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Advertencias: drama y angst.




Taehyung lo único que quería que el mundo se parara en seco y le concedieran un minuto de paz, ¿era tanto pedir? Estaba muy cansado de todo, agotado por esa situación, sólo llevaba unas semanas desde que llegó a Estados Unidos con sus cachorros.

Su embarazo le recordaba constantemente que él y Seokjin fueron una familia, que se amaron y compartieron una vida juntos. Ese pensamiento provocaba que algo doliera demasiado en su interior.

Cuando sus hijos no le veían, acariciaba su vientre, pensando en ese bebé que Jin le hizo en contra de su voluntad. La distancia no borraba los malos recuerdos, y Tae tenía que vivir con estos todos los días. Desde su llegada a Nueva York con sus hijos que no tuvo ni un respiro, y pese a que nadie podía hacerles daño ahora, todo eran complicaciones.

Yoongi se negaba rotundamente a tener un nuevo hermanito, insistiendo en que abortara. Tae comprendía ese rechazo: ese bebé no fue buscado, como tampoco lo fueron Jimin y Yoongi. Siendo su cuarto hijo, seguía con miedo de hacer las cosas mal, de no quererle cuando naciera y entrar en otra depresión. Sin embargo, la reacción de Jimin y Jeongguk fue distinta. El primero respetó su decisión, era su cuerpo y tenía todo el derecho a tenerlo y no hacer caso a Yoongi. Jeongguk lo tomó regular, celoso porque pronto dejaría de ser el hermano pequeño y toda la atención de su mamá se desviaría hacia el bebé.

Taehyung lo discutió con ellos tranquilamente, muy seguro de lo que iba a hacer. Yoongi no cedió sin protestar, elevando su tono de voz cuando vio que ni Jimin ni Jeongguk le apoyaban. Tae estuvo a tiempo de evitar una pelea, tratando de mantener a raya a Yoongi, quien lucía verdaderamente molesto.

Por la noche, cuando sus hijos ya dormían, sintió que le acechaba la culpa. Yoongi tomó el rol de alfa de la manada y, como era lógico, su instinto le pedía cuidar de ellos. Pero Yoon aún era muy joven, y lo acontecido con su padre le dejó emocionalmente inestable. Como único alfa de la familia su deber era protegerlos, pero su hijo mayor no parecía discernir muy bien entre brindarles seguridad e imponerse. Se preguntó cuántas más veces ocurriría lo mismo, viéndose obligado a frenar los intentos de Yoongi por tomar el control cuando no estuviera de acuerdo con algo.

Notándose sin fuerzas debido a todo el estrés que llevaba desde que aterrizó en aquel continente, se metió en la cama matrimonial que ocupaban Jeongguk y Jimin a cada extremo -Yoongi insistió en dormir en el sofá- con el único consuelo de que la escuela Eleanor Roosevelt aceptó finalmente a sus hijos en el nuevo curso esa misma tarde, después de traer todo el papeleo y los documentos rellenados con sus datos. No le quedó más remedio, la amenaza de los Servicios Sociales era más fuerte que las quejas de sus propios hijos. Calculó el coste de los libros y el material escolar, pero no alcanzó ninguna cifra exacta porque su cerebro llegó a su límite por ese día, cesando toda actividad y durmiéndose sin darse cuenta.

Por la mañana despertó temprano, con un olor proveniente de la cocina; Jimin y Jeongguk dejaron sus lados de la cama vacíos. Se levantó con una extraña sensación en el cuerpo, recordando todas las veces que él tuvo que despertar a los cachorros y llevarlos a la escuela. No pensó que esa rutina con la que vivió resignado tantos años pudiera romperse tan violentamente. Salió del cuarto y escuchó las voces de los mellizos, como era un apartamento pequeño, se oía todo con claridad. En el comedor se encontró a Jeongguk todavía en pijama, sentado en el sofá viendo una serie animada, aunque por su expresión, supo que no estaba entendiendo nada. Mientras dormía habían preparado la mesa del comedor para desayunar, y dentro de la cocina, Jimin y Yoongi peleaban por quién hacía cada cosa. Se rió al ver que apenas un plato de tostadas y mantequilla estaba armando tal revuelo.

-Ya les dije que bajaran la voz -comentó Jeongguk, abrazándose a sus rodillas-. Pero no me hicieron caso.

Taehyung fue hasta su cachorro y le dio un fuerte beso en la mejilla. Su olor no se suavizó tras el celo, pero ya no viviría atemorizado por Lee y su marca.

-¿Cómo dormiste, bebé? -preguntó.

Jeongguk se encogió de hombros. No recordaba la última vez que durmió en condiciones, y prueba de ello eran las profundas ojeras que traía desde hacía meses. Tae entendió, dándole otro beso y un achuchón antes de ir a poner paz entre los mellizos.

-Chicos, ya, cálmense. ¿Qué pasó?

-Yoongi está haciendo muchas tostadas-contestó jimin, contrariado-. Necesitamos que duren una semana.

-Mamá y Jeonggukie tienen que comer, están en los huesos-replicó el alfa. Con el cuchillo untó la tostada que tenía en la mano con mantequilla y la dejó sobre una pila-. Y tú también. Dos tostadas para cada uno, no tiene caso que armes tanto escándalo por eso.

Taehyung no dijo nada por unos segundos, reconociendo que Yoongi llevaba razón. Había adelgazado mucho en las últimas semanas, pero tampoco era como si tuviera mucha hambre: el estrés, los nervios, el dolor y el llanto le dejaban sin apetito. Yoongi leyó en su rostro que no andaba equivocado, poniendo punto final a la discusión.

-Jimin, no te preocupes por las tostadas, no son caras - dijo Taehyung, restándole importancia. No iban sobrados de dinero, pero como mínimo quería alimentar bien a sus cachorros.

Jimin salió de la cocina con ganas de replicar, pero se contuvo por su mamá. No estaba en su mejor momento, ni ellos tampoco. Minutos después los cuatro se pusieron alrededor de la mesa y empezaron a desayunar con un vaso de leche y dos tostadas con mantequilla. Yoongi se puso sólo una. Comieron en silencio, y Taehyung quiso romper la tensión sacando tema de conversación.

-¿Están listos para comenzar el colegio?

Yoongi enseguida puso mala cara, frunciendo los labios. Jimin y Jeongguk tampoco estaban muy conformes, sobre todo porque no hablaban inglés y les iba a ser muy difícil integrarse.

-No sabemos inglés-señaló Yoongi.

-Eso tiene solución -dijo tae5. Se estuvo informando, y al parecer existía un programa llamado Segunda Lengua (ESL) dentro de las escuelas para niños y niñas cuya primera lengua no era el inglés-. El centro ofrece un programa para los alumnos que no sepan hablar inglés, tomarán clases extra junto con otros estudiantes. Y tal vez yo también pueda echarles una mano cuando tengan que hacer la tarea.

Los chicos no se veían muy entusiasmados, no querían relacionarse con nadie. Habían hecho un nido alrededor de su madre y no querían salir de ahí, sin importar que todavía estaban en edad de escolarización.

-Vamos, no pongan esa cara -les dijo, intentando hacerles sentir bien-. Tienen que seguir estudiando.

-Yo puedo quedarme -habló Yoongi, mirando a sus hermanos. No es necesario que vaya a la escuela.

-Sí, Yoongi, lo es-le rebatió Tae, tratando de ser claro y lo más conciso posible-. Solo tienes quince años. Tendrás que acabar los estudios te guste o no.

-Como si eso importara ahora...

Jimin y Jeongguk compartieron miradas tensas. El primero decidió intervenir antes de que la conversación se acalorara más.

-Mamá hace lo correcto. No te necesitamos todo el día en casa.

La expresión de Yoongi se endureció.

-Alguien tiene que cuidarlos-replicó.

-Eso ya lo hace mamá-contestó Jeongguk.

Yoongi quiso decir algo, pero se mordió la lengua. Sin estar conforme con esa decisión, siguió comiendo, no volviendo a abrir la boca en lo que quedaba de desayuno. Por su parte, Taehyung les apremió para que terminaran de comer y se vistieran para ir a la escuela. Les hizo saber que ahí les proporcionarían los libros de estudio, y que no se preocuparan por el material, esa misma tarde iría a comprar cuadernos, lápices, gomas de borrar y todo lo esencial.

A quince minutos de que dieran las nueve de la mañana, Yoongi, Jimin y Jeongguk salieron de casa tras recibir un beso de su mamá, y se encaminaron hacia su nueva escuela. Las calles de Nueva York eran desconocidas, tan distintas de las de Corea, como también la gente de su alrededor. Jeongguk iba cogido de la mano de Yoongi, sintiéndose intimidado por cualquier cosa que veía. Jimin no se separaba de él, los tres iban muy pegados como si intentaran protegerse del exterior. La escuela quedaba a unas cuadras de dónde vivían, sin embargo, el viaje se sintió eterno y lleno de inquietud.

Cuando ya se encontraban a pocos metros de la escuela, los nervios de Jeongguk aumentaron, observando la cantidad de chicos y chicas que iban en la misma dirección. Entraron en el edificio y se pararon en la recepción, a lo que Yoongi explicó su situación en un torpe inglés-habiendo memorizado algunas frases- a la secretaria, pero como no se le entendió, dio sus nombres completos mientras la mujer buscaba en los cajones con el ceño fruncido.

-¿Yoongi kim? ¿Jimin Jung y Jeongguk Kim? - preguntó, alzando los ojos a través de sus gafas y pronunciando sus nombres con cierta dificultad.

A los tres chicos se les hizo raro oír sus nombres de esa forma. Yoongi terminó por asentir.

-Bien, estas son sus aulas asignadas. Al mediodía les llamarán para que recojan sus libros.

Los tres miraron el documento donde se especificaba el curso junto con el aula: Yoongi y Jimin, ambos en preparatoria, undécimo curso, aula By Jeongguk en secundario, séptimo curso, aula D. La recepcionista les entregó otros papeles, pero Jimin no tuvo tiempo de leerlo todo, pues justo en ese momento sonó el timbre anunciando que faltaban cinco minutos para que empezaran las clases.

Yoongi y Jeongguk andaban desorientados, de modo que Yoongi buscó alguna señalización o cartel que pusiera en qué piso estaban sus respectivos cursos.

-Acompañemos a Jeongguk-dijo, subiendo las primeras escaleras que vio.

No fue difícil encontrar el aula del omega, en el primer piso estaban las aulas de sexto y séptimo curso.

-Nos vemos luego en el recreo -le despidió Yoongi finalmente, no queriendo dejar solo a su hermano, pero sabiendo que no podía entrar con él al curso.

Jeongguk tampoco parecía muy dispuesto a separarse de sus hermanos, aunque resignado, les dijo adiós con la mano y se encaminó hacia el aula, cabizbajo.

-Creo que nuestro curso está en el tercer piso-indicó Yoongi. No continuó subiendo las escaleras hasta que Jeongguk desapareció por el hueco de la puerta.

Los mellizos estaban inquietos, pero no les quedó de otra que dejar a Jeonggukie e ir a clase también.

Su incorporación no pasó desapercibida para nadie. Llamaron mucho la atención, y muchos querían saber de ellos. Sin embargo, ninguno de los tres se desenvolvía bien hablando inglés, y la comunicación fue un desastre desde el principio, aunque tampoco se esforzaron por llevarse bien con los compañeros. Yoongi cogió mala fama casi desde el primer día, con esa mirada que no invitaba a acercarse y siendo grosero con todo el mundo. Jimin simplemente quería pasar inadvertido, que la gente no se fijara en él ni cuchicheara cerca suyo. Ignoraba lo que decían, pero no era tan idiota como para no no darse cuenta de que hablaban de él. Y Jeongguk fue quien atrajo todas las miradas por culpa de la marca que llevaba en el cuello. Le era muy incómodo saber que todos en clase comentaban su marca a escondidas, lanzándole miradas curiosas; se sintió como un mono de feria.

Durante los recreos los tres se apiñaban haciendo su nido, comentando lo horrible que era ese colegio y los compañeros. Lo único bueno era que estaban juntos para las clases de inglés, pero les era imposible agarrar el ritmo de las otras materias. Jeongguk sentía ganas de llorar cada vez que entraba a clase, pues todos querían saber de esa marca, pero nadie se atrevía a preguntarle. Yoongi parecía especialmente irascible con eso.

-Si alguien te toca o te hace algo, lo reventaré a golpes.

Jeongguk sabía que no estaba exagerando. Yoongi cargaba con demasiado estrés y una buena pelea le hubiera venido de perlas para desahogarse, pero por suerte, nadie osaba acercarse a Jeongguk hasta ese momento.

Dos meses después de ingresar en el colegio, Tae fue llamado para el seguimiento académico de sus tres cachorros. Como supuso, no escuchó nada bueno de los profesores.

-yoongi progresa bien con el inglés. pero su actitud con los demás compañeros es grosera y violenta -decía una de las profesoras, leyendo detenidamente el informe - No da muestras de querer integrarse. Le sugiero que hable con él y le haga recapacitar.

Tae entendió casi todo, asintiendo mientras seguía oyendo los informes de su otro cachorro..

-Jimin tiene dificultades para aprender el inglés, sus últimas calificaciones han estado muy por debajo de la media. Si no hace un esfuerzo, los profesores no podrán enseñarle nada.

-Jeongguk es quien más nos preocupa-dijo la tutora de este en tono severo-. Creemos que la constante sobreprotección de sus hermanos le impide entablar amistad con sus compañeros. Debería hablar con ellos y decirles que le den su espacio. No es bueno que su hijo se relacione únicamente con sus hermanos mayores.

Taehyung recibió los informes por escrito y salió del despacho con desánimo. En verdad, nada de lo que escuchó le sorprendió. Era obvio que no estaban contentos con ese colegio, les oía quejarse durante la cena, y él ya no sabía qué más hacer. Había empezado a trabajar de lavaplatos en un local de comida rápida un mes atrás y no podía ocuparse de sus hijos tanto como quería. Si bien el sueldo que recibía no era muy elevado, le llegaba lo suficiente para ahorrar un poco. Su contrato era solo de seis meses, hasta el nacimiento del bebé aproximadamente, así que él seguía echando currículums con la esperanza de encontrar algo mejor.

Pensó ingenuamente que, con el transcurso de los días, la cosa mejoraría progresivamente, pero se equivocó. Todo estaba resultando muy difícil, haciendo de tripas corazón para sobrevivir cada mes. Y luego estaba su embarazo, su bebé creciendo sano, según la doctora, y eso le tranquilizaba mucho mientras pasaba horas de pie lavando platos. En sus días más sensibles, cuando el jefe no le veía, rompía en llanto, pensando en Seokjin y en lo feliz que hubiera sido si supiera que esperaba otro bebé. Se limpiaba las lágrimas con el delantal, notando cómo Seokjin seguía tirando de su lazo a pesar de la distancia. Se preguntó si estaría comiendo bien, el alfa no sabía cocinar, aunque igual Kyungho iba a visitarlo para comprobar que su hijo estaba bien. Al menos, eso le prometió.

Pero estaba seguro de que no estaba bien. Ni él tampoco. A veces se quedaba sin lágrimas, con los ojos rojos e hinchados después de salir del trabajo, sintiéndose el omega más miserable por abandonar a su alfa.

Desafortunadamente, su llanto duró muchos tristes y dolorosos meses más.

*************

-Felicitaciones, Seokjin, volviste a sacar la máxima puntuación-le felicitó el profesor de matemáticas.

El chico de doce años sonrió, tomando su examen y regresando a su pupitre. Su amigo, Jisung, le miró con recelo, apretando los dientes porque él no obtuvo la misma calificación.

-¡Increíble! Con esta ya van cinco pruebas y las sacaste todas sin descontarte una décima-dijo Jungwon, quien estaba sentado detrás de Seokjin.

El chico agradeció el comentario, pero a diferencia de lo que muchos pensaban, él no buscaba competir con sus compañeros. Solo quería destacar por encima del resto para que su mamá se sintiera orgullosa de él. Si conseguía ser el mejor estudiante, seguro su mamá sería más cariñosa.

Guardando el examen en la mochila, mantuvo la esperanza de recibir una felicitación o un beso de su mamá cuando llegara a casa y viera que tan buen estudiante era.

O eso era lo que pensaba meses antes de que le abandonara. El Seokjin adulto se preparó la cena tras frotar sus ojos para alejar las punzantes lágrimas; últimamente estaba reviviendo demasiados recuerdos de su infancia, más concretamente desde que acudió a terapia por primera vez. Sin embargo, no sentía que eso le estaba ayudando. Al contrario, desde que empezó a hablar de su madre con Sandara, que estaba soñando con ella, y lo detestaba por completo.

Apagó el fuego y salió de la cocina, con sus fideos instantáneos ya listos para comer. Pese a que pasó un tiempo desde la marcha de Taehyung y los cachorros, la casa seguía viéndose enormemente vacía y muy silenciosa. A veces, tenía la descabellada idea de arrendar ese lugar e irse a otro más pequeño, así al menos no tendría que ver todos los días los cuartos vacíos de sus cachorros cada vez que cruzaba el pasillo para irse a dormir.

Pero una parte de él no quería hacerlo. Porque, así como esas paredes estaban llenas de malos recuerdos, también los había de felices, o eso quería creer.

Encendió el televisor, intentando distraer la mente mientras comía, pero no le resultaba fácil cuando no hacía ni dos horas que salió de su sesión con Sandara; esa fue especialmente dura, sobre todo porque evocó muchos recuerdos dolorosos que él mismo enterró en el subconsciente.

-¿Qué sentimiento te transmitía Jungeum? -le preguntó la psicóloga esa tarde.

Seokjin lo estuvo pensando unos instantes, pero encontró la palabra exacta luego de pensarlo mucho.

-Miedo-respondió-. Le tuve miedo a mi madre desde bien pequeño. Sentía que yo no era suficiente para ella, y al mismo tiempo, intentaba ganarme su aprobación. Cada cosa que hacía era para que ella dejara de mirarme como si yo fuera... fuera una molestia.

Sandara anotó en su libreta, por lo que Seokjin lo interpretó para que siguiera hablando. En ese momento, las palabras barboteaban de su boca sin control alguno, sorprendiéndolo a pesar del temblor de su voz.

-Recuerdo la vez que... que le pregunté si se alegraba de tener un hijo alfa, yo debía tener diez años. Ella dijo: "No, no me importa lo que seas". Y luego respondí: "¿hubieras querido que fuera omega?", y ella entonces, suspiró y me miró con pena: "Hubiera querido que no nacieras" - relató, de nuevo con lágrimas en los ojos. Después de eso subí a mi cuarto y me eché a llorar.

Seokjin lloró, pensando que ese fue el tercer momento más doloroso que vivió, por detrás del abandono de su mamá. En primer lugar estaba la partida de Tae y los cachorros. La marcha de Tae hizo que todo por lo que luchó dejara de tener valor, aunque ahora era consciente que debió luchar de una forma distinta, y mucho más, por su familia.

-¿Crees que Jungeum y Taehyung guardan algún parecido?

-No, en absoluto-contestó, convencido en absoluto. Cogió la caja de pañuelos y se limpió las lágrimas-. Jungeum fue una mamá horrible ahora que lo veo, nunca nos quiso, ni a mi padre ni a mí. En cambio, Tae ama a los cachorros, a pesar de que yo le presioné para tenerlos. Tae siempre ha sido y será la mejor mamá para los cachorros.

-Puedes decirme pues, ¿qué cualidades tenía Taehyung como madre de tus hijos? -preguntó Sandara.

-Muchas. Ahora me doy cuenta de todos los sacrificios que hizo por mí y por ellos -respondió, notando que aún le picaban los ojos por el llanto-. Era muy protector, y aunque a veces los cachorros se quejaran de eso, lo hacía porque les quería y eran lo más importante para él. Dicho así suena obvio, pero en ese momento yo... yo no le apoyé. Él se desvivía por nosotros, y nunca le di las gracias. Tuve que habérselas dado, tuve... tuve que haberle hecho saber lo importante que era para mí, para nosotros.

-Y tus hijos, ¿qué cualidades crees que tienen?

Seokjin pensó en sus hijos y en lo mucho que habrían crecido desde que los vio por última vez. Quería verlos, deseaba verlos y darles un abrazo, pedirles perdón y decirles que los quería mucho. A pesar de haberles fallado, daría cualquier cosa en ese momento para poder darles una muestra más de cariño.

-Jeongguk no se resignó como muchos otros omegas. Él quería ser tratado igual que un alfa, con los mismos derechos -explicó, apretando los puños cuando la imagen de Lee apareció en su mente-. Luchaba por lo que quería, y eso... hace que me sienta muy orgulloso de él.

Si tan solo hubiera sido lo suficientemente valiente como él.

Si tan solo hubiera sido lo suficientemente valiente como para afrontar lo de Lee, quizás ahora todo sería distinto. Si no hubiera hecho muchas de las cosas que hizo, como ignorar el problema o mirar por su propio bien, tal vez Taehyung no habría tomado esa drástica decisión. Fue un padre horrible.

Concentrándose otra vez en la terapia, pensó en los mellizos y en lo feliz que se sintió cuando éstos nacieron.

-Yoongi fue educado en su naturaleza, para ver a los omegas como inferiores a él. Sin embargo, cuando ocurrió el incidente con Jeongguk, no lo aceptó. Se pegó con Lee, protegiendo a su hermano pequeño a pesar de que otro alfa se hubiera resignado a decir "esto es así". Yoon es... Yoongi es protector y piensa siempre en sus hermanos y en su mamá.

¿Se habría convertido Yoongi en el alfa de la familia? Estaba seguro de que lo estaría haciendo mucho mejor que él. Yoongi siempre fue muy maduro, no le cabía duda de que seguiría protegiendo a sus hermanos.

-Y Jimin... Ayudó mucho a Jeongguk cuando lo marcaron, a veces era como una mamá para él. Cuando Tae no daba abasto, Jimin se ocupaba de su hermano. Aportaba mucho equilibrio a nuestra familia, sobre todo cuando todo se venía abajo -hizo una breve pausa, sus ojos fijos en sus manos que sujetaban el pañuelo lleno de lágrimas-. Pienso mucho en ellos. Espero que estén bien.

No les dio tiempo a seguir avanzando con la sesión, pero Sandara le dijo que estaba viendo algunos progresos. Seokjin no supo qué pensar. Era cierto que ahora veía las cosas muy diferentes a cómo lo hacía antes, pero eso no le iba a ayudar a enmendar los errores que cometió.

El televisor encendido mostraba una película de acción y, aunque sus ojos miraban fijamente la pantalla, apenas escuchaba algo. Terminó de comer, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera Taehyung o sus hijos. Esa noche se acostó temprano, dando vueltas en la cama hasta que le venció el agotamiento.

Sin embargo, no descansó bien. Soñó con su mamá, quien, parada frente a la puerta de casa, le decía que no podía venirse con ella, que se ocupara de su propia familia. Seokjin echaba la vista atrás y veía a Tae de la mano de sus hijos.

-¡Vuelve! ¡Por favor, Taehyung! ¡Siento todo lo que hice!

Y entonces aparecía su padre con expresión triste a su lado.

-Conoció a su alfa destinado.

Y volvía a tener trece años, llorando porque su mamá no le quería, y Taehyung tampoco.

Despertó sobresaltado, sus ojos tratando de enfocar el entorno. Seguía echado en la cama, pero con el pulso acelerado. Miró la hora en su móvil, pero apenas habian pasado un par de horas desde que fue a acostarse. Se puso en el borde de la cama, apoyando la cabeza sobre sus dos manos, respirando entrecortadamente. No fue una buena noche para él, como tampoco lo fueron las anteriores.

Y como no serían las siguientes, Seokjin tenía claro eso desde hace mucho.

***********


El llanto de Yeji fue lo único que cortó el tenso ambiente que se formó en apenas unos instantes. Yoongi hizo el amago de disculparse al ver la expresión llena de congoja de su mamá.

-Yeji está llorando-dijo Tae, aunque era bastante obvio pues el llanto se oía como si estuviera en el mismo comedor.- Iré a ver cómo está.

Abandonó el comedor sin mirar a ninguno de sus hijos, sintiendo que iba a llorar él también de la angustia que oprimía su pecho. Se encerró en su cuarto y cogió a Yeji, susurrándole para que se calmara.

-Ya, preciosa, mamá está aquí.

La niña siguió llorando, aferrándose al cuello de Tae mientras éste rompía a llorar también, pero sin emitir ningún sollozo para que sus cachorros no le oyeran. Yeji notó que su mamá estaba triste, contagiándose más de ese llanto. Tardó en salir y aparentar que las palabras de Yoongi no le afectaron.

Durante la cena, el alfa quiso hablar de lo ocurrido, pero Tae lo evitó con todos sus esfuerzos. No quería que sus hijos supieran lo mucho que aún le dolía todo lo sucedido con Seokjin. Jimin y Jeongguk tampoco mencionaron nada al respecto, demasiado concentrados con la comida.

No intercambiaron más que breves palabras antes de irse todos a la cama. Taehyung fue el que se quedó más horas despierto, apenas pudiendo conciliar el sueño con Yeji enferma. No sabía por qué, pero el estado de la niña empeoró en un par de horas.

A la mañana siguiente, Jeongguk no olvidó que, por culpa de Yoongi, no tuvo su tan esperada cita con Jackson. Los tres cachorros se dirigían al colegio después de que Taehyung se quedara un día más en casa para cuidar de Yeji. Jimin caminaba en medio de sus dos hermanos, sin llegar a meterse en su discusión, pero tampoco ignorándola.

-Cambia ya esa cara, Jeonggukie -dijo Yoongi con impaciencia. Empezaba a hartarse de verse a sí mismo como un alfa opresor cuando solamente pretendía cuidar de ellos. Seguro que Jackson volverá a pedirte otra vez para salir. No te quita el ojo de encima -añadió, con una mueca en el rostro por el disgusto que eso le provocaba.

-Ahora ya no lo hará -replicó, molesto-. ¿Por qué tuviste que meterte? Deberías disculparte con él.

-¡¿Qué?! ¿Cómo? -exclamó sin dar crédito a lo que escuchaba.

Jeongguk no parecía dispuesto a retirar lo dicho, sin hacer caso de la expresión llena de indignación que tenía Yoongi. Solo era una cita, no tenía por qué pasar nada. Él solo quería conocerlo un poco más, no iba a cometer los mismos errores que con Namjoon. No era ningún estúpido.

-Lo que hiciste estuvo feo, Yoongi -dijo Jimin, queriendo que éste recapacitara.

-Yo no dije nada cuando Ghislaine te invitó a su fiesta — le reprochó Jeongguk-. No es justo.

-¡Eso es distinto!

-iPor que? - exigio saber .

-¿Ghislaine te invitó a una fiesta? -preguntó Jimin.

-No dije que fuera a ir-se defendió, sonrojándose ligeramente. -Sólo que tenía que pensarlo.

-Entonces tú sí puedes hacer lo que quieras, pero yo no -replicó el menor, adelantándose y entrando primero, cruzando las puertas del colegio.

Jimin le siguió con un suspiro, sin decirle otra cosa a Yoongi. El mayor empezaba a enojarse, sintiéndose despreciado porque ni sus hermanos ni su mamá no le habían dedicado aún ni un solo gesto o palabra de agradecimiento por todo lo que estaba haciendo por ellos. ¡Lo suyo sí era injusto!

Jimin, Yoongi y Jeongguk se separaron para ir cada uno a su clase, mezclándose con el resto de los estudiantes.

Horas después, Jeongguk salió de química, guardando los libros en el casillero y yendo hasta el aula de Jackson. Cruzó el pasillo, pasando por entre los alumnos de cursos superiores y deteniéndose frente a la puerta de clase, donde aún impartían lección.

Esperó impaciente, escuchando a los pocos minutos al profesor recoger sus cosas y el ruido de sillas y voces llenar el aula. La puerta se abrió, saliendo los de décimo grado, y entre ellos, Jackson.

-¡Jackson! -le llamó por encima del alboroto.

El chico se volteó, su rostro dibujando una sonrisa cuando distinguió a Jeongguk entre la multitud de estudiantes.

-¿No puedes resistirte a mí que ya incluso vienes a verme al salir de clase?

Jeongguk le golpeó en el brazo, pero sin apenas usar fuerza.

-Qué eres tonto - dijo , aunque no lucía molesto por su comentario. Al contrario, le alivió ver que Jackson no estaba enojado con él-. Esto... Siento lo que pasó ayer, mi hermano es idiota.

- Oh no te preocupes-contestó, restándole importancia. Lo entiendo, de veras.

Jeongguk no estaba conforme con eso. Realmente no quería perder su amistad con Jackson, se había portado muy bien con él y quería darle una oportunidad a pesar de todo. Jackson jamás le dijo algo sobre su marca o ese olor que destilaba.

El alfa y su familia provenían de China, emigrando cuando Jackson tenía once años. Su mamá era estadounidense, mientras que su papá era un empresario chino muy importante. Debido a eso, desde pequeño se le enseñaron varios idiomas a Jackson y sus hermanos: sabía hablar fluido inglés, chino, coreano y japonés. A veces, para vacaciones, viajaban a alguna ciudad de Asia, pero ese año, según le había contado el muchacho, iban a ir a Europa. Jeongguk lo envidiaba mucho por eso.

-Si tú todavía quieres ir conmigo a Beard Papa's o cualquier otro sitio... -su voz fue apagándose, temiendo que le dijera que no.

-Claro que quiero ir-respondió, sin pensarlo dos veces - Eso no lo pongas nunca en duda, lindo conejito.

Jeongguk se sonrojó ante el apodo, volviendo a pegarle, avergonzado.

-¡Eres horrible!

Jackson se echó a reír.

-Cuando quieras, vamos juntos a comernos unos dulces.

El omega sonrió tímidamente, preguntándose si realmente se veía como un lindo conejito. Mirando a su alrededor, se percató de que la mayoría de los alumnos ya se fueron a comer. Titubeó unos segundos antes de preguntar:

-Como sea, ahora iba a almorzar, ¿quieres acompañarme?

-Con mucho gusto.

Jackson sonreía de forma encantadora, y Jeongguk tuvo que pegarle otra vez. El alfa se quejó, lloriqueando porque el omega lo odiaba. El chico no lo negó, pero en su rostro se asomaba una sonrisa, sintiendo que su corazón volvía a latir esperanzado.

Por otro lado, el resfriado de Yeji fue a peor. La tos no le dejó dormir por la noche y le dolía la garganta.

-Mami... Hurt.

Eran la una del mediodía, Taehyung iba y venía de su cuarto cada media hora, procurando que Yeji conciliara el sueño, pero era imposible. La medicación que le recetó el pediatra no hacía mucho efecto, y aunque la fiebre le bajó unas décimas, seguía moqueando. Ahora, además, estaba con tos. Sacó un pañuelo y la ayudó a sonarse, apreciando lo irritada que tenía la nariz. Acarició su pelo mientras la niña se acurrucaba con él, buscando el calor de su mamá. Tae intentó no alarmarse, a veces los resfriados tardaban en curarse, pero el caso era que él tampoco se sentía muy bien. Pudo notar que estaba entrando en celo, pero se obligó a priorizar a Yeji y su resfriado. El lazo con su pequeña cachorrita tiraba y tiraba en clara necesidad.

Sumado a eso, no dejaba de pensar en lo que dijo Yoongi, que por muy doloroso que fuera, no dejaba de ser cierto. Todo era culpa suya. No era capaz de cuidar de sus hijos, y ahora Yeji estaba enferma porque él era una mala madre. No pudo contener las lágrimas,
llorando en silencio mientras mecía a Yeji entre sus brazos para que se durmiera. El celo lo estaba poniendo más sensible, pero intentaba reprimirlo todo lo posible, pensando únicamente en Yeji. Y a pesar de todo, su cuerpo desprendía feromonas de pena, viéndose de lo más inestable que en sus períodos de celo anteriores. No sabía cómo, pero su cuerpo estaba colapsando por todo el estrés, el cansancio y la angustia de la situación. Por un instante, fue como si hubiera retrocedido a esos dolorosos primeros meses en los que llegó a Estados Unidos y no sabía qué hacer.

Hubiera sido más fácil y cómodo buscarse un alfa para pasar el celo como le aconsejó el médico. Jongin, sin ir más lejos, aceptaría sin pensarlo dos veces, aunque Taehyung no lo permitiría. Se negaba en rotundo a depender otra vez de un alfa, a rendirse y aceptar que no podía sacar adelante a sus hijos sin la necesidad de otra persona. Él ya lo hizo, quizás mal, pero lo logró tras muchos sacrificios. Eso nadie podía quitárselo ya.

Sintiéndose sin fuerzas, acabó por dormirse con Yeji en brazos todavía con el surco de lágrimas en su rostro. Despertaba entre horas, tomándole la temperatura por si le subía la fiebre. Si bien ambos durmieron lo suficiente, no descansaron bien porque la pequeña no dejaba de toser y sollozar por el dolor. Taehyung no sabía qué más hacer por ella.

Escuchando a los cachorros entrar por la puerta de casa, pensó que tal vez era hora de afrontar las cosas. Sin soltar a Yeji, que se acurrucó en sus brazos entre lloriqueos, salió del cuarto cargando con la niña, reuniéndose con sus hijos en el salón.

Los tres muchachos vieron el aspecto agotador de su mamá, las ojeras marcando su rostro, el aspecto enfermizo que tenía, y olisquearon las feromonas de celo a su alrededor. Sin embargo, antes de que cualquiera de ellos pudiera decir algo, Taehyung se adelantó:

-Chicos, necesito hablar con ustedes.

Por el tono empleado, enseguida comprendieron que no era nada bueno. Yoongi creía saber de qué se trataba, de modo que se apresuró a disculparse antes de que su mamá lo esquivara como hizo durante la cena.

-Lo lamento, no fue mi intención decir eso -dijo, mirando a su madre-. Yo sólo trato de hacer las cosas bien.

-Sólo piensas en ti-le acusó Jeongguk.

-¡Eres un desagradecido! ¡No he dejado de preocuparme por ti desde que llegamos a Nueva York!

-Chicos, por favor, no se hablen así -les regañó Tae con cansancio, notando que se le venía encima un gran desastre.

-¡No! ¡Ya estoy harto! -estalló Yoongi, furioso. El alfa sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas, pero las retuvo .- ¡No he recibido más que reproches y críticas por querer cuidarlos! ¡Estoy harto de sentirme como un villano! ¡Yo ya no quiero...! ¡No puedo más! Si papá no hubiera...

Se volteó antes de echarse a llorar, deseando estar solo. No quería que sus hermanos o su mamá le vieran derrumbarse. Los alfas no lloraban.

Un pesado silencio cayó sobre ellos, nadie habló ni se movió del lugar. Tae asumió toda la responsabilidad, más convencido aún de que no podía seguir ignorando el problema. Sin embargo, quien dio el primer paso fue Jeongguk. Se acercó a Yoongi y lo abrazó por detrás, escondiendo el rostro mientras un par de lágrimas caían de sus párpados.

Jimin observó la escena, sobrecogido, antes de dirigirse a su madre.

-¿Qué era eso de lo que querías hablarnos? -preguntó en voz débil.

-Estuve pensando mucho estos días -empezó, escuchando los sollozos de Yoongi rompiéndole el corazón, y creo que sería bueno que fuéramos a terapia todos juntos.

La noticia cogió desprevenido a los cachorros, hasta a Yoongi, que dejó de sollozar, pero nadie que les viera negaría que no lo necesitaban. Como no obtuvo respuesta inmediata Taehyung prosiguió:

-El doctor Jason llevaba tiempo insistiendo en que visitara un psicólogo, pero yo tenía miedo de oír que me equivoqué en mis decisiones -explicó, arrepintiéndose de no haber acudido antes al psicólogo-. Yoongi, lamento mucho haberte hecho cargar con tanta responsabilidad. Yo solo quería lo mejor para ustedes, pero solo conseguí hacerlos sentir mal. Perdónenme, no puedo ser una buena mamá.

Decir esas últimas palabras en voz alta le hizo romper en llanto, ya imposible de seguir aguantándolo, y Yeji también comenzó a llorar por el lazo que les unía. Se sentía como una persona horrible, incapaz de valerse por sí mismo en ese momento y de cuidar a las personas que más amaba en ese mundo.

Taehyung fue el primero en moverse, abrazando a su mamá, con su rostro también empañado en lágrimas.

-Está bien, mamá. Siempre hiciste lo mejor para nosotros - dijo sorbiendo por la nariz-. Y te queremos mucho.

Jeongguk tomó de la mano a Jimin, regresando con Yoongi, Yeji y Taehyung, y uniéndose al abrazo. Los cachorros abrazaron a su madre, quien les rodeó mientras pedía perdón entre sollozos por todo lo que les hizo sufrir. Estos, sin embargo, no dejaron de repetir
también comenzó a llorar por el lazo que les unía. Se sentía como una persona horrible, incapaz de valerse por sí mismo en ese momento y de cuidar a las personas que más amaba en ese mundo.

Jimin fue el primero en moverse, abrazando a su mamá, con su rostro también empañado en lágrimas.

-Está bien, mamá. Siempre hiciste lo mejor para nosotros -dijo, sorbiendo por la nariz-. Y te queremos mucho.

Jeongguk tomó de la mano a Jimin, regresando con Yoongi, Yeji y Taehyung, y uniéndose al abrazo. Los cachorros abrazaron a su madre, quien les rodeó mientras pedía perdón entre sollozos por todo lo que les hizo sufrir. Estos, sin embargo, no dejaron de repetir lo mucho que le querían, y que, sin duda, era la mejor mamá del mundo.

Taehyung se deshizo en lágrimas, pero por primera vez en mucho tiempo, no se sintió mal por llorar. De alguna forma, el dolor pareció aminorar un poco y hacerle sentir un poco mejor. No completamente bien, pero si un poco mejor. Y eso ya era suficiente para él en ese momento.



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