Capítulo 5: ¿Tú nombre es...?
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Sólo porque sea un chico misterioso, peligroso y hermoso - no olvidemos ese dato tan importante- no significa que yo iba a ser igual que los demás estudiantes: temerarios a él.
Él creía que al tener cierta cantidad de tatuajes, iba a provocar miedo, pues no lo lograba. Ese efecto no me causaba nada, solo me inculcaba curiosidad y mucha más curiosidad.
Caminé hasta mi casillero, abrí la puerta luego de colocar la contraseña. Coloqué dentro de este mis libros que no iba a necesitar y saqué mi libro menos favorito: el de química.
Experimentos me tocaba al tocar el timbre. Eso significaba una cosa: Él iba a estar allí.
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Toqué la puerta de clases de ciencias. Había llegado un poco tarde. Las ganas de ir al baño combinado con el antojo de comer chocolate, de habían juntado y eso había ocasionado que mi puntualidad en esta clase, se eche a perder.
El profesor me observó con sus cejas fruncidos. Me indicó que me sentara en algún asiento disponible. Busqué un banco vacío por la habitación pero no había ninguno. Hasta que mi vista se fijó en una silla vacía.
Pero su acompañante no era muy bueno que digamos.
Foster estaba escribiendo algo en su libreta. Él no me había visto. El banco a su lado era el único vacío en la sala de ciencias. Y yo quería huir de esta clase e irme a tomar mi café de todas las mañanas con Lottie. Esa idea sonaba más entretenida si nos poníamos a pensar en la situación que me encontraba en estos momentos.
Iba a morir. ¿Esto era casualidad o que?
Tal vez sea porque nadie se quiere sentar con el misterio del instituto. Genius.
-Señorita, por favor tome asiento así podemos empezar la clase sin interrupciones. -escupió el profesor de una manera malhumorada.
Tomé una respiración profunda asintiendo con mi cabeza. Caminé hasta su banco y tomé asiento. Definitivamente iba a morir.
¿No era que no te causaba miedo?
Coloqué mis cuadernos en el lugar vacío de la mesa. Foster me observó de reojo con su mirada seria de siempre y volvió si vista a su cuaderno.
Parece que ahora si sabe escribir.
Estaba dibujando una mándala. Y vaya que dibuja bien.
Me mantuve en silencio y decidí escuchar la clase.
-Bueno, chicos. Quería comunicarles que a partir de hoy, los asientos que han sido utilizados en el día de hoy, serán suyos a partir de este momento. Es decir, que a partir de hoy esos lugares serán permanentes y no habrá ninguna excusa para cambiarlos.
Mi boca se abrió. Creo que la vida y el destino se han juntado para hacerme sufrir en el día de hoy.
-Cierra la boca, no se lo que pareces. -giré mi cabeza sorprendida.
Foster me está hablando. ¿Este es el momento de huir?
-¿Qué? -parecía una idiota mirándolo con los ojos abiertos. Es decir, me estaba hablando - cosa que me sorprende porque a mi parecer estaba enfadado porque no había respondido a su preguntas el otro día-
Foster suspiró frustrado dejando su lápiz en la mesa y fijando su mirada en mi.
-¿Porque haces eso? ¿Acaso no entiendes lo que te dicen? Cierra la boca, no se lo que pareces.
Inflé mis mejillas fulminándolo con la mirada. Definitivamente, además de ser un misterio, era un idiota.
-Eres un idiota. -murmuré entre dientes. Él sonrío y volvió a dibujar. Ignorándome.
-Gracias. Eso es lo mas tierno que me han dicho durante estos años. -su sonrisa era demasiada falsa para no darse cuenta de lo hipócrita que estaba siendo en este momento. Cada día confirmo que los rumores sobre su actitud maleante tienen razón.
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-No entiendo.-dije por cuarta vez pinchando con mi tenedor la ensalada que había pedido en la cafetería.-¿Porque fuiste a ese lugar si sabías que él no se encontraba allí?-
Lottie río y dejó sus cubiertos a un lado de su plato.
-Suena lógico. Sus amigos saben que yo estoy en algo con él, por ese motivo fui a esta fiesta. Ellos, al verme, le iban a decir que yo fui en busca de Lancaster...-
-¿Lancaster?-pregunté extrañada interrumpiéndola. Corrí la bandeja de ensalada a un costado dejando el tenedor de platico sobre ella. Alcé mi ceja cruzando mis brazos sobre la mesa de la cafetería. Este era el momento de preguntar que hacía todas las noches, regresando a la madrugada con más de una botella de alcohol encima. -¿Qué estas haciendo todas las noches, Lottie? ¿Cómo conoces a todas a esas personas mafiosas y esas peleas ilegales?
Ella solo se río y se recostó en la silla cruzando sus brazos sobre su pecho. El uniforme de este instituto era horrible, pero a ella le queda hermoso, Lottie tiene un buen cuerpo y todo lo que ella se pusiera le quedaba bien.
-Tu querido amigo no es tan bueno como dicen por ahí.-fruncí mis cejas al escuchar su última oración. ¿Amigo?-¿Al menos sabes como se llama? Porque aquí, en este instituto, no. Consígueme su nombre, Alice. Quiero saberlo. No quiero ser como los demás.
-¿De qué estas hablando, Lottie? Yo no tengo otros amigos. Hace como tres semanas que me mudé aquí. No conozco a nadie.-apreté mis labios sabiendo que esa era una pequeña mentira. Conocía a alguien más que a Lottie. Los amigos de Foster y a él. Pero ellos no eran mis amigos, solo eran unos chicos guapos que vinieron a mi de forma amenazante preguntando-descortésmente- porque estaba en esa pelea.
Foster se delató solo.
-El otro día vi que estabas hablando con unos chicos. Y Foster estaba allí. Él tiene...-movió su mano buscando un sinónimo de lo que quería decir.- como una especie de manada. Ellos hacen lo que él les diga. Foster maneja toda casi Santa Mónica, Alice. ¿Y sabes una cosa? Nadie sabe su verdadero nombre, solo su estúpido nombre que él se puso luego de salir de prisión.
-¿Cómo sabes que estuvo en prisión? ¿Cómo sabes todas esas cosas, Lottie?-estaba confundida. Realmente no entendía nada. Lottie nunca se interesó en él y ahora viene diciendo que quiere conocer su verdadero nombre.
¿Para que quieres saber el nombre de alguien peligroso?
-Para ser tu amigo veo que no sabes nada de él.
-¡No es mi amigo!-golpee la mesa clavando mi mirada en la suya. Varias personas se giraron para saber quien ocasionó ese ruido, pero luego al saber que no sucedía nada, volvieron a lo que estaban haciendo anteriormente, pero manteniéndose alerta a cualquier grito o golpe que ocasionara una pelea de chicas.
Ella sonrío irónicamente y se levantó de la silla colocándose su mochila en su hombro. Se agachó hasta mi sin sacar esa maldita sonrisa de su rostro.
-Ya lo veremos.
Y luego se marchó.
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Suspiré pasando mi mano por mi cabello esperando a que Liam se le ocurriera pasar por mi. Saqué mi celular del bolsillo de mi campera, miré de reojo al cielo y supe que el cualquier momento se largaría a llover.
Marqué el número de mi hermano y lo llevé a mi oído.
-¿Tuviste una pelea con tu mejor amiga y ahora llamas a tu novio para que pase por ti? Vaya... Dejando a las amigas por los chicos. Eso no me lo esperaba de ti.-Giré mi cabeza rápidamente al ver a Foster a mi lado. Y hablando conmigo. -
Extraño...
-¿Qué?
-En realidad si me lo esperaba.-su mirada pasó por todo mi cuerpo y sonrío divertido.-Puedes colgar, él no te va a atender.-alcé mi ceja consternada de todo lo que estaba ocurriendo. Presté atención a la voz del contestador de Liam y colgué. Guardé mi celular en donde estaba y miré a los ojos del chico más peligroso de la cuidad.
Aunque a mi parecer no parecía peligroso. Sino, inofensivo y en esta faceta de misterio y enojo, se ocultaba un chico solitario y olvidado por alguien importante para él.
-¿Siempre dices "Qué" cuando te hablan? Eres muy despistada.
-¿Cómo te llamas?-pregunté
-Y también eres directa.-asintió con su cabeza satisfecho de mi carisma.
-¿Y tú siempre evitas las preguntas?
-Y preguntona también. Lo anotaré en la lista.
-¿Tienes una lista?
-E ingenua.-Parecía que si divertía con esta "charla". Idiota.
-¿Puedes callarte y dejar de evitar mis preguntas? Quiero saber tu nombre y porque nadie lo sabe.
-Si nadie sabe mi nombre ¿Porque tú tendrías que saberlo?
Me mantuve en silencio porque no sabía como responder a esa pregunta. Era la primera vez que me preguntaba algo directamente y no para evitar mis preguntas. Él sonrío guardando sus manos en los bolsillos de su chaqueta. Estaba empezando a hacer frío y los planes que tenía en mente-los cuales se basaban en encerrarme en mi habitación y ver alguna que otra serie, sonaba fantástico.-
-Veo que es la primera vez que te dejé callada. Lo anotaré en mis días especiales.- Fijé mi mirada en un auto que venía directamente hacia nosotros.Él comprendió mi mirada haciendo que girara su cuerpo. Cuando el auto estacionó, el mismo chico que vino hasta mi ayer por la mañana era el que estaba conduciendo.-Ya que estás muy charlatana, te invito a tomar un café, el mas rico de la cuidad, en mi cafetería favorita.
Pensé en Liam y que me mataría cuando supiera que estuve con un chico, y no un normal.
¿Qué chico es normal?
-Yo...-dije intentando inventar una excusa para que no se burlara en mi cara por obedecer órdenes de mi hermano mayor.
-¿Quieres saber mi nombre o no?-un brillo especial apareció en mis ojos. Él me lo diría. O tal vez no.-Tú novio no se enterará, él no contesta su celular, dile una excusa si no quieres que se entere que saliste con el chico más temido de la cuidad de Santa Mónica. -eso sonaba lógico. Pero Liam era como el FBI en persona. Él se enteraba de todos mis movimientos y todavía no sabía como.
Me mantuve en silencio. Anhelaba saber el nombre de Foster pero a la vez estaba Liam, que me esperaba en casa para que le cocinara. Pero Foster tenía razón, él todavía no vino a buscarme y no contestaba su celular.
Tenía un voto a favor.
Asentí con mi cabeza sacando de mi cabeza todos los métodos que Liam aplicaría para castigarme. Pero no importaba. Iba a tomar un café con el chico más temido de la cuidad de Santa Mónica. El chico con tatuajes le indicó al otro muchacho que conducía que se iría conmigo. Este asintió con su cabeza y se marchó en su auto.
-Espero que no se enoje.-murmuré señalando al auto en marcha. Él se mantuvo serio y empezó a caminar en dirección contraria del instituto.
-Le dimos oportunidad de conquistar a una chica.
Suspiré caminando a su lado tratando de mantenerme callada. Le mandé un mensaje a Liam diciendo que iba por un café, pero sin la presencia de nadie. Sabía que él se entraría-tarde o temprano- que fui acompañada de Foster.
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Una vez que llegamos, el chico de tatuajes hizo la fila para comprar y me ordenó-si ordenó-que buscara una mesa para nosotros. Elegí una mesa donde la vista era maravillosa, desde aquí se podía observar la calle pero la lluvia que estaba empezando a caer, marcaba la ventana dejando gotas en esta. Me encantaba observar la lluvia, me traía tantos recuerdos donde mi padre y yo veíamos la lluvia desde la ventana de la cocina mientras mamá cocinaba regañando a Liam que intentaba robar un poco de la salsa de la comida de ese día.
Sonreí al recordar ese momento que pasó por mi mente. Esos días eran buenos, pero luego de dos años todo empezó a derrumbarse. Papá desapareció de la noche a la mañana dejando una sola nota para todos, dejando a mamá destrozada a cargo de dos niños.
Prácticamente fuimos abandonados, y la lluvia-que disfrutaba tanto ver caer-tuvo otro significado a partir de ese momento.
-Hay mucha gente, es sorprendente. -La voz del chico de tatuajes me sacó de mis pensamientos haciendo que aleje mi mirada de la ventana completa de gotas de lluvia. Asentí sin mencionar ninguna palabra.
-Es un lindo lugar.-él asintió sacando un panecillo de su envoltorio.
-Estos son los mejores panecillos del mundo. Este es mi lugar favorito de todos los lugares.-Foster sonrío. Él sonrío de manera verdadera. Era la primera vez que sonreía que no fuera de manera sarcástica. Tomó un sorbo de su café y cruzó sus brazos sobre la mesa observándome de manera misteriosa.-¿Qué te hace venir a esta cuidad? Santa Mónica es especial, pero siempre tienes que tener una buena razón para mudarte de la gran California.
-¿Cómo sabes eso?-esquivé su pregunta bebiendo un poco de café y tratando de abrir el panecillo que él me había comprado.
-¿Ahora soy yo el que esquiva las preguntas?-sonrío de manera burlesca haciendo que le ofreciera un mohin
-¿Me dirás tu nombre?-pareciera que solamente sabíamos comunicarnos en forma de preguntas. Sonreí de manera angelical bebiendo un poco de café pero sin sacar mi vista de él.
-¿Me dirás porque estuviste ese día en la pelea que yo fui participé?-negué con mi cabeza dejando la taza en la mesa donde nos encontrábamos.-Entonces no te diré mi nombre.
Intenté quejarme, pero con su gesto supe que él no me lo diría.
-Vine hasta aquí por motivos personales. Mi padre desapareció de un momento a otro y mamá no quería recordarlo más y vinimos a Santa Mónica hace tres semanas.
-Santa Mónica es una cuidad de criminales, dicen por ahí.
-Y tu estás entre ellos.-murmuré temiendo su respuestas.
-Se dicen muchas cosas, pero hay que saber si esas cosas valen la pena para empezar a protestar para que todo el mundo sepa la verdad.-alzó su ceja dejando su café terminado en la mesa.-Espero que tu novio no se moleste cuando se entere que le mentiste.
-No tengo novio. Es mi hermano al que llamaba hace un rato. Él no estaba seguro de venir aquí, pero se adaptó al lugar rápido. -Foster asintió con su cabeza, parecía satisfecho con mi respuesta.
Nos mantuvimos en silencio, hasta que le comuniqué que me tenía que marchar una vez que la lluvia parara.
Tenía que afrontar todo el sermón de Liam.
Y ya me lo sabía de memoria.
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