Capítulo 18

Sentada en el asiento del copiloto de la camioneta de Mateo, me limpiaba el sudor de las manos constantemente con el pantalón. Desde el momento del beso no hemos dicho gran cosa, era evidente que ambos estábamos nerviosos, incluso Mateo se mantenía firme en su asiento tomando el volante con fuerza.

— ¿A donde vamos? —pregunté rompiendo el silencio.

— Es sorpresa —respondió con una sonrisa pícara.

Mis manos comenzaron a sudar más de lo normal.

"¿Y si me llevaba a un motel? Se trata de Mateo. Diosito en que me he metido."

Era increíble cómo luego de habernos besado en pleno pasillo de la escuela, ahora nos daba incluso nervios mirarnos directamente a la cara.

"Malditas hormonas que nos traicionaron."

Tome mi teléfono y le escribí un mensaje de Miranda:

"Ayuda"

Miranda que estaba al tanto de mi cita con Mateo, respondió:

"No seas una niña, solo bésalo"

"No lo voy a besar, está manejando"

"Cuando paren en un semáforo"

Le mandé un emoji con los ojos en blancos y guarde el teléfono frustrada.

Mateo tenía su mirada fija en el camino, y tampoco agregaba nada.

— ¿Puedo poder música?

— Claro.

Me incline hacia el reproductor y reconocí inmediatamente el intro de "Thunder" de imagine dragons.

— ¿Te gusta esa canción? —pregunté.

— Es de mis bandas favoritas.

— ¡A mi también!

Comenzamos a cantar primero en voz baja, con algo de vergüenza; pero al momento del coro ya estábamos muy enérgicos como para bajar la voz.

— ¡Thunder, feel the thunder! —patee al ritmo de la música.

Mateo comenzó a frenar varias veces al ritmo de la música haciendo que el carro también bailará. Comencé a reír mientras el movimiento del carro me zarandeaba hacia adelante y hacia atrás. Los autos nos comenzaron a pitar y nos vimos obligados a mantener la calma.

— Que aguafiestas son las personas —dijo riendo.

— Mejor controlémonos si no queremos tener un accidente, o peor, que nos multen.

— Creo que debes reorganizar tus prioridades, Hermione —se burló.

Al contrario de ofenderme me reí pues no esperaba a que Mateo hiciera ese tipo de referencia.

Busque una canción más tranquila mientras nos relajamos, pero se volvió a instalar el silencio.

— Ya llegamos.

— ¿Qué es este lugar?

Mateo se estaciono frente a un edificio alto y moderno. Un gran letrero decía "Extreme" y solo veía entrar y salir personas con ropa deportiva.

— Ya verás —respondió, viendo por fin su sonrisa arrogante.

Bajamos del auto y él entro al lugar como un niño a un parque de diversiones. Una recepción muy moderna nos recibió, solo había un escritorio con una chica bonita atendiendo.

— ¡Mateo! Que bueno verte —saludo la recepcionista muy contenta.

Mateo carraspeo la garganta incómodo y la saludo cortante.

— Dame dos entradas premium por favor.

— ¿Dos? —la recepcionista por fin se dio cuenta de mi presencia— Oh.

La chica me miró de arriba abajo y luego le dio una mirada cómplice a Mateo, la cual el rubio ignoro.

Mateo recibió los pases luego de pagar, y abrió con ellas una puerta de vidrio dejándome pasar.

Adentro había una sala inmensa con colores brillantes, llena de obstáculos, máquinas, tirolesa, pared de escalar y cualquier cosa extrema que te imaginarás. Habían muchas personas corriendo y saltando de un lado a otro en una especie de parkour.

— ¿Y bien? ¿Por donde comenzamos?

— ¿Podemos usar todo esto? —pregunte tratando de ocultar mi asombro.

— Por supuesto, y más te vale que no me digas que estás cansada, porque no gaste en una tarjeta premium para nada.

Mateo me tomo de la mano y me guío hacia un circuito en donde tenia que pasar por un arrastre bajo, un puente colgante, escalar unas rampas, entre otros obstáculos.

— ¿Una carrera? —pregunto conociendo la respuesta.

— ¡Por supuesto!

Hicimos varias circuitos, corriendo y saltando por todos lados, incluso hubo un momento en el que subimos por una rampa larga que nos llevó a un segundo piso y tuvimos que saltar de un lado de la habitación al otro. 

La adrenalina que sentía era increíble y me encantaba la sensación, se me olvidó todas las preocupaciones o nervios en pocos segundos.

— ¿Has escalado antes?

— Nunca —respondí emocionada.

— ¿Te gustaría?

— Que pregunta es esa. ¡Vamos!

Mateo me ayudó a ponerme el arnés y me explico cómo debía hacer.

— ¿Tu no vas a subir? —le pregunté.

— Prefirió disfrutar la vista desde aquí abajo.

— Bien, pero no me mires el trasero.

— Es justo lo que tenía planeado hacer.

Le lance una mirada asesina, pero él solo sonrió y me dijo que no perdiera más el tiempo. Y fue justo lo que hice, dejando atrás a Mateo, comencé a escalar hasta llegar a lo más alto y sentarme en la cima por un rato.

Mateo me saludaba desde abajo con una sonrisa, le respondí de la misma manera y entendí que había sido la mejor cita de mi vida. No había sido para nada romántica ni elegante; todo lo contrario; corrimos, jugamos, saltamos, peleamos, competimos, nos burlarnos del otro, y lo había disfrutado al máximo.

Me lancé con ayuda de la cuerda, pero bajando más rápido de lo que podrían esperar de una principiante.

— Hey tranquila —me reclamó Mateo—, no quiero terminar la cita en un hospital.

Lo que menos tenía ganas era de discutir con él. Incluso si me ofendiera por lo que quedaba del día, creo que no me arruinaría la felicidad del momento.

Al tocar el piso salte a los brazos de Mateo dándole un fuerte abrazo.

— ¡Gracias por traerme!

Mateo me abrazo fuerte por la cintura sin decir nada, solo disfrutando del abrazo.

— ¿Lista para ir a casa?

— Ni loca.

Luego de estar como 2 horas más, Mateo me llevo a casa. Mi madre ya me había llamado preocupada porque aún no había llegado y le expliqué que había salido con un "amigo". No era mentira, pues aún no era nada oficial, aunque Mateo no se vio muy contento con que me refiriera a él de esa manera.

Al llegar a la puerta de mi casa podia ver claramente a mis padres asomados por la ventana "disimuladamente".

— Gracias por todo, la pasé increíble.

— Gracias por aceptar.

Mateo se inclinó hacia mí con una aparente intención de besarme.

— Mis padres están viendo —agregue rápido.

Mateo se alejó sonriendo.

— Si tus padres son muy anticuados, no tengo problemas de venir a hablar con ellos.

— ¿Hablar con ellos? ¿Del clima o que?

— De que quiero ser novio de su hija.

Tomada por sorpresa me quedé sin palabras. Sentía como la sangre subía a mis mejillas y las mariposas se revolvían en mi estómago.

— Si tú quieres, claro —agregó.

— Ya veremos —dije utilizando todo mi autocontrol para no saltar directo hacia él.

Mateo suspiro cansado, pero al mismo tiempo riendo.

— No te podrás hacer la dura mucho tiempo.

— Pfff.

Abrí la puerta de carro y salí como si no se me estuviera estrujando el pecho por alejarme de él.

— Te quiero —dijo antes de que cerrara puerta.

Trague grueso y solo pude responder con una sonrisa. De mis manos sudadas la puerta se resbaló haciendo que sonora fuertemente.

— ¡Lo siento!

Desde afuera pude ver cómo Mateo negaba con la cabeza como si no tuviera remedio y aceleró el carro riendo.

Una vez en mi cuarto hice una llamada grupal con Julio y con Miranda para no perder el tiempo contando lo mismos hechos dos veces.

Miranda, aunque no le parecía el lugar correcto para una cita, estaba encantada. Julio por otro lado no estaba muy convencido.

Cuando Miranda tranco la llamada, Julio aprovecho para hablar directamente.

— No quiero ser aguafiestas y tampoco quiero decir que los sentimientos de Mateo no sean verdaderos, pero ¿Novios?

— No tengo miedo a comprometerme.

— Se que no, y parece que Mateo también tiene intenciones de hacerlo de verdad, pero seamos sinceros, Mateo es un chico sexualmente activo, en algún momento él va a querer... Tu me entiendes.

— Si... Te entiendo. La directora quiso darme a entender lo mismo.

— Dos personas no son casualidad.

Suspiré cansada.

— Tienes razón, pero... ¿No debería al menos intentarlo?

— Tal vez, pero cuando no funcione te será más difícil soltarlo.

— Ughhh —dije jalándome la cara con la mano que me quedaba libre—; creo que me estoy apresurando a los hechos, tal vez todo esto sea pasajero.

— Medítalo con la almohada —me aconsejo Julio antes de despedirse.

Esa noche me costó mucho conseguir el sueño, mi mente no dejaba de deambular entre las emociones y la razón. Por un lado Mateo resultó ser incluso mejor que yo, desde un principio había pensando en el bien mutuo, y no solo vencerme en la beca como yo creía. A pesar de nuestras riñas constante, que de hecho creo que nos gustaba, nos habíamos apoyado en los momentos importantes como en el torneo, y al parecer teníamos más en común de lo que pensábamos.

Pero no podía olvidar el hecho de que Mateo siempre había sido un casanova entre las chicas, y para nadie era un secreto lo que se decía de él sobre lo apasionado que era. ¿Cómo podría funcionar con una persona así? Además jamás había estado con un chico tan popular entre las chicas, y reconocía que podía ser un poco celosa, y no sabía cómo me tomaría descubrir ciertas cosas íntimas de su pasado.

El amanecer llegó y no perdí tiempo en llegar a la escuela, fuera cual fuera la decisión o lo que ocurriera el día de hoy, no podía quitarme el hormigueo constante en el estómago y las ansias que me invadían.

Hoy comenzaría con los preparativos del baile de graduación, y como presidente estaba encargada de organizar y supervisar todo el proceso.

La primera hora de clases estaba sentada en mi asiento habitual en la primera fila, pero era inevitable no lanzar miradas disimuladas hacia Mateo, el siempre estaba sentado diagonal a mi, varios puestos atrás, así que tenía más fácil mirarme.

Cuando llegó la hora del receso, antes de salir del salón, se acercó a mí asiento.

— ¿Comemos juntos? —pregunto directamente.

— Ehm —mire rápidamente a Julio que supervisaba a lo lejos nuestros conversación—, no me gustaría dejar solo a mis amigos.

Mateo giro a ver a Julio, parecía entender la situación y se veía algo disgustado.

— Está bien —dijo con tranquilidad—, me gustaría ayudarte con los preparativos del baile en la tarde ¿Puedo?

— Por supuesto, cualquier apoyo es bienvenido.

Mateo sonrió y saco de su bolsillo un sobre blanco.

— Ayer mi mamá estaba despechada viendo una película romántica —agrego con algo de amargura—, en la película la mujer recibía cartas anónimas, así que me inspire en escribirte una carta.

— ¿U-Una carta? —tome el sobre y lo guarde rápidamente en mi bolso—, lo veré después —dije aparentando indiferencia.

Mateo que parecía ver más allá de mi pésima actuación sonrió.

— Léela cuando quieras —dijo guiñándome un ojo, y luego se acercó con la intención de besarme.

Desvié ágilmente mi rostro para darle un rápido beso en la mejilla y me levanté para salir del salón.

— Nos vemos en la tarde —dijo él antes de que yo desapareciera por el portal de la puerta.

Caminé rápido (corrí), hacia el baño, y ahí abrí la carta.

"Querida Lucía:

No sé muy bien cómo se hace esto, la verdad es primera vez que le escribo una carta a alguien desde hace mucho tiempo, la última vez fue a Santa Claus.
Si soy sincero vi en internet muchos modelos de cartas, pero sería mentir escribir como ellos, no son mis palabras y jamás me expresaría de una manera tan poética.
Se que a la mayoría de las mujeres les parece romántico las cartas, aunque la verdad jamás te he considerado este tipo de chicas.
En fin, la razón por la que decidí escribir esta carta es que hay muchas cosas que no me atrevería a decirte en persona, creo que aún hay algo de orgullo entre los dos y por eso no nos permitimos sincerarnos. Solo quiero que sepas que desde que todo esto de la beca ocurrió solo has logrado impresionarme cada día más. No creí que conocería a una chica que ocupará mis pensamientos todo el tiempo, y que me produciría correr abrazarla al verla mal. Han pasado muchos días en los que me he controlado, pero ayer me sentí tan feliz de por fin haber dado el paso.
Tal vez te preocupe mi pasado, pero daré todo de mi para no lastimarte, y que te sientas segura a mi lado.

Mateo."

Al terminar de leer, guarde rápidamente la carta, y me mire al espejo; involuntariamente me estaba mordiendo el labio inferior y mi rostro estaba colorado.

No me gustaban las cartas, de hecho no me gustaba la palabrería, prefería la acción y que me demostrarán sus sentimientos con acciones, pero ese trozo de papel me había acelerado más de lo que me gustaría admitir.

Me refresque y salí del baño como si nada hubiera pasado.

El resto del día transcurrió como de costumbre, y al finalizar las clases nos dirigimos a la biblioteca donde nos reuniríamos para hablar sobre los preparativos del baile.

Mateo cumplió su palabra y estaba sentado escuchando y aportando ideas de vez en cuando. Decidimos que el baile sería por estaciones con distintas temáticas así todos estarían a gusto, e incluso se podía hacer una competencia al final del baile de cual había sido la temática mejor elaborada.

Luego de eso dividimos a las personas en distintas funciones y todos comenzaron hacer sus respectivos trabajos.

— Muy bien, Mateo, ya que no quieres participar en las decoraciones y eres de los pocos con auto, te encargarás de ir a comprar los materiales necesarios —ordené.

— No hay problema, mientras me acompañes —sugirió con sonrisa pícara.

— Y-Yo... Tengo cosas que hacer aquí.

Mateo suspiro cruzándose de brazos y mirándome seriamente.

— Crees que no me doy cuenta que me has estado esquivando.

Me quedé en silencio sin saber que decir. Mateo me tomo de la mano y me jalo fuera de la biblioteca.

El pasillo a esa hora estaba desértico, parecía un colegio fantasma, pero podíamos hablar con tranquilidad.

— ¿Qué pasa? —pregunto mirándome fijamente con el ceño fruncido— ¿Hice algo que no te gusto? ¿Estas nerviosa? ¿No quieres una relación ahora?

Negué levemente aturdida por las preguntas.

— ¿Y que sucede? —pregunto con exigencia.

— No me hables así.

Mateo exhaló y se sujetó los pelos algo frustrado.

— Pues háblame con la verdad. ¿Qué sucede?

— No entiendo porque te pones así —dije subiendo el tono de voz.

— Porque no tengo paciencia, y no deberías juzgarme porque tú tampoco tienes mucha.

Mateo respiro profundo calmándose antes de volver hablar.

— Lamento por hablarte así, pero esperaba otras reacciones de tu parte. Te invite a una cita, a desayunar, vine a esta cosa del baile e incluso escribí una carta. Y tú solo me esquivas. ¿Quieres o no quieres esto?

— Tal vez estés acostumbrado a cambiar de chicas constantemente, pero cuando yo decido salir con un chico me comprometo, así que no me tomo esta decisión a la ligera.

Mateo se cruzó de brazos algo disgustado, sin dejar de mirarme fijamente.

— Pensé que había dejado claro que yo también me estaba comprometiendo, pero veo que mi pasado aún tiene un gran efecto en tu opinión sobre mi.

— No es algo que se olvidé de la noche a la mañana.

Mateo asintió aunque no parecía contento con mi comentario.

— Entonces es eso, no saldrás conmigo porque salí con más chicas de la cuenta.

— No es sólo salir con chicas, Mateo, tu... tenías con ellas... eran relaciones liberales ¿Si?, Y yo no estoy dispuesta a eso.

— ¿Hablas de sexo? —pregunto sin rodeos— ¿Por qué ahora das tantas vueltas? La Lucía que conozco dice las cosas de frente.

Él tenía razón, siempre le había dicho lo que pensaba directamente en su cara aunque se ofendiera, y ahora cuando es aún más importante tener una comunicación clara, estaba con rodeos.

— Si, hablo del sexo, tú estás acostumbrado a acostarte con todas las chicas que quieras, pero yo no estoy dispuesta a eso, sabes que soy asexual, y simplemente no soy así. No estoy lista para cambiar, y tampoco quiero.

Mateo asintió más conforme, parecía que el hecho de que hablara francamente lo hubiera relajado.

— No creas que no lo he tenido en cuenta, pero la verdad eso es lo que menos me preocupa ahora. Me gustas, quiero salir contigo, tener largas conversaciones, divertirnos, compartir momentos juntos, ir al cine y de verdad ver la película y nada más.

— ¿Así que de repente ya no te interesa el sexo?

— No dije eso, mentiría si dijera que no me pareces atractiva y he imaginado... cosas, pero no es mi prioridad, y estoy dispuesto a esperar y ver a dónde lleva todo esto.

— "Esperar", ese es el problema, ¿Y si nunca quiero?

Mateo guardo silencio por algunos segundos sin dejar de mirarme.

— Quiero tomar el riesgo, aunque eso signifique pasar mi vida con una estrecha relación con mi mano.

Puse los ojos en blanco.

— Eso dices ahora, pero luego me engañaras con otra y todos dirán "es tu culpa, un hombre tiene sus necesidades".

— ¿Eso es lo que piensas de mí? —pregunto y lucia de verdad indignado— Crees que soy capaz de eso después de ver a mi madre sufrir por los engaños de mi padre.

Trague grueso por la mirada helada que Mateo me dirigía, pero eso fue justo lo que dije.

— Por primera vez estuve dispuesto a enamorarme; veo que perdí mi tiempo —dijo marchándose sin vacilar.

Me quedé paralizada viendo cómo se marchaba por el pasillo. 

Tal vez era mejor así, nunca hubiera funcionado.

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