Capítulo 17


Al día siguiente la directora me había llamado temprano a la dirección. Toque la puerta y entre con sumo cuidado como si fuera un ladrón entrando a una casa.

— Tome asiento —dijo señalando su silla.

Obedecí sentándome recta como una estatua esperando a que la directora fuera la primera en hablar.

— La llame para notificarle personalmente que ha sido seleccionada para la beca de la UITA

— ¿¡De verdad!? —dije con un salto en mi silla.

— Felicidades —dijo la directora pasando un certificado en donde se explicaba que era la ganadora de la beca y todos los beneficios.

— ¡Es increíble! —dije leyendo la hoja—, Espere, ¿Es una beca completa?

— Así es.

— ¿A mateo no le dieron la beca?

— El joven Mateo aunque al igual que usted era un buen prospecto, lo descartaron por tener en su registro una sanción por una pelea que se disputo a principios de año entre el equipo de futbol. Usted por haber tenido un comportamiento intachable a lo largo del año decidieron que era la mejor opción.

Mis ánimos bajaron de inmediato mientras miraba el certificado de mala gana.

— ¿Ya es definitivo? —pregunte cabizbaja.

— Bueno, en la reunión de ayer, evaluando los distintos perfiles, la coordinación de la universidad decidió que usted era la candidata ideal. Aunque usted aun no ha firmado nada, se podría decir que es la ultima decisión del encargado de la universidad.

— Pero el año aun no termina.

— Si, bueno, no creo que arruine su reputación en un mes.

— ¿Y si lo hago?

— Señorita García, ¿Podría saber a que se debe estas preguntas?

— La idea era compartir la beca.

— ¿Con Mateo?

— ¡Si!

— A no ser que forme un alboroto en toda la escuela, usted siempre estará mas calificada para la beca que él, y esos son los informes que la coordinación de la beca evalúa.

Sonreí al sentir que un bombillo prendía en mi cabeza como en las series de dibujos animados.

La directora sospechando que mi mirada no traía nada bueno me miro con severidad.

— ¿En que esta pensando?

— Lo siento, señora directora, tengo cosas que hacer.

Me levante de mi asiento y salí sin demora de la oficina, mientras la directora me llevaba severamente.

— ¡Lucia! Vuelva aquí.

"Muy tarde".

Tome mi teléfono y llame a Julio.

— Estoy detrás de ti —dijo al contestar.

Me gire y el pelinegro venia caminando con el celular en la oreja.

— Necesito crear caos, pero no lo suficiente para que me expulsen —dije aun sosteniendo mi celular.

— Uhh, me gusta esta nueva faceta de Lucia —dijo con picardía— ¿A que se debe esta repentina rebeldía? 

— Necesito tener una sanción, y así estaré en igual de condiciones que Mateo y nos darán la beca a los dos.

— Dios mío, de verdad te encanta ese chico.

— ¿Me vas ayudar o no? —dije por fin cortando la llamada

— No me lo perdería —respondió también bajando su celular—, pero no se me ocurre nada que no termine en una expulsión inmediata.

— Confió en tu ingenio.

— No me presiones —dijo Julio fingiendo estrés.

Nos quedamos unos segundos en silencio mientras mi amigo pensaba.

— Lo tengo —dijo.

— ¿Y bien?

— Si hacemos algo que pueda perjudicar la infraestructura de la escuela, será una expulsión segura o hasta podrían quitarte la presidencia. Pero si te peleas con alguien, los profesores lo disfrutan tanto que solo levantan sanciones.

— Ya se, le diré a Miranda que finjamos una pelea.

— Me gusta, siempre he querido ver a dos chicas agarrarse de los pelos.

— Pues no perdamos tiempo.


Durante el receso le explicamos a Miranda el plan.

— No —dijo con decisión.

— ¿Por que no? —dije con pucheros.

— Porque no pienso correr el riesgo de que se me rompa una uña o maltrates mi cabello.

— Todo será falso, no te lastimare de verdad, y tu tampoco a mi.

— Soy una persona sensible, cualquier roce podría sacarme un morado —dijo manteniendo su posición.

— Eso explica los morados en el cuello —dijo Julio con picardía cuando a Miranda se le bajo un poco la bufanda que llevaba.

Ella se la acomodo rápido y miro con desprecio a Julio, estos dos no terminaban de cuadrar.

— Por favor, Miranda. Por mí... —supliqué.

Me miro con desprecio y luego suspiro.

— Si le pasa algo a mis uñas tu pagaras el próximo mantenimiento.

— Trato hecho —respondí sin dudar.

Mirando se levanto de mala gana y nos dirigimos al medio del patio. Había muchas personas y algunos profesores, pero ninguno nos prestaba la mas mínima atención.

— Muy bien —susurre—, es tu turno.

Mirando puso los ojos en blanco pero comenzó con la "actuación".

— ¡Eres la peor amiga del mundo! —grito dramáticamente.

— ¡Y tu una zorra! —conteste igual de fuerte.

La gente nos comenzaba a mirar, pero mas como locas que como unas chicas apunto de iniciar una pelea.

— Muy bien, pégame —le susurre a Miranda.

La chica me dio una suave abofeteada con miedo de que sus largas uñas se lastimaran.

— Mas fuerte —volví a susurrar.

Mirando respiro profundo y sin pensarlo mucho golpeo mi rostro dejándome una marca roja.

— ¡Oye! Te pasaste —reclamé.

Miranda comenzó a darme golpes son sus manos abiertas, sin nada de fuerza, como si estuviera espantando una mosca.

— ¡Te odio! —dijo intentando dramatizar.

Las personas alrededor solo reían, e incluso los profesores no nos prestaban atención.

Julio se nos acerco lentamente, avergonzado de nosotras.

— Paren, solo están haciendo el ridículo.

— Yo no lo pude haber dicho mejor.

Me gire reconociendo la voz mas insoportable del mundo. Ofelia estaba parada a pocos centímetros de nosotras con sus amigas tomando un jugo.

— Siempre supe que eran unas marginales —continuo la rubia que tanto odiaba.

— Por que no te das media vuelta y te metes en tus asuntos, bruja.

— Yo puedo estar y decir lo que quiera, no es mi culpa que ustedes estén en mi camino estorbando.

Respire profundo intentando controlar mi ira, pero al mirar a Julio que hacia todo su esfuerzo por hacerme señas, entendí que este era el momento que tanto había estado añorando.

Me gire hacia Ofelia con una sonrisa maliciosa.

— ¿Por que no intentas quitarme tu? Arpía.

Al terminar mi frase golpee la bebida de Ofelia derramando su contenido encima de ella.

— ¡Que haces, estúpida!

La gente ahora si miraba con interés y muchos de ellos comenzaron a gritar fomentando que iniciáramos una pelea.

— Pensé que tenias calor, y por eso decías tantas tonterías.

— Te vas arrepentir —respondió dando media vuelta para irse.

"Oh no, aun no termino".

Aproveche que me dio la espalda para darle un fuerte jalón de pelo.

— ¡Ahh! —ella y sus amigas gritaron.

— ¡Pelea! ¡Pelea! —comenzaron a gritar todos los estudiantes alrededor.

Como pudo, Ofelia también agarró un pedazo de mi cabello y comenzó a tirar con fuerza.

— ¡Ahh! —me queje ahora yo.

Nos quedamos así por varios segundos hasta que un profesor y la persona que menos esperaba se acercaron para separarnos.

— ¿Te volviste loca? —me pregunto Mateo alejándome de Ofelia.

— No sabes cuantas ganas tenia de hacer eso —admití.

— ¿Acaso quieres que te sancionen? —continuo su sermón Mateo.

— Es justamente lo que quiero —dije sin quitar la mirada de Ofelia que se peinaba el cabello con las manos.

Mateo me miro desconcertado, intentando entender que mosca me había picado.

— ¡Deberían expulsarla! —se quejo Ofelia con el profesor.

— ¡Tranquilícense ambas! —nos regaño el profesor—, si no se calman ahora, las llevare a ambas a dirección.

Ofelia hizo un puchero haciéndose completamente la victima, que en este caso por primera vez si lo era. 

En vista de que el show no había sido suficiente y Ofelia no estaba dispuesta a seguir con la pelea, me abalance sobre ella tomándola otra vez por los pelos.

— ¡Ahhh!

Mateo volvió a interferir, intentando que soltara los rubios cabellos.

— ¡Ya para!

— ¡Dale duro! —gritaba la gente de alrededor.

Ofelia hizo lo posible por defenderse hasta que una fuerte voz hizo que todo se detuviera.

— ¡SUFICIENTE! —grito la directora.

Solté a Ofelia inmediatamente mientras esta fingía un llanto.

— ¡Ofelia, Lucia, a dirección!

— Pero yo no hice nada —dijo la rubia entre lamentos.

— Ay si —dije poniendo los ojos blancos.

Yo por el contrario camine con la frente en alto; se que esta mal, pero era por una buena causa. Chicos ustedes no lo hagan en sus escuelas.

 — Si era una sanción lo que esperaba —dijo la directora directamente hacia mi— créame que acaba de conseguir mucho mas que eso. Pronto no tendrá ni beca completa, ni compartida.

Al escuchar esas palabras ya no me sentía tan segura, y fui rumba a la dirección cabizbaja.

Al llegar a la dirección la directora hizo pasar primero a Ofelia que se hacia la devastada y con voz severa me dijo que esperara afuera.

La directora cerro la puerta en mi cara con bastante fuerza. 

Resople apoyándome en la pared, y ahora con mente fría, comencé a pensar que tal vez me había excedido.

Mateo apareció delante de mi al otro lado del pasillo. No dijo nada, solo me miraba severamente con los brazos cruzados.

Baje la mirada avergonzada, recordé que debía estar toda despelucada e intente acomodar mis cabellos con prisa.

Volví alzar la mirada y él seguía ahí, solo mirándome. De repente una leve sonrisa se dibujo en su rostro.

— Te ves horrible.

— Valió la pena —bromee.

— ¿Lo valió? —preguntó serio.

Nos miramos en silencio directamente a los ojos por varios segundos, como si ahí se encontraran todas las respuestas.

— Si, lo valió —respondí sin dudas.

Mateo sonrió y yo también lo hice, sincronizados avanzamos hacia el otro, pero un chico se detuvo en medio de los dos obstaculizándonos. Mateo se movió a la derecha, pero el chico también lo hizo, se movió al otro lado y como si el chico lo siguiera volvió a ponerse en frente,  ingenuo de lo que pasaba mirando su libro.

— ¿¡Quieres quitarte!? —dijo Mateo con desespero. 

El chico salió corriendo asustado, mientras yo soltaba una carcajada.

Por fin pudimos encontrarnos y antes de que pudiera decir nada, Mateo me tomó del rostro para unir nuestros labios en un beso torpe, pero dulce.

Una corriente bajo por todo mi cuerpo erizando mi piel, me separe incrédula de lo que había pasado con el corazón a millón. Mateo me miró a la espera de mi reacción.

Solo sonreí, y eso fue suficiente para que el volviera a tomar mis labios en un beso mucho mas elegante. Rodee su cuello con mis brazos y por la altura que nos separaba, me tomo de la cintura para alzarme y seguir dándome cortos pero tiernos besos una y otra vez.

— Lamento haberte molestado tanto —dijo entre besos.

— Lamento haberme echo la dura.

Ambos reímos sin dejar de besarnos, hasta que la puerta de la dirección se abrió y nos separamos fingiendo que no había pasado nada.

Ofelia salió lanzándonos una sonrisa satisfecha antes de retirarse, y la directora nos miro con reproche.

— Puede pasar —me dijo.

— ¿Puedo entrar? —pregunto Mateo,  pero la directora le cerro la puerta en la cara en un evidente no.

Tome asiento asustada mientras la directora me rodeaba para sentarse en su escritorio.

— Me decepciona mucho, Lucía —dijo la directora en un tono mas amable.

— Se que tal vez me excedí —admití— yo solo quería una pequeña sanción.

— En todos mis años jamás he escuchado decir a un alumno que quiere una sanción.

— Es por una buena causa —me excuse.

— Si ya se, la beca ¿No? ¿Quieres compartirla con Mateo?

Asentí.

La directora suspiró.

— Siempre has sido una alumna excepcional, y Mateo no es mal estudiante, pero conozco su fama.

Mire confundida a la directora.

— ¿Qué tiene que ver...?

— Como directora tengo que estar al tanto de todo, hasta de los chismes —dijo, pero se corrigió rápido—, digo, no es que me gusten, es mi deber estar enterada hasta del mas mínimo detalle.

— Entiendo —dije ocultando una risa—, pero sigo sin entender.

— Alguna vez fui joven —continuo la directora—, y se lo que es enamorarse del chico incorrecto.

— ¿Incorrecto? —inquirí algo molesta.

— No estoy diciendo que Mateo sea un mal chico, pero como dije, estoy al tanto de todo, de la fama de Mateo, del video que se viralizó de usted, ¿Cree que esa relación funcionara?

Entendí el punto al que quería llegar la directora: el casanova de la escuela y la chica asexual, no parecía ser un dúo ideal. Aun así no tenia derecho a opinar de esa manera.

— Con todo respeto señora directora, pero creo que eso no es asunto suyo.

La directora me dio una sonrisa compasiva y asintió.

— Tiene razón, solo quería darle un consejo. Una vez yo deje atrás mis sueños por una relación, que al final no resulto como esperaba.

— Gracias por su consejo —agregue aun molesta—, pero yo no estoy dejando mis sueños, Mateo me ayudo para que ganara la beca, y yo quiero hacer lo mismo, es lo justo.

— Bien —dijo la directora tomando su bolígrafo comenzando anotar—, tendrá que firmarme esta sanción, y me veré obligada a informar a la coordinación de la UITA sobre lo sucedido y que ellos tomen cartas en el asunto.

Sonreí complacida, y firme con gusto la sanción, pero salí de la dirección con un sin sabor en la boca, ¿Había hecho lo correcto? 

Sea como sea, la directo tenia un punto a su favor, y no iba a poder sacármelo de la cabeza. ¿Podría funcionar una relación entre Mateo y yo?

Al salir Mateo me esperaba afuera, al verme se me acerco preocupado tomándome de las manos.

— ¿Qué paso? —preguntó.

Mire nuestras manos unidas y comencé a sudar frio.

"¿Esto es real? ¿Los besos fueron reales?"

— Me sancionaron.

— ¿Y como te sientes con eso?

— Bien —sonreí—, es lo que quería.

Mateo negó con la cabeza como si no tuviera remedio, luego me abrazo hundiendo mi cabeza en su pecho.

— Eres incontrolable —dijo con una risa—, no puedo creer que hayas hecho eso por mi.

— ¿Cómo sabes que fue por ti?

Mateo nos separa para mirarme con una sonrisa, una diferente a las de siempre, una dulce y tierna.

— La directora hablo conmigo sobre que mi solicitud había sido denegada por la sanción en mi historial, no fue difícil unir los puntos.

— ¿Por eso me besaste?

— Te bese porque me encantas —dijo adquiriendo un tono pícaro.

Unió nuestras frentes sin dejar de mirarme a los ojos.

— Y se que es mutuo.

Lo empuje para no perder la costumbre, el solo sonrió volviendo a su actitud arrogante.

— ¿Lo dices por el beso? Pff, eso no fue nada.

— ¿Así? Ahora me quieres hacer creer que besas a todo el mundo.

Me encogí de hombros sin encontrar como defenderme ante eso.

— Ya bajamos nuestros muros —dijo mas serio—, no vuelvas a subirlo.

Mateo me miraba de una manera diferente, penetrante y a la vez cálida. Sentía que mis piernas perdían fuerza y no pude negarme a lo evidente.

— Si me encantas.

Mateo sonrió satisfecho y entrelazó nuestros dedos.

— ¿Te gustaría tener nuestra primera cita hoy en la tarde?

— Primera cita... —repetí sin darle crédito a lo que escuchaba.

— Si, la primera de muchas —me respondió con seguridad.





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