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Advertencias: drama y angst.


Seokjin recordaba muy bien el primer celo que pasó Tae con él. Fue unos meses antes de su matrimonio, y si bien los agarró por sorpresa ya que estalló unos días antes de lo esperado, ellos lo habían planificado con antelación. El omega se lo propuso unos días después de que aceptara convertirse en su esposo.

Como los dos habían cumplido la mayoría de edad unos meses atrás, Jin había arrendado una cabaña de un
motel para que lo pasaran juntos. Taehyung no le contó a sus padres sobre eso, sólo les mencionó que se quedaría unos días con Jin, pero ellos le sonrieron y felicitaron, provocándole tanta vergüenza. El omega encontraba
tan absurdo eso, que sus padres se tomaran a la ligera el hecho de que tuviera sexo... Y luego recordaba todo lo
que le habían dicho una vez Jin empezó a cortejarlo.

-No vayas a arruinarlo-le advirtió su mamá-, esta es tu oportunidad, Taehyung. Encárgate de quedar preñado y con eso lo vas a atar para siempre a ti.

Mirándolo en retrospectiva, sus padres, especialmente su madre, influyeron en construir su relación de esa manera. Con todos esos repulsivos consejos y
actitudes, sólo fue provocando que el omega se obligara a ceder en muchos aspectos, a pesar de que no estuviera
seguro de sus decisiones. Pero el miedo a perder a Seokjin por su forma de ser, como su madre siempre le recalcaba, era más grande.

La primera vez fue muy torpe y con inexpertos movimientos. Al besarse mucho, uno de los dos se quedaba sin respiración, provocando risas infantiles
y haciendo que la pasión se enfriara pero no apagara. Tae, bajo el alfa, estaba con las mejillas muy enrojecidas mientras se humedecía, y Jin a veces
tenía cara de no saber qué hacer. No fue algo malo o que les dejara con traumas, por el contrario, el celo del omega facilitó demasiado la situación gracias a sus feromonas embriagándolos a los dos. Luego de
la primera vez, las siguientes fueron más sencillas y apasionadas, y Seokjin se preocupó de usar condón para no dejarlo preñado antes de la boda.

-Pero...-jadeó Tae cuando lo vio ponérselo, con la mente nublada gracias al celo-, pero yo quiero tus
cachorros.

-Los tendremos-prometió Jin-, luego de
casarnos. No quiero que piensen que me caso contigo sólo porque estás embarazado -y Tae no pudo evitar
sentirse más enamorado al escucharlo decir eso.

Con el pasar de los años, los celos de Tae sólo lo volvían más gruñón, no en un mal sentido de la palabra, sino que en un hecho innegable. Le gustaba dormir más, acurrucado a su lado, y tener poco sexo. Seguía siendo desenfrenado y apasionado, por supuesto, pero también prefería inclinarse por ser consentido y mimado por su alfa, siempre buscando el cuello  para hundir su nariz allí y llenarse con sus fuertes feromonas alfas en busca de tranquilidad.

Esta vez no fue diferente, pero descolocó tanto a Jin porque había olvidado ese gesto del omega. Su nariz presionada contra su cuello, olisqueándolo y casi ronroneando por la felicidad.

-A-Alfa-gimió Tae luego de percibir su aroma.

¿Cómo no se percató de su estado? Tae se veía tan pálido, más de lo normal, con un aspecto casi enfermizo, y las constantes muecas que había hecho desde que se juntaron exponía que se sentía débil. Sus feromonas se olían ligeramente agrias, pero Jin no le tomó
importancia porque, ¿cómo no oler así luego de todo lo que pasó entre ellos? Tuvo que haberse dado cuenta del celo a punto de estallar.

Sabía lo que debía hacer en ese momento, con Tae luciendo tan descompensado en el suelo. Primero,
sacarlo de ese lugar público y buscar uno privado. Tae diaba que todo el mundo supiera cuando entraba en
celo.

Jimin sostenía a Yeji en sus brazos, que lloraba sin control. Jin sentía el impulso de consolarla, meciéndola en un fuerte abrazo cariñoso, pero no podía debido a que llevaba a Tae encima, al estilo de novios recién casados. Aquella idea provocó un recuerdo lejano: la noche de bodas, cuando entraron a la habitación del hotel entre besos desordenados y risas de felicidad. La
simple memoria le provocó dolor en su corazón.

Alrededor de ellos las personas volvieron a caminar al darse cuenta de la situación, y muchos alfas se alejaron para evadir el aroma a celo del omega.  Algunos permanecieron, aunque más por curiosidad que por tener otra intención, y Jin sabía que debía moverse rápido. La primera etapa del celo era la peor, lo tenía más que claro: la mente del omega se nublaba por el calor y debía ser estabilizado.

Como otro recuerdo, lo que fue el último celo de Tae con él lo golpeó en el corazón. Se había adelantado antes de lo previsto y el cuerpo del omega colapsó por el lazo roto entre ellos, provocándole vómitos y escalofríos. Podía recordar el pánico, el terror, al ver a Tae en ese estado. En el estado que él provocó. Esa noche, lo único que había querido era asegurarlo, afianzar su celo y que las cosas pasaran como debía ser. Pero lo único que obtuvo fue un caos gracias a sus acciones.

-Jimin-habló, llamando a su hijo-, por favor, necesito que te consigas un taxi.

Jimin le observó con los ojos completamente abiertos, luciendo tan asustado y temeroso por la situación. Los celos eran normales en los omegas, claro que sí, sin embargo, una cosa era que ocurriera en un lugar seguro como en el hogar, y otra que estallaran en
medio de tantas personas.

-Papá - barboteó, tratando de consolar a Yeji, que no dejaba de sollozar-, papá, ¿qué harás?

-Alfa-repitió Tae, y Jin bajó la vista,
encontrándose con el afiebrado rostro del omega. Esa pálida piel se encontraba enmarcada en rojo y los ojos brillaban, como si estuviera a punto de llorar-, te... te necesito.

Seokjin ya tenía una decisión tomada, pero no pudo evitar el dolor en su corazón por lo que iba a hacer.

-Llevarlo a casa de ustedes, por supuesto-le dijo, acomodando a Tae en sus brazos-. Por favor, Chimchim...

Su hijo seguía teniendo esa expresión de susto y pavor, aunque para su fortuna, se movió y se puso a caminar,
abriéndose paso para llevarlo a la calle principal. El olor a celo hizo que todos se hicieran a un lado, murmurando por lo bajo, y Seokjin sólo se apresuró a
seguirlo, oyendo los jadeos suaves del omega.

-Yeji, ya... -escuchó que consolaba Jimin a la niña -, mamá está bien, sólo se enfermó...

-Ma-ma-mi-hipó ella, ya sin tantas lágrimas e hipando mientras veía por sobre el hombro a los dos adultos.

-Yo lo cuidaré-aseguró Jin, tratando de alejar su nariz de las feromonas de Tae para que no le afectaran tanto-, no debes preocuparte, princesa. Papá
cuidará de mamá.

Aquellas palabras ni siquiera las pensó. Por el contrario, fluyeron de su boca sin darse cuenta de lo que podían significar. Él sólo quería consolar a Yeji, hacerle saber que no debía estar tan asustada, y su alfa, que reconocía a la
niña como hija suya, creía que lo mejor era decirle eso.

Jimin se volteó a verlo bruscamente. Jin
esquivó su mirada, reparando en lo que acababa de decir, mientras que Yeji dejó de sollozar.

-Papá -murmuró Jimin con una expresión de enojo.

-Perdón -se apresuró en decir, no quise... Perdón, Jimin.

-Alfa- Tae, en sus brazos, comenzó a llorar. Seokjin  sentía el pánico burbujeando en su estómago-, Alfa, por
fa-favor...

Que raro se le hacía escucharlo llamarlo así, luego de todo lo que pasó entre ellos. Escuchar tanto anhelo,
tanta desesperación en su voz, tanta necesidad. Todo provocado por el celo, y Jin se preguntó si es que el celo exponía los más oscuros secretos de los omegas. Lo que realmente querían.

En el colegio les enseñaban que no. Les explicaban que los celos demostraban la verdadera naturaleza del omega, la de ser un animal de cría que ansiaba ser preñado por un alfa. Siempre tuvo sus dudas respecto a eso y Tae no hizo más que acrecentarlas, porque, ¿cómo se explicaba que su omega, su pareja,
prefiriera dormir en los celos a follar como un poseso? ¿Cómo se explicaba que Suran, a sus casi cuarenta años,
siguiera sin una marca y pasara sus celos en soledad?

Y ahora, luego de tanto tiempo separados, escucharlo decir eso era suficiente para enloquecer a su alfa.

-Si, Tae, si -los apodos brotaron con facilidad y sintió nuevas lágrimas en los bordes de sus ojos-. Mi Tae, mi precioso omega, me haré cargo de ti.

Jimin no dijo nada, con una clara expresión de no saber qué hacer. Para su fortuna, no tuvo que esperar mucho para que un taxi se acercara. Su hijo se subió adelante, con Yeji en sus brazos, que ya no lloraba y sólo los miraba con curiosidad. Seokjin se acomodó en los
asientos traseros, sosteniendo todavía a Tae, que se arrebujó más en sus brazos.

-Seokjin -jadeó, sin dejar de mirarlo. No había quitado su vista de encima de él en todo momento, con los ojos brillando-. Seoki. Seoki-parecía estar
saboreando los apodos, a pesar de que cada uno de ellos le provocaba dolor al alfa, recordando los momentos en
que se los decía-. Seok. Hope. Sol. Mi sol...

-Taehyung -Jin quería llorar, con el corazón roto-, mi luna. Mi hermosa luna.

El omega se veía complacido al escucharlo decir eso, con los labios entreabiertos, antes de volver a hundir su nariz en el cuello de Jin. Escalofríos recorrieron al alfa, pero trató de controlarse y dejar sus manos quietas.

-Nido -susurró Tae-. Nido. Nu-nuestro nido...

¿Cuánto tiempo llevaba sin estar en uno de los bonitos nidos de Taehyung? El omega siempre los hacía en sus
momentos de vulnerabilidad, reuniendo prendas de Jin si él no se encontraba allí, y si lo estaba,
abrazándose a él y pegándosele con una sonrisa somnolienta.

-Cuando llegues a casa -le prometió- lo harás, Tae -eso pareció ser suficiente para satisfacerlo, volviendo a olisquearlo, y Jin lo aprovechó para inclinarse hacia adelante. -Jimin, disculpa que te lo pregunte, pero... ¿pero los celos de tu madre han sido así estos años?

Jimin giró su cabeza, dirigiéndole una mirada a Tae, que permanecía ajeno a él. Luego, volvió su vista a su padre.

-No -dijo finalmente, no. Mamá los ha reprimido - una expresión avergonzada-. Mamá ha reprimido todos sus celos por nosotros.

Privilegiando a sus cachorros, poniéndolos en primer lugar en cualquier momento, incluso en sus períodos de más vulnerabilidad. Se ponía sensible, recordaba Jimin, y se inclinaba por hacer nidos para poder
calmarse, pero no daba rienda suelta al celo como tal.

-Lo reprimía principalmente con pastillas y el último que tuvo, que fue a principios de enero, coincidió con el resfrío de Yeji y mamá se lo pasó cuidándola. No se permitió la debilidad en ese celo.

Seokjin no se veía sorprendido, y es que quizás esa era toda la explicación que necesitaba para el estado de Tae. El omega siempre fue muy consciente de
sí mismo en los períodos de celo, pero ahora, parecía como si hubiera dejado que su omega tomara el control. No podía imaginarse el dolor que significó
haberse reprimido por más de dos años, no permitirse vivir el celo como debiera ser. No sólo para cuidar de sus hijos, sino también para evitarse el verdadero sufrimiento a él: su omega se desesperaría en los celos al no tener a un alfa que le sirviera de ancla. Por mucho que Yoongi quisiera ayudarlo, no podía suplir lo que realmente necesitaba en sus celos.

-Papá -habló Jimib otra vez, ¿realmente
pretendes ir a nuestra casa y pasarlo con mamá? Ustedes...

-Jimin, no- Jin apretó su mandíbula un
instante, dejando que olisqueara sus feromonas alfas con esa desesperación que le provocaba tanto sufrimiento-. No, ¿cómo crees...? -por supuesto que
podía creerlo, santo dios, luego de todo lo que les hizo, ¿no pensaría eso por lógica?-. Lo llevaré a su casa, nada más. No podía dejar que te hicieras cargo de todo, no con un omega en celo encima -se echó hacia atrás y observó el rostro adormecido de Taehyung. Parecía haber encontrado tanta calma en el aroma del alfa, como años atrás. -Tu madre merece algo mejor que yo.

Vio dolor en los ojos de Jimin ante sus palabras, pero Jin no tenía mucho más que decir respecto a eso. Por mucho que su alfa lo quisiera, lo anhelara, lo
deseara, ese celo no lo iba a pasar junto a Tae. Incluso si el omega se lo pedía, se lo rogaba. No estaba bien, bajo ningún concepto, y lo que menos deseaba era seguir haciéndole daño. Incluso si no hicieran nada, si se quedara a su lado a consolarlo, ¿era realmente lo que quería el omega? Lo dudaba.

Así que no podía hacerle eso. No podía,
simplemente, fingir que un abismo no lo separaba de Taehyung y creerse con el derecho de estar con él de esa forma.

-¿Y si él te lo rogara? -insistió Jimin.

-No en este estado -el omega ya se veía
completamente dormido en sus brazos. Jin no podía creer lo hermoso que era, tan precioso y con un aspecto casi etéreo. El olor a celo parecía haber aminorado, pero él sabía que, una vez despertara, volvería a perder el control -, nunca más en este estado, Jimin.

Jimin se giró hacia adelante y Jin,
aprovechando ese breve momento de intimidad con Taehyung, se inclinó y le besó la frente con cariño. Pudo escuchar su suspiro de gusto, viéndose tan cómodo, tan a gusto, casi provocándolo a reconsiderar su decisión. Una parte suya, la dominada por el alfa, poco más tironeaba a solamente abrazarlo durante el celo y no hacerle nada, sin embargo, él tenía más que claro que Tae no le había pedido ni siquiera eso dentro de su
racionalidad.

Las cosas no estaban habladas. Y él ya no asumiría lo que el omega quería basándose en su instinto. Al fin y al cabo... Seokjin pasó gran parte del matrimonio imponiendo sus ideas, sus deseos, y lo habían llevado a esa catástrofe.

El resto del viaje fue hecho en silencio. Jimin le hablaba en voz baja a Yeji para distraerla y él sólo observaba el rostro tranquilo de Taehyung. Le acarició las
mejillas, sabiendo que en cualquier otra situación el omega no se lo habría permitido, y trató de grabarse esa imagen. Sus dedos ardían por la necesidad de tocar más, no en un sentido lascivo, sino solamente para
rememorar lo que se sentía poder mimarlo de esa manera. A primera vista no lo demostraba, pero a Tae le gustaba mucho ser consentido de esa manera.

O, quizás, le había gustado que fuera Seokjin quien lo hacía. Al menos, antes de que las cosas se torcieran tan
cruelmente.

El taxi se detuvo, cerca de veinte minutos después, fuera de una enorme casa en un bonito condominio. Jimin se bajó primero luego de pagar (seokjin le
pasó su billetera) antes de abrirle la puerta a su padre, que tuvo que hacer malabares para bajarse sin molestar
demasiado a Tae. De cualquier forma, una vez estuvo de pie y lo volvió a acomodar, el omega pareció despertarse. Seokjin rogaba que hubiera recuperado la razón, al menos unos minutos, para poder entrar a su
hogar sin ayuda: sin embargo, la suerte no estaba de su lado. Taehyung pasó un brazo por el cuello de Ji , como queriendo acercarse a él para besarlo, y el alfa sintió sus brazos temblar ante ese gesto.

-Taehyung -dijo, y no quiso que su voz sonara demasiado a un regaño-, no. No aquí.

-Alfa-insistió el omega, intentándolo otra vez.

-¡Mamá! -exclamó Jimin-. Mamá, vamos, ya estamos en casa. Papá te dejará aquí.

Mala elección de palabras, se dijo Seokjin, y su idea se vio reflejada cuando las cejas de Tae se arrugaron y
sus labios hicieron un mohín. Se veía muy disgustado.

-¡No!- Tae ahora abrazó al alfa por el cuello con ambos brazos, enfurecido repentinamente-. ¡No, Jimin!

Jimin tenía una expresión de que no podía creerselo. Yeji ahora los miraba con mucha curiosidad, como tratando de entender la dinámica frente a ella. De entender el comportamiento de mamá.

-Bebé -trató de hablar Jin, usando un apodo para calmarlo-, tranquilo, no debes preocuparte. Te llevaré a dormir...

-Papá, no puedes -le interrumpió Jimin-. Yoongi  está en casa y no puede verte. Si te ve, va a enloquecer.

Seokjin lo sabía. Lo tenía más que claro. No quería ser tan radical en sus pensamientos, pero podía estar casi
seguro de que Yoongi era capaz de darle un golpe al verlo.

-Lo entiendo, sin embargo, mamá no te acompañará por iniciativa propia -y como si estuviera apoyando esas palabras, Tae quiso volver a besarlo y el alfa sentía que entraría en pánico pronto.

-Alfa-murmuró -, mi alfa. Mío.

Su hijo se veía a punto de estallar por la situación.

Seokjin podía imaginarse que eso no era fácil para él, ver a su mamá perder la razón por la persona que le hizo tanto daño. Aunque, a fin de cuentas, ¿de qué otra manera reaccionaría el omega de Tae luego de dos años lejos del alfa que lo marcó, reprimiendo sus
celos, ahogando todas sus emociones? El colapso era inminente.

-Pero no puedes...

-¿Jimin?

La femenina voz hizo que padre e hijo se voltearan, viendo a Mary Liu bajo el umbral de la puerta de su casa con una expresión de completo desconcierto. Jimin ahora se veía más pálido, pero Yeji soltó un grito de alegría.

-A-unt Lu! -exclamó.

Mary dio dos pasos sin perder la cara de confusión, y empeoró al darse cuenta de Tae en los brazos de aquel alfa..

-¿Taehyung?-preguntó, algo incrédula-. ¿Qué está ocurriendo aquí?

Jimin barboteó algo ininteligible y Jin no sabía qué decir exactamente. La mujer se veía mayor que ellos y cuando sus ojos se posaron en él, no pudo evitar sentirse como si lo hubieran pillado haciendo una travesura. Fue peor cuando Tae se aferró fieramente a
él.

-Pe-perdón señora Liu -barboteó Jimin con voz ahogada-, es que mamá... uh... Mamá ha tenido un celo repentino y...

-¿Celo? -ahora se veía muy alarmada-. ¿Y qué hacen aquí? ¡Hay que llevarlo a casa!

-¡No! -gritó Jimin-. ¡No, señora Liu, no puede llevarlo! -su tono de voz se volvió casi desesperado-. Señora Liu, por favor, ayúdennos...

Más confusión en el rostro de la mujer. Jin, la verdad, ya se estaba cansando de llevar a Tae encima. No es como si el omega pesara demasiado, pero el hecho
de cargarlo y tener que resistirse a su aroma realmente no era un ejercicio sencillo.

-Jimin, ¿qué está pasando en este momento? - preguntó Mary.

El omega menor miró de Yeji, luego a Seokjin, después a su mamá y, finalmente, otra vez a la señora Liu.

-Es mi papá-habló, con su tono apenas siendo un hilo -, él es mi papá, señora Liu. Es el alfa de mamá-sus ojos se llenaron de lágrimas-. Mamá entró en celo y papá lo traio aquí. pero Yoongi no puede verlo. por favor. por favor...

La explicación desconcertó a la mujer, pero para fortuna de Jin, se repuso con rapidez. Su rostro se volvió decidido y le dirigió una mirada al alfa.

-Bueno, vamos-dijo ella-, en este momento estoy sola, así que aprovechémoslo. Dejemos a Tae en la
habitación de invitados.

Jimi  la siguió y Jin no tuvo más que seguirlos, entrando a la enorme casa sin saber exactamente qué decir. Sentía algo de curiosidad por saber quién era
esa mujer, aunque se hacía una leve idea ante el trato familiar de su hijo con ella. Lo más probable es que Tae trabajara para la omega.

La casa en el interior era enorme, demostrando que la familia de la mujer ganaba mucho. Pudo ver fotos familiares cuando subieron por la escalera al segundo piso, adentrándose en uno de los cuartos, que debía ser
el de invitados. Se notaba por las paredes limpias y al no sentir el aroma de otra persona.

Se acercó a la cama y tendió a Tae. El problema vino cuando quiso alejarse.

-¡No! -exclamó, agarrándolo con rapidez-. ¡No, no, no, Alfa!

-Taehyung...-trató de decir Jin.

-¡No! -y Tae, repentinamente, estalló en lágrimas-. ¡Te... te ne-necesito! ¡O-Omega necesita a Alfa!

-Mamá, mamá-trató de hablar Jimib, metiéndose en su visión y agarrándole una de las manos-, por favor, suelta a papá, por favor...

-No, no- sollozó, desesperado-. Duele. Duele. Quema-quiso soltarse de su hijo-. Todo arde. Arde. Por favor. Por favor.

Una mano delicada se posó sobre el hombro de Jimib. Al voltearse, se encontró con la mirada tranquila de Mary. El omega menor había dejado a Yeji bajo el marco de la puerta, y la niña los miraba con una carita temerosa.

-Creo -dijo Mary, con voz suave pero firme-, que lo mejor será que tu padre se encargue de esto, Jimin.

-Pero... pero...

-Taehyung necesita descansar -le explicó ella-, su celo ha venido con fuerza. Necesita un ancla en este momento.

Un ancla. Su batería portátil. Su sol.
¿No se lo había dicho Tae, tantos años atrás? El recuerdo provocó dolor en
el alfa.

-Lo haré dormir-prometió, susurrándolo por encima de los murmullos llorosos del omega-,
déjamelo, Jimin. No le haré daño, te lo prometo. Pero deja que lo haga dormir.

Jimin miró el rostro desconsolado de su mamá, tan quebrado, tan destrozado, y tuvo que tragarse toda la angustia y miedo que sentía. Por un momento, pudo entender toda esa ira en Yoongi: ojalá él pudiera hacer más por mamá, más para hacerlo una persona feliz.

Soltó la mano de mamá, que se volcó ahora completamente a Seokjin, queriendo acurrucarse contra él.

-Necesitas un té -dijo Mary, tratando de tranquilizarlo -, y Yeji un poco de contención. Vamos a la cocina, cariño.

Jimin retrocedió, aunque sin quitar su vista de sus padres. Jin, ahora con algo de luz verde, se subió a la cama y Tae ahora sollozaba con más fuerza (¿tal vez con alivio?). El omega se aferraba con una desesperación casi dolorosa al alfa, como si temiera que se evaporara si lo soltaba.

Seokjin se acostó boca arriba y el omega hizo el amago de subirse sobre él, pero lo sostuvo de los hombros,
acurrucándolo a su lado. Tae aceptó aquello, acercando su nariz lo más que pudo al cuello del alfa para volver a inundarse en su aroma.

...más-pidió a los pocos segundos.

El alfa cerró sus ojos un instante. Se giró levemente, acercando su boca a la frente de Tae y así darle un nuevo beso en esa parte.

-Bonito -alabó, sabiendo que eso le gustaba mucho al omega de Tae-, bonito. Mi bonito y precioso omega.

A pesar del rostro encharcado en lágrimas, Taehyung le sonrió y abrazó con fuerza.

-Te quiero, Alfa-le dijo.

¿Cuánto dolor podía sentir Seokjin con esas palabras? Pensó, durante mucho tiempo, que al volver a oírlas todo en él saltaría en señal de alegría. Sin embargo, al escucharlas ahora, sólo respondió el sufrimiento lacerante en su corazón.

-Te amo -afirmó Jin, tratando de aguantar sus propias lágrimas y soltando más feromonas que lo
hicieran dormir-. Te amo, Taehyung.

Te amaré por siempre, aún si ya no me amas. Aún si ya no me quieres en tu vida. Pero yo siempre te amaré, mi
precioso omega.

********

Se aclaró la garganta, llamando la atención de su hijo y la mujer.

-Taehyung se ha dormido hace unos veinte minutos -dijo, cansado-, abrí la ventana antes de salir para dispersar
mi aroma.

Jimin se puso de pie, ignorándolo y pasando de largo para subir las escaleras, perdiéndose una vez llegó al
rellano. Seokjin fingió que esa indiferencia no le lastimó, inclinándose ante la señora Liu.

-Lamento mucho las molestias-dijo-, y agradezco que haya ayudado a Tae de esta manera. Me retiraré...

-Cuando Taehyung me habló de usted, lo imaginaba de otra manera, señor Kim.

Las palabras de la mujer hicieron que el pasmo se reflejara en su cara. La observó, como tratando de descifrar cuáles eran las intenciones que ella poseía, pero no tuvo mucho tiempo para hacerlo: Yeji se percató de su presencia y, bajándose rápidamente del sofá, fue hacia él.

La pequeña le abrazó por las piernas, levantando la vista para mirarle.

-Se-nol Hope-dijo ella, y Jin sabía lo que quería, así que no pudo negárselo.

La tomó en brazos con suavidad, dejando que la pequeña se acurrucara en sus brazos. Casi se sintió cómo tener
un pequeño Tae, y la idea estuvo a punto de hacerlo estallar en carcajadas tristes.

-Soy Mary Liu-volvió a hablar la omega mayor, sentada en su lugar-. Tae trabaja para mí como asesor de mi hogar. Entenderá usted que él es muy
preciado para mí y mi familia, y esta situación nos deja en un punto... incómodo.

-No pretendo invadir su familia, señora Liu-se apresuró en decir seokjin.

-Pero ya lo ha hecho -señaló ella-. Tal vez todavía no lo comprenda, sin embargo, Tae es parte de mi familia
desde el momento en que llegó a esta casa.

Silencio de su parte. Seokjin se puso ligeramente colorado. Los ojos de Mary, a pesar de verse amables, tenían cierta precaución que le hizo sentir juzgado.

-No sólo Taehyung, sino también sus cachorros-continuó ella-, todos ellos son parte de mi familia. Y lo que
quiero es evitarles más daño. Él me habló de que había retomado el contacto con usted, pero jamás pensé que eso pudiera desencadenar una situación como esta.

-Yo tampoco lo sabía -trató de defenderse-, no pretendía... No imaginé que su celo pudiera ocurrir así.

Mary ladeó la cabeza. Se veía cómo si tratara de adivinar quién era él realmente, una respuesta que ni el mismo Seokjin sabía.

-Me lo imaginaba distinto -repitió ella-. Cuando me habló de lo que usted le hizo, me imaginé un alfa cruel,
indiferente y déspota.

Se tensó, de manera irremediable, ante la mención de sus acciones. Él ya las tenía más que claras, no había día en que no aparecían en su cabeza, pero oírlas de una persona casi desconocida se sintió distinto.

-Lo fui -dijo él, con tono sombrío y expresión dura-, claro que lo fui. Tae se merecía el cielo y yo le ofrecí un infierno.

-Fue hijo de su patria-contestó ella, y por un momento, fue como si estuviera hablando con su psicóloga, Sandara-, y eso no sólo lo condenó a usted, sino también a Taehyung  -ella hizo un gesto-. Disculpe la indiscreción de la pregunta, pero no puedo evitar hacerla: ¿se está atendiendo con algún especialista, señor Kim?

La tensión no desapareció de su cuerpo ni disminuyó un poco ante la pregunta realizada.

-No la conozco-respondió él.

-No, no me conoce-aceptó Mary-, pero me preocupa que quiera estar en contacto con Tae y sus hijos si sigue siendo ese hijo de su patria.

Seokjin no sabía cómo interpretar toda la conversación que mantenía con esa mujer. En sus brazos, Yeji seguía
acurrucada y al echarle un vistazo, vio sus ojos cerrados. De seguro se agotó con todas las emociones de un día.

Él también estaba muy agotado. Se sentía inestable, como esos primeros días (¿días? Mejor dicho meses)
desde que Tae se marchó, con su alta alterado y nervioso. Percibía aún el aroma impregnado en sus ropas, y no sabía qué iba a hacer una vez llegara al
hotel: ¿quitárselo y llevarlo a la lavandería, o acurrucarse en la cama y olerlo como si estuviera esnifando una
droga adictiva? Muy probablemente lo segundo, y la idea le deprimía.

-Estoy yendo a terapia -aceptó, porque a fin de cuentas, ella tenía razón en algo. No sería bueno que estuviera cerca de las personas a las que les hizo daño
cuando no estaba sanando.

¿No Taehyung se lo había dicho en su carta? Sólo cuando sanes, quizás, pueda volver a mirarte a los ojos sin sentir
miedo.

-Eso es bueno -Mary asintió con la cabeza-. No puedo prohibirle a Tae que le siga viendo, no cuando él ya es un adulto, pero si me encargaré de cuidarle y protegerle si usted intenta sobrepasarse, señor Kim- una sonrisa suave que contrarrestaba de gran manera con sus ojos estrechos. Si él me cuenta que usted le está haciendo daño, me encargaré de llamar a la policía y al Departamento de Migraciones. Como se habrá dado cuenta, mi familia tiene dinero, y mi esposo posee contactos por muchas partes.

La amenaza, en lugar de espantarlo o enfurecerlo, sólo le hizo cierta gracia en el fondo, además de darle un poco
de alivio. Le consolaba saber que había gente que se preocupaba y protegía a Taehyung, incluso de él mismo.

-No esperaría menos de usted, señora Liu -dijo, y era honesto-. Creo que lo mejor es que me marche ahora, no quiero seguirla molestando.

Ella se puso de pie, caminando hacia él para tomar en brazos a la pequeña Yeji. Seokjin percibió el impulso de no entregársela, su alfa no quería tenerla lejos de él, pero tuvo que aplacarlo a la fuerza y, con el corazón apretado, le dio un pequeño beso en la cabeza antes de tendérsela. Fue un poco complicado, ya que la niña se mostró un poco reacia a alejarse del olor a vainilla en sus sueños, pero al final terminó cediendo.

Mary lo acompañó hasta la puerta.

-Gracias por cuidar de Tae -le dijo.

-Es lo que hace una familia -respondió ella, y le dirigió una mirada más-. Qué extraño.

-¿Eh?

La omega sacudió su cabeza, como si tratara de despejar una idea.

-Ahora que lo miro más de cerca, me recuerda a alguien ella acarició el cabello de Yeji-, pero no puedo recordar a quién -un suspiro bajo-. Gracias por traer de Taehyung. Cualquier otro alfa se habría aprovechado de su estado. Esto lo hace un poco más decente, señor Kim.

Ojalá hubiera sido decente siempre, pensó, pero sólo asintió antes de despedirse, echándole una última
mirada a la pequeña, que dormía plácidamente..

Luego de dar unos pasos, con el aire limpio de feromonas, pudo sentir sus hombros caer en derrota y la aplastante sensación de depresión apareció con fuerza.

Tal vez, se dijo mientras caminaba por las calles vacías, era momento de volver a contactar con su psicóloga
para contarle lo que había pasado los últimos días. Demasiadas emociones en una semana, y ya estaba completamente sobrepasado. Necesitaba desahogarse en ese momento.

Y llorar. Sobre todo, llorar.

Taehyung despertó, aturdido y con su nariz hundida en la almohada, que estaba cubierta con un fuerte olor
a vainilla. Sin poder evitarlo, restregó su nariz allí, inundándose con las feromonas alfas de Seokjin, y su
omega se aplacó un poco. Al menos, hasta que sintió un fuerte calambre en su vientre.

Emitió un gemido gutural.

-¿Mamá?

Abrió los ojos, aguantando el nuevo jadeo doloroso en su estómago, y chocó con el preocupado rostro de Jimin.

-Hora-pidió, con la voz ahogada y la garganta seca.

Jimin se apresuró en mirar su celular.

-Las seis de la tarde -le dijo-. Dormiste cerca de una hora, mamá. Ven, la señora Liu te preparó un té de
manzanilla.

Un nuevo calambre cuando se enderezó, pero se forzó a resistirlo. Su omega parecía haberse aplacado con
el aroma a vainilla, sin embargo, pronto empezó a lloriquear al darse cuenta de las ventanas abiertas y el
hecho de que estaba con un pijama que no era suyo.

Jimin pareció darse cuenta.

-Fue idea de la señora Liu-dijo-, para lavar tus ropas, mamá. Ahora están en la secadora. Es que... -una mirada avergonzada-, apestaban a papá.

-Tu padre siempre tuvo un aroma fuerte -dijo, agarrando la taza para beber algo, ya que así evitaba romper en llanto.

Apenas podía hilar bien lo que había pasado en las últimas tres horas pasadas. Su celo estalló de manera imprevista (no tan imprevista, si consideraba las señales), pero le agarró desprevenido, y con la presencia de Jin, su omega colapsó. No como había
ocurrido en su último celo con Seokjin, con el vómito y el frío. Ahora fue todo lo contrario: calor asfixiante y
desesperación al máximo, con su omega dominándolo sin control alguno.

Luego de haberse descompuesto, recordaba los ojos de Jin encima suyo, la manera en que su aroma le envolvía, y lo único que había querido él era que no lo dejara. Su omega necesitaba ese olor, necesitaba su toque encima, acariciándole y calmándolo, haciéndole
saber que era amado. Que su alfa le amaba.

Al acariciar su marca, sintió el ardor y no sólo eso: el lazo. El lazo, tirando al inicio, y luego una ola de calma. Seokjin respondiendo al otro lado, enviando tranquilidad. No como antes, pero era distinto a sus últimos meses de matrimonio. Incluso cuando estaban
juntos, había momentos en donde no lo sentía debido al daño provocado. Ahora, se percibía la presencia del alfa.

Taehyung no sabía cómo tomarse esa idea. No había ira hacia Seokjin por haber reestablecido (a medias) ese
lazo, ya que él sabía que el alfa no tuvo otra opción. Si bien los recuerdos se difuminaban a medias, tenía claro que con su omega a flote, actuó necesitado de él. Recordaba haber restregado su nariz contra el cuello del alfa y algunas palabras sueltas rogándole que no le
dejara. Ante ese comportamiento, habría sido más cruel de parte del alfa haberse marchado, dejándolo en ese
ahogado calor y llorando por el abandono. Tae no habría podido soportarlo.

-Lo lamento, cariño-dijo, mirando a Jimin -, no tuviste que ver eso.

-¿Qué? -el omega menor parpadeó-. Oh, mamá, no te preocupes. No sabías qué iba a pasar.

-Fue irresponsable de mi parte-insistió -¿cómo está Yeji? Pobre de mí cachorrita...

-Está bien, mamá- Jimin le agarró la mano-, la señora Liu se ha hecho cargo de ella. También le cambió las ropas y ahora la está bañando, papá la tomó en
brazos y la dejó impregnada-una expresión de enojo de su parte-. No pude evitarlo, pero cuando lo vuelva a
ver...

-Jimin- Tae hizo un gesto- es su padre. Es normal que lo haga sin querer. A los padres alfas les encanta marcar a sus hijos en sus aromas.

-¡Pero él no es su papá! -explotó Jimin-. No la ha criado ni la va a criar, no debería propasarse -Tae sintió el resentimiento filtrándose en la voz de su hijo -. Mira lo que ha provocado.  Pensé que sería una buena idea en un inicio, pero ahora, ¡debería marcharse y no volver! Imaginate si vuelven a verse, ¿qué pasará si estalla otro celo? Ahora no se aprovechó, ¿aunque si
estuvieran a solas?

-Jimin, para-pidió Tae, agotado, y su hijo obedeció-. No quiero que discutamos esto en mi estado, ¿está bien? No me siento bien y mi celo no ha
terminado, así que necesito que volvamos a casa. Debo hacer un nido.

Taehyung esperaba que eso aplacara a su omega, que estaba comenzando a ponerse de nervios. Estaba casi a
punto de inundar su nariz en la almohada para volver a llenarse con el aroma a vainilla y así calmarse, pero sabía que eso provocaría que Jimin se confundiera más.

Su pobre cachorrito, madurando antes de lo esperado. ¿Cuántos fracasos seguiría acumulando en su tarea de madre?

Se terminó de beber el té y luego, con ayuda de su hijo, fue hacia el baño para ducharse y quitarse los restos de aroma alfa. A pesar de que su omega no lo quisiera (y una parte de él tampoco), sabía que debía quitar todo olor que levantara sospechas. Era una gran fortuna que Mary hubiera estado en casa, de lo contrario, ¿qué desastre se
habría desatado si Yoongi se encontrara con su padre? Y con él inundado en ese celo soporifero no hubiera podido hacer nada.

Media hora después, limpio y perfumado con el aroma del jabón, salió y se vistió con sus ropas libres de aroma. La almohada seguía ahí, con Tae observándola apáticamente en lo que trataba de convencerse de no ir a
olisquearla. Ya estaba limpio de aquel olor.

Salió de la habitación. Yeji estaba en el cuarto del matrimonio, con Mary trenzando sus cabellos.

-¡Mami! -gritó ella, yendo hacia él a abrazarlo. Tae le palmeó su cabecita con cariño, sin intentar agacharse
porque eso le provocaría nuevos calambres en su vientre.

-Mi linda cachorrita-le dijo, con el corazón apretado en cariño, ¿cómo estás? ¿Te portaste bien con la tía Mary?

-¡Sí! -dijo ella, y Mary se puso de pie para ir hacia él-. El... el se-nol Hope... hes gon. No pude... bai bai.

-Ven aquí, preciosa-Mary la agarró en brazos y ayudó a Tae a ir hacia las escaleras para que bajaran-. El señor Kim se marchó poco después de hacerte dormir, Taehyung.

-Ah- Tae sabía que era lo mejor, pero su omega lloriqueó un poco-, está bien. Lamento mucho las molestas, señora Liu. Dios mío, que vergüenza.
Realmente...

-No debes preocuparte de nada -dijo ella, con tono firme, eres parte de mi familia y debo cuidarte de ti y tus hijos,. Ahora, sí, es mejor que vayas a tu hogar. Una vez pase tu celo, conversaremos.

Taehyung agradeció eso. Lo que menos necesitaba ahora era un interrogatorio.
Jimin estaba abajo y ayudó a Tae a caminar sin tambalearse. El omega mayor sabía que pronto vendría otra nueva ola de celo, no tan intensa como la primera, pero necesitaba acostarse en su cama y, ojalá, tomarse un supresor.

Como si leyera su mente, Mary le dirigió una mirada reprobadora.

-Nada de supresores-dijo, tan maternal y preocupada -, los supresores provocaron este descontrol en tu celo. Sabes que no son para tomarlos por mucho tiempo y has abusado de su uso.

Hizo un mohin, caminando a tropezones con ayuda de Jimin. Su hijo lo abrazaba por la cintura, mientras que él se sostenía con un brazo sobre sus hombros. Mary los acompañó para cargar con Yeji, y tocó la puerta de la cabañita.

Jeongguk abrió primero, con una expresión de confusión que se transformó en espanto al ver a su madre.

-¡Mamá! -gritó, espantado-. Mamá, ¿qué te ha pasado?

-Su celo, Jeongguk-dijo Mary, haciéndose a un lado para dejarlo pasar-. Vamos, hay que atender y cuidar de tu madre ahora.

Su grito hizo que Yoongi saliera de su habitación. Seguía en pijama y Tae estuvo a punto de regañarlo, cuando un calambre fuerte hizo que casi se doblara en dos.

Apenas consciente, Yoongi lo agarró y medio arrastró hacia su cuarto. El aire deprimido que su hijo tuvo en la mañana desapareció para dar paso a un alfa decidido, y mientras Mary se despedía y dejaba a Yeji en brazos de Jeongguk, Jimin fue a calentar agua para hacer unas compresas.

-... nido... -pidió Tae, volviendo a sentirse afiebrado.

Jeongguk entró al cuarto con un montón de ropa de Yoongi, principalmente sudaderas y playeras. Tae abrazó a su hijo mayor, oliendo su aroma alfa y tratando de reprimir el disgusto de su omega. No vainilla, sino
cítricos. Como limón y naranja. No vainilla.

-¿Le llegó recién?-escuchó preguntar a Yoongi.

-Cuando estábamos llegando-contestó Jimin, tranquilo, la señora Liu nos ayudó.

-¿Pasa algo?-preguntó Jeongguk, escuchándose confundido.

-No, es que... -Yoongi también se escuchaba algo pasmado-, es que normalmente no es así en la primera
ola. Es la más intensa y que necesita más consuelo.

-Tal vez es la edad -dijo Jimin.

.Te oí, Chim -murmuró Tae, pero sabiendo que sólo trataba de distraer a Yoongi de sus ideas.

-¡Mamá todavía no está tan viejo! -apoyó Jeongguk, indignado.

Empezaron a discutir en voz baja. Tae cerró sus ojos, buscando consuelo en ese torpe nido que, para su dolor, no podía suplir lo que realmente quería.

Vainilla. Él necesitaba el aroma a vainilla. Ahora que lo había recuperado, era como si su omega hubiera salido de esa forzada abstinencia para caer en aquel olor que
fue, durante tanto tiempo, su refugio.

Qué cruel podía ser el destino a veces, jugando con él de esa vil manera. Y no sólo con él, porque él sabía que Jin no debía estar en mejores condiciones que él.

Jodido y feroz destino.






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