Capítulo 10: Rebelde

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¿Todavía piensas que tu hermanito vendrá por ti?-preguntó burlesco. Blanquee mis ojos y lo miré cansada.

Joder, Liam.

-Todavía mantengo la esperanza.-respondí cortante. Él se limitó a sonreír.

-Dos minutos. Te espero dos minutos y después me largo. -Giré mi cabeza en busca de algún auto pero el estacionamiento estaba vacío, no había señal de ningún auto ni de Liam.

-Me iré sola. -murmuré por lo bajo. Di media vuelta y empecé a caminar en dirección de mi casa. Matthew había desaparecido, pero cuando pensé que me había librado de él. Un ruido del motor de una moto me hizo pensar que no.

-¿De verdad vas a irte sola? Me haces quedar mal y realmente no quiero tener ninguna culpa en mi conciencia. -Ignoré todo lo que había dicho.-Oh, vamos. Sube que quiero mostrarte algo.

No quería ir con él, no quería arriesgarme a que Liam se enterara de que había estado con Foster, porque, estaba segura, de que me daría el peor sermón del año.

Falta mucho para llegar a casa, Alice.

-Cómo tú quieras, después no digas que yo te ignoro. -dio media vuelta y empezó a andar despacio, en la espera de una respuesta de mi parte. 

<< Vamos, Alice, no seas miedosa y orgullosa. Solamente es un paseo con el chico más temido de la ciudad, saldrás viva de esto.  >> 

Blanqueando mis ojos mientras soltaba un suspiro le grité que no se marchara y que aceptaba su propuesta de dar un paseo en su motocicleta. 

Él me respondió con una sonrisa tan grande demostrando su felicidad. Arrancó y se dirigió a un lugar que desconocía. 

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-Espero que cierres la boca a partir de hoy, estoy poniendo mi cabeza en juego por traerte a este lugar. -murmuró sacando unas llaves de su chaqueta mientras que su brazo sostenía su casco. Asentí nerviosa por su tono de voz mientras pasaba de una mano a otra el casco que me había dado cuando decidí dar un paseo en motocicleta.

Realmente pensé que iba a morir debido a la alta velocidad que manejaba Matthew. Cuando le dije que bajara la adrenalina si no quería perderme, solo se limitó a reírse pero me hizo caso y  bajó un poco la velocidad, aunque estábamos a dos cuadras del lugar de destino.

-Entendido.-murmuré por lo bajo al ver que no me sacaba la mirada de encima. Él asintió un poco conforme y finalmente abrió la puerta de lo que parecía ser un departamento. Entré primera dejando el casco en una mesa que estaba cerca de la puerta, Matthew sonrío un momento cerrando la puerta y dejando su casco en donde yo había puesto el mío. Colgó las llaves de su motocicleta y la del departamento y desapareció por una puerta. 

Y quedé sola en un lugar desconocido. 

Y decidí observar el lugar, buscando puntos de salida por si tenía que huir o si tenía que irme porque él me había abandonado en un departamento  casi vacío en un lugar que sabe dios donde queda. 

Había un sillón que se notaba que no había sido limpiado en semanas o tal vez meses, una mesa con cinco sillas y una cerca de las escaleras que dirigían a un pasillo lleno de habitación, por lo menos cinco o seis habitaciones. En una esquina había otro sillón mucho más grande con una televisión y un equipo de vídeo juegos. Sonreí negando con la cabeza incrédula que estos chicos tengan una PlayStation  cuando no tienen seguras sus vidas por lo que sea que estén haciendo. 

-Espero que no estés sacando fotos de lo que es mi casa para delatarme a la policía.-Foster apareció de la nada con una bandeja que traía dos vasos llenos de jugo de naranja y un plato lleno de masitas deliciosas que tanto amo. 

¡Por dios santo, son mi perdición! 

No sabía si lo estaba diciendo de verdad o realmente es irónico en todo momento. Alcé mi ceja en forma de que no había entendido lo que había dicho. 

Joder con este chico. 

-Es broma.-dijo serio. 

¿Ok? 

¿Me tengo qué reír? 

-¿Vives aquí tú solo?-pregunté aún en pie. No le tenía fe al sillón lleno de polvo, quien sabe de donde lo sacó. No contestó. 

Matthew sacó algunas cosas que había en la mesita que estaba frente al sillón y colocó la bandeja en silencio. 

— Si, vivo yo solo. 

— ¿Y el resto sabe qué vives aquí o yo soy la primera a quién traes a tu casa?-sabía que me estaba arriesgando con las preguntas, pero necesitaba saberlo. Necesitaba saber. 

—¿Qué te hace pensar qué eres la primera persona que puso un pie aquí?-se cruzó de brazos endureciendo su mirada, todavía no se había sentado. Y yo tampoco lo iba hacer. 

—No eres de las personas que se arriesgaría solamente por alguna persona en especial. Tiene que ser alguien muy importante para que la traigas aquí o lo que le quieres decir a esa persona sea confidencial y no quieres arriesgarte a que te escuchen. Ya ves, de cualquier forma, no quieres arriesgarte por nadie.— alcé mis hombros en forma de que no me interesaba nada, pero me intrigaba si había invitado a una chica alguna vez aquí. — Además tienes una Play. 

— ¿Y tiene que ver con...?-frunció sus cejas ignorando todo lo que había dicho anteriormente. 

Auch, duele su indiferencia.

—No tienes pinta de ser alguien...que se emociona por un estúpido videojuego, en cambio, tus amigos si la tienen. -frunció sus labios y me dio a entender que tenía razón. 

Alice 1 - Matthew 0 

— Cada uno tiene su propia casa, pero como esta, está alejada de la ciudad todos vienen aquí y podría decirse que vivimos juntos. — alzó sus hombros y se sentó en el sillón sacando una masita, justamente la que yo tenía planeado comer. 

Achiné mis ojos en su dirección en señal de descontento. ¡Se comió la masita que yo planeaba comer! 

—¿Qué?-dijo a la defensiva. Dio otro mordisco haciendo que mi mirada siguiera conectada con la suya. Él seguía comiendo mientras me miraba. Negué con mi cabeza sacando una silla de la mesa y sentándome al frente de la pequeña mesita. Él frunció sus cejas y palmeó el lugar que quedaba libre en el sillón, haciendo que una nube de polvo se arme en el aire. Tosí y negué con mi cabeza.

—Ni loca me pienso sentar en ese sillón, vaya a saber de donde lo sacaron. ¿Hace cuánto que no limpian aquí? -miré por todos lados y realmente la casa estaba echa un desastre.

—Desde que la compramos, nadie quiere limpiar y...todos somos hombres, cada uno lava lo que ensucia y listo. Somos como siete personas aquí, es todo un problema ponernos de acuerdo quién va a jugar con esa cosa...-señala la consola con un desprecio que hace que me sorprenda. ¿Realmente odia jugar a los videosjuegos?- Imagínate si nos vamos a poner de acuerdo a quien le toca barrer y pasar el plumero. Paso, es una batalla perdida. 

—Son un asco.-murmuré dando un sorbo al jugo de naranja. Esperen... ¿Acaso dijo siete personas? - ¿Quién vive aquí?-pregunté de repente sin pensar en la pregunta o, en otro caso, su reacción a mí pregunta. — Pensé que los únicos que sabían lo que haces son los chicos de siempre y ahora yo. -estaba confundida. ¿Siete personas? Yo solamente conocía a sus tres amigos. 

Cuándo él estaba por abrir la boca para decirme algo, tocaron la puerta rápidamente. Matthew se puso serio, mucho más de lo normal, mientras sacaba un arma debajo del almohadón del sillón. Abrí mi boca sorprendida por la actitud del chico. 

¡Me invitaba a sentarme a su lado cuando abajo del almohadón había un arma! 

Puso su dedo índice sobre sus labios indicando que me quedara callada, desarmó el arma y luego sacó una que estaba debajo de su chaqueta. ¿Estaba armado mientras hablaba conmigo y tomábamos jugo de naranja? 

Que confianza, hombre. 

—No es nada personal.-murmuró por lo bajo pasando por mi lado. 

Yo lo sentí personal.

La puerta volvió a sonar y los golpes se hacían mucho más fuertes. Miré asustada a Matthew, pensé que nadie sabía donde vivía. Me tomó del brazo y me puso detrás de él. De repente se gira rápidamente y me tiende un arma. Su mirada conectó con la mía y podía ver la seriedad en su mirada.

-Me tienes que cubrir, se van a cansar y van a tirar la puerta. -Negué con mi cabeza asustada. Miré esa cosa y luego a Foster. Negué de nuevo con mi cabeza y él me la tendió de nuevo. -Sé que eres valiente, puedes con esto. Estamos solos, tenemos que unirnos o nos matan a los dos.-dijo firme. Suspiré tomando el arma con mis manos temblorosas mientras tragaba saliva. 

Joder. 

Estoy agarrando un arma. 

Siento que voy a morir.

—Hey, escucha. Vas a disparar si es necesario, no sabemos quién está allá afuera ¿Está bien? Pueden ser los chicos o pueden ser los malos. Yo te digo si tienes que atacar o cuando bajar el arma. Tú puedes, no es algo de otro mundo. — asentí entendiendo la mitad de lo que dijo debido a que mis nervios no me dejaban pensar. Matthew asintió seguro de lo que estaba por pasar y se colocó nuevamente delante de mi, como yo estaba detrás, coloqué mis brazos sobre su hombro y apunté hacia la puerta. Había tenido unas clases de tiro con mi padre antes de todo lo malo que pasó, mi puntería no era tan mala pero mis nervios siempre me jugaban en contra. 

La puerta fue abierta luego de varios golpes y varias personas aparecieron con armas en sus manos. Tragué saliva tomando varias respiraciones, tenía que controlar mis nervios. Desde la posición que estábamos no era fácil que ellos nos vieran, pero uno de ellos giró y se quedó mirándonos. Sonrío y guardó su arma debajo de su chaqueta. Hizo una clase de movimientos raros con sus manos y Foster bajó su arma mientras que su cuerpo respiraba tranquilo. Se giró hacia mi con una sonrisa tranquila y tomó el arma que estaba sosteniendo en mis manos.

Les colocó el seguro y las dejó en una mesa. Se acercó hacia la manada y chocó manos con la persona que nos reconoció. 

Supongo que no son los malos. ¿Verdad?

El resto guardó sus armas y empezaron a saludar a Matthew mientras que ignoraban mi presencia. Pude reconocer a Trevor y al hermano de Foster, Nathan; este caminó hacia la puerta y la cerró como pudo. Cuando se movió, despejó a la persona que tapaba y casi muero cuando lo vi en aquella sala con un montón de adolescentes a su alrededor. Caminé lentamente como para que ellos supieran que había alguien más con Foster. Todos dejaron de reír cuando me acerqué y todos miraron a la persona que yo miraba asombrada. 

La sonrisa del profesor Marshall se borró de su rostro, pero mi asombro no se fue del mío. 

-Alice.-dijeron todos a la vez mirando sospechosamente a Matthew. Este suspiró rascando su cuello mientras hacia una mueca con sus labios. 

—Hola.-murmuré nerviosa al ser el centro de atención. Había dos chicos que sabía que eran parte de la manada de Foster pero sus nombres no estaban en mi lista. Los había visto aquel día que habían ido a interrogarme en la cafetería y que no lograron sacarme información del porque estaba en la pelea aquella noche que empezó todo. 

—James-dijo uno de los desconocidos. Tenía una sonrisa hermosa y amistosa. Sus ojos eran marrones y su cabello era negro como la noche. Mientras que el otro, sus ojos eran negros como la noche y su cabello negro con varios mechones marrones. — Él es Peter.- éste asintió en silencio y no dijo ninguna palabra. 

Él y Matthew hacían una competencia de quién es más serio.

 Junto con el profesor Marshall en estos momentos. 

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-Él no pudo venir porqué aún sigue esperando que el pequeño pájaro regrese a su nido. Si supiera que su pichón ya aprendió a volar, se tira del árbol y, tal vez, te lleve a ti en el intento de suicidio. -dice Trevor  a Matthew mientras lleva unas cuantas palomitas a su boca mirándome de reojo . ¿Dé qué estaban hablando? Habíamos acordado que otro día me explicarían él porqué el profesor Marshall era parte de la manada de Foster y sus motivos de que sean tan misteriosos. 

Yo acepté. 

Tenía suficiente con lo del profesor de química y el arma que había sostenido hacía unas horas atrás. Era demasiado para mí. 

—¿Porqué intento de suicidio?- Nathan sale de la cocina metiéndose  en la conversación con un gran sándwich en su mano. 

—Porque los pájaros vuelan cuando ellos caen,  sus alas se abren y vuelan, es decir, es imposible que intenten matarse. Lo imagino en mi cabeza y no puedo ver a un pájaro queriendo suicidarse. ¡Es imposible, hermano!-sonreí al escuchar las teorías de Trevor. 

Todos nos quedamos en silencio por la repentina desesperación que manejaba Trevor y la obsesión que tenía con el suicidio de los pájaros. 

—Cambiando de tema...-Murmura Foster dando un sorbo a su botella de cerveza. Frota sus manos con una sonrisa que decía millones de cosas pero a la vez, sus labios no decían nada. — ¿Cuándo empezamos con la cacería? - sus ojos brillaban de la emoción y cuando mencionó el tema, todas las miradas se dirigieron hacia el chico malo.

—¿Cacería?-pregunté imaginándome lo más inocente de la palabra. 

Todas las miradas pasaron de Foster a mí; me encogí en mi lugar  temerosa de sus miradas. 

Ellos sonrieron mientras que Matthew giraba en mi dirección colocando su brazo encima del sillón haciendo que sus dedos rocen mis orejas. Sonrío divertido mientras abría la boca para explicarme de lo que se trataba. 

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