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Advertencias: drama y angst. Seokjin!Alfa x Taehyung! Omega.

Ghislaine cumplía dieciocho años el sábado dos de febrero y lo iba a celebrar con una gran fiesta en su casa. Sus padres le permitieron invitar a todos los amigos que quisiera, pues eran una familia bien ubicada económicamente, por lo que la chica no escatimó en invitar a todas las personas con las que se llevaba bien. Básicamente, a todo el colegio.

-Tengo miedo-barboteó Jeongguk, cuando observaron la casa desde fuera-. ¿Y si pasa algo malo?

-¿Por qué pasaría algo malo? -preguntó Yoongi, aunque tenía el ceño fruncido igual-. Estoy seguro de que dijo que no sería tanta gente.

-Bueno, Ghislaine siempre ha sido muy amistosa con todos-comentó Jimin, llevando el regalo que le compraron a la chica-. No debes preocuparte, Yoongi, Ghislaine sólo tiene ojos para ti.

Yoongi enrojeció y sus palabras sirvieron para hacer reír a Jeongguk, ya mucho más relajado. Jimin los empujó a la casa, de dónde retumbaba música y muchos estudiantes estaban en el patio, algunos fumando y con vasos en sus manos.

Yoongi iba delante, saludando a los conocidos, y entraron a la enorme casa. No se veía adultos por ninguna parte, lo que le preocupó un poco al mayor, pero antes de poder expresarse, apareció Ghislaine.

La chica francesa iba con un jean ajustado y un suéter negro que se deslizaba por uno de sus hombros, mostrando la tira de su corpiño. El cabello lo llevaba suelto, rubio y ondulado, cayendo por su espalda, y se hizo un leve maquillaje en los ojos que resaltaba el color de su pupila, de un bonito castaño claro.

-¡Vinieron!-exclamó, feliz y acercándose a ellos-. ¡Hola, chicos!

-Hola, Ghislaine-dijeron los tres al mismo tiempo.

-¡Feliz cumpleaños! -saltó Jeongguk, primero.

-Espero que estés teniendo un lindo día -dijo Jimin, extendiendo su regalo. Mira, compramos algo para ti. Yoongi fue el de la idea.

-¡Jimin! -regañó Yoongi, enrojeciendo una vez más -. No le hagas caso, Ghis, es un idiota....

Ghislaine lo ignoró, abriendo el presente y sacando una bonita paleta de sombras para sus ojos. Sonrió y abrazó a Yoongi, dando las gracias a todos por el regalo.

-¡Pasen!-invito, señalando al salón principal-. ¡Están en su casa, chicos! Jackson ya llegó-añadió, observando la mirada de Jeongguk iluminarse-. Yoongi, ¿quieres ir por algo para beber?

Yoongi abrió la boca para negarse, más que dispuesto para seguir a su hermanito menor y vigilarlo, pero Jimin lo empujó con Ghislaine, haciéndole un gesto de que fuera y no se preocupara. Al final, terminó siguiendo a la chica a la cocina.

Mientras los tres muchachos se metían en la fiesta, Tae suspiró y cambió de canal en la televisión, escuchando el grito de Yeji cuando llegó a un canal de películas. Estaban dando Mulán, así que no le quedó más remedio que dejarlo allí por la niña.

Miró a su alrededor. No eran más que las ocho de la tarde y sus cachorros se habían marchado hacía mucho a la fiesta de Ghislaine. Prometieron volver a más tardar a medianoche, pagando un taxi, y Taehyung se sentía un poco extraño en esa situación. Era la primera vez que quedaba completamente solo desde que llegó a Estados Unidos.

Vio de reojo a Yeji, de pie en el sofá, coreando una de las canciones y rebotando en los cojines, con sus trenzas moviéndose en el aire. Por lo normal, a esa hora, comía con sus hijos la cena y luego ellos se ponían a ver televisión, mientras Taehyung se retiraba a su habitación con la niña en brazos, lista para dormir. A veces, le leía un cuento, o la pequeña se quedaba pintando en la cama hasta que se caía por el sueño. Los niños solían quedarse hasta tarde viendo cualquier cosa que encontraran interesante.

Qué raro se le hacía, pensó, tener ese espacio de tranquilidad, sin las risas y los ruidos de los cachorros a su alrededor. Yeji no era una bebé particularmente ruidosa, es decir, ahora estaba cantando y saltando, pero no de una manera escandalosa. Siempre le preocupó un poco eso, porque incluso cuando nació, no era exigente de atención y apenas lloraba.

Sintió un poco de melancolía, sin poder evitarlo. Él sabía que iba a llegar un momento como ese, en el que sus cachorros empezarían a ir a fiestas o salir con amigos, haciendo sus propias vidas. Tenía claro que era el inevitable ciclo de la vida, pero nunca pensó que eso fuera a ocurrir sin Seokjin a su lado. Él imaginó toda una vida al lado de Jin, donde ambos envejecerían y sus cachorros crecían.

Cómo cambiaban las cosas, pensó, y se acomodó en el sofá.

-¡Mamá!-gritó Yeji, llamando su atención, y el omega la miró. La niña se arrodilló en el sofá, acercándose a él.

-¿Qué pasa, Yeji? -preguntó Taehyung, agarrándola de las axilas y sentándola en su regazo. -¿Papá? -barboteó la pequeña, apuntando a la televisión, donde estaba la protagonista y su padre, con el hombre poniéndole una flor en el cabello a Mulán.

A veces, Yeji preguntaba sobre Seokjin. En muchas ocasiones, Yeji se quedaba mirando a Huang, entrando a su habitación y abrazando a Mary, o tomando en brazos a Thomas. Tae jamás le mentía, porque no tenía corazón para ello. Yoongi era partidario de no hablarle de él, pero Tae no lo consideraba un poco justo para nadie.

-Papá está lejos-le dijo, abrazándola-, pero estoy seguro de que él te querría mucho, Yeji.

-¡Buuuuuu! -bufó la niña, balanceándose en su lugar-. ¿Po qué no aquí?

-Porqué mamá y él están separados -trató de explicar -, por eso no está aquí.

-Mmmm-Yeji no lucía satisfecha con su respuesta, pero volvió su atención a la película, pareciendo dejar de lado la conversación.

Taehyung suspiró y sentó a la niña en el sofá, yendo a revisar la estufa. Aprovechando el momento, fue a su cuarto y abrió el cajón del velador al lado de la cama. Sin pensarlo demasiado, sacó el anillo de matrimonio que Seokjin le regaló en su último aniversario y se lo probó. Todavía le quedaba bien.

Lo dejó en su lugar y volvió con Yeji, dispuesto a olvidar, por un instante, esos pensamientos deprimentes que aparecían cada cierto tiempo.

Jeongguk no tomó ninguna gota de alcohol, sin embargo, se sentía algo así como embriagado por el aroma de Jackson. El alfa, frente a él, se quejaba de uno de los profesores del colegio, y el menor no podía menos que admirarlo. Era un chico muy guapo y Jeongguk podía identificar esa salvaje emoción como cariño y, quizás, amor.

Lo cual, por un lado, le preocupaba. Jeongguk no quería enamorarse tan ilusamente como ocurrió años atrás, como pasó con Namjoon, y era una herida que todavía le afectaba un poco al omega. Él, de verdad, se hizo muchas ilusiones con el cortejo que recibió por parte de Namjoon y recordar la forma en que le trató después, una vez fue marcado por Lee, le rompía el corazón otra vez. En el fondo, Jeongguk tenía mucho miedo de enamorarse y ser rechazado de la misma manera por esa marca en su cuello.

-Gguk, ¿estás bien? -preguntó de pronto Jackson, llamando su atención.

-¿Ah? Sí, sí-respondió, volviendo sus ojos a él-, es sólo que me distraje un poco.

-¿Seguro?-insistió Jackson-. De pronto, tus feromonas se pusieron algo tristes...

No pudo evitarlo, y la tristeza aumentó. Jeongguk tenía claro lo que muchos murmuraban acerca de él, en especial sobre su aroma. Su familia decía que su aroma no era malo, pero él sabía que apestaba por la marca realizada. Sus feromonas eran ácidas, desoladas y apestosas, y eso último se lo dijo su antiguo bully, Dean. Decía que apestaba a mierda.

De pronto, quiso ponerse a llorar por esos feos recuerdos. Jeongguk odiaba mucho todo lo que pasó por culpa del asqueroso de Lee.

Jackson le tomó la mano al notar sus ojos llorosos, metiéndose entre la multitud de personas y sacándolo al patio trasero. A pesar de ser invierno, la noche estaba algo calurosa, quizás por la cantidad de personas en un solo lugar.

-¿Te sientes mal, Gguk? -preguntó Jackson, y los dos se sentaron en unas de las sillas de playa que estaban a orillas de la piscina.

-Sí, tengo envidia-masculló Jeongguk, y Jackson le miró con desconcierto-, de que Ghislaine tenga una piscina, ¡la odio tanto!

Jackson se rió ante sus palabras, pero no parecía que lo hubiera distraído lo suficiente para olvidar su tristeza. Jackson no dejaba de agarrar su mano, haciendo círculos en su piel, como si buscara calmarlo.

Jeongguk miró a su alrededor, esperando ver aparecer a Jimin o Yoongi. Si bien agradecía sus esfuerzos y sus cuidados, a veces se ponían muy sobreprotectores con él y le frustraba un poco. No le gustaba que le trataran como un niño inválido que no sabía nada de la vida.

Pero ninguno apareció. La fiesta, en sí, estaba bastante tranquila, con sus compañeros conversando entre ellos, algunos bailando y unos pocos fumando. De seguro, Yoongi se encontraba con Ghislaine, mientras que Jimin buscó algún alfa con el que entretenerse. Jimin era muy popular entre los alfas por lo bonito que era.

Eso lo volvió a deprimir, porque Jeongguk no llamaba la atención de nadie, excepto por su aroma y esa marca que llevó en su cuello tanto tiempo. Incluso ahora, a pesar de que Lee hubiera marcado a otro omega, quedó una extraña cicatriz en su piel que mostraba lo que era: un omega libre, pero desechado.

-Ggukie-volvió a hablar Jackson, con la nariz levemente arrugada-, hueles a mucha pena.

-Lo sé-aceptó Jeongguk, apenado. ¿No huelo muy mal, Jackson?

-¿Qué? Claro que no-pareció dudar un segundo-. Jeongguk, yo nunca te he ocultado que tu me gustas. Me gustas mucho.

-¿A pesar de que apeste? -la voz de Jeongguk tembló ligeramente.

-¿Apestar? Claro que no apestas-Jackson le besó los nudillos con ternura, sin querer propasarse para que el omega no malinterpretara sus intenciones-. ¿Puedo cortejarte, Jeongguk?

El menor vaciló un instante, otra vez mirando a su alrededor. Estaba seguro de que si Yoongi lo pillaba en esa posición, lo agarraría del brazo y se lo llevaría a rastras.

-¿Me puedes dar un beso? -le preguntó a Jackson, tímido y cohibido.

Para su sorpresa, Jackson se puso colorado ante la pregunta, luciendo muy avergonzado. Jeongguk no pudo evitarlo, y también se ruborizó. No creía que Jackson fuera a ser tan tímido, y menos con él.

-¿Estás seguro? -preguntó Jackson, un poco
preocupado.

-¡Muy seguro! -insistió Jeongguk, pero bajó la vista-. Es decir, si tú no quieres...

Jackson le agarró de la barbilla con mucha delicadeza, levantando su rostro, y el omega estaba dispuesto a decir que lo olvidara. Sin embargo, el alfa se inclinó y le dio un suave beso en la boca, como un pequeño toque de mariposa, ligero y superficial. Para Jeongguk, fue como tocar el mismo cielo, con mil abejas asesinas en su estómago zumbando por la felicidad. Qué bonito se sentía ser tocado de esa manera, como si fuera algo precioso y delicado que se debía cuidar.

Jackson se alejó, acariciándole las mejillas.

-Eres el omega más hermoso que haya conocido alguna vez-le dijo, y Jeongguk estaba a punto de llorar -, y para mí, hueles demasiado bien, Koo. ¿Me dejas cortejarte?

-¡Sí!-aceptó el omega, feliz-. Tú también me gustas mucho, Jackson.

Jackson se movió para sentarse a su lado, abrazándolo por los hombros, y Jeongguk se dejó envolver por su aroma, suspirando por la felicidad.

Jimin, por otro lado, veía a lo lejos a su hermanito menor con el alfa, manteniendo una mirada impasible a pesar de las ganas que tenía para ir y sacar a Jeongguk de allí. Sin embargo, comprendía que su hermano menor tenía derecho a rehacer su vida y dejar atrás todas esas horribles heridas que le hicieron.

Suspiró, oyendo la conversación de Paolo, un chico italiano, y Alicia, una muchacha colombiana. Era un poco gracioso escucharse, pues los tres hablaban un chapucero inglés con sus propios acentos.

-Jikin, ¿qué opinas de los besos de tres?- preguntó Paolo.

Estalló en risas ante el atrevimiento, sin poder evitarlo. Paolo y Alicia eran ambos alfas, y eran también muy amigos. Tenían una tonta competencia para saber quien obtendría primero un beso de Jimin, lo que le ponía de muy buen humor. A pesar de sus intenciones, los dos respetaban muy bien su espacio personal, sin propasarse un poco ni llegar al punto de acosarlo.

-¡No te burles, es una pregunta seria!- exclamó Alicia, tratando de verse indignada.

-¿Y quién me daría primero el beso?-preguntó Jimin, inocente.

Los dos alfas volvieron a pelear y Jimin lo aprovechó para buscar a Yoongi con la vista. Frunció el ceño ligeramente al no encontrarlo, y tampoco se veía por ningún lado a Ghislaine. Por un instante, se preocupó, pero luego se dijo que no debía darle demasiadas vueltas al asunto. Yoongi era muy responsable, no haría cualquier estupidez.

Pero Yoongi se sentía un poco mareado con el suave aroma de Ghislaine, sus manos acariciando la cintura de la chica por debajo del suéter. Gimió, sin poder evitarlo, al sentir unos labios en su cuello.

-Yoonnie... -susurró Ghislaine, alejándose, y se miraron un instante en el cuarto oscuro. Ambas respiraciones estaban muy agitadas, y la habitación de la chica olía demasiado a feromonas y cerveza-. Me gustas mucho, demasiado.

-Sí-aceptó Yoongi, tan confundido que habló en coreano, antes de corregirse-. Lo siento, sí. Tú... tú también me gustas, Ghislaine.

No se sentía sólo mareado, sino también encandilado, ya fuera por el alcohol o el aroma de la chica. Yoongi sentía su alfa removerse en ansiedad, en desesperación, por tomar a la omega frente a él.

Y eso fue lo que hizo. No era la primera vez que se enrollaba con una omega de esa forma, en su antiguo colegio lo hizo varias veces para quitarse todo el estrés de encima, pero si fue la primera vez que llegó tan lejos.

Ni siquiera lo pensó seriamente, sólo se dejó llevar por el calor y la emoción del momento, por el aroma fresco de Ghislaine, y sus gemidos suaves y suplicantes. A Yoongi le gustaba mucho el rostro colorado de Ghislaine, la forma en que su cabello rubio caía por su espalda y su quebrada voz tartamudeaba su nombre. Su mente se nublaba cuando se trataba de ella.

Incluso perdió la noción del tiempo, tan ensimismado que estuvo ante la mirada de la muchacha. Yoongi no sabía bien qué le pasaba ni por qué actuó así, pero no se arrepentía. No había ni una pizca de arrepentimiento en él.

El problema fue que Jimin los pilló. Al ver que su hermano no aparecía por ninguna parte, y cuando ya pasó más de medianoche y no dio señales de vida, decidió ir a buscarlo. Les preguntó a todos, pero nadie lo vio últimamente, y lo peor es que Ghislaine también desapareció. Jimin no quería pensar algo malo, sin embargo, no tuvo más remedio que ir a buscarlo, y fue cuando los encontró.

Jimin consideró que la escena que descubrió era digna de un trauma.

-¡Yoongi! -gritó, y Yoongi se enredó en las sábanas y cayó al suelo. Ghislaine gritó y se cubrió los pechos con sus manos. ¡Eres un idiota, ¿lo sabes?!

-¡Jimin! -exclamó su hermano mayor, espantado-. ¡¿Qué mierda haces aquí?!

-¡¿Qué que mierda hago aquí? -Jimin no podía dejar de gritar-. ¡Son casi la una de la mañana, idiota, mamá nos va a matar!

Yoongi puso una expresión de horror, comenzando a recoger sus ropas y vestirse apresuradamente. Ghislaine parecía algo aturdida, cubriéndose con las sábanas, y Jimin no podía evitar sentirse algo asqueado por la situación. Él no quiso descubrir a su hermano mayor en esa posición, pero al menos, no fue Jeongguk el que lo encontró así.

-Eh... uh... -yoongi se giró hacia la chica-, nos... nos vemos el lunes...

-Sí, nos vemos-se rió Ghislaine.

Jimin agarró a Yoongi de la muñeca, tirando de él fuera del cuarto. El alfa tragó saliva, sin querer mirar a la expresión de muerte de su mellizo. A veces, el omega podía dar mucho miedo.

Bajaron las escaleras, y Jeongguk les estaba esperando en la salida, al lado de Jackson.

-¿Yoonnie? -preguntó el menor-. ¿Dónde estabas?

-Con Ghislaine-respondió Jimin, enfurecido. El omega menor abrió la boca-. ¿Puedes creerlo? Tu hermano mayor te abandonó por ella.

-¡Esa víbora! -gritó Jeongguk, enfadado, y Jackson se rió-. ¡Cuando la vea, le patearé el culo!

Jeongguk se fue despotricando en todo el camino a casa. Aprovechando que Jeongguk iba algo distraído, hablando con Jackson por mensaje, Yoongi bajó la voz al hablar.

-No le digas a mamá lo que viste -le suplicó. Jimin bufó.

-¿Qué, crees que te dará la charla? -el omega negó con la cabeza. ¿Usaron condón, cierto?

Yoongi mordió su labio inferior.

-Oh, no, no usaron-gimió Jimin.

-¿Usar qué?-preguntó Jeongguk, volteándose a mirarlos.

-¡Nada, tonterías de mellizos! -exclamó yoongi. Jimin volvió a bufar, y Jeongguk arrugó el ceño.

Yoongi decidió usar su móvil para explicarle todo a su hermano.

Ghislaine toma la pastilla.

¡Oh, como si eso lo solucionara todo, imbécil!

¡Respétame, Jimin!

Jimin le sacó el dedo del medio. Yoongi se tragó la molestia.

Llegaron a casa cerca de las dos de la mañana. El hogar de los Liu se encontraba a oscuras, pues seguían de viaje en Corea y volverían dentro de los próximos días. Sin embargo, se sorprendieron al ver que su casa también estaba con las luces apagadas. Ellos esperaban que mamá les estuviera esperando, listo para regañarlo.

Pero se lo encontraron ya acostado, durmiendo con Yeji a su lado.

-¿Mamá? -susurró Jeongguk, y yoongi quiso gritar, porque pretendía irse a acostar enseguida, como si no hubiera pasado nada-. Mamá, ya llegamos.

-¿Mmm?-masculló Tae, revolviéndose en la cama -. ¿Jinnie?

Hubo un pequeño momento de silencio. El terror de yoongi dio paso a la ira.

-No, mami-corrigió Jeongguk con amabilidad-. Gguk. Acabamos de regresar de la fiesta.

-Ah, sí, sí-murmuró el omega mayor, apenas enderezándose-. ¿Cómo fue?

-Estuvo bien-contestó Jimin, tranquilo-. ¿Estás muy cansado? Sigue durmiendo, mamá, nosotros nos iremos a acostar.

-Bueno, bueno -suspiró Tae, dejándose caer en la cama-. Los amo.

-Nosotros también, mamá-se despidió Jeongguk.

Los tres salieron y cerraron la puerta. Yoongi arrugó las cejas, decidiendo irse a dar un baño para quitarse el aroma de Ghislaine de encima. Jeongguk fue a dormirse enseguida, pero Jimin retuvo a su hermano mayor en la cocina, mientras encendía la caldera.

-No le diré nada a mamá-le dijo a Yoongi en voz baja, con sus ojos desafiantes-, pero vas a dejar esa actitud de mierda, Yoongi.

-¿De qué hablas? -farfulló el alfa.

-Eso de querer que mamá olvide a papá-espetó Jimin-. No le dirás más comentarios odiosos e hirientes. Déjalo en paz, Yoongi, suficiente tiene con lo que papá le hizo como para que su propio hijo le haga daño.

-Yo no soy como papá-se defendió.

-No, no lo eres -concedió Jimin, dándose vuelta—, pero también le rompes el corazón al no entenderlo. Lo único que necesita mamá de nosotros es comprensión, nada más -su voz se volvió un poco más amable-. Yoongi, yo tampoco quiero que vuelvan, ¿vale? Pero... pero mamá está rehaciendo su vida de a poco, y necesita que lo queramos, no que lo juzguemos-suspiró-. Buenas noches.

Yoongi le vio partir sin decir algo más, un poco abrumado por todas las emociones que hubo esa noche. El encuentro con Ghislaine, lo que ocurrió entre ellos, le dejó con las hormonas muy alborotadas y confundidas, y ahora lo único que necesitaba era descansar.

Ya mañana le daría vueltas al asunto con Jimin. Ahora, sólo debía dormir y recuperar la poca dignidad que le quedaba frente a su mellizo.

*************

En la clase de Yoongi había una chica muy guapa llamada Sarah.

Sarah era colorina, de rostro pecoso y sonrisa bonita. A Yoongi le gustaba, porque era fácil, no en un sentido despectivo de la palabra, sino todo lo contrario. Ella no se complicaba, sabía que era un juego entre los dos, y ambos lo disfrutaban completamente.

A Yoongi le quitaba el estrés. Era una forma extraña de desahogarse de todo lo que pasaba en casa, de las feromonas apenadas que inundaban su hogar. Sarah siempre estaba disponible para Yoongi, y a él le gustaba mucho eso.

Tenían clase de Deportes dos veces a la semana, en las últimas horas del día. El curso se dividía en omegas y alfas, por lo mismo, hacían actividades diferentes, y gracias a eso, lograba escabullirse sin que jimin se diera cuenta de que faltaba. Sarah también se escapaba, y se encontraban bajo las gradas del gimnasio.

Sarah no hacía preguntas. Sarah lo recibía con sus labios sabor cereza, besándolo en la boca, y ambos se enrollaban en ese sucio lugar. Yoongi sospechaba que Sarah también debía tener sus asuntos personales, después de todo, a veces le veía moretones en los brazos. Pero así como Sarah no preguntaba, él tampoco lo hacía. Era un acuerdo tácito entre ambos: no compromiso, no preguntas.

A veces, Sarah le tocaba por encima del pantalón y él también lo hacía, pero no solían llegar más lejos que eso. Ambos sólo querían desestresarse un momento, nada más, y no querían que hubiera algún accidente por su calentura.

Era la única forma de quitarse todo el estrés que Yoongi cargaba encima. Eso, y a veces meterse en alguna pelea, pero luego de la última conversación con mamá que tenía que controlarse para no hacerlo. No quería darle un susto, además, pues mamá estaba pronto a dar a luz. Ya iba en su octavo mes, y por fin le permitieron tomarse unas semanas de descanso antes del parto, pero eso no quitaba la preocupación constante del futuro.

Así que enrollarse con Sarah era la mejor opción. Podía canalizar toda la ira y rabia que sentía de otra forma, sin meterse en problemas.

Sarah era algo así como el sucio secreto de Yoongi. Ni Jimin ni Jeongguk sospechaban algo, y yoon se aseguraba de ser lo más discreto posible. No quería que le reprocharan su actitud, y menos que Jeongguk se diera cuenta de esas cosas. Su hermanito menor suficiente tenía con las burlas diarias que recibía.

-Apestas a feromonas -le dijo Jimin, cuando se juntaron luego de clases.

Yoongi se encogió de hombros, quitándole importancia, y fueron a buscar a su hermano menor.

Se lo encontraron a medio camino, pero el niño venía con una expresión deprimida y completamente bajoneada. Tuvo un celo una semana atrás y desde entonces que traía esa cara de pena. -¿Qué pasa, Gguk? -preguntó Jimin, agarrándole la barbilla.

-La marca me duele -murmuró, abrazando a Jimin -. Además, sigo triste por lo del cumpleaños de mamá...

Yoongi suspiró, revolviéndole el cabello. El celo de Jeongguk coincidió con el cumpleaños de Tae, así que no fue una fecha especial para celebrar. Además, apenas tenían dinero para comprarle un regalo, y mamá estuvo muy triste esos días, por lo que tampoco hubo un espíritu de celebración. Al final, sólo le dieron un abrazo y un beso, y le compraron un pequeño trozo de pastel para que comiera. Mamá lloró mucho ese día, dejando que sus cachorros lo abrazaran.

-El próximo año será mejor -aseguró Yoongi-, le haremos un gran cumpleaños y le daremos un regalo hermoso, que le va a encantar.

Jeongguk no parecía muy convencido con sus palabras, pero se dejó llevar por los mayores fuera del colegio. Era ya mitades de marzo, en un par de meses acabaría el año escolar, y ellos no tenían muy claro cómo sería el siguiente. Con toda probabilidad, Jeongguk y Yoongi reprobarían, y si Jimin tenía un poco de suerte, aprobaría. Yongi estaba dispuesto, una vez naciera Yeji, a dejar el colegio y buscar algún trabajo que ayudara en la situación económica de su hogar. Debían buscarse una nueva casa, el departamento ya se estaba quedando pequeño para la familia, y el sueldo de mamá no podía solventar ese enorme cambio.

Caminaron hacia el departamento, llegando a los pocos minutos y encontrando a mamá en el sofá, viendo la televisión. Tenía aspecto de aburrido.

Jeongguk corrió hacia él, abrazándolo y acurrucándose a su lado.

-¿Qué pasa, cachorrito? -le preguntó Tae, cariñoso.

-Hueles muy bien-contestó Jeongguk, ocultando su pena para no preocuparlo más-. ¿Me das mimitos, mami?

-No debes pedirlos-respondió el omega, abrazándolo de vuelta y comenzando a darle suaves besos en su cabeza.

Jimin se dirigió enseguida a la cocina para preparar la cena y la comida que llevarían al colegio el día siguiente. El omega no protestaba ni reclamaba el haber quedado relegado a ese trabajo, así como Yoongi no se quejaba al tener que hacer las compras semanales en el supermercado, ni Jeongguk se negaba a ser el encargado del aseo. No lo hablaron nunca, pero era un acuerdo implícito entre ellos: dar los menores problemas posibles ahora que mamá estaba a punto de dar a luz.

-¿Hiciste algo hoy, mamá? -preguntó Jeongguk.

-Salí a dar una vuelta -respondió Tae.

Yoongi se volteó a mirarlo con brusquedad. Jimin también le dirigió una mirada de reojo.

-Mamá-diio con paciencia el alfa- cómo puedes salir solo? ¡Si te hubiera pasado algo...!

-Pero no pasó nada, niños-habló-. No me gusta estar tan encerrado, necesitaba...

-Mamá-le interrumpió Jimin, y Tae se sintió ridículo, como si Yoongi fuera el papá y Jimin la mamá que le regañaban-, Yoonnie tiene razón. Ahora no pasó nada, pero ¿si mañana sí? No puedes arriesgarte.

Taehyung suspiró, con Jeongguk arrebujándose más a su lado. Sabía que lo mejor sería no llevarle la contraria a sus cachorros, que sólo se preocupaban por él y temían que algo le pudiera pasar. Las cosas ya eran difíciles, ¿para qué empeorarlo más?

-Está bien-aceptó, acariciando su marcado vientre-. No hemos tenido tiempo para comprarle ropita a Yeji, ¿qué tal si el fin de semana salimos?

-Tienes que descansar-dijo Jeongguk, serio-. Mamá, no tienes que sobre esforzarte más de lo que puedes. Con Jimin podríamos ir a comprarle algo mientras Yoongi te cuida.

Taehyung puso una expresión triste. Con el embarazo tan avanzado, ya no podía hacer mucho más. Se cansaba con rapidez, el cuerpo le dolía e incluso le costaba dormir. Era algo extraño, pensó, pero no recordaba que sus otros embarazos hubieran sido así de insufribles.  Y luego, entendía que era porque Seokjin estuvo con él, a su lado, para cuidarlo, mimarlo y apoyarlo en todo.

Por otro lado, parecía que sus cachorritos habían madurado sólo en un par de meses. Incluso Jeongguk, a pesar de tener sólo trece años, ya no era tan exigente de atención ni de mimos. Eso, en el fondo, le causaba mucho dolor, pues no quería que tuvieran que saltarse esas etapas de su vida por culpa de sus decisiones, pero tampoco podía hacer mucho. Nunca pensó que las cosas pudieran ser así de dificiles, jamás se preparó para ese tipo de vida, sin embargo, trataba de que esos malos pensamientos no le ganaran.

-Bueno-volvió a aceptar Tae-, también necesitamos ver una cuna, ¿lo saben? Yeji no puede dormir en la cama, no los primeros meses, ella necesita su propio espacio.

-Buscaremos una de segunda mano-respondió Yoongi -. Ahora, ¿necesitas que te dé un masaje en los pies?

Taehyung no pudo negarse.

Los días siguieron pasando con lentitud. Tae estuvo revisando ofertas laborales en el sitio web que le dijo Thomas, esperando encontrarse con alguna respuesta favorable a todos los currículums que lanzó, pero no tuvo mucha fortuna. Sabía que un omega de su edad, con casi cuatro cachorros en sus hombros, no daba una buena imagen para ser contratado. Sin embargo, no iba echarse a morir. Ya siguiera en ese trabajo de mierda o consiguiendo otro, seguiría adelante por sus hijos.

Una semana después, consiguieron una cuna barata que instalaron en el pequeño dormitorio. Evidentemente iban a quedar muy apretados, pero no tenían otra opción por el momento, y tae les advirtió que Yeji lloraría mucho durante los primeros meses, en especial en las noches, por lo que tendrían que ser pacientes. Además, Jeongguk y Jimin fueron a comprarle ropa para bebés, yendo a muchas tiendas para encontrar lo más barato, y regresaron con cinco enteritos, tres gorritos, tres bodies, dos camisas blancas y dos pijamas.

Por alguna rara razón, ver la pequeña ropita le provocó un calorcito en su corazón, ardiendo en emoción por recibir pronto a su bebé. Incluso los cachorros se alegraron, comentando lo linda que eran las prendas y lo adorable que se vería.

El veintitrés de marzo, ocurrió: Tae bajó al primer piso para ir a buscar el correo del día, cuando no dio ni dos pasos fuera del ascensor y sintió la conocida sensación húmeda en su entrepierna. Acababa de romper fuente.

El conserje saltó cuando escuchó su jadeo seguido de un grito, entrando en pánico por no saber qué hacer. Taehyung llamó a un taxi, mientras el conserje le sentaba en su silla, y en lo que esperaba a que el vehículo llegara, marcó al colegio también para pedir el retiro de los niños. Luego, le envió un mensaje a Yoongi, pidiéndole que buscara el bolso con sus cosas en el departamento antes de ir al hospital.

No tuvo más remedio que partir solo, con el taxista presionando el acelerador cuando escuchó sus gritos. Era su cuarto trabajo de parto como tal, pero Tae nunca estuvo tan asustado como hasta ese momento, además de que su omega se encontraba aterrado ante la soledad a la que se enfrentaría. Eso le provocó un extraño dolor en su corazón, y no pudo evitar llorar ante lo que vendría las siguientes horas.

Una enfermera lo fue a buscar al taxi, llevándolo al interior del hospital, con el omega forzándose a respirar pausadamente. Le llevaron a un cuarto en el que tendría que esperar hasta dilatar lo suficiente, y una hora después, apareció Sheryl. La alfa no sólo era ginecóloga, sino también obstetra, y le atendería en el parto.

-Tres centímetros-le dijo, antes de servirle un vaso con agua-. No deberías tener muchos problemas, Taehyung, es tu cuarto parto. ¿Cuánto duró el primero?

Lo pensó un instante, sabiendo que lo hacía para que no se concentrara tanto en el dolor que sentía.

-Dieciocho horas-sollozó, jadeante.

-¿Y el tercero?

-Doce horas.

Sheryl le sonrió con dulzura.

-Ya verás, terminaremos antes de lo que piensas.

Taehyung pensaba que mentía. Jamás un parto se le hizo tan eterno como ese, a pesar de que sólo llevaba una hora allí. En los anteriores, seokjin estaba a su lado, sosteniéndole la mano y murmurándole lo bien que lo hacía, lo increíble que era, la enorme familia que le estaba dando. El omega recordaba que en el primer parto casi le rompió los dedos a Jin de tan fuerte que lo apretó, y ese pensamiento le hizo soltar una risa mezclada con llanto, antes de gritar por la nueva contracción.

Los niños aparecieron media hora después, pálidos y nerviosos. Ninguno sabía qué hacer específicamente, con las manos temblando y la ansiedad carcomiendo sus estómagos. Trataban de hablarle de cualquier cosa para distraerle, e incluso recordaron años atrás, cuando eran más jóvenes y hacían sus travesuras. Incluso Yoongi estaba muy asustado, que no pareció incomodarse ante la mención de su padre.

Seis horas después, Sheryl dio su visto bueno. Era momento de llevarlo a una sala de operación.

Taehyung sintió el terror afianzándose en su estómago. Parto. Parto. Era momento de parir. Y él jamás lo hizo solo, sin nadie a su lado. Swokjjn siempre estaba allí, llenándole el rostro de besos y sonriéndole con esa preciosa sonrisa que poseía.

-Yoongi -jadeó con pavor. Su hijo mayor le miró-, te necesito, por favor, por favor...

-¿Mamá? -preguntó Yoongi, sin color en su rostro.

Sollozó cuando movieron su cama, empujándolo hacia el pasillo.

-¡Ne-necesito que vengas! -pidió Tae-. Ne-necesito... necesito a un alfa. Yoon, te necesito, por favor...

Sheryl no entendía qué estaba diciendo Tae, pero de todas formas miró al adolescente. Estaba prohibido que los menores de edad entraran, sin embargo, sabía también que Tae no tenía a nadie más que le acompañara en ese difícil momento. Y en el estado del omega, no necesitaba alguna complicación extra que pudiera dificultar el parto.

-Si vas a venir, debe ser ahora-le dijo.

Yoongi se volteó hacia Jimin y Jeongguk, que tenían las bocas abiertas y expresiones de susto. Dos segundos después, el omega mayor reaccionó.

-Debes ir -le dijo Jimin, serio-, eres el alfa de la manada, Yoongi, y mamá te necesita.

El mayor sintió su garganta apretada, pero no tuvo tiempo para decir algo, porque sólo asintió y corrió detrás de la camilla. Le agarró la mano a Taehyung, dándole un apretón.

-Mamá, estoy aquí -le prometió-, no te preocupes, yo te cuidaré.

Taehyung soltó un nuevo sollozo.

El alfa tuvo que ponerse un traje de plástico y una red para el cabello, entrando y ubicándose al lado de Tae. A pesar de todo, no quería ver el parto en vivo y en directo, le daba algo de repelús, así que se concentraría en todo momento en el rostro de mamá.

El trabajo duró tres en los que expulsaba al bebé, oyéndose sólo los gritos de Tae y las órdenes de Sheryl, además de los murmullos de Yoongi. El chico tenía que soltar feromonas alfas cuando Tae se ponía a llorar, diciendo que no podía más, antes de volver a la carga. Incluso ignoró los quejidos del omega porque a veces, delirante por el dolor, mencionaba a Seokjin y lo mucho que lo quería allí.

-Es nuestra niña, nuestra bebé, Jinnie... -lloró Tae, antes de dar el último empuje.

Cerca de las dos de la mañana del veinticuatro de Marzo, Kim Yeji nació.

Pasaron unos segundos eternos en los que miró el techo, aturdido y adolorido por todas partes. Y, de pronto, un suave llanto irrumpió ese tenso silencio.

-Es una niñita-afirmó Sheryl, sosteniendo a la pequeña-, y está sanita, Taehyung...

El omega sentía todo su cuerpo como gelatina, débil y tembloroso, apenas siendo capaz de sostenerse por sí mismo en ese momento. Se dejó caer por completo en la cama, mientras Sheryl le entregaba la bebé a una enfermera para que la limpiara y verificara que todo estuviera bien.

-Mamá-le dijo Yoongi, acariciándole la frente-, lo hiciste muy bien, mami...

Tae soltó una risa suave, con la boca seca y el rostro húmedo por las lágrimas.

-Cuidarás mucho... mucho a tu hermanita... ¿está bien? -dijo tae, dándole un apretón en la mano.

-Claro que sí-le prometió Yoongi-, a ella, a chimchim, a Ggukie... A ti también, mamá, te cuidaré para que seas siempre feliz.

El alfa le dio un beso en la frente, segundos antes de que la enfermera apareciera con un bultito blanco, ya no lloroso, y acomodó a la infanta en los brazos de Tae.

-Hola, bebé -murmuró Taehyung, observando como la niña le miraba mientras chupaba su dedo-, hola, pequeña Yeji...

-Es muy bonita, mamá —dijo Yoongi-, ¡se parece a ti!

Tae volvió a reírse ante sus palabras, sintiendo su corazón apretado en una conocida sensación. Sin embargo, trató de no darle muchas vueltas al asunto. Las cosas no tenían por qué repetirse, ¿no es así?

-Debes descansar ahora -habló Sheryl, llamando la atención de Tae-. La bebé nació bien, así que la dejaremos en una cuna al lado de tu cama. Tus cachorritos pueden pasar la noche contigo.

-Gracias, doctora-masculló Tae, con la garganta seca.

-Fue un placer-respondió Sheryl, amable y dulce-. Cuando te sientas mejor, hablaremos con más calma. Ahora, a dormir.

Una enfermera empujó la camilla de Tae, sacándolo del cuarto y dirigiéndose por el pasillo hacia una habitación pulcramente blanca.

-Iré en busca de los chicos-dijo Yoongu, mientras la enfermera acomodaba a Yeji en su camita. La bebé estaba durmiendo-. Descansa, mamá. ya

Tae asintió, débil y cansado, tan agotado que, cuando cerró los ojos, no volvió a despertar por el resto de la noche.

***********

-¿Piensas viajar? -preguntó Sandara.

-Sí-contestó Seokjin, mirando sus manos juntas -, pero no buscaré a Tae ni a los cachorros. Permaneceré allí unos días, no más que una semana, y me devolveré.

La mujer permaneció unos segundos en silencio, pensativa. Jin no sabía cómo sentirse ante ese silencio.

-No sé si sea una buena idea -respondió Sandara, y el alfa asintió-, pero también entiendo que necesitas hacerlo luego de que te llevaran detenido.

A veces, Seokjin se sentía un poco observado mientras iba caminando por las calles, o incluso en su misma casa. No sabía si era debido a la paranoia o es que realmente le estaban siguiendo, pero no iba a arriesgarse a ser otra vez detenido y que se llevara un juicio en su contra. Si le acusaban de estar encubriendo a Taehyung, lo iban a extraditar a Corea junto a sus hijos y sería enjuiciado por secuestro. Y seokjin no tendría forma alguna para protegerlo, pues a él también le castigarían.

-Hablemos de casos hipotéticos -dijo Sandara, sin juzgarlo un poco por su decisión, y eso era lo que le gustaba de ella. La omega no juzgaba sus pensamientos ni su actual actuar-. Si te llegaras a encontrar con Taehyung por casualidad, ¿cómo crees que tú reaccionarías?

El alfa lo pensó un momento, meditando lo que podría llegar a ocurrir. Él pensaba viajar a Washington (después de todo, ese fue el destino de Taehyung, pero lo más probable es que se hubiera trasladado a otra ciudad), y tenía planeado salir lo menos posible del hotel en el que se alojaba para evitar cualquier encuentro.

Sin embargo, eso no quitaba la mínima posibilidad de que pudieran encontrarse.

-Probablemente lloraría-admitió Seokjin, y de sólo pensarlo sentía que sus ojos se llenaban de lágrimas-, e... e iría a abrazarlo. Y le pediria perdón por todo.

Sí, eso es lo que haría.

-¿Y cómo reaccionaría Tae?

-Probablemente me mande al diablo-contestó el alfa, soltando una risa por la escena-, y me dé un golpe, lo que es lo mínimo que me merezco por parte de él. Y volvería a mandarme al diablo.

-Seokjin-habló Sandara, llamando su atención-, ¿y cuáles serían tus intenciones? ¿Volver con Tae?

-No, no. Yo...

Su voz se apagó ante la pregunta, pues nunca se detuvo a pensarlo con cuidado. Es decir... En sus más felices fantasías, él le pediría perdón a Tae, le daría su tiempo y pronto volverían a estar juntos. Pero el mundo no era como su imaginación, y él sabía que le hizo mucho daño, así que lo más probable es que jamás estuvieran juntos otra vez.

-Sé que Taehyungie... Tengo claro que, con toda probabilidad, no volvamos a estar al lado del otro - admitió, serio. Pero lo único que buscaría es... Es su perdón. Es lo único que quiero. Que me perdone.

Sandara asintió a sus palabras con calma.

-¿Y con los niños? ¿Cómo crees que sería?

Seokjin lo pensó mucho más, pues esto se le hacía más difícil de imaginar. Sus cachorros eran tan distintos entre sí, y los tres actuaron también muy diferente cuando él lo arruinó todo.

-Yoongi... Él de seguro me odia-admitió, afectado-, y no querrá verme cerca ni de Tae ni de sus hermanos. Con toda probabilidad, me trate mal y sea hiriente.

Sí, él sabía que Yoongi sería el más difícil de sus hijos, por no decir el más imposible. Se negaría a hablar con él, lo mandaría a la mierda y le diría que no volviera a aparecerse por allí. Recordaba con claridad que, la última vez que se vieron, Yoongi ni siquiera se despidió de él como correspondía, con un abrazo o una palabra cariñosa. Esa era una de las cosas que más le dolía de todo, que no pudo despedirse como se debía de sus propios hijos.

-Jimin...-su voz se cortó un instante-, siempre me llevé mejor con Jimin de los tres, supongo que era porque siempre fui muy permisivo con él. Además, solía ser conflictivo con Tae, pero esos últimos meses... ΕΙ fue un apoyo constante para su madre, y estoy seguro de que también se encontraba muy herido. No creo que llegue a ser cruel conmigo, pero también sería directo y claro. Estaría muy afectado, pero permanecería junto a Tae.

A pesar del tiempo, recordaba muy bien esos meses en los que Tae estuvo planificando todo. Jimin mantuvo siempre sus distancias, no iba al choque con Seokjin, pero también dejó sus límites claros: su padre le hizo daño a su madre, y eso no podía permitirlo. Cuidó, dentro de lo posible, a Tae.

-Jeongguk... Por dios, él sería un desastre llorón - contestó, y volvió a sentir sus ojos lagrimosos-, eso lo sacó de mí, lo llorón. Yo no sé si él llegó alguna vez a dimensionar lo que ocurrió entre Taehyung y yo, pero siguió siendo amable conmigo, y a veces amoroso. Incluso cuando se despidió, me dio un abrazo y se colgó de mí. Pienso que, de los tres, el más feliz de verme sería él.

-Me da un poco de curiosidad... -dijo Sandara con lentitud-, que siempre dices que no conoces bien a tus hijos, pero sabes claramente cómo reaccionarían contigo en un posible encuentro.

Seokjin agarró un pañuelo y sonó su nariz, incapaz ahora de controlar las lentas lágrimas que se deslizaban por su rostro. Extrañaba mucho a tae y los niños, tenerlos a su lado y darles un abrazo. Se arrepentía por completo como se comportó todo ese tiempo y el daño que les hizo.

-Tuve que ser mejor -habló Seokjin-, un mejor esposo, padre y alfa. Tuve que ser lo que ellos necesitaban.

-Por supuesto -Sandara asintió con la cabeza-, pero si ellos te lo permiten, pueden ser una mejor persona. No todo está perdido, Jin.

Trató de no darle mucha esperanza a esas palabras, pues tampoco quería ilusionarse con lo que podía pasar cuando volvieran a reencontrarse. No quería darse ilusiones falsas, por lo mismo, trataba de no ser tan positivo. Mientras menos volara, menos dolorosa sería la caída al suelo.

Conversó un par de cosas más con Sandara hasta que ella le despidió, y jin se marchó, un poco más tranquilo. En el trabajo estaba rindiendo mucho mejor esos últimos días, ya que iba a necesitar de su sueldo. Incluso, hizo un par de horas extras.

Pronto, llegó a su casa y sabía que su papá le estaba esperando. A pesar de todo, las últimas semanas también se estuvo llevando un poco mejor con él, dentro de lo que cabía posible.

-¿Cómo te fue con Sandara? -preguntó Kyungho cuando lo vio entrar.

-Bien-contestó, quitándose el abrigo-. Me ha dicho que lo mejor es viajar.

Su padre le dirigió una mirada severa, pero Seokjin la pasó por alto. Sabía que debía conversarlo seriamente con él, sin embargo, estaba muy nervioso de que las cosas se descontrolaran como la última vez y terminara llorando en sus brazos. A pesar de que fue liberador, igual se sintió avergonzado por su reacción. Fue como si abriera una parte muy intima frente a su padre, esa parte que no mostró ni siquiera cuando mamá los abandonó, y no podía evitar que la ansiedad atacara en él.

Fue a cambiarse antes de volver al comedor, donde su padre estaba sirviendo la cena. Se sentaron y empezaron a comer en silencio.

-Seokjin -su padre decidió hablar primero, ¿estás seguro? No quiero...

-No haré nada malo, te lo prometo -contestó Jin -, no pienso buscar a Tae, ¿sí? Sólo necesito que dejen de sospechar de mí.

-Lo entiendo-aceptó Kyungho, antes de bajar la voz -. Hoy apareció un policía para hablar conmigo y saber sobre lo ocurrido.

No pudo evitarlo, y se tensó ante sus palabras. Era la primera vez que hacían algo como eso, pues las veces anteriores se limitaron sólo a hablar con él y con Suran. Jamás involucraban a muchas personas, ya que no querían llamar la atención de gente indeseada.

-Mierda, esto es...

-Lo que quiero decirte, Jin -le miró cuando escuchó el apodo, sintiéndose como un niño más pequeño-, es que te apoyo. Te apoyo y si crees necesario viajar, entonces no te lo impediré. Sólo que... Supongo que me da miedo como vayas a volver-Kyungho le tomó la mano, dándole un apretón-. Sé que tú quizás no lo veas, pero estás mucho mejor. Estás mucho mejor que hace dos años, y no quiero que éste avance desaparezca.

El alfa menor se sintió conmovido ante las palabras de su padre, primero por no regañarlo por la decisión que tomó, y segundo por tener miedo por él. Sabía que, desde ese día en que lloró en sus brazos, algo en ellos cambió, y tal vez fue para mejor.

Además, su padre algo de razón tenía. Los primeros meses de la partida de Taehyung, fue un desastre andante del que Kyungho tuvo que hacerse cargo. A pesar de que Seokjin no quería verlo ni tenerlo cerca, su padre permaneció día y noche a su lado. Su padre ya no trabajaba, se jubiló varios años atrás, por lo tanto, podía darse el tiempo de estar con él.

Jin también tenía algo de miedo de perder todo el avance que llevaba y encerrarse una vez más en ese caparazón que creó desde que mamá le dejó.

-Papá le dijo, llamando su atención, y su garganta se apretó-, ¿mamá me quiso alguna vez?

La expresión de Kyungho se suavizó un poco ante la pregunta realizada.

-Claro que te quiso -afirmó, serio-, pero no lo suficiente. Jungeum... tenía un carácter difícil, incluso cuando se casó conmigo, y supongo que nunca le gustó la idea de un bebé por completo. Ella te quiso, pero no como si fueras su hijo.

-Ella me miraba como tu hijo -intervino, observando a su padre asentir con dolor-, pero nunca como de ella.

-Tenía buenos momentos con los dos -agregó Kyungho.

Eso Seokjin lo podía recordar bien. A veces, mamá despertaba de buen humor, y le consentía, le llenaba de mimos y sonreía como si no hubiera nada malo. Incluso, le pedía perdón por actuar mal con él, y el chico se lo perdonaba todo, porque la quería. Seokjin amaba mucho a mamá y sólo quería estar con ella para siempre.

Eran esos episodios los que hacían que todo valiera la pena.

-Tal vez deberías recordarla de esa forma-habló Kyungho, triste-. Sabiendo que tuvo sus fallos, pero trató de ser buena madre, a pesar de todo.

-Pero no lo fue-contestó Jin, algo rencoroso en el fondo, pero ya sin tanta ira-, que actuara así hacía que todo doliera mal. Ese comportamiento me terminó provocando muchas inseguridades, papá, porque sentía que yo era el problema y, si era mejor hijo, mamá iba a quererme más.

Kyungho asintió con la cabeza, recordando esos años en los que creyó que Jungeum podría enamorarse de él si la hacía feliz. Fue permisivo, amable y dulce, dándole su espacio y tratando de ser el hombre perfecto para ella. Pero, aun así, ella también fue cruel muchas veces, aunque siempre en privado. Jungeum no era tonta, y sabía los problemas que podía traer el actuar así frente a muchas personas.

-Lo importante -continuó su padre-, es que la recuerdes no con odio ni rabia, pues eso fue lo que terminó influyendo en que tu relación con Taehyung y los niños también se arruinara.

-Lo sé-aceptó Jin, comprendiendo muy bien lo que le quería decir su papá con eso-, lo tengo claro, papá. No volveré a cometer los mismos errores otra vez -apretó sus labios un instante-. Seré mejor, te lo juro.

Y no era sólo una promesa hacia su padre, sino también para Taehyung, Yoongi, Jimin,  y Jeongguk. Él sería mejor, lo juraba por su vida.

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