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Advertencias: drama y angst.
Taehyung todavía sentía el estómago revuelto, apretado dolorosamente incluso después de que pasaran tres horas desde esa llamada. Era ya de madrugada, pero no había podido pegar ojo pensando en todo lo que le contó Kyungho. Lo único bueno de todo aquello era que los cachorros estaban acostados, por lo que no vieron el lamentable estado en el que se encontraba. Vomitó cinco veces, pero las náuseas no cesaron, provocando que la bilis saliera de su boca una vez que su estómago quedó completamente vacío. El ardor en su garganta no fue nada comparado con el malestar que traía consigo desde que su suegro le dio la noticia.
Apenas abrió la boca mientras Kyungho le ponía al corriente de la situación, demasiado ocupado en contener las arcadas y no vomitar.
Seokjin viajaría a Estados Unidos.
Kyungho le explicó los motivos, y Taehyung no sabía qué pensar al respecto. Al parecer la policía se estaba tomando muchas molestias en descubrir si su matrimonio seguía en pie, pues no todos los días un omega casado huía de Corea con los cachorros sin la compañía de su alfa.
Tae rompió en llanto cuando supo que Jin estuvo firmando los permisos para que ellos pudieran permanecer en el extranjero, mintiendo a las autoridades y sosteniendo él solo toda una mentira para que no les investigaran. ¿Qué podía significar eso? ¿Acaso Seokjin... acaso él... le seguía amando?
Se hizo esa pregunta en bucle durante horas, aterrado ante la posibilidad de que Seokjin no lo odiara como creyó todo ese tiempo. Porque eso era lo normal, ¿cierto? Jin lo odiaba por abandonarlo y llevarse a sus hijos, y entonces, buscaría otro omega con el que casarse para olvidarlo. Pero en el relato de Kyungho no hubo nada de eso.
-Fueron unos meses muy duros.
Taehyung asintió entre lágrimas, porque él había vivido exactamente lo mismo desde que partió de Corea. Y cuánto más le contaba Kyungho, más fuerte era el llanto. Tuvo que esconderse en la cocina, (el lugar más alejado de las habitaciones de los cachorros), para no despertarlos. Al parecer seokjin continuaba solo, no mostró ningún interés en conocer a algún omega de su oficina o incluso en una cita a ciegas. Tae no supo cómo tomarse esa información.
Por un lado, le asustaba y le sobrecogía pensar que Seokjjn le seguía amando y que por eso no conoció a nadie, pero por otro lado, hubiera sido mucho más fácil para él escuchar que rehízo su vida con otro omega, que vendió la casa y desecho de todos sus recuerdos con él, porque eso significaba que su historia tocó su fin de una vez por todas. Hubiera sido más fácil que lo odiara por lo que había hecho.
Pero la realidad era otra de muy distinta.
Y le dolía. Le dolía pensar en todo lo que vivieron juntos.
No quiso saber la fecha exacta en la que llegaría a Estados Unidos, bastante atormentado se encontraba ya con esa bomba de información que le cayó encima de un día para otro.
Esa noche no durmió, ni siquiera se acostó en la cama. Estaba demasiado alterado y no quería despertar a Yeji. Se quedó toda la noche en el comedor, tratando de calmar los nervios y las náuseas. Cuando amaneció, se encerró en el baño y miró su rostro en el espejo: tenía los ojos hinchados y ojeras bajo los párpados. Incluso su tono de piel era más pálido, casi enfermizo. No podía dejar que sus cachorros le vieran en esas condiciones.
Abrió el grifo de la ducha y empezó a quitarse la ropa. Había decidido no decirle nada a sus hijos, no creía que fuera lo más apropiado. Y luego estaba Yeji... No podía ocultárselo para siempre, pero Tae no tenía ni idea de cómo afrontar la perspectiva de que Seokjin descubriera que tenía una hija.
Ya descalzo y sin ropa, entró en la ducha, dejando que el agua cayera sobre su rostro mientras cerraba los ojos e intentaba relajarse. Los cachorros iban a despertar en breve y él tenía que recomponerse con o sin fuerzas.
Se frotó el rostro con brusquedad, notando el cansancio acumulado ahora que el agua caliente empezaba a hacer efecto sobre su cuerpo. Para evitar preocupar a sus cachorros, intentó ser optimista por una vez: que Seokjin viajara a Estados Unidos no tenía por qué afectar a sus vidas. Ambos se vieron obligados a seguir adelante sin el otro con todas las dificultades que eso conllevaba. No tenía intención de reencontrarse con él, y Jin... Bueno, si lo que Kyungho decía era cierto, el alfa solo viajaba para eludir a la policía. Nada más.
Salió de la ducha casi media hora después, y aunque su rostro lucía un poco mejor, las ojeras no habían desaparecido. Por suerte hoy no tenía nada importante que hacer... ¿O sí?
-Hoy tenemos hora con el psicólogo. Terapia familiar -le recordó Yoongi, sin mucho entusiasmo a la hora del desayuno.
Tae notó que un peso muerto caía sobre sus hombros. Terapia familiar... ¿Cómo pudo olvidarlo? No estaba seguro de verse preparado para acudir a terapia con el tremendo lío que estaba hecha su cabeza, pero debía aparentar normalidad o Yoongi, Jimin y Jeongguk sospecharían que algo andaba mal.
-Sí, claro. No lo olvidé-mintió. En ese momento Yeji hizo un berrinche con el puré de verduras, golpeando el plato con la cuchara-. ¿Qué sucede, princesa?
-¡Panke! ¡l wan' panke! -exclamó, señalando los panqueques de Yoongi con celos.
-¡Ni hablar! Son míos -declaró el alfa, sacándole la lengua a su hermana.
-Yoongi, no hagas enojar a tu hermana. Eres demasiado pequeña -trató de explicar Tae-. Si comes eso, te dolerá la tripita.
-¡No! ¡No! ¡Panke!
Taehyung tomó una cucharada del puré y fingió comérselo como si este fuera un manjar. No lo era, pero sonrió mientras Yeji hinchaba los mofletes. Jimin y Jeongguk decidieron echar una mano, y ambos también fingieron comer del puré: al final Yeii se molestó con todos, pero terminó comiendo su desayuno sin mirar a nadie.
Para cuando acabaron todos de comer, Tae fue a lavar los platos; Jeongguk entró en la cocina con él mientras Yoongi y Jimin jugaban con Yeji, a quien ya se le pasó el berrinche.
-Hoy te ves cansado, mamá-dijo el omega con el ceño fruncido.
Taehyung se limitó a sonreír, negando con la cabeza.
-Dormí poco, pero me encuentro bien-respondió, restándole importancia.
Jeongguk no pareció del todo convencido, sobre todo porque sus feromonas olían distinto, pero su mamá seguía sonriendo de esa forma tan despreocupada, diciéndole así que no se preocupara por nada. Decidió no insistir, aunque no le quitó el ojo de encima en lo que terminaban de lavar los platos.
La terapia no era hasta después del almuerzo, de modo que el resto de la mañana la pasaron juntos, yendo a comprar al supermercado y luego a la tienda de animales, donde compraron un rascador para Hope y varios juguetes. Luego regresaron y Yeji, entre balbuceos y palabras inteligibles, intentó hacerle entender a Hope que el nuevo regalo consistía en arañarlo, y que, además, tenía prohibido hacerlo en el sofá.
Taehyung se animó un poco, viendo cómo se frustraba Yeji porque el gato no la entendía. Le costó trabajo no pensar en Seokjin, y en lo que estaría haciendo en esos momentos. Aun así, le alivió saber que Kyungho intentaba cuidar de él. Sabía que la relación entre Jin y su padre no era la mejor, pero Kyungho aseguró que ahora estaban mejor que antes, y que muchas veces, Jin comía en su casa.
Era imposible de imaginar que hubiera conocido a la mamá de Seokjin solo unas semanas atrás. Por supuesto no le dijo nada a Kyungho, aunque tampoco hubiese podido. ¿Terminaría él olvidando a Jin como hizo la mamá de éste con Kyungho? Aquel pensamiento le produjo una sensación de malestar que no tardó en hacer desaparecer rápidamente.
Él no era esa mujer, así que era estúpido compararse con ella.
Cuando se dio la hora, Taehyung salió con sus cuatro hijos de casa y se presentó en la consulta del psicólogo, entrando de nuevo en aquella habitación y tomando asiento en el mullido sofá. Tae hizo todo lo posible por verse bien, aunque la terapia siempre removía las heridas y no estaba seguro de poder mantenerse firme si el psicólogo presionaba en algún punto doloroso de su vida, que, desafortunadamente, eran unos cuantos.
-Muy bien, hola a todos: Tae-e hizo una leve inclinación de cabeza hacia el omega-, Jimin, Yoongi, Jeongguk...-estrechó sus manos cordialmente. Y la pequeña Yeji. ¿Cómo están?
No había cogido aún su libreta, acomodándose en el butacón y mirándolos uno a uno.
-Muy bien, doctor Spencer-saludó Tae, sonriendo cordialmente.
El hombre pareció escrutar con la mirada a Tae, quien se removió en su lugar, tratando de lucir cómodo. No pasó por alto que ninguno de los miembros de la familia había respondido a su pregunta. Yoongi seguía un poco reacio ante la idea de ir a terapia como mínimo, dos veces al mes. En un inicio, la recomendación fue de acudir una vez a la semana, pero les resultó imposible cuadrar sus horarios con los de sus cachorros.
Al final decidieron ir una vez cada dos semanas, y a pesar de que no les presionaron, Tae sentía que debía hacerlo para evitar peleas y tensiones entre ellos. Aun así, ese día en concreto, era un mal día para escuchar los consejos del psicólogo. A duras penas conseguía concentrarse, su cabeza estaba en otra parte.
-Hoy dedicaremos la sesión a hablar de su padre. Veamos... -buscó en su libreta, pasando las páginas hasta dar con la indicada-. Seokjin Kim. se llamaba, ¿cierto?
La sola mención hizo que el ambiente se cargara de tensión, en especial entre los tres hermanos. Tae mantuvo el rostro impasible, presionando sus labios en una línea muy fina y demasiado tensa. El doctor enarcó una ceja ante sus reacciones.
-Deduzco que entre ustedes apenas hablan de él. Es comprensible, las personas tienden a esconder y reprimir lo que les hace daño: recuerdos, experiencias, personas... Pero no es un método factible ni mucho menos. Si persisten en ignorar una figura tan importante como la de su padre, jamás serán capaces de sanar sus heridas.
Ninguno replicó. En todo ese tiempo evitaron todo lo posible hablar de Seokjin o siquiera mencionarlo de pasada.
-No queríamos poner triste a mamá-habló Jeongguk, tímidamente. Estaba siendo difícil para todos.
-Y estoy seguro de que también fue triste pretender que no tenían padre. El vacío nunca es un buen reemplazo.
Jeongguk calló, mirando de soslayo a Tae que permanecía estoico, aunque en sus ojos se reflejaba un brillo de culpa y tristeza.
-¡Claro que no lo es!-saltó entonces Jimin-. Pero, ¿qué quiere que hagamos? Lo perdimos, y nada podrá cambiar eso.
Las palabras de Jimin asestaron un duro golpe para Tae, como también para Jeongguk y Yoongi, quienes no dijeron nada al respecto, pero coincidían plenamente con su hermano. Tae podría haberse echado a llorar en ese momento, aunque afortunadamente ya no le quedaban más lágrimas que derramar.
-Quiero que hagan un esfuerzo y me cuenten qué rol ejercía Seokji sobre ustedes-pidió, pacientemente -. El daño está hecho, pero quisiera saber más sobre su papel en la paternidad.
Como Jimin ni Yoongi parecían dispuestos a contar sus vivencias con su papá, Jeongguk tomó su lugar, aclarándose la garganta mientras sus manos se aferraban al pantalón.
-Papá me consentía mucho de pequeño. Bueno, en verdad papá y mamá me mimaron siempre, pero nunca quise aprovecharme de eso, aunque Jimin lo pensara- explicó, recibiendo una mirada de reproche por su parte.
-¡No es cierto! -replicó éste, acalorado-. Yo solo... Tenías toda su atención, y a veces me sentía desplazado. Nada más concluyó, avergonzado.
-Eso no justifica que me quitaras mis juguetes, ni que me dejaras contando media hora mientras tú te ibas con tus amigos -protestó Jeongguk.
-Eso... fue hace muchos años.
-Sí, ya, pero no lo olvidé.
-Chicos, cálmense-dijo Tae, viendo que el psicólogo lucía desconcertado ante el cambio de idioma -. Lo lamento. Crecieron mucho, pero siguen siendo bebés.
-¡Mamá! -exclamaron Jeongguk y Jimin a la vez.
El hombre anotó un par de cosas en su libreta, y por su entrecejo fruncido, no daba la impresión de que fuera algo bueno. Taehyung temió que le dijera que fue una madre demasiado indulgente con sus hijos, pero en su lugar, se dirigió a Yoongi.
-Yoongi, tú eres un alfa, como tu padre. ¿Cómo fue tu relación con él?
-Mmm... Es cierto que Jeongguk era el más mimado de los tres, pero yo era... por así decirlo... su orgullo- dijo, sintiéndose un poco incómodo-. Sentí mucha responsabilidad incluso cuando no tenía ni diez años. Estudiaba mucho y procuraba cuidar de Jeongguk y Jimin. Supongo que no quería decepcionarlo.
-¿Estabas bien con ese rol?-preguntó, su mano se movía de un lado a otro escribiendo.
-Sí, porque yo era el alfa. Debía cumplir ese rol.
-¿Crees que sigues cumpliendo con ese rol?
-Sí.
-Es culpa mía-intervino Tae-. Nunca quise que Yoon pagara por mis errores.
-¡Mamá! ¡No digas eso!-replicó Yoongi, molesto-. Alguien tenía que cuidar de ustedes.
Transcurrieron varios segundos de silencio, que fueron interrumpidos cuando el psicólogo habló, rompiendo el tenso ambiente que reinaba desde que recién empezó la sesión.
-Creo que tenemos mucho en lo que trabajar. Les guste o no, la figura de su padre sigue presente en todos ustedes, de una forma u otra. Y difícilmente podrán desligarse de él-explicó, observando a Taehyung mecer a Yeji que se había puesto nerviosa-. Lo que quiero que entiendan, es que no pueden fingir que no existe. Su padre sigue siendo su padre, deben aceptar eso para poder dejar atrás esa tristeza y malestar que les causa cuando piensan en él.
Todos asintieron, aunque no estaban seguros de poder lograrlo. El psicólogo continuó con su discurso, pero Tae pensó que no podría haber elegido peor día para hablar de Seokjin. Recordó que Kyungho le mencionó que el alfa también estuvo acudiendo a terapia, a pesar de que se le hacía complicado imaginarse a Jin hablando de su vida privada.
El resto de la sesión habló poco, dejando que sus hijos intervinieran y sacaran muchas de las cosas que seguían guardando dentro. Cuando finalmente transcurrió la hora, Tae se alegró de poder irse. No creía poder soportar por más tiempo aquella tortura.
Sin embargo, antes de marcharse, y aprovechando que los niños fueron los primeros en salir, el doctor lo detuvo unos segundos.
-Te ves cansado-le comentó el alfa-. ¿Estás bien, Taehyung?
-He tenido malos días-admitió, sin querer ahondar mucho en eso, pues temía que sus hijos pudieran escuchar cualquier cosa.
-No puedo recomendarte medicamentos, pues no estoy autorizado para recetarlos-le dijo Spencer-. Pero si puedes, quizás te haría bien consumir algunas yerbas naturales para relajarte y dormir. La manzanilla y toronjil son buenos para el sistema nervioso.
El omega se sorprendió un poco ante sus palabras y le agradeció por la sugerencia.
Ya fuera en la calle, notó que sus hijos no salieron precisamente alegres de esa sesión, así que decidió desviar su atención hacia otro asunto para evitar una discusión.
-Anímense, recuerden que dentro de poco haremos un pequeño viaje.
-¡Un viaje? ¿A dónde? -preguntó Jeongguk, confuso.
-¿Cómo que a dónde? ¡A Pennsylvania, por supuesto! ¿No se celebra allí la competición de taekwondo? - inquirió Taehyung.
-¡Oh, es verdad! Casi se me olvidaba-comentó Jeongguk, y su rostro se iluminó con una sonrisa.
-¿La próxima sesión no cae justamente cuando estamos allá? -preguntó Yoongi.
Pero Tae agitó la mano en señal de despreocupación.
-Cambiaré la fecha, porque a terapia podemos ir cualquier otro día del año, pero la competición de taekwondo es mucho más importante, ¿no, Jeonggukie?
-¡Sí! ¡Será genial!
-¡Geniaa! -exclamó Yeji, en brazos de Tae.
Los tres hermanos se rieron, mientras le besaba la cabecita con ternura.
¿Por cuánto tiempo podría ocultarle a Seokjin que tenía una hija? ¿Cómo reaccionaría? Se desprendió de esos pensamientos rápidamente, centrándose en sus hijos y en lo entusiastas que se veían por realizar su primer viaje juntos.
***************
A Taehyung le sorprendió cuando su celular sonó a las ocho y media de la mañana, mientras sus hijos estaban corriendo para prepararse e ir al colegio.
Ellos le dijeron mil veces que no era necesario que él se despertara con ellos, pues podían arreglarse y desayunar solos, pero la rutina era difícil de romper para el omega.. Durante más de diez años de su vida, llevó a cabo la tradición de madrugar para hacer el desayuno, guardar los almuerzos e ir con los niños al colegio, mientras que Seokjin se iba al trabajo. Eso no era fácil de romper, y mucho menos aceptar que sus hijos ya estaban grandes como para necesitar su ayuda en eso.
Ese día, le tocaba a Jimin hacerle compañía a él. Jimin se encontraba haciendo el desayuno, con Yoongi y Jeongguk guardando sus cuadernos en las mochilas, en tanto él alimentaba a una somnolienta Yeji, que se aferraba a su pechito en lo que mamaba leche.
El número se le hizo levemente conocido, así que no tardó en contestar.
-¿Hola?-saludó.
-¡Taehyung, hola! -respondió una alegre voz al otro lado de la línea-. Disculpa, ¿te desperté?
Reconoció el tono de Mary Liu, por lo que parpadeó, sorprendido ante esa llamada. ¿Cómo? ¿Por qué esa mujer le estaba llamando? ¿Es qué acaso se le quedó algo el día anterior?
-No, estoy ayudando a mis hijos a irse al colegio - contestó, extrañado y ligeramente confundido.
-Ah, qué bien-Mary jamás dejaba esa animosidad en su forma de hablar-. Disculpa, querido, pero ¿estás muy ocupado hoy en la mañana? Mira, te cuento, ayer mi esposo llegó tarde de su trabajo, ¡por eso no te llamé antes! -parloteó ella, cantarina-. Pero hemos decidido que queremos contratarte, ¿te parece si probamos con un contrato de dos meses?
-¿Cómo?-tartamudeó Tae, tan descolocado ante esas palabras. Sus tres hijos dejaron de hacer lo que estaban haciendo para mirarlo, e incluso Yeji le observó un instante antes de seguir tomando leche-. ¿Habla de...?
-Claro, si todo resulta bien, lo alargamos a seis meses, y después a uno indefinido -siguió hablando Mary, tranquila. ¿Puedes venir antes de las once aquí para comenzar? Con mi esposo queremos hablar contigo unos detalles más.
-Ah, sí, claro... Sólo debo...
-¡Y no te preocupes por tu hija recién nacida! -agregó ella, riéndose-. Puedes traerla si quieres, la casa es grande y no es ninguna molestia para nosotros.
-Ah, sí, claro... Sólo debo...
Taehyung alejó su teléfono de su oreja, creyendo que todo eso lo estaba soñando. ¿Qué? ¿Cómo? ¿De qué estaba hablando esa mujer? ¿Es qué acaso era un ángel? ¿Existían todavía personas tan buenas en ese planeta?
-¿Taehyung? ¿Taehyung?-se escuchó a Mary al otro lado de la línea, atónita ante el silencio.
El omega se apresuró en contestar.
-Claro. Estaré allá lo antes posible-farfulló, y Mary exclamó que le esperarían con el desayuno listo para conversar con él.
Cortó la llamada, bajando su celular y volviendo a parpadear ante el desconcierto qué sentía. Sus tres hijos parecieron notar que algo raro le estaba pasando, porque se acercaron a él con expresiones de preocupación e, incluso, miedo.
-¿Mamá?-preguntó Jeongguk-. ¿Te han llamado del colegio?
-¡Te prometo que no me he agarrado a golpes con nadie! -saltó Yoongi, asustado.
-Me puedo quedar con Yeji para que vayas-añadió Jimin.
La mención de su hija le sacó de su trance. El omega sacudió su cabeza, tratando de ordenar sus pensamientos.
-No, es sólo que... -tragó saliva-. Me han llamado de la casa a la que fui ayer. Quieren que vaya a... a trabajar...
-¡¿Qué?!-gritaron sus cachorros, y Yeji chilló.
De pronto, los niños comenzaron a atiborrarlo en preguntas, como queriendo saber todo lo que se habló el día anterior y ahora en la conversación. Taehyung trató de explicarles en pocas palabras, considerando que debían ir pronto al colegio, cuando se acordó de algo. Miró a Jimin.
-Y tú-añadió-, ve a prepararte para las clases. Yeji irá conmigo.
El omega hizo un puchero, indignado al ver arruinado su día de vacación que iba a tener. Jeongguk no tardó en reírse de él, feliz.
De cualquier forma, mientras Tae se bañaba, los niños le ordenaron el bolso con ropa de cambio, pañales y la mamadera a Yeji, además de su chupete. Iban cuchicheando sobre el trabajo de mamá.
-Ojalá este sea mejor -susurró Jeongguk-, ¡y que mamá tenga más tiempo para nosotros!
-No seas egoísta -regañó Jimin, y el menor puso carita de pena-. Mamá hace lo que puede.
-Además, ya no eres un bebé -se burló Yolngi-. Ahora, la bebé es Yeji.
Esas palabras provocaron que Jeongguk empezara a hacer un berrinche, indignado por lo que oía por parte de sus hermanos mayores, que sólo se reían de él. Su hermanita menor, recostada en el sofá, chupaba su puñito.
Pasada las nueve, los cuatro, más la bebé en brazos, iban saliendo. Tae los dejó en la esquina del colegio, haciéndoles prometer que se portarían bien, antes de dirigirse hacia el metro para llegar lo antes posible. Como salió tan apresurado, se olvidó incluso de desayunar, pero al menos, Yeji iba alimentada y media dormida contra él. Además, gracias a ella, se pudo ir sentado en todo el viaje, luego de que un alfa le ofreciera un asiento para que no se fuera de pie. Tal vez una de las pocas ventajas de tener bebé.
A las diez y cuarto, estaba subiendo de la estación y, cinco minutos después, agarrando un bus para acercarse, tal y como el día anterior. A los quince minutos, se encontraba tocando el timbre y Mary abrió la puerta, recibiéndolo con una sonrisa.
-¡Pero qué encantadora es! -fue lo primero que dijo, viendo a la bebé en sus brazos. ¡Ay no, que preciosura!
Taehyung saludó a Mary con la voz un poco temblorosa, pero la mujer pareció no amedrentarse por eso, haciéndolo pasar. En el living, sentado y con un traje, se encontraba su marido, que se presentó como Huang Liu. Era un alfa muy alto, de casi dos metros, de cara cuadrada y ojos cafés. Sin embargo, por la manera en que le miró, se veía tranquilo y poco invasivo.
-Hola, Taehyung -saludó Huang, en coreano fluido-. Me alegró mucho que esté aquí. Mary habló de que usted es lo que estaba buscando.
¿Una carga?, quiso ironizar el omega, pero logró contenerse para no soltar sus pensamientos. Su madre siempre le dijo que aprendiera a controlar su lengua y esos comentarios mordaces que decía de vez en cuando.
-Gracias-dijo-. Ella es mi bebé recién nacida, se llama Yeji.
Yeji seguía dormida en sus brazos, calentita, tan regordeta y bonita.
-Ayer en la noche encontré la cuna de Thomas y la armé, ¡no sabes los lindos recuerdos que me trajo! - comenzó a hablar Mary, apuntando detrás del sofá, y Taehyung pestañeó, aturdido, al ver la bonita cama-. Puedes dejar a Yeji allí mientras estás trabajando, ¿qué te parece?
-Es... es perfecto, señora Liu-barboteó Taehyung, conmovido, y su estómago se apretó en una cálida sensación de ternura.
-Déjala ahí para que duerma-animó Huang, apuntando a la cocina-. Vamos a desayunar a la cocina para explicarte un poco la dinámica de la casa.
El omega dudó un instante, pero finalmente, decidió obedecer. Recostó a su bebé en la cuna, envuelta en las mantas con su aroma, y dejó el bolso bajo la cuna para que no molestara. No podía creer que la mujer se hubiera tomado esa molestia, cualquier otra persona le habría dicho incluso que no podía traer a su hija. Pero ella...
Ella era como un ángel.
Taehyung aceptó el café que le ofrecieron, sirviéndose con timidez las tostadas en la panera, pues Mary le animó a comer algo más. Allí, en lo que desayunaban, le explicaron al menos cómo trabajar el día de hoy: Mary tenía unos negocios que atender, por lo que partiría junto a Huang en menos de media hora, aunque volvería cerca de las tres de la tarde. Por los niños no debía preocuparse, pues Amber, su hija del medio, pasaría a buscar al menor, Thomas, para presentarle a Taehyung cuando llegaran a casa y así conocerse. Una vez los conociera, podría marcharse. En cuanto a la casa, necesitaban que hiciera aseo en la planta baja y alta, contando con todos los materiales en el armario bajo las escaleras. Si llegaba a necesitar algún producto extra, debía anotarlo en una lista, junto a la mercadería que debía comprarse el siguiente día para abastecer la casa. Taehyung debía hacer un inventario de lo que faltaba en casa, en cuanto a comida y otras cosas esenciales.
No era un trabajo demasiado duro, pensaba. Era a lo que estaba acostumbrado en su vieja vida en Corea: limpiar la casa, mantener el orden y que nada se saliera de su lugar. Sólo que, en Corea, en su vieja vida con Seokjin, la compra de mercadería era una vez al mes, en un ritual que hacía junto a su marido.
Se forzó a eliminar ese pensamiento. No era momento de volver al pasado.
Poco después, Mary y Huang se despidieron de él, dejándole las llaves de la casa por cualquier emergencia y que no temiera en hurgar hasta la más recóndita de las esquinas. Taehyung les aseguró que dejaría el hogar implacable.
El día transcurrió con normalidad. En un inicio, el omega manejaba todo con extremo cuidado, temeroso de romper cualquier cosa, pero al cabo de varios minutos, todo se le hizo más y más fácil. Sacudir el polvo de los muebles y la televisión, barrer y trapear el piso, pasar la aspiradora en la alfombra y los sillones, antes de ir al baño para limpiarlo.
Yeji se despertó en medio de sus tareas, pero la niña, sorprendentemente, no reaccionó mal ni se puso a llorar. Tae movió el pequeño colgador que tenía la cuna, viendo como la bebé empezaba a levantar sus pies y manitos, y puso música suave para relajarla.
Antes de comenzar con la cocina, decidió almorzar, preparándose algo rápido y ligero pasado el mediodía. Mientras el arroz se cocía, aprovechó de hacer el inventario de la alacena, viendo que faltaban varios productos para abastecer la casa.
Alimentó a Yeji nuevamente cuando acabó de comer, haciéndola dormir antes de regresar a sus tareas, sólo que en el piso superior. Los cuartos de los niños se veían bastante ordenados, y sabiendo que no tendría demasiado tiempo para limpiarlos a fondo, sólo pasó la aspiradora en cada uno. Al matrimonial le dedicó más tiempo.
Con todo el trabajo, terminó transpirando un poco, algo agotado por todo el movimiento que tuvo que hacer. Sin embargo, se sintió satisfecho cuando Mary regresó, cerca de las cuatro, y le dijo que todo lucía más que perfecto. Los niños no tardaron en aparecer.
-Thomas habla poco coreano-aprovechó de decirle la mujer, mientras el niño menor iba donde Yeji, gritando por lo pequeñita que era. Amber también miraba a la beba con diversión, -así que usa el inglés con él. Amber habla ambos idiomas, así que no te preocupes por ella.
Amber tenía la edad de los mellizos, mientras que Thomas le recordó un poco a Jeongguk. Pareció agradarles a los niños, con el menor diciéndole si mañana podía ir a buscarlo con Yeji y luego ir a comer helado.
-Me preocupa un poco el tema de tus viajes sí-le comentó Mary minutos más tarde, mientras Taehyung se arreglaba para marcharse-. Tendrás que madrugar tanto para llegar aquí, querido.
El omega sonrió, un poco avergonzado por la evidente preocupación de la mujer. No quería sentirlo así, pero era como si fuera esa figura materna que siempre ansió, aunque nunca tuvo. Mary era extrañamente agradable y querible.
-Estaré bien, señora Liu-le aseguró el omega.
-Dime Mary, por favor.
Tae le dijo que sí, sin embargo, sabía que no tenía el valor para llamarla de esa forma.
Algo de razón tuvo la mujer respecto a su comentario, de todas formas. Para llegar a las nueve, debía agarrar el metro a más tardar a las siete y media de la mañana, lo que implicaba despertar cuarenta minutos antes para bañarse, tomar un café y alimentar a una somnolienta Yeji que, a pesar del sueño, pedía comida. Los niños seguían durmiendo cuando él debía irse, pero el primer día que le tocó ese horario, Yoongi se despertó minutos antes de que se fuera, prometiéndole que él cuidaría de sus hermanos para que no se metieran en problemas, a pesar de que él era el que tenía su hoja de vida con más anotaciones de los tres en el colegio.
Y, de vuelta, era casi lo mismo. Si bien salía a las cinco de la tarde del trabajo, el tren lo agarraba pasada media hora después, llegando pasada las siete a casa. Cuando llegó ese primer día de trabajo, venía con los pies adoloridos y muy, muy cansado. Prácticamente, comió con los niños y se fue a dormir.
-Creo que tu sueño no se cumplirá-comentó Jimin a Jeongguk, sin maldad alguna en su voz, cuando vieron a su madre dormir en la cama.
Jeongguk ahora se veía mucho más triste que antes.
-Está bien-murmuró, y Yoongi lo abrazó.
Mary le sugirió irse en un taxi, que sería más cómodo y rápido para el omega, pero Taehyung sabía que eso saldría demasiado caro. Además, no contaba con el dinero para pagarlo todos los días. La mujer le ofreció pagarlo a medias con ellas, sin embargo, seguía siendo mucho dinero que no quería desperdiciar.
El resto de la semana y la siguiente transcurrió en ese agotado horario. Taehyung tenía mucha más libertad para trabajar, sí, y podía tomarse pequeños descansos en los que estar con su hija. Sin embargo, los viajes excesivos le empezaban a provocar otros problemas, como dolores de espalda, fatiga y cansancio, sumado a llevar a Yeji en sus brazos en todo momento. La bebé, a pesar de todo, no se quejaba ni protestaba, sólo le miraba con esos ojitos inocentes que poseía.
Por último, Yoongi empezó a quejarse.
-¡Ellos te están sobreexplotando!-decía, enojado al verlo llegar agotado. Jimin decidió, en ese momento, empezar a hacerse cargo de Yeji, como una segunda mamá para la niña-. Mamá, deberías buscar otro trabajo.
-Yoonnie... -suspiró Tae-, es sólo por estas semanas, debo acostumbrarme. Además, los Liu son muy amables conmigo, no he tenido ningún problema con ellos.
Sus palabras hicieron que Yoon empezara a refunfuñar. Jeongguk decidió intervenir para no provocar una pelea.
-Mamá, ¿me ayudas con la tarea?
Y Taehyung sólo le sonreía con suavidad a su cachorro, revolviéndole el cabello y diciéndole que trajera su cuaderno.
A finales de su segunda semana de trabajo, Mary se le acercó. Ese día, la mujer sólo fue a trabajar en la mañana. así que después del almuerzo. le pidió que lo acompañara a la cabaña de atrás.
Taehyung pensó que le diría que la próxima semana debía limpiarla y acomodarla.
-Con mi marido ya no la usamos -comentó ella. El omega la observó por dentro: a pesar de ser una cabaña, era bastante espaciosa. La cocina estaba unida al comedor, en un estilo americano, con su propio horno y microondas, además del lavaplatos. Tenía una vieja televisión pegada a la pared, con un sofá largo frente a él y una pequeña mesita de centro-. Los niños ya están grandes y nosotros preferimos tener nuestros momentos íntimos ahora en otro lado, lejos de aquí. Es importante que los cachorros no sepan mucho de la intimidad de sus padres.
Ese pensamiento lo avergonzó demasiado. En Corea, a pesar del conservadurismo existente, no era tan importante. Era una sociedad bastante... sexualizada en ese sentido, alentando a los matrimonios jóvenes y embarazos incluso adolescentes. El caso de Jeongguk no era el único, como él debían existir cientos de omegas obligados a alfas desde temprana edad, con la ley avalando ese comportamiento retrógrado.
Mary le mostró el baño y luego los dos cuartos: uno con una cama matrimonial, con un gran armario y también una televisión vieja, y la otra, con una litera.
-A veces, a los niños les gustaba venir a dormir acá, para fingir que estaban lejos de nosotros -se rió ella, recordando viejos tiempos-. Una especie de noche de camping en el patio de la casa.
-Sí, los míos igual lo hacían -dijo Taehyung, sonriendo levemente . -Teníamos una carpa que ellos instalaban en el patio y durante la noche se contaban historias de terror. Siempre se asustaban y volvían dentro.
-La imaginación de los niños es encantadora -apoyo Mary-¿Y qué te parece?
-Es muy bonita, señora Liu -Rae no mentía: era una cabaña bonita, familiar y cómoda-. ¿Quiere que...?
-No es algo que teníamos planeado desde un inicio - le interrumpió ella, y el omega se calló-, pero lo hemos hablado con Huang. Nos sentimos muy cómodos con tu llegada, Taehyung. Le agradas a los niños y sabemos que necesitas mucho este empleo, por lo mismo, no nos gustaría que el tema de los viajes te agote y te quite tiempo con tus cachorros. Sabemos que los necesitas. Dios sabe lo mucho que los niños necesitan de su madre.
Con eso, Tae supo que Mary, al igual que él, debía tener una historia. Después de todo, la vida no era fácil para omegas como ellos, que nacieron en sociedades conservadoras y que remarcaban el lugar del omega al lado de un alfa.
Pero no preguntó sobre ella, porque era algo que debía nacer naturalmente de ellos.
-¿Te gustaría mudarte aquí? -preguntó Mary, y Tae abrió la boca con la sorpresa-. Un asesor de hogar puertas adentro. No eran nuestras condiciones iniciales, claro, pero todo se puede modificar para que ambos estemos contentos.
-¿Señora Liu? -masculló, aturdido.
-Por supuesto, con tus hijos-agregó Mary-. Sé que es una cabaña pequeña para tantos niños, pero lo podemos arreglar para que todos se acomoden. Además, puedes cambiar a los niños a un colegio de aquí, hay muchos cerca, ¿te hablé del colegio de mis niños? ¡Se especializa en...! ¿Taehyung?
El omega sintió su labio temblar de forma inevitable, tan sobrepasado por sus propias emociones, por lo dulce que era esa mujer, y por la oportunidad que le estaba dando la vida. Sin poder controlarlo más, sintió sus primeras lágrimas caer y fue como si el llanto se activara. Cubrió su boca, como si de esa manera evitara llorar, aunque fue en vano, porque una vez comenzó, fue difícil de detener.
Mary, con suavidad, le llevó al sofá y le sentó, buscando un vaso dentro de los muebles y llenándolo de agua. Taehyung siguió llorando, liberando esa angustiante sensación que apretó su corazón durante largos meses, soltando esos miedos que le carcomieron hasta arruinarlo, y fue como quitarse ese peso de encima. Fue como respirar aire puro, limpio.
... gracias... -murmuró, y Mary sólo sonrió.
-No hay nada qué agradecer -aseguró ella, tomándole la mano y dándole un apretón. -Sólo tú y yo sabemos lo difícil que es la vida con nosotros, Taehyung. Con los omegas.
Asintió entre suaves llantos, sintiéndose comprendido por primera vez en mucho, mucho tiempo.
**********
Los primeros meses fueron como hundirse en un pozo de mierda, basura y oscuridad.
Seokjin apenas podía recordarlos. Apenas podía procesar cómo sobrevivió a esos largos y dolorosos meses en los que el sufrimiento lo consumió por completo, dejándolo hecho un despojo de lo que alguna vez fue, existiendo sólo porque respiraba en automático y su padre le alimentaba casi a la fuerza.
Pensó en el suicidio. Oh, Dios, claro que lo pensó, al menos una vez al día: qué fácil sería colgarse de la escalera. O cortarse las venas en la bañera. O comprar un arma y dispararse. Se preguntó, cientos de veces, sí dolería. O si eso solucionaría ese agudo y cortante dolor que apuñalaba cada día a su corazón. ¿Sería cómo en las películas que solía ver con Taehyung, rápido y casi sin sufrimiento?
Pero Seokjin, a pesar de todo, era un cobarde. Y si no se suicidó, era por el terror de no saber qué había después de la muerte, pero también porque temía lo que podía provocar en Taehyung.
A pesar del odio, de la traición, de la ira que dirigía él hacia el omega, su alfa no quería causarle ese tipo de daño. Su alfa se revolvía en dolor ante la idea de provocarle sufrimiento a su omega, a pesar de que lo hubiera hecho ya varias veces.
Después de leer esa carta, esa terrible y condenatoria carta, cayó entumecido al suelo, incapaz de procesar bien lo que acababa de leer. El significado que poseía cada frase que Tae escribió con cuidado, cada palabra plasmada con pulcro esfuerzo, hecha para dañarlo en lo profundo del alma.
No lo siento. No completamente.
No siento un gran arrepentimiento por esto, porque sé que, en el fondo de mi corazón, era lo mejor.
No quiero que me busques, porque tengo muchas cosas qué sanar.
Si lo haces, Seokjin, puedes dar por terminada cualquier posibilidad de que nosotros volvamos a ser lo que éramos antes. No es una amenaza, sino una realidad.
Desee, durante muchos días, que no volvieras, que te fueras, que te murieras.
Si quieres culpar y odiar a alguien, entonces ese alguien soy yo. Nadie más.
Te amó alguna vez, Taehyung.
Taehyung siempre tuvo la jodida capacidad de escribir o decir lo preciso en el momento exacto para provocarle dolor. Sabía, con sólo una mirada, qué decir para que todo en él se estrujara en sufrimiento. Esta vez no fue la excepción.
Su papá lo encontró allí, tirado, y Jin se preguntó cómo entró, si él no le abrió. Fue ahí, recién, que su mente pudo procesarlo todo: su padre ayudó a Taehyung, por eso tenía la llave, porque el omega se la dejó. Su padre estuvo allí para ayudar a su esposo, para que se marchara de su lado.
-Tú lo ayudaste -murmuró, y eso significó también otro hecho: Tae se fue.
Taehyung lo abandonó. Agarró a los cachorros, a sus hijos, y lo abandonó, en una burda imitación de su madre dejándolo veinte años atrás.
Esa idea, concreta y evidente, provocó el estallido de la rabia: le gritó que se fuera, que no quería verlo, que se marchara de su casa si no quería que lo matara. Kyungho recibió cada palabra con una expresión intacta, y Seokjin, ante tal tranquilidad, empezó a romper todo: los platos sucios sobre la mesa, las botellas de alcohol, los vasos, los floreros, todo destrozándose ante su ira, ante su descontrol, ante su destruido alfa, que trató de palpar el enlace de Tae. Tiró de él, envió olas de desesperación, le rogó que regresara, sin embargo, del otro lado del lazo, sólo hubo silencio. Frío y lejano silencio.
Fue allí que el llanto apareció. Cayó de rodillas al suelo, importándole poco si se hacía heridas en las rodillas, los pies, las manos, y el llanto descontrolado apareció. Su padre sólo le murmuró que fue lo mejor, que Taehyung tomó la única decisión posible en ese momento, y Seokjin sólo podía llorar y sentir odio.
Se encegueció los primeros días. En la bruma del odio, llamó al trabajo y murmuró que se tomaría unas vacaciones adelantadas. Y pensó en lo que haría: traería de vuelta a Tae. Sí, lo traería de regreso a cómo dé lugar, incluso si era obligado, para que se quedara con él. De regreso con los niños, y le daría una lección. Le daría una maldita lección para que no se volviera a atrever...
En medio de esas oscuras y violentas maquinaciones, fue cuando apareció Lee Juno en su casa. Y al verlo, el odio se redirigió hacia ese maldito alfa que desencadenó todos sus jodidos problemas.
Luego vino la policía. Seokjin estuvo a cinco segundos de soltar toda la verdad, hasta que escuchó al agente del Gobierno.
-Si se extradita al omega-comenzó a decir, tranquilo y con una sonrisa grotesca debido a esos abultados labios que eran como gusanos-, lo vamos a enjuiciar, señor Kim. En el peor de los casos, se le mandará a la cárcel. En el mejor, se le inyectarán hormonas omegas y regresará con usted. Todo depende...
-No hay nada qué investigar -habló Seokjin, recordando a Tae dopado por las hormonas, tan sumiso, tan roto por dentro-. Yo los mandé allá. Espero seguirlos dentro de poco.
La sonrisa de gusano desapareció del rostro del hombre. Seokjin estuvo tentado de golpearlo en la nariz.
Seokjin odiaba a Taehyung. Pero no lo odiaba tanto como traerlo de regreso a vivir encerrado en una jaula, ya fuera una prisión o una hormonal.
-¿Qué ha pasado con toda esa ira que dirigías a Tae?
La pregunta lo sobresaltó. Sandara, frente a él, le miró con una expresión de curiosidad, como si Jin no hubiera estado perdido en sus pensamientos.
-La dirigí a mí-confesó el alfa, vacilante. -La convertí en odio hacia mí. Hacia lo que yo provoqué - bajó la vista, avergonzado-. Sí, fue Lee quien marcó a Jeongguk, pero fui yo quien fue incapaz de cuidar de mis hijos. De ellos y de Taehyung.
Sandara asintió y Seokjin no podía evitar toda esa vergüenza, esa humillación, por cómo actuó durante ese tiempo. Si tuviera la oportunidad de retroceder y cambiar las cosas, lo harían con mucho gusto.
-Seokjin-habló ella-, es necesario que esa ira, ese odio, lo transformes en otra cosa. No puedes vivir odiándote, porque así, serás incapaz de perdonarte tus acciones.
-Pero... -vaciló-, ¿si no quiero perdonarme? ¿Si quiero vivir castigándome?
-Jamás podrás volver a mirar a Taehyung a la cara y pedir su perdón, ni a él, ni a tus hijos -la omega se inclinó un poco-. No podrás volver a relacionarte con él ni con tus cachorros, porque esa ira estará rondándote allí, recordándote siempre tus acciones y haciéndote sufrir. Vivirás en un martirio constante, y así jamás podrás avanzar, Seokjin.
Jin juntó sus dedos, como jugueteando con ellos. Ese gesto lo aprendió de Yoongi, tan ansioso, tan torpe cuando las cosas le sobrepasaban. ¿Seguiría conservándolo? ¿O alguna de sus otras costumbres agarraría más fuerza? Morderse el pellejo era otra que solía hacer mucho.
-¿Y en qué puedo transformar esa ira? -preguntó, con la garganta apretada.
-En perdón hacia ti mismo-Sandara sonrió con suavidad-, en buscar la forma de remediarlo todo. ¿De qué te sirve odiarte, si no aprendes de tus errores? ¿De qué sirve odiarte, si no vas a cambiar? ¿Si seguirás siendo el mismo cobarde de siempre?
-Este viaje, a pesar de que no verás ni a Taehyung ni a tus hijos, es importante -continuó Sandara-, porque estarás más cerca de él que en estos dos años. Y el lazo que poseen, por muy débil que esté, sigue estando. Tus emociones pueden sobrepasarte, y no quiero que pierdas todo el avance que hemos logrado en estos meses.
Seokjin tampoco quería eso. A pesar del constante dolor que sentía, no quería volver a ser ese alfa de esos primeros meses, cubierto de rabia, de ese odio negro como alquitrán que se le pegaba a la piel y lo absorbía, lo convertía en un monstruo. En ese hombre que fue capaz de dañar a la persona que amaba, guiado por esa ira que manchaba su corazón.
No quería volver a ser jamás ese alfa. Él sería mejor, en todo sentido. Sería mejor por su familia, a pesar de que ya no fuera miembro de ella.
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