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Advertencias: drama y angst.

Taehyung trató de concentrarse en todo momento en su cachorrita en lo que fue el viaje a casa.

Lo primero que hizo al salir del centro comercial fue pedir un taxi, incapaz de ir en metro con todas las bolsas que llevaba, así que no le importó pagar la enorme suma que le saldría sólo para ir más calmado.

Y, santo Dios, calma era lo que necesitaba en ese momento.

-Mami-habló Yeji, llamando su atención, y Tae se forzó a concentrarse en ella-, ese hombe... he's nice.

Trató de sonreír con tranquilidad, con el corazón acelerado fuertemente y el dolor en la boca de su estómago. Recordar lo que había pasado sólo minutos atrás, con Jin observándolo a su lado mientras ellos hablaban...

Él ni siquiera podía entender cómo no había colapsado en ese momento. El por qué todavía no colapsaba.

Rememorarlo se sentía como si hubiera sido un sueño. Como si los bordes de lo que veía se difuminaran, y frente a él, sólo pudiera ver a seokjin, con ese rostro más duro, tan demacrado y triste, como si hubiera atravesado una larga enfermedad. A veces, cuando veía las noticias, hacían esos reportajes: lo que podía provocar la separación forzada entre un alfa y un omega que tenían un lazo profundo.

-¿Te agradó? -preguntó, acariciándole el suave cabellito a su niña-. ¿Te parece si lo vemos mañana? Mañana iremos al supermercado para comprar comida para tu cumpleaños.

-¡Bueeeeeeno! -la niña alargó la palabra, sonriendo con feliz. ¡Te kiedo! Ese hombe... ¡me a-u-do!

-Sí, sí... -Tae la abrazó con fuerza-. Nunca más salgas así, ¿entendido? Siempre tienes que estar a mi lado.

Yeji se lo prometió y le devolvió el abrazo, suspirando por la tranquilidad. Su mente todavía no procesaba correctamente lo que acababa de ocurrir y, por lo mismo, todavía no daba paso al miedo de lo que la llegada de Jin significaba para él. Para sus hijos. Para Yeji.

No tardó en llegar a su casa, pagando el taxi y dejando que Yeji cargara con una de las bolsas más pequeñas. Ya había oscurecido parcialmente a esas alturas, por lo que no fue una sorpresa cuando, al abrir la puerta de su casa, sus tres hijos aparecieron.

-¿Mamá? ¡Mamá, ¿dónde estabas?! -exclamó Yoongi, dirigiéndose hacia él.

-¡Es muy tarde! -alegó Jeongguk, apoyando a su hermano mayor y acercándose-. ¡Nos empezábamos a preocupar!

-¿Ha pasado algo? -Jimin, que había estado en el sofá, se puso de pie-. Estás un poco pálido, mamá, ¿estuviste llorando?

Taehyung sintió su corazón cayendo por el miedo repentino, sin saber exactamente que era lo que debía hacer o decir. ¿Decirles la verdad? Eso sería un desastre enorme, no tenía que ser un adivino para saberlo. Sería catastrófico y causaría que sus cachorritos se desbordaran. Lo tenía más que claro.

El mismo no se sentía del todo bien en ese momento. De un momento para otro, fue como si el peso de lo ocurrido hubiera caído en sus hombros, y su omega sólo necesitaba un instante de soledad para derrumbarse.

-Yeji se perdió-habló, y trató de mantenerse firme -, fue un breve momento de pánico, pero me asusté demasiado...

-¡¿Se perdió?! -Yoongi, asustado de pronto, se inclinó y agarró a su hermana menor, que pegó un grito de sorpresa.- ¡¿Pero no le pasó nada grave, mamá?!

-¡No! -Yeji soltó una risita, como si no hubiera sido nada-. ¡Un hombe bo-ni-to me a-u-do! -añadió.

-Mamá... -Jimin también se veía muy preocupado -, ¿estás bien? ¿Pasaste mucho miedo?

-No se lo imaginan... -Tae arrastró las bolsas-. Ella vio a unos chicos disfrazados y salió detrás de ellos mientras yo compraba algo. Quise morirme.

-Mamá... ahora Jeongguk agarró a Yeji-, ¡no asustes más a mamá, niña del demonio!

-¡Babo! -le gritó ella a su hermano, y le manoteó la mejilla.

Verlos discutir infantilmente provocó que su corazón se relajara un poco, al menos, lo suficiente para fingir que eso fue todo lo que pasó y que las cosas seguían bien, en su curso, dentro de ese tranquilo río que creó. Taehyung no quería que esa tormenta (esa tormenta que seokjin era) provocara estragos y desbordara ese río. Un río desbordado siempre causaba problemas y sufrimiento.

La cena, para su fortuna, ya había sido preparada por Jimin. Logró concentrarse las horas que le quedaban, tratando de reprimir y reprimir esa ahogante sensación de miedo y terror que inundó lo profundo de sus entrañas. Ahora ya no se sentía cómo un sueño, sino como lo que era: la realidad. La realidad de que había visto a Jin sólo horas atrás.

A su favor, los cachorros parecieron interpretar su repentino silencio y torpeza con que estaba cansado y todavía algo afectado por lo ocurrido. Por lo mismo, no hicieron demasiadas preguntas y se dedicaron a cuidar de Yeji antes de que le diera sueño para dormir. La pequeña no tardó en caer dormida, tranquilita por estar protegida por sus hermanos mayores.

Sus hijos no demoraron demasiado después en ir al dormitorio para acabar con algunas tareas e irse a acostar también. Tae, una vez quedó sólo, simplemente rebuscó algunas cosas en su bolso, sacando un encendedor junto con un paquete de cigarrillos que había comprado mientras esperaban el taxi. Cuando vio el paquete, sólo pudo pensar en lo mucho que iba a necesitar uno, y ni siquiera lo dudó demasiado. Él había dejado esa adicción demasiado tiempo atrás, cuando estaba saliendo con Jin, porque no era bien visto que un omega fumara. Taehyung lo comenzó a hacer debido a la ansiedad y los nervios, a pesar de ser menor de edad, y siempre a escondidas.

Sí, en esa época, a los quince, Tae tenía mucho miedo. Casi todos los omegas de su curso estaban saliendo con algún alfa, y eran pocos los solteros, entre esos estaba él. Cada vez que regresaba a casa, mamá solía preguntarle no sólo como le había ido, sino también si algún alfa ya le empezó a cortejar. Por supuesto, sus respuestas siempre eran una negativa, y eso provocaba que mamá arrugara los labios, le mirara con tanta reprobación y chasqueara la lengua.

-Tae espanta a todos los alfas-se burló Geumjae, su hermano mayor, que tenía casi dieciocho y ya salía con una omega que los visitaba de vez en cuando-. El único alfa que alguna vez te propuso algo terminó con el ojo morado, ¡así nadie querrá salir contigo!

A él no le gustaba pensar mucho en ese cretino, pero fue peor cuando sus padres lo miraron luego de que Geumjae hubiera dicho eso. Ese alfa del que hablaba ni siquiera preguntó si podía cortejarlo, sólo se puso al lado de su casillero, con una sonrisa condescendiente, y le ordenó que fueran al baño para que le chupara la polla, porque una buena corrida en su rostro le quitaría esa cara de amargado. Taehyung ni siquiera lo pensó dos veces antes de levantar su puño y golpearlo en el ojo, y todos en el pasillo lo vieron. Lo suspendieron por tres días, y su madre montó en cólera cuando le informaron que rechazó un cortejo.

Debido a esa constante presión, comenzó a fumar, siempre a escondidas pues si mamá le pillaba, de seguro le daría una paliza. Cuando conoció a Jin y comenzó a salir con él, lo fue dejando poco a poco, y ya en el matrimonio, no lo hizo nunca más.

Pero ahora... Taehyung ya no era un adolescente. Y estaba separado, no legalmente, aunque qué importaba eso. No le iban a decir nada, porque allí los omegas podían fumar la mierda que quisieran.

Se abrigó lo más que pudo y salió de casa, caminando por el patio y cruzando el portón de la casa de los Liu. Una vez en la calle, sacó el primer cigarrillo y lo encendió con rapidez.

Por supuesto, llevaba tanto tiempo sin fumar que se ahogó en un inicio y terminó tosiendo, sintiéndose como ese adolescente de quince años que aprendía recién a tomar un cigarrillo. Para su fortuna, la primera impresión pasó con rapidez y pronto se acostumbró a la sensación.

Sus hombros se relajaron un breve momento antes de sentir su marca arder. Llevó una mano hacia ella, apretándola y con la dura realidad golpeándolo. Seokjin. Seokjin. Seokjin.

Seokjin frente a él, observándole con tanto amor que algo se rompía dentro de él. Taehyung había olvidado por completo ese tipo de mirada que le dirigía, esos ojos que le observaron así los primeros años de matrimonio, y fue como si su omega se hubiera alterado por completo. ¿Cómo no? Él tuvo que reprimir, mucho tiempo, ese lado sensible y débil de su omega, ese lado que quería acurrucarse en la cama con olor a alfa y envolverse en ese aroma que adoraba.

Pero ahora, con seokjin allí, era como si ese omega estuviera a flote otra vez. Y eso le asustaba demasiado.

Todo lo que hablaron... Hablar sobre Yeji...

Su estómago se apretó con más fuerza y la mano ahora le temblaba sin control alguno. Yeji, su Yeji, había estado con su padre. Él nunca se imaginó que eso pudiera ocurrir, y si alguna vez pensó en contarle a Jin, creía que iba a enfadarse demasiado y mandarlo a la mierda. Esperaba esa reacción porque había olvidado a ese seokjin comprensible y amable del que se enamoró, y creyó que esos casi tres años fuera, habrían empeorado su actitud. Peor que eso: que Seokjin lo estaba odiando con todo su corazón y no quería saber nada de él. Ese pensamiento era más sencillo de asumir, más... más sencillo de manejar. Si Jin lo odiaba, a Tae le dolería, pero significaba que entonces lo suyo se acabó.

Sin embargo, no fue así. Y vio tanta esperanza y amor en el rostro de Seokjin cuando supo de Yeji, que Tae tenía claro que no podía quitarle eso. No quería usar a su hija para causarle daño, porque eso a la larga también heriría a su cachorrita y a él mismo.

Jamás podría odiarte dijo. Entendí que yo era el único culpable, que tú solo intentabas salvarte a ti mismo y a los cachorros.

Abrió la boca para llevar el cigarrillo allí, pero fue como si el dolor le atravesara en ese momento, y sólo soltó un sollozo bajo, con los hombros temblando ante la repentina angustia que le invadió. Sus ojos se llenaron de lágrimas y trató de contenerlas, sin embargo, algunas simplemente se derramaron y sólo podía sorber por su nariz en un débil esfuerzo de aguante.

Taehyung no sabía si era más fácil que Jin le hubiera dicho que lo odiaba a oír sus explicaciones y disculpas. Ante el odio, él podía deslindarse y dejar las cosas así, pero no fue así, y el alfa sólo le pedía disculpas con una mirada arrepentida y honesta. Taehyung tenía claro eso último, porque cuando lo vio otra vez, el enlace entre ellos tiró y el lazo le dijo todo lo que necesitaba saber.

-¿Señor Taehyung?

La suave voz interrumpió sus pensamientos y se volteó bruscamente, viendo a Jongin a unos metros de él, también abrigado y con una mochila en sus hombros. Pudo adivinar fácilmente que venía de la universidad.

-Hola, Jongin -saludó, desviando la vista y esperando que la oscuridad fuera suficiente para que no viera sus ojos llorosos y sus mejillas húmedas-. ¿Tan tarde llegando?

-Tuve que quedarme a hacer unos trabajos con mis compañeros-Jongin le observó la mano-. ¿Está bien, señor Tae? Se ve un poco... triste.

Trató de contener la mueca de su boca, sabiendo que el alfa no lo hacía con mala intención. Sin embargo, no podía evitar sentirse a la defensiva, pues estaba acostumbrado a no hablar sobre sus propias emociones en favor de los demás.

-Nada-contestó, y bajó la vista al cigarrillo, notando que se había apagado. Ahora hizo un mohín-, un día difícil, nada más.

-Ah...-para su mala suerte, Jongin se quedó allí, mirándolo-. No debería fumar cigarrillos, señor Tae...

-Taehyung -su voz fue más brusca de lo que hubiera querido, es Taehyung. Olvida esa mierda de "Señor", me haces sentir viejo -tomó aire, incapaz de controlar bien sus palabras. ¿Y qué te importa a ti si fumo o no fumo?

Jongin no respondió enseguida y Tae se arrepintió de haberse descargado un poco contra el alfa. ¿Qué culpa tenía él de todo eso? -Debería fumar tabaco -comentó Jongin, y rebuscó algo en su bolsillo-. Es mucho más sano -y lo vio sacar un tabaco de liar, envuelto cuidadosamente.

Taehyung sólo lo observó unos largos segundos, sin saber qué decir. Sentía todo demasiado revuelto en su interior todavía, y al final, terminó por agarrar con brusquedad el tabaco, encendiéndolo y llevándolo a su boca. Sus manos otra vez temblaban.

-Lo siento -se disculpó enseguida-, he tenido malos días, Jongin.

-Ah... -el universitario sonrió, quitándole peso a su actuar, –no se preocupe, se... Taehyung -corrigió a último momento. –Pensé que, quizás, no querría salir conmigo. No hemos concretado nuestra cita...

Esas palabras parecieron darle otro dolor de cabeza, porque debido a todo lo ocurrido las últimas dos semanas, esa cita fue lo último en su mente. Y ahora, con el regreso de Seokjin...

-El viernes– barboteó, moviendo su mano de manera nerviosa-, vamos a beber algo.

Las cejas de Jongin se juntaron en un gesto algo confuso. -¿Beber? -el alfa ladeó la cabeza-. Yo quería llevarlo a
cenar...

Ahora de seguro le vería como un alcohólico o algo por el estilo. Taehyung sabía que no estaba dando la mejor imagen: con un cigarrillo en la mano, ese actuar ansioso y pidiendo ir a beber... Quizás Jongin debía estar pensando en él como un ex adicto.

-Podemos...-sintió sus labios temblar-. Santo dios, Jongin, lo lamento. Yo...

He tenido malos días, quiso volver a decir, sin embargo, como ocurrió antes, emitió un jadeo antes de que sus ojos se llenaran de lágrimas. Otra vez las emociones comenzaron a desbordarlo, y su corazón sólo se estrujaba en miedo y dolor. El futuro, en ese instante, nunca se había visto tan incierto y oscuro.

Jongin se quedó congelado un instante antes de decidir moverse e ir a abrazarlo. Tae tuvo el primer impulso de alejarlo, pero más por instinto que por rechazo, pues era un alfa ajeno a su familia y a él le costaba confiar en ellos. Sin embargo, ese abrazo se sintió muy cálido y cariñoso, sólo para consolarlo y hacerle saber que no estaba solo. Eso era lo más importante para Tae, porque realmente se sentía muy, muy solo: no podía hablarlo todo con Suran debido a la distancia, y tampoco podía conversarlo con sus hijos.

A veces, se veía a sí mismo como un volcán dormido que explotaría en cualquier instante.

-Está bien, podemos ir a beber -aceptó Jongin en el abrazo, y Tae olió su aroma alfa: joven, pero era cuero y tabaco. –Aunque hay un problema, Taehyung.

-¿Cuál es? -preguntó el omega, con el rostro medio oculto en el hombro de Jongin.

-Que alguno de los dos no podrá beber, porque hay que conducir de vuelta, a menos que nos regresemos en taxi... -esas palabras lo hicieron soltar una risa débil-. Podemos lanzar una moneda para así decidir si quiere.

Volvió a reír y, por primera vez en el día, se sintió un poco mejor. No totalmente bien y estable, pero un poquito mejor, y eso ya era suficiente para él.

*********

Lo primero que hizo Seokjin, al sentarse en la cama de la habitación del hotel en el que estaba, fue soltar el aire y controlar las lágrimas que pujaban por salir.

Una hija. Seokjin tenía otra hija. Una pequeña y hermosa niña que se llamaba Yeji, que quería sostener en sus brazos y mimar con amor. Por Dios, sus manos ya estaban picando por la necesidad de tenerla otra vez frente a él.

Sin embargo, sabía que no todo era felicidad, y el dolor también afloró en ese momento, con el poco a ánimo que poseía decayendo enseguida. Su hija, una hija a la que conoció casi tres años tarde, y todo por su propia culpa, por haber roto esa familia que tanto amaba debido a su egoísmo. Qué estupidez más grande, se dijo entonces, porque él creyó mucho tiempo que otro hijo arreglaría su relación con Tae, cuando sus deseos narcisistas sólo provocaron todo lo contrario.

Taehyung tuvo que cargar con ese embarazo él solo, a pesar de no haber estado de acuerdo con esa situación. Jin lo obligó a ese bebé, a esa niña, presionando y presionando hasta que lo logró. Lo dejó preñado, pero contra su voluntad, y luego tuvo que hacerse cargo de ese embarazo por sí mismo. A él le sorprendía que no la hubiera abortado y jamás hablado de ella, si es que se hubieran encontrado otra vez. Tampoco lo culparía por haberlo hecho, se dio cuenta, y sólo pensó en lo mucho que podían cambiar las cosas. Cómo su pensamiento podía ser otro de un año para otro, y todo debido a las circunstancias que vivía.

Pero ahora... ahora, por algún extraño motivo, tenía otra oportunidad pequeña para solucionarlo todo. Tal vez no con Tae, lo tenía más que claro, pero sí para demostrar que podía ser un buen padre. Que él amaba a sus hijos y los quería en su vida otra vez.

Y lo de Taehyung...

Su celular comenzó a sonar en señal de una llamada. No tardó en contestar casi en automático.

-¿?

-Seokjin-la voz de su padre pareció sacarlo de sus pensamientos, y parpadeó, observando la televisión apagada-, ¿cómo está todo?

Abrió la boca para contestar, pero fue incapaz de emitir una respuesta inmediata, con la mente todavía confusa con lo que pasó ese día. El momento en que vio a Tae y estuvo con él se había sentido como una especie de sueño, y ahora recién, en ese instante, estaba procesando bien lo que ocurrió.

-Está... -habló finalmente, bien, papá. Bien.

Qué mentira más grande. Seokjin era, en ese instante, una olla con agua en fuego caliente y casi llegando a su punto de ebullición.

-¿Es así? -pudo notar la preocupación evidente-. Queda poco para el viernes, al menos.

El viernes. Claro. El viernes él se devolvería. Debía volver a su rutina diaria. Todo ese viaje sólo fue para sacar las sospechas de él, pero...

Pero...

Era martes en la noche en ese momento. Mañana volvería a ver a Yeji. Y luego...

-Sí...-ni siquiera le dio otra vuelta al asunto-, papá, no creo que me devuelva el viernes.

Otro silencio a través de la línea. Seokjin se puso de pie y caminó hacia a la ventana, observando las calles oscurecidas gracias a la noche. Todavía quedaban muchas personas en el exterior.

-Seokjin, ¿qué estás diciendo? -la voz del mayor era suave, no agresiva o exigente, como si estuviera hablando con ese adolescente rebelde que no quería saber nada de su padre.

-Me he... me he pillado a Taehyung. Por accidente- añadió, como si eso lo solucionara todo.

Un nuevo silencio mucho más largo, tan largo que pensó por un instante que quizás le cortó. Tuvo que verificar que seguía en la llamada, pues su padre realmente pareció perder el hablar.

-Pillado... -escuchó farfullar-, Seokjin, ; de qué estás hablando? Santo dios, hijo mío...

-Papá -trató de explicar-, no fue adrede. Deja... Deja que te lo cuente, por favor.

Y comenzó a decirle sobre cómo ocurrieron las cosas. El haber visto a Jeongguk en la televisión, los deseos de ver una vez más a sus hijos y que sólo pretendía verlos desde lejos. Nada más y nada menos. Lo de Taehyung no tuvo que haber ocurrido, recalcó, y no tardó en llegar a esa parte.

-Papá...-su voz tembló un momento-, Tae... Él….. Él estaba embarazado cuando huyo, ¿tú lo sabías?

Ahora ni siquiera hubo espacio para el silencio. Sus palabras causaron un gran shock en el alfa.

-¿Qué?-lo escuchó balbucear-. ¡No, claro que no! Seokjin, ¿estás hablando en serio?

-Sí-tuvo que volver a sentarse, pues sentía sus piernas tiritar nuevamente-. Es una niña, papá. Se llama Yeji y es muy linda.

-¿La conociste? -la sorpresa seguía presente en la voz de su padre, tan aturdido y descompuesto-. Por dios, Seokjin, esto es... es mucha información. Espera, creo que tengo que sentarme un momento.

Jin sólo espero, porque para él era igual. Todavía le resultaba demasiado desconcertante esa repentina situación.

-Bien, veamos-volvió a decir su padre-, Tae se marchó esperando un bebé, y allá, en Estados Unidos, lo tuvo y crio, ¿cierto?

-Sí, papá-no pudo evitarlo, y volvió a preguntar-. ¿Seguro que no sabías nada, papá?

-No, te lo prometo -su voz fue totalmente honesta-, no tenía idea alguna. Si lo hubiera sabido, quizás... Quizás no lo habría ayudado a irse.

La brutal honestidad le sacó el aire brevemente. ¿A qué se refería su padre con eso?

-Papá...

-No estuvo bien eso, Seokjin. Que haya huido sin decirte eso. Es tu hija también, no sólo de él.

-Papá -seokjin endureció su tono-, está bien, ya no me importa. Si Taehyung lo consideró así, respeto su decisión. Él sólo hizo lo mejor en su momento -una pequeña pausa. Además, si me lo hubiera dicho, quizás no habría podido marcharse. Yo hubiera... yo hubiera actuado peor de lo que estaba haciendo en su momento.

Claro que sí. Los dos embarazos de Tae se los pasó encima de él, preocupado y sin querer dejarlo solo por el miedo de que le pasara algo. Los alfas eran sobreprotectores por naturaleza cuando sus omegas esperaban hijos. él mismo actuaba un poco obsesivo a veces. De seguro no le hubiera quitado el ojo de encima y le habría prohibido hacer muchas cosas con tal de que no le pasara nada.

-De cualquier forma-continuó seokjin-, mañana... mañana Tae me dejó verla otra vez. Quiero... Es otra oportunidad que tengo, papá, para arreglar las cosas. Quiero ser un buen padre para Yeji. Quiero volver a ver a mis hijos y abrazarlos otra vez. Es... es lo único que quiero, papá.

Y, quizás, tener otra oportunidad con Taehyung. Su deseo más profundo, pero el que sabía que muy probablemente no se cumpliría. Eso no se lo diría jamás, ni a su padre, ni al mismo Tae. No sería capaz nunca de decírselo, menos a la cara, porque tenía más que claro que era imposible que eso ocurriera. Incluso que quisiera ser siquiera su amigo. Todavía le sorprendía que el omega no hubiera reaccionado agresiva o despectivamente con él.

-Seokjin, debes tener cuidado-habló su padre, y ahora sonaba muy cansado-, antes de ver a los niños, tienes que conversarlo con Taehyung. Él debe preparar a los chicos.

Y puede que no quieran verte, pareció decir el resto de la frase, pero no lo dijo, porque los dos sabían que eso podía ocurrir. Tenía claro muchas cosas que le iban a provocar dolor, pero prefería anticiparse a ilusionarse y salir más herido en el proceso.

-Lo sé, papá-Jin suspiró-. No pienso... no cometeré otra vez esos errores. Haré las cosas bien, te lo juro.

-Te creo, hijo mío. Te creo.

Después de eso, sólo conversó un poco más con él antes de decirle que estaba demasiado cansado y debía irse a dormir. Sin embargo, al cortar la llamada, se percató de que tenía un mensaje de un número desconocido.

Mañana iremos con Yeji a un supermercado cerca de
Central Park.

Espero estar allí cerca de las cuatro de la tarde.

Soy Taehyung, por si acaso.

Por supuesto, no dudó ni un poco en guardar el número y contestar enseguida:

Seokjin
No hay problema!
Nos vemos mañana, Tae

Sabía que no iba a obtener respuesta, por lo mismo, bloqueó su celular y se tiró en la cama, con la mente volviendo a su hija, su pequeña y linda cachorrita.

Su corazón se tornó cálido por la imagen de la niña, y a pesar de todo, pudo sentir como un pequeño rayo de esperanza aparecía dentro de él.

************

Taehyung pasó una pésima noche, aunque se consoló diciendo que no fue una de las peores que había vivido hasta ahora.

Por el cansancio y el hecho de tener su mente hecha un revoltijo, andaba más distraído de lo normal y eso provocó varios torpes errores dentro de su trabajo. Era una fortuna que Mary hubiera estado ese día en casa, porque de lo contrario, de seguro el omega menor habría provocado un incendio gracias a su retraimiento.

-¿Ha pasado algo? -preguntó la mujer luego del almuerzo, mientras bebía de su té. Yeji se encontraba dibujando con sus crayones, concentrada, en la alfombra de la sala de estar-. Estás muy descuidado, Tae. Llevas regando esa planta por cinco minutos, creo que ya la has ahogado.

Taehyung parpadeó, volviendo a sus pensamientos y dándose cuenta de que Mary tenía razón. La pobre planta estaba casi a rebasar de agua.

Sus mejillas se colorearon de rojo y se enderezó, sin saber qué decir exactamente. Su cabeza seguía siendo muy confusa en ese momento y no era capaz de ordenar bien las ideas que tenía.

-Le regalaré otra para compensar esta si es que muere -dijo el omega menor, enderezándose con aspecto cansado-. Sólo han pasado algunas cosas...

-Podemos hablarlo si quieres-ofreció ella con amabilidad.

Taehyung titubeó un momento, pero al final, dejó la jarra sobre la mesa del comedor. Luego de unos segundos, se movió hacia el sofá y se sentó al lado de Mary.

-El día de ayer...-la voz del omega menor se sacudió-, me he encontrado con el padre de mis hijos.

La sorpresa pintó el rostro de Mary, viéndose fuera de sí por un instante. Tae jamás habló con ella sobre lo ocurrido con su esposo, sólo algunas menciones superficiales, y todo centrado en sus hijos. No le gustaba hablar de lo ocurrido entre seokjin y él, incluso con Suran, porque odiaba ponerlo en palabras. Él prefería fingir que eso nunca pasó.

Pero, suponía, no podía callarlo para siempre. No podía seguir mintiéndose a sí mismo.

-Las cosas entre seokjin y yo no terminaron bien- habló, viendo a su hija a unos metros de él, sin dejar de colorear-. En realidad... Huí con los niños sin que él lo supiera. Cuando llegamos aquí, fue todo de manera clandestina.

Mary le escuchaba en asombrado silencio, lo que facilitaba mucho las cosas para hablar. Si le empezaba a hacer preguntas, se pondría demasiado nervioso y de seguro se bloquearía nuevamente.

-Mi matrimonio agonizaba -admitió, honesto-. Jin fue... fue hijo de su país. Él se salía un poco de la norma, claro, pero al final, sólo era un alfa criado bajo las condiciones de Corea. Luego de la marca de Jeongguk, las cosas sólo fueron cuesta abajo.

Pudo sentir su voz sacudirse en señal del inevitable llanto ante esos recuerdos. Ese último tiempo, le era más sencillo fingir que el pasado no existía y concentrarse así en el presente, que era duro también, pero ahora, hablándolo, recordaba también lo mucho que dolió. Lo doloroso que fueron esos meses.

-Yo no quería más hijos- confesó Tae-, pero él sí. Tomaba pastillas anticonceptivas a escondidas, pero una noche, las descubrió y... y las cosas sólo empeoraron. Él abusó de mí.

Decirlo en voz alta hizo que un estremecimiento recorriera su cuerpo, y desvió la vista de manera inmediata, con la vergüenza golpeándolo. Ni siquiera sabía porqué se sentía avergonzado, ¿fue él quién hizo algo mal? Pero no pudo evitarlo, por lo que sólo trató de no romper en llanto.

-Oh, Taehyung, cariño...

-Le tuve tanto miedo esos meses- murmuró, con la voz como un hilo-, y sólo quería alejarme de él. Y ahora, verlo aquí, frente a mí... Fue tan extraño, señora Liu. No lo he perdonado todavía, no sé si seré capaz de perdonarlo alguna vez, pero verlo de nuevo, me hizo ver que también lo extrañaba. Es tan confuso y no sé cómo entender lo que me está pasando.

Mary sólo le agarró la mano, dándole un apretón firme allí, y Tae agradecía ese gesto de compañía y presencia.

-Además, él vio a Yeji- bajó su tono un poco más para que la niña no lo oyera-, y se veía tan ilusionado con ella. Era como... como ese alfa del que me enamoré.

-No puedo imaginarme lo que estás sintiendo, Taehyung -dijo ella, cariñosa y tan maternal-, pero si puedo imaginar que debes tener mucho miedo. Lo que te hizo ese alfa... Yo no soy quién debe decirte si lo debes o no debes perdonar. Es algo que debe nacer de ti, de tu corazón, y tanto si lo haces, como si no, es decisión tuya, de nadie más. El perdón es, sino el primero, uno de los actos de poder más grandes que el ser humano tiene.

Esas palabras provocaron una leve sensación de gratitud en él, porque si era sincero, estaba un poco cansado de oír lo que debía hacer. Él todavía no tenía claro cuál era el camino a seguir, y por lo mismo, era agotador escuchar cuál era, supuestamente, la dirección correcta. ¿Había una en ese momento? creía que no.

-No quiero negarle el derecho a ser padre- confesó además-. Lo que me hizo a mí... Es algo entre él y yo, y quiero que mis hijos tengan el poder de decisión también de si quieren seguir viendo a su padre o no. Yo no quiero...
No quiero ser el tipo de madre que los envenena como una manera de venganza.

-Eso está bien-apoyó Mary-, pero debes ir con calma también. Por lo que me cuentas y he visto, la relación entre tus cachorros y su padre pareciera haberse quebrado también, y como tú dices, ellos deben ser los que decidan esto. Lo importante es no presionarlos.

-El que más me preocupa es Yoongi- tragó saliva-, fue Yoongi quién asumió el rol de alfa cuando... cuando ocurrió todo con seokjin. Él era tan pequeño, pero tuvo que madurar demasiado rápido, y me duele tanto eso, señora Liu. A veces, me gustaría que volviera a ser pequeñito para cuidarlo mejor de lo que hice.

Mary ahora lo abrazó, y Tae sólo pensaba en lo agradable que era poder contar con una mujer como ella para decirle esas cosas. ¿Tal vez se debía a la falta de amor materno que él sufrió gran parte de su vida? Muy probablemente era así, pero no podía importarle menos. Ojalá todos los niños del mundo tuvieran una madre que los amara de manera incondicional, que les apoyara en todo y les hiciera saber que siempre estaría allí para ellos.

Ojalá seokjin igual hubiera tenido una madre así, pensó también, porque a pesar de todo, sabía lo mucho que tuvo que sufrir el alfa cuando fue abandonado.

Una hora más tarde, más compuesto y relajado, con menos peso en sus hombros, abrigó a Yeji y la tomó en brazos  ir a tomar el bus e ir a Central Park. Ese día, esperaba, debían comprar lo que serían los dulces y comida para el cumpleaños de la niña, porque no quería hacer todo a última hora.

Una vez en el bus, le envió un mensaje rápido al número de Jin, confirmándole el lugar en el que se podían juntar. No tardó en recibir su respuesta, pero no la respondió, acariciandole el cabello a Yeji.

-Mom, yu sad? -preguntó ella en inglés.

-No, I'm not sad-respondió, en inglés también para no confundirla-. I'm very happy with you to my side. I love you, my little puppy.

De todo lo que dijo, Yeji pareció entender sólo la mitad, porque sólo sonrió y lo abrazó.

-I'm not puppy-barboteó ella, y pareció detenerse a mitad de la frase, como tratando de buscar las palabras que diría a continuación. Al final, habló en coreano e inglés-. ¡Yo soy una kitten!

Taehyung sólo se rió ante sus palabras, besándole los mofletes con ternura, porque a pesar de todo, ella siempre calentaba su corazón.

Llegaron pasadas las cuatro al lugar que le dijo a Seokjin, sin sorprenderse cuando lo vio allí, de pie al lado de una fuente de las muchas que había en Central Park.

-Look, mom! -gritó Yeji, apuntando a Jin-. ¡Es el hombe de... de...! -y pareció callarse al no saber cómo decir ayer.

-Si-Tae la bajó al suelo, ahora, es un amigo nuestro.

-Hola, Taehyung -saludó Seokjin una vez se acercaron-, hola, Yeji, ¿cómo estás?

-Fine! -saludó Yeji en inglés primero, antes de darse cuenta de que le habló en coreano-. ¡Oh!

Seokjin soltó una risa baja al escuchar la forma en que se corrigió, encantado de ver a la pequeña y a Tae a su lado. Por un instante, mientras esperaba, él creyó que quizás Tae se arrepintió y no iba a llegar, y estaba preparándose para manejar esa decepción de una forma que no le destruyera.

-¿Y tú?-preguntó Yeji, mirando a Jin con curiosidad.

-Yo estoy bien, ahora que te veo- respondió el alfa, antes de levantar la vista para encontrarse con la de Tae- ¿Y tú, Taehyung?

-Estoy bien-contestó el omega con cierta reserva

-¿Quieres ir a jugar, Yeji? Luego podemos ir al supermercado.

-¡Bien! -gritó Yeji, y no tardó en correr hacia unos de los muchos juegos que había en el parque. Central Park tenía muchos espacios para que los niños jugaran.

Seokjin y Tae fueron detrás de ella, viéndola subir a uno de los toboganes. Un incómodo silencio se instaló entre ellos, pero Taehyung no hizo mucho esfuerzo para hablar, todavía tratando de ordenar lo que pasabas por su mente.

-Taehyung...-habló finalmente jin.

-Puedes ir a jugar con ella-murmuró el omega, interrumpiendo lo que fuera a decir-. Normalmente venimos con los chicos, así ella no juega sola. Es un poco tímida para hacer amigos.

-Si no es molestia para ti...

-Claro que no- Tae desvió la vista-. Es tu hija, Seokjin. Puedes... Puedes interactuar con ella. Por eso estoy aquí.

Seokjin trató de disimularlo, pues esas palabras le provocaron un pequeño dolor en su corazón. El omega tenía razón, ¿qué otro motivo podría haber para ese encuentro? Si Tae estaba haciendo eso, era por Yeji y no por él. Taehyung tenía todo el derecho a no querer saber nada más de él, y lo iba a respetar.

Quiso añadir algo más, pero al final, sólo caminó hacia el parque, hacia la niña, y no tardó en ponerse a jugar con ella. De lejos, sólo observaba cómo Jin la llevaba a un sube y baja, y Yeji se ponía a chillar cuando el alfa la elevaba en los aires, diciéndole que se agarrara muy fuerte (a pesar de que era un juego infantil que tenía protectores en los asientos, así los niños no se caían).

No pudo evitarlo, pero recordó cuando los cachorritos eran más pequeños y su corazón se estrujó ante esas memorias. Ellos solían salir casi todos los fines de semana a los parques (si no estaba lloviendo, claro), y seokjin poseía muchas energías para jugar con ellos. Los primeros años, cuando Jeongguk todavía estaba muy pequeño, era Taehyung quién se entretenía con él, mientras que seokjin corría detrás de los mellizos. Una vez creció, su cachorro no tardó en unirse a ellos y sólo los veía gritar, reír y chillar por la felicidad.

Al volver, seokjin siempre regresaba todo sudado, con los niños dormitando en los asientos de atrás. Taehyung solía pensar en lo bonito que era tener una familia así de grande con el alfa que amaba.

Se forzó a regresar a la actualidad, a ese momento, porque esa era su realidad ahora. Seokjin y él estaban separados, sus cachorros habían crecido y Yeji estaba presente. Yeji parecía tan cómoda al lado de su padre, incluyéndolo en sus juegos infantiles y, a veces, pidiéndole que la tomara en brazos, en especial para subir al tobogán. Hoseok se veía incapaz de decirle que no a cualquier cosa que ella pidiera, con esa hermosa sonrisa que Tae extrañó miles de noches. Al lado de la pequeña niña, de pronto, seokjin ya no era ese hombre nervioso y triste que vio el día anterior, volvía a ser ese alfa de sonrisa de corazón y ojos brillantes que hizo latir su corazón con fuerza tanto tiempo atrás.

-Yu so funny! -repitió Yeji como el día anterior, riéndose a carcajadas por algo que pareció decirle-. ¡Mamá, ven aquí!

Taehyung esbozó una sonrisa, abrazándose a sí mismo y caminando hacia donde se encontraban ellos. Ahora jugaban en un trepador, pero con Jin agarrando a Yeji por la cintura por si se soltaba, para que no se diera de bruces en el suelo.

-¿Ocurre algo, princesa? -preguntó Tae.

-¡Me gussa mucho él! -dijo Yeji, soltándose del trepador y dejando que la tuviera en brazos. Las mejillas del alfa se encontraban un poco coloradas por todo los juegos-. ¿Cómo... cómo te llamas?

Taehyung y Seokjin se miraron. Ninguno de los dos supo que contestar de manera inmediata, demasiado sorprendidos por la pregunta de la niña. Tae se preguntó si debía decirle a Yeji quién era ese hombre, aunque no sabía si ella lo iba a entender bien enseguida. Yeji nunca preguntaba por su padre, pareciendo saber bien que no estaba en su familia... Al menos, hasta ahora.

-Puedes decirme "Señor Seokjin" -dijo Jin con amabilidad. Yeji frunció el ceño levemente.

-¿Soojin? -repitió, un poco confundida.

-No, más suave-corrigió el alfa-. Seok-jin. O, quizás, Seoki.

-¿Hopi?-los ojos de la niña se abrieron-. Is laik "Hope", mom!

-Mmm...

-¡ Tenio un cat! -comenzó a decir Yeji, parloteando como si nada. ¡Se llama Hope! Es...

Tae retrocedió unos pasos, contemplando como Jin oía hablar a Yeji sin cansarse un poco, y algo en él dolió. Dolió mucho al notar lo entusiasmada y cómoda que se veía ella con el alfa, tan parlanchina, cuando en casa era más callada. Eso le hizo preguntarle si hablaba menos en su hogar al notar el aire de tristeza que había allí, como si no quisiera ser una molestia en toda la lista de problemas que la familia tenía.

Ojalá no fuera así. Taehyung rogaba que sus pensamientos estuvieran infundados por el miedo, pero no podía evitar que esa idea invadiera su cabeza.

Cerca de una hora después y al notar que Yeji comenzó a cansarse, decidió que deberían ir a comprar antes de que se hiciera demasiado tarde. No quería llegar cuando oscureciera, como el día anterior, porque eso volvería a preocupar a los niños.

-¡Ven, ven! -exclamó Yeji a Jin cuando Tae le dijo que debían ir al supermercado.

Seokjin buscó la mirada del omega.

-Puedes venir-permitió, sintiendo el agradable aroma a vainilla del alfa.

Jin le sonrió y tae tuvo que desviar la vista.

Como la niña iba un poco cansada, el alfa la tomó en brazos sin escuchar una protesta suya, y Yeji se acurrucó allí, oliendo su cuello.

-¡Hu-e-les bien! -exclamó Yeji, sorprendida, y Jin sólo se rió. -Bueno, sí-concedió el alfa-. ¿Quieres que te
impregne?

-No-respondió Tae repentinamente, haciendo que la sonrisa del alfa se congelara-. No, Seokjin. Es muy pronto. Además... -no lo observó-, además, alguno de los niños puede darse cuenta.

Pudo notar la repentina tristeza en la mirada que puso, sin embargo, Yoongi no se sintió mal. La impregnación de olor era un acto muy intimo entre un alfa y un omega, o entre un alfa y sus cachorros. Era casi una reclamación de que pertenecían a una manada. Yoongi, por ejemplo, solía hacer eso con Jeongguk cuando estaban yendo al colegio en el que les hacían bullying, como una forma de advertencia: este omega tiene un alfa que lo va a defender.

Él todavía no estaba seguro de lo que iba a ocurrir con jin y Yeji. Es decir, Seokjin, supuestamente, iba a marcharse y él no quería que Yeji sufriera preguntando por el alfa. Había muchas cosas que aclarar todavía.

-Sí, tienes razón... -habló minutos después, entrando al supermercado y acomodando a Yeji en uno de los carritos-. Tae, ayer no tuvimos mucho tiempo, pero... ¿los niños están bien? ¿Cómo se encuentran?

Taehyung mordió su labio inferior, con las manos picando ante la necesidad de hacer algo. Jin parecía muy decidido a no separarse demasiado de Yeji, empujando el carrito del supermercado, mientras que Yeji balanceaba sus pies sin alguna señal de incomodidad.

-Están... Están bien -Tae, para distraerse, comenzó a rellenar el carro con algunas cosas que iba encontrando -. Jeongguk volvió a entrenar taekwondo y se encuentra en un campeonato a nivel nacional, es bastante bueno.

Jin omitió decir que lo había visto a través de la televisión y también que los visito para mirarlos desde lejos. De seguro, se enfadaría mucho con él por eso.

-¿De verdad? -Jin sonrió, recordando su sonrisita de conejo, pero poco le duró cuando decidió preguntar lo siguiente. ¿Su marca...? ¿Cómo lo ha enfrentado?

-Muy bien -pudo ver su ceño ligeramente fruncido-, más que bien, Seokjin. Lo que más quería Jeongguk era que Lee rompiera su marca. Sé que... que eso implicaba que otro omega sufriera ese triste destino, pero mientras no le toque a mi hijo, no me pondré realmente triste, aun si eso me haga egoísta.

-No es egoísta -murmuró Jin, aunque Tae no le respondió, escogiendo el cereal que llevaría esa vez para los niños. -¿Él ha conocido a alguien más? Sé que lo de Namjoon lo dejó muy herido.

-Sí...-lo pensó un momento-, Jeongguk está saliendo con un chico de su escuela, pero todavía es todo muy inocente como para preocuparme. Además, Jimin y Yoongi se encargan de cuidarlo -hizo una pequeña pausa. Al inicio, ellos no dejaban que alguien se le acercara. Se metieron en un montón de problemas porque... porque la marca de Jeongguk apestaba y algunos de sus compañeros se burlaban de él.

Seokjin apretó su mano en un puño, sintiendo la vergüenza golpeándolo por la situación que le explicaba. Eso no tuvo que haber pasado, su cachorrito no tuvo que sufrir de esa forma, y peor aún, con él formando parte de toda esa cadena de eventos que terminó con su hijo siendo marcado y sufriendo por un abuso.

-Pero ahora, en el colegio en el que están, las cosas son distintas -prosiguió Tae, ignorando adrede la mirada del alfa-, y con la marca rota, es un poco más fácil. Este chico, Jackson, ha sido muy educado con Jeongguk y también muy amable. Le ha dado su espacio y es lo que más le gusta a Ggukie.

"Jimin, por otro lado... Ya es un rompecorazones - Tae suspiró-, se ha metido a un club de fotografía y, según lo que chismosea Jeongguk, hay muchos alfas detrás de él. Y no sólo alfas -se encogió de hombros como si no fuera escandaloso-, sino también algunos omegas.

-¿Omegas?- Jin se veía sorprendido-. ¿De... de verdad?

-Ajá-ahora, el omega se dedicó a buscar los yogures-. Lo de Hoseok dejó muy... muy triste a Jimin, Seokjin. Pensé que sería sólo una etapa, pero parece que va muy en serio con esa idea de no tener una relación amorosa con otro alfa. Me ha dicho que, para el baile de fin de año, irá con algún omega.

El alfa no sabía cómo tomarse esa decisión, pero la vergüenza no dejaba de sacudirlo por dentro. Él tampoco hizo mucho para solucionar la situación entre Jimin y Hoseok, y si quizás su hijo adoptó esa decisión, tal vez tenía que ver con su negligencia como padre.

-Pero eso no impide que se relacione con otros alfas - añadió Tae-, tiene amigos alfas, y su mejor amiga, Amber, también lo es. Él, sólo, pareciera no querer una relación romántica con alguno de ellos, al menos por ahora. De cualquier forma, si decidiera estar soltero toda su vida, o relacionarse con algún omega, no me importaría.

-Sí, tienes razón... -Jin suspiró-, su felicidad es primero.

Tae esperaba que Jin dijera todo lo contrario, pero trató de no demostrarlo. Si lo hubiera hecho, habría tenido al menos un motivo para despreciarlo y odiarlo, sin embargo, pareciera no dejárselo fácil.

-Sobre Yoongi... Es complicado -Tae admitió-. yoongi ha tomado el rol de alfa de la manada, pero eso ha hecho que decida tomarse muchas atribuciones que no son. Cuando llegamos... -hizo un pequeño mohín-, quería dejar la escuela y ponerse a trabajar para mantenernos. Tuvimos muchas peleas por eso.

Otro error suyo, pensó Seokjin, porque él gatilló a que su hijo mayor tuviera que adoptar ese papel cuando no le correspondía. Ante la falta del alfa, yoongi hizo lo que pudo.

-Pero ahora está un poco más calmado -añadió el omega-, se encuentra en un club de musica y le gusta mucho.

-¿musica?-la sorpresa inundó la voz de Jin-. No lo pensé jamás.

-Yo tampoco, hasta que me lo pidió -ingresaron al pasillo de snacks-, ha servido para quitarse mucho estrés de encima. También... Ha conocido a una omega, aunque ahora están peleados, por lo que sé. Yoongi... -el omega lo miró a la cara-, tiene mucho de tu carácter.

Se observaron un instante en silencio, como si decidiendo quién sería el siguiente en dar el paso. Fue Yeji primero, para sorpresa de los dos.

-¡Esto! -gritó ella, haciendo que el momento se rompiera, y la miraron agarrar un paquete de suflés de queso.

-¿Qué más?-preguntó Tae.

-¡Todo! -exclamó Yeji.

-No, todo no, te hará daño en la barriguita -señaló Seokjin, y Yeji hizo un puchero-. ¿Por qué comprarás todo esto?

Tae, para no observarlo, sacó unos paquetes de papas fritas y ramitas.

-La próxima semana es el cumpleaños de Yeji - respondió, y el corazón de Seokjin se detuvo-.

- ¿Cuánto cumples, mi vida?

-¡Dos! -dijo Yeji, mostrando el número dos con sus dedos.

-Dos años-repitió jin, aturdido sorpresivamente - Qué grande estás, Yeji.

-¡Sip!

El silencio volvió a reinar entre ellos. Taehyung tenía la excusa perfecta para distraerse, eligiendo las cosas con las que rellenar el carro, pero sabía que eso no sería eterno.

-¿Hasta cuándo te quedas? -preguntó finalmente, con más agresividad de la que realmente hubiera querido.

Seokjin bajó la vista. Tae se forzó a seguir ocupado en sus otras cosas. -Yo... -pudo escuchar la duda allí-, tengo pasaje para este viernes.

-Oh... -más pronto de lo que había esperado Tae. Le desconcertó saber que para eso quedaban menos de dos días.

-Sí, pero... -el balbuceó de Jin lo sacó de sus pensamientos-, pero... pero si tú me dejaras... Si me lo permitieras, Taehyung, podría... ¿podría ser más?

Finalmente, Tae dejó de hacer lo suyo y se volteó a verlo, con la expresión congelada por la pregunta que acababa de recibir. Vio a Jin, de pie ante él, con la vista caída y las mejillas un poco coloreada, con los hombros encorvados y un leve movimiento de sus dedos. No pudo evitarlo, y recordó la primera vez que le invitó a salir.

-Podríamos... Tú y yo... Si tú quisieras... ¿podríamos salir juntos, en una cita?

-No tienes qué pedirme permiso -dijo Tae, sintiéndose extraño y fuera de sí.

-Sí debo-corrigió Jin-, porque... porque me gustaría seguir viéndote, Tae. Y ver a... ver a Yeji. Y a Jeongguk, Jimin y Yoongi. Me gustaría verlos. Pero... pero si tú no quieres, lo entenderé también. Sólo... sólo debes decirme si quieres o no.

Otro momento de silencio. Tae tomó aire antes de contestar.

-No es tan sencillo -dijo, y ahora volvió a moverse, agarrando el carro para dirigirlo hacia las cajas-, debo preparar a los niños. Debo... debo decirles que estás aquí, pero no puedo hacerlo de golpe, de un momento hacia otro, Seokjin. Esto puede llevar varios días.

-Lo sé-admitió-, lo sé, lo tengo claro, Tae. Por eso... por eso quiero pedirte permiso.

-¿Y tú trabajo?

-Me he tomado vacaciones -se apresuró en decir -, y puedo extender mi permanencia aquí, no habría problemas.

Taehyung no sabía qué responder exactamente. Toda la situación que estaba viviendo le pillaba con la guardia baja, sin estar un poco preparado para enfrentarse al futuro. ¿Cómo las cosas podían cambiar de un instante para otro? El fin de semana había estado celebrando el triunfo de Jeongguk en su competencia, y ahora, se encontraba con Seokjin en el supermercado, haciendo una compra como tantos años atrás, sólo que hablando del futuro en lugar de lo que había pasado ese día.

-Puedes... puedes hacerlo, Jin- finalmente, tae respondió con la voz grave-, pero... pero será bajo mis reglas, ¿entendido? No quiero presiones ni nada por el estilo -pudo notar al alfa encogerse en su lugar- . Tampoco quiero que, si los niños no desean verte, me insistas en eso. Yo respetaré sus decisiones y no los obligaré a verte si no es lo que desean- Tae comenzó a dejar todas las cosas en la cinta de la caja, que movía los productos hacia la cajera-. Y tampoco... tampoco quiero que te ilusiones conmigo o te sobrepases -le apuntó con un dedo-. A la más mínima intención oculta que vea de tu parte, esto se acaba, ¿está claro? No quiero que me pongas un dedo encima.

Sabía que fue duro y áspero, pero no le importaba en ese instante. Él quería dejar las cosas claras, porque si Seokjin lo volvía a arruinar, entonces Tae tenía todas las razones del mundo para mandarlo a la mierda una vez más de manera definitiva. El omega no iba a permitir que le volviera a hacer daño otra vez.

-Claro, Taehyung -respondió, cohibido y temeroso, con la cabeza gacha-, no te preocupes. Yo... yo seguiré tus reglas al pie de la letra. Muchas gracias...

Ese sonido los sacó de la tensión creciente entre ellos. Se voltearon para ver a Yeji, media subida en la caja de la cajera, y con la boca pegada a la cinta mientras ésta se movía. Parecía haberse quedado sorprendida por la manera en que funcionaba y no encontró nada mejor que jugar con ella así.

-Santo dios, Yeji... -murmuró Tae, agarrándola en brazos.

-¡Hacía prrrrrrrrrrrrrrrrr! -trató de explicar Yeji.

-Ven aquí -el alfa ahora la tomó en brazos mientras Tae pagaba sus productos-, qué traviesa eres, ¿no?

-¡Prrrrrrrrrrrrrrrrr! -repitió Yeji, antes de reírse, y la congoja de Jin pareció disminuir un poco ante sus carcajadas.

Al fin y al cabo, ahora el alfa tenía un nuevo motivo de alegría en su angustiado corazón. Y este motivo lo iba a cuidar con su vida entera

¡gracias por leer!

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