tensó mientras una de las manos de Jin subía un poco, con su voz quedando atrapada en su garganta.

Hubo un pensamiento ahogante, terrible, que cruzó su cabeza: Seokjin iba a seguir, porque él no podía moverse. No podía decir nada. No podía...

-¿Taehyung?

La voz de Jin fue un susurro. El alfa se
enderezó, alejó su mano, y lo miró a través de la oscuridad.

-Lo siento susurró Seokjin-, no quería... Perdón, me excedí, ¿cierto? Perdón...

La pasión había desaparecido por el súbito recuerdo, y Tae cerró sus ojos, tomando una respiración profunda. Pudo moverse y se sentó en la cama, agarrando otra vez las manos de Seokjin, que seguía pidiendo disculpas con la voz temblorosa.

-Creo que todavía no estoy listo- le dijo con suavidad.

-Sí, está bien-aceptó Seokjin, y sorbió por su nariz-. Lo siento, de verdad, yo sólo no... no lo pensé, perdón... ¿Quieres irte a casa? Puedo irte a dejar o pedirte un Uber, lo que quieras...

Taehyung también quería llorar, aunque no sabía muy bien por qué. ¿Era por ese horrible recuerdo que invadió su cabeza? ¿Por escuchar las disculpas desesperadas de Seokjin? ¿O porque todavía no podía entregarse de esa forma?

-No quiero ir a casa- le dijo Tae-, quiero que me abraces.

Seokjin no lo hizo enseguida. Había un titubeo en su rostro, que podía ver por la luz de la luna que entraba a través de la ventana.

-¿Estás... estás seguro?

-Sí- Tae lo estaba. Él sólo... sólo quería hundirse en los brazos de Seokjin-, ¿puedes hacerlo?

Entonces se movió. Con precaución, con parsimonia, Jin lo abrazó y se recostaron en la cama, acurrucados uno contra el otro.

Hubo silencio, apenas se escuchaba algo en la habitación o en el exterior.

Con voz ronca, de pronto, Taehyung empezó a hablar. Jin también lo hizo. Hablaron sobre esa noche. El terror. El miedo. La rabia. La ira.

Hablaron, después, del trauma. Los días siguientes. La culpa. El remordimiento. El odio.

También hablaron de la terapia. La terapia de Seokjin. De Taehyung. El reencuentro entre los dos. Las emociones que estaban aflorando otra vez. Los miedos que existían en los dos. El temor de que todo se repitiera, que los ciclos se repitieran, como las cuatro estaciones del año: verano, otoño, invierno, primavera. Una y otra y otra vez.

Sí, las cuatro estaciones pasaban en el mismo orden, pero nunca eran iguales. A veces, los veranos eran más largos; el otoño menos lluvioso; el invierno más frío; la primavera más corta.

-Te amo- susurró Seokjin, lo último que susurró, abrazando a Tae contra él y besándole la mejilla.

-Creo que también te amo- contestó Tae, y el abrazo fue más apretado, el silencio más cómodo y la convicción de lo que quería un poco más fuerte.

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