Capítulo 7
El lunes llego tan rápido que llegue tarde a la escuela, casi corría entre los casilleros, entré precipitada al salón, asustando a la profesora y haciendo reír a mis compañeros.
— ¿Qué es esa forma de entrar Lucía? —dijo la profesora con los brazos cruzados en un tono alto.
— Disculpe profesora, es que se me hizo un poco tarde.
— Si, ya nos dimos cuenta.
La profesora volvió acomodarse los lentes y tomo una hoja en sus manos mientras me sentaba en mi asiento habitual.
— Antes de que llegaras estaba haciendo los grupos para la expo ciencia de este año, son 5 grupos y usted será la líder de uno de ellos, como en años pasados, así que escoja a su equipo —continuo la profesora con calma, como si hubiera olvidado que hace cinco segundos estaba molesta.
— ¡Genial! —dije sonriendo—, quiero los mismos del año pasado, Peter, Manuel, Silvia y... Miranda —dije con duda.
Miranda podría ser mi mejor amiga, pero era pésima en los estudios, aun así no podia dejarla atrás. Pero el resto del equipo eran los genios, frikis del salón, eran capaces de armar una computador utilizando una lavadora.
— Lo siento mucho Lucía, pero llegó tarde, Mateo ya escogió ese grupo, a excepción de Miranda, ella sigue disponible.
Inmediatamente me gire hacia Mateo que me miraba erguido en su silla con suficiencia.
"Te hare la vida imposible, rubio."
Regrese a mi posición suspirando con fuerza.
— Entonces... Miranda, Daniela y José.
— Te faltaría uno —respondió la profesora anotando.
Mire alrededor de mi salón sin muchas ganas, Daniela y José eran novios, José era un chico normal, pero Daniela era bastante perfeccionista, y aunque la ciencia no era su fuerte ya había estado en grupos con ella y sabia que no dormía hasta no tener todo hecho a la perfección. Y por supuesto como buena alfa en su relación, tampoco dejaba dormir a José hasta que no estuviera todo listo; pero además de ellos dos, no quedaban muy buenas opciones.
— ¿Puedo unirme? —levantó la mano Julio.
Julio era un chico que solía pasar desapercibido en el salón, no recuerdo siquiera haber cruzado alguna vez palabras con él, ni siquiera recuerdo cual es su grupo de amigos o si era un buen estudiante o no.
— De acuerdo —respondí.
— Muy bien —dijo la profesora anotando en su hoja.
Se hicieron los demás grupos y luego la profesora siguió con el tema de la clase pasada.
— Gracias por tomarme en cuenta —susurró Pablo desde su asiento.
— Es muy incomodo tener a tu ex en el mismo grupo.
— Ahora tu novio es Alejandro ¿No?
Al escuchar eso, gire rápidamente hacia él.
— ¿De que estas hablando? ¿Qué sabes?
— Ya me dijeron que te vieron en la cafetería con él el sábado.
Volví a respirar relajándome en mi asiento.
— Ah, eso.
— ¿Entonces si es verdad?
— Sali con él, pero no funciono, además ya no soy tu novia.
— No recuerdo que me hayas usado la palabra "terminamos".
— Bueno, "terminamos" —dije haciendo énfasis y regresando mi vista al cuaderno para que entendiera que no quería hablar mas del tema.
Antes de salir al almuerzo la directora entro al salón para dar un anuncio importante.
— Buenos días alumnos —saludó—, paso por los salones para informar que dentro de un mes se harán elecciones presidenciales debido a que algunos alumnos han demostrado su descontento con la actual presidencia. Es por ello que se llamara a votos para saber si están satisfechos con la actual presidencia o preferirán elegir un nuevo líder.
En el salón se escuchaban murmullos, algunos de sorpresa, otros de burla. Con cada palabra que decía la directora sentía que me volvía mas pequeña en mi asiento, y que el resto tenían sus miradas fijas en mi.
— Así que el que quiera postularse —continuo la directora—, puede pasar por la coordinación a presentar su candidatura, y les recomiendo que comiencen con las campañas lo antes posible.
La directora salió junto con la campana del receso, tome mis cosas y salí tan rápido como pude. No quería que nadie me hiciera preguntas, no quería hablar con nadie, solo quería patear en las bolas a Mateo.
Fui a la biblioteca ya que tampoco tenia apetito. A esa hora siempre estaba sola y en total silencio; no era un lugar muy grande, solo algunos estantes y como 10 mesas con sillas, por suerte casi nadie venia acá.
Saque un cuaderno e hice dos cuadros, tenia que comenzar a organizar mi vida si quería lograr mis metas. En el primero anotaría ideas para el proyecto de ciencia, y en el segundo ideas para la campaña de presidencia.
En otra hoja dibuje un especie de horario donde tendría que agregar también las horas de entrenamiento si quería ganar el campeonato.
Estuve algunos minutos pensando, sin escribir nada concreto. Suspire cansada y golpee mi cabeza contra la mesa.
— ¿Necesitas ayuda?
Julio, algunos lo llamaban Slender Man por odiosidad; era alto, pálido, muy delgado y siempre vestía de negro. Pero el nunca se había mostrado ofendido por ese apodo, la verdad el siempre estaba tranquilo.
— Julio —salude sorprendida.
— Pensé que no sabias mi nombre —bromeo con una sonrisa sincera.
— Por supuesto que se tu nombre, estamos en la misma clase.
El se encogió de hombros.
— Hay muchos del salón que ni siquiera saben que estoy ahí.
El echo un rápido vistazo a mi cuaderno.
— Sabes que el proyecto de ciencia no es para ti sola ¿No? Estamos cuatro personas mas que te podemos ayudar.
— Solo estaba teniendo una lluvia de ideas para presentar.
— Parece mas bien una sequia.
Guarde silencio algo ofendida, primera vez que hablamos y ya me esta tomando el pelo.
— Bueno, no te enojes —respondió tranquilo— ¿Qué tal si hacemos un volcán?
— ¿En que estamos? ¿Primaria?
— Ah ya se, podemos hacer ese huevo que es de goma.
Volví a golpear mi cabeza contra la mesa.
"Diosito que idiota metí en mi grupo."
El me tomó la cabeza y me alzo para que lo mirara.
— Deberías relajarte un poco, solo estoy jugando contigo —dijo con una sonrisa amable.
Me enderece en mi silla para alejarme de él.
— Bueno, tengo muchas cosas que hacer, así que si no vas a dar ideas de verdad, mejor déjame sola para poder pensar.
— Fiiiu —hizo un pequeño silbido—, parece que necesitas un día de spa con urgencia.
Él solo esta recostado en su silla con total normalidad, como si hubiéramos sido amigos toda la vida, debía admitir que verlo tan tranquilo me molestaba.
— Tengo mil cosas que hacer, no tengo tiempo para un spa —dije en tono amargo.
— Estresándote no lograras nada —continuó tranquilo—, Ten.
Julio me ofreció una hoja de cuaderno doblada, la abrí y ahí había una especie de plano con instrucciones para hacer una casa que funcionaba con diversas fuentes de energía renovable: paneles solares, turbinas eólicas y filtros para reciclar agua.
— ¿Qué es esto?
— Mi papa tiene una constructora, un señor de mucho dinero lo contrato para hacer esa casa, mi padre aun le queda algunos de los materiales. He propuesto esta idea por dos años en los equipos que he quedado pero todos pensaban que era mucho trabajo y muy complicado. Ninguno era tan ambicioso para atreverse, por eso cuando vi que estabas indecisa vi mi oportunidad.
Intercambie miradas entre el papel y el chico, el seguía tranquilo con su sonrisa, y yo debo admitir que estaba algo asombrada.
— ¿Y cual es la idea?
— La idea es presentar diferentes fuentes de energía, como funcionan, cuales son las reacciones químicas y todas esas cosas que quieren escuchar los profesores. Además presentarlo en algo tan común como una casa. Obviamente solo tenemos que hacer una pequeña maqueta.
— No esta nada mal —respondí aun asombrada.
— Claro si tienes una idea mejor —dijo quitándome el papel—, no tengo ningún problema.
En todo momento Julio mantuvo su sonrisa y amabilidad, aunque obviamente yo estaba de mal humor, parecía buena onda.
— Que curioso que cuando falta poco para la graduación, por primera vez hablamos —dije relajándome un poco.
— Mmm —dijo pensativo—, me gusta pasar mas tiempo con los chicos de primer año —termino encogiéndose de hombros.
— ¿De verdad? ¿No te parecen algo... inmaduros?
— Si —dijo tranquilo— por eso mismo me gusta, son divertidos, me hacen reír, además me gusta darles consejos como un hermano mayor.
— Oh, te gusta que te idolatren.
— No tanto como a ti.
Aunque lo sentí como una ofensa, el simplemente no dejaba de sonreír.
— Cuando hablas eres bastante pedante —recalqué
— De hecho considero que soy bastante asertivo al comunicarme. Si te ofende algo que yo diga, es asunto tuyo, tal vez deberías revisarte.
— Tu no me conoces para hablar como si lo hicieras.
— Tu tampoco a mí, y aun así has estado a la defensiva desde que me senté.
Ambos nos miramos fijamente y aunque yo veía la conversación como una pelea que debía ganar, el seguía relajado y sonriente.
— Vale, veo que ya te esta molestando mi presencia —termino por decir levantándose de la silla.
— No, claro que no —respondí preocupada de que se hubiera ofendido, aunque parecía todo lo contrario.
— No te preocupes, yo no estoy ofendido ¿Y tu?
— Pues la verdad es que si un poco; te sientas, me tratas como si fuera tu amiga de toda la vida e incluso me insultas.
— Tu me insultaste primero —recordó.
— Tienes razón, perdón —acepte agachando la cabeza.
El pelinegro sonrió mas aun y volvió a tomar asiento.
— Lamento que te incomode, suelo a tratar a todas las personas de la misma manera, no importa si los acabo de conocer, pero obviamente eso a ti te pareció incomodo.
— Un poco extraño la verdad, no suelo ser tan dada con personas que voy conociendo.
— Esta bien, cada quien tiene su personalidad, mi intención no era incomodarte, quería ayudar a desestresarte un poco. Por cierto, fue una pésima jugado lo que hicieron con tu presidencia.
— Ush, no me recuerdes eso.
— No veo la necesidad de cambiar de presidente a estas alturas del año.
— Claro que no tiene sentido, fue culpa de Mateo, quiere tener también la presidencia para quedarse con la beca; como es tan popular seguro consiguió a un buen grupo de personas para convencer a la directora.
— Mmm ya veo —dijo poniéndose serio por primera vez—, una jugada muy retorcida.
— Ushh, lo odio.
Julio me miró y aguantaba las ganas de reírse.
— ¿Que? —pregunté tajante.
— No se mucho sobre enamorarse, pero diría que te gusta.
— ¿¡Que!? Pss, definitivamente no sabes sobre enamorarse.
— Si, tal vez me equivoque —dijo sin dejar de sonreír.
— Aqui estas, te estaba buscando —intervinó Carlos
Carlos y Miranda se sentaron en la mesa sin perder tiempo. Carlos era un chico castaño y delgado de mi salón, no éramos tan cercanos, aunque él y Miranda hablaban constantemente.
— Que loco lo de la presidencia —dijo Miranda—, tienes varios días ignorándome, ni siquiera me has dicho cómo te fue en tu cita con Alejandro.
— Hablaremos de eso después.
— Si, ahora lo importante es la presidencia —dijo Carlos.
— ¿Y desde cuando te importa?
— Desde que puedes utilizar tu campaña para ayudar a la comunidad LGBT.
Arquee una ceja confundida.
— Imagina todo el apoyo que tendrás en la escuela, es algo innovador, algo que nunca han hecho.
— Y más o menos de que sería la campaña —respondí sin disimular mi duda al respecto.
— Sobre la libertad e inclusión, obviamente.
— Por ejemplo...
— Por ejemplo que podamos ir al baile de graduación con quien queramos y podamos usar la ropa y el maquillaje sin importar el generó.
Mire a Miranda y ella me regreso una sonrisa nerviosa, ambas sabíamos que Carlos era mas femenino que nosotras dos juntas, y estaba bien, pero hacer una campaña solo para que la gente fuera feliz por una noche, me parecía bastante superficial.
— No crees... tal vez... no consideras que hay otros temas más importantes para tu comunidad que se podrían tratar.
Carlos me miró ofendido.
— Por supuesto que hay muchos temas para tratar, solo daba un ejemplo.
— Bueno, puedes hacer una lista de ideas y estaré encantada de leerlas.
— Tal vez deberías venir a una de nuestras reuniones, he escuchado que tal vez no eras tan heterosexual como pensabas.
— ¿Q-que?
— Son solo rumores —intervino rápidamente Miranda—, ya sabes como a la gente le encanta hablar más de la cuenta, no prestes atención.
— Ya me da igual —suspire cansada—, que hablen lo que quieran.
Luego la persona menos deseada en ese momento apareció.
"Pensé que nadie venía a la biblioteca."
— Podemos hablar a solas.
Alejandro no me miraba, aunque yo solo podia pensar en el descaro de venir a verme.
— Por supuesto —respondió Miranda llevándose a Carlos.
Si supiera la historia no me dejaría a solas ni un segundo, debe estar pensando que la cita fue un éxito.
Julio por el contrario se quedó mirándome entendiendo que no me sentía para nada cómoda con la presencia de Ale.
— Estamos hablando de algo importante —dijo Julio.
— Solo son unos segundos —respondió Alejandro.
— Está bien, hablemos —contesté.
Julio asintió con pesar y se levantó de la mesa para dejar que Alejandro se sentara.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top